sábado, 30 de julio de 2011

EL TREN DEL BIEN EL TREN DEL MAL

                           EL TREN DEL BIEN Y DEL MAL.

De pequeño siempre soñaba con tener un tren, mis padres lo sabían, hasta cuando amigos y conocidos me preguntaban ¿qué quieres ser de mayor…? Contestaba que “trenero”, os podéis imaginar que con las pocas luces que para aquella edad tenía no podía contestar de otro modo, todavía no tenía siquiera el lenguaje comprensible para todo el mundo, de modo que contestaba en términos que se asimilaran más al origen de ese objeto deseado. Por ejemplo calle debajo de donde vivía un señor llamado Carlos tenía una carbonería, vendía carbón luego él era carbonero, a mí me gustaban los trenes y a menudo soñaba con ellos, si quiera conducir un tren… sería trenero ¿lógico  verdad? Además no era ningún proyecto ambicioso, ser “maquinista de tren”  -que es por definición como se llamaba a estos profesionales-  era un oficio muy bien visto aunque pasara desapercibido, no sé si bien o mal pagado pero era un oficio digno y se me antojaba un sueño, ir arriba y abajo conduciendo todo ese montón de acero impulsado por vapor de agua, con todos esos vagones detrás, arrastrados a un destino más o menos lejanos llevando mercancías o personas, con esos rudos enganches sujetos por grandes pasadores y asegurados por cadenas…
Mi abuelo me decía entonces… “Estudia para ser algo más en la vida que ese trabajo es muy duro…” eso me lo decía mientras íbamos a la estación de Francia, visita obligada cuando alguien de casa salía a pasear conmigo. Pues bien, un día de Reyes mis padres  -o quizás mis abuelos-  me regalaron un tren de lata, no tenía más de medio metro de circunferencia, sin estaciones ni nada, le dabas cuerda mediante un muelle que estaba enrollado en la locomotora y a correr que ya es tarde. ¡¡Cuantos sueños cumplidos con mi tren!! No iba a ninguna parte, daba vueltas sin parar sobre una frágiles vías que con sus traviesas toscamente imitadas a la reales, a mí se me antojaba que iban al fin del mundo. En cuanto llegaba a casa después del colegio, comenzaba la jornada de trabajo en mí tren que tenía como misión llevar a gente a Madrid o determinada carga a Bilbao e imaginaba con determinada exactitud, el traqueteo y los avisos mediante los sonidos emitidos de diferentes tonos desde la locomotora para advertir de la presencia de mí tren.
Vueltas y más vueltas, cuerda y más cuerda daba a la máquina con el fin de que no parara nunca  -era mi trabajo después del colegio-  y allí me tenías sentado en la salita junto al comedor sentado como un indio, con los codos sobre las rodillas y guardando celosamente que ninguno de mis hermanos pasara demasiado cerca de mi juguete preferido, el tren. Mi hermano mayor siempre encontraba una excusa u otra para golpearlo con el pié, y no pocas veces tenía que desmontar alguno de los vagones,  -que iban sujetos por la parte inferior mediante unas lenguetas-  para repararlos y desabollarlos con herramientas que improvisaba de elementos de la cocina de casa, muchas veces se reían de mí cuando veían que hablaba con el tren, creo que en cierto sentido tenían razón, deberían pensar que estaba un poco loco.
Me preocupaba que encontraran el tren y me rompieran  -mis hermanos eran tremendos-  de manera que ideé el sistema de repartir, cada vez que terminaba de jugar, las diferentes piezas por diferentes lugares de la casa, pero eso sí, la locomotora dormía conmigo ¿qué te parece?, otros niños duermen con un peluche, un oso, un superhéroe, pues ya ves, yo dormía con mí máquina en mí litera.
Después de determinado tiempo de tenerlo, el tren se había convertido para mí en un elemento que marcaba distancias, el bien del mal, ¿Cómo se podía tener tan mala leche como para hundir el sueño de un niño rompiendo el tren o de alguna manera evitando qué jugara con él descomponiéndolo? Claro, mis hermanos eran como yo, unos críos cuya diversión se limitaba aparte de tener sus propios juguetes en fastidiar al prójimo, en ese caso yo. A ellos les regalaron para el mismo tiempo unas cananas con pistolas de plástico, un sombrero indio, y un arco con una aljaba y flechas de plástico con ventosas en las puntas, además de un caballo de cartón con una plataforma de madera y ruedas del mismo material. Jamás se me ocurrió coger nada de sus cosas, entre otras cosas porque no me gustaban esos juguetes. Era feliz con mí tren y un silbato que al poco me agencié por medio de un amigo, era de latón y me dijo que era el auténtico silbato de los jefes de estación, me lo dio a cambio de treinta gusanos de seda que ya estaban haciendo capullo y un buen suministro de hojas de morera.
Con los años fui aprendiendo igual que imaginaba viajes virtuales, a ver el tren como un vehículo especial que… llevando a personas de un lado a otro, podía corresponder con el transporte más válido para traer a gentes buenas a un lugar para que la habitara y en su lugar, llevarse a las malas hacia un lugar escondido, desconocido, inventado, hacia una estación donde tuvieran que buscarse la vida del mismo modo que lo hicieran los primeros al llegar al lugar de destino. No habría ventajas para ninguna de las dos clases y si las hubiera era porque o unos u otros comprendieran que ese no era su espacio, ciudad, residencia, que eran o no capaces de convivir con los demás y de ese modo ajustarse a un modelo preestablecido dentro de las costumbres propias del lugar elegido. Así de fácil, los reglamentos serían entonces las conciencias de unos y otros, las leyes las que establecieran ellos mismos y el fin, la convivencia. No cualquier convivencia, la convivencia con mayúsculas, vivir felices con todo lo difícil que de por si es lograrlo.
Es probable que esto se interpretara como la anarquía, pero ¿qué si lo era y la gente era capaz de desarrollar sus cualidades dentro de aquel entorno? En absoluta comunión los unos con los otros se irían marcando las distancias entre los buenos y los malos. Es evidente que eso es utópico e irrealizable dirían muchos, pues bien estos al tren del mal, ¿porqué? porque cuando empiezan a haber fisuras en un sistema, se puede comparar a un edificio que por alguna razón comienza a resquebrajarse y las grietas se van expandiendo hasta que todos los vecinos quedan afectados. Nadie desea esto, de forma que todos comienzan a buscar, no responsabilidades, sino más bien soluciones para que las cosas no vayan a más. El mundo de por sí ya tiene suficientes problemas, la solución está en el tren. El tren de los indecisos, de los pasotas o que solo piensan en ellos. A lo largo del tiempo mí tren ha tomado forma de manera que le llamo , EL TREN DEL BIEN Y EL TREN DEL MAL. No necesariamente toda las personas que van en uno u otro son malas o buenas, sencillamente un porcentaje más o menos elevado estamos confusos como si fuéramos turistas errantes de camino a unas vacaciones que desconocemos.
Lo formidable de todo esto es, que tenemos un transporte seguro, fiable que nos da ventajas sobre todo otro modo de viajar a algún lugar, vamos sobre raíles que también debemos ocuparnos en mantener en su lugar para que cualquier aceleración indebida o desaceleración cause una tragedia. Recuerdo como si fuera ayer mismo los muchos pequeños y algunas veces largos viajes que hacíamos juntos en tren toda la familia, algunas veces era sencillamente para ir a pasar el día fuera de la ciudad, otras cuando íbamos de vacaciones a la costa u otro sitio. Todo lo que imaginaba que podía hacer mí tren, ahora lo vivía en primera persona, los sonidos de la locomotora al salir de la estación, el paso sumiso que llevaban los vagones tras ella, los ruidos de los saltos de los empalmes de vía, el crujido dentro de los vagones principalmente construidos de madera, y sobre todo… viajar sobre los escalones de la plataforma que unía los vagones. Cuando pasaba al lado de los campos donde los labriegos estaban trabajando con sus azadas levantaba la mano y gritaba para saludarlos, unos respondían otros no, como si fueran condenados a trabajos forzados, los veías vista a la tierra, cavando y cavando trazando surcos o recogiendo patatas o cebollas o simplemente descansando, dándole un apretón a la bota de vino para apagar la sed del verano.
Allí íbamos buenos y malos, ese tren era realmente, el tren del bien y el tren del mal, daba como el que yo tenía, círculos más o menos regulares dependiendo de la cuerda que se le diera, es decir, de lo presuroso que fuera el fogonero a la hora de llenar la caldera de carbón. Todos salíamos igual de sucios a resultas del humo, ¿qué decir cuando entrábamos en algún túnel? bueno, bueno, salvo los ojos, que cerrábamos por los restos que se acumulaban dentro de él, todos éramos negros, parecía que nos hubieran puesto anteojos y nos reíamos los unos de los otros. Dependiendo del calor que hiciera, íbamos en camiseta, camiseta de un blanco impoluto porque era nuestro vestido de calle en aquel entonces, pues bien, se dibujaban en nuestros cuerpos las señales de los tirantes como si estuvieran pintados con esmalte. Pero entonces nadie nos señalaba diciendo que éramos africanos ni llegados de tierras hispano americanas.
