¡ANÍMATE, VEN A MÍ CASA!
¡Qué buenos amigos que tengo…! Después de todo lo que ha pasado en estos últimos meses, tantas desdichas y problemas originados todos por ves a saber qué, que te dejan varado como un barco entre arrecifes, roto por dentro y por fuera, jodidamente jodido porque te quedas solo y sin futuro inmediato.
No, no creáis qué es de fácil digestión este plato. Se veía venir sin embargo que algo tenía que pasar, no lo podía creer pero pasó. Mi familia me ha dejado, no sé bien el porqué pero todos se han marchado, ¿adónde? os preguntareis, no lo sé y de momento así lo quiero dejar, hasta que pueda digerir este palo.
Menos mal que los amigos, los amigos de verdad, conscientes de lo que uno puede sentir en una situación parecida, se acercan a ti y con la mejor intención te protegen de las consecuencias que a veces van a mayores, como le pasó al Julián, que no pudo soportar después de veinte años de casado y con cuatro hijos criados, que la mujer va y lo deja por el ferretero del pueblo, un tío muy bien plantado y con pasta por un tubo, con hacienda, con negocio y ocho o diez vacas que daban leche a placer.
¿No va el hombre a la montaña y se despeña por la cantera de Almagro? Oye, y que no fue casi nadie al entierro porque se dice que asistir al entierro de un suicidado trae mal rollo a los que se invitan. Ni siquiera lo enterraron en el cementerio normal, lo pusieron aparte, junto a un loco que dicen que hubo en el pueblo y que era muy malo. ¿En qué quedamos, estaba loco o era malo? Las dos cosas son incompatibles, muchos hacen el mal porque el tiesto no les anda bien, y otros porque les gusta matar, violar y a veces luego morir.
Mi caso no es ni de lejos lo mismo, sencillamente ha pasado que algo he debido hacer mal, o dejado de hacer, que a veces son peores los pecados por omisión. Pero como reza el dicho “Quién tiene un amigo tiene un tesoro”, y a fe de dios que en estas ocasiones te hace falta un hombro sobre el que llorar, normalmente antes que a un amigo uno tiene a la familia pero ellos por mucho que lo deseen no son jueces imparciales en este asunto.
Si tienes a tus padres vivos como es mi caso, en cuanto se enteran de lo sucedido lo lamentan y se duelen como tú de lo sucedido, pero en cuanto se pasa ese primer instante de dolor ajeno, a la siguiente reunión contigo comienzan los reproches o hasta lleguen a decirte que… mejor, “esa chica no era para ti, tú vales más” como si fuera uno un trozo de ternera de primera clase y por esa misma razón “más cara”. A ellos se añaden los hermanos, cuñados, primos y demás familia, que dentro de la lógica razonable de que son de tú misma sangre empiezan a barrer para casa. Pero… ¿quién pasa el trago? ¿quien carga con las consecuencias de aprender a vivir solo como si fueras un bebé que justo empieza a caminar? Tú, y nadie más que tú.
Por eso siempre se agradece que alguien se ocupe de ti de forma desinteresada y te incorpore poco a poco a la vida que antes llevabas. Mi amigo Adolfo es justamente así, había pasado una semana del atropello moral que pasé, cuando al salir del taller -era un taller de galvanizados- me abordó y me dijo “Perico, ¿sabes que he pensado? Que te vengas a mí casa, por lo menos hoy, que la casa es grande y comes con nosotros, te distraes, conoces a toda mi familia y luego cenamos, pillamos una cogorza con vino de la ribera del Duero que tengo guardado, y a dormir la mona hasta que toque el despertador mañana a las cinco y media. Entonces trabajábamos en régimen de jornada intensiva, de seis a dos y a la calle, no me iba nada mal ese horario porque te deja muchas horas por la tarde para hacer cosas, pero ¡qué cosas digo! Hacer ¿Qué cosas?... Antes, -es decir cuando mi vida era normal- algún día que otro, después de comer y de dejar a los críos en el colegio, mi mujer y yo, nos montábamos algún espectáculo en plan sexi y claca… a petarla juntos. Hostias es que Candela es mucha Candela, no creáis que era yo el pesado que cuando ella estaba en la cresta de ola… ya sabéis… esos días del mes en los que todo te está bien me dejaba extenuado, como tiene que ser. Candela decía que era una buena gallega y que los gallegos vienen de los celtas que eran muy fogosos, no sé, yo no me paraba a pensar eso, solo sé que nos lo pasábamos pipa.
