EL VIOLINISTA.
Alto, mal vestido y serio, esta es la impresión que me dio la primera vez que le vi en la barbería de mi calle, el barbero le acababa de rasurar la cara y el mirándose al espejo se pasaba la mano por la cara para dar el visto bueno del trabajo que Manel terminaba de hacerle. Le ofreció una loción para después del afeitado pero él la rechazo dándole las gracias, como viera que yo lo observaba se me quedó mirando al levantarse de la silla de barbero, primero serio, luego esbozó una media sonrisa que me transmitió cierta tranquilidad y hasta simpatía. Descolgó un chaquetón grueso que colgaba de una rústica percha de pared y después de pagar me hizo un gesto como de… lo cierto es que no sabría explicar muy bien porque estos gestos hay que verlos para describirlos, en fin, me hizo un saludo a lo militar con la mano derecha al lado de su cabeza de tal modo que pensé que era un soldado retirado o algo por el estilo. Pero con dieciséis años estas cosas y en este caso en concreto, pasan siempre a un segundo plano en el sentido de que el cuerpo y la mente la tienes dirigida a otros objetivos, esta circunstancia por lo tanto fue solo un pequeño apunte dentro de mí vida, personalmente tenía otros objetivos propios de la adolescencia. Sencillamente, mi pequeña pandilla de amigos que en ese tiempo fueron indispensables (eso creía) para instruirte. Quería referentes para desenvolverme en ese mundo transitorio de edades llamado pubertad, adolescencia, ¿Cómo calificarlo?, desde pequeño me crié en la calle por culpa de que mis padres no podían hacer otra cosa más que trabajar y trabajar de sol a sol. Prohibido hablar de sexo con ellos, sencillamente esperaban que nos enseñaran en la escuela, ¿Dónde pues encontrar respuestas y explicaciones? Con unos cuantos colegas que más mayores que nosotros pero con ganas de lucirse, te contaban y recontaban en ocasiones la misma historia de modo que excitados volvíamos a casa, solo con la excitación pero sin saber el qué de nuestra búsqueda. Las revistas de importación que en ese tiempo eran escasas tampoco nos daban explicación como tampoco lo hacían pequeñas colecciones de fotografías en color sepia en los que se retrataban escenas explícitas de sexo con actores enmascarados y que nos pasábamos de unos a otros por un precio diario.
En honor a la verdad os he de decir que esa era mí batalla particular, claro está que después de descubrir la masturbación y sus efectos a nivel físico te preguntas siempre “¿Cómo debe ser practicar el sexo con una mujer?”, la hostia, contaban los más mayores de la pequeña tropa que formábamos la pandilla, y precisamente eso es lo que le confería al tema mayor morbo. Siempre pensé que cuando descubres la masturbación, esta traza un punto de inflexión en la vida de las personas y después de lo consultado por ahy he comprobado que eso es así, es como el que descubre que a una pequeña caja de madera con cuerdas a base de practicar le arrancas sonidos inimaginables, dulces, armoniosos, bien calibrados que luego deben acoplarse – con el tiempo – a alguien más que quiera formar contigo una orquesta. Pero mientras tanto no dejas de ser un rascatripas que torpemente con el arco no hace más que romper los oídos del prójimo. Dicho todo esto paso a relataros lo que para mí fue una experiencia imborrable que marcó mí vida y a consecuencia de esto mis relaciones sociales a todos los niveles.
¿Cómo puedes ser tan imbécil de desaprovechar esta oportunidad? – me dijo Ramón… mira que eres capullo. Se refería a una amiga común que había manifestado su interés por salir conmigo cuyo nombre era Montserrat, menuda pero muy guapa, de buenas formas y mejor disposición para con los chicos, siempre dispuesta a hacer un favor a todo aquel que le gustara. Quizás mi sentido de la moralidad me impedía dar un paso adelante pero sin duda como se demostró más adelante estaba equivocado, vaya si estaba equivocado.
-Montserrat ¿quieres venir al cine conmigo el sábado?, estrenan en el Coliseo una película chula “Aeropuerto”, dicen que tiene muy buena crítica y que tiene mucha acción.
-Vale, a qué hora empieza
-A las diez menos cuarto la última sesión, si quieres nos paramos por el camino antes y comemos algo tengo un conocido en la calle Diputación que hace unos bocatas de lujo, fríos y calientes, cuando paso por allí alguna vez que otra me lo pido de calamares están que quitan el hipo.
-Ja,ja,ja, me encanta tu manera de expresarte, y también me gustas tú, que lo sepas.
Me entró un cosquilleo en las tripas que no sé porqué hizo que se me pusiera la piel de gallina.
-¿Qué, se te ha comido la lengua el gato? Rió de nuevo pero pude adivinar que era sin malicia alguna porque un instante después me dio un beso, debo apuntar que fue un beso inocente, muy cálido eso sí porque se paró en mí mejilla por unos instantes y quise creer que en adelante habría más y quizás diferentes. Eso sucedió un lunes frio junto al portal de su casa, ahora llegaba la tormentosa espera hasta el sábado ¿Qué va a pasar entonces? – me preguntaba sin cesar-. Al llegar a casa durante la cena mi padre secó sus labios con la servilleta y me dijo…
- Bueno tete tu madre y yo hemos estado hablando de un asunto que nos parece bien que consideres, como tú sabes la mama y yo tenemos que trabajar mucho para tirar adelante a la familia nuestra economía, en consecuencia queremos que te plantees el que nos ayudes de forma económica buscando un trabajo, bueno ni eso tendrías que hacer porque tengo amigos relacionados con la mecánica y el señor Sánchez que tiene el taller en la calle Cruz de los Canteros que te admite como aprendiz.
- ¿El que repara radiadores de coches?, bien papá si tu lo ves conveniente no hay problema, el asunto es que no sé yo si podré progresar en ese sitio porque siempre se hace lo mismo, montar y desmontar esos cacharros de agua apestosa.
- Mide bien tus palabras tete, en principio es un trabajo, y todo trabajo sea limpio o sucio tiene como recompensa hacer a las personas más dignas, ten en cuenta además que se te va a pagar por tu trabajo y vas a ser un apoyo más para esta familia. Mira tu hermano, cierto que va a trabajar con corbata pero es que el trabaja en una oficina y ese es su uniforme, además es una empresa americana y le ayudan para aprender inglés que de aquí a muy poco va a ser un idioma importantísimo si alguien quiere aspirar a algo mejor en la vida. Le he dicho al señor Sánchez que iré contigo antes de plegar por la noche.
- Bien papá sabes que pienso lo mismo que tu, pero… es que me da mucho corte presentarme a este señor, tu sabes bien que es mi primera experiencia de este tipo y que temo mucho que no salga como tú quieres, al fin y al cabo iré recomendado por ti y no quiero defraudarte para nada.
Me alborotó los cabellos con su mano mirándome con cariño para decirme – Cumple con el trabajo que te manden y pronto olvidarás la recomendación de tu padre, te advierto anticipadamente que va a ser duro pero para nadie es imposible hacer las cosas bien hechas, de forma que por favor, que nadie me tenga que dar ni una sola queja de ti y eso te lo digo porque eres mi hijo, te quiero y en consecuencia espero lo mejor de tu actitud. Empéñate en ser el mejor y lo serás.
¿Podéis creer que mientras hablaba conmigo mi padre, no tenía en la cabeza más que la cita con Montse?, que extraños causa la juventud en la cabeza de un pobrecillo tímido como yo creía ser, a cada momento se me presentaba la imagen de esos grandes ojos negros mirándome de manera insinuante en un cuerpecito pequeño, vestido con una chaqueta de lana negra y una faldita de cuadros escoceses corta que dejaban ver sus rodillas con toda libertad y unos calcetines altos que los separaban del suelo unos mocasines casi sin tacón.
-Que tal Sánchez cómo estás?, te presento a mi hijo Juan –dijo mi padre- es un chaval responsable y trabajador que espero te sea útil en el taller, tiene muy buena capacidad para el aprendizaje además de ser un chaval con buena escuela, no en vano es el se ha criado más cerca de mí en lo referente a la mecánica. Está estudiando en la escuela de Formación Profesional de la calle conde de Urgel.
-Pero… ¿Cómo va a estudiar si trabaja aquí todo el día?
-Bueno, eso es lo quería comentar contigo, si fuera posible que plegara por la tarde a las seis y media a él le vendría de perlas llegar a casa cambiarse y acudir a las clases nocturnas de siete a diez y el resto de los estudios los completaría en casa, deberes y otros trabajos.
Estaba deseando que terminara aquel encuentro de trabajo porque se me hacía difícil respirar aquella atmosfera de ácidos y ves a saber que más, solo ver aquellos lavaderos que hervían como si fueran aguas sulfurosas me recordaban los volcanes con sus emanaciones tóxicas.
-Que te parece tete?, si hace falta yo te echaré una mano, para algo debe servir los estudios que hiciera en mí día.
Después de llegar a un arreglo respecto a lo que cobraría y mí horario de trabajo nos dimos un apretón de manos y quedamos emplazados al lunes próximo para comenzar mis tareas. Menos mal que tengo el fin de semana libre –pensé- porque tengo una cita con Montse que no se puede demorar, imagínate que le digo que no podría ser… madre mía, que desgracia. Hay que ver como somos los humanos, llega una chavala y te mira pestañeando los ojos un par de veces y pierdes el culo por ella, y si además la acompaña una sonrisa con hoyuelos en el rostro a ambos lados de la cara, ni te cuento las consecuencias, para mí como si después se terminara el mundo ¡Qué más da! Bueno otro factor importante es que en ocasiones se comienza así y fíjate cuantas parejas han terminado casadas y con hijos, aunque en honor a la verdad no era mí objetivo para nada y no lo digo por el hecho de que solamente fuera detrás del sexo ¿o sí? No lo sé, a esta edad creo que no tienes claro nada de nada más que relacionarte con gente parecida a ti, es decir, que tenga tus mismas ilusiones y objetivos aunque cuando los conoces un poco más a fondo te llegan las desilusiones y hasta en ocasiones “palos” de esos de los que es difícil sobreponerse. Ya me sucedió en una ocasión, íbamos de excursión a San Miquel Del Fay unos cuantos amigos y amigas del barrio, en el bus que nos conducía a la fonda donde teníamos que hacer noche todo era alegría y chistes, algunos un poco subidos de tono, cuando cada cual recogimos las llaves de la habitación (por separado de las chicas) nos emparejamos los chicos según cada cual quería, las habitaciones eran de dos camas con un aseo por planta. Pues bien, había un par de capullos que parecían no estar contentos con la distribución y aunque en principio no dijeron nada, sabía que la liarían de un modo u otro. Después de comer fuimos a caminar por los alrededores y al recogernos para dormir después de un par de horas de estar en cama, empezamos a oír ruidos extraños Pepe y yo, eran algo violentos y terminaron por ser golpes que despertaron a unos cuantos, cuando me dirigí a su habitación y llamé a la puerta se hizo un silencio sepulcral, sabía que allí pasaba algo y me quedé en el pasillo cinco minutos más. Como fuere que había sido yo el promotor de la idea y lo organicé todo en tema de transporte y alojamiento, me sentía hasta cierto punto responsable de lo que pasara. Pues al cabo de esos minutos y pegando el oído a la puerta, parecía oírse a alguien que trataba de chillar pero que no podía, al fin se oyó el ruido de un cristal roto y eso me determinó a llamarlos y gritar su nombre (no merece la pena ni que os diga cómo se llamaban) de forma que abrieron y uno de ellos tenía sangre en la mano y se la sujetaba con una toalla. Ahora se unió a la fiesta el dueño del albergue, cuando entramos en la habitación hayamos a Marta temblando como una hoja sentada en el suelo con las piernas encogidas junto a la pared bajo la ventana, iba desnuda y se tapaba con una sábana que cogió de la cama. No tengo ni que deciros que nos echaron a la calle en mitad de la noche y que tuvo que venir la guardia civil para levantar un atestado de lo sucedido. ¡¡Vaya fin de semana!! Y los gilipollas aquellos todavía reían en mitad de todo aquel pastel. Marta había subido a la habitación de aquellos degenerados a tomar un café con leche que traían en un termo, pero evidentemente esa invitación tenía otras intenciones, si no hubiera sido porque acertó a darle una patada entre las piernas a uno de ellos, ya veríamos que hubiera pasado, pero al parecer eso les enfureció más todavía y casi termina en una violación. Jamás me ocupé de organizar nada, ni siquiera cuando algún amigo me pedía consejo sobre cómo hacer tal o cual cosa, me limitaba a levantarme de donde estuviera sin decir palabra y marcharme. Con el tiempo entendieron el porqué.
Un año poco más o menos antes de que sucediera lo que os cuento, un amigo de los de verdad llamado Berna me hizo saber que había una viuda en una calle vecina a la mía, joven, morena y muy guapa que lo miraba de una forma rara cada vez que iba a buscar el pan y se la encontraba. Berna era algo mayor que yo, tenía diecinueve años pero tenía una percha que aparentaba dos o tres años más, si yo medía uno setenta y cuatro pues él estaba casi en el metro ochenta. Uno de esos días en los que nos veíamos para repasar trabajos juntos de la escuela me dijo…
-Juan, que te digo que esta tía tiene ganas de marcha y no veas cómo está la gachí, deja sin respiración, con unas caderas que tiene y unas tetas… que hundirse en ellas tiene que ser como flotar en una nube.
-¿Si? pues qué bien, ahora me vas a decir que le vas a proponer echarle un polvo, mira que eres animal Berna ¿y si te sacude una hostia qué? Se va a enterar todo el barrio y encima tu padre te va a correr a correazos, y como te dé como la última vez con la correa de aduanero vas a estar comiendo colgao del techo como una lámpara un mes entero. Joder macho, es que tú eres masoquista.
-¿Y si dice que si?, nos vamos a perder la oportunidad de aprender de verdad, con una mujer de verdad. Cagao que eres un cagao, vaya amiguetes me busco… ahora que tenemos una oportunidad para tener una auténtica aventura, vas y te rajas.-
- Pero ¿de qué me estás hablando, quién me ha dado a mí vela en este entierro, porque me participas a mí cabrón?. Oye penco, tu haz lo que quieras pero a mí me dejas de lado. Coño con el Berna de los cojones ¡habráse visto cosa igual! Mira ya se me han terminado las ganas de estudiar, a tomar por el saco la lección de hoy.
-Venga capullín que lo estás deseando, a lo mejor al principio te da corte pero ves a saber lo que se esconde detrás de ese encuentro si es que lo logramos, mañana vamos a ver si coincidimos con ella en la panadería y luego dios dirá.
La mañana llegó y con ella, la oportunidad de hablar con la viuda que como un reloj salía todas las mañanas a comprar imagino que las cosas más elementales del día a día como pudieran ser el pan, la leche y otras viandas. De pronto me asaltó una pregunta… ¿Cómo coño sabía Berna que allí había plan seguro?, se lo pregunté y se me quedó mirando como si viera a un marciano.
-Pues no seas tonto, lo sé porque he hablado con un par de colegas que se la han pasado por la piedra y me han dicho que nunca dice que no, ni tampoco dice nunca basta, lo que pasa es que hay que entrarle con gracia y ser lo que nosotros somos, jóvenes, simpáticos y limpios que eso Juan, es muy importante.
-Sería interesante saber cómo se llama porque así al abordarla por su nombre inspiraría un poco más de confianza ¿Qué te parece Berna?
-Bien pensado tete en eso no había caído, pero… ¿Cómo lo hacemos? No vamos a acercarnos a preguntarle cómo se llama eso sería ridículo…
-No te preocupes yo sé cómo hacerlo.
Bajamos un trozo de calle mientras ella subía hacia su portal y me puse delante de ella, entonces se me ocurrió decirle – señora Rosa mi madre me envía para decirle que ya tiene la faja terminada y que cuando quiera puede pasar a probársela- se nos quedó mirando a los dos un momento y me dijo –me parece que te equivocas yo no me llamo Rosa, mi nombre es Mari Carmen- a pues lo siento mucho disculpe pero mi madre al no saber el número donde vive esta señora me ha dicho –cuando veas a una señora guapísima que va enlutada con la melena castaño claro…esa es, perdone usted pero si me permite le diré que no sé quién es esa señora pero usted sin duda la supera, y no lo digo por adularla Mari Carmen lo digo completamente en serio.
-Gracias guapo, es lo más bonito que me han dicho en mucho tiempo y tu amigo ¿quién es?...
-Su nombre es Berna y lo cierto es que desde hace tiempo la vemos por el barrio cuando va de compras hasta que una vez le dije a mi amigo “hay que ver a esta mujer, con su sola presencia adorna este barrio, le da esplendor”.
-Vaya con el poeta, caray me voy a ruborizar, por cierto ¿Cuál es tu nombre?-
-Si no le importa Mari Carmen, llámeme solamente tete que es como me conocen por todas estas calles hasta la falda de Montjuich. Como somos dos hermanos en casa y el es mayor que yo… pues eso, puede imaginar porque me han puesto ese mote, pero a mí no me importa ya es algo que tengo asumido desde hace muchos años.
En ese justo momento pasaron por nuestro lado dos vecinas más del barrio, creo que las dos vivían en la calle de la Bóvila, cuchicheaban al pasar por nuestro lado sin llegar a saber que decían pero sin duda hablaban o de nosotros dos o de ella, pero como nosotros íbamos a lo que íbamos no prestamos ninguna atención, de hecho ni ella les hizo el menor caso dando por supuesto de que estarían hablando aquel par de cotorras.
-¿Qué os parece si venís a merendar un día de estos a mi casa? –dijo con toda naturalidad- hablaremos de muchas cosas, bueno, de las que a vosotros os interese porque el caso es que estoy sola y no tengo muchas oportunidades de hablar con jóvenes como vosotros ¿Qué os parece?.
El caso es que nos emplazó para aquella misma tarde a las seis. Cuando llegamos acelerados como motos a todo gas a su puerta picamos desde la calle dos picos y repicón eso era que llamábamos al segundo segunda, la puerta se abrió porque dentro de la escalera había una cuerda que pasaba por todos los pisos y cuando los vecinos aludidos por la llamada desde fuera, tiraban de ella de forma que el pasador de la puerta de la calle se habría. Un portero más que electrónico, casero pero que no dejaba de ser efectivo.
Berna que andaba mejor de pasta que yo había comprado unas galletas de manteca, y cuando nos abrió la puerta del piso quedamos gratamente impresionados por la limpieza y orden con que estaban todas las cosas. Se notaba que una mujer de su casa estaba ocupada en mantener aquel hogar de manera confortable, como Mari Carmen viera que nuestros ojos recorrían en abanico el piso nos dijo –Adelante podéis pasar y curiosear lo que queráis estáis en vuestra casa eso sí que os lo pido, no toquéis nada de encima del aparador, son recuerdos muy valiosos para mí aunque solo queden cuatro fotografías y una virgen. No hacía apenas frio en aquella casa, le pregunté cómo mantenía la casa caliente y sonriendo nos acercó a la cocina cogiéndome de la mano… en la cocina había una gran pieza metálica de acero con un tubo que recorría la pared hasta el exterior, si te acercabas a un metro se notaba como desprendía un calor sorprendente, tenía como poco un metro de largo y se veían en la parte superior los soportes de cazuelas y otros útiles de cocina para tal fin. –Está alimentada por carbón vegetal –dijo ella- porque trajinar leña desde la calle es un suplicio y dura poco, así que el carbonero de la calle Concordia cada semana hace dos viajes por el barrio para suministrarnos a los vecinos.
Claro, no era extraño que fuera por casa con solo una bata de flores grandes casi transparente y lo que llevara debajo (que hasta el momento no sabíamos que era) eso sí la bata le llegaba a los pies, casi la arrastraba y el lazo de la cintura y el amplio escote denunciaban que definitivamente no tenía nada de frio y estaba cómoda.
-Chicos quitaros algo de ropa que aquí hace calor y al salir vais a pillar un catarro.
Dicho y hecho, por quitarme me quité hasta el chaleco sin mangas, de lana, que mi madre me hiciera (no veas como trabajaba mi madre con las agujas de hacer media). En una tarde noche le hizo a mi padre una bufanda de lana fina para cuando se iba a trabajar y tenía que coger el tranvía, alucinante, que guapa era… larga y de tres colores de lana.
-Sentaros que os preparo el chocolate a y gracias por las galletas aunque había comprado lenguas de gato para el chocolate. Bueno yo lo pongo todo y cada cual que coma lo que quiera, oye, como si queréis comerme a mí… no hay problema, a unos chicos tan simpáticos como vosotros no se les puede negar nada.