Claro, la inmigración no existía ¿o sí?. ¡Ah… claro que sí, sí que existía! Alguna vez mis padres hablaban de fulanito de tal que se estaba forrando de dinero en Alemania trabajando en un taller de no sé qué. Otros como un amigo llamado Sebastián eran picapedreros y estaban dando el callo y nunca mejor dicho  -con las manos desolladas-  10 o 12 horas al día por un sueldo, eso sí, que representaba como si estuvieran trabajando aquí porque cuando se hacían mayores les correspondían todos los derechos al retiro o jubilación, es decir que iban con contrato  -por lo menos una mayoría-  y eso era como si hubieran estado trabajando en España. Además de forma gratuita aprendían un idioma, ¡como para no aprenderlo! y eso para poder integrarse en aquellas sociedades era vital. Todos los documentos, las noticias de los informativos, todo se daba en su lengua vernácula y una gran mayoría aprendieron francés o alemán, italiano etc. Gracias al interés que pusieron aquellos dignos trabajadores que ocupaban puestos que para sí no querían los oriundos del país hicieron, que la imagen del nuestro cambiara un poco allende de las fronteras.
Ese tren iba lleno de gente de bien, esforzada y resuelta a cambiar el rumbo de sus vidas por las vías del trabajo honrado, nadie impediría que lograran aquel sueño, sueño que implicaba el dejar a sus familias con todo el dolor de su corazón, en ocasiones se pasaban años sin verlos solo se comunicaban  mediante alguna que otra llamada telefónica o por medio de fotografías cuando se carteaban, eso, quién supiera escribir, que se dieron muchos casos de currantes, que no pudieron comunicarse por carta con su gente durante muchísimo tiempo por esa misma razón. Habrá quien piense que eso sería el caso de los que no tenían interés alguno por su gente de aquí, nada más lejos de la realidad, muchos de estos sacrificados trabajadores fueron a parar a lugares donde no llega imaginación alguna. Sé de un caso en concreto  -que se puede multiplicar por los españoles que estaban allí con él-  que en cuanto se bajaron del tren con las espaldas rotas pero el ánimo intacto, que fueron llevados en camiones o autobuses en otros casos a lugares donde Cristo perdió la alpargata, literalmente en mitad de la montaña y abandonados a la suerte de capataces muy capaces, que hasta fusiles llevaban, ¡no hombre, no era para matarlos a ellos, no me jodas! Los llevaban por si aparecían osos tú, Sebastián pasó días acojonado al lado de otro que llevaba un martillo neumático partiendo piedra que Sebastián tenía que cincelar y dar forma, además de dejarla a medida exacta para su colocación. Entre el colega que llevaba el martillo que resbalaba continuamente sobre la piedra y el capataz capaz con el fusil de mira telescópica, decía cuando volvió, que estuvo con un cólico de cojones diez días, hasta que se fue acostumbrando al tema. Ese tren llevó a gente muy buena y trajo a gente mejor, en otros casos se llevó a gente regular y no los trajo de vuelta, se casaron allí con alemanas y francesas escondiendo su condición de casados aquí. Se convirtieron en bígamos, en la jerga coloquial  “cacho perros”, y hasta se murieron con dos familias diferentes sin saber estas, cuál de las dos tenía los derechos sobre lo que les dejaba.
Los trenes solo son meros espectadores, espectadores de acero que no pueden   -siendo de acero-  decidir a quién llevan y a quién traen, puede parecer algo confuso, porque con su tamaño  gigantesco comparado con un simple mortal deberían tener poder de decisión, pues no es así, es el hombre quién lo construye, quién lo pule y lo adapta a sus necesidades. Pero amigo… cuando ves resoplar a esa bestia que lleva dentro que suelta vapores y humos, que hace que la tierra tiemble a su paso y que en la salida de cada estación  -dependiendo del peso que lleve-  rechinen sus ruedas y resbalen, cuando ves a ese poderoso caballo en las subidas auxiliarse con arena que cae inmediatamente antes de cada rueda para que no derrape… entonces te das cuenta de que el tren es un elemento que se puede mejorar, modernizar, hacer que vaya más veloz sobre el terreno, pero que no deja de ser EL TREN, que sin querer transporta voluntades y conciencias, deseos y pecados, ilusiones y frustraciones. Todo ello con el ánimo de que se cumpla cada cosa, unas veces de forma tranquila y otras desesperadamente. ¡¡Que me lo digan a mí si no y a mis hermanos cuando cargados hasta las cejas, cogíamos un taxi cada año para coger el tren que nos llevaría de vacaciones tres meses!!
El transporte urbano entonces estaba más adecuado a la gente, se sabía que la gran mayoría de los veraneantes cogerían el tren para ir a sus lugares predilectos, de forma que los taxis estaban equipados con unos portaequipajes en lo alto del techo del coche, robusto, fuerte, los taxistas sabían muy bien que desde comienzos de Agosto hasta el final del mes, eran imprescindibles para poder llevar a la estación a todas aquellas personas y todo su equipaje en lo alto de las bacas. Eran reclamados por todo el mundo y en ocasiones hacían varios viajes al mismo hogar donde en la calle se encontraban al resto de la familia con el resto de paquetes, los trasladaban a la estación y con unos cuantos viajes de este tipo al día copaban sus límites. Allí los veías con sus sombreros de plato tirados para atrás al lado de compañeros y envolviendo un pitillo con los dedos. ¡Qué tiempos aquellos…! Tenéis razón soy un nostálgico, que le vamos a hacer, pero es la ventaja de haber vivido en esa época ¿sabéis? , porque las familias tenían la necesidad de ir juntos a los sitios, nos divertíamos juntos y también porque no decirlo nos cabreábamos juntos, ¡anda que no he tenido peleas con mis hermanos!. Claro diferentes edades, diferentes puntos de vista de las cosas… pero el mismo tren. No ha sido si no hasta muchos años después, que conocí junto a mí esposa a unos amigos comunes que a su vez tenían mucha amistad con los que espero que en el futuro sean nuestros consuegros. Un día nos invitaron al piso  -segunda residencia-  que tienen en el pueblo donde vivimos actualmente, ¡¡madre mía que pasada!!, en una terraza inmensa, al fondo y junto a una pared que daba al exterior del bloque, me encontré con una maqueta formidable con trenes de vía ancha que eran copias reales a escala de trenes, unos de vapor, otros eléctricos, con un conjunto de estaciones que tenían sus guardagujas y que se motorizaban por medio de un panel hecho a medida de la maqueta, amigos allí había unos cuantos miles de euros en máquinas de todo tipo, personas esperando los trenes con sus correspondientes equipajes y con diferentes entornos naturales, lagos auténticos, fuentes de agua y teleféricos que subían hasta unas montañas nevadas con esquiadores. Aquello era un sueño… por la noche, las luces de los trenes y de las casas así como las de las estaciones se encendían, entonces aquel conjunto cobraba una nueva vida. Las farolas de las estaciones también se iluminaban y mi amigo comenzaba a viajar por su mundo, un mundo inventado donde se cruzaban las locomotoras modernas con otras de vapor que incluso echaban humo por la chimenea.
Cuando se cansaba de jugar con unos trenes, los sacaba de las vías, los limpiaba y guardaba cuidadosamente en un armario especial que se hizo construir, lo abría y… allí tenía otra colección diferente a la que estaba utilizando, para ponerla en funcionamiento y cambiar de época si lo deseaba. ¡Como me recordaba aquella maqueta a la que yo tenía de pequeño! Evidentemente no era comparable para nada, en absoluto, pero era la esencia, el tren propiamente dicho lo que me causaba ese efecto de equivalencia. Imagínate, una locomotora de lata con tres vagones y los pasajeros dibujados en las ventanas, impulsados por una cuerda que siempre los dejaba en mitad de ninguna parte, dentro de un círculo del que no podían escapar aunque quisieran. Que diferente a la maqueta de mí amigo y que iguales a la vez.
Los pasajeros de uno y otro tren lo tenían claro si pensaban que podían ir a lugar alguno fuera de aquellos trazos de vía que el constructor creó para ellos. Seguro que muchos de esos estáticos pasajeros habrían echado a correr si hubieran podido, cansados ya de tanto viaje absurdo y repetitivo hubieran deseado ser mortales aunque fuera por un corto espacio de tiempo, abrían vivido una experiencia nueva, pudieran haber sido malos o buenos pero al menos habrían tenido la oportunidad de ser diferentes, abrían nacido  y elegido sus vidas para bien o para mal, quizá cuando niños les hubieran gustado los trenes y viajar en ellos…

