EL RARO OTOÑO DE ESTE
AÑO
Los dolores se acentúan y mi médico,
habida cuenta de la enfermedad que padezco, no es demasiado halagüeña. No me
dice nada en concreto respecto a cómo me voy a sentir de aquí en adelante, pero
sabe a ciencia cierta, que no van a remitir los dolores que me tienen
encarcelado dentro de mi propio cuerpo.
Es rara la reacción del organismo
ante situaciones que son irreparables, buscan formas y maneras para que el
sufrimiento sea mínimo. “No te preocupes, en estas circunstancias en las que te
encuentras, hay maneras de paliar ese quebranto que tu organismo sufre a causa
de la enfermedad, las unidades del dolor, están precisamente hechas con ese fin,
terapias que te ayuden a sobrellevar con dignidad esta maldita enfermedad”
Y lo aceptas como el único medio,
para que puedas descansar mejor y reponer las fuerzas necesarias para vivir “feliz”
un día. Trato de vivir del mejor modo posible, dándole importancia a cada
minuto que pasa, el tiempo está hecho a mi medida, este enfoque de la vida te
ayuda a contemplarte como un ser humano al que no le falta nada, que lo tiene
todo, que no tiene carencia alguna como otro ser cualquiera.
No puedo ni debo, recrearme en las
desgracias que en ocasiones me martirizan, solo son realidades superables, me
alegra saber que la mayoría de mis amigos y familiares, están dentro del
círculo de los seres queridos que ven pasar las enfermedades de lejos, esto
alegra mi corazón y me hace pensar que
la salud es lo mejor que podemos ambicionar en este sistema de cosas. ¿Qué tal
van las cosas por ahí… estáis todos bien? Entonces, una respuesta positiva, me
levanta el ánimo y me ayuda a minimizar mis males.
Encuentro que el tener ese modo de
pensar hace que me recupere aunque en mi interior mi organismo se depaupera, se
repone a veces y otras, me deja anclado en la bajamar, aspectos que no debemos
olvidar, que nos sucede a todos de un modo u otro. Este otoño es raro, se ha
vestido de primavera, el clima es benigno, las lluvias se reparten de forma
equitativa y casi todo el mundo aplaude el que esto sea así. Estoy viviendo en
una parte geográfica de la península donde mucha gente, los más viejos del
lugar, no veían un tiempo tan apacible, se diría que estamos viviendo en
primavera.
En la capital, las gentes van
vestidas con pieles, abrigados como si la nieves ya hubieran hecho acto de
presencia, se nota que tienen ganas de que llegue el frío, es lo que han vivido
año tras año, pero esta vez, este año, exageran al abrigarse tanto. ¡Bien
mirado ya ha llegado el invierno… no entiendo ese tiempo que hace! Es uno de
esos años atípicos, que hace que muchas personas estén de mal humor, es tiempo
de botas de abrigo, de suéter de lana gruesa y hasta para algunas personas
mayores, calzoncillos de pantalón largo y prendas térmicas.
Yo me he apuntado al carro de los
prevenidos, por si acaso de golpe, bajan las temperaturas y nos dan un hachazo
haciendo que cojamos alguna que otra gripe inesperada. A pesar de la
enfermedad, sigo el ritmo de todo el mundo, uno no sabe qué puede pasar la
semana próxima cuando pase esta especie de falso veranillo. Esta tierra es
cambiante, caprichosa, impredecible, de por sí, el hecho de vivir en estas
latitudes, te prepara para casi cualquier acontecimiento climatologico, te
avisa de antemano, es como si te dijera: “Ten cuidado que el día menos pensado
me presento en la puerta de tu casa sin previo aviso, de manera que es mejor
que estés preparado”
Vengo de dar un paseo por las cercanías del
lugar donde vivo, mientras bajaba por la carretera me he dado cuenta del sabor
de esta tierra, un pequeño caudal de agua que atraviesa la carretera general me
advierte que estamos a punto de recibir las primeras lluvias, que el otoño está
ya afianzado, hay que preparar las vestimentas de invierno, las transiciones
del otoño al invierno, el cambio de estación ya ha puesto en marcha la
maquinaria, para que gocemos del maravilloso mundo de frío y nieves que se
avecinan.
Para los lugareños este cambio no
representa ninguna sorpresa, lo esperan y lo hacen con alegría. Eso no quita,
que estemos disfrutando hasta el momento, de un otoño placentero y fácil de
llevar. No olvidemos que estamos viviendo en el norte del país y que
sencillamente las cosas, incluidas los cambios bruscos de estación, son
necesarios para que todo prospere. Sin embargo debo insistir en el hecho de que
estamos viendo un otoño esplendoroso.
Para aquel que no ha visto la nieve
en todo su esplendor, ver los inmensos copos a través de las ventanas es algo
divino, la nieve está concebida para sorprender y alucinar a quién no ha tenido
el placer de verla caer y cuajar, crea un manto que aunque para según que
labores resulta molesta, para otros es una imagen lúdico festiva que esperan
con entusiasmo.
¡Haber si este año nos sorprende y
nos deja a jóvenes y mayores con la boca abierta, mientras pensamos en lo
hermoso que está siendo este otoño, retratando de blanco las fiestas de fin de
año!
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