A los diez minutos estábamos degustando el chocolate y las lenguas de gato sentados en el pequeño sofá de eskay mientras servidor se sentaba en una pequeña silla de anea, -Está riquísimo señora Carmen –dijo Berna- -prefiero que me llaméis Mari, guapos.
Berna se levantó para desprenderse de la chaqueta que llevaba y después de hacerlo pasó por detrás de Mari para darle unos besos en el cuello ella descolgó la cabeza hacia atrás dejándose hacer y Berna deslizó una de sus manos por el escote de Mari, ese fue el punto de partida de lo que nos deparaba esa merienda porque después de Berna me tocó a mí , a esta visita le siguieron muchas otras. Cuando ves tanta voluptuosidad derramándose entre tus dedos ya no piensas ni en el pecado, ni lo que dirán tus padres si se enteran, ni en nada de nada. En fin, que se hunde el mundo en un instante como ese y tu ni te enteras. Hostias, a veces pienso que instantes como ese deberían durar todo un día entero (si pudiéramos soportarlo claro).
-Para nuestra desgracia, a los pocos meses Mari se juntó con un señor (decían que casado) que venía a verla desde la otra punta de Barcelona que era tratante azúcar –cabronazo, ponerle así los cuernos a la mujer-. Pero luego, bien pensado… ¿de qué otra manera se ponen los cuernos? Pues así, teniendo queridas o pagando a las prostitutas. Mientras tanto, durante esos meses, tuvimos una escuela sexual magnífica, pero mantenida en el más absoluto secretismo. A todo esto llegó el sábado deseado para ir a recoger a Montse e ir al cine, como teníamos mucho trecho hasta llegar al cine en cuestión y además debíamos parar para recoger unos bocatas subí a su casa y me presenté a su madre, no fuera caso que pensara que iba al cine con cualquier golfo del barrio. Me abrió la puerta de la casa la señora Remedios y ella que estaba al caso de la salida de su hija conmigo me hizo pasar y me invitó a tomar una zarzaparrilla (era la coca cola de los pobres), al poco salió de su habitación Montse ya preparada para marchar, apuré el vaso, le di las gracias a la madre y abrí la puerta dejándole paso a Montse, entonces me dijo la señora Remedios –devuélvemela entera Juan- -no se preocupe señora, lo que no se dé cierto es a qué hora volveremos- -bien, pero procurad que no sea muy tarde de todos modos ya sabes Montse que estaré acostada- -vale mamá no te preocupes-.
-Parece muy buena persona tu madre, se le nota que te quiere hacer feliz, solo hay que ver la carita que se pone cuando se dirige a ti te debe querer un montón.
-Desde que murió mi padre se ha obsesionado conmigo de tal manera que cuando salgo de casa ni que sea para comprar aspirinas me cose a preguntas, es verdad que me quiere mucho pero a veces…
Seguimos hablando de estudios, de trabajo, de amigos comunes del barrio y casi sin darnos cuenta llegamos a la calle Diputación al bar de mi amigo (mejor dicho, el dueño era amigo de mi padre así que me hice amigo de su hijo).
-¿de qué quieres el bocadillo? –le dije a mi acompañante- -no sé…- -yo lo voy a pedir de pan con tomate y jamón, lo hacen riquísimo y ponen mucho jamón- -pues vale, igual que tu-. Saludamos, pedimos los bocatas y en mi caso lo devoré, ¡que hambre tenía! Llegamos al cine masticando chicle y había una cola considerable, ya entonces reíamos de nuestras cosas en un clima de total distensión, casi sin darme cuenta le pasé la mano por encima del hombro pero ella no hizo nada por zafarse, quizás tampoco se diera cuenta de lo sucedido pero que va, cruzó una mano por su pecho y me cogió los dedos. ¿Alguna vez os ha dado la corriente de un enchufe o colocando un porta lámparas?, eso justamente sentí, pero de sumo placer. Pedimos nuestras localidades un poco atrás de la platea, la verdad es que no sabíamos hasta qué punto se llenaría el cine pero rezaba para que por lo menos en nuestra fila de butacas no se sentara nadie más. Como fuera que se apagaran las luces me di cuenta por el rabillo del ojo que solo dos personas más habían ocupado plaza y estaban cuatro o seis asientos mas haya.
No me preguntéis de que iba la peli, se que de un avión que tiene dificultades volando y aterrizando, poco más.
-Montse, me gustas mucho eres una chica estupenda –todo esto pasando el brazo sobre su espalda- -tu a mí también Juan, pero nunca había tenido la oportunidad de decírtelo a solas y la verdad… lo estaba deseando y no creas que te lo digo porque sí, en más de una ocasión lo he comentado con las amigas que nos son comunes pero nunca pensé que te hubieras fijado en mí.
Muchas veces las ecuaciones fallan cuando se trata del amor, bueno, si se puede llamar amor a la simple atracción de dos personas, incluso si ambas sienten esta atracción mutua. El amor (eso lo aprendes con el devenir de los años) es mucho más que todo eso, y no me quiero ponerme ahora a filosofar sobre este tema porque no es el caso, muchos de los que hayáis experimentado esas sensaciones creo que me daréis la razón o no.
-Montse, ¿me dejas que te desabroche el sujetador?, -no dijo ni sí ni no, simplemente hecho su cuerpecito hacía adelante lo que me hizo pensar que era una señal inequívoca-. Por encima del suéter que llevaba de cuello alto atiné a la primera con las presillas del enganche y zas, se liberaron esas pequeñas montañitas puntiagudas que luego dieron paso a lo que se escondía debajo de la minifalda, accedí a esa divina montañita gracias a las facilidades que Montse me puso, pues sus muslos se abrieron mientras yo deslizaba mí mano hacia aquel rinconcito especial que poseía y se mordía los labios dando gemidos, sonidos propios de la ocasión.
¿Qué decir de la vuelta a casa?, traté de dejarla de forma rápida pero no pudo ser creo que la acumulación de emociones fue demasiado grande como para despedirnos con un “hasta mañana”, de manera que sin decirnos nada entramos dentro del portal y Montse cogió mi mano y me dirigió hasta el bajo de la escalera alumbrada solo con una débil lámpara de 25w, aquello parecía un escondrijo (improvisado eso sí), estaban los contadores de agua y los de la luz en la parte superior a los que se accedía mediante un banco de madera algo desvencijado pero todavía sólido. Pues bien, ese fue el lugar que eligió para terminar nuestra cita, se quitó las braguitas con cuidado pero con determinación y a renglón seguido se sentó sobre mí para trasladarme a otro mundo con sus besos y caricias. Cuando al rato de estar sentados en aquel cubículo y después de darnos muchos más besos nos levantamos me dijo –ha sido inolvidable este encuentro, por lo menos para mí- completamente de acuerdo con ella le respondí –Montse estoy atado a ti, mañana tenemos que hablar ¿te parece?- hizo un gesto de aprobación y salí a la calle, puse las manos en los bolsillos y entonces me di cuenta de que había colocado sus bragas en uno de mis bolsillos y me estremecí.
El domingo le comuniqué que empezaba a trabajar en un taller cercano y lo hice lleno de alegría como si por mí cabeza empezara a consolidarse algún plan futuro con Montse, paseamos cogidos de la mano por la Ronda de San Antonio y al llegar a Plaza Urquinaona seguimos en dirección a Pelayo, antes de llegar a los almacenes El ‘Aguila me llegó el sonido de un violín que entonaba un vals, ¡como me gustó aquel sonido! Curioso por saber de dónde provenía nos fuimos acercando al músico y cual no fue mi sorpresa al ver tocar al señor que días antes viera en la barbería del Manel, había escogido un lugar entre las columnas del almacén que hacían resonar su violín de forma especial, tocaba con los ojos cerrados levantando a conveniencia el instrumento y bamboleándose levemente siguiendo la armonía de la música. Cuando terminó arrancó breves aplausos de los oyentes y dejaron caer monedas en la funda del violín, no podía ser menos que los demás y colaboré con el maestro, el a su vez me siguió con la vista hasta desaparecer entre la gente y Montse que me pregunta - ¿Qué lo conoces de algo?- -sí- le dije- pero solo de vista- lo conocí en la barbería a la que voy habitualmente, lo vi solo unos minutos hasta hoy y ni sabía que era violinista, tampoco sé donde vive te aseguro que me gustaría saberlo –pero ¿para qué- soltó Montse. Calle al respecto porque hay cosas difíciles de explicar, es más, no tenía en aquel momento respuesta a aquella pregunta pero la encontraría cuando pudiera hablar con él un día u otro. Me lo propuse y hasta cuando lo logré pasaron unas cuantas semanas, todos estos días se me pasaron volando futo del trabajo que hasta entonces no había estado acostumbrado a hacer, el taller de radiadores por cierto fue definitivamente una prueba de fuego, para cualquier aprendiz lo hubiera sido habida cuenta de que tenía que llegar el primero después del dueño y dejarlo todo bien dispuesto para el día siguiente, eso significaba no solo barrer sino también recoger piezas rotas y limpiar los lavaderos en los que se sumergían los radiadores para que quedaran limpios siendo que después los operarios los soldarían con estaño como reconstruyéndolos con sus válvulas y manguitos comprobando luego que no perdían agua por ninguna fisura.
A los pocos días de trabajar se me pusieron las manos manchadas con ronchas de diferentes colores, vamos que parecían el arco iris pero a lo bestia, las medidas de seguridad (os hablo del año 1960) brillaban por su ausencia y con excepción de unos guantes de goma gruesos y un delantal de piel burda no había nada más. Mi padre me recomendó que me orinara las manos por la noche y me las vendara con trapos de algodón de restos que siempre había en casa, el hacía lo propio para aliviar las heridas que se hacía en las manos con las virutas ardientes del torno que manipulaba. Un día de paseo me dijo Montse – haz el favor de no tocarme con esas manos que parecen estropajo – creí que era una broma y le pellizqué suavemente la oreja, se volvió hacia mí y me espetó - ¿pero tú eres tonto o que, no me has oído?- Lejos de contestarle me di la vuelta delante del cine Condal en la avenida del Paralelo y crucé la calle para ir a ver si encontraba a un amigo que vivía en la calle Manso al que se que encontraría porque estaba siempre junto a su padre que estaba muy enfermo. Creo que Montse se quedaría estupefacta plantada así en medio de la acera pero en ese momento creo que hice lo mejor – Juan, Juan, haz el favor de volver aquí- y ¿Qué se me ocurrió hacer?, levanté el dedo corazón de la mano derecha sin volver la vista atrás y continué andando.
-¿Cómo te va la vida? oí a mis espaldas -¿quieres?- el violinista me alcanzó una bolsa de papel con cacahuetes, -bien si no fuera porque me doy cuenta de que las mujeres están locas- el hombre se puso a reír sonoramente y me puso una mano en el hombro –que va hombre, esto te lo parece a ti ahora, deja que la vida te enseñe y en unos años cambiarás de opinión, te lo digo por experiencia propia que hace ya muchos años que peino canas y todavía me quedo sorprendido de ver las cosas que pasan por este mundo. ¿Está loca tu madre, estaba loca la mía, o alguna de tus abuelas…?, lo ves, no se puede generalizar ni siquiera juzgar a nadie por un hecho aislado- -¿Cómo sabe usted eso, quiero decir que he juzgado a alguien?- -Bueno mientras compraba los cacahuetes en este puesto he visto que discutías con aquella morenita y el gesto que le has hecho con la mano, por cierto la tienes esperando todavía no te puedo aconsejar nada pero si sugerirte que si tienes algo determinante que decirle vuelvas y se lo digas, al fin y al cabo eso es lo que nos diferencia de los animales irracionales, la razón, la cual exige que nos comuniquemos es por eso que tenemos raciocinio. Por cierto mí nombre es Tomás, de oficio, músico.- -El mío es Juan aunque en el barrio casi todo el mundo me llama tete - - lo sé, me he informado sobre ti un poquito por medio del barbero y de Angelines la de las legumbres y ultramarinos - - ¡haaa! ya comprendo, vivimos en un barrio en el que casi todo el mundo se conoce yo vivo en la calle del Olivo junto al bar La Parra ¿y usted?, disculpe la indiscreción no debiera haber preguntado- -No te preocupes tete al fin y al cabo no es ningún secreto calle Font Honrada número 18 primero segunda, allí tienes tu casa para lo que necesites.-
Mientras tanto Montse estaba cabizbaja apoyada en una pared del cine como esperando no se que, quizás alguna explicación o más bien disculpas, yo que se pero el caso es que me despedí del señor Tomás y después de mirar por si venían coches me dispuse a cruzar la calle en dirección a donde estaba Montse - anda ve – me dijo el violinista, y en una carrera me planté delante de ella.
-Montse siento el gesto feo que te he hecho pero la verdad es que me ha dolido mucho lo que has dicho, piensa por un momento que las manos las tengo así por el trabajo y no es trabajo que a mí me guste pero debo ayudar en casa mientras estudio de manera que tú verás. Creo que estoy haciendo lo correcto aunque eso me reporte molestias ¿crees que puedes ser más comprensiva al respecto? – Se quedó pensativa y todavía permanecía con la vista en el suelo, de pronto levantó la cabeza y me dijo mirándome a los ojos -Juan, el caso es que he conocido a un chico del barrio que sus padres tienes una pescadería en la calle Blay no sé si la conocerás, es de muy buena familia y me ha pedido que salga con el de manera formal, mira hasta me ha regalado este anillo de compromiso – Me cago en todo… ¡ sí esa pescadería era de mis tíos!
- Claro, estás saliendo con José María, pues podrías habérmelo dicho antes, que ahora mismo me estoy viendo como un auténtico gilipollas.- - No por favor no quiero que pienses eso, lo que pasa es que una no puede controlar los impulsos del amor.- - Y una mierda, ahora me vienes con historias macabeas ¿sabes cuantas novias ha tenido mi primo antes que tú?, tres y no te lo digo con sed de venganza solamente para que sepas que lo más probable es que seas otra más en la lista de conquistas de ese mariconazo, lo cierto es que me sabría muy mal que te usara como un pañuelo que cuando se ensucia se tira a la basura, porque tú no te lo mereces pero… es tú decisión, por mí parte te deseo lo mejor de todo corazón – La besé en las mejillas y le dije adiós. - ¿No me acompañas a casa? – Hay que joderse, encima de cuernudo apaleado. – Va a ser que no Montse, dejémoslo así.- Me llamó insistentemente desde la acera mientras yo cruzaba ya el Paralelo y solo se me ocurrió sin volver la vista atrás levantar la mano y enseñarle el dedo corazón de la mano derecha.
Después de lo sucedido, pues, como que no lo sentí tanto como yo creía, quizá solo fuera como una de esas nubes de verano que sueltan una tormenta refrescante y luego sale el sol con la misma fuerza de antes, no se… creo que hasta me alegré y todo. Será porque ya había probado este fruto prohibido y muy en el fondo mío me hubiera cansado rápido de aquella relación si se le podía llamar así, por lo menos eso quería creer porque cuando eres adolescente crees (o por lo menos ese fue mi caso) que la primera chica con la que sales va a ser la definitiva en tú vida, bueno en aquellos años se veía así porque de otro modo hasta ellas mismas acababan despreciándote si se daban cuenta de que eras un picaflores. Sobre todo los padres que estaban bastante encima de estas situaciones y que terminaban por ponerte prohibiciones y hasta – como en alguna ocasión me había sucedido a mí – te quitaban la llave para imponerte horario de llegada a casa, además esto te colocaba en una situación de desprestigio delante de tus amigos “Venga ves para tu casa que mamá si no, no te pondrá la cena ni te cambiará los pañales”. Jode mucho oír de tus colegas cosas como esas. El caso es que pronto pasó el deseo, ¡tenía tantas cosas en las que pensar!, a voz de pronto – y lo que más temía era conservar el trabajo por el que mi padre había dado la cara y luego seguir como siempre saliendo con los amigos a los que dicho sea de paso dejé un poco de lado por Montse que durante ese tiempo me había sorbido el seso y recuperar de nuevo la relación normal de mi familia que había cortado, por decirlo de algún modo, el porqué estaba claro, dedicaba muchas horas de mí tiempo libre a estar con Montse y disfrutar de su compañía ¡Y como disfrutaba de ese tiempo! Las conversaciones durante las cenas y el intercambio de estímulos que hacen que una familia sea un núcleo en desarrollo continuo, con códices morales por los cuales regirse y que mantengan asimismo la unidad de acción y pensamiento.
Esa clase de comunicación sirve para que se puedan establecer valores importantes, indelebles en el comportamiento de la propia familia en el futuro – si es el caso de que todos estén de acuerdo con esos valores y respeten a las figuras tanto materna como paterna – haciendo así que cualquier miembro de la comunidad aprecie esta labor tan bien hecha.
Un día de verano fuimos a dar un paseo desde casa hasta la rambla y para ello tomábamos el tranvía número 29 llamado el de circunvalación, bajamos en la ronda San Antonio y seguimos caminando hasta las ramblas, al llegar a plaza del sol nos invitó a tomar algo allí, pasamos por debajo de algunos porches y nos sentamos en la mesa exterior de un bar. Mis padres estaban contentos porque a mi padre lo habían promocionado en el trabajo – era un mecánico excelente y muy organizado – y eso les hizo sentirse felices no solo por el aumento de sueldo sino por lo que representaba el que le hubieran escogido a él entre muchos otros en aquella empresa de firma alemana S.K.F. dedicada a la fabricación de rodamientos para todo tipo de maquinaria. En estas que entre la conversación destacaba la música de un violín que venía de algún lugar, paré el oído para tratar de acertar de donde procedía aquel sonido y… mira por donde, vi al señor Tomás que como en la ocasión anterior tocaba con los ojos entornados una preciosa melodía, como siempre la caja del violín abierta a sus pies esperando alguna donación a su trabajo, me levanté de la silla y me acerqué a él y al terminar y recibir unos cuantos aplausos y algunas monedas le saludé - ¿Qué tal señor Tomás? - - hombre… mira a quién tenemos aquí - -señor Tomás ¿qué pieza tocaba? es muy bonita - rió a gusto y contestó – esto lo compuso un músico que se llamaba Franz Shumman y se titula Spirit era un gran músico ¿sabes? se hizo muy famoso gracias a composiciones como esta, aunque a estos grandes artistas casi siempre se les ha reconocido cuando han muerto como a muchos grandes pintores y otros artistas.-
-Oiga señor Tomás, le agradaría conocer a parte de mí familia?, verá he venido con ellos esta mañana a hacer un vermut y estamos aquí enfrente.- -De acuerdo te sigo – Recogió su caja y dispuso dentro de ella su violín tapándolo con un paño fino y puso el arco al lado en una especie de hendidura que había al lado del violín cerró los dos cerrojos y me siguió.
-Buenos días señores es un placer conocerlos, señora… -dijo a mi madre sacándose el sombrero -, es realmente bonito ver a toda la familia junta disfrutando en un día de fiesta. Lo tengo olvidado todo este cuadro porque hace tantos años que tengo a mi familia ausente… -mi padre se levantó para estrecharle la mano y le correspondió del mismo modo que besó levemente la mano de mi madre y abuela respectivamente. – Tome asiento por favor ¿Qué desea tomar? - - Un agua con gas será suficiente – sacó de un bolsillo de la vieja levita un bocadillo y preguntó - ¿me permiten? - -Claro hombre todo trabajador tiene que comer – Apostilló mi padre.
-Verá, esta mañana me ha tocado correr un poco por los alrededores de la Catedral, los grises andaban a porrazos con todos los mendigos y aunque no me considero como tal me tocó correr como un poseso para que no se llevaran mi violín, al fin y al cabo lo que me pase a mí poco importa pero él me ha acompañado toda una vida y no estoy dispuesto a que nadie me lo quite porque si, ¿sabe que habrían hecho con él?, patearlo allí mismo solo para darles alguna razón de que saltara sobre ellos y llevarme preso.
-Esos hijos de su madre… -el que contestó fue mi abuelo -.El señor Tomás siguió dándole bocados al entre pan de atún asintiendo con la cabeza, y levantando el dedo índice de su mano como si de una profecía se tratara dijo --“llegarán tiempos en los que serán ellos los que tendrán que echar a correr delante de las masas que se levanten contra estos desvergonzados, hipócritas y malolientes fascistas -. Estas palabras hicieron que mi padre se escandalizara un poco, creo que por miedo, eso me pareció a mí por razón de que él participaba en todos los acontecimientos sociales que estaban relacionados con Educación y Descanso, órgano este que a su vez controlaba asociaciones regionales y también en extensión a nivel de barrio que lo dominaban todo, no fuera caso que los comunistas o los republicanos volvieran a tomar las riendas del país. Ya había costado suficiente la guerra civil para que ahora a cuatro desgraciados descamisados se les ocurriera poner el país otra vez patas para arriba
De hecho mi abuelo Nicolás había sufrido en sus propias carnes las consecuencias de revelarse, eso lo llevó a permanecer preso en el castillo de Montjuich cincuenta y dos meses terminada la guerra, siempre con la expectativa de ser fusilado como muchos de sus compañeros de celda en cualquier momento, por no abjurar de la república y arrodillarse ante el caudillo cuando este emprendió el golpe de estado y pasó de la guerra de marruecos a la península en un abrir y cerrar de ojos con el beneplácito de alemanes, italianos y otros. El juró la república y republicano iba a morir. Pero en lo que se refiere a la tela de araña que estaba implantada por todas partes por el gobierno del caudillo era más eficiente que la Stási de los comunistas, no podías fiarte de nadie en absoluto.
