ESTABA DORMIDO ESE DÍA.
Siempre duermo; a menudo pienso que es lo mejor porque cuando despierto, me encuentro con un nuevo día, vuelven a cantar los pájaros y entonces… es como si volviera a nacer, pero esta vez cuando salgo de este sueño, ya se caminar, comer solo y hasta cocinar, he crecido de modo súbito, estoy erguido sobre mis piernas y se adonde me dirijo. ¿Qué ha pasado a mi alrededor mientras tanto?, todo y nada, salgo a mi terraza y veo a la gente pasar y los coches circulando, no se me hace extraño nada.
Oigo voces tras de mí, se acerca mi esposa, me besa, me pregunta: “¿Qué haces?” yo le contesto que acabo de nacer, me mira extrañada y se acerca de nuevo a mí: “¿Qué dices…?”, eso que acabo de nacer, por más que lo intenta, se le nota en el rostro cara de extrañeza, pero no se detiene, tiene cosas que hacer en casa.
Me habla de médicos y bancos, de a quién ha visto, dice que tiene que volver a salir un momento al súper de la esquina, y aunque quiero, no sé lo que me está diciendo, no entiendo a lo que se refiere, acabo el cigarrillo que tengo entre los dedos y me pregunto cuando empecé a fumar. Qué cosa tan rara, si cuando me acosté antes yo no fumaba… leía y escribía, esa ha sido desde siempre mi afición, ¿pero fumar?, no lo recuerdo.
Bueno, lo cierto es que fumo, así es que trato de retroceder en el tiempo, y no veo indicativos claros de cuál fue mi pasado. Se me dibujan en la mente retazos de una vida, pero podría no ser la mía, a lo mejor fue la de alguien que me contó la suya, y de la que me he apoderado como propia. Me siento en un sofá cómodo, enciendo un televisor de plasma que hay delante de mí, cavilo, caray vaya tele, quien la habrá traído aquí. De pronto, aparece un perro, es grande y blanco, se acerca a mí moviendo de forma desesperada el rabo, golpeando todos los elementos que hay a su alrededor llevando una pelota de goma en la boca. Es evidente que me conoce, quiere subirse a mi falda, retoza frotando la cabeza entre mis piernas pidiendo que juegue con él.
La cabeza que estaba dormida, me exige volver a la cama, demasiadas sorpresas para quién estaba dormido, noto que las neuronas comienzan a ralentizarse, algo, si saber describir muy bien qué, me exige volver a dormir. Me noto débil y cansado, apago el aparato y me levanto, le digo a mi mujer que vuelvo a la cama, no se extraña, al contrario, me conmina a hacerlo y hasta me pregunta si quiero que me acompañe. Llego al baño de la habitación y orino, después como si la cama tuviera un imán, me atrae, me meto en ella y me quedo hecho un ovillo, ¡qué bien se está en la cama!, entonces comienza mi vida, una vida llena de sueños y vacía de actividades.
¿Hasta cuándo durará esta bendita vida?, mi cerebro me dice en silencio, que eso es lo debo hacer en ese instante, y hasta me da las gracias, también en silencio, por ser tan considerado con él.
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