Ahora, eso sí… mis niños ¡como los echaba de menos! Pedro, mi hijo de cinco años siempre estaba… “papá ¿y porque las hormigas hacen esos caminos? O ¿porqué caen hojas de los árboles en invierno? Ya se sabe a esa edad todo eran porqués de las cosas. Ves, sin embargo mi Claudia era de otra pasta, con solo doce años se pasaba las horas mirándose al espejo cuando su madre le hacía un peinado o le compraba alguna prenda de ropa nueva, era presumida de la hostia, a su madre no salió porque Candela no se miraba tanto. Claro, hay que decir en su favor, que esta mujerona con cualquier cosa lucía, un día fuimos a la boda de unos amigos y valla la que formó. Y eso que yo la dije… “Candela este vestido es un poco extremado” pero nada, ella… “Oye, visto como me sale del higo, que no vamos a un entierro, es una boda, y Paula y Víctor se merecen que me ponga lo mejor” lo mejor… se puso un vestido como de gasa de color azul cielo que le transparentaban hasta las entrañas, las entrañas de abajo y las de arriba porque estaba equipada que te cagas. Y además con aquel tanga… hombre, ni que estuviéramos en las playas de Copacabana.
Joder, hasta el cura parecía que la estuviera casando a ella consigo misma porque no la dejó de mirar ni un instante, al principio pensé “eso es que no le parece bien que la gente venga a la iglesia así” pero que va, para mí que estaba mirando tanto, pensando en cómo sería beneficiarse a una hembra como ella. No sé, no sé, pero estas cosas siempre te hacen pensar porque por otra parte los curas tienen fama de pedófilos no de fornicadores de mujeres.
Llegamos a casa Adolfo, que casa más bonita… no, me equivoco, aquello no era una casa era un hogar, como el remanso de un rio después de bajar con mucha fuerza creando rápidos, -joder que poeta me estoy volviendo…- se respiraba calma y tranquilidad. Adolfo me presentó a su esposa, a los niños no porque se quedaban en el comedor. “¿Qué tal estás Pedro? No quiero hacerte preguntas acerca de cómo te encuentras porque no es el caso, pero quiero que sepas que si en alguna cosa podemos ayudarte nos tengas presentes. Por ejemplo con la ropa o hasta con la limpieza de la casa, no tienes más que decirlo y te echaremos un cable.” Adolfo me ofreció una copa “Bueno Perico, ¿Qué quieres tomar?” “Hombre no sé… así a voz de pronto… mira, si tienes para hacer un cubata de ron blanco….” “Di que sí, que cojones, a las penas puñaladas.” “Ya, pero tampoco es cuestión de andar siempre ciego, si todo se pudiera arreglar con dos copas andaríamos bien.” “Ya hombre, era una manera de hablar, nosotros como todas las parejas hemos pasado por crisis. Pero no te creas que cualquier crisis… que hace poco más de un año chico, no sé que es lo que nos pasaría por la cabeza que estábamos a la greña día sí y día también hasta que intercedió nuestra hija. “Pero ¿no veis que os comportáis como niños pequeños? Siempre igual, parecéis los peques del colegio que cuando se pelean le dice uno a otro… Ya no te junto, ahora me devuelves los cromos que te presté para cambiarlos…”
Pensé que si hubiera tenido hijos de la edad de los de ellos quizás uno hubiera puesto paz en lo nuestro, pero ahora creía que ya no había solución alguna. Candela es muy cabezota y cuando toma una decisión, como tú no te bajes del burro ella tampoco lo hace.
Después de hablar de mil cosas y hacer bajar la comida, porque Amalia hizo un guiso de rabo de toro con papas que ni te cuento, con educación repetí y la mujer estaba de contenta que no cabía en ella. Nos tomamos dos chupitos de orujo de hiervas que quitaba el sentido, Amalia dijo que se lo traía una amistad que vivía en una aldea que se llamaba Quiroganes y venía dos o tres veces por año a visitar a los hijos que vivían en el piso de arriba. La mujer era gallega y se llamaba Florinda y por lo que contó, parece que hacía muy poquito que estaban casados aunque llevaban de novios cinco años, bueno pues resulta que un día subió porque había un escándalo de órdago y es que estaban discutiendo por alguien de quién sentía celos el marido, Cosme, pues allí que subía Amalia con la mejor voluntad y mejores argumentos, a ayudar en lo que pudiera que no se desencadenara una tormenta.