Mi padre en un momento de oportunismo dijo en voz baja -“tened cuidado que las paredes oyen”- y al señor Tomás y mi abuelo se echaron a reír con moderación pero con complicidad -Caramba que cierto es esto que dice usted señor Nicolás, ¿quiere creer que he tenido serios problemas por este motivo que usted dice?, tuve que venir a vivir a Barcelona precisamente por eso, verá yo residía en Gerona donde tenía una gran hacienda y una mejor familia, pues de la noche a la mañana me quedé sin nada y en una comisaría siendo interrogado por mis supuestas actividades subversivas, ¡la de bofetadas y patadas que recibí allí! Y además de todo… expropiado sin explicación alguna. Después de unas semanas de reclamaciones e instancias a todas las instituciones civiles y militares me enteré por un primo mío, que lo que tenía se lo habían dado como premio por su valor y entrega en la batalla a un teniente coronel, pues mire usted, después de todo esto me enteré por un antiguo mecánico de la familia que fue este primo el que me denunció a cambio de un Hispano Suiza del que estaba prendado y que jamás hubiera podido comprar, ¿qué le parece a usted? - –Mamones de mierda, escoria de alcantarilla…- mascullaba mi abuelo.
Terminada la charla cuando todos nos levantamos y nos despedimos del señor Tomás le pregunté a mi padre -Papá ¿puedo ir a visitar algún día al violinista por favor - - Bien pero antes me avisas que quiero saber con quién estás cuando faltas de casa.- Puede parecer paradójico, pero aún siendo un hombrecillo de diecisiete años, lo normal (no en todos los casos) era que la familia estuviera al caso de donde y con quién estaban los hijos y en el caso de las niñas ni te cuento. Creo que muchos padres de entonces si hubieran podido tener a sus hijas dentro de una urna lo hubieran hecho, puede que parezca una tontería pero en el fondo creo que algunos padres lo harían de veras. Se hubieran ahorrado embarazos no deseados y bodas precipitadas con la consecuente mala imagen que darían en el barrio, “esta niña es una puta…, hooo parece mentira con lo bien criadita que parecía, fíate de las mosquitas muertas, ya te digo yo una buscona que a mí Pepe un día le dijo cosas…”.- ¡¡Que crueles somos con las desgracias ajenas!! -. Que poco cuesta hablar de las personas cuando es el caso que apenas las conocemos, me quedé asombrado un sábado por la tarde cuando acompañé a mi madre a la peluquería para luego ayudarla con la compra que se tenía que hacer para buena parte de la semana, había dos señoras a las que conocía de vista y a las que estaban arreglando que soltaban por sus bocas lo indecible sobre unas cuantas vecinas suyas. Me asombré de lo que se casca en estos sitios que parecen ser puntos de reunión para despellejar a los pobres que no se pueden defender, ¿hablarían de ellas de ese modo si estuvieran presentes? me preguntaba… seguro que no, si hubieran estado allí seguro que todo hubieran sido elogios y parabienes. Hipocresía maldita de tintes obscenos que deslucen el porte de algunas personas y los convierte en animales sin razón ni piedad, quizás no fuera tan malo y en el futuro sería igual que ellos en un ser sin entrañas, despiadado y desmedidamente inmisericorde.
Un sábado por la tarde de buena hora me dispuse a visitar al señor Tomás, advertidos mis padres me encaminé a su casa cuyo portal estaba abierto y subí a su piso, pellizqué el timbre metálico y no respondió nadie, volví a hacer lo mismo y nada, entonces se entreabrió la puerta de al lado y una señora mayor apoyada en un bastón preguntó que qué quería, me volví y le dije que venía a visitar al señor Tomas, me contestó fríamente que no estaba -¿Para qué lo buscas?- me preguntó –Pues para nada en concreto solo soy un amigo de él que solo he pasado a visitarlo, como me dijo hace poco que viniera cuando quisiera… pues se ha ocurrido pasar hoy porque es sábado - -Ya, pues mira precisamente los fines de semana es cuando menos está en casa porque es cuando más trabaja - -Entonces,¿ qué días está en casa? - -Pues depende de los bolos que le salgan por ay - -Oiga señora ¿Qué son bolos? - -Pues pequeños trabajos en hoteles y restaurantes, incluso lo han llamado para celebraciones como bodas y aniversarios que la gente celebra en lugares destacados. ¿Sabes que Tomás en su tiempo tenía una pequeña orquesta?, pasa no te lo voy a contar todo en el rellano.- Se dio media vuelta y dejando la puerta abierta echó a andar por el pasillo, tras ella entré en la casa y cerré la puerta de la calle pasando por un pasillo que llevaba a una salita de estar con muebles muy viejos pero limpios y con todo bien ordenado. –Anda siéntate, esta maldita cadera hoy me está matando, que jodido es hacerse viejo y encima no tener a nadie que te eche un cable cuando lo necesitas, cuando eres viejo llegas a ser un estorbo para todos y es entonces cuando tienes que empezar a pensar que será de tu vida porque… la familia poco o nada quiere saber de ti en estas condiciones, y por más que te empeñes lo único que resta es plantearse hacer lo que uno buenamente pueda sin ser una carga para nadie.- -¿El señor Tomás tiene familia?. – -Si hijo, sí que tiene, pero son como buitres que vuelan alrededor de su víctima esperando el debilitamiento de su presa para echarse encima de él. Bueno a decir verdad solo tiene una hija casada con un oportunista de medio pelo que gastan más de lo que pueden y acuden a su padre para pedir y pedir, solamente para eso, yo a eso no le llamo tener familia.- -Caray sí que sabe usted de la vida del señor Tomás…- -Bueno te diré una cosa aunque ya no es un secreto para nadie trata de no divulgarlo por ay, Tomás y yo formábamos parte de la asamblea del sindicato C.N.T. y por causa del gobierno que tenemos estábamos perseguidos y se nos cazaba como a ratas, formábamos parte de las fuerzas subversivas, éramos rojos, comunistas, desgraciados anti sistema, todo eso nos llamaban y mucho más, claro está que como todo el mundo dependía de las cartillas de racionamiento y los trabajos incluso hasta hoy mismo están siendo vigilados por esta horda de chivatos ignorantes sin criterios propios, amigos e incluso familia te denuncian y entregan a las autoridades para “tu propio bien” creen que te enmendarán del mal camino que has tomado, “para algo está el sindicato vertical” te decían sin ningún convencimiento, ¡Qué pena de gente!.-
Sí, la señora Nieves tenía una razón poderosa para vivir puerta por puerta con el señor Tomás era comprensible y hasta si me apuras diría que demostraba auténtico compañerismo, humanismo y condescendencia valores morales cambiados por la ley del rebaño que tutelado por el pastor y los perros van adonde se quiere que vallan. No entiendo mucho de estos asuntos, pero si se que en muchas ocasiones mi propio padre actuaba con miedo y mucha cautela al hablar de estos temas o escuchar opiniones de amigos y conocidos, quizás fuera porque el también de algún modo formaba parte de esa maquinaria perfectamente engrasada aunque jamás vi en él, el mínimo atisbo de complicidad con elementos políticos de clase alguna, claro cuando estas pendiente de tú propia vida que para estos años es explosiva, buscas compañías que sean afines a tus criterios y objetivos esto lo tienes con tus amigos con quienes organizas salidas y guateques en consecuencia no te fijas en lo que ocurre en el mundo de los mayores que ciertamente… es otro mundo.
Esta mujer tenía que haber vivido una vida de infarto en compañía del señor Tomás pero entonces ¿dónde estaba la familia del señor violinista? Eso es lo que se me ocurrió preguntarle a la señora Nieves -Señora, y usted que parece conocer los entresijos de la vida de este amigo, ¿Qué ha sido de su familia?– Huyyy, esto es largo de explicar y difícil, además creo que no me corresponde a mí hacerlo o por lo menos hacerlo sin su permiso. El sabe muy bien que no pondría ni quitaría una coma de lo que conozco de él o de lo que me ha contado de su vida, que hay muchas cosas de las vidas de los demás que a menudo entrañan algún que otro secreto o dicho de otro modo inexactitudes . Pero por otro lado ¿porque te interesan esas cosas? - -Es simplemente que lo veo un personaje singular y si he de serle sincero creo que es un hombre sabio, por lo menos desde mi punto de vista porque no entiendo mucho de sabios pero las personas que han vivido tanto… porque a lo mejor hasta ha estado en la guerra y todo, creo que son un pozo de sabiduría. Y lo sé por mi abuelo señora Nieves, ¡me cuenta unas cosas de la guerra del Africa! A veces me quedaría horas y horas escuchando sus experiencias y de cómo los moros atacaban los polvorines y mataban a los españoles, lo mismo que… de cómo mataban ellos a los moros cuando hacían incursiones en los poblados y les quemaban las jaymas y violaban a las mujeres, aunque fueran niñas ¿sabe usted? Bueno la verdad es que no sé si esto es de ser sabio o no, pero invita por lo menos a escuchar y aprender lo que se pueda, mi abuelo decía que esta guerra fue muy importante para que el mundo se diera cuenta del poder del patriotismo ¡que quiere que le diga!, yo creo que las que se benefician más en una guerra son las moscas, ellas sí que sacan provecho porque además no les importan ni los que llevan guerrera o los que llevan camisa, los que calzan polainas o los que llevan alpargatas.
-Esta me la apunto- dijo la señora Nieves sonriendo -¿quieres tomar algo?- -no señora, justo antes de venir he merendado pero gracias por el ofrecimiento. ¿Le dirá usted al señor Tomás que he venido? no quisiera que pensara que he olvidado su invitación… - -No te preocupes en cuanto lo vea se lo digo, tiene que pasar por aquí para recoger su cena el único problema es que a veces viene cuando ya estoy durmiendo pero como tiene la llave de casa, pasa directamente a la cocina coge su plato y se va. Bueno, la verdad es que alguien le tiene que ayudar después de la vida que lleva porque él está en casa lo justo quiero decir para dormir y cambiarse de ropa, el pobre tiene tantas preocupaciones que la amistad de tantos años me obliga a darle un golpe de mano ¿qué menos puedo hacer por él? Me pena verlo en la situación en la que se encuentra y a su vez a él también ver en la que me encuentro yo, en este sentido pero te puedo asegurar que con Tomas como vecino la familia poco me importa. Ojalá todo el mundo tuviera amigos como él porque creo que sin temor a equivocarme que daría la vida por mí, bueno chico basta de charlas por hoy que debo acostarme pronto.- Esto último lo dijo con cierto enfado, no sé, creo que de golpe y porrazo sin que abriera la boca, solo escuchándola hablando consigo misma parecía que alguien le hubiera aguijoneado y se sintiera realmente incómoda, ¿el porqué? no lo sabía, pero sin quererlo más adelante lo descubriría.
Pasaron unos cuantos días más, personalmente creo que el desentenderme de estas historias viejos nostálgicos era lo mejor que podía hacer porque yo tenía mis propios planes, de trabajo, de diversión y dicho de paso de atención a mí familia pues mi madre enfermó casi repentinamente de no se sabía que, todos sufrimos mucho especialmente mí padre que envejeció repentinamente y sus sienes se llenaron de canas, además arrastraba los pies como si el vivir le resultara una pesada condena que tenía por fuerza que sobrellevar porque todavía tenía mucho que hacer. El especialista que la atendió en su consulta privada de la calle Balmes, - se llamaba Albert – le hizo una visita exaustiva y al terminar le dijo a mi padre – Nicolás… desde mi punto de vista tendremos que hacer pruebas para determinar si es cierto o no, lo que sospecho que le puede ocurrir a Soledad es que tenga algún tipo de enfermedad relacionada con el corazón que no puede superar por mucho que ella quiera porque su corazón está muy cansado, cuidado esta es solo mi opinión que habrá que sopesar al abrigo de las pruebas que se le hagan. - Creo que a mi padre se le hundió el mundo, no le faltaba razón pues mi madre, era el motor de toda la casa y en consecuencia… de todos. Muchas de las cosas y argumentos que mi padre nos daba así como cambios en la política de la familia estaban impulsados por ella, así que mi padre era en la mayoría de las ocasiones un transmisor de sus ideas. Mi madre era el auténtico motor de la casa y eso en esos años y bajo las circunstancias en las que nos movíamos entonces era heroísmo puro y duro, además de que jamás hicieron ningún plan sin incluir a sus hijos y el que venía en camino del que estaba embarazada de cinco meses.
-Nicolás, vamos a ver si conseguimos que este embarazo llegue a buen puerto, por lo pronto vamos a hacerle un chequeo completo y analíticas completas y después veremos a ver lo que se decide. No te preocupes por nada en lo referente al dinero, lo haremos pasar todo por la seguridad social pero bajo mi supervisión personal. Trabajo estrechamente con amigos de hospitales con los que nos intercambiamos favores de modo que no te preocupes ¿de acuerdo?
-De acuerdo (dijo mi padre casi inaudiblemente) pero si hace falta lo que sea hágamelo saber que lo conseguiré, ¡me hace tanta ilusión tener otro hijo y que ella lo pueda criar con salud!.
Un hombre que se estaba dejando la salud trabajando sin parar en dos lugares a la vez y en ocasiones todavía sacaba tiempo para hacer algún encargo especial e incluso así apartaba tiempo para llevarnos los fines de semana al rompeolas del puerto con las famosas barcas de Barcelona llamadas Las Golondrinas, que quieres que te diga, esa pareja de padres eran héroes por lo menos para mí, porque en el caso de mi hermano tenía una actitud más… no sé cómo definirlo. No digo que no los quisiera, eso ni hablar, el hecho es que era más introvertido, demostraba menos las emociones. Por otra parte y en su descargo debo decir que ya para entonces tenía mi hermano el ojo echado a una simpática chica que vivía allá por la zona alta de Barcelona, me parece que era por la calle República Argentina y su padre era gestor pero con oficina propia y todo, claro, eso le dejaba un poco descolgado de la familia en el sentido de que andaba cuando no estaba trabajando, arriba y abajo de toda Barcelona para ir a verla y esas cosas, hay que contar con que nosotros vivíamos en el barrio de Pueblo Seco muy cerquita de donde nació Serrat (El Noy) a quién en ocasiones lo veíamos con sus cabellos largos y cargando con su guitarra para ir a ensayos, ya para entonces destacaba como cantautor y siempre se le veía rodeado de amigos (as) que lo acompañaban haya donde fuera, de hecho fue una referencia para muchos jóvenes que pensaban como el pero sin medios para transmitir la protesta al sistema de entonces como él lo tenía por medio de la canción.
Bien, pues ese héroe recibió una mañana después de haber pasado mi madre por un montón de pruebas médicas la siguiente noticia de boca del doctor Turan –Bueno Nicolás parece que todo y todos (doctores consultados) llegamos a la misma conclusión, tu mujer tiene una cardiopatía muy grave que pasa por solucionarse solo en una mesa de operaciones. Por otra parte eso ahora no es posible sin poner en peligro a la niña que lleva dentro.- -¿Cómo, una niña dice usted?- -Si eso he dicho, y al parecer es una niña perfecta, las ecografías que se le han realizado indican que es una niña hermosa y que terminado el embarazo será muy hermosa porque tiene un crecimiento que pronostica que pesará algo más de lo que normalmente pesa un recién nacido.- Mi padre sonrió al decir el médico esto porque tanto mi hermano como yo nacimos con un peso superior a los cuatro quilos, concretamente mi hermano pesó cuatro y medio y el tete cuatro cien gramos. Cuando se lo hizo saber al médico se quedó un tanto espantado lo que le hizo torcer la cabeza y decir –Razón de más para que se tome una decisión al respecto, la carga que debe soportar en un parto de una criatura grande juega en su contra. Me tienes que decir algo definitivo en unos cuantos días, no te retardes más y habla con ella.-
Cuando volvíamos para casa a pié no intercambiamos palabra, en mí caso pensando en mi madre y futura hermana, en el caso de mi padre no sé lo que pensaba aunque podía imaginarlo o quizá no, eso es lo jodido de estas circunstancias que a menudo das por sentado lo puedan pensar los demás y sin embargo nos equivocamos las más de las veces. ¿Cómo podía imaginar lo que pensaba este hombre que desde antes de ir a la mili ya se había comprometido con mi madre y se habían jurado amor eterno?, imposible, era demasiado fácil y demasiado complicado a la vez, tratar de imaginar algo así sería pretender saber cuándo y de qué modo iba a ser un eclipse de sol. Pasamos delante del mercado de San Antonio y se me ocurrió decirle a mi padre que si podía esperar un momento, quería comprar un disco de un cantante llamado Dónovan que acababa de salir en 45 revoluciones (single)y que ya había encargado en una tienda de música llamada Torradas sita en la calle conde de Borrell pero me contestó que en otro momento, que viniera yo y lo comprara otro día, acepté sin decir palabra y al enfilar la calle Manso delante nuestro caminaba el señor Tomas con un cesto de compra, al llegar a su altura disminuí el paso, lo saludé -¿Qué tal señor Tomás como está usted?.- -Hombre, tete ¿y tú?.- -Pues ya ve que bien, me alegro de verlo, ha ido de compras según se ve.- -Pues si y todavía tengo que hacer otra parada por el camino para casa. Disculpe señor Nicolás no me había fijado en usted creía que Juan iba solo, perdone mi distracción esto me pasa porque como no estoy acostumbrado a encontrarme gente por la calle que me salude me cuesta en atender las caras de las personas, por otra parte soy muy mal fisonomista pero no es porque no lo haya conocido a usted.- -Comprendo, pero no se disculpe usted no tiene porque.- -¿Me permite que los invite a tomar una copita? - -Se lo agradezco señor pero en otra ocasión…- -Perdone que insista sin ánimo de ser pesado, haga un alto en el camino se lo ruego- -Bien pero solo un momento no podemos entretenernos mucho, mañana tengo que madrugar.- -Entonces no perdamos tiempo.- Giramos por Parlamento y fuimos a la bodega del gallego que siempre estaba concurrida por gente que tomaba copas y otros que compraban vinos y vermuts a granel, tras la barra Álvaro y su hija Estela (que estaba como un tren) con una talla media alta y un par de pitones que ni un miura se le podía comparar, ella sin duda era uno de los reclamos de aquel lugar alegre y festivo siempre, de amigos que se juntaban después del trabajo y otros que estaban de paso y acudían allí por oídas de amigos y conocidos de la bodeguera que servía allí con falda de tubo y siempre de un modo u otro luciendo escote fuera verano o invierno. Pedimos tres vasitos de aguardiente y moscatel fue entonces cuando Tomás se percató de que algo andaba mal porque mi padre se metió la copilla de golpe y el violinista con un gesto amable y cálido le preguntó -¿Qué pasa Nicolás si puede saberse?- -Pues mire usted, no soy persona de mucho hablar con la gente de mis problemas pero usted me inspira confianza, parece buena persona y comprensiva con los demás.- -Gracias por tenerme en esta consideración, si me he precipitado en preguntarle lo he hecho porque es usted una sombra de quién conocí en la Plaza Palacio y sé que en este porte que lleva usted hoy parece algo desolado.- -Si, tiene usted razón.- Mi padre agachó la cabeza y me pareció como si sollozara, en este instante Tomás lo cogió del hombro y nos apartamos a un rincón al lado de unas botas vacías no sé muy bien si para consolarlo o simplemente para darle un pañuelo y enjuagarse las lágrimas.
