MARÍA II.
Lo que para unos es el día, para otros es la noche, esa es la razón de porque Augusto la saludó al meterse en el taxi del modo que lo hizo. Cuando se pasa más de media vida en lo alto de un automóvil resulta un poco confuso todo, es casi lo mismo que los trabajadores de empresas que están a turnos constantemente, llegado el momento, ya no sabes si tienes que dormir cuando sales del trabajo, comer, o tomarte unas cañas.
Por eso María al salir a la calle y sentir una ráfaga de viento que movió de forma repentina su cabellera de color castaño se vio así misma transportada en el tiempo, quizás fuera una exageración suya pero se sentía desplazada hasta el punto que de no ser que Agus estuviera aparcado entre dos coches en doble fila, hubiera acabado en el suelo, se apoderó de ella una especie de temor claustrofóbico a pisar el suelo de la calle. –¿Has conectado la alarma cuando has salido?- -¿Cómo quieres que lo haga si no tengo ni idea de donde está?- -Claro, estupido de mí, disculpa un momento por favor.- Bajó del Mercedes que estaba al ralentí y María bajando el cristal apuntó… -Augusto, para el motor por favor.- -Chica pero si es solo un instante.- -Da lo mismo apaga el motor.- Con cara de resignación volvió al coche y desconectó la llave del encendido, -¿Contenta la señora?- Esto último se lo dijo dibujando una sonrisa en los labios. Cuando regresó al cabo de un par de minutos y le dio al encendido le preguntó -¿Dónde vamos María?- Volvió la cabeza hacia él y se lo quedó mirando con unos ojos escrutadores y profundos -Por supuesto, a tú casa.- Esa iba a ser su última carrera del día hasta las siete que comenzaría de nuevo su turno. –Me gustaría que me acompañaras a desayunar al Trebisól, hacen unas pastas riquísimas y el café es delicioso.- -Lo siento María, estoy loco por pillar la cama, además me está esperando César que prepara siempre el desayuno y lo compartimos juntos desde hace años. Es una especie de ritual que no queremos romper por nada del mundo, nos lo debemos mutuamente porque después del desayuno yo duermo y para él comienza la labor en el restaurante. Es una persona muy metódica y responsable, le gusta supervisar las materias primas antes de empezar a preparar el menú que se sirve por la noche.- Eso lo decía con tal convencimiento y cariño que evidenciaba una especie de reverencia hacia su amante. Mientras conducía, María pudo entrever mirando de soslayo a Augusto que parecían formar un tándem ideal en la vida, incluso se atrevió a pensar que una pareja de esta características era poco menos que imposible que se rompiera. –Lo quieres mucho ¿cierto?- -Si,- Contestó con rotundidad, fue un si simplificado, sencillo, determinante, convincente, una consonante y una vocal que concretaban todo un universo de sentimientos, una mínima expresión de la máxima emotividad que puede encerrar la respuesta a la pregunta del porque uno vive, respira, siente esos cosquilleos inexplicables cuando se acerca a su amor para besarle o abrazarle, la aceleración del corazón que movido por la mente está convencido de que estás pisando tierra firme y no volando a merced de los vientos cambiantes.
Irremediablemente llegó a su casa, metió la llave en la puerta y se despojó del fular que llevaba puesto, de pronto empezó a sonar la alarma, Si yo tengo alarma… se dijo para sí misma, corrió a desconectarla porque esta permanecía apagada al entrar en casa solamente cuarenta y cinco segundos, esa era el tiempo que le aconsejó el comercial de la empresa de seguridad que se la vendió. Corrió al teléfono marcó un número y dio una clave necesaria para identificarse después de lo cual comunicó que había sido una falsa alarma. ¡Qué curioso, suena la alarma y debo comunicar que ha sido una falsa alarma! No deberían existir esas cosas en el mundo, pero que le vas a hacer cuando tienes unas cuantas cosas muy valiosas donde vives, joyas, cristalerías, vajillas y cuadros, algunos de los cuales son de incalculable valor, o mejor dicho, de incalculable valor para María en el aspecto puramente sentimental, aunque algunos dibujos de Miró dedicados a su familia y un retablo que guardaba celosamente en un lugar donde nadie imaginaba, eran de los bienes más preciados junto a un clavicordio con su banqueta a juego que periódicamente hacía revisar por un maestro especializado en estos instrumentos antiguos, y que siempre lo tenía al día, eso sí, cuidadosamente envuelto en unas telas especiales que le recomendara el maestro.
Al principio pensó en darse un baño, pero luego cambió de idea se dio una ducha rápida, se vistió con vaqueros una camisa de rayas azules con el cuello Mao y unas cómodas deportivas, cogió del armario una sahariana y salió a la calle en dirección al Trebisól donde nada más entrar vio a Sasi quien al parecer descuidó al anudarse el delantal, tirar de su falda de flores hacia abajo dejando al descubierto una buena parte del muslo derecho de su pierna, cuestión esa que por un momento le hizo reflexionar sobre si la ponía sobre aviso o lo dejaba correr para recrearse ella también de aquella hermosa visión. Cuando se acercó a la mesa para servirla y después de darse los buenos días, María le dirigió un golpe de vista a sus piernas, Sasi se la quedó mirando y preguntó -¿Te gustan María?- -Si, y mucho (sonrió), pero el caso es que enseñas casi toda la cacha derecha.- -¿A, Si?, pues es verdad, pero si a ti te gustan mis piernas no las cubriré, voy a andar todo el día así en tu honor.- Soltó una hermosa carcajada y se apoyó sobre la mesa para darle la oportunidad de que contemplara también sus pechos que andaban sin sujeción alguna dentro del escote. -¿Qué va a ser preciosa, lo de siempre?- -A no ser que tengas algo especial nuevo si.- -Tengo algo muy especial para ti, pero no se ofrece en el restaurante, pero si quieres verlo en mi casa cuando termine te lo enseño, ¿Qué te parece?.- María se echó a reír y pudo por menos que ponerse la mano en la boca para no llamar la atención, a esa hora de la mañana la zona del restaurante se había convertido en una granja en la que el ambiente estaba lleno de olores de chocolate, café con leche y pastas. –Sasi, hoy voy a cambiar de costumbres. Me traes un bocadillo de jamón del país y una buena copa de vino, no olvides ponerme un plato de aceitunas de Aragón.- -Muy bien, así me gusta, después de ajetreos lo mejor es recuperarse a fuerza de comer bien y beber mejor.- -Oye, ¿a ti quién te ha dicho que he tenido una noche ajetreada?, descarada, que eres una descarada.- No tenía motivos para disgustarse con ella, por ello sonrió haciéndole un guiño con el ojo y le lanzó con la boca un beso que Sasi recibió con cariño, pues le correspondió. Tardó tres minutos en traer el pedido y acercárselo a la mesa, de nuevo sus pechos quedaron expuestos a su vista… entonces pensó en lo ocurrido en Palma de Mallorca cuando cumplió veinticinco años de edad. Su padre fue invitado por el alcalde de la ciudad al Círculo de las Bellas Artes, para ese tiempo ya andaba con bastón por causa de la esclerosis múltiple. Iban a nombrarlo hijo predilecto de la ciudad.
Cuando salieron del hotel Saratoga en el centro de la ciudad, dispuestos a subir al coche que el propio ayuntamiento les envió María pensó en lo mucho que se iba a aburrir en aquella recepción pero sin embargo su padre tenía mucha ilusión por asistir, sería una de las pocas veces que se le haría un reconocimiento público de estas características. Ciertamente era un asiduo colaborador en la reconstrucción y conservación del patrimonio de la isla, por decirlo de algún modo era un misántropo irremediable, como decía su mujer irrecuperable. Desde el peldaño de un escalón antiguo hasta la subvención desinteresada para transformar antiguas casas burguesas en bibliotecas o lugares de encuentro para los jubilados, eso sí, su caja fuerte se cerraba cuando el clero le venía a pedir financiación para reedificar algún altar deteriorado, restaurar algún santo, portalada, o lo que fuere relacionado con la iglesia. Ya se sabe, las dádivas están hechas a medida de los hombres, no de dios, y el señor obispo que conocía bien al señor Casaseus, cada vez que lo veía (que eran simplemente una o dos veces cada X años) no podía evitar mirarlo cuando lo saludaba con cierta animosidad. Sabía muy bien que todas las peticiones que se hicieron anteriormente por medio de su secretario habían resultado en estrepitosos fracasos.
El padre de María que recelaba de esta horda de chaqueteros políticos y morales comentaba en ocasiones con los amigos: “Si quiere algo este mamarracho, que venga y que me lo pida a mí, y que no ande con recaderos lameculos que se les ve el plumero desde Sicilia”.
-Verá usted (le soltaba el secretario del obispo) sabe bien que la iglesia vela por los intereses y el bienestar del pueblo y en consecuencia, sin querer abusar de su caridad cristiana, el obispo desea pedirle…- -No- Contestaba él cortésmente, -Ya sé lo que me va a pedir el obispo, y ahí tiene mi respuesta, ¿cree usted que se puede olvidar fácilmente que los que velan por el bienestar espiritual del pueblo fueron los que denunciaron a mi abuelo y mi tío de ser sediciosos y los condenaron al garrote vil después de tenerlos sesenta días en un calabozo a pan y agua?. Dígame señor secretario ¿lo hubiera olvidado usted?-
Lo cierto es que no daba esta respuesta solo por esta circunstancia personal, viendo entretanto como morían también su madre y su tía su memoria quedó completamente colapsada durante años, y él dicho sea de paso dejó de tener niñez, adolescencia, pubertad, dejó de ser una persona normal, a ser un marginado de la sociedad. A quién debía agradecérselo, lo tenía muy claro, a esa portentosa “Araña Negra” de quien escribiera en su día Vicente Blasco Ibañez (1892) y que durante muchos años tuvo una destacada influencia en los asuntos de estado. Vicente Blasco Ibañez retrata con auténtica crudeza ese inframundo del poder del clero, el jesuitismo en este caso concreto, que está dispuesto por sus propios intereses a asesinar con el fin de salvar los intereses espirituales de la mayoría. El secretario del obispo amenazó veladamente que mi padre podía perder el honor de ser hijo predilecto de la ciudad de Palma, y como quiera que sea que él inteligente y culto como era, interpretara a la perfección esa frase que presuntamente no se dirigía a él le contestó… -Pues tenga usted cuidado señor secretario, no sea que pierda usted el privilegio de ser el portavoz de este representante de la iglesia.- Evidentemente se marcó lo que se dice en el argot un tanto barriobajero “un farol” pero fue suficiente para que diera un respingo en la silla y bajara poco a poco la cabeza, -Creo que me ha interpretado mal señor…- -Ni señor, ni hostias en vinagre, lo que acabo de decirle lo suscribo y lo mantengo, ándese con cuidado buen hombre, y si le apetece repítale usted al señor obispo lo que le acabo de decir, que yo por mi parte me enteraré si lo hace y en los términos que lo hace, y ahora si me disculpa haga el favor de marcharse que tengo asuntos más importantes que atender.-
Efectivamente, María tenía el carácter de su padre, no le gustaba ser adulada ni tampoco menospreciada, se consideraba a sí misma una persona autónoma y decidida, no consentía a sus espaldas comentarios traicioneros y tenía arraigada como si de una doctrina se tratara, que los amigos lo eran si te decían lo que pensaban de uno a la cara sin ninguna clase de temor. Su padre le enseñó esto como si fuera una máxima en su vida, le decía que las cosas entre amigos se tienen que discutir y nunca dejar los asuntos aparcados para más adelante, pues en tal caso se crearía un estado de hipocresía entre ellos y eso no le convenía. –Si es el caso que te consideran una mala persona y no te lo dicen, aléjate de ellos, no te serán de ninguna ayuda en tiempos de dificultad, María, hija mía, ten esto muy presente.-
Llegó un día en que tuvo que poner en práctica ese consejo. Un primo suyo mayor que ella, aprovechando un paseo por la playa visitando a sus tíos de San Pol de Mar, la tumbó en la arena lejos del tramo más concurrido de la playa y empezó a manosearla y ponerle la mano debajo de las ingles hasta llegar por fuerza a su pubis, a María no se ocurrió otra cosa más que coger un puñado de arena de la playa y tirársela a los ojos, Conrado se quedó de rodillas en el suelo bramando de dolor y ella salió corriendo hacia donde estaban sus padres tumbados en sendas hamacas de madera con toldillo. Llegó jadeando por el esfuerzo de la carrera y loca del miedo que pasó, el primero en reaccionar fue su tío que regresaba de darse un chapuzón y al verla le preguntó que le pasaba, -Conrado… que ha querido meterme la mano por debajo del bañador y me ha sobado después de derribarme sobre la arena…- -¿Qué dices chiquilla?, tu primo jamás te haría una cosa así ¿Cómo se te ocurre?- -No se me ha ocurrido, ha pasado tío, no miento ¿por qué crees que me inventaría algo así?- -Mira María, vale más la pena que no digas nada, van a creer que estás loca, y hasta podrían meterte en un centro para examinarte y medicarte y ¿tú sabes lo que es eso?, venga vamos a dar un paseo por la orilla hasta que se te pase el berrinche ese que llevas encima. Mira te invito a un helado, llevo monedas en el bolsillo del bañador.-
Pero cuando volvieron del paseo, estando todavía su primo lavándose los ojos en una fuente cercana, su tío fue hacia donde Conrado estaba y después de sujetarlo por el brazo, se puso a discutir con él zarandeándolo por el brazo. A renglón seguido le dio una sonora bofetada que lo tumbó al suelo y moviendo el dedo índice de la mano lo amenazaba. María sacó una conclusión obvia, Conrado ya se había metido en problemas de ese tipo en más de una ocasión, por eso se acercó a su padre instruyéndole sobre lo sucedido, -Papá, acaba de sucederme algo que debo contarte ahora mismo.- María recuerda lo nerviosa que estaba y por un momento pensó en si debiera minimizar los detalles, por otro lado si quería exponer el asunto a la persona en quien más confiaba de forma clara, tenía que hacer acopio de fuerzas y derramar lágrimas si fuere preciso, pero contarlo todo de manera que su versión fuera inequívoca y no se prestara a varias interpretaciones. Ella estaba segura de que en su padre tendría un buen escuchador que es lo mismo que ser un buen conversador. Con todo su cuerpo electrizado quizás por el miedo o sencillamente por los nervios, con las manos una contra la otra frotándolas nerviosamente explicó con vergüenza pero con detalle lo sucedido, que Conrado era un pervertido estaba más que claro y que probó su fortaleza física y moral también. Su padre brincó de la hamaca y encajó las mandíbulas de manera que parecía fueran a rompérsele, cerró los puños y se dirigió a su hermano -¡Venga hombre no le des la importancia que no tiene!- Esa fue la respuesta de su hermano. -¿Encima de lo sucedido me sales con estas?, claro según tú, Conrado por ser mayor que María está autorizado a violarla ¿no es cierto?- -Pregunta a tú hija que le ha hecho a él, al pobre lo ha dejado medio ciego, le ha tirado arena a los ojos.- -Pues ha tenido suerte porque si de mí hubiera dependido le habría arrancado los ojos, te lo juro.- -Muy bien hombre, pues mira tú por donde, ya que tienes esos deseos para con él ¿porqué no me los quitas a mí?- -Tu no me has hecho nada, pero solo el pensar que hoy tengo que comer a su lado ya tengo arcadas, fíjate el asco que le he cogido de pronto.- -Muy bien, ¿y quién te dice a ti, que no ha sido ella la que lo ha buscado…- Antes de que yo pudiera contestar, mi padre le dio una sonora bofetada que le hizo tambalearse. –Nos vamos de inmediato.- Su madre sorprendida, más que eso desbordada por los acontecimientos (pues se llevaba muy bien con mi tía a quién había llegado a querer como una hermana) quiso decir algo pero no sabía que, de forma que puso las manos sobre el rostro y rompió a llorar sentada de lado sobre la hamaca. El resto, es fácil de imaginar, todos los bártulos metidos en el maletero del coche y vuelta a Barcelona. –Hoy no teníamos que habernos levantado de la cama.- Esas fueron las palabras de su padre que solo querían ilustrar que en ocasiones toma uno decisiones que terminan por ser nefastas, por otro lado María estaba tranquila y hasta se durmió de vuelta a casa. Sola en su sueño, aparecía una especie de bruma marina mientras se estaba bañando que cobraba forma humana gigantesca pero indefinida, es decir, como un ser extraño que fuera asexuado y que en la oscuridad en la que se transformó el día, le extendía una mano y la llamaba por su nombre María…María…María… llegaba hasta esta mano pero no la encontraba, entonces girando sobre sí misma se dio cuenta que no podía nadar y tampoco hacía pié, entonces esa mano invisible y traicionera le agarraba de los pies hacía abajo, no podía respirar, y en su afán por hacerlo de forma desesperada despertó gritando, su madre entonces la abrazó con fuerza y comenzó a respirar de forma más acompasada.