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miércoles, 27 de julio de 2011

FREGINALDO Y LA TORTUGA LAÚD

                  LA TORTUGA LAÙD Y FREGINALDO


Nadie  salvo Freginaldo, sabe lo que sucedió este día en que éste encontró a la tortuga laúd en mitad de un camino de monte, ella clamaba justicia desde lo más profundo de su ser sin poder hacerse escuchar por nadie. Solo su cabeceo de lado a lado de su cuerpo indicaba que algo malo sucedía con ella, sus lágrimas también indicaban que… poco tiempo duraría en mitad de aquel entorno extraño, dificultoso para ella, hasta tal punto que casi desfallecida se dejaba llevar por el destino cualquiera que fuera. Su caparazón, por la parte de su vientre, quedó atascado entre piedras que le recordaban a cada instante que aquel no era su espacio, que no era bienvenida, basculaba sin cesar entre sus patas de delante y sus patas de detrás sin encontrar quién la ayudase a recomponer su ánimo para seguir el camino. Camino por cierto que la conducía a ninguna parte, el mar ¡quedaba tan lejos…! ¡tan lejos sus habitantes…! que aunque pudiera correr como un gamo en el camino y fuera constante jamás llegaría con fuerzas para arrastrarse por la arena hasta llegar a sentir el fino aroma se la sal que ella sabía identificar tan bien.
Ya cuando era solo del tamaño de un real, recordaba que salió del huevo enterrado en el hoyo que su madre con cariño y esfuerzo cavo, tuvo que esforzarse mucho y hacer acopio de fuerzas para comenzar la andadura que la llevara de la playa al mar cristalino, a su elemento protector, si alguna gaviota no se lo impedía o algún chacal que siempre avizor estaban esperando los nacimientos y huídas de esos alevines inexpertos. Recordaba con desesperación en su carrera por la vida que algunos de sus hermanos cayeron presa de unos y otros, y mientras lloraba por ellos, ella corría y corría ¿qué hubiera logrado con su edad enfrentarse a esos gigantes experimentados y sagaces para salvar sus vidas? Nada, y ella lo sabía, como también suponía que otros habitantes del mar no la recibirían con aplausos, así es la vida, la vida de una tortuga laúd. Poco tiempo tenía para pensar el porqué su madre los abandonó en medio de aquella playa desierta salvo por las muchas tortugas que como ella emprendían la carrera a una nueva vida, ella como las otras, sudando la gota gorda moviendo sus todavía torpes aletas tenían que alcanzar el mar deprisa, cuando las olas las envistieran estarían medio seguras y entonces… nadar y nadar les quedaba para salvar la vida. Hacia donde era lo de menos de momento el mar y sus reflejos con el sol, despistaría a los cazadores, eso querían todas, para eso habían nacido, para vivir en el mar y el mar vivir, en él aprender a desarrollarse y crecer, luego procrear con algún macho valiente que les transmitiera su buena casta, y como hiciera su madre… salir a la playa algún día para cavar en la arena durante horas un agujero profundo para poner decenas de huevos, su prole querida.
Ahora, en mitad de un camino Freginaldo pasmado por su presencia allí, se preguntaba que hacía una tortuga laúd en mitad de aquel terreno que lejos de ser su hogar el calor y el hambre la mataría, mil preguntas se hacía de que hubiera podido pasarle a aquel hermoso animal, contemplándolo parecía que andaba buscando a alguien pero ¿a quién y por qué? se decía… preguntas que sin respuesta quedarían, so pena que interpretara que era lo que quería. Largo tiempo la observó aun en mitad de aquel sol de justicia, solo se le ocurrió con cuidado apartarla del camino y así terminar con esa lucha suya, liberarse de aquellas piedras que estorbaban su camino a ninguna parte, pues después de hacerle ese gran favor a la tortuga, ella lo miró como si agradeciera ese gesto hermoso y todavía, le pareció a Freginaldo que le daba las gracias a viva voz pero… ¡Qué va! ¿Cómo puede una tortuga que no habla, hacer eso con un humano?
Freginaldo estaba convencido de que comenzaba a interpretar los gestos de la tortuga laúd, ¡Quién sabe, a lo mejor con el tiempo llegara a entenderla bien, a comprender por la observancia, que necesitaba, que quería!  Él se limitó a levantar la cabeza y precisar, minuto arriba o abajo, que hora sería del día. La cogió en brazos, ¡dios como pesaba! y la llevó hasta el lecho del rio que podría refrescarla sustituyendo el mar al que ella estaba acostumbrada, no pasaba mucha agua por aquella parte del rio, el motivo… dos molinos, que trecho arriba se ocupaban de moler grano por encargo del señor duque, que más de dos no quería que trabajaran. Eso lo hacían a menudo los señores de aquellos pagos, para evitar que se cometieran desfalcos importantes en el trajinar de ese rico material que entonces era como el oro dependiendo de las cosechas y las necesidades del momento.
Junto a ella viéndola comer de las borrajas que se hacían cerca se maravilló de la agilidad de este hermoso animal que aunque parecía lento no lo era. Se movía con cierta celeridad aunque eso sí con parsimonia pero solo para mover la cabeza y lentamente, acertar de un solo bocado el alimento que le convenía, eso de por sí la hacía rápida como un guepardo quién después de correr a menudo hasta la extenuación se quedaba con las ganas de poder hincarle el diente a su presa, eso si tenía suerte de que no se hallara cerca una hiena o un león cualquiera, entonces todo su trabajo es en vano y su rápida carrera solo ha servido para que otros le roben la presa. La tortuga no es así, va lenta pero rápida, se mueve parsimoniosamente pero segura, ¡con todo ese peso encima! bien, pero el caso es que esa casa ambulante y fuerte la protege de casi todo y de todos, con ella va, con ella vuelve, dentro de ella se protege de las lluvias torrenciales y solo asomando su fuerte cabeza bebe, hasta de los incendios huye dentro de este escudo de hueso dérmico con escamas epidérmicas, una auténtica fortaleza andante que nadie puede imitar.
Freginaldo no tenía prisa, salió de su casa sin destino alguno con un hatillo a la espalda que le garantizaba la subsistencia para tres o cuatro días tirando por lo alto y dependiendo del hambre que el camino le exigiera. Sus pies duros y callosos no necesitaban por el momento de calzado alguno de modo que los zapatos de piel con suela de madera que su madre le legara de su padre ya muerto, los llevaba atados por los cordones de piel sobre el hombro, casi sin estrenar porque padre andaba casi siempre como él, descalzo o en el peor de los casos con las albarcas de cáñamo que él mismo trenzara y clavara, encintara y cinchara en sus buenos tiempos, antes del accidente que le costara la vida apalancando una piedra enorme que deshizo a su vez otra mayor que sobre él cayera.
La muerte de su padre lo condenó como a un reo cualquiera a buscar en otras tierras más o menos lejanas el jornal que se le negara ganar porque su padre murió, de los demás de su casa nunca supo nada más, se cree que por ello se puso a vivir con la tortuga laúd. Al fin y al cabo Freginaldo no era de allí lo mismo que la tortuga, ¡quién sabe si era como él, un animalillo errante buscando océanos nuevos. Unos en tierra y otros en la mar ¿qué más da? andar buscando horizontes nuevos parecían pretender ambos, sin duda se pertenecían y hasta quizá sin saberlo ninguno de ellos se querían, era cuestión de intentarlo pero… ¿qué va, cómo, a paso de tortuga?
Lo cierto es que con lo poco que tenía para comer Freginaldo, mal no le vendría andar despacio. La tortuga de pronto paro el paso, y olisqueando como si fuere un sabueso se dirigió de nuevo al río, casi a flor de agua y entre unas piedras redondas parecía haber una plantación verde de algo que la tortuga laúd se apresuró a comer dando grandes bocados, volvió la cabeza hacia Freginaldo y a este le pareció que le hacía una seña con la cabeza para que se acercara donde ella estaba, él cogió de la superficie un puñado de berros y se los llevó a la boca. Repitió el gesto varias veces y comió con ganas aquella apetitosa verdura, antes que se diera cuenta la tortuga laúd le dio un golpe de aleta de la pierna y se retiraron los dos. Era evidente que la tortuga sabía hasta que punto le convenía comer verduras de este tipo a su amigo, para ella no había problema alguno en saciar su hambre con aquellas viandas pero si para él, poco acostumbrado como estaba a comer a base de plantas, llenas de sales y vitaminas pero carentes de otras cosas que su organismo le exigía por ser humano y depender por ello de la carne de cordero y de cerdo, buey, conejo y alguna que otra ave que callera bajo el cuidado de su honda y de su callado, que a veces también se procuró comida por ese medio.
Mientras ella olisqueaba o por lo menos eso parecía, Freginaldo se dedicó a contemplar su entorno, levantó la vista hacia los grandes árboles que se mecían al compás del viento, allí, pensó, había otra vida, por lo menos otra perspectiva del mundo que visto desde las alturas le concedían una visión más amplia de caminos, veredas, ríos y posiblemente otra comarca donde dirigirse con la tortuga laúd. “¿Será posible, qué esté planeando mi viaje contando con que ella me acompañe?” Así era, sus planes se ralentizaron de pronto porque se hacía acompañar de una tortuga. No solo eso, ¿quién iba a darle trabajo o qué trabajo aceptaría haciéndose acompañar por una tortuga? de pronto se dio cuenta, que más que una amiga… estorbo le sería. Le pareció que después de cavilar en esto durante un buen trecho, la tortuga lo entendió, será como dicen muchos… que cuando el ánimo esta bajo si tienes un perro, este se da cuenta y lo capta siendo entonces un compañero fiel que aunque es un animal sin sesos para pensar, se adapta y no te exige nada solo estar a tú lado, como le pasó a Vista, el perro de su padre, cuando este murió y fue enterrado el perro desapareció de la casa, nunca había faltado a su comida regular y su agua pero de pronto no estaba. Fue cuando murió don Elías y se le llevó al cementerio que lo separaba del pueblo casi una legua, que comprendimos el porqué Vista no volviera. Habían pasado seis meses y Vista allí estaba, echado sobre la tumba de su amo, muerto el pobre animal pero sin signo alguno de dolor ni queja. Las patas de delante soportaban su cabeza a manera de descanso como mi padre siempre le mandaba que hiciera cuando llegaran a casa, o cuando hacía la siesta, siempre a sus pies, y no te digo nada cuando alguien a quien no conocía se acercaba a la casa. No le ladraba, pero gruñía de mala manera a modo de aviso  “¡Cuidado que aquí vive mi dueño!”, parecía que dijera.
Va, cosas raras de animales, instintos y nada más, rarezas de la creación. No se sabe, pero lo cierto es… que Freginaldo veía en su compañía un problema, les faltaban solo tres leguas para llegar a Bailén, ciudad ésta que ya desde Despeñaperros huele cuando madura la aceituna, un olor fuerte, golpea la nariz de pronto el vapor de la aceituna cuando sale el sol y comienza a evaporar el rocío que cae en la madrugada. Algunos que es peste, pero la aceituna solo huele a aceite, fuerte eso sí, verde casi oscuro es cuando sale de la almazara. Freginaldo le dijo a la tortuga a la que acababa de bautizar paganamente con el nombre de Lerda   “A esos montes nos dirigimos Lerda, vamos a probar suerte y ver si nos contratan para la recogida de la aceituna, que ganas de trabajar tengo, las mismas que hambre, eso sí, deberás andarte con ojo porque creo que animal como tú nunca han visto. ¡Venga ya, levanta la cabeza y corramos a ver a algún patrón.”   “Espera chico.” Freginaldo se quedó tieso, ¿qué digo tieso, patidifuso? ¿Lerda le estaba hablando? Se volvió lentamente hacia ella y la encontró de pié con las patas de atrás cruzadas y apoyada en una encina, con la otra pata se rascaba la cabeza, entonces Freginaldo cayó de espaldas en el suelo y con las manos apoyadas en él comenzó a retroceder asustado.
“Mira chico…”  “Me llamo Freginaldo…” dijo fascinado,   “Pues bien, Freginaldo, sabes que yo no sé recoger aceitunas y aunque supiera, no quiero, ahora te explico el porqué. Como quizás has adivinado ya, yo soy un animal de mar, se bucear y pescar, burlar tormentas y corrientes marinas… en fin, del mar te puedo enseñar muchas cosas. Sin embargo tú, no me podrías enseñar nada, a diferencia de mí, Freginaldo, tú eres un genio para mi, solo hay que ver con que simple gesto me separaste de una muerte segura cuando levantaste mi caparazón y me liberaste de aquellas piedras, ¡madre mía que proeza!” Proeza, decía, hacer un simple gesto con los brazos para desatascarla de aquella inesperada cárcel… pero es así, lo que para unos resulta imposible para otros es un simple chasquido de dedos que llevándolo a cabo despeja toda una tormenta mortal.
Ese es un hecho que le escapaba a Freginaldo, ¿Cómo Lerda podía comparar una cosa con otra? es sencillo, cada uno veía las cosas desde su propio punto de vista, para ella el gesto de él le había salvado la vida cosa que la obligaba a transformarse como quiera que fuese en un ser humano para poder hacerlo. Ahora se explicaba la razón de porqué se levantó sobre sus patas traseras con todo el esfuerzo que esto requería, pues no hay que olvidar que el peso que Lerda llevaba encima no era ni de lejos el que Freginaldo tuviera que llevar aun en el peor de los casos.
¿Porqué pues se paró sobre sus patas Lerda? es más… ¿Porqué le hablaba de forma tan comprensible y clara?  Estaba muy claro. Más que claro transparente. Lerda fue para él una ensoñación, un deseo quimérico que le mostraba un hecho. EN LA MEDIDA QUE NOSOTROS ACTUAMOS CON TODO CUANTO NOS RODEA, Y INSISTO EN DECIR TODO…, LO QUE NOS RODEA Y QUIÉN NOS RODEA ACTUARÁ DEL MISMO MODO. POR ESO VALE MUCHO LA PENA RESPETAR A TODOS Y TODO COMO A NUESTRA PRÓPIA VIDA.

