domingo, 8 de enero de 2012

EL PARCHÍS DE CUATRO FICHAS

                           EL PARCHÍS DE CUATRO FICHAS.


Dieciséis posibilidades de ganar, las mismas que de perder. Un poco de audacia y también fortuna a la hora de tirar los dados que  con diferentes números del uno al seis te dan la posibilidad de avanzar en el tablero, de pasar adelante sin que se coman tú ficha y encima se cuente veinte. El plan por medio de dos fichas del mismo color de establecer una barrera insalvable hasta que llegues ahí para ser retenido sin posibilidad de avanzar hasta que no salga un seis, entonces tiene que abrir por fuerza el contrincante para seguir el juego.
Así es la vida, justamente un ir y venir de fichas de color con seguros ocasionales para evitar ser castigado por el que viene detrás  que continuamente espera entrar antes que tú en el pasillo que lo lleva a su bastión, al éxito de la misión que no es otra que hacer entrar las cuatro piezas que le han tocado en suerte en la parte que le asegura la partida ganada.
Cuando los indios lo inventaron allá por el siglo dieciséis de nuestra era, el parchís llegó a ser un juego muy popular que con los años importaron los ingleses en el 1896 a Inglaterra y de allí paso con el tiempo a ser juego de moda en medio mundo, medio mundo moviendo cubiletes donde lo dados de cada cual llenaban con su peculiar ruido los salones de los Liceos y centro de recreo de toda clase de gente. Al comienzo, el parchís, se componía de lujosos tableros de diferentes medidas y compuestos de diferentes materiales para  -con los años-  transformarse en uno de los juegos de mesa más comunes, y en consecuencia fabricado de los más variopintos materiales, desde tela coloreada hasta plásticos y cartón.
Luis y Borja que vivían en un piso del ensanche de Barcelona  -calle Rocafort  esquina Gran Vía-  jugaban a menudo entre ellos y cuando venían amigos a casa, hacían verdaderos torneos que ha menudo duraban días hasta que uno de los dos ganaba determinado número de partidas. Casi siempre ganaba Luis, era más ocioso porque vivía del dinero que sus padres le enviaban de Asturias, una familia acomodada que hizo dinero en la minería y lo invertía en bienes inmuebles, casi cada día cuando Borja llegaba de la universidad encontraba a Luis hablando con amigos o parientes y reclinado en el sofá descalzo se pasaba una hora como mínimo riendo y a veces tronchándose de risa, seguramente era de las cosas que oía al otro lado de la línea.
-No me digas, y él que te contestó… pues vaya con el zorrón ese. Ya te lo dije yo, no te fíes ni un pelo de este que en cuanto pueda te la pega pero mira que eres tonto y tú ¿todavía lo aguantas? Si fuera yo ya le había hecho los huevos calderilla de una patada, se trata de tú vida guapa haz lo que quieras pero por lo menos déjale las cosas claras y dale un ultimátum coño.
-¿Con quién hablas Borja?
Tapando el auricular  -¿Te puedes esperar un momento? Enseguida acabo.
Luis terminó de hablar diciendo al interlocutor que lo llamaría mañana y si lo estimaba necesario que iría a verlo a su casa de la Barceloneta. Colgó el auricular y fue a besar a Borja que parecía estar deseoso de que lo atendiera.
-Hay mi cariño, que mala cara trae hoy. Cuéntame que es lo que te ha pasado para volver a casa con esa máscara de susto, cuando te veo así me pongo enfermo yo porque casi siempre está injustificada esta carita de pena. Hijo parece que salgas del desolladero y vayas con la mitad de la piel colgando.
-Ya está, tú como siempre, sacando conclusiones de todo sin haber oído nada. Si paras el carro un poco y dejas de ser el centro de la conversación te lo cuento y si no, pues nos vamos todos a tomar por el culo y punto.
-¿Qué me dices? Venga tú primero  -riendo se puso de espaldas a Borja y este le dio un manotazo en el trasero de modo que lo desestabilizó-  oye bestia que me haces caer al suelo animal, así que hoy vas en plan tortura, pues vamos a torturarnos.
-Déjame joder que no estoy de humor… me parto los cuernos para sacar buenas notas y hacer un trabajo digno y ¿Qué saco? Que me suspendan y que tenga que volver a empezar, puta vida ésta…
-Pues no te tienes que partirte los cuernos sencillamente porque no llevas cuernos, por lo menos yo no te los pongo que lo sepas maricón.
-Me cago… -cogió un cojín del sofá y se lo tiró a la cabeza a Luis, esta vez le pilló de pleno y fue a parar contra el estante de caña que tenían en un rincón con una pequeña virgen en una urna de cristal con pequeñas flores artificiales adornándola, y una chincheta prendida que era de cera perfumada.
-Cabrón más que cabrón, me has hecho daño puto maricón y mira, has roto el estante y la virgen del Rocío se ha roto ¿se puede saber qué te pasa?   -Luis se puso a llorar porque sabía el efecto que esto le causaba a Borja y cuando vio que este no se inmutaba todavía se puso a llorar más fuerte, de forma acongojada-  no tienes sentimientos, tú no quieres a nadie salvo a ti mismo…
-¡¡Calla, ya es suficiente, para ya, que pareces un perro al que le han pisado una pata!! Date una ducha de agua fría que es lo que te hace falta ahora, me cago en la puta.
