martes, 15 de noviembre de 2016

¿DE QUÉ JUEGO ME HABLAS?

                                                    ¿DE QUÉ JUEGO ME HABLAS?

Recién llegado al corrillo, donde unos cuantos amigos están sentados en el banco de madera del parque, con su bastón en la mano a manera de pretexto de una cojera inexistente, saluda a los colegas y como siempre, tira de los tirantes de su viejo amigo Elías, para dejar que reboten en su espalda, no sin cierto enfado por parte del paciente amigo al que siempre sorprende por la espalda.
¿Qué pasa colegas de qué va hoy el tema…? ¡Huy que caras…! Parece que se os deba algo y no os hayan pagado. Julio contesta que es más o menos lo que Paco acaba de insinuar. Fíjate cómo juegan estos niños en el parque, arguye Julio, ajenos a todo lo que pasa a su alrededor, se columpian, juegan al balón, hasta forman pequeñas bandas que se defienden unos a otros. ¿Y de eso hablabais…?
Lo cierto es que Julio está pensando en los juegos de estos niños a manera de ilustración, unos caen al suelo empujados por otros más mayores, dos que salen de los columpios y saltan al suelo de salto van en su ayuda, tiene unas raspaduras en los codos y una rodilla, el suelo es de gravilla, parece como si el ayuntamiento hubiera rellenado este espacio, que antes era de tierra para que cuando algún niño callera al suelo se hiciera daño de verdad.
A los niños no les importa demasiado el haber caído, a los dos minutos ya están juntos de nuevo, jugando como antes. ¿Te has fijado…? Lo toman como un juego natural que exige algún accidente obligado, este argumento sencillo y lógico lo hace Julio, el risueño, le pusieron este apodo porque muy pocas veces lo han visto enfadado, él como los demás de los compañeros que están calentando el banco, han sido jóvenes y saben cómo terminan  estos juegos, en nada, nada para ser recordado hasta que mañana se vuelvan a encontrar de nuevo en el mismo parque.
¡Hay que ver como son los niños…! No tienen malicia alguna, estos juegos forman parte de sus vidas, el recreo propio de la edad que tienen. Hasta ahora todo son risas, divertimento, jolgorio, ilusión… Manu, el último de los compañeros de vejez de los allí presentes masculla entre dientes… Ojalá los mayores supiéramos jugar como ellos, pero chico… parece que se nos ha olvidado ser felices, ¡lo que daría yo por volver a tener el mismo punto de vista en todo lo que hacemos, como esos niños hacen ahora mismo!
Se ha perdido parte de esta inocencia colectiva que teníamos cuando éramos niños, y jugábamos al escondite, o saltando a la comba, hasta que nos llegó el tiempo de ir detrás de las niñas de nuestra edad, ¿recordáis…? Como no, yo todavía estoy casado con Maribel, ¡y han pasado casi cincuenta años! Ja, ja, ja, si, lo tuyo tiene miga Manu, oye, y que sea por muchos años.
Elías apunta… ojalá a medida que nos hacemos mayores no perdiéramos el punto de vista de lo que realmente significa el jugar. Tienes razón apostilla Paco, a medida que nos hacemos mayores nos volvemos más cínicos, creo que eso se debe a que la vida nos enseña a mentir apara sobrevivir. Llega a ser para mucha gente una extensión de los juegos de infancia. ¡Va déjate de pamplinas, el que es malicioso lo es y punto! Manu el pragmático suelta una máxima según él. Mira los políticos, seguro que cuando eran niños jugaban como estos críos que están ahora en el parque, pero mira por donde con los años unos han tomado diferentes caminos, unos a la derecha, otros a la izquierda y aun otros pasan de todo como yo  por ejemplo, en lo que a mí se refiere… que les den, ya no saben jugar, son como vampiros que se tiran a la yugular del amigo íntimo.
Elías, tirándose él mismo de los tirantes y estirando a su vez las piernas, Maldito juego este al que están jugando esta gentuza, no les interesa si alguno cae bajo sus pies, acaban pisoteándolos con el propósito de hacerse ver ellos. Si te pisan y se ponen en lo alto de tu espalda, lo lógico es que ellos estén unos cuantos centímetros más altos que el que ha caído. Cierto, ya no saben lo que es jugar, y menos jugar limpio, el porqué está claro para mí, cuantos menos seamos en el tablero más posibilidades tendremos de triunfar, y si por lo que sea se caen… se dan un morrón de aquí te espero, he que hay quién ya no se puede recuperar del trompazo, eso se ve cada día.
Julio el risueño añade… ¡que dios me de salud para poder venir siempre que pueda a este parque a ver jugar a estos niños como ahora estoy haciendo, me rejuvenece, me hace olvidar rencores de colores partidistas y banderas manchadas de sangre! Pobres desgraciados…


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