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domingo, 24 de julio de 2011

TODOS A LA CALLE

                          TODO EL MUNDO A LA CALLE


Viví en primera persona  -hace de esto unos cuantos años- la secuencia en nuestro país del asalto de la guardia civil a las Cortes españolas que encabezados por un señor con bigote y tricornio entró allí pegando tiros como en el salvaje oeste. ¡¡TODO EL MUNDO AL SUELO!!... coño que miedo tú, como viera que había unos cuantos que no colaboraban se oyeron ráfagas de ametralladora contra el techo. Las cámaras de televisión filmando la escena, y todos acojonados detrás de sus pupitres meándose encima literalmente. He, todos menos un general que era diputado que les plantó cara y se llevó unas hostias… el pobre hombre con lo mayor que era y tratarlo así…
Pegado al televisor junto a mi familia, parecía que los tiros los daban en casa, ¡qué miedo! Hombre alguien pudiera pensar… “Va, en casa no había peligro alguno.”  ¿Qué no? y una mierda, imagínate por un momento que esta chusma llegan a tener éxito en su propósito, todos jodidos, pero que bien jodidos. Eso representaba volver a la época en la que Franco reinaba  como los césares romanos, que los hubo crueles que para qué. Vaya un bajón me produjo ver aquellas imágenes con militares bajando de autobuses, armados hasta los dientes y resueltos a dar un golpe de estado que habría supuesto volver a la edad de hierro en nuestro país. Menos mal que teníamos ya nombrado como capitán general de todos los ejércitos al rey, que con su ya legendaria gallardía frustró los planes de ese atajo de memos. Tuve el privilegio de conocer y tener como amigo años más tarde, al civil que se encargó sin saber con qué fin concreto, de contratar los autobuses que llevaron a parte de esas tropas al lugar.
Me aseguró no saber nada del propósito que tenía aquella contrata salvo el hecho de que tenían que transportar a gente desde unas casas cuartel a determinado lugar a “personas”, en eso no se equivocaba. En lo que cometió un craso error fue en no asegurarse de quién se trataba y para qué, pero por entonces él era  un militante de Fuerza Nueva pero de esos que llevan pipa debajo del sobaco. Una nueve milímetros que daba miedo, me la enseño un día que pasé en su casa junto a su mujer que se había divorciado de un marqués, y tenía pasta gansa, llegó a un acuerdo con su ex marido y le pasaba una pensión lo suficiente como para vivir sin trabajar el resto de su vida, pues habían llegado al acuerdo de que esta pensión sería vitalicia porque al parecer tenían bienes en común a los que ella renunció pero con esta condición. El marqués tenía una cuadra bien nutrida de pura sangres, además de una participación importante en una cooperativa de vinos y cavas que exportaban en su gran mayoría, gracias a los contactos que él tenía en el extranjero merced a los muchos viajes que hacía.
Pues mira tú por dónde después de todo el desaguisado qué se formó y que terminó en nada, al pobrecillo Daniel lo pillaron y lo metieron entre rejas cinco meses por colaboracionista con los golpistas, manda cojones. El cagado porque nunca se había visto en situación parecida, van y lo meten en La Modelo en la quinta galería, con lo peor de lo peor. Las pasó putas el pobre Daniel, bueno hay que decir que en honor a la verdad él se lo buscó con eso de cumplir con el partido, pero lo jodieron bien porque a la hora de la verdad lo dejaron más solo que la una. Pues cuando termino su condena y salió en libertad vigilada, el muy tonto del culo se salta el presentarse en el juzgado cada tres días como le habían estipulado, la policía enviada por el juzgado lo trinca otra vez y tuvo suerte en esa ocasión de que su mujer Carlota lo sacara del atolladero no sé de qué forma, besos, abrazos, bueno… lo tendríais que haber visto. Ella estaba pasando el verano en casa de unos amigos en LLoret de Mar, llega Daniel con su traje de lino y su sombrero panamá y se dirigió a la playa donde sabía que regularmente estaba con ésta familia, como viera que ella se estaba bañando acompañada por una amiga, va el tío y se mete en el agua vestido como iba con americana y todo y se pone a bracear hasta llegar hasta donde estaba Carlota, mira, un espectáculo montó un espectáculo de la virgen, con los brazos abiertos y gritando el nombre de su mujer   “¡Carlota, Carlota, amor mío ya estoy aquí, y esta vez para quedarme contigo para siempre…!” A grito pelao, para que se entere todo el mundo, di que sí, con un par de huevos. Daniel era así, que quieres, no iba a cambiarlo nadie ahora… Le retiraron la licencia de armas pero eso él se lo pasaba por el forro, siempre con su Glock. 17 debajo del sobaco, manda cojones, y eso que sus amigos siempre le decíamos   “Ten cuidado… que como te trinquen con esa bicha la vas a palmar otra vez…”  Nada tú, le decías eso y se invitaba a otra ronda como el que no ha oído nada. Un día de verano estábamos en un restaurante de la Barceloneta frente a la playa, le gustaba ir a allí porque a veces iba algún conocido suyo de la vieja guardia. Estaba lleno a rabiar, le gustaba mucho las zarzuelas que preparaban y el hombre del interior del mostrador nos dijo que teníamos que esperar, había una cola de gente… del orden de veinte personas. ¿No va el tío y se saca la americana mostrando la pipa y diciéndole al hombre que estábamos de servicio y que no teníamos toda la noche?    “Un momento por favor.” Dice el hombre y entra para adentro, a los dos minutos sale y nos dice…  “Pasen por favor, si tiene la bondad…”  Fui detrás del hombre mientras en la puerta algunos se quejaban, él se volvió a ellos y les soltó   “¿Qué coño creéis qué estamos haciendo palurdos? Estamos de patrulla para que a vosotros no os pase nada, desagradecidos.” ¡Joder con Daniel! Pues oye salió airoso de la situación y se dirigió al interior a una mesa para cuatro que nos prepararon en el chiringuito sobre la arena.   “No se lo tenga en consideración dijo el hombre que ya estaba sudando.”   “Va, déjelo, nos las vemos con cosas mucho peores cada día.”
Desde esos tempestuosos años en los que no se sabía cómo terminaría ésta historia, se unió el movimiento independentista vasco representado en su faceta armada por E.T.A , que lejos de ser un partido dispuesto al diálogo político, comenzó a atacar con bombas y pistolas. Está claro que el ambiente se enrareció mucho políticamente hablando y eso llevó a que nuevos partidos de todo corte político estuvieran, unos a favor y otros en contra de determinadas, digamos que correcciones lo que causó en el pueblo llano unas heridas imborrables. Se sabía que la gran mayoría del gobierno de centro derecha que entonces imperaba, estaba comandado por los antiguos miembros del poder franquista y evidentemente eso no era del gusto de la mayoría. Con el tiempo,  -más bien con los años- eso me ha dado que pensar en los deberes y derechos, que si somos objetivos deben ser compatibles en cualquier pueblo que desea encaminarse a una democracia  -que fácil es usar este término, y que difícil de interpretar-  lleva muuuucho tiempo el llegar a ser un demócrata, tanto por parte del pueblo considerarse así como por parte de los políticos  -se me erizan los pelillos del cogote cuando digo esa palabra-  .
Ese es un asunto que puede llegar a tener tintes de dramatismo. En una democracia todo el mundo tiene  - según sugiere la misma palabra-  los mismos derechos y deberes, ello supone que hay por ambas partes  -es decir por parte de los votantes y los votados-  las mismas reglas de juego que se deben considerar legítimas, salvo en el caso que alguno de estos dos grupos sobrepase los limites que encierra el mismo término. El problema, es que el pueblo está en clara desventaja el porqué es evidente ellos tienen los medios  -según los mandamases el deber de proteger a la ciudadanía de alborotadores y de malhechores-  ahí empiezan las discrepancias. Vamos a ver, ¿que tienen ellos y que tiene el pueblo? El pueblo no tiene nada de nada salvo el acatar lo que se les dice, por otra parte ellos tienen una policía que te cagas, bien organizada, armada si cabe hasta los dientes y encima disfrazados de paisano en muchísimos casos. ¡Cuidadito que nadie se equivoque!  Que estos últimos arman un lio a su conveniencia, solo con el pretexto de hacer que entren en acción los que se identifican por sus cascos, porras, protecciones de todo tipo, y ojo al dato, en más de una ocasión con armas ilegales como pueden ser las porras extensibles eléctricas que usan para disfrute de la población, para que recuerden de vez en cuando que es lo que se siente cuando te quedas enganchado en un enchufe a 380 wts. Manda huevos queridos lectores, y eso lo hacen sin despeinarse, todavía algún mamón de estos luego hablando con los amigos les dice…  “Joder que lástima tíos, a mí que me hubiera gustado partirle la cabeza a algún cabrón de estos y cuando he llegado ya estaba todo el pan repartido, siempre me pasa igual coño.” ¡¡ Eso lo dice un antidisturbios ¡! no te lo pierdas…
Hay que reconocer que alguna que otra vez los “antisistema” me parece que les llaman, se infiltran entre los pacíficos con el fin de pescar en aguas revueltas y en ocasiones lo que pescan es alguna que otra hostia, además, a estos, muchos la poli los tiene fichaos lo que representa que a menudo tienen que ir con el careto tapado con pañuelos y son relativamente identificables del pueblo que solo se manifiesta. A eso iba, “EN UNA DEMOCRÁCIA TODO EL MUNDO ES IGUAL, CON LA MISMA CAPACIDAD DE DECIDIR, CON LOS MISMOS DEBERES Y LOS MISMOS DERECHOS.” Sabes que te digo ¡¡una miiiierda!! como un piano de cola. ¿Quién decide por nosotros…? Ellos. ¿Quién decide por ellos? Ellos. Joder, así cualquiera. Si al equipo contrario le ponen una portería de un metro de largo por uno de alto ¡cualquiera les mete un gol!  pero, si por el contrario a nosotros nos plantan una portería de veinte metros por veinte de alto… te mete un gol hasta el portero desde el otro campo mientras los otros jugadores se están tumbados en el césped jugando al parchís o tocándose los cojones.
En definitiva, que si encima llevas un par de pancartas que les parecen provocativas dibujando por ejemplo al presidente del gobierno con la cara de Pinocho con una leyenda debajo, o pones al gafas con barba colgado de una horca y debajo… “Puto R… corrupto , indecente, no le gustas a la gente, hazte la cirugía y que C… te haga de guía.” Bueno… entonces entran a saco los otros, muchas veces los secretas que llevan el pinganillo y desde algún lugar, les dicen lo que tienen que hacer para que la poli entre a la carga. “No… es que tenemos que limpiar el lugar, porque esta gente son de lo más marrano, hasta ratas hemos visto paseándose por la Puerta del Sol, o La Plaza Cataluña. Hombre esto ya es demasiado… el ayuntamiento no lo puede permitir, que las ratas se les han comido los pies a unos niños que andaban por allí paseando con sus padres… y ahora pobrecitos no se los pueden ni injertar otra vez… a otros niños fíjese usted si tienen mala leche estos indignados, les han repartido globos en plan festivo, llenos de gas hasta los topes y los niños han salido echando leches al cielo que todavía los están buscando cazas del ejército, hombre… esto no se puede aguantar, ¡con la falta de niños que tiene este país que lo estamos repoblando a base de los inmigrantes que dejaron esparcidos por ahí cuando venían en patera los pobres…!.