Cuando todo esto sucedió ella tenía catorce años y su primo veinte esa diferencia de edad hacía del hecho un auténtico suceso, una catástrofe juvenil que el padre de María no podría olvidar jamás. Evidentemente ella tampoco, ese acontecimiento marcaría su vida en el futuro, de tal modo que durante su adolescencia, sus pasiones juveniles rodaban como si de un tiovivo se tratara y que a cada vuelta los animales y coches que enriquecían esa atracción cambiaban de aspecto cobrando forma como faunos, unicornios y extravagantes elfos que mostraban su sexo de manera desvergonzada y gratuita. Cuando entró a estudiar en un colegio mayor y de ahí ir a la universidad sus sueños fueron siendo cambiados por las materias que se estudiaban sin dejar de ser cuando volvía a casa una persona retraída e introvertida.
La muerte de su madre primero y la de su padre después minaron sus emociones ostensiblemente. Cuando sus tíos y primos asistieron al sepelio María se puso en guardia como si lo hiciera un monje shaolín segura además, de saber que contestar a la primera de cambio, sin embargo pasaron desapercibidos en medio del entierro recibiendo de parte de tódos las condolencias por la muerte de un familiar ilustre y bueno. Cuando todo el mundo se retiró de nuevo a sus casas se acercó su tío Amadeo para darle un abrazo pero ella se zafó de él, lo cierto es que no quería saber más que si su hermano le había legado algo en su testamento. ¡Qué pena sentía por aquel pobre hombre! Toda su vida transcurrió a la sombra de su familia, de su esposa primero y después de sus hijos que arruinaron su reputación.
Mientras, su padre recibiendo los parabienes de toda la gente que le conocía bien por ser un hombre exquisito en su trato y en sus actos en general. De ahí que al salir del Círculo de Bellas Artes el día que lo premiaron se sintiera tan feliz aunque la recepción que le siguió fuera un auténtico rollo desde su punto de vista. Su padre pasó gran parte de esa velada sentado por causa de su enfermedad apoyado todo el tiempo en su bastón cuya empuñadura representaba una serpiente alrededor de un tronco de árbol. Ese fue un regalo que a María le costó encontrar y que al final consiguió en un anticuario, era un bastón de viaje desmontable con el adorno de la serpiente en plata vieja. En un momento determinado se dirigió a la terraza interior, había poca gente instalada bajo unos grandes parasoles, cada uno con luz individual y mesa de mármol redonda, se sentó en una de las sillas de forja grandes con cojines de algodón y casi se dejó caer derrumbada por el trasiego de esa tarde.
-Pobrecilla.- oyó a sus espaldas, era una voz femenina que no sonaba para nada burlesca en su expresión. Apareció por su lado derecho con vestido gris plomo corto y un gran pañuelo de seda de color azulón con zapatos y bolso de mano a juego. Su mano izquierda estaba adornado por un reloj Cartie rectangular con sujeción de piel, el pequeño bolso era Chanel, ¡vaya con la señora se dijo a si misma! Entonces vio el anillo en el dedo corazón de la mano derecha, era una exquisitez, un pequeño camafeo de marfil sin duda, sobre una piedra de lapislázuli y una pulsera del mismo material alternado por pequeños diamantes, pensó que una mujer que vestía así y calzaba del modo que lo hacía no llevaría bisutería barata y menos para esta ocasión. Pidió permiso para sentarse conmigo y le señaló la silla diciendo -Por favor…- -Ya lo ha dicho usted bien señora, pobrecilla, ¿sabe? No estoy acostumbrada a estas recepciones de alto copete, me aburro mucho, he venido a acompañar a mi padre… -Sé quién es tú padre y se quién eres tú María.- -Caray, también sabe mi nombre…- -Eres la única hija que yo sepa que tiene tu padre Andrés.- -Claro, debí suponerlo, mi padre es archiconocido por estas tierras…- La señora, rió a gusto cuando María hizo este comentario. ¡Qué risa más bonita!, pensó María, quizá fuera por la perfección de sus dientes y su expresión de sus ojos cuando lo hacía, pero al parecer reía por otro motivo. –Te conozco porque he llevado la fundación que creó tu padre en las islas desde hace diez años, eso es mucho tiempo, y a menudo me hablaba de ti y tus singularidades. Ya ves, no ha sido de forma gratuita que me he acercado a ti, quería conocerte en persona. –Imagino señora…- -Rocío- contestó la señora, -Rocío, que alguien como usted, que se ve de muy buena posición, hará esto por algún motivo ¿quizás económico?, digo lo de presidir esta fundación.- -No querida niña, durante años he sido una defensora del patrimonio cultural de las islas de manera totalmente altruista. Mis viajes por Europa como tour operadora me han abierto muchas puertas y he contactado con gentes que han visto en las islas, no solo un destino turístico sino también un auténtico paraíso llevado a diferentes niveles. Desde que comencé a fomentar esa otra perspectiva en el extranjero especialmente en Alemania, y al ver que miles de ellos venían con este atractivo en la mente las autoridades de esta comunidad pasaron a vender las islas a trocitos como si de un pastel se tratara. Cuando algunos intelectuales como tu padre vieron esto trataron de hallar las causas de esta locura, pero… ya estaba todo decidido, nada se pudo hacer al respecto, por eso me comprometí con tu padre a hacer lo buenamente posible para evitar esa especie de homicidio.- -Comprendo, esa era la relación con papá. ¿Sabe usted Rocío?, es usted una gran persona, se lo digo con conocimiento de causa. Mi padre se rodea de personas como usted, diáfanas, destacadas entre los demás por como él, comedidos y a la vez brillantes, sabios que no es lo mismo que cultos, y apegados a sus principios aunque por defenderlos le vaya la vida. Créame, sé de lo que hablo.- -¿Dónde os alojáis María?- -En el Saratoga, no parece el más lujoso de la ciudad pero mi padre dice que el lujo no está reñido con el confort, estamos en la suite…- -Ochenta y cinco.- interrumpió Rocío, María mostró entonces una cara de sorpresa y Rocío la tranquilizó diciendo -No te asombres mujer, se lo recomendé hace años, además el director es un buen amigo mío que haría cualquier cosa por complacerme, es mi ex marido, cuando le hago saber que tú padre les visita prepara la suite de tal modo que ese cuatro estrellas se transforma para él en un pequeño oasis de tranquilidad y lujo a la vez, incluso las comidas le son servidas de manera excepcional.- -Bueno yo estoy en la habitación de al lado, comunicados siempre por la puerta interior, estamos juntos pero no revueltos.- ese apunte hizo que Rocío riera de nuevo echando la cabeza hacia atrás y mostrando su bellísimo cuello, “mira, como el de un cisne, ¡hermosa mujer!” se dijo para sí María. Acababa de conocerla y ya le parecía que fuera una amiga de muchos años, quizás fuera en parte porque ya lo era de su padre y eso le confería cierto aire de familiaridad. -¿Sabes que podemos hacer ahora?, brindar por este acontecimiento, ¿Qué te parece?- -María mostró sin decir palabra un signo de aprobación y solo apuntó -Pero cuidado que no estoy acostumbrada a beber, con media copa de cava para mí es suficiente.- -Como quieras, por mí parte pediré una ginebra vieja.- Les sirvieron las copas y cuando Rocío levantó la suya brindó… -Por este preludio de amistad que espero que dure mucho tiempo.- María hizo lo propio y rápidamente pensó en lo que significaba “mucho o poco”, “más o menos”, “verdad o mentira”, esos asuntos son aspectos en los que a menudo no pensamos pero que ciertamente nos ayudan a confiar o no, de las personas al margen de quienes sean o la relación que nos unan a ellas.
Lo que sí estaba claro es que se sentía atraída por Rocío de una manera inexplicable, un conjunto de cosas, palabras, acciones, su manera de abordarla, todo eso representaba algo sin saber definir qué.
-¿Que vas a hacer mañana María?, te lo pregunto porque me gustaría pasar el día contigo y de ese modo nos conoceríamos mejor. No te preocupes por nada, todo corre de mí cuenta, saldremos a navegar un rato y te enseñaré unos cuantos lugares de los que quizás has oído hablar pero que nunca has visto, ¿te parece buena idea?- -Sí… creo que no encontraría mejor guía que tú, solo dime qué tipo de ropa tengo que llevar porque lo que es yo no tengo ni idea de donde vamos a ir.- -Ves lo más cómoda posible, será un día completamente informal. Unos vaqueros y una camisa serán suficientes. Te recogeré en el hotel a las diez en punto ¿te va bien?- -Bien, desayunaremos juntas, muchas gracias por la invitación Rocío.- Cuando volvieron al hotel a eso de las once de la noche, a su padre se le veía notablemente cansado, lo acompañó hasta su habitación y con dos besos le deseó las buenas noches, antes de salir de su habitación le comunicó a su padre que al otro día saldría a pasarlo fuera. La habían invitado a salir en barco y claro, no sabía a qué hora volvería ¿me necesitarás para algo? -No, sal y diviértete.- Ella no sabía muy bien porque también estaba… no cansada pero si algo alterada, y sin poderlo remediar se puso a pensar en Rocío y en lo que le deparaba el día siguiente, de hecho toda una incógnita. Se desvistió con algo de pereza y cuando estaba a punto de entrar en el baño para tomar una ducha fría alguien llamó a la puerta, preguntó y contestó una voz femenina que era el servicio de habitaciones. Se anudó un albornoz cuidadosamente plegado en un estante de cristal del baño, abrió la puerta y una señorita vestida con el uniforme del hotel traía en sus manos un centro de rosas rojas exquisitamente adornadas en un pequeño cesto, hizo entrar a la azafata (pues eso le pareció por su vestimenta) y le dijo que lo dejara encima de la mesita de centro del salón, le dio las gracias y salió de la habitación. Sorprendida, María buscó algún indicativo de quien era el remitente de ese detalle pues si hubiera sido del hotel la chica se lo abría dicho incluso antes de entrar. Entonces encontró un pequeño sobre de pergamino con otra nota en su interior, esta decía “Estas pobres flores no pueden siquiera acercarse a tú belleza, espero a mañana con ansias para podértelo decir en persona y hacerte saber el impacto que me has causado. Tú amiga Rocío.”
-¡Pues si que estoy bien lista!- Dijo murmurando María, -¡Qué vergüenza!- Esto hizo que se apresurara a tomar la ducha y una vez relajada comenzara a hacer unos ejercicios respiratorios profundos que aprendió de un gurú hindú hacía ya algún tiempo. Si lograba dormir bien podría mañana enfrentarse a la situación con más calma y energía, pero le fue imposible hacerlo a pesar de repetir una y otra vez acostada sobre la cama aquellas respiraciones supuestamente milagrosas para poder conciliar el sueño. A determinada hora de la madrugada el sueño se apoderó de ella, cumbres llenas de nieve incluso avalanchas sucedían a sus pies que no podía ver porque era algún tipo de pájaro observándolo desde las alturas, y casi sin mover las alas se transportaba de un escenario a otro con una facilidad pasmosa hasta que voló por encima de un gran valle con un hermoso lago al fondo. Todo estaba silencioso y deliciosamente decorado esas pequeñas excursiones que retransmitían por televisión de lugares únicos filmados por especialistas de Nacional Geografic.
-Señorita Casasaus, son las nueve de la mañana, buenos días.- Había dejado dicho en recepción que la despertáran a esa hora, y cuando descolgó el teléfono miró rápidamente su reloj y dio las gracias. De un salto entró en el baño y mientras dejaba caer el agua tibia sobre su cuerpo tumbado sobre la bañera empezó a frotarse delicadamente con el gel de algas sin esponja alguna, solo sus manos hacían esa labor que no pretendía limpiar solo eliminar los restos de las toxinas que por la noche se eliminan por medio de la sudor. Pero lo que comenzó por ser un simple trámite de limpieza superficial pasó a ser una masturbación, con una pierna puesta sobre el espacio que permitía apoyarla entre la bañera y la pared. Fueron unos instantes de espasmos que se sucedieron uno tras otro hasta que su respiración se quedó como entrecortada, tuvo que parar porque le faltaba aire para respirar. ¡Buuuf!, dios, echaba de menos en mucho tiempo un orgasmo como aquel. Cuando miró de nuevo el Bulova de su muñeca eran casi la media, se dio un agua para eliminar el gel, se secó y buscó entre su ropa lo que le hubiera recomendado Rocío el día anterior, unos jeans y una camiseta holgada con cuello barco de finas rayas azul marino sobre blanco. Solo unas brevísimas bragas Dolce Gabana, prescindiendo de sujetador, no había necesidad con el torso que tenía, además sus pezones no eran demasiado exagerados pero eso sí, puestos en el lugar que le correspondían justo encima de la masa redondeada de su pecho.
Justo cuando salía del ascensor hacia el vestíbulo, vio a Rocío hablando con una mujer alta y esplendorosa, vestía un traje de chaqueta color crudo con unos zapatos de tacón bastante bajo. Si llega a ocurrírsele calzar un zapato de ocho centímetros llegaría al metro ochenta y cinco fácilmente, Caramba con la mujerona pensó María. Se hizo más que evidente su presencia y Rocío la llamó haciéndole un gesto con la mano y presentándole a Mar una amiga modelo que acababa de llegar a la ciudad por motivos de trabajo, ésta le hizo el amago de besarla y rápidamente Rocío le dijo a Mar -nos llamamos, ¿vale?-, Mar asintió y Rocío tomó a María del brazo la atrajo para sí y le dijo -Ahora a desayunar que tú y yo nos vamos a comer el mundo.- -Gracias por las flores Rocío.- dijo ruborizada -Jamás nadie me ha regalado flores ¿sabes?, son preciosas, las rosas me encantan y la nota es también muy bonita. Pero… es que se puede prestar a confusión.- -No querida niña, no hay confusión posible, por lo menos por mi parte. Mejor desayunamos y te lo cuento durante el día. Y desayuna bien porque quemaremos muchas calorías, barco, baño, pateada de sendero, fíjate si tenemos cosas que hacer.- -Pues vamos halla que el bufete nos espera, haber si los guiris lo asaltan antes y tenemos que comer un pasta con café.- -¡¡Qué dices de bufete!! Ven conmigo a la cocina.- La tomó de la mano y pasaron a la cocina mediante la puerta de vaivén que daba al salón comedor, todos saludaron a Rocío y a ella. Evidentemente esta mujer estaba muy bien considerada, pasaron a una mesa preparada de forma esmerada donde estaban depositados los alimentos que iban a consumir. Tortitas de maíz, lacón, tortillas vegetales, huevos duros, ensalada con queso de cabra… perdió la cuenta porque ante tantas cosas se le iba la vista de una a otra y no fue capaz de contarlas todas. En el centro de la mesa, un cestito alargado contenía una botella de vino de Burdeos, Saint Emilion.
En lugar de dejarse deslumbrar por todo lo visto hizo lo que vio hacer a Rocío, ponerse a comer. En cuanto viera Rocío que le hincaba el diente de forma más que convincente se sonrió y no pudo evitar decirle -Pero que guapa estás, si para todo tienes la misma gracia María hummm.- -Y eso que quiere decir?- -Nada, que todo aquel que te conozca y te haya tratado debe de estar encantado contigo, infundes confianza, tranquilidad y sobre todo se te nota una joven encantadoramente candorosa. Es muy difícil encontrar a jóvenes como tú que sean tan competentes, que tengan tantas cualidades, aunque sin lugar a dudas también tengas defectos como todo ser humano, tu novio puede estar orgulloso de ti o quizás tu marido, no se, a voz de pronto es lo que se me ha ocurrido porque evidentemente eres un partidazo de mujer.- -Pues fíjate no estoy comprometida ni casada ni nada por el estilo, y con todos mis respetos, tampoco sería de tu incumbencia.- Volvía a salir esa pequeña fiera que era María educada para no transigir jamás y ser franca con todo el mundo, porque como le enseñaron, esa era una tabla de salvación en la vida. Rocío no se inmutó al oír ese apunte, que lejos de ser un simple comentario era una réplica con todas las de la ley, sencillamente se limitó a sonreír y decirle a María -Así se habla, di que sí, y no dejes jamás que nadie se entrometa en tu vida íntima, bien hecho, debes siempre poner barreras a todo aquel que quiera ir más allá de las concesiones que tú misma les hagas. Que, ¿te gusta el desayuno?- Sin lugar a dudas esta mujer sabía torear los temporales pensó María, no era de extrañar que tuviera el lugar que tenía en la sociedad “¡como para enseñarle a andar por la vida!”.