Pasaron unos días y mi padre me pidió que lo acompañara al médico, salimos de casa y al salir al Paralelo paré un taxi y mi padre dijo -¿Qué haces tete?, no me puedo permitir eso.- -Yo tampoco me merezco tener un padre como el que tengo, por favor a la calle Balmes ochenta y ocho.- Cuando llegamos a la consulta del médico y entramos en su consulta mi padre con las manos cogidas y retorciéndolas entre sí, le dijo al doctor Turán -La decisión está tomada, mi esposa quiere llegar al final del embarazo y parir a la criatura aun a riesgo de su vida, me ha dicho que le diga que saldrá de esta aunque agradecerá toda la ayuda médica que se le pueda dispensar cuando llegue el parto.- -Bueno pues si quieres mi opinión creo que estáis equivocados, la vida es una cuestión muy seria, tu esposa es una persona muy joven y ya tenéis dos chicos, no veo el motivo de querer correr tantos riesgos innecesarios Nicolás, francamente esta decisión me disgusta mucho.- -¿Cuántos hijos tiene usted? (preguntó mi padre).- -Cinco, ¿por qué preguntas esto Nicolás?- -Solo por simple curiosidad, ¿sabe? Nosotros tenemos dos pero nos gustaría ser una familia numerosa para poder expandir nuestro cariño a más hijos que pudieran ser testigos de lo infinito que puede llegar a ser el amor de los padres. Ahora tenemos la oportunidad que la naturaleza nos ha dado y no la podemos desperdiciar, ni siquiera a costa de los muchos riesgos que pueda entrañar.- -No sé qué decirte, quizás es que veo las cosas desde un punto de vista puramente médico y tendría que aplicar también a este un poco más de humanismo… no sé chico este caso me tiene un poco confundido.- -Al contrario que mi esposa y yo que lo tenemos clarísimo, así pues no se preocupe de nada mas y adelante, en sus manos quedamos no se sienta responsable de lo que suceda, asumimos las consecuencias sean cuales sean.-
En las semanas siguientes no sabía muy bien cómo reaccionar probablemente porque no entendía la magnitud del problema al que se iba a enfrentar la familia pero sin embargo sí pude ver con bastante claridad que cambió la actitud de mis abuelos (maternos, que vivían con nosotros) y la de mi padre que día a día se tensaba más y dormía menos hasta el punto que –según supe después- acudió a fármacos estimulantes para poder mantenerse despierto en el trabajo, y aun así era capaz cuando salía del trabajo a llegar a dormirse en pie. Caray que fortaleza la de aquel hombre… y la de mi madre por supuesto, cada día que pasaba se encontraba más que débil agotada. – Hija, deja ya de coser que mañana será otro día, no sé si te das cuenta pero hoy has estado diez horas pegada a la máquina de coser, estoy dispuesta a hacer el trabajo de casa sin problema alguno pero con la condición de que tú te ayudes a ti misma un poco más y te tomes un descanso de vez en cuando, que cuando te levantas de la máquina pareces un cuatro, coño.- (era una andaluza de cuidado la señora Paquita, mi abuela). En ocasiones mis padres le habían llamado la atención sobre el vocabulario que empleaba, cierto que era un poco soez pero ella decía - Para algo soy almeriense joder, de la tierra de las tres cosechas, esparto, mocos y legañas .- se quedaba tan ancha y mis padres mirándose el uno al otro y levantando los hombros como queriendo decir “con esta mujer no hay nada que hacer”, bueno a decir verdad hasta mi abuelo estaba acojonado cuando tenía que decirle algo relacionado con la economía o la comida, menudo carácter tenía la señora Paquita, pero lo mejor de todo es que era así con todo el mundo y nunca se cortaba ni un pelo a la hora de decir lo que pensaba, le pesara a quién le pesara.
El tiempo pasa volando y nosotros con él, de modo que llegó el día en que las contracciones de mi madre no dejaron lugar a dudas respecto a lo que iba a suceder de manera más o menos inmediata, allá que fuimos casi toda la familia hacia el hospital con el ofrecimiento que un vecino buen amigo de mi padre con vehículo propio nos hizo. Cuando llegamos al hospital casi en la puerta estaba esperando el doctor Turán quien le dijo a mi padre que ya le avisaría con las novedades, mi padre salió al descansillo de la escalera y se puso a fumar casi sin descanso. El amigo que nos trasladó al hospital salió varias veces con mi padre y le decía… -No te preocupes Nicolás que todo irá bien, Soledad es una mujer fuerte y valiente, además si fuera la primera vez que pasa por un parto vale, pero ¿ella? con los dos críos que ha parido… eso va a ser coser y cantar ya lo verás.- -Vale Domingo, lo que tu digas.- y volvía a ensimismarse. –Tete, baja al estanco de la entrada y compra dos paquetes de celtas cortos toma dinero.- -No hace falta papa ya subo.-
En lugar de bajar con el ascensor bajé por las escaleras los cinco pisos, me gustaban las escaleras, quizás era porque en mi casa estaba acostumbrado a subir hasta el primer piso donde vivíamos pasando por entresuelo, principal y primer piso, es decir un tercero y esa escalera del hospital me parecía pan comido con sus peldaños anchos y seguros además de sus pasamanos de metal. Cuando subí los peldaños de dos en dos y llegué a la quinta planta me sorprendió ver las caras de todos los nuestros, mi abuela llorando igual que mi abuelo, mi padre acongojado con los brazos cruzados contra la pared y Mingo consolándolo, aquello era una estampa que parecía sacada de una novela de terror. –Yaya, ¿qué ha pasado? dime algo joder.- Me puse a llorar como un niño chico aun antes de saber que había sucedido. Mi abuelo que parecía más entero me tomó del brazo y me soltó… -Mamá no ha podido soportar el parto pero la princesita está viva.-
Si el mundo se hubiera hundido en ese instante lo hubiera agradecido, me vinieron a la mente mil preguntas que imaginaba no tenían respuesta inmediata, ¿Qué pasará ahora?, ¿Qué va a ser de nosotros?,… No podía creer que volviéramos a casa con nuestra niña y sin mi madre, era imposible, algo que se escapaba a cualquier imaginación, sin duda las fuerzas del mal se habían confabulado para tendernos una trampa sin un propósito concreto. Pensé en dios y los santos, se me ocurrió por instante que se reían de lo que estaba pasando y nos señalaban desde el cielo como queriendo decir “os ha tocado el gordo”, no sé pero sin saber porque empecé a desarrollar una indiferencia total hacia ellos, no fuera caso que por renegar más de ellos se fijaran más en mí y quedara condenado para siempre.
-Me cago en dios y todos sus ángeles-, mascullaba mi abuelo -Tenías que fijarte en mí hija ¿verdad cabrón?.- Al cabo de una hora estaban allí mis abuelos paternos y mis tíos, mi abuelo Ernesto se abrazó a mi padre tratando de consolarlo lo mismo que mi abuela Rosa pero ¿qué consuelo cabe en una circunstancia como esa?, creo que ninguna porque el consuelo según yo lo veo, va asociado, a una actitud de conmiseración y en el caso de mis abuelos paternos no había tal actitud. Desde que mi padre escogió a mi madre para casarse hubo un distanciamiento bastante acusado, y cuando los visitaba para estar con ellos un par de días mi abuela no hacía más que preguntarme como nos trataban en casa, que era lo que comíamos, si nos compraban ropa o no de temporada y cosas por el estilo.
Fue un trance muy duro el entierro de mamá, apareció mucha gente que ni siquiera conocía que nos daban el pésame en el cementerio de Montjuich, mientras mi abuela Paquita se quedó en casa con la princesita a quién mi padre puso por nombre Soledad, no sé si hubiera resistido asistir al entierro de su hija con entereza. Cuando hubo terminado esa angustiosa liturgia del entierro y nos disponíamos a marchar del cementerio, de entre el gentío apareció el señor Tomás impecablemente vestido con un traje con levita, un lazo negro en lugar de corbata y una banda de tela de seda negra cosida en la manga derecha, algo que a excepción de mi padre, abuelos e hijos llevábamos. –No puedo describir la tristeza que en este momento me embarga por su pérdida, le aseguro que sé cómo se siente señor Nicolás y por si le sirve de consuelo le diré que tiene usted una familia magnífica a la que atender y ellos a su vez tienen un padre ejemplar a quien seguir.- Cuando llegó a mi altura le extendí la mano derecha para saludarlo y él me la sujetó poniendo la izquierda encima -Juan, este fin de semana no voy a salir, si quieres hablar estaré a tu disposición, entre otras cosas porque no tengo ánimo alguno para rascarle las tripas al violín, sería una pérdida de tiempo ir por ahí a complacer a la gente con tanta tristeza encima.- -Gracias Tomás lo tendré en cuenta, no sé cómo se presentarán las cosas hasta que pasen unos días, (lloré amargamente, seguramente fruto de todos los acontecimientos que se estaban agolpados en mí interior y que no sabía digerir).- -Llora Juan, es bueno hacerlo, tu mente y tu corazón lo agradecerán te lo aseguro. Estos sentimientos que tienes ahora son muestra no solo del amor que le profesabas a tu madre sino también de que estas vivo y de que todavía tienes muchas cosas que enseñar a la gente, especialmente a tus íntimos con los que te sentirás mas unido.- Esa fue una lección inolvidable, breve, porque solo eran cuatro palabras que al principio sonaban así, cuatro palabras que carecían de sentido, pero luego cuando llegué a casa, puse la llave en la puerta y entonces me di cuenta del auténtico sentido de lo que me dijo el violinista, mi familia estaba allí pero… faltaba mi madre, una de las piedras angulares de toda familia, y eso me hizo sentir terror, si bien hasta el momento las cosas iban bien, lo cierto es que en algún momento la necesitaría desesperadamente como todo el mundo ¿A quién acudiría entonces? .
-Fíjate tete, me gustaría que tuvieras la oportunidad de conocer donde vivía antes de venir a Barcelona y además de disfrutar del paisaje que engalana los alrededores de la hacienda que yo tenía cerca de Gerona, ¿qué te parece el plan?, solo será para un domingo pero suficiente para que nos desintoxiquemos del ambiente de la gran ciudad, creo francamente que a los dos nos irá muy bien.- -Bien pero…- -No hay pero que valga, no aceptaré un no por respuesta y por otro lado creo que dado que somos amigos deberíamos conocernos un poco mejor, ¿Qué te parece?.- Venga, decididamente sí ¿Cuándo será esto? - -Estamos a diez de mes, pues el día veintidós.- -Sea estaré esperando con impaciencia ese sábado.- -Eso sí tendrás que madrugar un poco porque cogemos un autobús de línea en la plaza Urquinaona, tendremos dos horas de camino y después a patear el camino otro cuarto hasta llegar a sitio.- -Y como se llama el lugar? - -Su nombre es Cal Ragoler, es un sitio precioso, en la montaña, con unos vientos de tramontana divinos, verdor por todas partes y un pequeño arrollo que invita a seguirlo hacia arriba por el pequeño sendero que discurre a su lado.- -Disculpe Tomás, ¿y dice que ese camino ribereño lleva a su hacienda? - -Bueno lo cierto es que a la hacienda propiamente dicho no, pero los alrededores son más bonitos si cabe que la propia casa, además… que importancia tienen las piedras? Lo hermoso es la naturaleza, respirar aire de los pinos y los robles, recoger espárragos salvajes y sentir la yerba bajo los pies desnudos.-
Se terminó la conversación aquel día, parecía cansado y adiviné antes de despedirme del violinista cierta mirada perdida y una rigidez acusada en su rostro difícil de describir. Al fin y al cabo no hablamos de nada que fuera delicado o que envolviera emociones fuertes, al menos eso creía yo, evidentemente estaba equivocado. Al siguiente día por la tarde noche me acerqué a visitar a la señora Nieves y me recibió con un abrazo mascullando no se qué, la boca todavía no le funcionaba del todo bien a la hora de hablar pero era evidente que le alegraba mucho verme de nuevo, traje para ella un buen trozo de tarta de manzana que mi abuela hizo cuidadosamente envuelta como si lo hubieran hecho en una pastelería y le hice saber que era casera, le brillaron los ojos al momento y me abrazó de nuevo. Sin que ella se apercibiera después de haberse merendado cogí la escoba y un recogedor y me puse a barrer la parte de la casa donde ella no estaba y luego fregué el suelo añadiendo un poco de lejía al agua, terminada esa pequeña tarea fui hasta donde ella estaba sentada en el salón comedor. Se había quedado dormida en su butaca orejera y se la cayó el bastón de la mano, sentado frente a ella en una mesita de centro no pude más que sonreírme al verla como descansaba plácidamente.
Al día siguiente por la noche después de regresar del trabajo mi padre nos juntó a todos y nos dijo -He decidido junto con los abuelos que vamos a desmontar el tallercito de la mama y venderé la máquina de coser, nos darán un buen dinero por ella y por otra parte ya no es necesaria. La mama contribuía con su trabajo a dar un buen empujón a esta familia, pero ahora eso es historia y tenemos que aprender a vivir sin ella, de manera que en la presente situación debemos ser prácticos, ese espacio nos ayudará a poder reestructurar un poco las cosas así pues vosotros dos (señalando a mi hermano y a mí) dormiréis cada uno en su habitación en lugar de las literas, los yayos pasarán a mi cuarto con la cuna de la princesita y yo me mudaré a la de ellos, pero necesito vuestra ayuda para este pequeño traslado de ropa porque no puedo dejar de trabajar, así que por favor hacer caso de lo que os diga vuestra abuela y arrimad el hombro todos ¿de acuerdo hijos? ¿ quien quiere pasar a la salita, para dormir? Mi hermano levantó la mano al instante, el espacio tenía mejor iluminación además de dar a una galería amplia, por mi parte era indiferente quién fuera de los dos, mi cama y un pequeño escritorio donde por las noches estudiaba o leía me satisfacía. Mi radio y hasta una lámpara portátil para si quería, leer en la cama.
Por otro lado veía aquella habitación de coser como un pequeño santuario, y hasta creí en un momento determinado que aquel lugar era como en las películas “los cementerios indios”, algo inviolable que no teníamos derecho de abrir, menuda tontería, luego pensando… descubrí un poco el porqué de aquel punto de vista, ¡había pasado tantas horas junto a mi madre cuando venía del colegio en aquella habitación!, un trozo de pan bañado con vino tinto y azúcar era una de mis meriendas favoritas. Al llegar del cole mi madre nos preparaba a mi hermano y a mí un trozo de pan de hogaza lo regaba con un porrón de vino y el azúcar por lo alto de manera generosa, a renglón seguido me sentaba a su lado en una caja de cartón donde guardaba las piezas pespunteadas de fábrica de sujetadores y fajas y ala a merendar mientras hablábamos de cosas que habían pasado durante el día. Mi madre era divina, se levantaba cada día del mundo una hora antes que nosotros para bañarse y después sacaba su estuche con los cosméticos y se maquillaba de forma exquisita, algo que no comprendía porque esta mujer desde que se sentaba a la máquina de coser no se levantaba más que para comer , cenar y poco más.
Siempre fue muy cuidadosa con los detalles, por ejemplo, nuestra mesa era pobre, a menudo mi abuela hacía un caldero de patatas viudas eso sí con su correspondiente picada y ese plato era único, pues deberíais haber visto la mesa puesta, aquella mesa era una pasada con sus servilletas doblas con tres picos en los vasos, tenedor a la izquierda sobre salvamanteles que hizo ella, cuchillo a la derecha todo ello pulidísimo y dos platos, uno plano y otro hondo, el pan dentro de una cestita de mimbre y por último las sillas dispuestas de forma casi milimétrica alrededor de la mesa. ¿Cómo no echar de menos a una madre así? Dispuesta siempre a darte cariño y disfrutando de forma auténtica de la familia. Mi padre en más de una ocasión me contaba en qué circunstancias se conocieron, fue en el local Olimpia donde todos los fines de semana iban los jóvenes a bailar, él se dio cuenta rápidamente que era la mejor bailarina del local, la invitó a bailar un swing y luego un roc-and roll, fue suficiente para que la acompañara a su casa y después de unas semanas con la misma tónica bailonga le presentó a mis abuelos. A ellos en principio no les calló bien pero parecía que se equivocaban respecto a los sentimientos de su hija de modo que se prometieron y al cabo de un año se casaron. ¡Qué acierto dios mío!, porque gracias esa unión que se vio reforzada por los acontecimientos de la postguerra, creció amor de verdad.
Puede parecer una paradoja pero así es, a menudo situaciones críticas dentro de la familia pueden hacer que las circunstancias más diversas separen o unan al matrimonio. Tomás me contaba un día que él tenía una familia hermosa, me sorprendió el termino que utilizó (hermosa), no dijo una mujer hermosa sino una familia hermosa, -¿has visto alguna vez el retrato de la Mona Lisa? Pues así de bonita… ¡qué tiempos aquellos en los que todos concordábamos como si formáramos parte del mismo paisaje y la misma imagen!, estábamos todos inmersos en los mismos objetivos y luchábamos por igual para mantener ese valor inigualable que es permanecer juntos ante cualquier eventualidad- -Pero es que las situaciones cambian continuamente- contesté yo, -cierto es, también lo contempla eso el núcleo familiar, porque por más que uno se empeñe llega un momento que por diferentes motivos comienzan a haber escisiones, bien porque se casan los hijos o porque tu mujer se cansa de ti o al contrario, eso no quita que hasta entonces los padres debemos llevar siempre las riendas de la situación- -también la situación económica debe contar Tomás porque muchas familias son destruidas por el dinero, bien por la falta de él o porque hay fortunas de por medio que dividen a los familiares- -Vaya, veo que tienes algunas ideas muy claras- -Hombre, es que lo he vivido en primera persona con unos tíos míos que se enzarzaron en una batalla legal hace tiempo que todavía tienen que decidir los tribunales y al fin y al cabo por cuatro cuartos, no quisiera tenerlos como enemigos a esos prendas que son más parecidos aves carroñeras que a personas, con todos mis respetos hacia las aves carroñeras que al fin y al cabo viven solo de eso.-
Aunque a uno no se lo parezca, hay muchos verdugos que están en la sombra deseando que alguna víctima del sistema en el que vivimos se quede con el culo al aire, sean maridos, esposas, hijos, quién sea con tal de cumplir su cometido que es el ajusticiamiento no físico, pero si moral. Son como fantasmas clandestinos que actúan sin prisa pero eficientemente cuando se trata de recoger sus frutos. Por circunstancias que son innombrables, me retrasé en mi visita habitual a Nieves y Tomás durante quince días, el teléfono y aún más el móvil estaba en paños menores, de manera que sin poder comunicarme con ellos, no pude más que dejar pasar los días hasta que me acerqué con una plata de nata que compré y unas pastas un sábado por la mañana. Cada vez que podía llevar algo como presente la ilusión me podía y parecía que alguien había puesto alas en mis pies para llegar en tiempo record. Llamé una y otra vez al piso de la señora Nieves pero nadie respondió, giré a la izquierda y llamé entonces a la puerta de Tomás, al cabo de unos segundos volví a llamar, su voz desde el fondo del pasillo retronó -Coño, espera un momento quieres?- quedé anclado al suelo incapaz de moverme hasta que me di cuenta de que la plata de nata se ladeaba peligrosamente, me abrió la puerta el violinista y dándome la espalda me indicó con la mano que pasara. -¿Se ha enfadado usted por algo que he hecho mal?, por cierto buenos días Tomás.- -Que bien, ahora el amigo me da clases de educación, ¿qué te parece?- -Bueno mejor vengo otro día, le dejo este plato de nata y las pastas por si no ha desayunado todavía, por cierto y sin ánimo de crisparle ¿Dónde está la señora Nieves? –Muerta- caí sentado en una silla de la cocina sin aliento, se acercó a mí y posó su mano sobre el hombro, entonces con un hilo de voz añadió -A la única persona que he querido más en este mundo se le fue el aliento de vida que le quedaba, ahora solo tengo el violín.- -Y a mí- añadí, pero en vano fue que le hiciera este apunte porque rompió a llorar como un chiquillo.
Casi no pudimos conversar esa mañana, era lógico pensé, después de ese castigo uno no hace más que comerse la cabeza con reproches y recuerdos, en definitiva, languidece un poco más. Aún así no pude evitar preguntarle cuando ocurrió su muerte, la respuesta fue -Empezó a morir cuando la separé de mi vida, de eso hace ya muchos años, bajo unas circunstancias que hoy son muy difíciles de comprender. Pierdo a mi esposa por causa de una enfermedad, la conocí a ella, pero por entonces las cosas políticamente hablando estaban muy mal y creí que lo mejor sería apartarla de mi lado hasta que llegaran tiempos mejores. Pero no, la muy terca me buscó hasta que me encontró y entonces me puso la condición de vivir a mi lado solo para cuidarme y atenderme en todo aquello que hubiera de menester, esa era Nieves, así pensaba ella. No pude menos que aceptar esa condición y desde entonces estamos juntos pero a la vez separados, eso sí, me ha dado los mejores consejos que uno pudiera desear, me ha consolado, animado y hasta recriminado en ocasiones mí modo de actuar, por eso la he querido tanto. Y aun así he de decirte que se hubiera cambiado por mí en todo momento, es una mujer fantástica y digo es porque para mí no morirá jamás.