Luis salió con un 5 de su casilla la primera ficha estaba en juego, pero no se había percatado que Borja ya venía lanzado desde detrás y cuando se quiso dar cuenta se lo comió con tres  tiradas, dos seises y un 4, ahora se contaba veinte.
En otro lugar de la gran Barcelona   -en este caso la partida se llevaba a cabo en Sants al límite con Hospitalet-   Encarna abrazaba a Clara prestándose al amor lésbico en el que competían cada una a su manera, Clara más fogosa y sin ninguna frontera en el modo de ver el sexo entre dos mujeres reclamaba el espacio que sin duda le correspondía.
Las dos habían sacado un cinco en las primeras tiradas, solo Clara tuvo la suerte a su favor en la tercera tirada y volvió a sacar otro cinco, otra ficha fuera de casa, jugaban tan rápido que Encarna ni se apercibió de esa ficha…
-Encarna cari, ¿no puedes recoger la ropa sucia del baño y ponerla en el cesto aunque sea por una sola vez? Joder nena, cuando sales del baño parece que hayan pasado los Unos, no quiero hacer comparaciones pero ¡fíjate un día cuando yo termino de ducharme y secarme el pelo! Es que eres un poco cansina con este tema, yo no soy tú chacha ¿vale?.
-Pues no lo recojas chica, mejor dicho, doña perfecta.
-Tampoco hace falta que salgas con ironías que no te lo digo para que me contestes así, con solo recoger las cosas cada cual tendremos la casa en mejores condiciones ¿no te parece? Sabes que me hieren estas respuestas y tú venga…
-No te enfades princesa mía que sabes que te quiero con locura… tonta, ¿Qué haría yo sin ti?.
-No sé, ¿tenerte que recoger tú la ropa? Eso o tener la casa patas arriba hasta que llegara alguien y pensara que aquí vive alguien con el síndrome de Diógenes.
-Mira guapa vete a hacer puñetas, joder… la lata que está dando la tía con la ropa, cuando no con la cocina, y si no es la cocina es porque no plancho la ropa. ¿Por qué no te tomas unas vacaciones guapa?.
Ahora, en ese momento de la partida, Clara decidió que si sacaba un cuatro iría con su ficha al seguro donde ya había otra suya y pondría una barrera para bloquear las tiradas de Encarna, una estrategia del juego que permite avanzar con tus fichas hasta que te salga en el dado un seis.
-Mira, esto te lo estoy diciendo por tú bien, no te pongas a la defensiva cuando te digo estas cosas, vivimos juntas y esto hace que tengamos que distribuir las labores del mejor modo posible. Las dos trabajamos y dependemos la una de la otra para vivir de una forma digna.
-Mi trabajo es mucho más duro que el tuyo Encarna, y tengo que tragar carros y carretas con tal de conservar el puesto. Pero claro, como Encarnita es encargada de sección en Mango… se debe creer que todo el mundo va con uniformes a la última moda y a golpe de látigo con todo dios.
-Corazón que cruel eres, nuestros trabajos son iguales, exactamente iguales y si no lo ves así es que estás tonta. ¿Qué más da que tú estés en una fábrica de componentes eléctricos y yo en Mango? Trabajamos las dos, estamos juntas como pareja porque nos queremos y tenemos claro nuestro objetivo ¿no es eso?.
Clara había hecho llegar varios curriculum vitae a Mango por medio de Encarna y no tenía respuesta, así se pasó un año seguido contando desde la campaña que comenzaba en  enero con las rebajas hasta el final del verano siguiente antes de que comenzaran los colegios. Un día de los muchos que Clara le preguntó a su mujer si había insistido en el asunto con la jefa de personal de la tienda Encarna le contestó que había hablado con ella pero que no le había dicho nada en concreto solo…
-No te preocupes Encarna lo tengo presente, se que si me recomiendas a esta chica será responsable y buena vendedora, aunque de eso también nos ocupamos aquí, de formarlas.
Siempre volvía a casa con la misma respuesta hasta que un día aciago en la fábrica Encarna volvió a casa muy rebotada y se metió entre pecho y espalda un par de cubatas bien cargados, ese día fue memorable, Encarna tuvo que hacer dos horas más en Mango por motivo de inventario y Clara la esperaba con las uñas fuera.
-¿Qué, de pendoneo no? vaya horas de llegar a casa, y a lo mejor esperas que te haga la cena y todo. Pues mira yo ya he cenado,  (levantando el vaso de tubo) de manera que si quieres cenar te buscas la vida guapa, o que venga a hacértela la encargada a la que le has estado comiéndole el chocho.
-Pero…¿Qué estás diciendo loca? Te he dicho esta mañana que a partir de hoy hacíamos inventario y que durante unos días tardaría algo más en llegar a casa, ¿a qué viene eso? Cari yo no quiero estar peleándome después de un día como el que he tenido.
-A… claro ella no quiere problemas (hacía aspavientos con los brazos derramando la bebida sin darse ni cuenta) solo los causa y a los demás que nos joda un pez espada. Eres mala, rematadamente mala, no tienes ninguna consideración hacia mí y encima quieres hacer que sea yo la mala, ¿sabes que te digo? que así yo no sigo adelante, total para que me trates siempre como lo último que hay en tú vida… para eso me hecho un novio como tenía antes que por lo menos a él no tenía que dar ninguna explicación y hacía lo que me venía en gana.
