TITULARES DEL ALMA.
Viejo y vencido.
Pero no muerto aun, con sigilo, visito los rincones de mi casa, son mi atalaya, el lugar de mis sueños, las últimas sinfonías las escribí ahí, recorriendo con mi perro los lugares más queridos por mí. Visitando la cocina casi a diario para ver qué puedo hacer de comer. Tengo como observatorio mi cama, en ella, organizo mis guerras, reordeno a mis soldados, doy ordenes a todo el mundo, es el último bastión, el mundo que conozco, de afuera, no me importa casi nada, todo es confuso, temo que si me voy por cualquier razón, vendrán a quitármelo todo, y aquí ¡soy tan feliz…!.
Plinio el Joven dijo en una ocasión… “Cuanto más felices son los tiempos más pronto pasan.” Esto es muy significativo para mí, porque tiempos felices todos tenemos algunos, lástima que estos dejen tan poca marca entre nosotros, respeto a quién pueda decir lo contrario, pero no lo suscribo con todos. Algunos amigos me dicen que determinada circunstancia ha cambiado sus vidas, dinero, un trabajo mejor o una persona, eso es fabuloso, sin embargo a menudo temo, que es nuestra propia mente la que nos engaña para que las cosas sean aparentemente bonitas.
Quizás esa sea la razón para que sienta miedo a que me pase algo parecido, con la diligencia con que uno ha montado su vida, ¡qué lástima que todo quede destruido con un simple soplido. Qué pena que toda la estructura del presente y futuro, quede en la mesa esparcida, como un castillo de naipes, con unas cartas hacia arriba y otras hacia abajo, desconocidas, anónimas, intrascendentes.
Copado por el futuro.
Quisiera poder hilar algo sobre el futuro, pero mi condición humana me lo prohíbe. ¡Qué mala suerte! No puedo ver ni a través de la ventana cuando llueve contra la fachada de casa, y pretendo saber qué es lo que va a ser del futuro, necio, estúpido y creído, si ni siquiera sabemos al salir el sol por la mañana, de que tintes se nos ofrecerá el mediodía.
Es por esa razón que creo, que el futuro, es un mero chasquido de dedos. ¡Cuántas sorpresas me llevo a menudo, cuando oigo a otros miembros de mi familia decir, que ha muerto tal vecino, o que un amigo ha sufrido un infarto! entonces me pongo a pensar un poco, y saco la conclusión, de que el próximo puedo ser yo, mi amada esposa o cualquiera de los miembros de mi adorada familia.
El azar, vale admito esta expresión, como un mero adjetivo, de lo que otros pudieran llamar destino, pero cuando estás bajo este implacable sol del futuro, todo vale, es solo, que nuestra persona es sacudida por un ejército de látigos opresores, que nos golpea hasta la extenuación. No puedo disponer de mí mismo, porque estoy a merced de los vientos, de las tempestades del sistema, que el alma ha creado para protegerse.
¿De qué sirve el esfuerzo?, ¿Para qué tanta avidez de permanecer vivos?, eso es solo un engaño de la mente, un mero espejismo mientras cruzamos el desierto, solos, entre tormentas de arena, en medio de la sed de las vanidades, en mitad de un ejército de zombis, que han saldo de los sacos vitelinos de nuestras madres, para aprender lo justo de poder mantenernos en pié, en mitad de un mundo lleno de ambiciones, al que ni siquiera pedimos venir.
Preguntamos, ¿dónde está el sendero cierto?, todos contestan, ¡por allí, hacia allí vamos!, ¿será cierto?, reemprendemos nuestro camino pero… el futuro nos cierra el paso. “Te equivocas, soy yo quién marca la pauta. Apégate a mí faldón, yo te conduzco, no te apures, me encargaré de que tus amigos te recuerden mientras estás lejos.
Allá vamos, no estamos seguros de nada, pero nos tranquiliza oír una voz que nos hable, ¡qué vamos a hacer, es la voz del futuro, el manda, decide, piensa por nosotros, no nos va ni bien ni mal, solo nos va, y eso, porque el futuro nos lleva.
Llegan los miedos.
Por el camino han quedado, muchos muertos por diferentes motivos, unos porque enfermaron, otros ha muerto por falta de amor, aun otros, somos muertos andantes, almas errantes que no son espirituales, somos de carne y hueso, a nuestro alrededor risas, estas nos alegran la andadura de la vida. En el fondo, como decía Plinio, “No hay mortal que sea cuerdo a todas horas.” Cuando me levanto después de una noche de descanso, pienso, “Tú no eres una excepción, chico. ¡Cómo puedes pretender estar en posesión de la única verdad…!”