Poco a poco nos estamos quedando todos en pelota picada, si no que se lo digan al Alberto que fue con su mujer dos días a Huesca a pasar el fin de semana y cuando volvieron se encontraron con el piso ocupado.   “¡Coño Clara, mi llave no entra en el paño, ¿seguro que es la nuestra?.”    “Como no va a ser la nuestra… venga abre ya que me estoy meando y no aguanto más.”    “Dame las tuyas anda.”    “¡Joderrr.”    “Que quieres la mía no abre, no me pongas más nervioso.”   “Toma pesao.”   “¡Hostia, esta tampoco abre!”   “Llama al timbre que a lo mejor ha venido alguien de la familia…”  ding, dong, ding, dong.   “Oye pues se oye ruido, y se oye ruido de niños.”   “No jodas… ¿qué niños ni qué puñetas.” Ahora Alberto aporrea la puerta    “Abrir la puerta ¡Ya!” Se abre la mirilla y desde el interior una mujer con acento extranjero… “No se puede abrir ahora, hasta que no llegue mi marido.”   “¿Cómo…” me cago en todo, abrir la puerta o la echo abajo. ¿Quién coño sois?.” Nadie más contestó, se cerró la mirilla y a hacer puñetas, ¡cualquiera echaba abajo esta puerta de seguridad!    “Nada, hay que ir a la policía, ¿Cómo nos puede estar pasando a nosotros una cosa así?”  Mientras Clara llamó a la vecina de enfrente y le pidió permiso para ir al lavabo. Ahora sí, después de la meada que parecía haber aumentado por dos por los nervios, cogieron el coche y se fueron a los mossos,   “Mire usted…” le explicó todo el proceso desde que salieron de casa hasta que volvieron, incluyendo el que su mujer tuvo que ir a mear a casa de la vecina de enfrente, y contrario a lo que pueda parecer el mosso que los atendió ni se inmutó por lo oído,   “Bien esperen aquí que iremos a su casa con una patrulla.” Alberto había cogido la mano de su mujer y mirándola con firmeza dijo    “Se van a enterar estos cabrones…” después de quince minutos se presentaron dos mossos más que parecía que venían de patrullar, saludaron con la mano en la gorra al estilo militar  -oye este saludo le inspiró confianza a Alberto, si señor verás como en media hora esto lo solucionamos. ¡Joder, solo faltaría eso! Allá que se van, llegan al bloque de pisos, suben por el ascensor, con nervios claro porque la cosa tiene su miga. Llama la policía a la puerta sin usar el timbre  “Policía, abran la puerta por favor.” Repite lo mismo tres veces sin respuesta. Se ponen los sombreros y les dicen a la pareja que les acompañen al juzgado.     “Pero… oiga, ¿a qué tenemos que ir al juzgado?”   “Pues a poner la correspondiente denuncia, o ¿es qué quiere quedarse sin su casa?”   “No, claro qué no. Lo que pasa es que nosotros creíamos que ustedes se encargarían de echar a esta gente fuera, comprenda que acabamos venir de viaje y llevamos en el maletero toda la ropa y demás…”   “Pues eso, mire, si a nosotros no nos abren la puerta no podemos obligarlos ¿sabe?, nuestra labor ya está  hecha. Ahora el juez de guardia les tomará declaración de la denuncia y se buscan un lugar adonde ir hasta que el juez ordene el desalojo de su casa.   “¡Me cago en la puta de oros! Así que somos nosotros los que debemos buscarnos un sitio teniendo nuestro hogar mientras ellos duermen en nuestras camas, ¡hay que joderse vamos! Si no lo veo no lo creo, esto lo había visto en televisión pero no pensaba que sucediera de verdad oiga.”   “Pues créaselo, nosotros nos encontramos cada día con cuestiones parecidas.”   “¿Qué hacemos ahora Clara?”    “Nos ha jodido… pues ir a casa y aunque sea entrando por la ventana hoy duermo en mí casa por la madre qué me parió.”    “No señora, no la podemos dejar hacer esto, estaría contra la ley y nosotros estamos aquí para hacerla cumplir. Si trata de entrar a la fuerza en su casa sin una orden del juez la tendremos que detener.”   “Así qué… ¿a la calle?”   “Mujer solo va a ser temporalmente, piense en positivo. Dentro de un tiempo recuperará su hogar y se dará cuenta que todo esto abra sido un mal sueño.”   “Sí, pero un mal sueño de cojones oiga.”
Podría seguir narrando todo lo acontecido después pero creo que no vale la pena, al fin y al cabo, la familia ocupa con tres niños habían sido desauciados de su casa una semana antes y al no tener familia próxima y con tres niños pequeños  -uno de ellos con una enfermedad crónica-  la ley les hizo una concesión que llevó consigo el que cuando marcharon al cabo de dos meses dejaran la casa limpia de polvo y paja. Lo único que dejaron fueron los sanitarios, que todo lo demás se lo llevaron de noche en un furgón con la ayuda de amigos. Se conoce que la lámpara del comedor que era del Ikea, nada del otro jueves, también fue pal ante.
Es indignante, situaciones como esas son incomprensibles pero resultan ser el pan nuestro de cada día, además sin solución  alguna vistas las cosas como se presentan, el poder político es sumamente egoísta, sin contemplar altruismo ninguno más que de palabra  -lo que se suele llamar demagogia-  con unos discursos llenos de florituras pero rancios en su conjunto. Copian a pié juntillas lo que aconsejaba en su libro “El Príncipe” (Nicolás Maquiavelo). No digo que todo lo que dijera este político e instigador de su tiempo fuera todo malo, desde el punto de vista de la política hay que gobernar en muchos casos como él decía, en aquella época el pueblo era mucho más voluble, y por supuesto las circunstancias de gobierno no eran ni de lejos las que ahora vivimos. Lo que sí es cierto es que en esencia el ser humano no ha cambiado y eso lo tendrían que tener en consideración la clase gobernante, por ejemplo todo lo que hay en una democracia es por y para el pueblo  -la gleba-  como algunos daban por llamar a los ciudadanos, pues si eso es realmente así  ¿Qué derechos tienen ellos que no tengamos nosotros?  ¿Por qué deben sentirse dueños de gente y sus efectos como pueden ser también edificios sociales y o oficiales? ¡¡Coño!!... si tú eres dueño porque yo con mi voto te he puesto aquí, también es mío porque tú me has elegido como gobernado, no me jodas.
Ya sé que todo esto va a quedarse en palabrería pura, pero no debiera ser así, de todos modos a esta gente cuando les levantas un poco la voz te mandan a la calle, como cuando te pones a cantar en un café oye, pues bueno desde la calle se pueden hacer un sinfín de cosas en plan pacífico y sin entrar en provocaciones. Ahhh, ¿Qué cómo te mandan a la calle…? En el momento que no les caigas bien, ni más ni menos. ¡A cagar al rio con estos prepotentes! No significa que haya que meter en el mismo saco a todos (as), tú, hay gente que quiere hacer las cosas bien y seguro que a sus superiores les deben haber dicho que hay cosas que no les parecen las más correctas, pero claro, peligran sus sueldazos y sus jubilaciones, y cuando tocas esta fibra sensible… amigo, con el clero te has topao. Un día de esos en los que te sientes solidario y con la mente preclara, es decir que estaba contento tú, oye me levanto de la cama de buen ánimo y oigo en un canal de noticias que no sé qué fulanito se jubilaba ¡¡con un pastón…!!  Me dije para mi interior  “mira nene hoy se cumple el dicho aquel de -¿has visto qué día más bonito hace hoy? Pues ya verás como viene alguien y te lo jode.”- Dicho y hecho, esa mañana me supo el café a gasolina con plomo, no hay derecho joder, ni las tostadas me pude comer. Y no es que pensara en el dinero que le iban a dar a ese tío, porque en el fondo eso me la repanpinfla, es el hecho en sí mismo, un señor que ha estado cobrando toda su puñetera vida un sueldo de cojones, a lo que hay que añadir que por ley los grandes capitales están protegidos y “libres” de determinados impuestos, ahora se añade un indeterminado capitalazo por ser director de un banco, banco éste, que ha dejado en la calle a cientos de personas que no han podido pagar sus hipotecas de forma puntual y que SU banco no les ha dado tregua, los han perseguido como si de delincuentes se tratara haciendo que los antidisturbios los acompañaran para desalojar esos malhechores, a un delegado de su banco junto a agentes judiciales a dejar su hogar que ya tienen más de la mitad pagado y que además les comunican por buro fax que han quedado en deuda con ellos. No te lo pierdas, y mientras mis amigos Alberto y Clara en la puta calle porque después de ir al juzgado un montón de veces les dice el funcionario de los cojones que “las cosas de palacio van despacio”, que si supieran ellos los expedientes de chorizos de cobre y de “butroneros” que tienen pendientes no aparecerían por allí en años. Pues vale, que se queden con el piso esos hijos de mala madre y nosotros vamos a pedir un crédito al banco para comprar otro ¿no te jode?
De verdad oye, ahora entiendo porqué hay gente obesa, hostias con tanta ansiedad encima, siempre van a aterrizar a la nevera de la familia que los acoge ya sean padres o hermanos y arramblan con todo lo que se les pone delante. Es que una cosa lleva a la otra, eso… o el que pilla una depre de caballo y tiene que estar a base Prozac durante años, que también he conocido personas así y… cágate lorito, que se ponen de un raro los pobres que alucinas pepinillos.  –bueno en honor a la verdad los que acaban alucinando son ellos-
¿Cómo enfrentarse a estas situaciones que en su conjunto desmadejan a la sociedad? Mi respuesta,  -no inventada ni impulsada por mi- A LA CALLE TODO EL MUNDO, a quejarse, con un par de huevos, vamos a ver lo que se consigue, porque Alberto y Clara todavía están esperando respuesta a su problema, “es que los ocupas de su piso tienen niños pequeños” les ha dicho el secretario del juez y eso es una atenuante. Coño… y los que te dan el tirón por la calle si te roban menos de trescientos euros, porque no es robo es hurto. Por favor, esto hay que cambiarlo de algún modo, pero el pueblo llano no puede hacerlo, son los legisladores los únicos responsables, y está claro que si no se cambian determinadas leyes, ni ellos en primera persona lo pueden hacer. De eso se encargan los tribunales quienes a su vez se corrigen entre ellos y se critican, porque en sus filas también, ¡como no! hay progresistas y otros que no lo son tanto, a si que a ver quien le puede poner la zancadilla al otro para que se derogue determinada ley o proyecto.
Nada, de puta pena, y porque lo dejamos ahí y no nos ponemos a hablar del negocio que produce el paro para determinados sectores que son como quinta columnas dentro de los ejércitos, que si no… estaríamos tota la puñetera vida argumentando y poniendo tristes ejemplos de cómo se están pudriendo por dentro las morales de los políticos. ¡Nada tío! Y a mis amigos que todavía no les ha llegado la sentencia de que ya pueden volver a casa mientras que por el otro lado el mismo día de más que ellos han estado esperando, han echado a la calle a trescientos desgraciados que no pueden pagar su hipoteca.
Y no grites que te doy… dice el gobierno, y no te manifiestes sin permiso que te envío a los antidisturbios… te repiten, y no vayas diciendo por ahí que no te hemos pagado lo que se debe después de la inundación porque te quedas sin casa nueva…te amenazan, pilla la pasta que te dan y corre después del E.R.E injustificado de tú empres porque te quedas sin paro… te advierten. Pero vamos a ver ¿Qué es esto un estado de sitio o qué? Pues parece que sí y acéptalo o “garrotazo y tente tieso”.
Esas son razones suficientes para que se tome una decisión definitiva, nos echan de lugares que también son nuestros, tratan de infectarnos con sus demagogias y diatribas que no llevan más que a tenernos con las piernas rotas, por si se nos ocurre caminar en una dirección que ellos no quieren, pues bien, antes que todo esto suceda, -porque sería un suceso- esa es razón suficiente para que todos, grandes y pequeños, jóvenes y mayores, sin importar edad ni cuna social nos unamos para tomar una determinación: “TODO EL MUNDO A LA CALLE…” por lo menos sabrán ese atajo de ladrones de conciencias vivas que no nos gusta nada lo que hacen, y   -con los sueldos que cobran- por lo tanto nosotros lo podemos hacer mucho mejor simplemente con que nos oigan –aunque entre ellos tengan que rodar cabezas  -cabezas sin sesos llenas de serrín- solamente con que veamos que se interesan por el pueblo llano, solamente con que se vea el más mínimo indicio de que nos quieren ayudar DE VERDAD… a encontrar un trabajo digno con un salario digno, con una pensión digna para nuestros mayores a los que solo falta que les den una estocada en la nuca, porque hasta ahora, al parecer les estorban.  “Oh… es que tenemos muchos inmigrantes sin papeles.” Joder, es vuestro problema,  “Oh… es que no se pueden mantener a tanto médico y a tantos ambulatorios.” También es vuestro problema.  “Oh… es que la inflación nos ahoga.”  ¿Y qué podemos hacer nosotros si ya no tenemos ni para comprar el pan?.
TODO EL MUNDO A LA CALLE y a ver cómo se las apañan con un pueblo que está hasta los huevos de tanta locura colectiva y tanto saqueo de la pasta de los demás, y sale a la calle para cantarles  “las cuarenta en bastos”. Preocupados ya lo están por estas movilizaciones, cuando ya se no s a anunciado en los grandes periódicos de todo el mundo, es porque muchos de ellos ya van al congreso con pañales, están cagados. Pero ahora cacos de mierda esto no hay quien lo pare, y si lo hay que se haga aquella antigua pregunta a manera de dicho… “¿Quién le pone el cascabel al gato?”.