Terminado el desayuno y sin decir nada a nadie la volvió a tomar de la mano y en cuanto pisaron la calle un mozo le trajo su vehículo. Un Jaguar de color negro Full-Equip se plantó en la puerta del hotel dándole paso con la puerta abierta, también el botones le abrió la puerta a María para que subiera y salieron hacia el paseo marítimo, llegado al punto del espigón donde se amarraban los barcos introdujo una tarjeta que tenía a mano bajo la visera de su asiento y entraron muy poco a poco hasta la altura de unos yates de lujo. –Nos vamos a divertir de lo lindo María, hoy será uno de esos días de fiesta que creo que no cambiaría por una semana de vacaciones.- Ahora era la mano en su cintura la que la mantenía unida a ella, a la misma altura de donde tenían aparcado el coche observó a dos chicos altos y morenos vestidos con bermudas idénticos y polos de color azul cielo, se saludaron y Rocío le dijo al mayor de los dos que le echaran una mano para desamarrar el yate. Tenía por nombre DULCE y era un barco de unos ocho metros de eslora con el puente alto entoldado, sofás de piel color crudo a cada lado en el exterior y muchas más cosas que su golosa vista no acertó a ver en aquel momento.
Camino de la dársena del puerto encendió una serie de aparatos que no sabía para qué se utilizaban pero intuía que eran indicadores de todos los elementos propios de un motor de automóvil y también se puso en marcha un radar que estaba en la parte más alta del barco. Eso sí sabía lo que era, un aparato de localización más o menos. –Rocío no corras mucho por favor que es mi primer viaje en barco.- -Chiquilla pero si aquí dentro la velocidad está limitada, cuando salgamos de puerto tú me dices y yo te complazco ¿de acuerdo?- Rocío la llamó para que subiera por la escalerilla hasta donde ella estaba. –Madre mía que miedo… menos mal que hay lugar para cogerse.- -Pues ahora sí que debes sujetarte… que haya vamos.- Sujetó con fuerza el mando del acelerador y lo tiró hacia adelante haciendo que la proa del barco se levantara con suavidad pero de forma continuada. María entretanto se quitó de la cabeza la diadema de hueso flexible que llevaba y dejó que su cabello fuera golpeado por el viento, éste la azotó primero de un lado luego de otro, con los ojos cerrados sonreía feliz. Rocío se le acercó por detrás y abrazándola la besó en el cuello, María se sorprendió y al volver la cabeza sintió los labios de Rocío sobre los suyos. No sabía en este momento que le estaba pasando pero su cuerpo no respondía a ninguna clase de rebelión interna, se dejó llevar y para cuando despertó de esta especie de inopia no tenía la camiseta puesta y sus vaqueros caían por sus piernas, se convirtieron en un montón de ropa informe sobre el entablillado de teka y después de sentir el suave masaje de las manos de Rocío sobre sus pechos se volvió para darse cuenta de que Rocío estaba completamente desnuda. –Vamos María, démonos un baño.- Como si se tratara de una saltadora de trampolín Rocío saltó desde el puente mientras María la observaba. –Venga mujer, el agua está buenísima, vamos que te espero.- Pero María bajó la escalera y se zambulló desde el borde del barco, nadaba como un delfín y cuando se acercó a Rocío no pudo evitar abrazarse a ella tomando la iniciativa en darle un beso que para ella duró una eternidad. –Eso, por las rosas que me enviaste esta noche pasada y este otro por el pequeño verso que conservaré toda mi vida.- -Chica me has dejado impresionada, eres un cielo María.- Después de nadar juntas desnudas en aquellas tranquilas aguas, chapoteando juntas y tirándose piropos la una a la otra, nadaron hacia la motora en una especie de carrera tranquila nadando boca arriba y impulsándose con las manos. Los senos de ambas aparecían como pequeños flotadores que ayudaban a que la excitación aumentara entre ellas, subió por la escalerilla trasera junto a la pequeña plataforma María y se dio cuenta que Rocío observaba sus curvas y dicho sea de paso su sexo, después fue la propia dueña del barco quién lo hizo y ésta se vio observada por María quien ya había recogido una toalla y solamente secaba su cabello.
El sol de junio de este año era especialmente caluroso y sus cuerpos se secaron en solo un par de minutos, quizá fuera también el ardor interior que guardaban esas almas el que hizo que sin pérdida de tiempo alguno se acabaran de secar frotando sus cuerpos hasta acabar en orgasmos convulsivos. Después de esos largos minutos de complacencia mutua, Rocío más dinámica y como buena anfitriona descendió al interior de los camarotes y subió con una pequeña nevera portátil. -¿Qué quieres beber cariño?- -No lo sé de cierto, ¿qué me recomiendas?, a mí me gusta casi todo. Bueno, todo no, hay bebidas de esas fuertes que mi estómago nunca ha soportado, la ginebra que tú tomaste anoche hubiera sido imposible para mí organismo.- De pronto se oyó un ruido de motor que se acercaba rápidamente, y sin darse cuenta se presentaron un par de motos acuáticas girando a su alrededor. En una de ellas viajaban dos hombres y en la segunda uno, comenzaron a hacer girar esos aparatos diabólicos que escupían agua y salpicaban. –Venga chicos, dejad tranquila a la gente que estamos de vacaciones y queremos pasar un día tranquilo, marchad de aquí.- Ni caso. Venga y venga hasta que empezaron con palabras soeces más cerca del barco, hasta el punto de que uno de ellos (el que iba de copiloto de uno de ellos) se subió a la plataforma trasera. María asustada no perdía detalle de la situación, pero en el momento que puso el segundo pié sobre la embarcación se oyó un ruido tras ella, se volvió y observó a Rocío con una escopeta de repetición en la mano apuntando… -Vamos chico sube que te voy a volar las pelotas.- -Señora no se ponga así que solamente es una broma, no hace falta que se excite tanto.- Tú, el de la moto, acércate y dame los papeles y tú documentación.- -¿Y eso porque?.- -Pues porque si no lo haces, dejaré a tú amigo sin piernas y a ti sin moto, ¿te parece buen motivo? Dile a tu otro amigo que haga lo mismo, ya.- Tiró hacia atrás de la escopeta y entró el cartucho en la recámara. Al atrevido abordador le temblaban las piernas y manos arriba apresuraba a sus amigos a que hicieran lo que les pedía. –Va tío que esta me pega un tiro…- -No sufras no le pegará un tiro a nadie.- De pronto se oyó un atronador disparo que hizo que María se tirara al suelo, el muchacho se tiró al mar y el motorista hizo lo propio, haciendo que su pequeña nave de mano girara en redondo.
-Esta tía está loca.- -En eso no te equivocas chulo de playa, solo por decirme esto ahora vais a desconectar la llave de contacto y las vas a tirar aquí a mis pies. ¿Algún problema…?- -No ninguno, pero ¿Cómo piensa que vamos a volver a puerto?, estamos como mínimo a dos kilómetros de la costa.- -Creo que tendréis que nadar, no os queda otra alternativa.- María le cogió el brazo y le pidió que lo dejara estar pero Rocío se zafó de ella y le dijo -No te metas, déjame por favor, estos asuntos los resuelvo a mí modo.- Documentaciones y llaves, todo estaba sobre el barco. Las motos se alejaban poco a poco de la popa del barco, los chicos braceaban casi estáticos con sus monos de neopreno y chalecos salvavidas, sin pedir que la ayudara, Rocío subió al puente y puso en marcha el barco para dirigir la proa hacia ellos, viró y pulsó el motor para recoger el ancla, luego retrocedió y cuando llegó a la altura de los tres motoristas y casi parada les dijo… -¿Sabéis que sois ahora?, tres mierdas en remojo.-
María silenciosa en el camino de vuelta no subió al puente con Rocío, solo se vistió deseando llegar a puerto para amarrar e ir al hotel de regreso. No se puede decir que en su caso aquello fuera una experiencia traumática, pero sí que llegó a ser en su conjunto una circunstancia que marcaría su vida futura, e incluso que cambiaría algunos esquemas que tenía establecidos como identificativos de su propia personalidad. ¿Cuál era la razón de que incluso en aquellos momentos se le apareciera su primo Conrado y aquel sueño tan extraño que tuvo a renglón seguido? No tenía nada que ver y sin embargo sentía las mismas ganas de huir inmediatamente, de echar a correr hasta que las fuerzas la abandonaran o encontrar a su padre tomando el sol tranquilamente bajo una hamaca de madera en cualquier rincón de la playa. No hubo tiempo para nada, el barco dando marcha atrás atracó en su lugar y mientras los mozos se acercaban para amarrar la embarcación María se puso a correr con todas sus fuerzas hacia el paseo, entró en la playa y se puso a gritar como una posesa ¡Papá!, ¡Papá, la gente la miraba extrañada y un par de policías de playa se le acercaron que sucedía, sin embargo ella se sentó en la arena y apareció en un puesto de la Cruz Roja con un suero puesto en su brazo derecho.
-¿Qué ha pasado hija…?, creía que ibas a divertirte y mira donde te encuentro. Te han encontrado vomitando en mitad de la playa, ¿has tomado algo malo?.- María con la mano alzada y dirigida a su padre le indicó que parara. –Ahora mismo no puedo hablar papá, déjame que me reponga, tengo mucho sueño y estoy cansada.- Se durmió profundamente y soñó mucho, pero al despertar no quiso recordar que fue aunque el agua siempre era un elemento clave de todos sus sueños. Al día siguiente su padre la recogió para ir al hotel en un taxi particular, se echó sobre la cama durante un buen rato pero esta vez sin dormirse solo cerrados sus ojos rememoraba el suceso que había vivido con Rocío en el barco, especialmente la parte que correspondía con el fallido abordaje de aquellos idiotas.
De manera automática abrió el cajón de la mesita de noche y sacó de él el sobre de papel pergamino que había recibido dos días antes, lo sujetó con dos dedos por uno de sus bordes y se puso a golpearlo contra la palma de la otra mano, parecía concentrada en una operación matemática con los ojos entornados. Se duchó, su cuerpo olía mal pensó, la mezcla de el salitre del agua, la transpiración y la arena que había llegado a meterse por su entrepierna la hacían sentirse mal, después de un cambio de ropa bajó rápidamente a la recepción del hotel y preguntó si conocían la dirección de la señora Rocío. La mujer que se encontraba en ese momento allí con marcado acento extranjero le dijo que esperara un momento, se perdió por una puerta lateral y regresó con un señor que se identificó como el secretario del hotel, este le preguntó -¿Para qué quiere usted saber su dirección señorita si se puede saber?- -Pues mire usted no se puede saber, porque si así fuera ya le habría dado a usted el encargo, pero resulta que por uno de esos azares de la vida, a usted no le importa para qué quiero saberla. ¿Es un secreto de estado señor… (se acercó para ver su placa colgada en el bolsillo de la chaqueta) Mancuso?-
El hombre quedó algo impresionado por la reacción de esa linda muchacha y en ningún momento le mostró cara de hostilidad, muy al contrario parecía divertirle esta pequeña secuencia, que por otro lado se presenta cada día en los hoteles, por lo menos en los hoteles de cierta categoría. -¿Se aloja usted aquí señorita…- -Casasaus.- -Haberlo dicho antes… por favor discúlpeme señorita Casasaus, no pretendía interrogarla.- -No tema, tampoco hubiera dejado que lo hiciera. Vayamos al principio, le pedía a usted la dirección de la señora Rocío debo visitarla para un asunto importante.- -Verá usted señorita, no se la puedo dar porque sencillamente la desconozco, pero le puedo dar el nombre de la agencia que rige.- Casi dándole la espalda dio media vuelta y se le ocurrió ir a la cocina, de modo que entró al salón comedor, pasó por detrás del bufete y entró en la cocina, buscó al chef y directamente le preguntó la dirección de Rocío porque necesitaba verla con cierta urgencia. Sin ningún problema Janio le dio el nombre de la villa de Rocío y la dirección, incluso luego de esto le preguntó si quería un pequeño plano para llegar. –No hace falta Janio, voy a ir en taxi.- Dándose un palmazo en su gorda calva… -Claro, ¡seré idiota!-.
Lo cierto es que María no sabía a ciencia cierta si encontraría o no a Rocío en su casa pero no estaba de más probar para saberlo, de manera que saliendo del hotel paró un taxi y le dio la dirección. –Es un lugar precioso señorita, tiene usted mucha suerte de vivir allí, verá, de más joven íbamos unos colegas y servidor a buscar caracoles estaba lleno de hinojos por todas partes y con unas linternas cuando llovía, cogíamos sacos enteros que luego vendíamos en el mercado.- -Si, es una pena lo que hace el hombre con tal de llenarse los bolsillos a base de recalificar terrenos y llenar lugares preciosos como estas islas de turismo.- -Tiene usted toda la razón, aunque he de reconocer que esta urbanización tiene un atractivo especial.- -Pues a mí todas me parecen igual de rancias, además no vivo ahí sabe usted?, voy a visitar a una amiga.- -Disculpe, me parecía que…- -No se preocupe. ¿Está muy lejos?- Siempre mirando por el retrovisor le preguntó -Defina lejos.- -Pues no sé, estamos en una isla, no puedo imaginar que tengamos que hacer un viaje demasiado largo.- -Pues por de pronto le garantizo sin ánimo de engañarla dando vueltas de acá para allá, que va a estar en este asiento veinte minutitos de nada.- -¿Qué dice…? Pues sí, el lugar donde vamos es una urbanización, ¿Cómo se lo diría yo…? Exclusivísima.- El taxista rió pero bajo, para no ofender a la clienta. –Una vez tuve que traer el equipaje de un jugador de fútbol y me tuve que identificar con el D.N.I, ¿Qué le parece como se las gastan estos ricachones? Cuando llegué a casa y se lo conté a mi esposa se partía de risa, me contestó “¡cómo te las tienes que ver Fermín, a tu edad y conociéndote hasta las cucarachas, como a ti te conocen!”. –Ya veo que según su esposa le conoce todo el mundo.- -Huy madre mía si supiera usted lo que estos ojitos han visto y mis orejas han escuchado…-
Por un momento María estuvo tentada de preguntar si conocía a Rocío pero luego más reposadamente pensó que no era lo apropiado habida cuenta de que estaba en camino para hablar. Efectivamente al llegar a la entrada del lugar, una caseta con guarda de seguridad presidía la entrada y la valla consiguiente, salió el guarda y preguntó que deseaban, María salió del coche y dijo que hablar con la señora Rocío -Rocío ¿Qué?- -No se su apellido, pero… sí que tiene un barco que se llama Dulce, también un Jaguar negro y que está metida en negocios de tour operadora, llevando y trayendo turistas de acá para allá.- -¿Cómo ha dicho que se llama señorita?- -No se lo he dicho, pero ahora se lo digo, María.- -¿Nada más?- -Oiga, ha ido usted a la escuela de la Gestapo o qué?- María ahora miraba desafiante al guarda que ante aquella mirada llena de saturación optó por descolgar un teléfono, marcar unos dígitos y esperar respuesta sin volverse hacia María. Al cabo de unos instantes volvió la cabeza y dijo pasen ustedes.
Se dirigió rápidamente hacia la propiedad que llevaba su nombre Rocío y le recibió en top les, con un pareo delicioso atado a la cintura y transparente dejando entrever sus extremidades inferiores, hermosa como si de una musa marina se tratara, extendió sus brazos hacia María y esta no pudo más que responder con un caluroso abrazo y después con un sonoro beso que el taxista supo interpretar inmediatamente. Con un gesto de la mano éste la saludó, y Rocío le dio orden de que marchara de allí diciéndole… -Vete ya de aquí mirón, mañana te pago la carrera.- Con una expresión que derrochaba simpatía por parte de los dos, y hasta con cierta complicidad (según interpretó María), Fermín puso la marcha atrás de su Mercedes y salió de
que traían las rosas que me enviaste. Quizás te preguntes la razón de esto y hasta puede que te sorprendas, hay un motivo importante, por lo menos para mí, esta nota dice :”Esas flores no pueden siquiera acercarse a tú belleza, y luego… ESPERO A MAÑANA CON ANSIAS PARA PODER DECÍRTELO EN PERSONA Y HACERTE SABER…”. Bien, pues a eso he venido yo, a decirte la finca.
