sábado, 22 de octubre de 2016

MEDROSA Y SOLITARIA

                                                              MEDROSA Y SOLITARIA

Desde el principio de los tiempos ha caminado por cielos y tierra esperando, saber qué hacer. Durante muchos años, ha estado buscando espacios en los que no tuviera que esconderse, se sabe útil y capaz, pero se subestima a sí misma, quiere establecer contacto con personas que sin ser dioses, puedan aceptarla y debatir con ella experiencias extraordinarias. Se marca pautas de                                                              MEDROSA Y SOLITARIA

Desde el principio de los tiempos ha caminado por cielos y tierra esperando, saber qué hacer. Durante muchos años, ha estado buscando espacios en los que no tuviera que esconderse, se sabe útil y capaz, pero se subestima a sí misma, quiere establecer contacto con personas que sin ser dioses, puedan aceptarla y debatir con ella experiencias extraordinarias. Se marca pautas de comportamiento para acercarse a los demás, y en un momento dado se vuelve medrosa, como si se dijera a sí misma, que no tiene derecho a romper las charlas o los silencios de los que están a su alrededor.
Dentro de su mente circula la inseguridad y la angustia, ¿es el momento para intervenir en este audaz coro de sabios que saben de lo que hablan…? Es entonces cuando se retrae, y medrosa, se esconde detrás de alguna nube pasajera, no se ve capaz de establecer contacto y discutir o pelear por lo que cree que es justo. Su íntima amiga es la soledad, sí, esa soledad que la estimula a bajar de la nube y dejarse ver, ese es un esfuerzo, que depende de ella solamente.
Yo la conozco, le costará penas y fatigas cambiar de actitud, pero sé que lo logrará, en cuanto esos presuntos intelectuales la vean se quedarán con la boca abierta, se la disputarán. ¿Cómo es que no hemos deparado en ella antes…? Tiene muchas cosas que enseñar, y otro tanto para aprender, con humildad y paciencia, que no está sola. Sigue siendo una persona medrosa pero eso no quita que su sabiduría es práctica, todo aquello de lo que habla lo ha experimentado, miles han progresado gracias a escuchar lo que debe de decir.
El sol ya se pone, la luna coge su relevo y a ella, se la escucha en ese gran anfiteatro de la vida las muchas cosas por las que ha tenido que atravesar, como si se tratase de mares embravecidos, que han querido hacerla desaparecer de sobre la faz de la tierra. Es medrosa pero jamás ha sido débil, nunca le han dado miedo esas grandes olas que esconden bajo el fondo del mar a grandes galeones, con solo un par de remos, ha hecho frente a cualquier posible desolación que haya querido perturbar su andadura hacia un puerto concreto.
Medrosa sí, más valiente, desafiante ante aquellos que la subestiman, con o sin ganas en ocasiones, ha facilitado la huida de los injustamente castigados. ¡Cuántas veces se ha inclinado rodilla en el suelo, para dar ánimos y consuelo a los que sin esa mano de ella bajo la nuca, los ayuda a incorporarse para que no dejen de luchar! Luego como por ensalmo, se esconde en un rincón para desaparecer hasta que alguien reclame su atención. Ahora no se comporta como antes, se deja ver, empuja y se abre paso hasta el desvalido.
¿De dónde saca fuerzas para arriesgar su propia vida, su salud y darse sin esperar nada a cambio? Las fuerzas no son más que el humanismo, que la empuja como un gran geiser que inesperadamente sale de las entrañas de la tierra, hace acto de presencia para luego desaparecer del mismo modo que llegó. Dioses buenos, diablos que queréis apagar esa pequeña luz aparentemente mortecina y medrosa, sabed que ella es mucho más fuerte que todos vuestros augurios y oraciones condenatorias. Adorad a esta mujer que a manera de sombra, nos ayuda a dormir y descansar, no temáis porque mirando hacia los cielos no podáis verla, ella siempre está ahí, jamás vacila cuando es el caso de que necesites ayuda y consuelo.
¡Que todas las personalidades medrosas, fueran capaces de dar un paso adelante en un momento determinado…! La mayoría no quieren ponerse a tiro del desvalido, por temor a que después se les pida más, pues bien, iros a pelear vuestras batallas perdidas, ya está ella ahí para suplir vuestra presencia. Sea que tenga que desenvainar la espada para defenderte, o que tenga que cargar contigo a rastras hasta un lugar fuera del alcance de tus atacantes, siempre tendrás a tu lado a esta figura medrosa, humilde pero denodada, para apartarte de los peligros de una muerte segura. Trabajando sola se siente más segura, no tiene que dar explicaciones a consejeros a los que no les tiene confianza alguna, confía en su fuerza, en su valor y con la certeza que está haciendo aquello que debe.
Eso sin vanidad alguna, solo aplica lo que sabe que a ella le ha dado a lo largo de la vida resultados óptimos. ¡Ho maravillosa criatura salida del cosmos, calma la sed de tu compañía que me domina, y me trae la tan ansiada paz! Aun dormida, percibo los efectos de esa perfecta armonía que desprende tu cuerpo, tu aliento, estoy  lejos de casa, tú eres mi salvación en los momentos de angustia, no quiero renunciar al aroma de este espíritu tuyo. Maravíllame con la potencia de tu luz, con la fuerza que escondida, todavía puedo oír a lo lejos.