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miércoles, 20 de julio de 2011

JURO

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¿Qué es lo qué me juras? ¿Por qué juras? ¿Por quién?
Es esa una expresión con la qué todavía no estoy demasiado familiarizado a pesar de oírla millones de veces, en unos casos es fruto de la desesperación, otras de énfasis  -a menudo sin más, porque nos faltan argumentos para dar razones lógicas de aquello que decimos-  y aún en otras porque pensamos que el decir  “te lo juro” nos justificará ante quienes nos conocen y probablemente nos hace diciendo simplemente “te lo juro” alguien con aval suficiente para ser creíble al cien por cien.
Mereceríamos en más de una ocasión que utilizamos este término de manera gratuita que nos dieran un buen tirón de orejas  -por decir algo- si fuera así las tendríamos más largas que los burros, que ellos ya nacen con éste don congénito, digo don porque acostumbrados a ver a los burros con esas características orejas se nos haría poco menos que una deformación de la naturaleza verlos sin ellas. El juramento hoy, es tan poco valioso y tan vacío en definitiva que hasta los grandes de esta sociedad se ríen para sus adentros cuando juran. Tan vacuo y carente de sentido… ejemplo: “Juro por mi honor, cumplir con los mandamientos de la Constitución y llevar a cabo mi tarea como    -ministro, senador, diputado, presidente, rey o lo que sea- con honor con la ayuda de Dios para el bien de la nación y de mis conciudadanos.”
¡¡Venga ya hombre (o mujer) a cagar al rio!!  ¿Cómo se puede jurar de forma tan vulgar y tan inconsistente?  ¿Cómo vas a jurar un cargo qué te viene grande por todas partes?  No has estado en la calle más que unas cuantas veces para repartir propaganda política y  ¿Ya te vas a comprometer con ellos sin saber siquiera lo qué necesitan?  Lo juro, lo juro… yo también le juraba a mi padre cuando era chico que no había sido el que rompió el cristal del colegio jugando al balón, ¡no te jode! No quería que me dieran una bronca o un castigo y por eso juraba. Ahora esa gente lo hacen de manera anticipada, no se sabe muy bien porque temen que no les den el cargo o para manifestar con un “lo juro” que son los mejores. Mejores ¿de qué y para qué? Igual que yo sabéis la inmensa mayoría, que hoy día molan más entre la clase dirigente los tipos que están encausados por un motivo u otro, cuando no procesados. Será que ya están cansados de vivir vidas monótonas como clase dirigente y tienen que acudir a los saraos para dar que hablar a los amigos o enemigos, algo parecido le pasaba a un conocido mío que, por tener dinero y estar cansado de todo, me refiero a mujeres,drogas, y orgías se pasó de la noche a la mañana a la otra acera, es decir se volvió homosexual  -eso si no lo era ya antes sin reconocerlo-  Oye que no tengo nada contra los homosexuales, pero que se use a este colectivo como pretexto para ser un cínico, como que no. Y, si por alguna razón a la mayoría no les gusta que estés en ese puesto pues ahora  “jura” que no volverás a la vida política hasta que haya una mayoría de personas del pueblo que te acepten como eres, del mismo modo que te eligieron cuando estaban convencidos de que tu juramento era legítimo entonces.
También hay otra posibilidad,  -que te descubran con tú amante- algún paparazi te hace unas fotos en un yate en pleno verano digamos que en Ibiza y salta la noticia a la prensa, entonces… plega rápido y pide disculpas al pueblo, éste votó a un político íntegro, padre de familia con tres hijos y una amantísima esposa que lo espera cada día cuando llega a casa después de un día agotador en las cortes, discutiendo con la oposición toda clase de asuntos relacionados con la estabilidad, lanzando mensajes de tranquilidad pero hombre  ¿Qué mensajes vas a lanzar al pueblo si luego descubren que su elegido estaba en Ibiza dejándose embetunar por un chaval de diecipocos en la proa del yate de un millonario qué le prestó el barco para unas vacaciones?  Mientras, su amantísima mujer en la playa jugando con los niños en la arena haciendo castillos, vamos juramentado ¡no me jodas! Un hachazo te mereces por usar de ese modo tú tiempo mientras que hace solo unos meses atrás habías dicho “Juro por mi honor…” esto no es ni siquiera inmoral, es amoral, más le hubiera valido a ésta gente que actúa de forma premeditada, echar a correr en la sala de palacio antes de jurar, que no podían hacerlo en ese momento porque les cogió una colitis aguda y súbita, menos vergüenza pasarían. En según qué ocasiones,  -que ahora ya son las más frecuentes- estos bicharracos han cambiado el juramento cuando están en época de elecciones por “yo prometo”, ¡tócate los cojones y baila! Vaya un atajo de demagogos, los asesores de imagen, que de estas cuestiones saben mucho, les arreglan los trajes que deben de llevar, las camisas que deben usar y las corbatas que van más de acuerdo con su altura, partido y mensaje concreto. ¿Qué no os lo creéis? Os juro que es así,  -porque a mí tampoco se me caen los anillos por jurar- si hay que jurar se jura ¡qué coño! haber si solo van a tener derecho a jurar los políticos y cuatro personajillos que salen por la tele… hombre… Que esa es otra, se ven en televisión cada vez más gente que no tiene ni puñetera idea de lo que es el periodismo y ahí los tienes, ganando pasta a mansalva a costa de insultar a otros, descalificarlos y llamarles hijos de su madre  -todo pactado previamente eso sí- y si por alguna razón se desmadran, llevan el pinganillo puesto para seguir las directrices de la dirección, valga la redundancia.  (Me parece que hoy estoy muy quejica…) Pero es verdad por dios, como se nos ocurre siquiera tener seleccionados determinados canales a determinadas horas y comprar encima toda esa bazofia de prensa rosa que mueve miles de millones de euros al mes, mientras en nuestros hogares tenemos justito para comer siquiera una sopa de Avecrem.
Os juro que estas cosas me ponen enfermo, si, ya sé que con malas palabras no se llega a ninguna parte pero ¿Se llega de otro  modo qué no sea cagándose en todo este maldito sistema qué encima te deja sin voz ni voto?  ¡Hombre con voto sí! Dirán algunos, y una mierda, ¿votos comprados a golpe de favores para qué te coloquen en un ayuntamiento?  ¿votos que se pierden en la espesura de la noche porque gente ha venido a tú casa a pedir que votes por su partido porque si no lo tienes jodido en la comunidad donde vives?  Mi caso como el de otros millones que viven repartidos por toda la geografía nacional está a este mismo nivel. Si votas a un gran partido, sabes a ciencia cierta que no van a hacer nada nuevo que no sea jurar de nuevo el cargo, por ejemplo de la alcaldía, pero claro, está la oposición, y ésta está previamente de acuerdo con los que se saben ganadores, para que les pasen unas cuantas carteras dentro del municipio, a fin y efecto de qué haya por lo menos tres de los suyos qué también puedan jurar. Por aquello de que “Si no puedes con tú enemigo únete a él.” Ahí los tienes el día  -de autos le llamo yo-  del juramento, con sus bolsitos nuevos las “conselleras” con zapatos a juego y modelito de yo qué sé, y a ellos con su bolígrafo sin estrenar o pluma Mont-Blanc  para firmar lo qué a partir de ahora van a ser sus deberes. Claro está, a parte del negocio de la fleca o la pescadería o la boutique, qué éstos sí le les ocupan tiempo, lo demás es aparecer por el ayuntamiento para que los guardias se les cuadren cuando los ven y recoger el correo.