-Me asustaste mucho María cuando te vi saltar del barco y te pusiste a correr de aquel modo, no puedes imaginar hasta que punto me has tenido preocupada, ¿Cómo te encuentras?- -Rocío, deja que te diga algo que es muy importante para mí. En primer lugar si hubieras estado tan preocupada, después de amarrar tu barco me hubieras encontrado, recursos no es lo que precisamente te faltan, hubieras dado conmigo a los quince minutos de desaparecer. En segundo lugar, sabes perfectamente cuál fue la razón de que saliera corriendo. El incidente de los chicos fue para mí traumático y singularmente violento después de estar tú y yo pasando el día del modo que lo hacíamos. Y en tercer lugar vengo a devolverte el sobre y su contenido en persona que al margen de la bonita experiencia que pasé contigo, el resto ha sido un desastre y que en consecuencia he perdido todo interés en que nos veamos de nuevo.- -Pero María… quédate y hablamos, tenía planes para nosotras dos… -Adiós y gracias.- Salió por el camino de grava con paso largo y al torcer a la derecha para enfilar la salida del complejo vio el taxi de Fermín que con la puerta abierta aguardaba de pié apoyado en el pasa rueda delantero leyendo el periódico con la radio encendida. -¿No pensarás volver a pié al viejo mundo…?- María no pudo menos que sonreír cuando oyó esta expresión y sin dudarlo se metió en el taxi que ya tenía la puerta abierta. –Rocío es un caso.- dijo Fermín, -Madre del amor hermoso, ¡si supieras solamente un tercio de lo que yo sé…!- -Probablemente me escandalizaría pero como no es el caso me da lo mismo.- -Fíjate, la carrera de vuelta a casa te va a salir gratis, paga la siempre dadivosa señora Rocío.- Volvieron al hotel entre risas y chistes graciosos que los taxistas siempre tienen como repertorio habitual. Cuando descendió del taxi María le preguntó -¿Por qué esperaste fuera de la finca?- -Porque sabía que no tardarías en salir, sencillamente. Tú cara no era la de una persona que va a una cita.- -Gracias Fermín.-
Así de clara y concisa era María, no dejaba nunca flecos en lo que tenía que ver con su vida y eso significaba que la franqueza dominaba su carácter de forma irremediable. ¡Qué hermoso es vivir con esta cualidad como bandera!, aunque a menudo esta cualidad cierre muchas puertas claves para el desarrollo de la vida en otros sentidos.
María regresó al presente y de forma automática vio en Sasi un retrato de Rocío. Por otro lado estaba convencida de que su sexualidad estaba más que consolidada, nada de hombres, no sabía de hecho que era lo que le podía hacer sentir un hombre pero… ¿podría siquiera acercarse a lo que una mujer le diera?, el único experimento forzado que tuvo fue con un animal llamado Conrado, su primo, y si la mayoría de los hombres eran movidos por el mismo resorte, pobres de las mujeres que cayeran en sus manos. Claro está que jamás se puede generalizar, eso sería un ataque directo a la dignidad del ser humano, ¡cuántas parejas hay que se aman profundamente y mantienen ese estatus contra viento y marea! Por otro lado, el vivir de otro modo sería ser como un colibrí que aunque cumple con la función de alimentarse y polinizar las flores, lo tiene que hacer a fuerza de quemar muchas energías y de andar de flor en flor a una velocidad de vértigo.
Todo un desafío para el ser humano, cuando quiere comportarse de una manera digna a de hacerlo las más de las veces a fuerza de mostrarse el mismo, como un hipócrita lleno de remiendos para que no se vean sus vergüenzas. Por esa razón, por el simple hecho de indagar más sobre sí misma, María quedó con Sasi para verse en aquella casa que hasta entonces era una casa solitaria, demasiado grande para ella y también para vivir sola en un día determinado. Antes de ese encuentro María le preguntó -Quería preguntarte algo que para mí es importante, y con eso no quiero que veas que soy entrometida ni curiosa en demasía, ¿vives con alguien… - Sasi no la dejó terminar, solo respondió -No. No dejo a nadie atrás, ni tengo a nadie delante, y tampoco tengo ninguna perspectiva de cara al futuro en lo que a sentimientos se refiere. Solo te diré de mí vida que llegué a España engañada por una oferta de trabajo y el resultado fue tres años aborrecibles, los peores que he pasado en mí vida en manos de gentuza para los que simplemente era un objeto, una máquina de hacer dinero y con los que siempre estaba en deuda. Un día decidí que morir por morir, moriría luchando, denuncié a esos animales y me presenté a juicio con la cara bien alta y contando toda la verdad. Mi abuelo siempre decía que “la verdad tiene que ser tu espada y tu personalidad el escudo que te cubrirá cuando te ataquen, de modo que cuida el uno y la otra porque no hay nada más en la vida que pueda defenderte”.
-Cuando vengas a mí casa mañana, te contaré algo interesante al respecto de lo que acabas de decir.- María esperó el día siguiente como agua de mayo, incluso ese día no fue a desayunar como era habitual al restaurante, pero se ocupó en llamar y dejarle claro a Sasi que la esperaba. Esta se presentó a las seis y media, cuando llamaron al timbre por el telefonillo María se apresuró a abrir y dándose la vuelta en redondo se inspeccionó un poco para saber si estaba guapa. Oyó el ascensor parar en el rellano y por la mirilla observó a Sasi que traía una bandeja cubierta de papel de estaño en la mano, llamó al timbre y María se tomo medio minuto para abrir -Ya va…- dijo desde el interior, al abrir vio a una hermosa mujer con su melena rubia larga y bien peinada sujeta por una diadema muy bonita de cuero, se dieron dos besos pero María no pudo evitar decirle -Sasi, bufff parece que hallas salido de una freidora.- Rió con ganas y Sasi también. –De todas maneras vengo preparada.- Señaló un bolso grande de estilo hippie que colgaba de su hombro y que seguramente contenía la ropa de cambio. –Y eso?- señaló María la bandeja, -Eso es nuestra cena, verás cómo te gustará. Es un plato típico de Rumanía que preparé ayer en mí casa y que se come en ocasiones especiales.- María rió mostrando sus dientes perfectos con la cabeza inclinada ligeramente hacia atrás. Sasi cuando vio este gesto no pudo evitar pasar el reverso de su mano derecha por el cuello de María de forma delicada y excitante, la primera se incorporó de nuevo a su posición y se puso muy seria. –Sasi, no puedes vestirte con ésta olor a fritanga, ven.- La cogió por la mano y la llevó a su cuarto de baño, le indicó donde estaban las toallas grandes y le apuntó… -Si necesitas algo me lo dices, estaré en la cocina pero te recomiendo que si tienes que llamarme no cierres la puerta del baño porque este piso es enorme y no podré oírte.- -Bien.- Antes de cerrar la puerta Sasi le dijo a María… -No se te ocurra destapar la bandeja María porque si lo haces me voy.- Y rió con esa risa hermosa que ella veía a diario que derrochaba en el bar. María obedientemente fue hasta la cocina, se sentó en un taburete de la gran mesa de madera maciza que en su día su padre recibiera de regalo de unos amigos ingleses y se puso a ojear una revista de complementos del hogar. Después de casi veinte minutos de comenzar el aseo de Sasi, no se oían ruidos de tipo alguno que procediera del baño, así que se levantó y fue hacia allí preguntando antes de abrir la puerta si se encontraba bien. –Estoy en la gloria María, creo que en la vida he tomado un baño como este, puedes pasar si quieres.- La mitad de la bañera no se veía por causa de una mampara de cristal opaco fija, en el centro de la bañera una batería termostática regulaba la temperatura, mientras que un distribuidor de agua hacía que esta pudiera salir en chorro o a través de la ducha fija que estaba instalada en el lateral de la pared a una altura precisa. –Vaya, me alegro de que alguien disfrute de verdad de esta instalación porque lo que es yo… creo que jamás me he dado un baño de tal calibre.- -No me lo puedo creer María, ¡esto es una delicia! En mí pisito tengo que entrar de lado en el baño porque es todo tan pequeño que aprovecho los espacios para meter cajas de cosas que no me caben en ningún otro lugar. Además tengo poco tiempo para estar en casa.- -Pero… ¿no terminas más o menos a la misma hora por las tardes?- -Si, el caso es que…- -Bueno, tu termina el baño y luego hablamos que tampoco es el lugar para tener una conversación, ¡¡venga que la cena espera!!- -¿Me puedes frotar la espalda?- -Faltaría más, pásame la esponja.- -He cogido una nueva que había envuelta en un celofán.- -Claro chica, para eso está, por si viene algún invitado.- -¿No la debes haber comprado para mí?- -No…lo que pasa es que no he tenido invitados y empezaba a dudar que alguien la hiciera servir.- -Pues ahora es mía vale.- Esto lo decía mientras frotaba suavemente su espalda, espalda de nadadora con hombros anchos y marcando cintura, Sasi apoyada en la pared con las piernas entreabiertas y la cabeza relajada mostraba unos hombros perfectos, como sus omoplatos que se delineaban bien emplazados igual que sus costillas sin un ápice de grasa. María recordó en aquellos instantes los gozos que ese tipo de esponja natural le concedía de vez en cuando, cuando dejaba volar su imaginación a senderos de holganza y sosiego a los que llegaba porque la parte física, sexual, emocional, la llevaba en volandas sin poder reprimirse. De nuevo se embarcó en sus propias experiencias y descendió por la espalda con la esponja llena de espuma hasta en medio de sus nalgas, lo que le produjo una excitación nueva, sublime, porque ahora era ella la procuradora del placer ajeno y aquello era una experiencia nueva en ese campo de las emociones que estaba investigando. Sin saber cómo ocurrió dejó caer la esponja al fondo de la bañera y entonces fueron sus manos mucho más delicadas las que se deslizaban con cuidado, ensayando si se quiere, las reacciones a esa maniobra. Sasi arqueó su cuerpo hacia adelante y comenzó a arañar la pared como algunos animales lo hacen, para afilar sus uñas o marcar su territorio, y entonces María se detuvo, Sasi volvió de pronto su cabeza y preguntó -¿Qué te pasa María? Vamos por favor, no me dejes así te lo ruego.- Pero María no escuchaba estos ruegos, solo fue capaz de apuntar… -Cenemos cariño, las cosas precipitadas nunca son buenas, ahora hablaremos de acuerdo?- Sasi tardó cinco minutos en salir solo envuelta en la toalla sábana fucsia que halló en el estante, cariacontecida se sentó a la mesa unos instantes y poco a poco levantó la mirada para encontrarse a María con una copa de Cavernet Sauviñont extendiéndosela con una sonrisa en los labios. –Eres muy hermosa Sasi, si tuviera que llegar a amar a alguien sería alguien como tú. Me encantaría que fuera así pero… tengo tanto miedo!!-
Sus miedos eran infundados, bueno quizá lo sean para cualquiera que vea esta situación desde el exterior pero en este caso en concreto María, buscaba no solo respuestas definitivas a sus sentimientos sino que también, por el hecho de amar la vida sobre todas las cosas, quería consolidar su posición, a quién podría entregarse sin reserva y experimentar sin freno ni traba alguna el amor, si es que fuera posible hallarlo. En definitiva esa es la carrera en la que nos vemos envueltos todos por el simple hecho de ser animales inteligentes, no somos bonomos, esos chimpancés que al despertarse por la mañana se saludan a base de echar un polvo a la primera hembra que se cruza en nuestro camino y siguen así durante todo el día o hasta que las fuerzas les abandonan.
Después de la cena, las dos se acurrucaron juntas oyendo música de jazz, Miles Davies interpretaba piezas improvisadas basadas a su vez en baladas que lejos de ser tristes invitaban al sosiego, la reflexión y por qué no la caricia, esa caricia lenta, pausada pero a la vez sensual, discreta pero directa. Fue una larga noche de sexo, vivencias y reflexiones sobre la vida y su forma de vivirla, de entendimiento, pues parecía que las dos se interesaban mutuamente y para ello se tenía que hablar largo y tendido. Tanto Sasi como María habían vivido experiencias de “aquí te pillo, aquí te mato” y estos encuentros en mayor o menor medida dejaron cicatrices en su alma.
Desenredando sus cabellos de forma delicada María le dijo a Sasi -¿Que te parecería compartir conmigo esta casa?, lo cierto es que cada vez me pesa más entrar y salir de ella, ¡sería tan bonito tener un hogar! Por supuesto que eso no significa que tengas ningún tipo de compromiso, por otro lado estando las dos y viniendo de culturas un tanto diferentes podríamos enriquecer los espacios con cosas, complementos quiero decir, que enriquecieran un poco más ese lugar que desde que murieron mis padres lo he convertido en una especie de santuario, algunas veces me da la impresión que cuando abro una de esas vitrinas llenas de libros y cojo alguno para leerlo estoy cometiendo un pecado ¿te lo puedes creer?- -Si, me lo creo. En lo referente a lo otro, a lo de venir aquí contigo, no tendría ningún inconveniente si no fuera porque tengo un compromiso con Roberto.- Cuando dijo esto bajó la cabeza de un modo extraño, y María que captó rápidamente el cambio de ritmo de conversación apuntó… -¿Puede saberse que clase de compromiso?, si es económico yo puedo ayudarte.- Sasi negó con la cabeza, -¿Entonces?- -Verás, a Roberto me lo presentó un amigo rumano que tiene su propio negocio en este barrio, es un buen chico y de mi mismo pueblo. Sabía que yo buscaba trabajo y me ayudó y mucho a salir adelante, entonces habló con Roberto quién le dijo que necesitaba una mujer que asistiera el bar pero que no se durmiera en los laureles porque tuvo en su día a una chica colombiana que cuando servía una caña, llegaba a la mesa que parecía que la hubieran calentado en el microondas.- María no pudo menos que reír, pero paró en seco cuando vio sendas lágrimas que salían de los ojos de Sasi. –Oye, ¿qué te pasa?, me estás asustando…- -Roberto me dio trabajo con la condición de que alguna que otra vez estuviera dispuesta a dejar que calentara mí cama.- -¡Será hijo de su madre!...- -No, la culpa no la tiene él, la culpa es mía, solo mía. Si yo no hubiera consentido las cosas hubieran pintado de otro modo, quizás no tendría este empleo pero hubiera podido encontrar otro.- -Pero ¿porque te hizo esta propuesta?, no me lo explico.- -Fue cosa de mi primo, le contó por encima los antecedentes que me llevaban a buscar trabajo y… bueno ¿qué más puedo decir?- -Anda que tu primo… por poco también él te repasa.- -Me avergüenza decirlo María, pero él también se aprovecha de mí. En nuestra cultura, los “romanís”, las mujeres no tenemos demasiadas opciones para decidir y para los hombres el sexo es como jugar a las cartas.- María se levantó de un salto, Sasi esperaba que la fuera a echar de su casa o que la insultara pero sencillamente le extendió la mano y la ayudó a levantarse del sofá de piel cubierto con una tela africana de algodón con motivos tribales y se arrimó a su cuerpo abrazándola y besándola apartando sus cabellos y haciendo descender sus uñas suavemente desde el cuello hasta el final de la columna. Ese gesto las unió nuevamente, se entrelazaron como si de dos serpientes se tratara y volvió el desahogo, la entrega sin paliativos sin restricción alguna que en ese momento las pudiera apear de aquella locomotora sin frenos que es el sexo.
Por la mañana, cubiertas parcialmente por el vestido de la cama se despertaron con los labios secos ¿sería de tanto besarse que sus glándulas salivares no respondían? María, apoyada sobre uno de sus codos no hacía mas que contemplarla tratando de convencerse de que valía la pena intentar algo para ayudarla, sin embargo Sasi no dejaría que la trataran como una mantenida; eso también lo sabía bien.
Suavemente se apartó de su lado y fue directa al baño donde tomó una ducha, se envolvió en su albornoz y ya en la cocina comenzó a preparar un desayuno reparador. Hizo unas tostadas, preparó café y puso sobre una bandeja portátil jamón york y queso en lonchas, manteca y sendos vasos de zumo. Cuando llegó a la habitación Sasi no estaba en la cama pero oyó el rumor del agua en el baño, dejó la bandeja sobre la cama y la pequeña nube de vapor del agua caliente la sorprendió por un instante. –Sasi buenos días, ¿estás bien?- -Si cariño pero como no me de prisa me van a dar la bronca en el bar.- -A pero ¿vas a ir al trabajo?- -Pues claro, que remedio toca, un trabajo es un trabajo.- -Cuando termines… ¿podemos hablar un momento?- -Si es un momento si, el tiempo de tomarme un café que ya se huele desde aquí.- Esperó a que se vistiera y cuando le tendió la taza de café dijo -¿Vas a seguir dejando que este cabrón te siga utilizando?- -María, no creas que porque me he confiado a ti haciéndote saber cosas de mi vida voy a dejar que cambies todo el panorama que tengo, ni tampoco mis objetivos. ¿Sabes lo que representa para mí este trabajo? Pues que puedo enviar a mis hermanos cuatrocientos euros cada mes, les hace falta para vivir, ¡deberías ver en que circunstancia están y como viven!- Lo dijo sin excitación alguna como aceptando ese rol que le había tocado vivir en la vida, con resignación, una resignación que la apeaba de cualquier otra posibilidad. De hecho no mostraba ningún tipo de rebelión ante este papel, que, como si fuera el texto de una obra de teatro no tenía más que repetir cada día como una maléfica rutina.