Adolfo dijo entonces que su mujer era muy buena relaciones públicas y le gustaba que la gente viviera en paz y así dejar que los demás lo hicieran también. ¡Lástima que a veces los humanos nos encerremos tanto en nosotros mismos! Pensé esto porque a lo mejor si hubiéramos tenido una persona así cerca de nosotros estaríamos juntos Candela y yo. Hay que ver lo que se aprende de escuchar a los demás y ser así buen conversador, no sé, parece que cuando estás jodido del modo que lo estaba yo en este momento, eres más perceptivo a las cosas que suceden a tú alrededor, valoras más lo que has perdido y empiezas a preguntarte de quién fue la culpa tuya o suya. Pues no, la culpa y así mismo las consecuencias de hacer mal o no hacer algo, es de los dos por igual, de cualquier modo lo que era evidente era que Amalia se las apañaba muy bien a la hora de llegar a la gente y hasta pensé que hubiera sido muy buena empresaria, por lo menos para mis cortas luces -siempre he sido un currante- lo veía así.
Ese día se prestó Adolfo en ir a buscar a los niños al cole porque le parecería que Amalia estaba ayudando mejor que él en ese momento, nos dijo… “Ahora vuelvo, voy a por los críos, ¿quieres que te traiga alguna cosa ya que salgo?” “Si, trae una barra de pan por favor.” ¡Que educación! No recordaba que jamás Candela me hubiera pedido algo por favor en todos los años que estuvimos juntos, claro las comparaciones son odiosas pero joder así tendría que ser siempre, no por simple rutina, si no de corazón, como una obligación moral que uno tiene cuando ve sus necesidades cubiertas, sí, ya sé que es una tontería o pudiera parecerlo sin embargo a la fuerza estos detalles tienen que reforzar los vínculos en la familia y punto pelota.
Se nos fue el tiempo hablando de cosas relacionadas con el trabajo, la casa, y la familia que nos rodeaba cuando se holló abrir la puerta y un “hola mamá…” de una voz de niño resonó en el piso, al mismo tiempo que dejó caer una mochila que parecía ser una de esas que llevan los porteadores sherpas. Rediez con la mochila, espantosamente grande y evidentemente llena de libros del cole. “Este es Sebastián nuestro hijo, un tesoro, aplicado a más no poder en el colegio, la tutora nos llamó hace poco para decirnos que era todo un ejemplo para todos.” “Hola, ¿Qué tal chaval?”, le tendí la mano pero no estaba acostumbrado y saludó educadamente, “Muy bien y usted?”. Da gusto cuando ves a críos tan pequeños comportarse como personas mayores y además cuando ves que lo hacen de forma sincera. Calla, calla que ahora viene lo bueno, a renglón seguido entró en la salita una mujercita que no aparentaba más de catorce años que… ¡vaya tela! , con todos mis respetos por mis amigos esa niña parecía que viniera de hacer esquinas por favor. Llevaba una mini, vaquera con un cinturón de un palmo de ancho de charol, una blusa camisera con el cuello levantado y tres botones abiertos que obligaban a enseñar el sujetador casi en su totalidad, masticando chicle y pintada como una mona con los labios rojo pasión brillantes, zapatos de tacón de seis u ocho centímetros… por favor ¿Qué niña va al cole así? Pues Laura, que es así como se llamaba.
Amalia me miró seguramente porque vería mi cara de sorpresa y dijo “De todo tiene que haber en la viña del señor.” “¡¡Calla monja, que pareces una monja!!” No se soltó como un insulto ni nada parecido pero si con evidente desprecio hacia las normas impuestas. Bueno si alguien impuso normas estaba claro que ella no las siguió desde el principio, Honoré de Balzac dijo en una ocasión “Los que no tienen hijos ignoran muchos placeres, pero también se evitan muchos dolores.” Joder qué razón tenía este ilustre escritor y pensador. Finalmente y sin levantar la vista de las uñas cuando se sentó en el sofá saludó “Hola.” “Déjala que viene cabreada, me ha dicho que tú sabías que salía así de casa esta mañana cuando marchaba al cole y que no le has dicho nada.” “Embustera, cuando has salido de casa no ibas con esta ropa, que llevabas los pantalones que te compré la semana pasada, además, ¿de dónde has sacado la ropa interior que llevas? Porque yo no te compro ropa de color rojo.”