Cuando llega el discurso de nombramiento del nuevo alcalde   “Aquest consistori té una serie de prioritats…” ¿Te digo cuáles son? No, ni falta que hace porque no sois tontos, éste consistori y el que hubo antes y el qué vendrá después tienen la misma prioritat, joder al prójimo sin joderse a sí mismo.  (Que cabreo llevo hoy) Y no es porque me haya dejado la mujer o me vaya a divorciar, estoy cabreado porque encima estos cacho perros juran por quién haga falta que van a hacer las cosas para el bien del pueblo. Pues te digo una cosa, les queda un telediario, en el sentido que el tiempo pasa más aprisa de lo que creen y aunque engorden a más no poder, la cara se les queda con el tiempo como el culo, con unas ojeras del copón. Los juramentos salen caros cuando se hacen sin sentido de la responsabilidad y se hacen pensando en intereses propios, con el simple deseo de ser popular, de hacerse notar.
Claro que se hacen notar, y tanto, desde el momento que juran  -quizás sin saberlo- están en el punto de mira de cazadores de embusteros, aprovechados, lascivos y ególatras, que sabiendo que el juramento desgasta y más cuando se hace del modo que he expresado antes, están esperando que se les pongan a tiro de un modo u otro para soltar la perdigonada, tiro éste que frecuentemente acierta porque la gente de a pie  -también llamada la gleba- no han jurado más que tirar adelante con sus derechos, ilusiones, familias que están entrenadas a lo largo de los años a resistir tras las trincheras los arrebatos de estos falsos magos del “si me votáis todo cambiará…”  Día y noche tengo ante la puerta de mi casa “La Casa de la Vila”  -el ayuntamiento- y en los años que llevo viviendo en esta calle he sido testigo de algunos cambios dentro del consistorio, pues bien, ni una sola vez   -que yo recuerde- he visto acercarse a nadie del ayuntamiento a preguntar por el estado de ánimo de familias que lo han perdido todo, imagino si no es mucho imaginar, que hay dentro de toda esta panda de falsos juramentados, que alguno habrá que se dedique a asuntos relacionados con los problemas sociales, y pensando que es a ellos a quien les interesa ser reelegidos  -y que defienden los intereses del pueblo-  cabe pensar que es a ellos a quien corresponde esa importante labor de ayudar en la  medida que puedan a estos vecinos.
Pues bien, acude un amigo mío a hablar con el “conseller” de bienestar social para pedir ayuda. La misma en otros términos, que éste conseller le pidió a él en su día dándole su voto y prometiéndole “la teca, la meca y la vall D’andorra”.  Después de esperar un par de días a que le recibiera sin aparecer, sentado en una silla delante de su oficina le llega el turno, por fin hizo acto de presencia. Detrás de la muralla  -su mesa cuidadosamente recogida y limpia-  le pregunta   “¿Qué es lo qué quiere?” sin levantar la vista de unos documentos qué tiene qué firmar.   “Pues mire usted necesitaría su ayuda para ver como se puede resolver el tema de mi familia porque dentro de un mes vamos a ir a parar a la calle, no podemos pagar la hipoteca y además no tengo ya ninguna ayuda estatal. La tengo agotada, con cincuenta y dos años nadie me contrata y mis padres ya no me pueden ayudar más”. En este corto intervalo de tiempo ni una sola vez levantó la vista de su escritorio.   “Y ¿Qué quiere que el ayuntamiento le pague los recibos y además le busque un empleo?”  ¡Coño con el conceller!   “Ese es un asunto que tiene que resolver con el banco, y esto como podrá comprobar no es un banco, si usted no puede pagar la hipoteca la ley dice que el banco tiene derecho a quedarse con la casa eso es así aquí y en Lima, yo no puedo cambiar la ley.”  ¡No me jodas, ahora le ha dicho algo nuevo que él no sabía!    “Bueno pero a nivel municipal… me podría dar alguna sugerencia o consejo para salir de este embolao…”    “Pues mire usted, déjele la casa al banco y siga tratando de encontrar trabajo, pero no sea remilgado, lo que le salga cójalo, que además los parados se vuelven cada vez más exigentes y como no sea un trabajo bien remunerado, que además se trabaje poco y quede a dos pasos de casa no los cogéis.”  Mira, los municipales se lo tuvieron que llevar de allí y encima en la calle le advirtieron que si montaba otro guirigay como aquel lo encerrarían unos cuantos días.
Cuando llegó a casa y explico en medio de un ataque de ansiedad y llorando como un niño pequeño lo sucedido, familia y conocidos  -que son muchos-,  despotricaban contra el ayuntamiento los concejales y la madre que los parió a todos.  ¡Como para ir a pedirles sus votos en la próxima legislatura vamos! Pero por el momento el daño estaba hecho, luego ni que les viniera a pedir perdón  -que no lo harían-  todo el ayuntamiento en peso podría perdonar la vergüenza ajena que le hicieron pasar. Estaban saliendo en la foto como esperaba el 85% de las personas del pueblo, un alcalde que había desviado millones en hacer reparar una calle peatonal tres veces reparada, y que por la manera que la estaban haciendo de nuevo acabaría en las mismas, con las grandes losas levantadas y los abuelos tratando de hacer surf sobre ellas hasta caer en el suelo, con el consiguiente resultado de caderas rotas o piernas y tobillos con esguinces. Y ellos con sus señoras esposas e hijos paseando por las calles y saludando a los votantes   -que bien sabían ellos quienes eran-   “¿Qué tal fulano de tal como estás, como va el negocio. Ya lo sabes, si puedo hacer algo por ti me lo dices, me llamas al despacho y te atiendo personalmente, que a los ciudadanos ejemplares como tú no se les puede defraudar nunca, para eso están los amigos ¿no?  ¿Dónde vas de vacaciones? nosotros vamos a La Manga del Mar Menor, a la finca que tienen mis suegros allí, entre tú y yo no tengo ningunas ganas de ir porque hace una calor allí que te cagas pero como tienen piscina, a los niños les encanta. Y luego, nos bajamos de allí unas viandas que para qué te cuento, además con el tema de que soy alcalde de un próspero pueblo costero como el nuestro viene gente a las cenas que organiza bufff, que acaba uno harto, pero hay que hacer país nen, que parece que no pero de esa zona viene mucha gente a pasar las vacaciones aquí.”
Nada, la conversación típica de todo un señor alcalde con la a mayúscula. Pero echarle una mano a la pobre gente que pasan por apuros extremos, a estos… le los joda un pez espada. Está más que comprobado que los juramentos son simplemente palabras vacías que solo hacen que enturbiar los lodos que están bajo las aguas mansas. Hay mucha gente que jura, yo me cuento el primero, pero juramos de forma coloquial y sin compromisos de clase alguna, -te lo juro tío me dio una rabia que le hubiera dado dos hostias- y ahí se acaba todo,  -y un menda que ayer se me cruzó sin poner intermitente ni nada y encima clavó el coche en la carretera sin mirar… te lo juro que en otras circunstancias se la abría armado al capullo ese-  lo ves, cosas sin importancia, que no juramos por eso ni la Constitución española ni la Catalana ni nada por el estilo oye. Eso no es ni jurar, por lo menos desde mi punto de vista. Es hasta lúdico festivo comparado con lo que hacen ese enjambre de chupópteros sin corazón ni entrañas, que hay que ver hasta dónde pueden llegar esos falsos juramentos de esos falsos políticos que además de todo lo dicho imponen reglas específicas para hacer callar las voces de aquellos que están en desacuerdo con sus formas, tanto de interpretar la justicia como el Status Quo que quieren imponer a golpe de sable.
Te juro que si en mi mano estuviera instauraría el Anarquismo, al fin y al cabo es lo que esos melones vacios  tienen, cabeza para llevar el serrín que tienen en lugar de cerebro. Y en el fondo lo que practican es esto la anarquía, porque los sesos los llevan entre las piernas la mayoría de ellos. Hostia, estaría bien que cuando juraran sus cargos se tuvieran que bajar los pantalones ¿No os parece?