Ahora la partida estaba abierta, las fichas se movían arriba y abajo, una sacaba tres seis seguidos y tenía que volver a empezar mientras que la otra avanzaba hasta el punto de entrar casi en la zona de los últimos diez puntos, pero la otra tenía una ficha desplazada hasta allí esperando a que pasara, dos seguros antes de esta zona y con varias oportunidades de hacer diana, entonces cuando pasaba por delante Clara nerviosa meneaba el cubilete mordiéndose el labio inferior y pasando al ataque esperando que le saliera un dos o tres o un cuatro antes de que Encara llegara al seguro.
-¿Qué te ha pasado hoy en la fábrica cariño que vienes así?
-Como si te importara… va déjalo ya, ahora quieres congraciarte conmigo ¿no es eso? Pues no te lo voy a decir hasta que tú no me digas la verdad de porqué llegas a esta hora sin motivo ninguno.
-Clara, sí que me  importa lo que te pasa porque me importas tú, no puedo ayudarte si no me dices como estás y porqué. Somos una familia, es cierto que una familia pequeña pero una familia y eso es lo que cuenta, tenemos la responsabilidad de cuidar la una de la otra. No recuerdo donde leí una vez una frase de Immanuel Kant, este filósofo dijo en una ocasión… “Dormía y soñaba que la vida era bella; desperté y advertí que la vida era deber.”
-Vaya una gilipollez. Tú sabes que a mí no me gusta leer, de manera que no se ahora por qué me dices cosas de filosofía y historias de esas.
-No te digo que leas solo te comento una frase de Kant que lejos de ser una gilipollez es un motivo para pensar. Pensar en cómo separar los derechos de los deberes, por lo menos en este sentido me lo trato de aplicar a mí misma.
-Y has pensado en que el mayor deber que tienes ahora soy yo? Por lo menos eso me dices continuamente, si fuera así… primero: tendría trabajo contigo en Mango, segundo: no tendríamos esta conversación porque las dos llegaríamos a casa juntas, cenaríamos juntas, nos ducharíamos juntas y nos amaríamos juntas.
-O sea que estoy perdiendo el tiempo no? tú en tus trece, has metido el cuerno en la valla y de ahí no te lo quita nadie hasta que tú quieras.
-Tú sabrás si llevo cuernos o no chica, sabes que te digo que me voy a la cama, estoy algo borracha y mañana tengo que madrugar. Que descanses Encarna.
Encarna hizo una negación con la cabeza luego se fue a la cocina abrió el frigorífico y miró en el interior, no encontró nada de su gusto y cerró la puerta. Se dirigió al armario donde guardaban algunas cosas como pan de molde y algunas latas de conserva y se le ocurrió coger una de atún con abre fácil, encima del microondas tenían algo de pan que abrió por la mitad y repartió el atún. De pié y de espaldas a los armarios de cocina se comió de cuatro bocados el bocadillo con las piernas cruzadas con la mirada perdida en algún lugar de la cocina, terminada la pitanza volvió a abrir la nevera y cogió una coca cola de litro y medio y dio un trago largo. La siguiente operación fue la ducha que ella prefería de agua muy caliente, el cabello cogido con un elástico se lo sujetó arriba de de la cabeza, siempre se lo lavaba por la mañana. Fue a la habitación desnuda con la toalla envuelta al pecho y al llegar a abrir la puerta se dio cuenta que estaba atrancada. Como en alguna ocasión que habían venido visitas, Clara puso la vieja silla con asiento de eskay contra la empuñadura, era como si le dijera a Encarna “aquí no entres que sobras”.
-¿Quieres abrir la puerta cariño? ¿Qué me estás oyendo? Venga no seas niña, abre de una vez. Mira que es cabezona esta muchacha…
Nada, ningún ruido, pegó la oreja a la puerta con la esperanza de que se enterneciera de saber que estaba afuera en pelota picada, solo envuelta con la toalla de baño. Al final cansada de ver que no iba a sacar nada en claro por lo menos esa noche miró a su alrededor y encogiéndose de hombros abrió el sofá cama clic clac. No tenía ropa para equipar la cama y dormir bien de manera que fue al baño, sacó un par de toallas sábana las dispuso encima del sofá y buscó en el ropero de la entrada algunas prendas que le sirvieran de abrigo, se calzó los calcetines que había llevado con las botas ese día y se tapó el cuerpo como pudo después de poner el despertador con el móvil, cada mañana le despertaba un politono con una canción de Julieta Venegas “Eres para mí”, y trató de dormirse.
En el ensanche de la capital, Borja se había levantado del sofá y estaba de pié al lado de Luis, estaba realmente afectado, con la llantera que le había dado y sujetándole la cabeza Borja, se le caía algo de baba por la comisura de la boca, Borja lo sujetaba contra su pecho pero todavía estaba algo enfadado por la actitud de Luis. Este tenía el convencimiento de que obraba bien y que la vida tenía que vivirse como él la veía, sin contrapuntos ni medidas que afectaran a otros a su alrededor. Borja le había hecho muchas reflexiones al respecto antes de ese enfrentamiento pero… la, la, la, por un oído me entra y por el otro me sale, era la despreocupación personificada probablemente esa era la razón del porque estaba en Barcelona y no en Asturias viviendo con su familia. Sus padres preferían tenerlo lejos, además de por su condición de homosexual porque no le importaba proclamarlo a los cuatro vientos y encima culpar a sus padres de, que de pequeño lo dejaban jugar con muñecas en lugar de balones de futbol, como si eso fuera una vacuna contra esta “mala enfermedad” como la llamaban ellos.