-¿Me dejas que intente algo que puede cambiar este “panorama” como tú bien dices y que puede traerte más paz, seguridad y un acercamiento entre nosotras dos?- -Chica vaya pregunta, lo dices con una seriedad que asusta. La verdad es que no se qué contestarte, ¿lo dices en serio?- -Jamás he estado más segura de tomar una decisión como esta. Eso sí, tendrás que llamar a Roberto y decirle que hoy no puedes ir a trabajar.- -¿Qué tal si le dijeras la verdad, que estás cansada del trato vejatorio que recibes y que en consecuencia hoy vas a buscar otro trabajo? O si lo prefieres, nos presentamos las dos en el Trebisól y se lo dices de viva voz.- -¿Va en serio lo del trabajo? No quisiera perder este y quedarme con una mano delante y otra detrás.- -¿A ver prueba ahora que estás desnuda a ponerte una mano delante y otra detrás?- -Estás preciosa. No te preocupes, soy la primera interesada en que encuentres hoy mismo trabajo ¿no creerás que voy a mantenerte ¿verdad? Además si es que vas venir a vivir aquí conmigo tendrás que colaborar en un montón de cosas.- Rió de forma un tanto escandalosa, hasta el punto que fue Sasi quién le puso la mano sobre la boca para acallarla un poco. –María me vas a hacer llorar. Pero no de pena sino de felicidad, ahora vamos a desayunar y luego arreglaré este asunto con Roberto yo sola, no hace falta que me acompañes.- Le dio un sonoro beso en la boca mientras que en respuesta María cogió su cara, la atrajo para sí y ambas rebuscaron dentro de sí lo que parecía que ya hubieran encontrado.
Cuando Sasi salió al rellano se volvió para dedicarle una hermosa sonrisa, luego con urgencia se fue. Entre tanto, María empezó a tocar las teclas que pudieran ayudarle a conseguir este compromiso adquirido con Sasi de modo que llamó a Augusto al móvil rogando que lo descolgase para hacerle una consulta, saltó el buzón de voz. “Maldita sea…”, volvió a intentarlo cinco minutos más tarde, entonces contestó, pero no era Agus sino Cesar el que descolgó -Dime María, ¿Qué tal estás, como va todo? me alegro de oírte.- -¿No está Agus por aquí? tendría que hablar con él.- -Si claro, está saliendo de la ducha ahora te lo paso, cuídate, Agus es para ti, adiós amor.- -Adiós y gracias Cesar, ¿Agus?...- -Dime preciosa.- -¿Te sería complicado que me vinieras a buscar cuando te fuera bien?- -No, ningún problema ya sabes que me ofrecí para lo que necesitaras a cualquier hora. Dentro de media hora estoy aquí, dime el número y el piso.- -No será necesario, yo estaré esperando en la calle debajo del porche junto a la panadería.- -De acuerdo.- Entre tanto llegó Sasi nerviosa y con ojos de haber llorado, rojos como cerezas. -¿Qué ha pasado Sasi?- -Ese cabrón de Roberto, dice que ya estaba harto de mí y que hacía tiempo que quería buscarse a alguien más competente, ¿será desgraciado?...- -No sufras, vamos a atenderlo todo de manera más o menos inmediata y confía en mí por favor. Venga lávate la cara que tenemos que salir.- -¿Salir ahora adonde? No ves que estoy hecha un asco? Anímate mujer que el mundo es muy grande y el presente es lo que se debe vivir.-
Mientras la consolaba, llegó la hora de que Augusto se presentara con el taxi, bajaron a la calle y María la presentó a Augusto. –Disculpa que interrumpa tú sueño Agus, pero la razón de que te haga venir a recogernos es para que nos lleves a vuestro restaurante.- -A ¿sí?, pero… ¿será una visita guiada o qué?- Los tres rieron, indudablemente Augusto era un buen taxista, siempre tenía palabras justas en circunstancias diferentes. Se encaminaron al restaurante y cuando llegaron mediante un control remoto se abrió una puerta lateral de una gran cancela, antes de aparcar el coche dentro de un garaje salieron del auto, Sasi esperaba de pié a un lado de la gran bourganville que decoraba esta pared junto a María que la cogía de la mano dándole pequeños apretones. Cuando Augusto salió del garaje preguntó -Bueno y ahora ¿Qué hacemos, saludamos a Cesar?- -Por supuesto que sí, en parte a eso hemos venido así que no perdamos tiempo.- Les indicó una puerta y entraron dándoles paso a las dos, Cesar preguntaba desde el interior -¿Eres tú amor?- -Si mi tirano.- A Sasi le sorprendió esta forma de comunicación entre ellos pero simplemente miró a María con cara de extrañeza, subió un pequeño tramo de escaleras y se encontró con un hombre que vestía un batín de seda con dibujos de cachemir y que desprendía un delicioso olor a vainilla.
-¡Que sorpresa María! - Le extendió los brazos y la besó efusivamente después de lo cual se acercó a Sasi y le tomó la mano suavemente para luego besársela. -¿Qué os trae por aquí hermosuras? No me digáis que a comer porque la cocina todavía está cerrada.- -Sabemos esperar hasta el medio día o hasta la noche si hace falta…- -Ja,ja,ja me encanta tu sentido del humor María en serio.- -El motivo de venir a estas horas un tanto intempestivas tanto para Agus como para ti es que Isabelle…- Sasi no la dejó continuar y se adelantó a María -Señor Cesar, busco trabajo, durante años he sido ayudante de cocina y se hacer todas las labores propias de un restaurante desde limpiar aseos hasta organizar mesas siguiendo casi protocolos palaciegos si combiéne, lo que no sé lo aprendo rápido y lo que sé lo comparto con los demás para que aprendan de mí, soy rumana y le aseguro que la cocina allí es rica porque tiene una base muy mediterránea. A María se le ha ocurrido que quizás pudiera serle útil de forma que ese es el motivo de que esté pidiéndole empleo, ah, se me olvidaba decirle que sé hablar inglés y francés.- Cesar escuchaba sentado con los brazos cruzados sobre la mesa y la cabeza apoyada sobre una de sus manos, silencioso y observador se quedó mirando a Isabelle pero la atravesaba con la mirada, estaba mirando más allá de ella parecía estar absorto en algo que estaba más allá de la comprensión de los presentes, y sonrió, pero tampoco se sabía a quién de modo que por un momento se quedaron mirándose los unos a los otros. El própio Cesar parecía estar desplazado, o despistado podría ser la expresión, sin duda alguna María estaba segura de que tampoco él lo había visto en tal circunstancia.
Sin ni siquiera mirar a Isabelle le dijo -¿Cuándo puedes comenzar?- -Sasi al margen de los dos que observaban la situación contestó a su vez -Cuando usted quiera.- De pronto despertó de aquella especie de trance y se puso de acuerdo con ella acerca de los horarios y el sueldo, le pidió los papeles necesarios para darle el alta en la empresa y levantándose y acercándose a Sasi le dio dos besos apuntando -Muchas gracias Isabelle.- -Soy yo quién debe darle las gracias señor Cesar.- -Nada de señor, solo Cesar.- -Quedaros a comer con nosotros por favor. –Y tú vete a dormir amor, que si no luego no vas a servir para nada.- -Si, lo cierto es que estoy un poco cansado, dame un beso.-
Isabelle y María salieron fuera del restaurante y se dieron una vuelta por él para que Sasi fuera conociendo el entorno. Cogidas de la mano enfilaron la calle abajo y María decidió entrar en un bar junto a la clínica Dexeus para celebrar lo acontecido. Decidieron tomar un dry gin, hicieron chocar los vasos y en voz alta María brindó… -Por mí amor y la felicidad que podemos tener.- Alguien hizo algún comentario sarcástico y hasta insultante pero ellas no oían esas voces, solo estaban pendientes de su felicidad y su dicha que procurarían mantener a toda costa. –Boyeras de mierda.- dijo una señora cerca de ellas que apuraba un cortado, feliz sin embargo, Sasi contestó -Señora no sabe usted lo que se ha perdido si no ha llegado a querer jamás a una mujer.- y le dio la espalda.
Reprimidas unas, abandonadas de cariño las otras, muchas mujeres no sabrán apreciar jamás los trazos distintivos de mujeres atraídas por otras mujeres que, las más de las veces no se dejan entrever de manera física, al contrario de otros (as) que lo evidencian para dar espectáculo y hacerse ver entre los (las) demás. Estas mujeres que en muchas ocasiones han fantaseado tener una relación con una amiga o familiar y que desechan de sus mentes porque cuando se levantan por la mañana, tienen sentada a la mesa a tres hijos y un marido loco por salir de casa e irse a trabajar. Personajes así Sasi tenía a cientos en su bar, hombre lascivos que venían al bar a ligar con otras mujeres, y otros que sencillamente eran asiduos mirones de los modelos con que visitaban el bar otras tantas mujeres desatendidas por sus maridos, y que a base de insistentes miradas acababan teniendo conversación con ellos y hasta quedaban en pequeños hoteles de paso para saciar sus apetitos carnales.
Y muchos de estos y estas, ¡miraban con desprecio a dos mujeres que luchaban por mantener su vida de acuerdo a sus propios instintos!, ciertamente demencial. Eso es lo mismo que talar un gran árbol de la selva pretendiendo no dañar a los que están a su alrrededor, imposible, pero no les importa porque vivimos bajo las mismas reglas de la selva y es evidente que solo sobrevive el más grande o el más apto.
-Parece que le has causado un gran impacto a Cesar, y eso que me consta que no es fácilmente impresionable, estoy segura que no ha sido solo cuestión de suerte…- -Oye guapa, ¿Qué quieres decir con eso?- apostilló Sasi cogiéndose las caderas y levantando el busto -Y este palmito ¿no ha servido para nada o qué?- rieron a gusto las dos cogiéndose de las manos y luego acercándose mutuamente para darse un beso en los labios. –Soy feliz María, y no me quiero referir a que haya encontrado trabajo de forma tan rápida, y además ¡ese trabajo!, tendríamos que habernos conocido antes ¿no crees?- -No, ¿Por qué? Siempre hay tiempo en la vida mientras esta dura, creo que somos los propios humanos los que nos esclavizamos al tiempo y las personas en ocasiones, queremos cambiar lo incambiable. Pero no está en nuestra mano dominar el tiempo, el tiempo es inexorable, cada minuto de nuestra existencia camina solo en una sola dirección hacia la derecha, pase lo que pase y cambiemos como lo hagamos, el tiempo corre siempre hacia el futuro. Esa es la gracia del tiempo, nunca sabemos lo que nos depara en el futuro, en el presente estamos tú y yo felices, hablando de lo que nos sucedió y no queremos que vuelva a pasar, de esos recuerdos que se mezclan con penas y alegrias y que en parte han marcado nuestra personalidad y carácter pero… el futuro no se debería escribir con mayúsculas porque es como un chasquido de dedos.- -Por favor, filosofemos porque si no, voy a terminar dándote la razón. Estamos aquí y ahora, para mí eso es lo que cuenta. Es cierto que ni tú ni yo sabemos adónde nos llevará esta relación, pero hoy por hoy, no aspiro a nada más en esta vida, si considero que estoy enamorada de ti, el próximo paso será tratar de amarte. Lucharé por conseguirlo con todas mis fuerzas María.-
Entre el paseo y la pequeña celebración íntima con los dry gin llegó la hora de la comida, se encaminaron al restaurante que parecía desierto, por lo menos en lo que concierne al salón comedor. Al entrar salió Cesar que de forma simpática las invitó a pasar -Por favor señoritas, pasen por que les he preparado una mesa ¡¡Hummm!!, y una carta que tenemos hoy que es LO MÁS.- -Eres único Cesar.- dijo María -¿Ves?, en eso no te quito la razón… el único Cesar que tiene un novio llamado Augusto, propietario de un restaurante con nombre romano y que poco a poco va a llenar su cocina de lesbianas, ja,ja,ja,- -Si eso llegara a ser así sería la hostia.- -No querida mía, te equivocas, sería la rehostia.- todos rieron a placer hasta que otros cuatro clientes llegaron al restaurante. Cesar salió a recibirlos calurosamente y cuando estuvieron sentados y Cesar pasó al lado de Sasi le dijo al oído “ves tomando nota de todo cuanto hago porque esta noche tendrás tu bautismo de fuego”. Isabelle sintió como un calambre en la espalda y comentó a María -No puedo creer que esta noche esté aquí fuera sirviendo… ¡cariño, que miedo!.- - Pero vamos a ver ¿no es lo que hacías en el Trebisól?- -Si pero aquí es diferente.- -Claro, y sería diferente si estuvieras sirviendo mesas en un cinco estrellas, pero básicamente es lo mismo. Piensa que la gente viene a hablar tranquilamente de sus rollos y no prestan demasiada atención a la comida, que por otra parte no preparas tú, así que tú tranquila y déjate instruir por Cesar que no te soltará de la mano.- En ningún sentido le faltaba razón a María, servir a alguien era lo mismo en cualquier lugar, lo importante es la actitud a la hora de hacerlo y si disfrutas o no haciéndolo. A ella le constaba que a Sasi le sobraban cualidades para hacerse suya a la gente y atenderla con la máxima delicadeza y cariño; sin duda alguna los clientes de Cesar estarían más que contentos.
Después de comer más que holgadamente, Cesar se acercó a la mesa y después de asegurarse que todo estaba a nuestro gusto intercambió unas palabras con Isabelle… -Hermosa, ahora son las tres, pues dentro de tres horas empiezas la jornada que por lo común termina a las una o dos de la mañana dependiendo de la gente que venga, pues aquí, las noches son más densas que los mediodías. Conocerás a mucha gente interesante, personas de negocios, futbolistas y otros deportistas y también gente de la jet set. Con todos hay que ser muy discretos porque esa es la razón de que sigan viniendo a este restaurante que goza dentro de estos círculos como un lugar “un tanto especial”, lo entiendes verdad?- -Claro Cesar, pero te confieso que estoy un poco nerviosa.- -Claro, si no lo estuvieras no aprenderías nada o muy poco, y deseo que seas aplicada en esta labor porque puede abrirte muchas puertas el trabajar aquí, ¿de acuerdo?- Le dio un ligero beso en la sien que podría interpretarse como un beso paternalista, dulce y amoroso a la vez.
-María, pedimos un taxi y nos acercamos a casa antes de comenzar a trabajar?- -Vas a ir un poco justa de tiempo cariño, tanto ir arriba y abajo ¿no va a excitar más tus nervios?- -No creo que me los excite más de cómo los tengo, por eso necesito calmarlos.- Se levantaron de la mesa y cuando se acercó María con su bolso abierto, Cesar la miró fijamente y le soltó… -Pero tú de qué vas muñeca?.Largaos de aquí antes de que llame a la policía ja,ja,ja,-
En cuanto llegaron a casa de María y esta se dispuso a abrir el armario para sacar el vestido que luciría esa noche, por una puerta interior de su armario decorada con espejo de arriba abajo vio tras ella a Sasi que solamente vestida con un delicioso tanga color berenjena extendía los brazos hacia ella. Delicadamente poniendo un pié delante del otro y con un fondo musical de Michael Bublé en tono muy bajo, se acercó besando sus hombros primero mientras soltaba la tira del sujetador de María acariciándola toda, empezó una danza al principio lenta y llena de pequeños besos mutuos, para terminar en un tremendo estallido cual si fueran personas presas de algún espíritu que les hiciera entrar en un trance gozoso y agónico a la vez.
