jueves, 3 de noviembre de 2016

ALAS SIN PLUMAS

                                                     ALAS SIN PLUMAS

Y mira que me lo habían advertido… No te tires desde tan alto que no eres un pájaro, vas a terminar con las pestañas escayoladas.  ¡Joder que razón tenía Emilio…! Lo peor de todo es que llevo en el hospital tres meses. Le pregunto al médico… Oiga para cuanto me queda de estar como una puta momia atado a esta mierda de cama, que mi gente me necesita, a este paso voy a perder el empleo, llevo aquí desde primeros de año como si fuera un pollo ensartado en la parrilla, me da la impresión que en cualquier momento va a entrar alguien y me va a clavar el diente en el muslo.
Tenga paciencia, recuerde que nadie le obligó a tirarse desde lo alto del acantilado, ¿no sabía usted que no tiene plumas ni formación alguna para poder mover los brazos y la cola como un pájaro? ¡Joder es que lo suyo es de manual, no sabe volar… no haberse tirado, francamente es que es usted la hostia!
Vale, tiene razón, pero entienda que era una cuestión de hombría… ¿A que no te tiras y vas a caer al  lago?
Y claro, va usted y les hace caso a los amigos sin calcular los riesgos, perdone que se lo diga así pero lo suyo es pura imbecilidad. Yo diría que es imbecilidad con pedigrí, no me venga con excusas… ya sabía que se la iba a dar y gorda. Pues mire, se ha roto usted más huesos de los que normalmente tiene un humano, tiene algunos huesos hechos fosfatina, ni podrá caminar igual que antes, ni siquiera comer como lo hacía antes del salto del ángel que se le ocurrió hacer. Si tengo que ser sincero con usted, ha quedado hecho un Ecce Homo, comprendo que si lo hubiera hecho con un propósito más honroso… pues mire, hasta lo hubiera justificado de alguna manera, pero ¿por una apuesta…? Vamos hombre, lo suyo raya la subnormalidad.
Pues oiga una cosa, le puedo asegurar que al principio me mantuve en el aire volando moviendo los brazos. Alguna corriente casual que pasaría por allí en este momento, no hay otra explicación oiga. Seguramente, porque después de estos instantes me vi cayendo como un puto plomo, ¡joder que mal lo pasé, no se me olvidará jamás el momento de la caída! Recé y todo… y eso que yo no creo en dios ni chorradas de estas.  No si es igual que hubiera rezado usted un rosario entero, el resultado habría sido el mismo.
¡Venga doctor… haga usted por manera de acelerar mi salida de aquí! ¿Sabe…? Algunas enfermeras que me dan de comer se parten el culo cuando me ven de esta guisa, ¡me cago en mis muelas…! La próxima vez, quiero decir cuando salga de aquí, me vengaré de estos cabrones, llevo madurando la idea desde hace mucho.  No veo el por qué tiene que tener esta actitud, nadie lo obligó…  No, sí que me obligaron, moralmente me obligaron, pero que se vayan preparando que en cuanto pueda ponerme en pie… se van a enterar de lo que vale un peine. De manera que por favor… espabile y deme el alta lo antes posible que tengo mucha tela que cortar.
Hombre puestas así las cosas… se les podría aparecer todo escayolado como si fuera una momia antigua, ja, ja, ja, disculpe la ironía no lo he podido evitar. ¡Joder, joder, joder, que mala suerte la mía, ni vengarme puedo! Bien, ¿sabe que le digo? Estas cosas hay que madurarlas bien, primero trazar un buen plan y luego… al saco, aunque bien mirado toda la culpa ha sido mía, sino hubiera querido levantarle la novia a Arturo haciéndome él chuleta, todo esto no hubiera pasado.  ¿Cómo…? no me diga que lo sucedido fue por motivo de una mujer. Sí señor, y lo peor de todo es que ella pasa de mí como de la mierda, ni siquiera pestañeó cuando me di el talegazo, algunas veces pienso que los hombres estamos como chotos, haber en que queda todo esto ahora, la pena es que ahora voy a ligar menos que antes.
¡Que no tenemos alas, eso está claro, de forma que no hay que sobrepasar los límites de la prudencia!


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