-Venga mi amor no te pongas así, lo siento, la verdad es que lo he hecho sin darme ni cuenta a sido un arrebato, ya sé que me quieres y yo por mi parte se que no encontraré a nadie como tú, no creas que te lo digo para regalarte los oídos, bueno no sé porqué digo esto si tú ya lo sabes.
Cada uno tenía una ficha en el mismo seguro, de momento el encarnizamiento del juego no se había desatado, pero en algún momento tenían que salir de allí aunque ahora tenían otras fichas que jugar y el desarrollo de la partida era de igual a igual. Los dos tenían una ficha en el punto de partida o como se dice en términos del parchís, “en casa”, hacían falta cincos para ponerlas a jugar.
-Vale pero no me lo vuelvas a hacer más una cosa así porque si no, creo que no te podré volver a perdonar fíjate. Es que ha sido muy fuerte chico, no te puedes ni imaginar lo que siento ahora mismo.
-Pues dímelo, dime lo que sientes, para algo estamos juntos viviendo bajo el mismo techo…
-Sí pero porque lo pago yo que si no… ves a saber donde estarías ahora. Tienes que ser más agradecido y comprenderme mejor, yo tengo mi carácter soy así que quieres, o me tomas o me dejas pero decídete ya hostias.
-No entiendo qué me quieres decir con eso, explícamelo que me he perdido un poco, ¿quieres decir que tengo que estar sujeto siempre a tus cambios de humor y a tus ironías? Pues no puede ser, creo que los dos tenemos que poner de nuestra parte para tirar del carro. Tú lo reduces todo al dinero, a que sin ti viviría debajo de un puente o algo por el estilo, o que no llevaría la ropa que llevo si no fuera por ti, estás equivocadísimo querido mío.
-A no, pues ya me dirás…
Luis había salido de la casilla de seguridad aun a riesgo de que se comiera su ficha Luis, ya se habían separado el uno del otro y cuando Borja quiso volver a abrazarlo este se zafó de él en un claro intento de discutir, o dicho de otro modo, de dejar atrás temores con el fin de llegar él antes que Borja a la meta.
-Pero bueno maricona, que te ha dado ahora… oye no tengo ganas de discutir más, tengo que estudiar un rato y bajarme unas cosas del ordenador.
-Ya está, como siempre el señorito que ves a saber tú cuando será ingeniero… me deja con la palabra en la boca y a tomar por el culo. Pues sabes que, vete a la mierda egoísta.
-Bueno… lo que tú quieras ya me voy, es precisamente lo que iba a hacer. Pero te advierto una cosa Luis, si sigues teniendo esta actitud en la vida te encontrarás más temprano que tarde con que no habrá mucha gente que te pueda soportar, te sugiero que cambies un poco y cedas a la razón.
Con este razonamiento Borja con un dos se comió la ficha que acababa de sacar Luis del seguro y al contarse los veinte se encontró con otra ficha de Luis a la que le faltaba bien poco para meterse en la recta final donde se cuentan diez. Esas palabras casi hacen enloquecer a Luis y se puso a gritarle a Borja mientras este se metía en el pequeño cuarto que servía a modo de todo uso, la tabla de planchar, una mesita de ordenador de IKEA y una sisí para colgar la ropa en caso de lluvia. La bicicleta de Borja estaba sujeta con un soporte a la pared pero no la cogía porque Borja se ocupo de rajarle las cubiertas con una navaja y machacarle el cambio de marchas con un martillo, aunque le había pedido perdón tiempo antes no le dio ni un euro para que la reparara. Esto hubiera significado que: se comprara él otra y lo acompañara de vez en cuando a Montjuich a hacer ejercicio, o: que se la jodiera del modo que lo hizo sabiendo que así era más que probable que lo tuviera en casa o salieran juntos de almuerzo o quién dice eso ir a bares de ambiente, cosa que le gustaba mucho a Luis y a Borja nada. En cuanto llegaban a uno de estos lugares Luis desaparecía, ahora bien, él tenía que estar allí como un clavo y sin hablar con nadie hasta que a él se le ocurría regresar.
-Estoy harto de que trates como si fuera subnormal, no hay derecho, estoy harto de ti ¿me oyes? harto. Hasta el gorro maricona, lo mejor que podrías hacer es cambiar de aires he irte a otro sitio.
Borja salió de su habitación un tanto escandalizado.
-¿Lo dices en serio? No creo, lo que te hace decir eso es el cabreo que llevas encima pero que tú mismo te has procurado. Seguro que si me vieras hacer las maletas te pondrías de brazos cruzados delante de la puerta de casa para no dejarme salir.
-¿A si? Pruébalo y verás.
Sin prisa pero sin pausa Borja entró en la habitación y comenzó a poner su ropa en una bolsa de viaje que aprovechó hasta el último rincón. Chaquetas y pantalones estaban en un saco plástico con cremallera y el calzado en una tupida bolsa de maya verde con un cordón en el extremo que cerró. Luego fue al lavabo y puso todas sus cosas en una bolsa de mano, al pasar por la habitación del ordenador lo cerró poniéndolo en su bolsa de colgar que se puso en bandolera junto con las baterías, el transformador y los auriculares. Todo lo hacía con tal calma que nuevamente Borja se atrevió a recriminarle
-¡Anda que no tenías ganas de perderme de vista…! Hijo puta. Ahora entiendo que lo tenías todo organizado, mira cuanto has tardado en recoger la mierda que tenías aquí.