A María se le ocurrió entonces… -Augusto?, oye ¿te iría muy mal pasarnos a recoger por casa para subir al restaurante?- -¿Porqué eres así mujer?, precisamente tenía ese encargo de Cesar e iba a llamarte ahora mismo para saber si estabais listas, estoy enfilando la Gran Vía en poco más de diez minutos llego. Un besito a las dos.- Mientras María recogía las llaves de casa y cerraba la ventana de la habitación, Sasi bajó a la calle, cuando María alcanzó a verla entre las personas de la acera, la descubrió contra una de las arcadas de piedra del edificio siendo amenazada por alguien, o discutiendo, no lo sabía bien pero aceleró el paso hasta allí y descubrió a Roberto que la increpaba y la insultaba llamándola puta de mierda y otros adjetivos menos agradables… -¿Te has creído que puedes dejarme así como así zorra? Ni te lo pienses…- Iba a defenderla María llena de rabia cuando por su lado alguien sujetó su mano, se acercó a Roberto y lo asió por los testículos de modo que éste se lo quedó mirando como si lo hubieran hipnotizado, -¡Caramba con el valentón ese!, ¿lo conoces de algo Sasi?- Ella afirmó, pero Cesar no se dio por contento y dio una vuelta de tuerca a los testículos de Roberto, este gimió como un perrillo chico, en ese instante otra vuelta de tuerca decidiría lo que pasaría en el futuro. –Sabes que esta señorita no tiene nada que ver contigo ¿cierto?- Roberto asintió, -Pues a partir de ahora para ti pedazo de cabrón es una des co no ci da. Yo sin embargo te conozco a ti, tú negocio, a tú mujer y a todo el resto de la familia.- Parecía ahora que las tripas fueran a salirle por la boca, los ojos desorbitados, rojo como un tomate maduro, Sasi y María actuaban como escudos humanos tapando toda la escena desde el exterior. –Marcha para tú casa, pobre hombre, que eres un pobre hombre. Y no olvides ponerte hielo… ya sabes, yo de ti me acostaría y cerraría el bar, por lo menos hoy. Pasaré cada día a tomarme algo por el Trebisól, supongo que estoy invitado. Las tomó a las dos por el brazo y las introdujo en el taxi. –Hay señor, que poca gracia tienen algunos para gastar bromas.- -¿Bromas?- Si mujer eso en nuestro mundo, el del taxi son bromas que a veces suceden y que tienen que solucionar a base de dialogar con la gente.- -Dialogar?- -Si, si él no lo ha hecho conmigo ha sido porque no ha querido porque yo le he cedido turno de palabra, ¿Qué no estaba en condiciones?... lo admito, a lo mejor es que llevaba unas copas de más, pero de cualquier modo no le deis importancia, ya se terminó y no os volverá a molestar más, palabra de Cesar.- No pudieron por menos que arrancar a reír los tres y en menos tiempo que suponían ya estaban ante el restaurante. –No sé como agradecerte lo que estáis haciendo por nosotras.- Dijo María… -Mujer a mí se me ocurre un modo… - -¿Cuál?- -¿Echamos un polvo un día de estos?- -Animal…- Los dos se echaron a reír nuevamente.
-No he tengo uniforme Cesar, quizás es que te olvidaste de decirme que me tenía que poner.- -De eso nada belleza, el uniforme aquí eres tú, ¿acaso ves que yo lleve alguno?, el trato al cliente y la simpatía, así como el no oír nada ni tratar de ver más allá de los platos de comida y los vinos que servimos es nuestro mejor uniforme. Más allá de todo eso no hay nada, todo lo demás es prescindible e innecesario.- Sasi reflexionó sobre eso que le acababa de decir Cesar y encontró en ese razonamiento lógica pura, así pues la llevó a la cocina a la hora convenida y la presentó al resto del personal haciéndoles saber a todos que las quejas sobre Sasi o su comportamiento fueran dirigidas directamente a él, -Recordad, nada absolutamente nada, debéis hablar a sus espaldas. Si por alguna razón me entero de que esto sucede habrá consecuencias, os lo digo del mejor modo posible a todos, tenemos que seguir trabajando como una familia. El respeto es la mejor arma contra el desaliento en el trabajo.-
No se puede decir que comenzara mal la noche para ella, Cesar la presentó como una nueva colaboradora en su negocio a unos cuantos clientes-amigos, incluso se permitió la libertad de invitarla a que hablara francés con un señor que era bastante asiduo al local y que siempre venía acompañado por una pareja de porte burgués a tope. La mujer rondaría los treinta y su esposo casi los sesenta, sin embargo el joven francés no pasaría de los veinte y pocos pero eso sí, era un Adonis de hombre. (discreción Sasi, discreción, ese es nuestro uniforme) recordaba continuamente Sasi. –Has causado muy buena impresión, y creo que mañana voy a salir poco por el local a menos que alguien pregunte por mí. Te aseguro que alguien me echará de menos pero solo es cuestión de tiempo el que se olviden de Cesar estando presente Pompeya. ¿Sabes que Plutarco en una ocasión escribió algo muy curioso sobre Pompeya?, esto te lo cuento solo a título informativo que no tiene nada que ver con tu trabajo, o sí, no lo se si acaso tú lo decides. Se celebraba la fiesta de la Buena Diosa, solo mujeres podían asistir a esta pero un hombre llamado Públio Clodio Pulcro, sumamente rico estaba enamorado de Pompeya que era la mujer de Júlio Cesar y se introdujo en la fiesta disfrazado de ejecutor de lira. Fue descubierto y juzgado por engaño y sacrilegio. Cesar aunque estaba seguro de la fidelidad de su esposa Pompeya la amonestó porque “No basta que la mujer de Cesar sea honesta; también tiene que parecerlo”. Isabelle trataría de sacar de estas palabras dichas por Cesar, beneficios a largo plazo.
María observaba con detenimiento las maniobras que su amiga Sasi hacía arriba y abajo del local las horas de trabajo mientras que Isabelle le guiñaba un ojo de vez en cuando y le tiraba besos con su hermosa boca, besos que ésta recogía adulada por ser el centro de su atención.
Pero María no se quería dar cuenta de que esas situaciones de la vida, por lo menos la que ella estaba viviendo en ese momento tienen su cara y su cruz. Lo que en un momento determinado sentimos por alguien se puede esfumar como cuando a un fuego se le echa agua encima y entonces, el humo que produce es simplemente vapor de agua. “Por mí parte eso no pasará porque la amo”, bien eso es lo que asume todo aquel que se empareja con otra persona, entonces en nuestros sueños empiezan a aparecer otros seres diferentes, deseamos de todo corazón que la persona que aparezca sea él o ella pero no, aparece alguien que anteriormente nos ha amargado la vida porque resultó infiel y utilizó nuestro cariño como escudo para hundirnos.
Bien visto, es probable que nosotros contribuyéramos con nuestros celos y nuestras regañinas o broncas y hasta con nuestras miradas inquisitivas, repasando sus mensajes en el ordenador o trasteando el móvil para saber que, cuando y como, habló con quién fuere y que le dijo, o que es lo que le dejó dicho la otra persona. En una palabra, los celos. Está bien ser celoso con ciertos límites y es vital el que cuando estos se salen de caudal se debe hablar, pero en lo que tiene que ver con parejas que no tienen buen arraigo, sean cuales fuesen, están abocadas al fracaso y pueden ser el motivo de futuras depresiones. Lo cierto es sin embargo que en aquel momento tanto María como Sasi, no contemplaban nada de todo esto, temor sí, creo que las dos sentían temor a que algo las hiciera fracasar en esta aventura que acababan de comenzar, pero para esto están los amigos, y ellas tenían donde apoyarse teniendo cerca a Cesar y a Augusto. ¿Se querrían implicar dando consejos si pasaban en el futuro por alguna crisis?, todo dependía del propio carácter de cada uno. Ya se sabe, a veces has tenido que luchar tu solo ante tantas circunstancias penosas, (de pareja) que te limitas a mirar los toros desde la barrera sin correr ningún riesgo.
A menudo no queremos enfrentarnos a nuestros propios miedos y esto hace que cuando surge alguna circunstancia anómala en nuestra vida caigamos en la tentación de buscar ayuda en los demás, cuando nosotros casi sin ningún esfuerzo encontraríamos la respuesta a nuestro dilema. Si nos subimos a una atracción emocionante donde abundan los loopings y la velocidad, nadie nos obliga, sencillamente nos apuntamos a la cola de los que van a probarla y mientras tanto vemos las reacciones, tanto de los que van a subir como de aquellos que ya la han probado y la comentan con mayor o menor impacto o mayor y menor entusiasmo. Esa ilustración puede servir para las cuestiones que nos depara cada decisión de nuestras vidas, o como mínimo “algunas” decisiones de ella. Esto no debe hacer que cada paso que demos en nuestras propias decisiones las consideremos un fraude, sin duda alguna nosotros, y sol nosotros somos los responsables y deberíamos tener un plan B para hacer que nuestra vida siguiera siendo feliz y fructifera.
Entre tanto, al no poder entrar en el pensamiento de la gente tenemos que pensar que ese nuevo núcleo que acababa de inaugurarse que era la pareja María, Sasi, iba a ir por buen camino ¿Por qué dudarlo?, no había razón para pensar otra cosa.
Sin embargo, de por medio apareció alguien que en su día había dejado un rastro en María, a la segunda noche de acompañar a trabajar a Sasi al restaurante Augustus apareció Claudine, ex de Cesar y ¿ex de María?. Se sentó en su mesa reservada especialmente para ella y parte del local se llenó de su aroma, de su perfume, y porque no decirlo de su gracia, esa gracia la constituía su forma de andar acompañada de su forma de vestir y también de mirar. No es que mirara a nadie con aire de superioridad pero si de un modo…, no sé, que causaba inquietud. Nunca miraba a nadie pero lo veía todo, diríase que era como un halcón que pasa desapercibido en el cielo, hasta que el conejo que tanta seguridad tiene en sí mismo mientras come es atrapado por esas poderosas garras que lo matan casi de inmediato.
No es que María la tuviera en este concepto pero lo cierto es que Claudine… era justamente así, un ave depredadora con muchas armas diferentes que sabía utilizar en el momento adecuado. María se acercó a ella porque le constaba que ya la habría visto, se sentó momentáneamente a su lado y le dio dos besos… -Hola María, creí que no querrías saludarme.- -¡Mírala ella que lista! Y ¿Por qué no debería hacerlo?, se que has estado en Francia unas semanas pero me alegro mucho de volver a verte. Lo cierto es que después de nuestro encuentro te eché mucho de menos, pasé unas cuantas noches malas.- -Y eso ¿porqué?- -Mujer para mí fue impactante, y hasta si me permites que te lo diga, has sido la prueba de mí reafirmación sexual. Creí que no encontraría jamás a una persona que me hiciera sentir como tú lo hiciste, tranquilidad y una buena conciencia, aspectos que solo se pueden poner a prueba cuando te dejas llevar por las circunstancias e intentar que alguien como tú te reconduzca a la senda que sospechas que es tú camino.- -O sea que he sido la pócima que te ha hecho despertar…- -Sí, ¿Por qué no?- -Gracias a ti en parte, he conocido a alguien con quién creo que voy a decidir una parte importante de mi vida. Estoy dispuesta a intentarlo y me gustaría que me ayudaras. Tu madurez y tu experiencia pueden ser determinantes en esta andadura.- –Y… ¿quién es él o ella?- - Enseguida la conocerás.- -Serás…- -Mírala, ahí viene, ¿a que es una delicia?- Se presentó en la mesa Sasi con ese acento peculiar que le daba el origen rumano y a la vez las lenguas que hablaba que sin duda tenían que ser el detonante de esa explosión maravillosa de su manera de hablar. –Buenas noches señora, sea bienvenida a Augustus, hoy tenemos como cada día unos platos excelentes que esperamos sean…- -Bueno, bueno, así que esta es tú nueva compañera… un placer preciosa, me alegro mucho de que tengáis compañía mutua, es más, os felicito. Al fin y al cabo siempre tiene que haber un roto para un recosido.- -Preciosa, este señor que está dentro de la cocina sabe exactamente qué es lo que voy a comer hoy, de manera que la carta incluida la de los vinos te la puedes llevar. Cesar, ese maricón que hay ahí dentro, era mi marido, ahora, ex marido afortunadamente.- Sasi dio media vuelta sobre sus talones y se fue hacia la cocina mientras María prudentemente y en voz baja hablaba con Claudine -Te has pasado un poco, ¿a que ha venido eso de atacarla de ese modo? Parece como si te quisieras vengar de algo o de alguien, me parece que tú y yo no tenemos ningún compromiso que tenga que hacerte reaccionar así.- -Pero ¿de qué me estás hablando María? ¿de verdad creías que nosotras…? Ja,ja,ja, estás loca si piensas eso, estuvimos entreteniéndonos esa noche nada más. ¿Sabes una cosa? He estado estas semanas fuera en París de visita de trabajo y de asueto con una diseñadora de moda con la que me veo un par de veces al año. Ella vende sus modelos y yo le vendo los complementos que diseño para que los exponga en las pasarelas.-
Si pretendía dañar de alguna manera su recién estrenada relación con Isabelle lo tenía claro, se prometió a si misma defenderla con uñas y dientes, ahora solo cabía esperar que su amistad no se viera depauperada por esa especie de inflexibilidad o animosidad que parecía manifestar Claudine. De cualquier forma María sin despedirse de ella entró en la cocina, no había demasiado movimiento así que trató de localizar con la vista a Sasi y un cocinero le indicó cuchillo en mano la puerta del almacén. La encontró allí sollozando mientras ella cogía su rostro entre las manos y le alzaba la vista cogiéndola dulcemente por la barbilla. –Nadie, vida mía, nadie, nos derrumbará mientras nos apoyemos la una en la otra. Se fuerte cariño, además tienes un trabajo que debes defender con uñas y dientes, tú vales más que todos los que están ahí afuera sean banqueros, arquitectos o nuncios papales ¿lo entiendes vida mía?- Sasi se repuso mientras que Cesar ya empezaba a buscarla. Salió y siguió atendiendo las mesas mostrando su simpatía habitual, María se sonrió un par de veces cuando al pasar ella al lado de la mesa de Claudine con las cartas de la cena en la mano y el bloc de notas en otra miró con altanería a esta, que haciéndose la distraída hablaba por el móvil riendo como una loca. Cesar que se apercibió de la circunstancia bien porque le llegara alguna voz desde la cocina o bien porque hubiera observado algún movimiento extraño en el comedor, porque andaba yendo y viniendo por toda la sala del restaurante la llamó y aparte sin que nadie se apercibiera le dijo… -Sasi lo estás haciendo muy bien, no dejes que ese zorrón desorejado de Claudine te desanime, sigue adelante y que estos comentarios no lleguen a ser un desafío para cuestionar tus cualidades como profesional ni como persona, apta para amar y para ser amada.-
Le dio un golpecito en la espalda y la mandó al comedor de nuevo, acababa de llegar un famoso tenista con su acompañante y una pareja más. Al terminar la jornada Agus se ofreció a llevarlas a casa y cuando abrieron la puerta y Sasi entró en el salón se derrumbó en el sofá. Una hermosa jarapa de algodón egipcio lo cubría y María no pudo por menos que echarse a su lado y alabar la entereza que demostró en su puesto de trabajo acariciándola suavemente y susurrándole al oído “Te quiero, Sasi”.
Al día siguiente con la resaca de sexo que habían tenido la noche anterior se levantaron al mediodía y las dos se ducharon juntas riendo y jugando con la espuma del gel de baño. Justo en el momento que se estaban secando, María con su toalla y Sasi cepillando sus cabellos secador en mano, llamaron al telefonillo, María preguntó quién era y una voz masculina y aguda preguntó si allí vivía una señorita llamada Isabelle. -¿Quién lo quiere saber?- -Un servidor.- contestó el hombre -Mire usted señora, si vive aquí es mejor que abra la puerta debo hablar de un asunto que solo le concierne a ella.- ahora María se asustó un poco, tapando el auricular con la mano le comunicó a Sasi el asunto y ella sin pensarlo dos veces contestó -Sí, diga…- María estaba a su lado pero ahora no podía escuchar lo que hablaba con el hombre porque Sasi tenía el aparato pegado a su oído. Unos angustiosos segundos de espera dieron paso a la reacción de Sasi que contestó -Espere cinco minutos, he de vestirme.- -¿Qué pasa Sasi?- -Luego te lo cuento María.- -¿Cómo que luego me lo cuentas, adonde vas?- -A ningún sitio, bajo a la calle, debo solucionar algo.- -Por el amor de dios, dime que es este asunto.- -Palabra que en cuanto suba te lo cuento, no temas nada.- le dio un caluroso beso mientras María se quedaba temblando como una hoja. María no tenía forma de ver que sucedía en la calle pues su piso no estaba situado en una posición adecuado con relación a la calle, hacía esquina y a saber el tiempo que hacía que esa balconada no se habría de par en par. Solo las persianas con sus correspondientes ventanas servían para ventilar la casa usando el ventanal de la cocina y el del baño para crear suficiente corriente de aire que limpiaba el ambiente. Además en la casa no se fumaba lo que ayudaba a que el aire se purificara de forma rápida.