-Disculpe que no pudiera acompañarle a su antigua hacienda Tomás pero es que- -Sihhhhh, no digas más nada, algún motivo habrás tenido para no poder venir pero de todos modos lo hubiéramos tenido que postergar por causa Nieves. Antes de morir estuvo ingresada tres días por una recaída y tuve que estar a su lado.- Sus movimientos ahora eran más duros y diría que hasta rudos, quizás pudiera ser debido al nerviosismo o sencillamente al hecho de que le pareciera una injusticia el haberse quedado sin su soporte para poder seguir adelante. Esa es una conclusión que sacaba después de perder a mí madre con tan solo cuarenta y tres años, ahora se podría pensar que esa no es edad para quedarse embarazada, sin embargo el hecho era que lo estaba y con pleno convencimiento de que se llevaría a cabo con toda normalidad. Queda probado pues que a menudo lo que esperamos que sea en la una fotografía a todo color puede convertirse en un negativo, o peor aún que la fotografía quede velada por algún descuido del fotógrafo y sea solo un trozo de celuloide de color absolutamente neutro. No puedo utilizar otros términos porque no estudié para ello pero creo que se me puede entender, entre otras cosas porque estoy utilizando ilustraciones de fácil comprensión, el resto queda a juicio del lector quien de alguna manera es el protagonista de esta historia, probablemente no de la misma, pero sí de circunstancias parecidas o peores que han llevado a la ruina de sus planes y objetivos.
Cuando llega un miembro nuevo a la familia, como en nuestro caso mí hermanita Soledad, la vida cambia dentro de ese núcleo, sin embargo cuando es a costa de la vida de otro miembro ese núcleo queda como amputado, cercenado como si un hacha maldita se hubiera equivocado de víctima y en lugar de talar un árbol viejo destinado solo a sobrevivir, busca en el bosque algún tocón joven y robusto para exterminarlo. En mí caso el resto de la familia empezó con el tiempo a funcionar de forma sincronizada de nuevo, y digo de nuevo porque todos y cada uno de nosotros tuvimos que aprender de nuevo a caminar, a dar nuestros primeros pasos dando traspiés y levantándonos de nuevo remontando los retos. ¡Cuántas veces llamé a mi madre en silencio esperando su respuesta! Cuantas veces deseaba… es inútil, pensaba luego, como me va a oír si está muerta.
Ese fue el punto de partida del desastre personal que comencé a vivir, me desarraigué de los demás voluntariamente y creí que mi vida era solo mía, trabajaba y me divertía además de comenzar a beber más de la cuenta, pero en esas circunstancias uno no se puede ver a sí mismo. Un día me presenté en casa de Tomás, recuerdo que era lunes por la noche, vi luz en su piso y llamé a la puerta girando el timbre como si quisiera pellizcar a esa barrera de madera que nos separaba. Era verano y hacía un calor sofocante, el abrió la puerta y se quedó parado en el quicio, le dije -No me invitas a pasar?- -Claro hombre pasa- entré y al instante me sujetó por detrás del cuello y me llevó al cuarto de baño, -Que haces Tomás?- me metió bajo la ducha y abrió el agua fría, cojones que impresión, al primer instante parecía que me estuvieran clavando agujas por todo el cuerpo, luego apoyé las manos en la pared y estuve allí no se cuanto tiempo, cuando salí de la ducha vestido, él me estaba esperando sentado en un taburete de formica con una toalla en las manos, -Que tal estás mejor?- -Como que si estoy mejor?, estoy vestido y mojado como un pulpo.- -Por eso he sacado esta toalla, para que te seques, peor hubiera sido que te dejara en remojo como un bacalao ¿no?- -Se puede saber a que ha venido esto? Hostias vaya gracia ha tenido esa broma…- -No ha sido ninguna broma tete, no gasto ese tipo de bromas a los amigos.- -Pues no quiero saber que harás con tus enemigos.- -Nada, sencillamente los ignoro pero no es tu caso ya lo ves. Si te hubiera considerado un enemigo no te hubiera abierto la puerta, además del modo en que te has presentado hoy era lo mínimo que podía hacer por ti, así que agradécemelo Juan. Ahora escucha con atención, hasta que yo no te dé permiso para que me tutees no lo hagas, ¿queda claro?- Dejé de frotarme los cabellos con la toalla y me quedé mirándolo, pero bueno ¿quién creía que era aquel músico fracasado?, eso fue lo primero que se me vino a la cabeza, además… ¿Cuándo lo había tuteado?- -Que dice hombre, cuando he hecho yo esto?- -cuando después de llamar me has dicho “¿no me invitas a pasar?”, soy amigo tuyo pero no uno de esos colegas de juerga que tienes.- Esto me lo dijo mientras preparaba un café de espaldas a mí sin apreciar realmente que era alguien que le importaba, cierto, estaba empezando a contaminarme de las malas maneras que dejan traslucir un inicio de vida desordenada y necia. Estaba dispuesto a cambiar tanto en mis maneras como en el comportamiento en general pero… para ello tenía que conocer la formula, esto no estaba al alcance de mí mano en aquel momento de la vida. La explosión de la juerga y el alcohol empezaban a ganarme terreno y si quería hacer un giro radical tenía que ser ahora o nunca, pensé. Pero es que la juerga y el alcohol llevan consigo el sexo, sexo por el sexo sin más, este extrae de tus entrañas las emociones, el deseo más profundo y fútil, y el hambre humana de ser aceptados por los demás. No es poco todo esto si lo combinas como si fuese un coctel sabiamente combinado por la propia naturaleza humana.
Mientras tomaba el café Tomás añadió -¿Qué tal se te dio el trabajo hoy?, te lo pregunto porque si ahora estás en este estado me pregunto cómo estarías esta mañana.- -Bien ya que veo que tiene tanto interés, hoy no he ido a trabajar, no tenía el cuerpo para milongas esta mañana. Si ya sé que he hecho mal pero no podía levantarme de la resaca que llevaba encima, al medio día he bajado al bar y me he despachado un par de cubatas con el desayuno, héa ya está, ¿es eso lo quería oír? pues ya tiene la respuesta. -¡Que equivocado estás tete!, yo no quiero oír a que dedicas tu tiempo libre y mucho menos meterme en tu vida, solo te hice una pregunta que creo que es de lo más normal, es una conversación entre amigos ¿o no es así?- Sin duda alguna ese razonamiento lógico era incontestable por eso me quedé callado apurando el café. El violinista me invitó a otro pero no tenía el cuerpo para más, solo esperaba volver a casa y acostarme de nuevo. –Bueno Tomás me voy a casa, mis vaqueros todavía no se han secado del todo pero el paseíto a casa acabará dejándolos niquelados.- -Por cierto Juan, ¿a qué has venido?- Tuve tiempo de reflexionar la respuesta porque sabía exactamente el porqué tuve ese impulso, casi sollozando le respondí -Porque quería ver si estaba usted bien y le podía ayudar en algo, joder, solo tengo al señor violinista, Tomás, con quién puedo conversar de asuntos que no puedo compartir con nadie más, así de claro. Ya ni con mi padre puedo intercambiar opiniones de trabajo, de inquietudes, o de objetivos que tengo para el futuro.- -Juan, ¿por qué no me tuteas?- Aquella pequeña frase me dejó en estado cataléptico y a la vez sin saber cómo ni porque me puse a reír como si alguien me hubiera inyectado una dosis de algún producto secreto en fase de experimentación, al mismo tiempo de reír pensaba en que es lo que me estaba sucediendo que me hacía tan feliz o quizás tan desgraciado, el hecho de tener que hacer una especie de confesión de toda esa circunstancia a una persona extraña, relativamente extraña claro.
-Ven aquí, quiero darte un abrazo.- Desde la muerte de mi madre nadie me había hecho esta proposición salvo las cuatro chavalinas con las que salíamos y que lo hacían supuestamente por algún interés más o menos oscuros. Quizás fuera el tiempo que no sentía ese calor humano el que me llevara a atenazarme a su cuerpo y no querer desprenderme de él. En un momento determinado y apartándome sujetándome por los hombros me apartó -Sin mariconadas chaval.- Reímos los dos mientras me rodaban unas lágrimas a las que él no dio la menor importancia, sin duda un hombre ducho en esas cuestiones. A saber lo que llegó a llorar ese hombre a lo largo de su vida y cuantos más había consolado de modo parecido, o si todavía él mismo continuaba llorando de vez en cuando, las lágrimas son producto de los nervios simpáticos del cuerpo que se derraman por tristeza o alegría, este día en concreto yo lo hacía por los dos motivos. No puedo decir que Tomás ocupara la figura paterna en mí caso pero sí que comprendía a primer golpe de vista lo que pasaba o dejaba de pasar, hubiera sido un buen sicólogo.
Hay que destacar sin embargo que ese pegamento que llevaba encima que era el cachondeo y la vida autónoma de la familia causaron estragos en mí persona. Mi padre trabajaba más horas que un reloj el pobre, eso llevaba consigo que estuviera en casa nada, y menos. Mi hermano y yo también hacíamos lo que podíamos pero el hecho es que para remontar una economía tan depauperada después de la muerte de mamá todas las manos eran pocas. Mi abuela por tanto se decidió a retomar un antiguo trabajo que tenía en el mundo del espectáculo, no es que fuera a hacer cine o teatro no, mi abuela era sastre y cosía los vestidos de las vedettes como nadie. Los hacía y los reparaba, de manera que mediante una amiga que todavía estaba en activo en la revista Colsada que trabajaba con funciones fijas en el Paralelo en el teatro Apolo, fue contratada para tal fin con un contrato que ahora se llamaría “contrato de fin de obra”, y allí que se fue teniendo que dejar a la pequeña Soledad en manos de una vecina de escalera que le debía favores de la época de la guerra, cuando las cartillas de racionamiento eran indispensables para acceder a la comida más básica en los hogares terminada la guerra. Miope perdido yo, andaba de acá para allá solo pensando en satisfacer los deseos propios de la juventud recorriendo con los amigotes, boleras, mini golfs, y snaks con el único objetivo de… “Bueno ¿Qué pasa?, ya estoy aquí”, y pillando unos pedales de dos pares de narices sin reparar en las consecuencias que esto podría traerme. No tardaron en llegar, el señor Sánchez me llamó a su pequeño despacho un día a las ocho de la mañana y me soltó -Juan, no vengas más por aquí, lo siento pero estás despedido, no me puedo hacer cargo de las ausencias que estás teniendo últimamente, me cuesta decírtelo porque conozco a tu padre y creo que va a tener un gran disgusto, es una gran persona pero… hasta aquí hemos llegado. No puedo retraerte nada porque eres joven y también cometí locuras cuando joven, pero no me puedo arriesgar a que tengas un accidente que en nuestro oficio podría ser grave y te lo digo por experiencia. Toma te pago la semana completa.- ¡Joder!, lo que faltaba, ahora sin trabajo y por culpa mía, ¿Cómo se lo iba a contar a mi padre?
Por la noche a la hora de la cena, padre calentó la sopa y frió las escalopas, le ayudé a parar la mesa y una vez que comenzó a servir puso mi plato boca abajo, sin decir palabra cuando él se sentó, todos a excepción de mi abuela ausente se pusieron a comer. No me miró ni por un instante, a decir verdad nadie me miró, yo también estaba ausente observando aquella película que pasaba ante mí, no puedo decir que me sintiera ni bien ni mal. Ese impacto mental no se olvida en la vida, me disponía a levantarme cuando mi padre dijo -Tete, ¿se puede saber porqué te levantas de la mesa, no ves que estamos cenando?, cuando todos nos levantemos te levantas tú.- Era obvio, sabía que me habían despachado pero en mí interior rondaba la pregunta de por qué me había dejado sin cenar, pronto sabría la razón. Vamos a ver Juan, (cuando mi padre me llamaba por mi nombre era que tenías que ponerte firmes y escuchar sin desperdiciar nada) ¿de verdad te gusta la clase de vida que llevas?, tienes casi veinte años, me gustaría saber que te propones hacer con tu futuro. Si quieres seguir como hasta ahora me lo dices y trataremos de poner alguna solución, pero no puedes refugiarte en la bebida y en esos amigos que tienes que lo único que hacen es apurarte el bolsillo y romperte las emociones. Sabes que en mí tienes un buen amigo y en Tomás al que considero un buen ejemplo para ti y para mí incluso, todas las personas de este mundo aprendemos los unos de los otros pero si los demás pueden aprender cosas buenas de ti, cualidades morales, auténticos valores para la supervivencia, mucho mejor.- -¿De qué te ha hablado Tomás, papa?- -De todo y de nada, en ocasiones sobran las palabras que puedan describir algún comportamiento, sobre todo si se trata de un hijo, no creas que no me he dado cuenta cuando me he acostado más tarde que tu algunos días, del hedor que desprende tu habitación al pasar por el pasillo del alcohol que se está cociendo en tu interior. Estoy enfadado por lo sucedido con tu trabajo pero te quiero, y te quiero ver hecho un hombre de provecho, no un pobre hombre que va por las esquinas cogido de otros igual que él, acompañado de unas cochinillas interesadas. Dicho esto, mañana sal a buscar trabajo y muéstrale a todos que clase de hombre eres, en lo que se refiere a los amigos, tú verás que haces.-
Al día siguiente emprendí la tarea de buscar trabajo. Entonces no era difícil encontrarlo porque se necesitaba mucha mano de obra en todos los ámbitos y la duda que tenía era donde encajaría dentro de este organigrama. A cinco minutos de casa se estableció un almacén de patés de la casa Mina y sin pensarlo un instante entré preguntando por el gerente. Me señalaron un altillo a un lado de la nave con una escalera de acceso, cuando me dirigía allí, en uno de los pasillos vi a un chaval que transportaba con un gran carretón cajas de material, se volvió un momento para ver por donde tenía que pasar y lo conocí, se llamaba Cesar y su madre era planchadora, vivía en el bloque frente al nuestro, de jóvenes tirábamos petardos juntos en san Juan era simpático y hasta alguna vez había mentido por mí cuando llegaba tarde a casa. Lo saludé y me correspondió -¿Qué tal tete, que haces aquí?- -Busco trabajo y aunque no he visto ningún letrero que indique que piden gente se me ha ocurrido entrar a preguntar.- -Pues sube y pide por el señor Martín, aprendices hacen falta siempre.- Un hombre opulento con unas gafas que parecían caérsele de las orejas y que más bien parecían hechas a medida de un infante, estaba sentado tras una mesa llena de ficheros y papeles con el logo de la empresa Mina, parecía contar y repasar cuentas. A su lado derecho una mujer joven de aspecto gentil con un vestido de florecillas que dejaba traslucir sus encantos y que además era francamente guapa, escribía a máquina a toda velocidad. –Hola, ¿Qué quieres?- dijo el hombre sin levantar la vista de sus ocupaciones -Trabajo señor, quiero trabajar y le aseguro que soy incansable y diestro en todo aquello que se me manda.- -Que bien, y ¿qué experiencia tienes, quiero decir dónde has trabajado?- -En una empresa de limpieza de radiadores de automóviles que hay en este mismo barrio, radiadores Sánchez.- -Te cansaste de trabajar en el taller?- -No señor, me despidieron porque falté algunos días al trabajo, en tres o cuatro ocasiones fui un poco bebido y en este oficio eso es muy peligroso porque se trabaja con ácidos y soldadura.- El señor Martín levantó la vista y su cara dibujo una pequeña sonrisa. -¿Crees que con ese historial vas a encontrar trabajo fácilmente?.- -No lo sé señor, pero una de las cosas que me han enseñado en casa es ser sincero e ir con la verdad por delante siempre. Además, cuanto más tarde en encontrar trabajo más tardaré en comer, desde ayer al medio día estoy en ayunas, “si no encuentras trabajo no comes” así de claro me lo ha puesto mi padre, de manera que este es el primer lugar donde entro para prestar mis servicios. ¿Me da usted trabajo por favor?, he hablado del asunto con mi padre y he recapacitado sobre el asunto, a partir de hoy cambio de tercio como se dice en el mundo de los toros.- La secretaria paró su trabajo, escuchaba atentamente y él se había quitado las gafas y puesto los codos sobre el mínimo espacio que quedaba en la mesa llena de papeles. -¿Sabe usted?, tengo un amigo que es violinista, se dedica a hacer bolos por hay tocando en restaurantes y banquetes, se llama Tomás, es una gran persona y estoy aprendiendo mucho de él, me da muy buenos consejos, entre uno de ellos el ser responsable en todas las cosas para ser un hombre con futuro, cosa que antes no tenía muy clara.- -Coño, ¿lo estás oyendo Beatriz?, Tomás, el que toca por la noche en La Font Del Gat .- La secretaria asintió con la cabeza sonriendo. –Si lo tienes por amigo tienes mucha suerte… ¿Cómo debo llamarte?- -Mi nombre es Juan, pero casi todo el mundo en este barrio me conocen por el tete.- -Bueno Juan, ya tienes empleo, aquí se trabaja de ocho a una y de tres a siete a menos que llegue un camión que se deba descargar y haya que hacer alguna hora extra, que se paga aparte. Si quieres venir un sábado por la mañana para terminar algo que se quede a medias también se te pagará a parte. El sueldo fijo es de cuatro mil doscientas pesetas semanales, pero tete, hay que ganarlas, con eso quiero decir que en horas de trabajo se trabaja. Y al primer síntoma de que huelas a alcohol te quedas en la calle ¿de acuerdo?- La secretaria hizo un gesto de complacencia al ver que me había resultado bien la búsqueda y solo dijo -Bienvenido a la empresa.- -Gracias señorita Beatriz.- -Gracias señor Martín, agradecido.-
No fui a comer a casa porque estaba solo la señora Enriqueta con mi hermana, así que llamé al timbre de la escalera y cuando abrió la puerta desde el patio de luces le anuncié que no comía en casa, no fuera caso que tuviera un follón con mi padre por no avisar porque la comida normalmente la dejaba preparada mi abuela de un día para otro. Me dirigí directamente a casa de Tomás, más que nada para que tuviera constancia de que había hablado con personas que lo conocían, el señor Martín y Beatriz, porque aunque ella no dijera nada me daba la impresión que los dos iban juntos al restaurante. Ella llevaba un solitario en la mano derecha y el lucía anillo de casado en la misma mano pero en el dedo anular, en la mano izquierda pero en el dedo corazón llevaba un gran sello de oro. Así que llegué a casa del violinista, supe inmediatamente que estaba en casa porque se oía el violín, seguramente estaba ensayando o poniendo en orden las cuerdas y tensándolas, no parecía que tocara nada en concreto eran solo pequeños retazos de música. Llamé a la puerta, al cabo de un minuto largo apareció y sonrió, estaba exultante por haber encontrado trabajo y el debería ver que algo bueno me pasaba. –Pasa tete, ¿qué tal estás?.- -Contento Tomás, no puedes imaginar lo que me acaba de pasar.- Dejé en suspenso la noticia. –No, pero intuyo que me lo vas a decir.- -He encontrado trabajo, hoy me pondrán de comer.- Dije irónicamente. -¿Cómo que te pondrán de comer?- -Siii, verás, ayer cuando mi padre se enteró que había perdido el empleo a la hora de la cena me puso el plato boca abajo y me explicó que para ser un hombre de provecho… -Si ya sé, estuve hablando con él y está tan preocupado como yo lo estoy.- -Ya veo, pero quiero decirte algo, ¿fue tuya la idea de que me dejara sin cenar.- -En absoluto, nada más lejos de mi ánimo hacer algo así, pero no creas que es una idea disparatada, cuando el hambre aprieta hay que atarse los machos y salir adelante.- -Pues bien, al salir de casa…- -Venga hombre abrevia que tengo mucho que hacer.- -Joder como eres, bueno el caso es que me han dado trabajo en la empresa Mina que se dedica a los patés y creo que otros embutidos, y he conocido al señor Martín, gerente del negocio. Ese señor a su vez te conoce a ti de tocar en la terraza de La Font del Gat, creo que va con su secretaria que se llama Beatriz una señorita hermosa, alta y con el pelo castaño.- -A si, se quién es. Gracias a personas como él vale la pena ir a tocar allí, da muy buenas propinas y es muy educado.- -Pues el lunes que viene entro a las ocho de la mañana y cobrando un muy buen jornal, no podía ni imaginar que pagarían tan bien.- -Es una empresa en plena expansión eso significa que si te portas bien y un poco ambicioso puedes prosperar mucho.-
Después de charlar un poco más sobre mí empleo y darme unos cuantos consejos me despedí y me acerqué a la calle Parlamento a la bodega del Pepín a comerme unas sardinas en escabeche acompañadas de agua mineral con gas. Sardinas en escabeche con gas, pensé, pero… tenía que iniciar el camino de vuelta de los excesos que me habían llevado a una situación comprometida.