Borja no contestó, sin que Luis se diera cuenta, o si se dio cuenta no lo manifestaba más que con esas palabras, perdió la partida, Borja tenía todas las piezas en la punta de la pirámide plana mientras que Luis todavía tenía dos fichas en casa.

Clara hizo todo el ruido que pudo cuando se levantó, pero a Encarna no le importó demasiado no durmió más de dos horas, el resto del tiempo se lo pasó reflexionando en una conversación que tuvo con su madre antes de marchar de casa: “Si es lo que sientes bien, haz tú vida, pero de siempre es sabido que las relaciones sexuales entre dos personas del mismo género carecen del fundamento antropológico, para lo que está diseñado el ser humano es para vivir en estado heterosexual y todo y así… fíjate los problemas que tengo con tú padre.” Pero con todo a Encarna le costaba a aceptar que la función de un ser humano en este mundo fuera solo la de traer prole a la tierra, ¿dónde estaba el libre albedrío? Era precisamente eso lo que ella quería tener, la capacidad de poder elegir sin que nadie se interpusiera a pesar de que tuviera que realizar para tal fin una búsqueda prolongada y hasta arriesgada, Encarna era una convencida de que sin riesgo no hay aventura.
-Chica, te has lucido esta noche gastándome esta putada. Como mínimo me hubieras podido avisar y podría haber sacado algo de ropa para vestir en condiciones el sofá y descansar ¿no?
-Si hombre… ¿entonces qué gracia habría tenido? Bueno chocho, me voy que hago tarde, ah y ves pensando en alguna solución para ti porque hoy aviso que dejo el apartamento dentro de quince días, chao.
Esta partida dejó sin definir quién había ganado pero por lo menos una cosa sí que tenía clara Encarna… que con Clara no jugaría ninguna otra partida. Sin tiempo siquiera para poder decir una sola palabra Encarna quedó recostada en el sofá sorprendida, era la primera vez en más de un año y medio que Clara se iba a trabajar sin darle un beso. Para cuando volvió Clara por la tarde la casa estaba desierta, desierta de todo lo que pertenecía a Encarna, se dio cuenta enseguida, faltaban cosas de ella que se hacían patentes con solo atravesar la puerta de entrada. El Buda metálico con guirnaldas de flores pequeñas que habitualmente cambiaba Encarna en cuanto se pasaban y que tenía su lugar encima de un taquillón de madera rústica que se ocupó en restaurar cuando tomó clases de restauración en una escuela próxima, un gran cuadro naif que presidía el salón comedor y que precisamente por ser un lugar pequeño se echaba más en falta, y además de todo eso cuando entró en la habitación que habían compartido durante casi cuatro años ver que realmente estaba vacía. Todos los collares que colgaban siempre de su lado de la cama en el pomo redondo habían desaparecido, el armario medio vacío pareció quejarse cuando Clara abrió la puerta.
Se dio cuenta sin que nadie se lo dijera que perdió como se dice en términos futbolísticos por goleada, y eso la dejo en un estado de desamparo completo en un instante. Se sentó en la cama y comenzó a encoger las piernas hasta abrazarse las pantorrillas y apoyar la cabeza sobre las rodillas, empezó a balancearse adelante y atrás hasta que rompió a llorar desesperadamente.
-Estúpida, burra de mierda, eso es lo que soy, me lo merezco por imbécil y ser una paranoica. Me hace falta, ¿porqué he tenido que meter la pata así? Siempre me pasa lo mismo, dios mío ayúdame porque ahora sí que no se voy a hacer sin ella.
Entonces se dio cuenta que había una nota sobre su mesita de noche, estaba doblada y al desplegarla calló una pulsera de piel y piedra de Mauritania que decía solamente “Gracias por todo, te quiere Encarna.” Este papel de escribir que Encarna usaba para escribirse con la familia y que tenía todo su olor lejos de guardarlo lo estrujó y tiró en el suelo exclamando
-Maldita perra y si me quieres ¿Por qué me dejas?.
Encarna con todos sus aperos se dirigió por Cruz Cubierta hasta plaza España y cruzando los semáforos de rigor delante de la Avda Técnica fue hasta Gran Vía, la cruzó por el primer semáforo y se fue andando hasta Entenza, en la esquina con Gran Vía vio una cafetería que invitaba a entra por el olor del café que salía de su glorieta de madera exterior, el camarero se acercó para darle un repaso a la mesa y volver a poner las cosas en orden, el pequeño librito plastificado que anunciaba las especialidades de la casa con sus precios y los platos fríos y calientes así como el surtido de pastas de desayuno los cafés y combinados. Se puso a su lado y pidió disculpas, sus cincuenta y algo y el modo en el que se desenvolvía dentro de aquel espacio denunciaban que aquellas paredes quizás lo hubieran visto crecer allí, caminaba de manera un poco torpemente por motivo de que una de sus piernas parecía más corta y lo suplía con uno de los zapatos con alzas para equilibrar su cuerpo, cosas de la poliomielitis que en un tiempo afectó a muchos niños y hasta a mayores dejando varias secuelas.
-Caramba hoy parece esto un bar de la Estación de Sants. Le advierto que de aquí no sale ningún tren señorita.
-¿Porqué lo dice señor? tampoco está tan lejos la estación central de Sants.