Tiró el desayuno a la basura, las tostadas estaban reblandecidas y el zumo perdió sus vitaminas así que solo conservó el café que todavía estaba caliente y se sirvió una taza que apuró rápidamente. Pasó media hora y sonó el telefonillo, Sasi todavía no tenía las llaves de la casa, pensó que tenía que hacer copias del portal y del piso. Sasi llegó arriba malhumorada y tensa, se puso a pasear nerviosamente por la cocina lo que hizo que María se inquietara todavía más.
-Bueno, ¿me vas a decir de que va todo esto cariño?- Sasi frenó de golpe ante ella y le explicó -Tengo un hermano que llegó a España conmigo del que no sabía nada hasta hace un año que me localizó en el bar. Me dijo que tenía algo que decirme, que era muy importante y lo importante era que andaban buscándolo por un asunto de drogas, por lo visto traficaba a pequeña escala pero…( olvidó pagar) a su proveedor y es evidente que lo tenían controlado porque por medio de él me han localizado a mí.- -Pero… ¡¡esto es demencial!! ¿Qué tienes tú que ver en todo esto?- -Nada, pero para ellos soy una especie de puente entre mi hermano y yo. Están convencidos de que sé donde está, o por lo menos por qué ambientes se mueve, es suficiente para ese atajo de bandidos, así de sencillo, no le tenemos a él pero te tenemos a ti.-
-Pero eso… ¿Qué vas entonces?- -No lo sé cariño, tan solo sé que estoy en inminente peligro de ser … ¡yo que sé!, es que no sé lo que me pueden hacer, me han advertido de que lo que suceda será culpa única y exclusivamente de él, pero que seré yo quién pagará las consecuencias. Les temo mucho María porque estos no se andan con chiquitas, quién se la juega se la paga de un modo u otro.- -Bueno, deja ya de andorrear por la cocina que me pones más nerviosa, voy a hacer una llamada…- -No, déjalo, no quiero que te veas involucrada tú también en esto, no comentes a nadie del trabajo el asunto me podrían despedir y este trabajo me hace falta como el aire que respiro. Estoy cerca de ti, te quiero y no quisiera que pasara algo que echara a perder nuestra relación, te adoro María, cada vez que pienso en ti se me eriza el vello y nunca he sentido nada parecido por nadie. Jamás te pondré en peligro, antes me quitaría la vida.- María tapó la boca de Sasi con la mano, y de sus ojos manaron lágrimas que no sabía muy bien si eran de alegría o de tristeza habida cuenta de lo que acababa de surgir y sus posibles consecuencias. –No voy a comprometer nada tuyo vida mía…- La abrazó silenciosamente y silenciosamente buscaron estas partes que solo ellas sabían identificar como los resortes que las llevarían al orgasmo.
El cuerpo humano y sus emociones ¡es tan complejo y tan delicado!... que a menudo una tecla tocada a destiempo puede echar a perder mucho del camino andado. Lo contrario también es cierto, milímetros de piel suavemente estimulados hace que el alma entera se convulsione por dentro y por fuera y deje atrás momentáneamente, preocupaciones, angustias y hasta laceraciones que tengamos de nuestra vida anterior. Así es nuestra mente, así es nuestro cuerpo, capaz de auto repararse o convertirse en una chatarra oxidada que solo sirve para el desguace. Las dos estaban cada vez más convencidas de que jamás ningún hombre sabría encontrar esos pequeños escondrijos donde se guardan las zonas más inóspitas de una mujer, Sasi había oído centenares de veces a clientes decir en el bar en compañía de una caña de cerveza con los amigos “Yo…llego a casa, y como esté a tono, donde pillo a mi mujer la empitono” o comentarios parecidos e igualmente insultantes. Se hace evidente también, que depende del poder del carácter de cada persona, a unos les afecta más que a otros los problemas que se presentan en cualquier circunstancia. Durante muchos años María había sido una mujer autosuficiente y feliz (a su manera), ahora resultaba que todas sus energías estaban canalizadas hacia Sasi, su sostén, su faro, su norte, es por eso que tenía que tomarse ese problema con absoluta sangre fría, con objetividad, para no dejar que los sentimientos causaran un mal mayor que la solución si es que la había.
María pasó a la acción e hizo una llamada telefónica, no hizo ningún planteamiento sobre cuestión alguna, Sasi tomaba café a solo un metro de ella y María no quería crear ningún tipo de suspicacias de modo que quedó con quién estaba hablando para el siguiente día a las 9 en punto en determinado lugar que Sasi desconocía.
-¿Qué tal Ramiro, cuánto tiempo no?- -Si, bueno sabes que soy un poco difícil de encontrar, en mi oficio das más vueltas que un tiovivo y estar embarcado siempre o gran parte del tiempo hace que uno no pueda tener mucho arraigo en ningún lugar. Chica, esto de estar infiltrado no es para mí edad, antes sí que me comía el mundo pero ahora tengo dolores hasta en las pestañas. La artrosis y el clima del mar queman mucho, el pasado invierno pedí un cambio de destino en la policía, me lo aprobaron.- -Me alegro mucho por ti Ramiro, ya te lo tienes bien merecido.- -Sí, pero ahora estoy formando a un chaval que me sustituirá y todavía me queda un año de lucha con la mar, y con los hijos de puta que trafican. Bueno tú me dirás en que te puedo ayudar…- María le expuso la situación respecto a Sasi y su hermano pero Ramiro (identidad que tenía procurada por la policía) movió la cabeza de un lado a otro y comentó con ella que tenía que tener más indicios, de otro modo era poco menos que imposible meter mano en el asunto. De pronto se le ocurrió algo, -La policía actúa por cuadrantes para vigilar y dar voces de alarma a sus superiores, dame tú dirección, la dirección del bar ese donde trabajaba la chica y el nombre de su dueño, veremos si está implicado en algo… y sobre todo María, si ves cualquier movimiento extraño a vuestro alrededor, por ejemplo que os vigilan u os están siguiendo, no actúes de manera precipitada ni temeraria. Lo mejor en estas circunstancias es que vuelvas a casa y cierres bien la puerta sin abrir a nadie que no puedas identificar.- -Confío en que me des buenas noticias al respecto de esta situación porque Isabelle está francamente preocupada y en consecuencia yo también. ¿Sabes Ramiro?, es la persona a la que estoy aprendiendo a querer después de mucho tiempo, de hecho ahora mismo no sabría que hacer sin ella.- -Comprendo, dame el número de tú teléfono fijo y el de tu móvil, tengo que tenerte localizada por si hay alguna novedad sobre el asunto. Debo irme, dame un beso. Estaremos en contacto, y recuerda lo que te he dicho, esas medidas de prudencia a veces salvan la vida de la gente.-
Cuando María regresó a su casa la encontró vacía, estuvo llamando y llamando a Sasi por todo el piso sin encontrar respuesta, sin darse cuenta la estaba llamando a gritos como si las dos estuvieran separadas por una gran sima insalvable, no le faltaba razón en el sentido puramente representativo, era todo un abismo lo que las separaba pero sin tener consciencia de o quienes estaban separándolas en ese momento. Automáticamente se dirigió a su habitación y miró dentro de gran armario para ver si sus vestidos y pantalones, blusas y demás estaban allí. Sí, todo parecía en orden, delicadamente sostuvo en sus manos sin desprenderla de la percha una de las camisas de algodón peinado a mano que en su día le regalara y estuvo aspirando profundamente el olor del perfume de su piel. “Sasi, por favor ¿Dónde estás amor?” se preguntó en voz baja, después se le ocurrió ir al baño para ver si sus cosas permanecían en su lugar, ahí estaba desde el cepillo de dientes hasta el de sus cabellos, su estuche de manicura y su colonia. Respiró tranquilizada pero solo en parte, porque faltaba lo más importante, Isabelle la usuaria de estos elementos que en ocasiones desbocaban su pasión cuando veía que Sasi los utilizaba. Desnuda frente al espejo de baño, con la habitación llena de vapor de agua que en ocasiones empañaban el sitio donde ella se miraba y que muchas veces María limpiaba para que su ninfa pudiera verse mejor, cogiéndola por la cintura no escatimaba halagos a su figura y su hermoso rostro desmedidamente pálido.
Como saliendo de una ensoñación ahora la encontraba a faltar mucho más que antes. Tenía que encontrarla a cualquier precio, pero… no sabía por dónde empezar. Por su mente pasaron ¡¡tantas cosas!! Y curiosamente todas malas, que la hubieran raptado, que respondiendo al teléfono la hubieran embaucado a tomar una decisión equivocada… ¿Qué hacer en una situación como esa? Pasadas dos horas de angustia extrema que hicieron que vomitara el desayuno y sintiera que su organismo se revelara a seguir en esta situación llamaron a la puerta, descalza para que nadie del exterior pudiera saber si estaba o no en casa, abrió la mirilla y se acercó con cautela, ¡¡dios mío!! Era Sasi que con el bolso en bandolera y una bolsa de papel blanco en la mano llamaba esperando apoyando una mano en el tabique exterior. -¿Se puede saber dónde te has metido maldita sea?. -¿Qué pasa cariño, a que viene todo esto?, necesitaba salir un momento, no pensarás que eres mi carcelera ¿verdad?...- -Cierto que no lo soy, pero ni siquiera una nota para indicarme que no tengo razón para preocuparme, no que, después de lo sucedido en las últimas horas… vas y te largas de compras como si nada, ¿tú crees que esto es normal?- Esto no se lo decía de forma pausada, sin darse cuenta María le estaba echando un rapapolvo de mucho cuidado, ahora que estaba descalza y las diferenciaban doce centímetros (Sasi era más alta) se encaramaba sobre los dedos de sus pies como para tener más autoridad sobre ella, además su cuello parecía haber crecido un poco al levantarle la voz. Sasi abrió los brazos como si fuera atracada por algún desconocido en señal de “me rindo”. El estado de María era tal que rompió a llorar, presa de ¿los celos, preocupación, irresponsabilidad por parte de Sasi?, ni ella misma lo sabía, quizás fuera un conjunto de todo ello lo que la hizo que se comportara así. Se abrazó a sí misma mientras lloraba desconsoladamente. Sasi se acercó a ella entrando en un estado de comprensión y empatía pero cuando la quiso abrazar María se zafó de su abrazo, era evidente que no era el momento.
Probablemente nadie que no haya pasado por una experiencia parecida puede entender la situación tanto de la una como de la otra. Situaciones como esta, especialmente entre personas que acaban de conocerse pueden hacer que una pareja se unifique o sea disuelta definitivamente. Bueno, hay que reconocer que el término definitivo se debe utilizar con cautela porque en muchas ocasiones ese término es puramente utópico, sobre todo para personas que han hecho de sus vidas, y de sus cuerpos en consecuencia, un mero viaje por la temporalidad, un… “Hay que disfrutar de la vida porque el futuro es como una mierda” y hacen de la promiscuidad su bandera y hasta algunos de su baluarte sin dejar que nada ni nadie se interponga en su camino.
¿Quién lamentaría este incidente, Sasi? o ¿Sería María por precipitarse en sacar conclusiones erróneas? ¿Tenía motivo María en mostrarse tan preocupada? ¿Entendería Sasi que su amante era posesiva en cuyo caso no tenía futuro con ella? En ocasiones concluimos que la falta de confianza y o de cariño auténtico llevan a estas cosas, a estos incidentes, ahora dependiendo de la reacción de cada una de ellas reflejaría (momentáneamente) quién de las dos tenía razón, aunque como dijo el sabio… “Para razón tener dos cosas son menester, primero razón tener, segundo que te la quieran dar”. Y es bien cierto desde que el mundo es mundo y en cualquier escalón de la sociedad.
María y Sasi no salieron a comer fuera, María preparó una ensalada muy completa y Sasi cocinó un bistec a la pimienta porque a la primera no le apetecía nada más. Sasi devoró el bistec con un hambre feroz, mientras que María se preguntaba hasta que punto le había afectado lo sucedido a Isabelle. Mientras tomaban café Isabelle se levantó de la mesa y María la siguió con la mirada, salió de la cocina y volvió a entrar con un pequeño envoltorio que casi cabía en la palma de su mano. Se arrodilló al lado de María poniendo el pequeño paquetito a su altura y le dijo… -Me dijiste hace unos días que velarías por mí, yo por mi parte me comprometí a hacer lo propio contigo, ¿sellamos este pacto?- María se quedó como una estatua pero poco a poco fue dulcificándose su mirada y tomó el paquetito, cuando lo desenvolvió y abrió la caja esta contenía dos sortijas de oro blanco con un brillante pequeño en el centro, tardó dos minutos en reaccionar. Llevaban una pequeña inscripción grabada dentro, se leía…” Tuya Sasi”, en la otra el mismo mensaje pero con el nombre María. Lo curioso del caso es que además de este mensaje, una fecha estaba también escrita al lado 26-9-010. –Tenía que recogerlos hoy por la mañana, era la fecha de entrega de las sortijas, es por eso que he salido, en cualquier caso discúlpame tenía que habértelo dicho pero entonces ¿qué gracia hubiera tenido?- -Tonta, eso es lo que eres una tonta.- La levantó del suelo y la sentó en sus piernas comiéndosela a besos, besos que Sasi correspondió y que la llevó a sentarse a horcajadas sobre María para tener ese gozo mutuo tet a tet .
Cuando Agus vino a buscarlas para ir al trabajo y comenzar así su jornada laboral advirtió algo extraño en ellas dos sin saber de cierto que era. Preguntó si habían tenido algún problema con Roberto a lo que contestaron jubilosas que no, -Entonces ¿qué pasa, me estoy perdiendo algo?.- Las dos a la vez asintieron, y las dos a la vez mostraron el dedo donde estaban colocados sus anillos. -¡Bolleras de mierda!, y yo el último en enterarme ¿no?.- María contestó que no y los dos se miraron con complicidad, que era un privilegiado, él fue el primero en enterarse, las dos se cogieron la mano y los tres se pusieron a reír. A la altura de la carretera de Esplugas cuando pasaban justo a la altura del instituto Dexeus mientras circulaban por el carril de la izquierda Agus les dijo… -No os asustéis de nada y sujetaros bien, no volváis la vista mirad hacia adelante y seguid hablando conmigo. -¿Qué sucede?- esa fue Sasi que en lugar de preguntar casi hizo una exclamación. –Llevamos desde la salida de casa a un coche detrás nuestro y no hace más asomar el morro por detrás para ver si estamos ahí delante, vamos a cambiar de sentido entre el tráfico para perderlos -¿Estás seguro que nos siguen Agus?- Ahora era María la que preguntaba asiendo las dos manos de Sasi, -Si, de cualquier otra cosa puedo equivocarme pero no de cuando alguien me está siguiendo, dejaros las manos y cogeros al apoyador de las contrapuertas que en cualquier momento hago la maniobra.- Poco tardó en decirlo porque casi al instante delante de un autobús giro haciendo chirriar las ruedas al mismo tiempo que daba gas a fondo.
El otro vehículo que se quedó atrás frenando se encontró con toda una caravana de coches detrás que tocaban el claxon y les insultaban mientras que al pasar por su lado Agus vió como el conductor del otro coche lanzaba improperios a la vez que golpeaba el volante con la mano por haber perdido la partida. -¿Tenéis algo que decirme sobre lo que acaba de pasar? Porque lo que es a mí no me seguían precisamente, si fuera así lo hubieran hecho desde que salí de mi casa y no de la vuestra.- Todavía con el susto en el cuerpo, respirando las dos de manera agitada sacaron la conclusión de que podrían ser gente relacionada con la llamada telefónica del día anterior dirigida a Sasi. Después de hacerle un breve resumen las dos del asunto Agus enfadado… -¡Muy bien señoritas, gracias por la confianza! Vaya mierda de vida, trata uno de ayudar y encima desconfían. Además ¿tenéis vosotras los medios para indagar y solucionar el tema de un modo u otro? Pues muy bien si lo consideráis así haya vosotras pero que sepáis que os estáis equivocando de pe a pá.- No se dijo nada más hasta que después de dar determinadas vueltas llamemos estratégicas por unas calles que cualquier ciudadano no hubiera hallado, llegaron al restaurante no sin antes desde las dos anteriores esquinas apagar las luces del coche y llegar en primera y casi al ralentí hasta la puerta, observando Agus el mínimo movimiento de cada persona o rama de árbol. –Gracias Agus.- el no contestó, puso la marcha atrás de su mercedes y arrancó. Cuando Sasi se incorporó a su labor ese día, media hora después de que las dejara Agus, Cesar estaba al corriente de la situación del mismo modo que Augusto y llamó a Isabelle, esta vez por su nombre completo. Estaban las dos tomándose un café expreso y al parecer para evitar verse involucrado en este turbio asunto Cesar, al dejarlas lo había puesto en antecedentes llamándolo por el móvil. Lógico, si ellas tenían y querían defender su independencia y solucionar el problema a su manera, lo lógico era que ellos dos estuvieran tratando de hacer lo propio.