Medrosa… puede ser, pero te prefiero a la fuerza de los ejércitos de Saladino, queriendo reconquistar la Ciudad Santa. Espera no te vayas todavía, me has enseñado, ahora quiero que veas si lo aprendido de ti, me ha servido para imitarte y saber qué hacer en casos como a los que juntos nos hemos enfrentado.
  comportamiento para acercarse a los demás, y en un momento dado se vuelve medrosa, como si se dijera a sí misma, que no tiene derecho a romper las charlas o los silencios de los que están a su alrededor.
Dentro de su mente circula la inseguridad y la angustia, ¿es el momento para intervenir en este audaz coro de sabios que saben de lo que hablan…? Es entonces cuando se retrae, y medrosa, se esconde detrás de alguna nube pasajera, no se ve capaz de establecer contacto y discutir o pelear por lo que cree que es justo. Su íntima amiga es la soledad, sí, esa soledad que la estimula a bajar de la nube y dejarse ver, ese es un esfuerzo, que depende de ella solamente.
Yo la conozco, le costará penas y fatigas cambiar de actitud, pero sé que lo logrará, en cuanto esos presuntos intelectuales la vean se quedarán con la boca abierta, se la disputarán. ¿Cómo es que no hemos deparado en ella antes…? Tiene muchas cosas que enseñar, y otro tanto para aprender, con humildad y paciencia, que no está sola. Sigue siendo una persona medrosa pero eso no quita que su sabiduría es práctica, todo aquello de lo que habla lo ha experimentado, miles han progresado gracias a escuchar lo que debe de decir.
El sol ya se pone, la luna coge su relevo y a ella, se la escucha en ese gran anfiteatro de la vida las muchas cosas por las que ha tenido que atravesar, como si se tratase de mares embravecidos, que han querido hacerla desaparecer de sobre la faz de la tierra. Es medrosa pero jamás ha sido débil, nunca le han dado miedo esas grandes olas que esconden bajo el fondo del mar a grandes galeones, con solo un par de remos, ha hecho frente a cualquier posible desolación que haya querido perturbar su andadura hacia un puerto concreto.
Medrosa sí, más valiente, desafiante ante aquellos que la subestiman, con o sin ganas en ocasiones, ha facilitado la huida de los injustamente castigados. ¡Cuántas veces se ha inclinado rodilla en el suelo, para dar ánimos y consuelo a los que sin esa mano de ella bajo la nuca, los ayuda a incorporarse para que no dejen de luchar! Luego como por ensalmo, se esconde en un rincón para desaparecer hasta que alguien reclame su atención. Ahora no se comporta como antes, se deja ver, empuja y se abre paso hasta el desvalido.
¿De dónde saca fuerzas para arriesgar su propia vida, su salud y darse sin esperar nada a cambio? Las fuerzas no son más que el humanismo, que la empuja como un gran geiser que inesperadamente sale de las entrañas de la tierra, hace acto de presencia para luego desaparecer del mismo modo que llegó. Dioses buenos, diablos que queréis apagar esa pequeña luz aparentemente mortecina y medrosa, sabed que ella es mucho más fuerte que todos vuestros augurios y oraciones condenatorias. Adorad a esta mujer que a manera de sombra, nos ayuda a dormir y descansar, no temáis porque mirando hacia los cielos no podáis verla, ella siempre está ahí, jamás vacila cuando es el caso de que necesites ayuda y consuelo.
¡Que todas las personalidades medrosas, fueran capaces de dar un paso adelante en un momento determinado…! La mayoría no quieren ponerse a tiro del desvalido, por temor a que después se les pida más, pues bien, iros a pelear vuestras batallas perdidas, ya está ella ahí para suplir vuestra presencia. Sea que tenga que desenvainar la espada para defenderte, o que tenga que cargar contigo a rastras hasta un lugar fuera del alcance de tus atacantes, siempre tendrás a tu lado a esta figura medrosa, humilde pero denodada, para apartarte de los peligros de una muerte segura. Trabajando sola se siente más segura, no tiene que dar explicaciones a consejeros a los que no les tiene confianza alguna, confía en su fuerza, en su valor y con la certeza que está haciendo aquello que debe.
Eso sin vanidad alguna, solo aplica lo que sabe que a ella le ha dado a lo largo de la vida resultados óptimos. ¡Ho maravillosa criatura salida del cosmos, calma la sed de tu compañía que me domina, y me trae la tan ansiada paz! Aun dormida, percibo los efectos de esa perfecta armonía que desprende tu cuerpo, tu aliento, estoy  lejos de casa, tú eres mi salvación en los momentos de angustia, no quiero renunciar al aroma de este espíritu tuyo. Maravíllame con la potencia de tu luz, con la fuerza que escondida, todavía puedo oír a lo lejos.
Medrosa… puede ser, pero te prefiero a la fuerza de los ejércitos de Saladino, queriendo reconquistar la Ciudad Santa. Espera no te vayas todavía, me has enseñado, ahora quiero que veas si lo aprendido de ti, me ha servido para imitarte y saber qué hacer en casos como a los que juntos nos hemos enfrentado.


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