Gracias tengo que dar a no sé qué dioses por tener ayuda y apoyo incondicional de personas que demuestran que me quieren. Mi abuelo siempre decía que “es de bien nacidos ser agradecidos”, y con el tiempo si haces de ese dicho una pauta en tu vida, recoges los frutos, aunque de vez en cuando haya alguien que sencillamente no aprecie el agradecimiento. Pensé que el ser agradecido no se circunscribe a cosas grandes como el que te presten dinero o te den trabajo, no, el ser agradecido abarcaba más que todo eso, darte un vaso de agua cuando estás sediento o sujetarte porque estás a punto de caer es suficiente motivo para agradecer. Imagina por un momento que te dan agua cuando estás a punto de desfallecer o te sujetan cuando das un traspié al filo de un abismo, ¿es o no de agradecer?, cuanto más cuando alguien te da consejo y te socorre en un momento de tu vida en que has perdido el rumbo y vas dando bandazos de un sitio a otro sin que te des cuenta. Era en esa época un tanto rebelde y a la sazón entrometido sin darme cuenta de que era yo quién necesitaba ayuda, es más, la rechazaba de plano porque a mi modo de entender “mi vida es mía” y nadie tenía que decirme como vivirla.
Justo esa noche cuando estábamos todos en casa antes de que se sirviera la cena y mi padre saliera de la ducha, les comuniqué que ya tenía empleo, padre me preguntó de qué se trataba y le expliqué los pormenores de lo iba a ser mí próximo trabajo así como el sueldo que ganaría, se quedó sorprendido y dijo en broma -Pues haber si necesitan a alguien más porque en estas condiciones me saldría más a cuenta trabajar hay.- -Papa si quieres puedo preguntarlo, me ha dicho Cesar el hijo de la asturiana que vive frente a nosotros, ya sabes el hijo de la planchadora, que van a comercializar con níscalos envasados.- -Gracias hijo pero no, todavía tengo mucho que hacer donde trabajo.- Reímos juntos durante unos minutos, después me explicó que lo querían hacer encargado del grupo mecánico de reparación de maquinaria y que le pasarían al departamento de compras de maquinas nuevas, sobre todo tornos que era de lo que más entendía. Mi hermano tenía preguntas y una de ellas no se hizo esperar.
-Pero ¿cobrarás más o no?- -El jodido siempre pensando en el dinero y en ir trajeado a todas partes, para entonces se hacía los trajes a medida y hasta las corbatas se las compraba exclusivas. Ganaba un jornal decente pero la mitad de los días cuando no llegaba al trabajo a tiempo porque siempre se le pegaban las sábanas, me pedía dinero a mí para coger un taxi. Padre lo amonestaba porque en ocasiones le llamaban la atención y le restaban dinero del salario pero él ni caso. Lo peor de todo fue una gran discusión que hubo en casa a causa de un dinero que yo tenía ahorrado y que me cogió sin decirme nada para comprarse un gabán impermeable cuando llegó el invierno. Mi padre nos sorprendió en casa cuando le increpé -Pero chaval, ¿tú que te has creído, porque me tienes que robar?- Entonces llegó padre -¿Qué pasa aquí?.- -Nada papa, no pasa nada, cosas nuestras.- -Pues quiero saber que son esas cosas vuestras. ¿De qué va ese asunto?- -Que le prestado un dinero, poco, han sido solo ochocientas pesetas y discutíamos sobre cuando me las va a devolver.- -¿Y a ti no te da vergüenza pedirle dinero a tu hermano, que haces con el dinero?.- Se encogió de hombros y soltó -Pues gastarlo, para esto está.- -Mira Luis, no te falta razón en esto, el dinero se inventó para comprar y vender, sin embargo debes tener en cuenta que el sistema está lleno de falacias para invitar a la gente a gastar más de lo necesario y esto es lo que pone en peligro a las personas que como nosotros tenemos que mirar con lupa aquello en lo que lo gastamos. Los escaparates se llenan para que la gente quede hipnotizada con sus productos y que se lleguen a convencer de un modo u otro de que también ellos pueden tener eso que se expone.- -Papa, si quiero llegar a algo con mi novia Pepita, tiene que ver que estoy en condiciones de poderla llevar a los sitios que le gustan invitarla a cenar y vestir con buen gusto, ten en cuenta que su padre es gestor y que en unos meses trabajará para un bufete de abogados de los más famosos de Barcelona. Tengo que responder a sus expectativas porque si no, lo tengo pero que muy mal.- -¿Conoces a sus padres?, ¿Has visto la oficina del padre de esta chica?, ¿Has estado en su casa?, porque si es que no, te puede estar mintiendo del mismo modo que tu le estás haciendo ver que eres de una posición diferente a la que realmente tienes ¿no te parece?.- -Me ofende que me digas esto de Pepita, ella no me engañaría jamás.- -Y tu no la estás engañando a ella ¿verdad?, creo que no le has dicho toda la verdad sobre quién eres, y que debajo de los trajes que llevas hay una persona humilde que vive en un barrio sencillo, que eres huérfano de madre y tu padre es un tornero que trabaja casi dos turnos seguidos para poder tener una vida digna. Dime sinceramente, ¿sabe todo eso de ti?.- -No, pero yo no he pedido venir a este mundo a una familia de esta clase.- Maldita sea, porque estaba mi padre de por medio sino, le hubiera dado un par de buenas hostias por faltarle el respeto a la vida de esa manera. Cuando le dio a mi padre esa respuesta contestó con rabia, sin despegar siquiera los labios, creo que en el fondo estaba convencido de lo que estaba diciendo y peor todavía, pienso que no estaba resignado a aceptar aquella situación bajo ningún concepto. Conociendo a mí hermano seguiría empecinado en mantener aquella especie de status le doliera a quien le doliera, lo más lamentable de todo es que poco a poco se distanció de nosotros hasta el punto de que mi padre tuvo que llamarle la atención varias veces sobre las horas de entrada a casa, que se convirtieron un hábito. Para él era normal volver a casa a las dos de la mañana, era de lo más normal.
La abuela trabajaba incansablemente en la compañía y como fuera que se dieron cuenta de lo buena costurera que era y del dinero que le había ahorrado al empresario cosiendo y recosiendo los trajes de las vedettes, le propusieron hacer una gira por toda España nombrándola costurera capataz de Coslada. Al día siguiente habló del asunto con mi padre para saber su parecer, ganaría más y podría ayudar más también, pero mi padre no quería influir en sus decisiones y solo le sugirió -Señora Paquita, ¿ha pensado en el abuelo?, nosotros nos arreglamos de un modo u otro pero él…- -Ya lo tenemos hablado y me dice lo mismo que tú, que haga lo que quiera.- -Si, bien, pero el caso es que quedará a nuestro cargo y cuente con el que en casa no habrá nadie en todo el día salvo Enriqueta con Soledad que esto es algo que no se puede dejar al azar.- -Chico, pues cásate con alguien que te merezca.- Mi padre se levantó hecho una furia y tumbó al suelo la silla, la abuela se espantó y él dando cuatro pasos cruzó el comedor y se encerró en su habitación dando un portazo. –Nicolás hijo, lo siento, no quería que te lo tomaras a mal abre la puerta por favor.- La voz desde el interior sonó atronadora -Déjelo Paquita, por ahora ya he tenido bastante, ya hablaremos.- Mi abuela suspiró profundamente y se dirigió a mí como quién busca comprensión y apoyo, argumentaba que tenía que dar una respuesta en el trabajo en el plazo de tres días y que no se podía demorar más la respuesta que diera. Mientras, Soledad se puso a llorar y la cogí en brazos para consolarla. Pobrecilla, me preguntaba si aquellas discusiones y también las alegrías que pasábamos en casa influirían en su carácter o por causa de su edad lo olvidaría todo sin dejar secuelas.
-Abuela, conteste usted que sí, nosotros nos arreglaremos, no se preocupe, mañana mismo llamaré a la compañía de teléfonos para que nos instalen uno en casa, de esta manera cuando esté usted en Madrid o San Sebastián nos podrá llamar y estaremos en contacto más o menos de forma permanente. Pero llame, porque si no…- -Si no ¿Qué?, tonto que eres un tonto, ¿crees que por estar trabajando me voy a olvidar de vosotros?, sois lo más importante de mi vida. Mira para que te sea más llevadero yo te pagaré el alta del teléfono, eso sí, los consumos los repartiremos a medias ¿te parece bien?- -Vale, en cuanto a Soledad las cosas seguirán como hasta ahora, Enriqueta se cuidará de ella durante el día hasta que lleguen los niños o yo. Supongo que podrá hablar con ella del asunto y dejarlo todo bien atado.- -No te preocupes, dalo por hecho, esta buena mujer es un tesoro y tiene buen corazón.- Quedábamos en manos de las circunstancias de nuevo sin poder hacer ningún plan y sin poder saber que sería de mi abuela en ese trabajo relativamente nuevo para ella, en ese mundo de la farándula, a menudo nada es como uno lo imagina.
Con teléfono instalado en casa llegó lo inevitable, cada dos por tres los vecinos llamaban a la puerta para pedir que les dejáramos llamar “es que mi tío está muy enfermo y quería saber si podrías dejarme llamar para saber cómo está”, “mi hermana ha tenido un hijo pero nosotros no podemos ir a Mérida a visitarla, ¿Qué me dejarías llamarla para ver que tal ha ido todo?”, y así un largo etc… de llamadas y llamadas sin abono ninguno salvo “muchas gracias Nicolás”. En principio ya estaba bien que dieran las gracias, solo faltaría que no las dieran, pero es que nuestra casa se convirtió en un locutorio en toda regla, hasta personas del barrio que no conocíamos llamaban a nuestra puerta y se identificaban como el vecino de tal y tal numero de la calle tal, que se llegaba a hacer llamadas porque su vecino le dijo que éramos muy buena gente y les dejaríamos usar el teléfono, claro, para asuntos importantes pero en ocasiones no era así. Un día por la noche se acercó a casa un señor de buena planta que argumentando que se le había escacharrado el suyo necesitaba dar aviso a telefónica, mi padre como siempre lo dejó pasar sin saber quién era, confiado que le estaba haciendo un favor lo llevó hasta el aparato, hizo la llamada y estableció conversación con alguien que parecía ser del sexo opuesto, “Cariño mío cuanto te echo de menos, si supieras las noches que me paso en vela por tu culpa, ya no puedo ni respirar si no estás a mí lado…”, me acerqué con todo el descaro y pisé el soporte del auricular del aparato. El hombre se quedó mirándome y yo a él y me salió del alma -¡Que cara que tiene usted!, ¿así que una llamada de urgencia no?, vaya usted a engañar a otro, y salga de esta casa antes que lo vea mi padre porque si no sufrirá mucho, él no es tan educado como yo así que venga, fuera de aquí.- Gracias a que se me ocurrió ir a mear pude atajar a ese bribón, mi padre me preguntó al volver del aseo si ya había terminado el señor, imperturbable le contesté que sí.
Entre tanto de mi abuela no sabíamos nada de nada, ni una llamada, ni una postal, ni una carta. Al principio me imaginé que el trabajo la tendría absorbida pero conforme pasaban los días y las semanas llegué a pensar que se había olvidado de nosotros, entonces llegó un telegrama mandado por alguien de la compañía que se anunciaba como jefe de personal de Colsada diciendo que mi abuela estaba en el hospital comarcal de Ávila afectada de una angina de pecho y que por el momento estaba fuera de peligro. Esta noticia hizo que se dispararan las alertas en casa y cuando se le dijo de muy buenas maneras a mi abuelo éste dijera… -Otra vez no por favor.- Mi padre llamó por teléfono al hospital y le dijeron que ya no estaba allí, que ese era un hospital pequeño con muy pocas camas. Entonces a base de llamar una y otra vez consiguió averiguar que una persona de la compañía le prestó una pequeña casa que tenía en Arenas de San Pedro, “un lugar precioso con un clima muy saludable” dijo la voz al otro lado del hilo, como si el clima y el panorama fueran determinantes para curarse de cualquier enfermedad. Pasé unas cuantas noches sin dormir, en parte porque le imputé malos motivos para no ponerse en contacto con nosotros y luego de pura pena, pensando en qué haría sin nosotros allí y sin el abuelo que cada día lo oía lloriquear como un niño pequeño en su cuarto, durmiendo vestido algunas veces y muchos días sin querer siquiera beber un poco de agua. ¿Cómo se puede consolar a un abuelo?, me preguntaba, que puedes decirle para servirle de estímulo o poder siquiera comprender lo que siente. El único antecedente que tenía era el ver a mi madre enferma, pero ni siquiera eso pude compartir en su lucha por parir esa criatura que tanto alegraba nuestra vida. No se podía dejar a la abuela sola en aquellas circunstancias lejos de nosotros, de modo que mi padre pidió unos días a cuenta de las vacaciones para ver de primera mano lo acontecido, sacó un billete de tren y se fue a Ávila para desde allí buscar un transporte que lo llevara a Arenas de San Pedro. Invitó al abuelo a que fuera con él pero declinó la invitación de puro miedo por ver a su mujer postrada en cama. A los dos días mi padre llamó a casa y fue mi hermano el que levantó el auricular -¿A, síii? .- Lo único que escuché fue esa admiración de mi hermano quién de manera imperturbable seguía diciendo… si, si, si. Joder con el sí de las pelotas, yo impaciente a su lado le decía ¿Qué?, y él con la mano como si tratara de pararme y tapando el auricular me espetó, -¿Quieres parar ya hostia? .- Le arrebaté el aparato de la mano por sorpresa y me lo acerqué, -¿Qué pasa papa, como está la abuela? .- -Está mal Juan, pero no le digáis nada al yayo hasta que yo vuelva, ya le contaré el asunto yo.-
Tres días más tarde llegó de su viaje y coincidiendo que era la hora de la comida nos llamó desde la estación de Francia, cogía un taxi camino de casa. Al llegar me sorprendí un poco de la cara desencajada que hacía, quizás fuera el cansancio del camino pues para entonces los expresos transitaban con relativa rapidez y al parecer estuvo en un compartimento donde viajaba una familia entera que daba la lata a todas horas con tres niños pequeños que no le dieron ni un minuto de descanso. Nos contaba que una de las veces en que se levantó al lavabo cuando volvió se encontró con el panorama de que el mayor de los niños estaba dormido ocupando su asiento cuan largo era, y que su padre lo había cubierto con su chaqueta para que no cogiera frio, esto le hizo estar en el pasillo dos horas de pié con la cabeza apoyada en los antebrazos junto a la ventana en el soporte de metal que la protegía. Seguro que él habría hecho lo mismo por cualquiera de sus hijos, por eso comprendiendo la situación no reclamó su lugar en el asiento. El padre cuando salió al pasillo le dijo -Gracias señor, es usted un buen hombre.- Esas son las pequeñas cosas de la vida que se aprecian, que te premian, un sencillo gracias es un reconocimiento magnífico para una persona sencilla que cree a pies juntillas que ha hecho lo que debiera. Yo estaba muy orgulloso de mi padre, esos gestos los tenía con cualquier persona que los mereciera “es de bien nacido ser agradecido”, ese corto pero efectivo mensaje resonaba en mis oídos en ese instante, gracias a mi abuelo.
-Yayo Juan, tengo que hablar con usted, la abuela Paquita no ha podido resistir el golpe de la angina de pecho y ha muerto. Anteayer por la tarde la enterramos en Arenas de San Pedro, sus amigos de la compañía han pagado el entierro y yo les he dicho que les enviaría el dinero del sepelio a una dirección que tengo anotada de Madrid, como sea que ella estaba pagando el entierro en Santa Lucia lo tiene todo cubierto, ya me he puesto en contacto con ellos y no me han puesto impedimento alguno. No puede imaginar cuanto lo siento… no encuentro palabras para decirle nada más.- Aquello era el colmo de nuestra historia pensé, pero ¡Cuánto me equivocaba!, aquel drama no había hecho más que comenzar contando con el hecho de que mi abuelo tenía sesenta y siete años, llevados a trancas y barrancas a lo largo de su particular historia. Salido de la escuela militar de Toledo se fue a África a combatir por la república junto a Franco, Millán - Astray y otros, que después se sintieron traicionados por él como por otros y que fueron después del golpe de estado considerados sediciosos y traidores. La confusión que reinó en aquellos años sobre ese protectorado africano, hizo que muchos oficiales vieran esa guerra como un antiguo Vietnam, el dieciocho de julio cuando entraron las tropas triunfantes en Madrid y Franco era recibido como un héroe, mi abuelo ya sabía que le tocaba, o exiliarse o hacer frente a lo que se le venía encima, y se quedó, tenía unos cuantos amigos íntimos en prisión y no les podía abandonar. A los cinco días de estar preso llamaron de su celda a Gumersindo y a Jose Luís, los llevaron al paredón y los fusilaron, cuando llegó el oficial a darles el tiro de gracia, Gumersindo aun se movía, ¡que puntería tenían los jodidos!, se acercó a él que se retorcía como una culebra y le dijo “muere de una vez hijo puta”, eso lo dijo poniéndole la pistola dentro de un ojo y disparó. Me contaba mi abuelo que después del desembarco en la playa de Alhucemas todo fue una confusión, hasta se dijo que Franco había tomado el mando del tercio cuando no fue así, fue el teniente coronel Rafael de Valenzuela y Urzaiz quien le sucedió como segundo jefe del tercio.
Todo lo acontecido en la guerra y el hecho de que hubiera contraído matrimonio con esa almeriense bonita que entonces era mi abuela durante el conflicto en el año mil novecientos veinticuatro, los llevaron al terminar la guerra a ir como dos seres errantes por media España como unos fugitivos con mi madre en brazos. El abuelo siempre decía que lo vivido en la guerra deja marcas indelebles en las personas como si hubieran sido marcadas a fuego y era cierto, en sus ojos se retrataba el sufrimiento y la derrota de ver que esa guerra fratricida no había servido más que para los intereses de determinadas personas, porque las menos creían en los auténticos principios del patriotismo y del interés altruista que hizo que dieran sus vidas como auténticos héroes. La muerte de mi abuela pareció desenterrar viejos fantasmas, a los que culpaba durante las escasas horas de sueño que tenía. Más de una noche se le oía entre sueños maldecir a no se sabe quién, y utilizar para ello toda la retaola de insultos inimaginables que retronaban en el silencio de la noche, por la mañana se despertaba cansado y angustiado, con la respiración entrecortada, y llegado el medio día, sentarse a la mesa para deglutir dos bocados y tomar agua, luego una siesta forzada por el cansancio de la noche lo mantenía sentado en la silla entrando en una especie de trance, hasta en esos momentos no dejaba de parlotear y mover la cabeza de un lado a otro, mira, pensaba para mis adentros… parece un preso condenado a muerte al que van a ajusticiar al garrote vil y se revuelve antes de enfrentarse a esa muerte horrorosa.
¡Habían hecho tantas cosas juntos!, durante su encarcelamiento la abuela estuvo trabajando sin cesar sirviendo en casas de gente adinerada en la zona alta de Barcelona, para poder ahorrar iba y venía a pié cada día desde la avenida del Tibidabo donde servía en casa de una familia bienestante que poseían dos coches uno de ellos descapotable, Studebaker, coches eternos que se construían a mano porque por aquel entonces las cadenas de producción no existían salvo en las fábricas de armamento, toda una paradoja.
La abuela Paquita mantenía que con la honradez y la discreción se podía ir a cualquier lugar especialmente a servir en casas de ricos donde siempre hay secretos y manipulaciones interiores, ello la llevó cuando esta familia se mudó a centro América a que la recomendaran a servir en casa de un médico que había sido militar y al que le contó con el tiempo su problema. Servía en la guerra como capitán médico y aparte de su grado como soldado tenía sensibilidad por las personas que padecían problemas injustamente, por ello escuchó con atención una tarde el problema que tenían mis abuelos. Lo que más le aterrorizaba a ella era que en cualquier momento lo podían reclamar pues es seguro que constaría en alguna lista de presos y al ser oficial con mucha más razón. Ese trabajo incesante de mi abuela dio resultados al cabo de dos meses cuando a mi abuelo lo cambiaron de celda, no sin un gran susto por su parte al oír que se gritaba su nombre desde el exterior. Entonces la sorpresa, fue a parar a un lugar más amplio donde todo el mundo se cuadró a su paso a causa del rango militar y se le reservó una cama, a diferencia del camastro de lona que hasta entonces lo acogía por las noches tenía cierta libertad de movimiento y hasta alguna que otra consideración extraordinaria. Por fin la libertad después de cincuenta y dos meses de angustias, mi abuela lo esperaba cuando salió de la cárcel de Montjuich con un hatillo de papel debajo del brazo que denunciaba sus pertenencias en todo aquel tiempo, después de firmar en un libro lleno de nombres, apretó adrede la plumilla contra el papel y la dejó inservible “me cago en tu puta madre”, esa fue la despedida que le dio el soldado que controlaba entradas y salidas de la prisión. Dos P.M lo acompañaron hasta la rampa adoquinada de bajada y entonces vio el sol de verdad. Por supuesto que él no sabía qué o quién era lo que le llevó a la liberación, pero si sabía algo cierto, que estaba fichado y que a partir de entonces le sería muy difícil encontrar un trabajo para alimentar a su familia.