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DEJAD QUE LOS NIÑOS SE ACERQUEN A MI

                   DEJAD QUE LOS NIÑOS SE ACERQUEN A MÍ.

Estas palabras las dijo Jesús de Nazaret, queriendo hacer ver a sus discípulos lo importante que es tener la candidez y la humildad de un niño, sin embargo al margen de que uno sea religioso o no, la realidad es que pocos nos paramos a pensar en ello  -me refiero a los mayores claro-.
Pues en este relato os quiero mostrar de forma contradictoria, los efectos de no llevar a cabo un autoexamen o auto reflexión de nuestros actos a medida que pasan los años, asunto ése que nos ahorraría muchos contratiempos y así mismo mayores desastres en nuestra convivencia. Este hecho no es gratuito y mucho menos carente de importancia, sencillamente porque a medida que pasan los años y desarrollamos nuestras vidas, primero como individuos y luego como parejas hasta llegar a formar una familia, pasamos por muchas etapas afectivas y emocionales diferentes, eso hace que quedemos afectados positiva o negativamente por todo aquello que nos rodea.
Leed esta pequeña historia y juzgar vosotros mismos. -   Corre el final del verano a finales de septiembre, el clima es todavía benigno en esta parte de la costa mediterránea y los niños se incorporan a los colegios aunque al principio todavía están concentrados en comentarse mutuamente donde han pasado las vacaciones, a quienes han conocido, cuantos teléfonos nuevos tienen en su agenda del móvil  y señalando a dedo a aquellos que no han pasado el curso por zánganos o a veces por cosas peores. Hay quien desde determinada edad no sirven para el estudio pero sí para cometer fechorías y dar trabajo a sus mayores en letras mayúsculas, que hay por ahí madres y padres que siendo todavía jóvenes aparentan unos cuantos años más de los que tienen en realidad.
Salía Sócrates ese día como era costumbre de su casa cuando una voz desde el interior de casa lo paraliza porque le grita   “Donde crees que vas con las llaves del coche, ven ahora mismo aquí.”  Sócrates se quedó petrificado en el último escalón de la casa antes de salir a la calle con su bolso en bandolera sobre la cadera, se volvió lentamente y con la cabeza gacha fue levantando poco a poco la vista hasta tropezarse con la de Julio.    “Pero… tú de qué vas, dame las llaves y coge la bici, vigila donde la dejas, que si te la quitan te sacaré otra de las costillas, me oyes verdad.”   Asintió con la cabeza y fue hacia la parte trasera de la casa donde el relente de la noche humedeció el sillín, después de limpiarlo se puso los clips en los pantalones y comenzó a pedalear calle abajo con rabia, había algo en él que le decía que aquello no era justo y que en un momento determinado se tenía que revelar. Al cabo de media hora escasa fue Clara la que se dejó ver en el porche de la puerta pero ésta ya venía discutiendo con Flora desde el interior, al salir, en el quicio de la puerta esta le dijo    “A lo mejor te crees que vas guapa con esas pintas. Pintada como una cualquiera y enseñando el culo con esa mini, pero claro… como llevas medias de color por encima de las rodillas ya vas vestida ¿a qué sí? pues que sepas que va a ser la última vez que sales así a la calle, a ver si crees que la gente de la urbanización va a estar señalándonos continuamente por culpa tuya.”  Clara se cogió la melena castaña clara con las manos y se tiro el cabello hacia detrás, camino de la parada del bus sin ni siquiera volver la cabeza y todavía se atrevió a levantar la mano derecha y enseñarle el dedo corazón a Clara que le gritaba   “Ven aquí y házmelo en la cara ese gesto, guarra, que eres una guarra.”
Como fuera que este espectáculo era diario, los vecinos pasaban de mirar y oír esos adjetivos  que se propinaban cada mañana y durante el día, eran pequeñas riñas familiares que carecían de la menor importancia quizás porque en sus casas pasaba tres cuartas partes de lo mismo con la diferencia que ellos lo hacían a puerta cerrada y con la voz más baja, pero lo cierto es que pasar, pasaba lo mismo en casi todos los hogares, o no. No tengo experiencia como padre pero por lo que viví en mis tiempos como hijo, los padres y los hijos esperan un toma y daca, dicho de otro modo yo te doy, tú me das, pero que sea algo del mismo valor que lo que yo te he dado porque si no, hay desequilibrio en la balanza y comienzan a no cuadrar los números, el debe y el haber comienzan a desequilibrarse y como termines en números rojos después del ejercicio del año, la has cagado. Oye, a lo mejor es lo que pasaba en la familia Balboa.
“Que día por dios, estoy reventada.”  Eso lo decía Clara quién quitándose los zapatos y frotarse los pies sentada en una butaca estaba resoplando cual animal que necesita salir a la superficie a respirar. A renglón seguido se oyó el sonido de una moto que paraba delante de la casa y a los dos minutos entraba por la puerta Julio con su carpeta y sin casco. Le faltó tiempo a Clara para llamarle la atención y decirle que estaba prohibido ir sin casco, Julio no le dijo nada, solo la miró con cara desafiante y se encogió de hombros como queriendo decir –no mereces ni que te conteste- eso sí, le soltó de manera fulminante   “Ponte a hacer la cena que tengo que salir, y haz el favor de lavarte antes las manos bien lavadas que esto que estás haciendo es una guarrería, venga, venga, que haces todavía ahí.”    “Bueno tío menos prisas que yo también acabo de llegar, menos humos que no hay ningún incendio, me doy una ducha y me pongo a ello. De cualquier forma tenemos que esperar a los demás, que esto no es un restaurante para tener tres o cuatro menús, y si no quieres esperar pues te pillas lo que quieras de la nevera y a correr que en la calle falta gente.”    “Mira que tienes mala folla Clara, que ganas tengo de pirarme de aquí.”   “¡Coño! vamos a tú cuarto que te ayudo a hacer la maleta capullo que no haces otra cosa que decir eso últimamente. Tú mucho pico es lo que tienes y luego a la hora de la verdad nada, eres un cagado, a lo mejor no te crees que yo también tengo ganas de perderte de vista…”   “Pues mira tú por dónde, cuando estemos los cuatro juntos vamos a hablar de unas cuantas cosas que van a cambiar en esta casa, que estoy hasta los huevos de que todo el mundo me diga lo que tengo que hacer.” Clara calló y se fue a duchar no sin antes oír una voz en forma de recriminación que le decía que hiciera el favor de recoger los zapatos que esa casa empezaba a parecer una pocilga.
Por su parte Flora y Sócrates llegaron casi al mismo tiempo y él dijo al oír la algarabía que había en casa   “Ya estamos, ya la tenemos liada como cada día.”   “Tú a callar la boca filósofo, que siempre que pasas de la puerta dices lo mismo y luego soluciones no das ninguna.”  Efectivamente calló, se fue directo a su habitación y mientras los otros tres discutían los unos con los otros hasta que terminaron como siempre gritándose a grito pelado se sacó los zapatos y se tendió en la cama para ver la televisión. No hizo falta que la encendiera porque cuando se marchó no la había apagado, se puso otra almohada sobre la suya y cruzó los brazos detrás de la nuca esperando que amainara el temporal hasta que se quedó dormido con los cascos puestos.
Al día siguiente cuando parecía que todo había pasado y el tornado de palabras altisonantes y descalificaciones dejara unas cuantas huellas más en los sentimientos de la familia todo empezó a rular normalmente, pero eso sí, ahora dentro de la normalidad. Sócrates se dijo a si mismo  de forma pacífica y entonada  -¿porqué no somos capaces de hacer lo que dijo Jesucristo… DEJAD QUE LOS NIÑOS SE ACERQUEN A MÍ.-
Los protagonistas de esta narración son: Sócrates, (el padre). Clara, (la madre). Flora, (la niña ). Julio, (el niño).  Colocadlos donde más y mejor os apetezca, puede ser un puzle de identidades, pero no deja de ser una oportunidad para pensar en lo que hacemos y decimos cada día de nuestra vida mientras vivamos “especialmente” con los hijos bajo nuestra tutela.


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lunes, 4 de julio de 2011

Ella Es...

                                          ELLA ES…

Más que un simple nombre de mujer no sé todavía como definirla, pero os puedo asegurar que al escribir lo que veis y sin ser un  remilgado se me hace poco menos que imposible describirla. Cuando después de una tormenta sale el sol y comienza a calentar la tierra descubriendo olores divinos que emanan de sus entrañas… así es ella. Si es la luna la que aparece después de la etapa del creciente y nos llena de su luz hasta el punto que no podemos obviarla y alzamos la vista al cielo para contemplar su belleza y porque no, dar gracias a los dioses por tenerla ahí cada noche puntual e imperturbable me ayuda a pensar en ella.
En ella no hay misterios, ni abismos, ni grandes montañas que no se puedan alcanzar con la punta de los dedos, y todavía, después de ser una mujer mayor… se sonroja cuando me acerco a su oído para decirle que la amo con todo mi corazón. Siempre fue mi sueño, y aún hoy que estoy a su lado y a cada momento la noto, siento su respiración sus desasosiegos, sus inquietudes y quebrantos tan cerca de mí, que el alma se me enamora más aún al ver todos sus encantos, ¿Qué os puedo decir?, solo se me ocurre gritar a voz en cuello, ¡¡gracias por tenerme a tú lado!! Porque ella no quiere nada para sí misma, nosotros somos el contenido de ese fantástico lago suyo, su corazón y su mente y muy a menudo sus descalabros.
Pero sin estar ausente de nada, ella mira, observa, no juzga nada, no es su función en la vida dice, todo se arreglará con calma, hablando. Que cada cual diga la suya, las opiniones cuentan y mucho en su caso, ella desde un lugar un poco más alto… nos escucha hablar a los que estamos en casa y poco a poco saca sus conclusiones, nunca se aventura a decir por ejemplo cuando se discute de algo: “¡Basta ya!”. Quizás fuera lo oportuno, pero en su caso… sin estar ausente de nada, mira, observa, no juzga nada, “Todo se arreglará en su momento oportuno, que ahora no es el momento de charlas que podrían exacerbar los ánimos.”
Ella es así, pero lo es para todos, ¡la tendríais que ver cómo trata a los amigos!. Es exquisita y aguda, rápida como un rayo para dar ánimos a algún amigo, para extenderle la mano, no es una mano cualquiera la que ella brinda, si hace falta cuando la tiende se va barranco abajo. Así es ella, como el fantástico aroma de las flores que a su tiempo explotan con el humilde afán  de prestarnos sus fragancias y la belleza de sus colores.
Así de sencilla es, así de hermosa. A veces no la comprendo, y es que ella tiene sus normas, normas que lejos de ser comprensibles porque pensamos con el corazón más que con la mente, ella negocia con su espíritu incombustible, valiente. ¡¡Como la amo…!! Sin querer exagerar, os digo que es ella la que me sostiene en pié la que endulza el camino de todos a su alrededor, una joya celestial es y lo digo sin pudor. Me gustaría poder imitarla pero no lo puedo pretender, pues solo una vez cada cientos de años nace una mujer como ella, es una diosa rara que convertida en mujer bajó de su pedestal para hacernos un favor a todos, sin siquiera quererlo ella.
Dos alternativas tenemos, os lo puedo asegurar, vivir con ella y vivir de verdad o bajar a los infiernos. Ella es…
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Al Llegar a Mí

                           AL LLEGAR ASÍ…

Me acercaste a la vida, porque me estaba alejando, porque tal vez me moría, con tú dulce corazón, con tú sincera sonrisa, poco a poco y con tesón con la memoria preclara de esa mente tuya modelaste a quién soy ahora, como un alfarero que de la tierra pura, sacando las impurezas, limpiándola de inútiles piedras has hecho de mí una vasija donde guardar buen aceite o vinos de la vendimia.
Y cada día deseo que llegues así, como entonces, rompiendo con tu azada la tierra, escogiendo lo mejor del día que con el sol progresa. Pregunta si no a tus hijos, son almas gemelas tuyas y sabes muy bien porqué, corazones grandes tienen que en el pecho no les cabe, rebosan bondad, la que tú les enseñaste. Y si de cariño hablamos… ¡Que nadie toque a su madre o me parto el alma con él!
¡Qué quieres cariño mío… habla un corazón hecho añicos que el buen cirujano curó!  Y porque llegaste tú que si no… ve a saber en qué cementerio alimentaría las flores. Seguro que bien mirado, dirás de vez en cuando ¿Por qué fui a conocer a este perdido? También me lo pregunto yo y sin embargo, sin creer en el destino creo que fue culpa mía. En tú caso solo llegaste a mí y sin éxito hace ya tantos años… no te supe retener.
Desde entonces, ¡te hice tanto daño!... no creo ya en los perdones, solo creo en ti, porque fuiste tú la que llegaste. Llegaste a todo mí ser y comencé a vibrar cual si fuera la cuerda de una guitarra perfectamente afinada. Para eso hay que ser un maestro y… ¿quién mejor que tú sabiendo como sabes que nota puedo llegar a dar?
Consuelas mis desvaríos con besos, con mil caricias, con lágrimas que a veces me anuncian que ya estás a rebosar, siento en lo más profundo de mí, comuniones con tanto amor que me prodigas. ¿Cómo compensar, amor, lo que tú me das de más desde que llegaste a mí aquel día?
Por la mañana despierto junto a ti y me digo… ¿Qué milagro ha sucedido para que juntos abramos los ojos? Creo en ellos desde que llegaste a mí. Guía eres para mí, escandalosamente hermosa amaneces cada día, y renaces cien mil veces por tanto amor que nos tienes. Un día te escribí hace tiempo, que llegaste a mí vida por accidente, pues mira cariño mío, a tú cuidado me tienes.
Debes saber además algo que jamás te dije antes, cuando clarea el día y el aire se llena de cantos, pájaros emigrantes que año tras año pasan por nuestro cielo, se paran a comer a nuestra puerta, envidiosas criaturas aladas que saben por tú respirar que llegaste a mí vida, y nunca te vas a marchar. ¿Qué quieres que te diga más? Al llegar así… aquel día…



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