Entonces llega el momento, de pararse a reflexionar, porque quiero llegar al oasis, allí me espera el descanso, aunque… ¿y después de eso?. Va, no merece la pena pensar más, anda cogido al faldón del futuro, el sí que es un dios, no hay que tener miedo. Quizás esa promesa de que allí encontrarás agua limpia, dátiles para calmar el hambre, y descanso bajo una sombra, no sea más que una ilusión, pero no hay que tener miedo. Si este atenaza los músculos de nuestras piernas, nadie nos arrastrará bajo este sol implacable, ya has visto los cadáveres de aquellos que no han podido continuar.
¡Pero… es que yo soy un humano, es normal sentir miedo! Es verdad que el miedo es bueno, pero que no te domine, ahí está la clave, la percepción de quién domina a quién. Si no es así, puede ser que se le pierda el respeto, y entonces… estás perdido.
No temo morir porque la muerte es un tránsito, algo que educar, porque forma parte de mi vestido, pero no es un complemento, no son unos calcetines o una corbata, es el todo aunque no se perciba, y es la nada aunque no se vea. Sencillamente se refleja en uno, como si fuera una especie de percepción, cuando caminas por la vida con acento, impulsado por la verdad, que debe ser el todo en el ser humano. Inspira respeto, y levanta las ampollas de la envidia porque sencillamente, no todo el mundo está preparado para afrontar esta situación, no, es cierto que estamos preparados para vivir, pero aceptemos que también para morir, ¿por qué no?, estamos aquí para eso, para saber vivir del mismo modo que lo estamos para saber morir, significa, que deberíamos siempre contemplar la muerte como parte de la vida, nunca al contrario.
Herbert Spencer dijo en una ocasión que el tiempo es : “Lo que los hombres tratan de matar y que acaba matándolos.” Y si Pericles anunció que : “Fórmate en vez de esperar a que te formen y modelen.” lo dejó bien claro, -Aprovecha la vida para que sea útil, primero para ti y en consecuencia, para los demás, ese debería ser nuestro anhelo-.
Herramientas para vivir la auténtica vida.
Platón, un hombre sabio sin duda alguna, nos da una de las claves para poder usar nuestra vida de un modo útil. “El mundo de las ideas incide en el mundo físico; haz el bien y harás lo correcto.” ¡Qué bien conocía el efecto de las ideas!... nos dio las claves para poder hacer mejor las cosas, no es que en todo estuviera acertado, las consecuencias de su pensamiento lo llevaron a mal fin, pero eso no significa, que en todo estuviera equivocado.
A nosotros nos puede suceder lo mismo, yo sin ir más lejos a menudo doy sugerencias -que no consejos- a aquellos a los que amo, puede que estén o no de acuerdo conmigo, pero no me restrinjo de hacerlo, es mi modo de pensar y por eso, cuando de esas sugerencias se siembran fracasos, me siento responsable, trato de ser una persona empática, procuro intervenir en aquello que resultaría útil, desde el punto de vista de la edificación del complejo entramado de la convivencia. No hacerlo, significaría que soy un pasatiempos de la felicidad que yo también necesito de ellos, que puede resultar en consecuencias fatales? lo acepto como parte del juego de la vida.
Que me disculpe aquel que vea en este adjetivo algo grotesco y mal enfocado por mi parte, seguramente tendrá razón, la vida no es ningún juego, pero si lo veo así, ha sido a base de observar como tratan muchas personas la vida, estos mismos, tratan de la misma manera la muerte. Marco Aurelio –emperador romano- dijo refiriéndose a la vida : “La vida de un hombre es lo que sus pensamientos hacen de ella.” Si, la vida es una opinión solamente, mientras que el mundo se transforma, este pensamiento forma parte de palabras del mismo emperador.