Seguro que todo eso lo recordaría ahora que no estaba su querida Paquita, una mujer digna de llamarse así, mujer, práctica, eficiente y segura de sí misma a tenor de las circunstancias. Todo su potencial se basaba en la experiencia y el conocimiento de las personas, haciendo sin querer un análisis de comportamientos pero sin juzgar a nadie, sin duda una buena compañera en todo momento pues te sabes seguro con alguien así a tu lado. Mi abuelo sin dudarlo hizo una muy buena adquisición con ella, sin querer decir por ello que una persona pueda ser como una res en un mercado, quiero decir más bien que se encontraron el uno al otro porque algo debería ver en mi abuelo aparte de su uniforme militar y su categoría dentro del ejército.
No dejaba de preguntarme, que sería ahora de mí abuelo, lo veía como un tullido sin posibilidad de que se le pudiera poner una prótesis para paliar el dolor y el desequilibrio personal, sin duda le iba a hacer mucha falta. No pude hacer gran cosa por él salvo el abrazarlo y decirle que lo quería, quizás alguien que me oyese en esos momentos me vería como una nenaza pero no me habría importado en absoluto, era mi abuelo, cierto que lo quería, y cierto también que necesitaba todo el apoyo del mundo para superar ese bache que más que bache para él resultaba un escoyo imposible de superar. La edad tiene estos inconvenientes, cuando eres joven te comes el mundo, por lo menos eso crees, pero conforme pasan los años te das cuenta que van mermando tus fuerzas porque sencillamente la vida te va desgastando, aportándote experiencia eso sí pero… ¿Qué hacer con la experiencia cuando te acontece un drama como este?. A lo sumo lo único que se puede hacer es asumirlo nada más, le des las vueltas que le des eso es así, ya sé que desde el punto de vista filosófico esa cuestión daría pié a discusiones mil, como los griegos que reunidos en el Areópago pasaban días enteros tratando de sacar conclusiones sin llegar a ningún acuerdo, y para hablar allí no se tenía que tener determinada clase social, cualquiera que tuviera algo que decir sobre el asunto que fuera tenía su espacio y tiempo para expresarse. Mis esperanzas de poder darle algún tipo de ayuda a mi abuelo me hicieron pasar a visitar a Tomás sin saber muy bien qué era lo que podía decirle con tal fin. Cuando me abrió la puerta ese día de otoño me dejó perplejo pues el violinista salió envuelto en una manta y temblando como una hoja, me apresuré a preguntarle que le sucedía y solo contestó -Nada-, hizo ademán de que pasara y rápidamente cerré la puerta de la calle, probablemente estaba resfriado, o quizás solo cogió un poco de corriente que lo dejara tocado momentáneamente, no sé, pero francamente lo veía mal. Se derrumbó en su vieja butaca del comedor y quedó callado ensimismado, escuchando la música clásica que salía de su viejo Telefunken casi tan grande como el mueble que lo sostenía con sus delgaditas patas de estilo Chapendale, durante un par de minutos no supe que decirle hasta que él habló -¿Te das cuenta tete de que toda la gente valiosa, buena, está pasando por un holocausto?- -¿Cómo, qué quieres decir con eso?, la verdad es que no te comprendo.- -Claro que me comprendes, quiero decir que a la gente con malas entrañas como se suele decir, nadie los extraña, a veces hasta los suyos se alegran que falten aún que al principio lloren y desgarren sus vestiduras por ellos, sin embargo cuando llegan a sus casas agradecen a algún dios en el que crean, si lo tienen, que haya muerto.- Esto lo decía con la cabeza gacha y sin mover ninguna extremidad. Llevaba puestos unos tupidos calcetines de lana y zapatillas de felpa con cuadros marrones y aún así no dejaba de frotarse los pies el uno contra el otro en un afán de calentarlos. -¿Sabes qué?, ahora mismo vas a entrar en calor.- Me acerqué sin pensarlo un momento junto con la pequeña silla de anea que tenía bajo la mesita de la cocina y me puse a sus pies. -¿Qué haces hombre?,- dijo sorprendido… -Quita de ahí, ¡serás maleducado!.- -Puede que lleves razón pero yo a ti te caliento por la madre que me parió.- Le sonreí mientras lo descalzaba e instantes después comenzaba a frotarle los pies con fuerza, ese era el método que utilizaba mi abuela cuando me iba a dormir con frio en invierno, recuerdo desde bien pequeño… “si tienes los pies calientes, el cuerpo se te calienta también”.
-Coño, que alivio…- soltó mientras no dejaba de frotarle, de tal manera que no hablé con él de lo quería y me dediqué a contarle unos chistes que oí en el trabajo de boca del Gancho, le llamaban así porque tenía una nariz que era la hostia, ganchuda de tal modo, que parecía que pudiera atrapar a alguien que se escapara de cualquier sitio y larga de manera exagerada, él decía que una vez lo atrapó la poli limpiando carteras en los urinarios de la Plaza Cataluña, -vaya sitio raro para ir a robar- “cuando pillas una cartera y están con la picha al aire pocos se atreven a salir corriendo detrás de ti” cuidado con el jodio del Gancho, se las sabía todas. Total que lo ficharon en Via Layetana y él tan pancho le dijo al que le sacó la foto “tío cuando me ponga de perfil vas a tener un problema porque vas a tener que empalmar dos o tres planos”, “te quieres callar la boca, toma” le arreó un tortazo que le giró la cara. Así era él, gitano del barrio de Triana en Sevilla con un salero que desbordaba a todo el mundo, oye y con las tías tenía un éxito que te cagas con lo feo que era el condenado.
Habiendo terminado “la sesión” de calentamiento de Tomás y luego de soltar un profundo respiro de alivio le dije que me iba a casa porque tenía muchas cosas que hacer. –Si hombre, y yo voy y me lo creo…, has venido desde casa porque has adivinado que tenía frio?, ¡venga ya! Cuéntaselo a otro ese cuento.- Me quedé mirándolo sin saber muy bien a qué se refería, cuando de pronto y sin saber cómo me encontré en una especie de laberinto tratando de poner en orden pensamientos e ideas que pudieran explicar con normalidad absoluta el auténtico motivo de haberlo visitado. Lo que estaba muy claro era, que él sabía que algo extraordinario me llevó a su casa y aunque no demostraba ninguna prisa por saberlo sí podía entrever que se lo contaría.
-Amigo Tomás, mi abuela a muerto y lo peor es que ni siquiera la he podido ver, solo mi padre quien fue a Arenas de San Pedro a la casa de una amiga que le prestó su domicilio para que se restableciera después de una angina de pecho que le dio mientras trabajaba, ¿puedes creer que ni siquiera la pudieron tener en el hospital alojada unos cuantos días?, la echaron a la calle como un perro para que se buscara la vida con un puñado de medicamentos y un papel donde rezaba como y de qué manera se los tenía que administrar.-
-Se que no es plato de buen gusto Juan pero, a todo el mundo lo tratan igual en esta mierda de país, hasta que no cambien las cosas somos esclavos de ese atajo de parásitos que nos gobiernan que solo lo hacen en beneficio suyo. Lo siento mucho Juan, se que era una persona muy valiosa para vosotros, gracias a personas como ella se ha podido sembrar la libertad. Por lo que me has contado era sin duda alguna una persona audaz, responsable. -Sí, ya sé que esto es así, pero duele más cuando te toca tan de cerca, y además te sientes impotente, ¡es muy jodido no poder hacer nada!, ni siquiera derecho a pataleta tenemos es de puta pena.- -Vaya, veo que estás empezando a conocer el idioma de los desdichados pero ten cuidado con eso, porque a menudo te pueden identificar como un “descamisado” y eso te puede traer problemas.- -Ya veo, ¿sabes que a medida que pasa el tiempo me doy más cuenta de que son los que están arriba los que deciden quién es la víctima y quién el culpable? .No sé bien cómo explicarlo, me falta cultura para describir este fenómeno.- -Levántate y ves al estante que hay junto al armario de mí habitación anda.- Eso es lo que precisamente hice y una vez allí observé una serie de libros un poco ajados por el tiempo, parecía que algunos de ellos tenían siglos pero no era así, sencillamente se notaba que se habían releído una vez tras otra de manera más o menos continuada. Muchos de ellos tenían papelitos que asomaban por encima de las páginas como señalando aspectos destacables de su contenido. –Busca entre los primeros de la mano izquierda uno que tiene el lomo de piel con estampación en oro que se titula El Inmoralista, de André Gide, ¿lo tienes?.- -Sí, ¿de qué va?.- Como si recitara dijo… -“Doy este libro por lo que vale. Es un fruto lleno de ceniza amarga; se asemeja a las coloquíntidas del desierto que crecen en los lugares calcinados y no brindan a la sed sino una quemazón más atroz, pero que, sobre la arena de oro, no carecen de belleza.”- Se quedó mudo al instante como si hubiese muerto súbitamente lo que hizo que fuese hacia el comedor de forma precipitada, pero él estaba esperando que volviera con el libro entre mis manos, -¿Te ha gustado esta pequeña introducción?.- -Que quieres que te diga, la poesía nunca ha sido mí fuerte.- -¿Poesía?, tu eres un paleto… - No lo dijo con ninguna animosidad, solo que la palabra paleto no me gustó. Entonces añadió, -Léelo y cuando termines me dices que es lo que has deducido ¿de acuerdo?.- -Bien pero no te garantizo nada.- -¿Qué significa esto?.- -Pues que no sé si lo voy a entender.- -Si acaso después de leerlo me dices en que te ha ayudado, nadie te ha pedido garantías de nada.-
Cuando llegué a casa después de desearle buenas noches y que se abrigara lo más que pudiera, abrí el libro y comencé a leerlo, me di cuenta entonces que el violinista me había recitado de memoria el prefacio del libro, bueno, solo el primer párrafo, intuí que conocía bien su contenido y que tendría algún motivo para recomendármelo de manera que partiendo del prefacio escrito por el mismo autor pasé al primer capítulo y conforme iba leyendo me llamó la atención unas frases de uno de los protagonistas, un tal Michel que a modo de llamada les decía a sus amigos…”Porque, si os he llamado bruscamente, y os he hecho viajar hasta mi lejana morada, ha sido para veros únicamente, y para que vosotros pudierais oírme. No quiero otro socorro que este: Hablaros.” ¡Coño!, eso era precisamente lo que yo quería, hablar con mi amigo el violinista, nada más que eso, parecía que hubiera interpretado mi situación y en ese momento me pregunté si ese hombre era un profeta de los tiempos modernos como lo fue en los suyos Nostradamus o Leonardo Da Vinci que parecían personas anticipadas a su tiempo. Precisamente algún tiempo atrás estuve en una exposición de Da Vinci que se hizo en el museo etnológico que quedaba cerca de casa, y pude ver réplicas de los inventos que hizo este gran hombre de ciencias, además de ser pintor y pensador. Quedé francamente impresionado por lo que vi, todas aquellas piezas tras cordones rojos de seda y barandas de metal, le conferían un aire magnífico a aquellas obras únicas, únicas desde el punto de vista del estudio que tenía que haber dedicado aquel hombre a la geometría, y el estudio de otras ciencias impensables para aquellos tiempos, aunque hay que reconocer que los egipcios también dejaron un gran legado de conocimientos que hasta hoy día son tema de debate entre estudiosos matemáticos. ¿Cómo coño calcularon las masas que hacían de las pirámides obras únicas?. Aparte de los templos, avenidas y otras construcciones realmente singulares, los egipcios marcaron un precedente que ha perdurado hasta nuestros días. Los judíos fueron también maestros en otras artes necesarias para la humanidad la medicina por ejemplo, sin ir más lejos Maimónedes que fue un judío español que termino siendo el médico de Saladino 1º cuando por razones de conservación de su propia vida cruzó el charco y se fue a África donde era muy estimado no solo por su medicina, sino también por su filosofía muy cercana a la doctrina aristotélica. Fue contemporáneo de Avicena y de Averroes este otro, gran filósofo árabe y ellos como otros marcaron pautas importantísimas en el campo no solo de la medicina sino del pensamiento y el estudio de la ciencia. Hay tantas cosas que desconocemos y que terminan por no importarnos por el simple hecho de que nadie nos ha hecho recapacitar sobre ellas o sencillamente, porque no hemos tenido a alguien que nos haya regalado un libro o nos haya estimulado a comprarlo, y nos entusiasme con historias merecedoras de ser, ya no digo estudiadas pero como mínimo, leídas.
Esto que acabo de escribir es solo un tema de referencia porque de ay en adelante empecé a leer de manera casi compulsiva y casi todo lo que caía en mis manos lo devoraba como si fuere el pan de cada día. Quizá fue ese el motivo de que al ir a devolverle el libro prestado al violinista le pidiera prestado otro que me llamó la atención “Materialismo dialectico y materialismo histórico”, cuyo escritor era un tal Stalin y se escribió en 1935, cuando me asomé al comedor de Tomás con el libro en la mano y le dije que dejara que me lo llevara para leerlo, -Juan, ese no.- Lo dijo con rotundidad y mirándome a los ojos como si fuese a robarle algo. –Vale hombre perdona, no creí que te pareciera mal, al fin y al cabo no es más que un libro.- -No es que me parezca mal tete, el asunto es que no vas a entender gran cosa, tiene un significado especial y trata de asuntos que ni siquiera sabrías aplicar en tu vida, es un libro político. Además todavía no me has resumido el contenido del que te presté hace unos días.- Me ofendí un poco, así pues dejamos el tema de lado y ese día me concentré en él. Sabía que estaba pasando mucho frio, lo atestiguaba como vestía dentro de casa, así que le hice saber que me hice con una estufa de petróleo y que mañana se la traería. –Oye Juan, gracias por pensar en mí bienestar pero no me hace falta alguna. Aunque me veas pasando frio, tengo los medios para poder tener una calefacción decente en esta casa, lo cierto es que si no la tengo es porque no la quiero. Pero no dudes que a partir de hoy, el saber de ese interés tuyo me va a calentar un poquito más, gracias de todo corazón.- Ya no entendía nada de nada. Tiene los medios para procurarse calor y se niega a ello… ¿Cómo puede ser eso?. Ya está, seguramente el pensar en su querida Nieves estaba haciendo que se flagelara de algún modo, que se culpara de la muerte de su amor y ahora estuviera vagando por el mundo como un alma en pena, pasando necesidades y sacrificios propios de un monje cartujo.
Mi creciente pasión por la lectura me hizo ir un domingo al mercado de San Antonio de las Rondas de Barcelona para adquirir libros, ese día adquirí a buen precio regateando Mobi Dik de Herman Melville, Platero y Yo de Juan Ramón Jimenez y La Casa de Fernanda Alba de Federico Garcia Lorca. Este último lo vi en otros puestos del mercado al mismo precio y en peor estado de conservación, de manera que me decidí a comprarlo allí, el vendedor, un hombre de gran volumen y con un resto de puro colgando de la boca me preguntó si era para hacer algún regalo, le contesté que sí, que me lo regalaba yo mismo y no pudo por menos que echarse a reír estrepitosamente y luego envolverlo en papel de color marrón a manera de funda para que se conservara mejor. –Enhorabuena hombre, has comprado un buen libro.- Esas fueron sus únicas palabras después de haber pagado las treinta y cinco pesetas que costaba el volumen. Contento de saber que había invertido bien esas pesetillas me fui para casa y entonces sopesé por cuál de ellos comenzar, me decidí por Platero y Yo, sentado en la galería el resto del domingo leí y leí hasta sentirme lleno. No puedo decir hasta que punto me hizo falta comer este día, pero os puedo asegurar que la lectura de este libro me mantuvo tan ensimismado que difícilmente puedo concretar qué era lo más importante para mí durante aquellas horas de lectura.
En la semana siguiente no pude ver a Tomás y eso me entristeció porque ya se había constituido un hábito, por otra parte él estaba acostumbrado a las visitas que se prodigaban cada vez más, y discutíamos sobre el punto de vista que cada cual tenía sobre libros y noticias que, al parecer eran cada vez más sensacionales y positivas para la gente que esperaba que el dictador muriera y por fin cambiaran las cosas para el país. Sin embargo el violinista no aparecía y eso me preocupaba, al cabo de diez larguísimos días dio señales de vida y sin más lo primero que le dije antes siquiera de darle los buenos días fue -¿Dónde has estado Tomás, me tenías preocupadísimo?- Me miró con cara de circunstancias y respondió -Mira Juan, la próxima vez que después de no vernos durante días se te ocurra preguntarme algo como eso lo vas a lamentar.- Craso error el que cometí, ¿Por qué siempre me aceleraba de ese modo sin pensar en las consecuencias?. –Perdón, creo que he metido la pata, disculpa, no volverá a suceder.- -Tete, no se trata de que andes por la vida pidiendo perdón, si, es cierto que eso te honra pero piensa antes de hablar. En ocasiones algunas preguntas no deben hacerse, porque limitan la libertad de los demás y debilitan la confianza que han puesto en nosotros, dicho de otro modo, podemos ser personas repelentes e inquisitivas y eso amigo mío puede ser desastroso para nuestra reputación.- ¿Qué argumentos le podría dar a una persona le elaboraba sus respuestas a partir de una lógica aplastante? Por lo menos a mí no se me ocurría ninguno, incluso pensé que si los hubiera tenido, él los habría descompuesto con esa dialéctica sencilla pero directa, ¡como lo envidiaba!, me gustaría ser como él algún día.
Pareció leerme la mente porque a renglón seguido añadió… -Para cuando estés un poco más cultivado en la lectura y comprensión de la filosofía, te daré a leer “Las Filípicas” de Marco Tulio Cicerón, un libro que sin duda te dará una dimensión más clara sobre la oratoria, sus conveniencias y sus inconvenientes, eso sí, debes tratarlo con mucho mimo, desde el punto de vista de su lectura quiero decir, si lo haces así, te enriquecerá enormemente. Ahora si me disculpas, tengo cosas muy importantes que hacer y no puedo estar entretenido.- -Tomás he comprado unos libros en el mercado y estoy disfrutando mucho de la lectura de Platero y Yo.- Me miró seriamente y a continuación esbozó una sonrisa -Es un libro maravilloso, disfrútalo mucho. Soy un torpe de cuidado, se me tendría que haber ocurrido a mí el aconsejarte un libro como ese, ¡maldita sea! Soy un estúpido, te recomiendo un libro cáustico, cuando lo cierto es que hubiera tenido que comenzar la casa por los cimientos.- Se dio un golpe en la frente con la palma de la mano abierta y con un gesto de la mano me despidió. Cuando bajaba por la escalera recordé que en la mesita de centro del comedor salita tenía un montón de cosas que no me dio tiempo a adivinar que eran, parecían candeleros, pequeñas joyas, cosas metálicas que ante la luz opaca del balconcito brillaban. Ante la reprimenda que me dio y el consejo posterior que difícilmente se me olvidaría no pude acertar a ver a ciencia cierta que era todo aquello, una pequeña maleta abierta estaba sobre el sofá, solo eso acerté a ver con claridad.
Mientras tanto, mi abuelo Juan se estaba quedando como un alma en pena, cada vez más delgado, sin ganas de levantarse de la cama y cuando lo hacía hablando con alguien al que nadie veía arriba y abajo del piso. Mi padre por su parte, un sábado por la mañana cogió un martillo y un par de sacos de esparto y se puso a vaciar la jaula donde estaban los conejos y las gallinas, llegó a casa un amigo de él que vivía en el Buen Pastor, que se ganaba la vida alquilando lavadoras por las casas y que llevaba un motocarro y le regaló los animales, gallinas en un saco, conejos en otro. Luego desmontó a martillazos la pequeña instalación con cierta rabia, lo noté porque cuando alguna de las maderas se le resistía golpeándola, soltaba pequeños grititos como los que hacen los tenistas cuando quieren imprimir más fuerza a sus golpes, y así sin descanso golpeando y arrancando, quedó solo en el suelo sentado entre maderas bisagras y clavos jadeando. Encogió las piernas y apoyo los antebrazos sobre ellas con la cabeza sostenida por aquellas columnas de acero, nervudas y bien formadas, con la calva reluciente de sudor. Así estuvo durante diez o quince minutos, hubiera dado cualquier cosa en aquel momento por saber que pasaba por su cabeza en ese instante, entonces se encendió una voz de alarma en mi cabeza, era la voz del violinista que me recordaba que el ser apresurado y hacer juicios de valores nunca deben estar en nuestro formulario.
