lunes, 31 de octubre de 2016

INIMAGINABLE

                                                        INIMAGINABLE

Me he pasado dos días viendo televisión, si llego a quedarme otro día más delante de la caja tonta, por razón de que he estado un poco jodido, acabo cazando mariposas. He procurado ser lo más ecuánime posible mientras desfilaban ante mí, seriales, películas y anuncios. ¡Para volverse loco vamos…! Comprendo que la televisión sea, como lo han expresado algunos, el elemento más democrático y libre que el hombre pueda haber inventado, lo malo es lo que el hombre entiende por democracia, este aspecto da mucho que hablar en todos los ambientes, la televisión abarca todas las facetas humanas. Nos hemos quedado sin alternativas, si pretendemos seguir con determinado interés programas que nos gustan, nos los censuran a base de cortes de anuncios que distraen la atención, de los que de forma más o menos apasionadamente, queremos ver en que termina lo que quiera que sea que estemos viendo.
Al final y sin remedio me duermo, cabeceo mejor dicho, y creo que eso es fruto del propio aburrimiento. A nuestros hijos les acaba pasando lo mismo, fíjate si son listos que saben en qué instante pueden abandonar su sofá o silla de la salita de la tele y hacer una parada para merendar u ocuparse de otras cosas, tienen medido el tiempo de estas pausas de manera exacta. Al punto de continuar viendo su programa preferido, ya todos están colocados en sus respectivos asientos para seguir viendo sus dibujos o seriales.
Jamás pensé que las cosas pudieran llegar a estos extremos, yo, espectador de todo el conjunto de cosas que suceden a mí alrededor, me he dado cuenta que la tele no es mala de por sí, lo malo es lo que elegimos como programas predilectos. Todavía recuerdo durante la infancia de mis hijos, cómo disfrutaban con los dibujos de Los Pitufos, Gargamel y compañía, hasta yo me reía con ellos,  con unas gominolas o en su defecto unas bolsas de palomitas de maíz pasábamos unos cuantos minutos, que nadie en la familia hubiera cambiado por nada del mundo.
¡Dos días enteros en cama por motivo de un resfriado mal curado han despertado mis sentidos…! Como saben los publicistas lo que les gusta a la gente… son listos del copón. Te meten un bloque de diez minutos de anuncios de cosméticos, coches que no tienes que ocuparte en comenzar a pagar hasta dentro de un año a unos intereses bajísimos, ¿serán bribones estos tíos…? Pero nosotros los padres somos los principales responsables de que esto sea así. Al cabo de unas cuantas semanas ya estamos visitando concesionarios de coches, “No mujer si es solo para ver las ofertas que hacen, ahora no vamos a comprar un coche, no está el horno para bollos” Al principio de verano ya está el coche aparcado en el garaje o en la calle, pero lo hemos comprado.
Para eso está hecha la propaganda, a menudo engañosa, que tiene mucha letra menuda que leer en el dorso del contrato, pero que casi nunca leemos. Ha amigo mío se siente… ya has firmado, ahora apechuga y cuando te das cuenta y te llega el último recibo, has pagado dos coches y medio. No creí jamás que nosotros, fuéramos los esclavos de este plan tan bien urdido. Somos en una gran mayoría zopencos de un trozo de plasma que nos ametralla con propaganda y encima estamos la mar de contentos. “Le he sacado al vendedor unas moquetas de más calidad, cristales tintados, ruedas de mejor calidad, y hasta me ha regalado un llavero y un pino de cartón que es un ambientador” ¡Idiota, más que idiota…! Con todos estos extras que te ofrecen porque eres tú, te la han clavado hasta las ingles y tú sin darte cuenta.
Sí, de todo esto me he dado cuenta ahora, que me he tirado dos días enteros viendo televisión. Durante este tiempo he reflexionado acerca del poder que ejerce este medio sin el cual, seamos realistas, no podríamos vivir. Entre esto y la telefonía móvil, mensajes de texto y chats telefónicos, nos hemos convertido en peces que no hacemos más que nadar dentro de una pecera acerca de la cual vamos dando vueltas lanzando oxígeno de nuestros frágiles pulmones.
Después de estos dos días de cama me he levantado de muy mal humor, estoy cabreado conmigo mismo, en casa hay cinco móviles, una tele que terminaremos de pagar  dentro de tres años con intereses y un coche que es cosa fina, lleno de polvo en el garaje tapado con una lona. No nos hacía falta el coche la verdad, pero era una oferta que no podíamos rechazar. Desde mi casa al trabajo tardo a pie doce minutos, eso haciendo mal tiempo, si llueve o hay alguna emergencia saco la lona de sobre el coche y entonces llego tarde al trabajo.
Lo que te digo, inimaginable, pero ya no hay tiempo para cambios, lo hecho, no se puede deshacer tan fácilmente. Interiormente me he propuesto hacer un cambio radical a mis planes, pero hay un problema y gordo, que ya llevo firmadas muchas firmas y cada mes llegan los pagos.
¡Maldita televisión de los cojones…! Alguien tiene que cargar con la culpa, y como la tele ni el coche, ni los móviles no protestan… pues a tragar quina.


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