Esa es una de las situaciones en la vida, que a las personas se nos hace andar sobre la cuerda floja como se suele decir, si hay algo que pueda juzgarse como una circunstancia puramente personal no hay problema alguno. Pero las más de las veces sin quererlo implicamos a otros, lo que hace que se constituyan un poco “socios” de ello y por lo tanto se tenga que encontrar solución de forma conjunta, o por lo menos participarles nuestra inquietud.
Un amigo mío que vive y trabaja en la provincia de Tarragona, tiene una empresa de materiales de construcción. Con él trabajaban un padre y su hijo que estaban allí desde que se inauguró el negocio. Pues bien, el hijo dejó en estado a una muchacha que conoció en una discoteca local y la casa que hasta entonces habitaban los padres de Guillermo no contaba con lugar para una nueva familia, de manera que al tener permiso municipal para levantar otra planta superior se pusieron a ello. Hicieron cálculos acerca del material que haría falta para subir la otra planta y tejarla, se quedaban cortos, no tenían suficiente presupuesto de manera que pensaron por su cuenta y riesgo que podían con toda confianza, echar mano del material del almacén de la empresa sin riesgo alguno de ser descubiertos por el jefe. En una cosa tenían razón, material tenían de sobras, ya llegaría la ocasión en que el padre pudiera hablar con su jefe para decirle cual era su proyecto. Hasta que un día accidentalmente su jefe tratando de ofrecer sus materiales a un constructor pasó delante de la casa de sus empleados y se dio cuenta que allí se estaba construyendo algo. Al regresar a su negocio preguntó a Guillermo -¿Haces obras en tú casa Guillermo?- -Bueno, una simple reparación sin importancia, si se puede decir así.- -Si no me dices que es lo que te inquieta en realidad no te podré ayudar. Quizás entonces sea demasiado tarde.- -Pues, demasiado tarde para que te ayude. ¿has echado cuenta del tiempo que llevas trabajando conmigo?- -No sé, unos cinco años.- -Eso es, y ¿en todo este tiempo no has llegado a conocerme todavía?- No le dijo nada más en adelante hasta que terminó la obra y levantó la segunda planta. Ya estaba tabicado todo, instalada la luz y techado. -¿No vas a invitarme a la inauguración de tú nueva casa.- Sintió tal vergüenza y desasosiego que no pudo por menos que pedir perdón. –El perdón es fácil pedirlo pero difícil de conceder cuando los demás no confían en ti Guillermo. Con el tiempo que precises busca otro empleo, sin prisas, pero hazlo.-
Esta pequeña referencia (por otra parte, absolutamente cierta) la expongo aquí como ejemplo de cómo el comportamiento de las personas puede determinar por su propia autosuficiencia, la destrucción de su propio estatus a la vez qué puede causar daños colaterales permanentes.
Les costó mucho, pero lo entendieron a fuerza de hablar entre ellas y tratar de sacar las conclusiones apropiadas. Después de todo no había razón para que no confiaran en ellos, le dieron trabajo a Sasi y por otra parte estaban contentos de que su relación llegara a buen puerto, no había nada que hiciera que los dejaran de lado en este asunto, por otra parte sucio, cierto, pero el sencillamente no quererlos implicar no era suficiente motivo para pasar de ellos, dos amigos hasta la fecha auténticos.
-Bien Sasi, cuéntame con pelos y señales todo lo que te han dicho esa gentuza, voy a tomar partido, si es que tú me lo permites. Seré discreto, pero te aseguro que vamos a ir directamente a la raíz del problema. ¿Te parece bien?- Sasi asintió y a la vez le dio información sobre el policía que se prestó por su parte a darles su ayuda, (Ramiro para la policía). -¿Tú conoces bien a este hombre María?- -Claro, lo único es que hace mucho tiempo que estábamos sin contacto alguno por motivo del complejo trabajo que tiene, pero tengo absoluta confianza en él.- -Bien, muy bien, entonces llámalo y le dices que esté aquí si le es posible el jueves, cenaremos juntos y hablaremos. Mientras tanto pensad que os vigilan y el hecho que hayan seguido a Agus os tiene que hacer pensar que cualquier medida de seguridad es poca. Esta madrugada os acompañará alguien que no será Agus, entrareis a horas separadas en casa y a renglón seguido entrará Moncho que se quedará con vosotras por la noche. ¿Tienes una cama para él?- -Si claro, ningún problema pero oye Cesar ¿Tú crees…- -No, nada de impedimentos, os quiero de una pieza mañana cuando os levantéis y Moncho es el mejor en cuidar de vosotras mientras se solucione todo el asunto, ¿de acuerdo?. No hagáis nada que él no os diga, si os dice haced esto o lo otro hacerlo cuando y como os lo diga, cuando todo termine os diré quién es y os daré cualquier otra explicación que me pidáis ¿vale?- -Vale.- contestó María de mala gana -Veo que no te gusta la idea del todo María, pero piensa que Moncho está absolutamente acostumbrado a todo, así que vosotras haced vuestra vida lo más normal posible, esto le facilitará las cosas a él.-
Al poco sonó su móvil, era Agus -¿Qué pasa cariño?, ¡vaya por dios!, y que es lo que estás haciendo? Ya, pero esto no es solución. Bueno pues si quieren jugar al gato y al ratón enséñales las uñas, arréglate llamando a alguno de tus amigos taxistas y que lo agobien, que lo encierren en la autovía de forma que no se pueda menear y si hace falta que lo lleven a veinte todo el tiempo. Si ya sé que se te había ocurrido, pero hazlo ¡Ya!, venga amor, hasta luego.-
Sasi se preguntaba que podría estar pasando para que de pronto vinieran estos tipejos a por ella, no encontraba explicación alguna a esta especie de pesadilla por la que estaban pasando, a decir verdad, por la que estaba pasando ella pues era la procuradora del problema y sin saber porqué. Es muy cruel que sucedan estas cosas, matan por dentro las razones que puedas tener, suspenden en el aire como si de una marioneta se tratara los argumentos lógicos que te haces de porque sucede esto o aquello, te deja sin opciones, en un callejón sin salida al que te ves abocado a pesar de ver al principio de tomar ese camino, la indicación de que no vas a ninguna parte.
María se preguntaba interiormente a medida que pasaban los días, si se había equivocado al aceptar el regalo del cuerpo de Sasi y el anillo. A menudo estos regalos nos comprometen con los demás, nos vinculan a ellos sin saber después como vamos a ser capaces de responder o si lo hacemos por otros motivos escondidos que van más haya del simple enamoramiento o hasta del capricho humano. No se puede pretender comprar el cariño ajeno a base de regalos caros, cierto que ayudan a pensar en que la otra persona tiene interés en nosotros pero…¿Qué clase de interés? ¿Sobre qué está basado y que pretensiones tiene respecto a la otra persona? No vale decir solo:”Hay que tirar para adelante”. Es verdad que el pasado no aporta nada positivo desde un punto de vista de progreso personal, aún así se debe reflexionar sobre cada paso que se da, especialmente cuando quieres consolidar una relación.
Tirar adelante; dos sencillas palabras que significan mucho pero que dicen muy poco de nuestros auténticos objetivos. A lo peor es que, en el fondo no tenemos objetivo ninguno y solo pretendemos estar acompañados en esta andadura fútil y quimérica. María empezó por hacer un pequeño balance del tiempo (corto) que llevaba con Sasi y descubrió como quién descubre una cueva llena de pinturas rupestres dentro de sí, que el tiempo que había compartido con Sasi estaba lleno de baches, como en un camino rural en el que no puedes escapar de heridas y tropiezos. Y al otro lado, el precipicio, el lugar adonde iría a parar si cometía el error de dar un mal paso, cuando esto pasa y tienes tras de ti a alguien que está vigilando atentamente por si cometes algún error, este camino es sencillamente una excursión. Pero… para eso se tiene que tener una absoluta confianza en tu compañera, ésta tiene que tener la seguridad de que suceda lo mismo si es ella la que va delante, de modo que esta aventura deja de tener tintes dramáticos para pasar a ser una andadura sin titubeos ni dudas.
A mitad de horario de trabajo de Sasi, Cesar la llamó aparte a su despacho y le informó de que ya era hora de que terminara ese día su trabajo. –Hay fuera un taxi que te espera, no es Agus, pero no te preocupes no tienes que pagar la carrera, te dará unas cuantas vueltas por los alrededores de la casa de María, cuando Moncho te llame por el móvil te acercará a casa el taxi, bajas y subes a casa, Moncho estará esperando en el portal y subirá contigo, María ya estará esperando arriba.- No preguntó nada, sencillamente y con cautela hizo lo que le dijo Cesar y partió a casa, llovía esa especie de calabobos que aparentemente no te moja pero que a los tres minutos de estar bajo ella te quedas empapado, cuando empezaron a dar unas vueltas a dos manzanas de la casa de María para terminar esa pequeña misión del taxista Sasi le dijo a este… -Pare en esta esquina, donde está la farmacia que tengo que comprar algo ahí.- -Cesar me ha dicho que no te deje sola hasta llegar a la puerta de tú casa…- -Pues me dejas en la puerta pero ahora tengo que bajar a comprar y es urgente.- Al entrar en la farmacia Sasi se dirigió a un estante donde estaban las compresas y los tampones así como otras cosas ya etiquetadas, la abordó un hombre que no podía ser visto desde la calle y hablaron pacíficamente, a los cinco minutos salió y volvió a subir al taxi, este arrancó y en dos minutos después de esperar en un semáforo rojo puso las luces de emergencia en doble fila y Sasi salió. Moncho estaba dentro del portal esperando con las luces de la escalera apagadas, la saludó y subieron al ascensor. No tenía más de treinta y cinco años pero ese hombre imponía por su estatura y su porte en sí, parecía un atleta, si resultaba tan efectivo como aparentaba tenían a buen protector. Sus manos finas pero siempre enguantadas parecían sacadas de una novela de esas en las que el matón nunca quiere dejar huellas y en el interior de su chaqueta se percibía el bulto de una pistola que a buen seguro llevaba sujeta con una sobaquera.
-María.- era Ramiro su amigo policía… -Tengo algo para ti, después de algunas averiguaciones tengo la confirmación de que estos tipos a los que he hecho seguir son una banda relativamente pacífica pero que actúan hombres y mujeres algunas de ellas dirías que son auténticas señoras y se dedican a engañar desde abuelos jubilados a gente de alta posición, también están metidos en el negocio del cobre robado, joyas, y otras cosas de gran valor que venden luego en el extranjero por su singularidad. Hay un tipo que cuadra con la descripción que me diste, se llama Dragosi y es muy temido en su círculo, se hace acompañar por su mujer…- -¿Qué es lo que pasa Ramiro, porqué te interrumpes?- -Verás el resto preferiría decírtelo en persona, no es mucho más pero… bueno sería mejor así en definitiva. ¿Cuándo nos podemos ver? La semana próxima me embarco para África y no sé el tiempo que puedo estar fuera.- -Te doy una dirección y te espero ahí el jueves a eso de las once, cenaremos juntos, ¿te parece?- Le dio las señas del restaurante Augustus y comenzó sin poderlo remediar la cuenta atrás como cuando se va a lanzar un satélite al espacio, ya una semana antes se supervisa todo con el fin de que no haya ningún fallo y conforme pasan las horas va creciendo la tensión de todos.
Llegó al piso en compañía del amigo de Cesar y al entrar por la puerta se dirigió a María, cogiéndola del brazo se la llevó al baño y le dio su parecer… -Mira María es tú casa y puedes hacer lo que quieras en ella, solo soy una invitada.- -No digas eso, tú no eres ninguna invitada, puedes entrar y salir cuando quieras, mira.- Sacó de su bolsillo un llavero con tres llaves que hizo tintinear la de la puerta de la calle, y las dos del piso así como una clave de seguridad de la alarma que tenía colgada en un pequeño portallaves de plástico. Sin embargo el llavero era de plata maciza y representaba a dos mujeres desnudas abrazadas pero partidas por la mitad. –Yo tengo la otra mitad, y espero conservarla el resto de mis días.- -Te juro que yo haré lo mismo.- Se besaron apasionadamente y María le repitió golpeando ligeramente su nariz -Tú no eres ninguna invitada ¿lo oyes?, ahora formas parte de mí y por eso, porque no nos rendiremos, solucionaremos juntas esta pesadilla.- -Entonces ¿Por qué aceptar que este gorila viva con nosotras?- -Forma parte de la solución Sasi, va a ser algo pasajero de lo que nos vamos a olvidar muy pronto amor. Vamos a aceptar que nos hace falta un mínimo de seguridad, seguridad que Moncho nos puede dar y además por recomendación de un buen amigo.-
Vigiladas continuamente por Moncho, hacían vida normal en la casa, por lo menos lo intentaban, cocinaban y reían juntos los tres en la mesa aunque en honor a la verdad para arrancarle una sonrisa a aquel hombre, se tenía que tener mucha madera cómica, los chistes parecía que le gustaban pero Sasi pensó en unos cuantos originales de su tierra, pero eran intraducibles. Es lo que pasa cuando te tropiezas con sentidos del humor tan opuestos.
Dos días después, el jueves, Sasi se encontraba muy mal, le dolía la tripa por razones de la menstruación y aunque tomó analgésicos, por la tarde comenzaron los dolores. María estaba muy nerviosa por ella, pero por otro lado no había motivos para inquietarse solo era la menstruación. El problema que se presentaba era que las dos tenían que subir al restaurante, la una a trabajar y la otra a hablar con Ramiro añadiendo además que Moncho no podía dividirse en dos. Cuando las dos fueron con el taxi de Agus aquel día de la persecución fue diferente, las dos muertas de miedo haciendo carreras por la ciudad pero cogidas de las manos amparándose la una en la otra. ¿Qué hacer en esta circunstancia que era completamente diferente?. María habló con Moncho y éste se encogió de hombros diciendo en voz alta que a él no le parecía que estuviera tan mal. María le soltó una bofetada que supo esquivar sin mayor problema. –Vete de mí casa ahora mismo maldito cabrón.- -Muy bien.- Cogió la bolsa de deporte que había traído y salió bajando por las escaleras, María observó como llamaba a un taxi, montaba en él y partía. Sasi respiró hondo y se dejó caer en la cama tranquilizada. Mientras María le preparaba una infusión de manzanilla Sasi se levantó de la cama, miró rápidamente por el balcón y allí estaba el hombre de la farmacia de la noche anterior; con un pañuelo en la mano Sasi le dejó caer las llaves y Dragosi le hizo un giño a Sasi levantando el pulgar de su mano derecha, subió a un Ibiza que estaba en marcha y desapareció entre el tráfico.
Moncho llamó a la puerta al cabo de cinco minutos escasos, alguien le abrió el portal, quizás diciendo que era propaganda para los vecinos o cualquier otra cosa, ves tú a saber, esta clase de personas tienen muchos recursos. María miró por la mirilla y preguntó que quería, él contestó que había olvidado algo al marchar que solo sería un momento. Esta le abrió, entonces Moncho se precipitó hacia donde estaba Sasi en la habitación y la levantó de la cama sujetándola por el cuello. -¿Qué haces hijo de puta, quieres matarla?- -No, solo voy a subirla a la azotea y tirarla abajo.- -¡¡Socorrooo!!.- -Calla furcia de mierda o te estrangulo aquí mismo. Dile a María que has hecho con las llaves que te dio, vamos, rápido.- Ahora María contemplaba la escena como si fuera una tragedia griega. Había entrado en un estado de catarsis como lo llamó en su día Aristóteles (334 a.C) , es decir “La purificación interior que logra el espectador a la vista de las miserias humanas. La lucha contra el destino inexorable, que determina nuestra vida.” ¡Menudo conflicto de pasiones se le presentaba a María!
Miraba a estos actores extraordinarios sin poder decir nada, mientras que Moncho sacudía la cabeza de Sasi. -¿Quién coño eres, cómo te llamas?- -Alina, suéltame por favor.- Esto lo dijo con un hilo de voz, mientras, Moncho la soltó, ahora se dirigió a María -¿Me voy o no?- Mientras Alina se pasaba la mano por el cuello tosiendo, María se le acercó, se sentó a su lado en la cama y levantándole la vista para que se viera obligada a mirarla le dijo -¿Sabes lo que has hecho Sasi?- -No me llamo Sasi sino Alina- -No te puedes ni imaginar lo que me has hecho Sasi.- Hablando para sí susurró -¿En quién voy a poder confiar? ¿Hay alguien por ahí
que me escuche?-
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