-Papa, ¿te ayudo a recoger todo esto?- Como despertando de un tránsito asintió con la cabeza, se levantó del suelo y agarró la mía fuertemente un instante dándome a continuación un beso. –Si no fuera por vosotros… mí vida ahora tete no valdría nada, no tendría sentido. Hemos perdido a dos seres muy queridos Juan, y de eso tienes que aprender, que siempre hay en algún lugar, alguien por quién vale la pena seguir luchando, pero a veces es tan difícil encontrarlo…- Joder, ¿Qué estaba pasando, me estaba perdiendo algo?, claro que sí, pero no podía ver el alcance de toda la situación. Mi padre tenía cuarenta y dos años y en mí caso todavía no había alcanzado los veinte. Es imposible tratar de dilucidar determinadas circunstancias hasta que no le suceden a uno mismo, los conceptos de la vida cambian continuamente de persona en persona, puedes aplicar patrones de conducta pero la letra menuda de estos patrones los tienes que establecer tú porque, sencillamente los vives en primera persona. Te corresponde pues, determinar qué es lo más valioso, que se debe desechar y cuantas de las cosas que te rodean pueden alimentar y enriquecer tu personalidad.
A todo esto se cumplió un año de la muerte de mi madre y extraño como pueda parecer mi abuelo lo recordaba con toda claridad. –Pobrecilla mía, con tanta gentuza haciendo mal por hay y ese cabrón de arriba riéndose a nuestra costa por haberse llevado a lo más precioso de esta casa.- Solo pasaron dos meses más para que lo internáramos en los hogares Mundet, era imposible cuidar de él en casa. Ya era penoso que una vecina tuviera que hacerse cargo de la menuda para que se hubiera de pagar a alguien que lo cuidara a él, imposible.
-Buenas noches señor Nicolás…- oí la voz del violinista en la puerta de la casa, salí corriendo al recibidor y allí estaba con su abrigo de paño largo, la bufanda todavía vuelta en el cuello y su sombrero de fieltro, -¿Qué tal estás Tomás?- -Bien pero hace un frio esta noche que ni te cuento.- -Pase usted por favor.- ese era mi padre, sorprendido de recibir visitas a las nueve de la noche. Le cogí el sombrero y el abrigo y lo colgué de la percha del recibidor, dejó una pequeña maleta en el suelo a un lado y pasó al comedor. Cada gesto que hacía parecía calculado, pero solo en apariencia, el caso es que cuando ves a una persona hacer cosas dentro de los límites que conoces bien prestas una atención diferente a cuando está en el suyo o incluso en un terreno parcial. –Buenas noches a todos.- saludó mirando a mí hermano quién le devolvió un saludo fugaz porque estaba dando buena cuenta de la sopa que papá preparó del cocido del día anterior. -¿quiere quedarse a cenar con nosotros?, será un placer tenerlo en la mesa, además con el frio que hace afuera no le vendrá nada mal un plato de sopa caliente.- -No he venido con ese fin pero… se lo agradezco Nicolás.- -Tenga la bondad de tutearme, me parece que después de todo puedo considerarle un amigo de la familia.- -Lo haré si tú me tuteas a mí, al fin y al cabo tu hijo Juan ya tiene esta licencia y me siento muy honrado, tenemos muy buen trato es un chico excelente.- -Hecho, y no hace falta que te diga que aquí tienes tu casa para lo que dispongas.- Después de apurar el plato de sopa que mi padre recalentó para que hiciera su efecto en el cuerpo del violinista, le sirvió dos filetes rusos, luego cuando llegó la hora de relajo le ofreció café con un brandy. Quizás nadie se diera cuenta, pero estaba felicísimo de aquel encuentro un tanto íntimo que empezábamos a tener y por ese motivo estaba exultante, en mí interior pensaba “nuestra amistad está consolidada”.
Después de una conversación relajada y sin ningún apunte personal de la vida de unos y del otro Tomás le hizo una petición a mi padre -Verás Nicolás, he traído una pequeña maleta conmigo…- -Sí la he visto, que pasa con ella?- -Contiene cosas muy valiosas para mí y habida cuenta de que tanto mi hija como mi yerno ya han terminado con los pocos fondos que tenía, quiero conservar esos recuerdos que son lo único material que me queda en la vida. Quería saber si os los puedo confiar a vosotros, porque mi hija sabe que algunas de estas cosas son valiosas monetariamente hablando, va a venir a visitarme esta semana próxima y sé que me las va a pedir sin tener ningún derecho sobre ellas. En el caso que yo faltara sería apropiado que las heredara pero jamás antes de eso.- -¿Y qué le vas a decir en el caso de que te las pida Tomás.- -Sencillamente que ya no están en mí poder y en el peor de los casos que pueden poner la casa patas arriba para confirmarlo.- -¡Que fuerte es eso que dices!.- -Más que fuerte, que triste… con lo que quiero a mi hija, después de la muerte de su madre me acogí a ella como el último reducto para mi salvación emocional pero está claro que me equivoqué, ¡cuánta desidia demostró en cuanto apuntó su adolescencia!, despreció consejos y normas, insultó a su madre en ocasiones y a mí me rompió el corazón después de ver con qué clase de personas se asociaba. Fue un pequeño martirio que sobrellevamos su madre y yo del mejor modo posible con la esperanza de que algún día se diera cuenta que estaba viviendo en una especie de fantasía que no podía hacerse realidad. Creo que el culpable de su actitud fue solo mía, porque su madre me lo advertía continuamente “No le des tanta manga ancha a Carlota, no tiene edad para hacer lo que le plazca, no es normal que invite a esos amigos de los que no sabemos nada a fiestas y comilonas, y peor todavía que se queden a dormir porque no son capaces de conducir después de lo que han bebido. Te equivocas Tomás, yo le hablo, pero si tú no me secundas no sirve de nada cariño.” Esto me lo decía abrazándome y besándome, ¡nos quería tanto a los dos! Y ya ves, con los años se ha convertido en una mujer furiosa con el mundo que la rodea, sin otro aliciente que el de aparentar que es rica y feliz, a cuenta de exprimir a los que le rodean para mantener su estatus. Ahora se le está acabando la munición porque ya no puedo darle más, de hecho toco el violín en cualquier parte con el fin de poder darle dinero que constantemente me pide. No hago más que recibir telegramas lamentándose de su situación y como sabe que estas llamadas me llegan al alma, procuro darle lo que tengo y lo que no tengo, pero ahora Nicolás esta situación se escapa de las manos. Se añade a esto otro problema, su marido es igual de ambicioso que ella, es una persona sin escrúpulos y lo peor de todo, sin trabajo ni ganas de encontrarlo.
-Caramba Tomás lo lamento, que tengas que llegar a estos extremos es muy lamentable, quizás llegue el día que se dé cuenta de lo mucho que habéis hecho por ella y cambie de actitud. De cualquier forma, si no trabajan ninguno de los dos ¿de qué viven?.- -De la hacienda, tiene mucho terreno cultivable, del orden de ocho hectáreas que están distribuidas en granjas de cerdos con matadero incluido y choperas, además de unos cuantos jornales de vides.- Mi padre soltó un silbido cuando le dijo esto. –Me permites hacerte una observación?.- -No faltaba más, tú dirás.- -¿Cómo es que no regentas tú la hacienda?, parece que fuera lo más lógico siendo el dueño.- -Me estafaron Nicolás, y de qué manera. Una estafa por todo lo alto que solo perseguía el hundirnos completamente, si cabe decirlo, matarnos. De hecho eso mató a mí mujer, no de por sí el disgusto, sino quién fue la procuradora de todo el entramado.- -Lo siento mucho Tomás, es bien cierto que nunca conoces suficientemente a las personas, bueno en este caso a los hijos.-
Esa corta conversación dio punto y final a la visita del violinista esa fría noche de invierno a nuestra casa. Se le notaba cansado y roto cual si se tratara de un muñeco de trapo, le costó esfuerzos doblar los brazos para enfundarse el pesado abrigo, sujetando el sombrero con la mano izquierda se despidió de todos, se le abrió la puerta y justo al salir al rellano levantó las solapas de su abrigo haciendo que su cara desapareciera en la semi oscuridad de la escalera. Estuve tentado a decirle “mañana nos vemos…” pero al instante rectifiqué y solo añadí, “que descanses”.- -Gracias Juan, lo mismo te digo.-
-Nicolás, me gustaría invitar a tu familia a comer en una pequeña fonda que conozco en la Gran Vía este domingo.- Eso fue al cabo de cuatro días de visitar nuestra casa cuando coincidimos en la barbería del Manel, esta vez era él el que llegaba más tarde que nosotros y se sentó a mi lado. –Si hombre, como no, tú dices a qué hora.- -A la una y media vale?.- -Estaremos preparados, Soledad también vendrá no tengo con quién dejarla.- -Contaba con ello, no te preocupes.-
Entre tanto murió un compañero de trabajo que al parecer estaba muy malito desde hacía años a resultas de un cáncer de huesos, el más antiguo de la empresa, el más dinámico y jovial a pesar de todo lo que estaba pasando, cerraron un día por causa de defunción y el jueves toda la plantilla fuimos al entierro. De la noche a la mañana su corazón dejo de funcionar como si alguien hubiera olvidado darle cuerda a esa maquinaria que aparentemente marchaba a las mil maravillas, nadie dio detalles de su muerte pero ¿Qué más da?, cuando alguien muere, muere y punto, sobran detalles.
El día de la comida el violinista se presentó en casa con una puntualidad absoluta, bajamos todos menos mi hermano quien tenía un compromiso de última hora y por quién mi padre se excusó, pero Tomás que era muy sagaz parecía saber que faltaría a la cita, eso sí, lo hizo sin que nadie se diera cuenta.
-Es un lugar pequeño pero limpio y acogedor como pocos ¿no os parece?- -Si, tienes razón, además la comida es muy buena y variada.- -Le he dicho al dueño, que se estirase un poco con los platos aunque hubiera de pagar un poco más.- Eso lo dijo sigilosamente, casi como si nos hablara al oído, sonriendo, se le notaba feliz con los ojos chispados, contento de haber podido hacer algo por aquellos a quienes consideraba amigos. Después de todo esto le contó a mi padre el asunto al que se había referido la vez anterior, es decir, la estafa. Entró en pormenores de lo sucedido hacía años, explicó, que su yerno entró en un mundo peligroso, el mundo del juego, el póker lo llevaba a mal traer y perdía grandes cantidades de dinero hasta el punto de que se fundió la herencia que supuestamente sus padres tenían que dejarle a su muerte. Ante su insistencia le dieron el dinero de forma anticipada y le duró como solo dos años, entretanto conoció a Carlota y siendo el caso que los dos querían aparentar ser adinerados y de buena posición social, se engañaron el uno al otro. ¡Qué ironías tiene la vida!.
-A partir de entonces mi hija se convirtió en un ser egoísta y dicho de paso desdichado, así es como llegó a ser la clase de persona que es hoy. No le doy toda la culpa de cómo es pero… hay cosas que ni por venganza a un padre se le debe hacer. Un día de mediados de septiembre a punto de hacer la vendimia con el grupo de trabajadores en el tajo me llamó desde la otra parte del linde del camino, de pié sobre un descapotable reluciente que conducía su marido, parecía algo urgente de manera que me despojé del sombrero de paja y fui a paso largo hacia ellos.- -Papá vamos a casa rápido que tenemos que hablar.- -No me dio ningún detalle en principio, pero en cuanto entramos en la casa pasó directamente a la gran cocina y se sirvió un vaso de agua, él señorito cabizbajo pero impecablemente vestido con su traje de lino y sus zapatos blanco y negro se sentó y solo dijo -Este problema lo tenemos que solucionar ahora mismo.- -Para entonces no conocía la historia que te contaba antes sobre su vida, me enteré de viva voz por sus padres quienes añadieron cuando supieron que era el padre de Carlota “pobrecilla, en malas manos ha caído señor Tomás”, y yo pensando, pues no saben ustedes en qué manos a caído ella. Entonces Carlota sacó un documento grapado con varias copias del bolso y añadió “papá la hacienda sale a subasta pública porque se puso como garantía para pagar una deudas se no se han conseguido finiquitar, en consecuencia se pierde”, ¿Cómo que se pierde?, tu sabes bien lo que nos ha costado hacer de esta montaña un vergel y ahora vienes con que “esta hacienda se pierde?”. No, ni hablar, no señor, que no. ¿Quién os a asesorado del asunto?- -Tu abogado, Ricardo .- -No me lo puedo creer, ¿a cuánto asciende la deuda?- -Ese no es el caso papá, el caso es que se puso por escrito que era la hacienda lo que se comprometía. Pégame si quieres, insúltame o haz de mí lo que quieras lo tengo merecido, tampoco culpes a Jose Angel porque lo hizo con mí beneplácito, los dos sabíamos a lo que nos exponíamos fue asunto de los dos.- -Estuve a punto de tirarme contra la pared de piedra pero mí esposa Juanita lo había escuchado todo, corrió a mí lado y evitó que cometiera una locura mientras miraba con cara de odio a Carlota.- -Anda Tomás firma y que sea lo que dios quiera.- -Lo que dios quiera, dijo la pobrecilla, como una oveja que va al matadero lo tomó con una resignación asombrosa.- -Dime Carlota, ¿Cuánto tiempo tenemos para dejar nuestra casa?- -No lo sé muy bien mamá pero creo que como máximo un mes.- - Nicolás, este es uno de los momentos de mi vida en el que si me cortan un brazo no lo hubiera sentido. Ciertamente estaba sin sensibilidad alguna, parecía que además de haberse parado el tiempo, estuviera flotando sobre una nube incapaz de soltar la lluvia allí donde hacía falta. Vomité no sé por qué razón, después de eso, habiéndome enjuagado la boca cogí los documentos y firmé donde Carlota me indicaba.- -Papá olvidas poner la fecha de hoy y el numero de tu D.N.I.- -En fin Nicolás, todo aquel teatro lo montaron para quedarse con todo y dejarnos en la calle. No era cierto lo de la deuda, ni tampoco en consecuencia que fueran a subastar la propiedad, tódo mentira, una patraña asquerosa que imagino que solo tenía como motivo quedarse con aquella hermosa casa y después empezar a vender el terreno poco a poco. Amigos míos me decían que incluso vendieron alguna porción de terreno más de una vez y que eso les llevó a los tribunales, tenían pendientes no sé cuantas causas pendientes.-
-Parece mentira, ¿y cómo puedes tener relación con ella después de todo esto?.- -Buena pregunta, pero no se qué contestarte, quizás sea porque ella es lo único que tengo que sea realmente mío, en fin, no lo sé ni tampoco quiero especular con ello. Una cosa es segura, cuando marchamos de nuestra casa y quedó vacía pasamos al cabo de un mes accediendo a la zona por un sendero que muy pocos conocían, resultó cierto que la casa estaba habitada, pero quienes la habitaban eran Carlota y Jose Angel , allí estaba su reluciente Mercedes nuevo recién matriculado y hasta se habían procurado un jardinero que atendiera las marquesas, rosales y hortensias que decoraban la entrada de la casa bajo sendos porches de piedra que hice reconstruir según los planos originales. Por supuesto que cuando digo visitamos no me estoy refiriendo a mí esposa sino a un guarda forestal con el que me unía una buena amistad y que bajaba un par de veces por semana a Salt, el lugar donde alquilamos un pequeño chalet. Pero Juanita se iba marchitando tan rápido que fue imposible reanimarla y finalmente sin saber porqué, murió al cabo de dos años de aquella nueva vida, sin una queja, sin un dolor, sin nada aparente, como un arbolillo que se saca de su lugar y se pretende plantar en terrenos extraños.-
Sin embargo no parecía guardar ningún rencor a nadie, ¡cuánta solidez la del violinista! Y cuantas pequeñas pero a su vez grandes lecciones aprendía todo aquel que se arrimaba a él con el ánimo de aprender. Antes de despedirnos en la puerta de casa ese día, cogió por el hombro a mi padre y le dio una pequeña cadena dorada con una llave y le indicó… -Nicolás, si por cualquier motivo me sucediera algo ten a bien abrir la pequeña maleta y seguir las instrucciones que allí se indican, ¿lo harás por favor?.- -Pero hombre, que te va a pasar…- -Nunca se sabe Nicolás, nunca se sabe. Dame tu palabra por favor.- -Bien, tienes mi palabra.-
Cuando llegamos a casa, mi padre me hizo una observación -Hay que ver con Tomás, desde luego este hombre es excepcional, Juan, no cuentes a tu hermano nada de lo que ha hablado, ¿de acuerdo?.- -Claro papa, no te preocupes. Si mi hermano fuera de fiar…- -Tampoco te pases, sencillamente te lo digo porque ha puesto su confianza en nosotros y en nadie más, si él hubiera querido que tu hermano lo supiera lo habría dicho pero no ha sido el caso.- Al cabo de tres días visité de nuevo a Tomás pero no contestó, me di media vuelta y al bajar al portal observé un furgón de las pompas fúnebres, era del servicio del Ayuntamiento y sacaron del portón trasero un ataúd, curiosamente no llevaba encima la consabida cruz, era un ataúd sencillo de madera tintada. Me quedé en la escalera por curiosidad y acto seguido entraron en el edificio dos guardias urbanos que pasaron como una rápidamente por mi lado, a uno de los hombres que subieron el ataúd pregunté quien había muerto, era un hombre de veintitantos que me contestó -Un vecino del segundo que al parecer no tiene familia y que debería ser músico porque a muerto en una butaca con un violín en las manos y unas partituras a medio hacer.- Salió a la calle y volvió a entrar con una tela bajo el brazo, por un momento pensé que eso no podía estar sucediendo y me fui deslizando por la pared hasta quedarme en cuclillas con la cabeza entre las manos, uno de los guardias me preguntó si me pasaba algo y por instinto puro me salió decirle que era mi tío y que si me dejaban verlo. Me acompañó al piso y algunos vecinos se habían arrimado a la baranda de diferentes pisos para ver qué pasaba, lo vi fugazmente cuando lo envolvían en aquella especie de sudario puesto en el suelo. Los ojos entreabiertos y una leve sonrisa en los labios, me estaba mirando en ese momento con la cabeza vuelta hacia mí y todavía creí que quería decirme algo incomprensible. Seguramente las lágrimas que inundaban el rostro estaban haciéndome delirar, en voz alta solté “¿Por qué me has hecho esto Tomás, que voy a hacer sin ti ahora?”. Un señor vestido con traje y chaleco me preguntó si le conocía y volví a repetir que era mi tío y que vivía solo, era el juez que estaba presente para el alzamiento del cadáver. –Oiga señor, ¿me puedo quedar el violín?.- Me contestó que sí, entré en el dormitorio y saqué de él la funda, como si de una liturgia se tratara puse el instrumento con sumo cuidado dentro sin que golpeara ningún lado, lo mismo hice con el arco, después cerré la caja con lentitud de manera que observé como todos los presentes estaban mirando con respeto esa especie de ceremonia, cerré las tancas y lo levanté con cuidado por el asa portátil. Pregunté cuando sería el entierro, contestaron que lo llevaban al instituto anatómico forense y después avisarían. Di nuestra dirección a la vez que les comuniqué que nosotros avisaríamos al resto de la familia.
No íbamos a ir al entierro, cumpliendo la voluntad del violinista se abrió la maleta en el dormitorio de mi padre y en un sobre lacrado encontramos una carta que rezaba así : “Queridos amigos, desde que os conocí han cambiado muchas cosas en mi vida. He aprendido de vosotros que aunque somos un suspiro en este mundo las personas con las que uno comparte experiencias pueden enriquecerte o empobrecerte, vosotros sois de los primeros. Creí ser una persona tullida hasta que por sorpresa llegasteis a mi vida y desde entonces he reído más que llorado, ambos hemos perdido mucho, unas veces por nuestras propias circunstancias y otras veces por las que nos han sorprendido y que no hemos buscado. No me da vergüenza deciros que os quiero por ser personas sensibles a los males ajenos y sobre todo por ser buenos, valor este difícil de encontrar hoy día.
P.D. “Os pido por último que no vengáis a mí entierro, no serviría de nada porque a los muertos no hace falta presentarle los respetos. Lo habéis hecho en vida y eso es lo que cuenta. Esta maleta contiene el presente que os quiero hacer. Podéis disponer de lo que contiene como mejor os plazca pero si necesitáis desprenderos de algo, os adjunto la dirección de un buen amigo que os ayudará en lo que necesitéis. Muchas gracias por dar a este viejo motivo para vivir un poco más.”
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