-Claro es cierto. Yo lo decía porque hoy parece que han coincidido dos viajeros, ¿ve usted aquella mesa? (señaló hacia donde estaba Borja sentado con el ordenador abierto) seguro que también va de viaje porque lleva consigo un buen equipaje.
De manera furtiva, casi adivinando de lo que estaban hablando, Borja miró por el rabillo del ojo y sonrió. Encarna se fijó en lo que estaba comiendo el chico y sin más le dijo al camarero que le sirviera lo mismo. La noche se cerraba sobre Barcelona y el fluir de los coches que venían por andanadas salidos del semáforo anterior se paraban en aquella esquina para al cabo de unos minutos volver a arrancar con el poder de sus caballos de fuerza mecánica. Autobuses y taxis así como motocicletas de más o menos cilindrada daban a  la avenida un aire feroz, casi apocalíptico a veces, pero eso era la selva, donde hasta los coches y otros vehículos pugnaban por sobrevivir, recordó entonces un par de películas que fue a ver con Clara donde una de las protagonistas que era Angelina Jolie hacía el papel de ladrona de coches junto a Nícolas Cage, ¡qué buena estaba la tía! y rió para sí misma. Cuando le trajeron las viandas Borja no pudo evitar pasar por su lado camino del servicio y decirle en voz baja
-¿Me puedes vigilar esto un momento por favor? Voy al servicio.
-Claro, ves tranquilo, pero con una condición…
-Que luego tú hagas lo propio con mis cosas. Una también tiene sus necesidades.
-Hecho simpática, intercambio de favores, eso mola.
Encarna estaba comenzando a comer leyendo a su vez El Pais, y repasando las páginas con ligereza cuando Borja volvió secándose las manos con toallitas perfumadas que sacó de su bolsillo del tejano vaquero, ella se fijó que era un pantalón DG fue algo que la impresionó un poco, esos vaqueros costaban una pasta gansa.
-Oye, ¿Cómo te llamas si puedo saberlo?
-Borja, para servirte en todo lo que haya menester.
Se había puesto la mano derecha en el pecho y se inclinó ceremoniosamente haciendo un gesto como de reverencia que a Encarna le divirtió mucho, algunos clientes que vieron de soslayo aquella improvisada ceremonia más propia de las antiguas cortes del Medievo los miraron con indiferencia. En una ciudad cosmopolita y tan grande como Barcelona uno podía ver cualquier cosa sin inmutarse lo más mínimo y aquello no era una excepción.
-Mi nombre es Encarna, y aunque lo parezca a diferencia de ti, yo no voy de viaje.
-Entonces… ¿vas de mudanza?.
-Más o menos, quiero decir que voy de mudanza pero no se adonde.
-Ahora me he perdido. ¿Me dices que te mudas pero que no sabes donde…?
-Justamente. Eso es, me han “desnonat” como se dice en catalán.
-¡No jodas…! Entonces estamos igual, con la diferencia que yo me “he desnonat”.
-Bueno eso es lo que quería decir, me he largado de donde vivía con mi compañera, guárdame el secreto, soy lesbiana y creo que ha llegado el momento en el que ya no nos aguantamos, de manera que la convivencia se hace poco menos que insoportable.
-No puede ser, no me lo puedo creer. Es poco menos que imposible, con lo grande que es Barcelona y tenemos que encontrarnos aquí bajo la misma circunstancia.
-¿Qué quieres decir Borja?
-Pues que yo también me he pirado por la misma razón. Te explico, vivía con un chico desde hace varios años y a mi entender se estaba volviendo un desquiciado. Guárdame un secreto yo soy gay y bueno… supongo que llega un momento en la vida de las personas en el que el colmo de la paciencia se satura. No quiero juzgar a Luis mi compañero, entre otras cosas porque no debo, Sartre dijo en una ocasión “Trata de amar al prójimo. Ya me dirás el resultado.”
-Esta es muy buena Borja me la apunto. Si supongo que debe ser eso, la verdad es que yo no he parado a pensar demasiado en esto, el punto de vista del amor es muy subjetivo y… bueno quiero decir que no sé muy bien hasta que punto pueden o no funcionar parejas del mismo sexo. Pero en teoría debería ser el mismo funcionamiento que hace que los heterosexuales se unan, se casen y se divorcien, vamos creo yo.
-Sí, cierto, pero siempre hay que mirar hacia adelante, las personas cambiamos en todos los aspectos y a menudo creemos tener una estabilidad dentro de nuestro sistema de vida y zas, pasa un poco como los surfistas, pillan una buena ola y la cabalgan con confianza pero un ligero cambio en la cresta de la ola y te vas a hacer hostias.
-Es verdad que vulnerables somos los humanos. ¿Sabes? yo tenía un novio, guapo que te cagas, me quería con locura y yo a él. Nos recorríamos Europa de viaje, pero esos viajes improvisados, sin rumbo, ¡joder como lo pasábamos de bien! Abel era una gran persona hacía honor al personaje de la Biblia hermano de Caín, tooodo lo que le pedía que estuviera en su mano me lo daba. A veces trabajaba más horas que un reloj en el negocio de su padre con el fin de comprarme algo que yo había visto al pasar por un escaparate, le decía que vestido más chulo y a los cuatro días me lo regalaba, no hacía falta que fuera mi cumpleaños o mi santo o cualquier otra fecha destacable, allí que venía y me lo daba. Pero… tenía que tenerlo encima mío cada día, en ocasiones me recogía del trabajo y me llevaba a Montjuich para darme amor. Y un día me dije a mí misma “esto no es amor tía, estás haciendo la panoli, fíjate si no en la vez que le dices que no como se pone, hecho una furia” hablé con él y me envió a tomar viento.