He aprendido en la vida, grandes lecciones de personas que otros han considerado desechos humanos, uno de ellos, se llamaba Hernando, siempre lo conocí borracho, hasta cuando se murió iba hasta arriba de clarete, amigo inseparable de los coletazos que fue dando por el mundo. ¡Cuántas veces sonreía este hombre desdentado a todo aquel que pasaba por su lado! Desprendía un algo indefinible que lejos de hacerse repugnante, para mí era atractivo, no sabía que era, pero así lo sentía. Un sábado por el mediodía, mientras estaba tomando un vermut con los amigos, giré la cabeza y lo vi sentado en una esquina del bar, alguien lo había invitado a tomarse un tinto, me disculpé con los amigos y me dirigí con mi vaso a su mesa. “Que tal Hernando como va usted?” me miró con cara de extrañeza y me dijo “Es curioso, todo el mundo conoce mi nombre y yo sin embargo, no conozco ni el nombre del que me ha invitado a ese chato de vino.” “Pues ya ve, eso querrá decir que usted es una persona popular, eso no es malo.” “Claro que no, al contrario, que me llamen por mi nombre me parece muy bien, me hace sentir como dios. Bueno más que dios, porque como yo no creo en él…”
Charlamos un buen rato, hasta que mis amigos se despidieron, diciendo que me dejaban en buena compañía. No fue la única conversación que tuvimos, en otros lugares del barrio, nos encontrábamos accidentalmente, y si tenía algo de tiempo se lo dedicaba a él. ¡Me enseñó tantas cosas! Pronto supe quién había sido, que lo llevó a vivir en la calle, quién era su familia, y por qué nunca se fue a vivir a otro lugar. Cada día, estaba en la puerta del colegio al que asistían sus nietos, esto hacía que fuera bien arreglado, dadas las circunstancias en las que vivía. Me hizo saber que cada día asistía a un albergue que ayudaba a los desvalidos donde se podía afeitar, ducharse y cambiarse de ropa. Había encontrado una de las mejores herramientas para vivir decentemente, la dignidad.
No se puede hablar de felicidad en ningún sentido, cuando uno cree que es feliz, es que ha perdido el auténtico valor de las cosas hermosas. La felicidad no es más que una sensación, una sensación que tiene muchos altibajos, una sensación, que estimula nuestros sentidos y hace que las cosas que nos rodean sean atractivas. Es una herramienta que tenemos a nuestro alcance para poder disfrutar de sensaciones agradables, nada más que eso. No es un fin, es más bien un medio para tratar de vivir de un modo agradable, conformes con nosotros mismos, autentificando el valor que les damos a los demás.
Reflexiones sin concesión.
Es bueno que al terminar un día, repasemos que cosas hemos hecho bien, y cuales hubiéramos podido hacer mejor, si dejamos de hacer esto, es que los demás, son como puntos suspensivos que no dicen nada. Puede que sí, que gramaticalmente tengan algún valor, pero para el caso que nos ocupa, los puntos suspensivos son personas anónimas, con nombre eso sí, pero anónimas para curar, a las que acudir, con las que conversar de forma relajada, sin irritaciones, sin animosidad alguna.
No tenemos valores que consuelen, si hay alrededor nuestro personas así, desechémoslas, no digo tratarlas como si fueran basura, son personas y tienen sus derechos de pensar y vivir como quieran, pero si no son coincidentes con nuestros convencimientos y si no van a enseñarnos más que a dudar de nosotros mismos, hay que lamentablemente dejarlos de lado, de otro modo, confundirían el curso de nuestra propia vida.
Pensar es diferente a reflexionar, la reflexión, nos obliga a hacer un examen profundo de cualquier situación, porque de cualquier situación propia o ajena podemos aprender, debemos aprender. No es fácil, eso es cierto, pero es indudable que la riqueza de nuestras vidas, está basada en este principio básico, elemental. No hay concesiones para aquellos que creen, que hacer lo contrario es enriquecedor o práctico, que no se engañen, no es así, las cosas que hacemos y decimos deciden nuestras vidas.
Somos seres que muy a menudo funcionamos impulsados por la razón, “a, ves, eso que dices es razonable…”, pero ¿es lógico?, porque si no lo es, tampoco es razonable. Este factor es decisivo. No es ningún pretexto argumentar que es necesario conocer filosofía, no es verdad, de por sí, y de modo sencillo, podemos llegar a conclusiones lógicas, a través de los predicados que se nos anuncian. Una piedra o trozo de roca es inanimada, mientras que Paco o Manuel son seres que actúan y deciden, la lógica nos dice pues, que es más práctico prestar atención a las cosas animadas que a las inanimadas, en consecuencia, con respecto a las personas podemos sacar conclusiones mesuradas, simplemente porque son seres vivos y probablemente actúan como nosotros.
No se me ocurre nada más, quizás, porque decir algo más sobre el tema serían divagaciones.
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