viernes, 28 de octubre de 2016

EL RARO OTOÑO DE ESTE AÑO

                                                EL RARO OTOÑO DE ESTE AÑO

 Los dolores se acentúan y mi médico, habida cuenta de la enfermedad que padezco, no es demasiado halagüeña. No me dice nada en concreto respecto a cómo me voy a sentir de aquí en adelante, pero sabe a ciencia cierta, que no van a remitir los dolores que me tienen encarcelado dentro de mi propio cuerpo.
Es rara la reacción del organismo ante situaciones que son irreparables, buscan formas y maneras para que el sufrimiento sea mínimo. “No te preocupes, en estas circunstancias en las que te encuentras, hay maneras de paliar ese quebranto que tu organismo sufre a causa de la enfermedad, las unidades del dolor, están precisamente hechas con ese fin, terapias que te ayuden a sobrellevar con dignidad esta maldita enfermedad”
Y lo aceptas como el único medio, para que puedas descansar mejor y reponer las fuerzas necesarias para vivir “feliz” un día. Trato de vivir del mejor modo posible, dándole importancia a cada minuto que pasa, el tiempo está hecho a mi medida, este enfoque de la vida te ayuda a contemplarte como un ser humano al que no le falta nada, que lo tiene todo, que no tiene carencia alguna como otro ser cualquiera.
No puedo ni debo, recrearme en las desgracias que en ocasiones me martirizan, solo son realidades superables, me alegra saber que la mayoría de mis amigos y familiares, están dentro del círculo de los seres queridos que ven pasar las enfermedades de lejos, esto alegra mi corazón y me hace  pensar que la salud es lo mejor que podemos ambicionar en este sistema de cosas. ¿Qué tal van las cosas por ahí… estáis todos bien? Entonces, una respuesta positiva, me levanta el ánimo y me ayuda a minimizar mis males.
Encuentro que el tener ese modo de pensar hace que me recupere aunque en mi interior mi organismo se depaupera, se repone a veces y otras, me deja anclado en la bajamar, aspectos que no debemos olvidar, que nos sucede a todos de un modo u otro. Este otoño es raro, se ha vestido de primavera, el clima es benigno, las lluvias se reparten de forma equitativa y casi todo el mundo aplaude el que esto sea así. Estoy viviendo en una parte geográfica de la península donde mucha gente, los más viejos del lugar, no veían un tiempo tan apacible, se diría que estamos viviendo en primavera.
En la capital, las gentes van vestidas con pieles, abrigados como si la nieves ya hubieran hecho acto de presencia, se nota que tienen ganas de que llegue el frío, es lo que han vivido año tras año, pero esta vez, este año, exageran al abrigarse tanto. ¡Bien mirado ya ha llegado el invierno… no entiendo ese tiempo que hace! Es uno de esos años atípicos, que hace que muchas personas estén de mal humor, es tiempo de botas de abrigo, de suéter de lana gruesa y hasta para algunas personas mayores, calzoncillos de pantalón largo y prendas térmicas.
Yo me he apuntado al carro de los prevenidos, por si acaso de golpe, bajan las temperaturas y nos dan un hachazo haciendo que cojamos alguna que otra gripe inesperada. A pesar de la enfermedad, sigo el ritmo de todo el mundo, uno no sabe qué puede pasar la semana próxima cuando pase esta especie de falso veranillo. Esta tierra es cambiante, caprichosa, impredecible, de por sí, el hecho de vivir en estas latitudes, te prepara para casi cualquier acontecimiento climatologico, te avisa de antemano, es como si te dijera: “Ten cuidado que el día menos pensado me presento en la puerta de tu casa sin previo aviso, de manera que es mejor que estés preparado”
 Vengo de dar un paseo por las cercanías del lugar donde vivo, mientras bajaba por la carretera me he dado cuenta del sabor de esta tierra, un pequeño caudal de agua que atraviesa la carretera general me advierte que estamos a punto de recibir las primeras lluvias, que el otoño está ya afianzado, hay que preparar las vestimentas de invierno, las transiciones del otoño al invierno, el cambio de estación ya ha puesto en marcha la maquinaria, para que gocemos del maravilloso mundo de frío y nieves que se avecinan.
Para los lugareños este cambio no representa ninguna sorpresa, lo esperan y lo hacen con alegría. Eso no quita, que estemos disfrutando hasta el momento, de un otoño placentero y fácil de llevar. No olvidemos que estamos viviendo en el norte del país y que sencillamente las cosas, incluidas los cambios bruscos de estación, son necesarios para que todo prospere. Sin embargo debo insistir en el hecho de que estamos viendo un otoño esplendoroso.
Para aquel que no ha visto la nieve en todo su esplendor, ver los inmensos copos a través de las ventanas es algo divino, la nieve está concebida para sorprender y alucinar a quién no ha tenido el placer de verla caer y cuajar, crea un manto que aunque para según que labores resulta molesta, para otros es una imagen lúdico festiva que esperan con entusiasmo.
¡Haber si este año nos sorprende y nos deja a jóvenes y mayores con la boca abierta, mientras pensamos en lo hermoso que está siendo este otoño, retratando de blanco las fiestas de fin de año!


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