-Entonces vino tú amiga y te consoló y tú te sentiste muy bien porque al fin alguien que pensaba como tú quería resarcirte de todo lo que habías pasado, sin exigencias al principio se fue dando completamente hasta que…
-Joder Borja, ¿eres adivino?.
-No que va, podría no haber sido así, lo que pasa es que tenemos un abanico de posibilidades y entre una de las varillas que dan viento fresco está esta, nada más, a decir verdad es bastante típico. No creas que con eso quiero dar a entender que soy un sabio.
-Me pregunto qué voy a hacer ahora. Tengo un buen trabajo y ningún lugar adonde ir, es paradogico ¿no te parece?
-Ven conmigo. A las ocho tengo que estar en una dirección de la calle de la Cera que me han dado unos amigos que me han recogido esta noche pasada, ¿quieres acompañarme? Si quieres podemos compartir el piso, es un tercero de un edificio un poco antiguo pero que está reformado. Según les ha dicho el propietario tiene dos habitaciones y un cuarto pequeño para los apaños, a lo mejor te interesa no tener que pagar un alquiler tú sola.
-Y ¿todo esto?  (señalando el equipaje).
-Un amigo me ha dicho que esta familia son de absoluta confianza, lo podemos dejar aquí en la cafetería y pasar luego a recogerlo, en el caso de que hoy no podamos ocupar el piso que es muy probable, llamo a mis amigos y disponemos de una habitación en la zona olímpica con vistas al mar ¿mola no? eso sí tenemos que dormir juntos porque solo hay una cama, grande eso sí pero con baño y todo. Es un amigo de universidad que además su padre tiene un pequeño pub en el puerto donde yo trabajo por las noches, ¿hace?
-Vamos a ver el piso Borja, pero antes yo invito a café que todavía tenemos tiempo.
Pagadas las consumiciones por Borja y después de hablar con el señor Elías dueño del bar salieron a la calle, Encarna respiró aquella mierda de aire a pleno pulmón estirando los brazos como si estuviera en mitad de Collserola.
-Di que sí respira bien hondo que la vida son cuatro días.
Sacó un cigarrillo Camel del paquete y lo encendió, Borja se la quedó mirando como si viera a un marciano pero no dijo nada. Caminaron por el lateral de la Gran Vía y Borja le hizo una observación
-Encarna, estás buenísima tía, si no fuera porque tengo las raíces muy bien echadas en la otra costa no te escapabas, joder que culito, bueno culito y todo lo demás.
-Gracias hombre acepto el cumplido.
De pronto Borja se vio hablando con una lesbiana recién llegada de la nada como si fueran amigos de toda la vida, quizás lo hacía el hecho de compartir emociones y sentimientos iguales aunque diferentes. Bueno parece un contrasentido pero no lo puedo explicar de otro modo. Encarna conocía bien el territorio de hecho trabajaba en la ronda San Pedro que no distaba mucho de donde se tenían que encontrar con el arrendador. Eso la alegró porque si fuera el caso que alquilaban el piso podría ir y volver a casa dando un paseo, no así Borja que dependía de dos combinaciones diferentes para poder llegar a Bellaterra donde estudiaba. Finalmente llegaron a la cita con el señor Juan Delgado del que tenían las señas, a dos edificios más arriba de la calle donde alquilaba el piso. Llamaron al telefonillo y contestó casi de inmediato el señor Delgado quién les dijo que esperaran un segundo que ya bajaba, en cosa de tres minutos se abrió la puerta del edificio y salió primero una mujer que tenía todas las visas de ser una puta del barrio, efectivamente lo era por la forma en que se dirigió al señor Juan
-Bueno guapo el próximo día me avisas con medio día de anticipación que una también tiene sus planes, y no seas tan agarrado que ya sabes que a ti siempre te hago precio especial…
-Venga, lárgate ya que tengo trabajo ¿no ves que estos señores me están esperando coño?
-Hola señor Delgado, soy Borja amigo de Fontana el de la lampistería, y esta señorita es Encarna venimos a ver el piso que alquila.
-Vamos haya, está muy bien el piso, se ha cambiado toda la carpintería exterior y es mecánica, he, de doble acristalamiento a pesar de que aquí no llegan demasiado los ruidos de la Ronda ni los de la calle Pelayo, que ya sabes que esto es un hervidero de gente siempre.
Abrió la puerta de aluminio de la escalera e inmediatamente se encendió la luz sin más, parecía estar conectada a alguna célula automática, a su paso subieron hasta el tercero la escalera no era demasiado difícil, amplia y con buenos rellanos. Cuando entraron en el piso se apercibieron de que la distribución era más bien a lo largo pero presentaba una buena vista tanto por delante como por detrás, el suelo estaba cambiado por gres y asombrosamente los dormitorios conservaban el parquet original de tabla larga, una pasada, además eran grandes, bastante grandes, con una pequeña terraza delante y un balcón generoso detrás desde el que veía casi toda la plaza Cataluña Encarna pensó que no se podía dejar escapar.
-¿Cuánto cuesta el alquiler señor Delgado?
-Quinientos euros por mes y tres meses de anticipo además del mes de anticipo.
Borja silbo, no podemos pagar tanto dejémoslo pensó. Pero Encarna no pretendía rendirse sin pelear.
-Tenga en cuenta de parte de quién venimos hombre de dios, podemos pagarle dos meses más el anticipado y si nos hiciera el favor rebajárnoslo cincuenta euros al mes.
Encarna había hecho una buena tirada solamente echar el dado y sacó un seis, dos fichas fuera de casa, ahora le tocaba al señor Delgado quién tiró por dos veces seguidas sin éxito mientras ella ya avanzaba con sus dos fichas y volvió a sacar otro cinco, eso significaba otra ficha en carrera. Mientras Encarna le hacía esa proposición (honesta) se le había acercado y le sacaba unas miguitas que tenía prendidas en la fina chaqueta de hilo con botones, inmediatamente después le sacudía un poco de caspa que tenía alojada a los lados de los hombros.
-Venga va, pero no creáis que me sobra el dinero que está todo muy achuchado, llevo semanas sin poder comerme unas sardinas frescas, parece mentira, con lo baratas que iban hace nada de tiempo…
-Que nos va usted a contar a nosotros que lejos de la familia hemos venido a la capital para poder sobrevivir y ni le cuento las penas y fatigas que pasamos para comer dignamente…
-Eso sí, pasado un año revisaremos el IPC y lo que haya que subir se subirá, ¡no faltaría más que tuviera que ponerlo yo de mi bolsillo!
-¡Hombre…claro, esto ya lo damos por sentado! Mi novia y yo somos personas serias señor Delgado, con eso quiero decir que cuidaremos de su casa como si fuera nuestra, nada de taladros que no sean imprescindibles ni nada por el estilo.
-Pero quería preguntarle algo que es más propio de las mujeres. ¿Podemos cambiar algún color de pared no?
-Eso no me gusta ¿ves? Las mujeres cuando os ponéis a cambiar colores y cosas de sitio liais la de Cristo es dios. Pero bueno, si un día os marcháis lo quiero todo como estaba, el papel del comedor no lo toquéis que es vinilico y me costó un dinero.
-Entonces de acuerdo.
Encarna cerró el puño e invitó al señor Delgado que hiciera lo mismo entonces los chocaron y el señor Delgado rió dejando al descubierto un lado de la boca en la que faltaban dos molares. La única ficha que sacó de casa y ella se la comió sin que se diera cuenta, hay que ver como es el parchís. Encarna para sus adentros se dijo “Siii, toma ya.”
-Una última cosa señor Juan, ¿Cuándo nos podemos mudar porque el caso es que no tenemos adonde ir.
-Joder, ¿haber si ahora va a resultar que sois ocupas de esos que luego no hay dios que los eche fuera?
Borja le tenía que hacer esta pregunta obligada porque no le gustaba tener que importunar de nuevo a Jorge y Alvaro aunque le constaba que para ninguno de los dos sería comprometerlos en modo alguno. Sin embargo Encarna hizo gala de su oficio…
-Mire señor Juan ¿o prefiere que le llame Delgado?
-Juan está bien, lo prefiero. ¿Sabéis como se me conoce en el barrio? Como “El Joanet”. ¿Qué os parece?
-Para nosotros sería un lujo llamarlo así  (como si pusiera un letrero de neón en lo alto de una gran tienda, levantando la mano, Encarna dijo con solemnidad JOANET). Pues mire usted Joanet yo trabajo de encargada en la tienda de moda Mango que está en la Plaza Cataluña, allí le darán a usted referencias. Y mi novio Borja regenta un bar de copas en el Port Vell. Más referencias imposible.
-Además Joanet, que los amigos que me dieron su nombre y hablaron con usted son las mejores referencias que puede tener nuestras, usted sabe bien que ellos no le engañarían nunca.
Borja había entrado de lleno en la partida pero reforzando la línea de Encarna, no jugaba con sus propias fichas porque para jugar en equipo hacen falta cuatro de modo que prefirió estar con la cabeza al lado de la de Encarna por si se le escapaba alguna jugada clave.
-Caramba que persuasivos sois chicos, ahí van las llaves pero os advierto que como veis aquí no hay nada, no sé cómo os vais a arreglar para poder dormir sin ropa ni nada.
-Eso lo solucionamos en cosa de una hora no se preocupe, tenemos un centro comercial a un tiro de piedra de aquí, compraremos lo imprescindible y el resto de cosas poco a poco.
Después de que Borja dijera esto, Encarna le dio dos sonoros besos en la cara y otro en la punta de la nariz.
-Pero chica ¿Qué haces? Quita.
-Así me despedía de mi abuelo cada vez que salía a la calle.
El hombre sonrió y Borja pensó: “Con una chica así se puede ir al fin del mundo a pie. Tiene argumentos para todo y para todos, debe valer su peso en oro.”
-Encarna, si me ves por la calle no se te ocurra saludarme así ¿de acuerdo?.
-A… no sé si sabré hacerlo, lo siento. Es que es algo espontáneo, me sale así sin darme cuenta.
-Pues entonces cuando te vea por la calle me veré obligado a cambiar de acera… y que conste que será por culpa tuya no mía. ¡Será posible que tenga que ir escondiéndome en mi barrio por culpa tuya!
-Bueno venga ya no se lo aré máaas.
Partida ganada en un plis plas, Encarna decididamente se había hecho un nombre entre la élite del parchís.


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