“Bueno yo lo entiendo, Claudia mi hija intenta hacer lo mismo con su madre, a veces la engaña un poco para poder ir demostrando que se hace mayor y para agradar a las compañeras del cole, y hasta si me apuras… para competir con ellas.” “Vaya, que listo eres. A mí no me hace falta que nadie me defienda que sé hacerlo yo solita ¿sabes?” Adolfo medió entonces “Oye no hables así a este amigo que además de ser una persona mayor es un invitado de esta casa y no tienes derecho a hablar así a nadie. Si quieres tratar de ese modo a alguien trata a esas amistades tuyas del instituto ¿me oyes?.” ¡Coño! me acordé de pronto de ese dicho popular que dice que escapé del fuego y caí en las brasas. Ahora en serio, es muy difícil criar hijos porque nunca sabes cómo te van a responder y cuando lo harán.
Pensé que iba a tener un poco de tranquilidad, creí de veras que ese día sería de asueto, de “calma chicha” como dicen los marineros cuando deja de soplar la brisa o el viento que mueve las velas del barco, pues parece que sería un día de estos normales en los que las familias discuten por un motivo u otro, en este caso en concreto por causa de los hijos, que de algún modo siempre están dispuestos a comprometer a los padres sin excepción alguna. Bien mirado, para eso están, para comprometerlos y a veces malmeter a los cónyuges unos contra los otros. Me veía retratado en situaciones en las que siendo todavía un crio cuando mi padre me negaba algo iba refugiarme en las faldas de mi madre o al revés cuando era ella la que prohibía. No siempre salía bien… pero se tenía que intentar, las madres siempre tienen un punto de vista diferente a los padres cuando se trata de hacer concesiones, te han llevado nueve meses en su vientre y además son ellas las que van de parto no el padre.
Pero hay algo que es común en todos los padres, “he tenido una niña preciosa” y unos cojones… quien la ha tenido es tú mujer, el padre solo ha puesto un espermatozoide que luchando entre millones ha llegado a alojarse en un óvulo de la madre. Una de mis nueras siempre dice que eso es cierto pero que “si no se hubiera movido la diana ya se hubiera visto”, ahora tengo un nieto precioso pero lleva toda la razón del mundo, otra cosa es el disfrute más o menos intenso de la situación pero por decidir… es la madre quién decide, al margen del poder de los cromosomas por establecer el sexo.
Pues nada que Laura se sentó delante mío y ahí la tienes enseñando todo el potorro, oye, que ella sabía lo que exponía ¿he?, pero que enseñándolo bien con una pierna cruzada sobre la otra pero abierta. No me podía imaginar a Claudia, mi hija haciendo algo así, pero ¡quién sabe! Ahora que no la podía controlar ni aconsejar se iba a despendolar de mala manera, ves tú a saber. No tenía que haber permitido que sucediera esto, me refiero a dejar que mi Candela se fuera de casa sin más, llevándose a los peques y sus cosas. Cando regresé del trabajo el día fatídico de la marcha de mi familia me quedé sin aliento, entré en la casa y nadie contestó, la recorrí entera sin hallar respuesta, fijaros si fui estúpido que miré hasta en el armario debajo del fregadero de la cocina después de haber mirado en todos los demás sitios que se me ocurrieron, ¿Cómo se esconderían ahí, estás tonto o qué?, desaparecieron.
Con el paso de los días, más bien al día siguiente… llamé a la familia de Galicia pero todos me dijeron que no estaba, ¡ves tú a saber que instrucciones les dejó o que les contó! Luego el móvil estaba apagado o fuera de cobertura a todas horas. ¿Qué había pasado? Muy sencillo, si no habíamos dedicado tiempo más que a querernos físicamente y procrear, y muy poco a comunicarnos y dedicarnos tiempo a caricias de las que no terminan en sexo si no en buena comunicación y conocimiento de nosotros mismos interiormente, ¿Qué cabía esperar si no éstas consecuencias? Estaba claro, pero por otra parte ¿Por qué tenía yo que pagar todas las consecuencias de este comportamiento defectuoso? Sencillamente no me parecía justo, deberíamos vernos para tratar de aclarar esta situación pero ¿Cómo? Si estaba ilocalizable, por otro lado ella sabía muy bien que no le quería ningún mal de modo que confiaba en que no la denunciara por abandono de hogar. Si acaso lo que había abandonado era una casa nada más que eso, y flaco favor me hizo, sabía que en esta casa iba a morirme sin todos ellos.
Sebastián se dirigió a mí y me dijo que si quería ver su habitación, acepté encantado y le seguí, una habitación amplia con un armario a su medida -un niño de diez años- una mesa con un ordenador portátil que dijo haberlo ganado en un concurso del colegio y más a la derecha una especie de armazón de madera que se adivinaba que era una cama en la parte superior, cuatro gruesas patas lo sostenían con una escalera lateral de acceso, y debajo tenía montado un tinglado que simulaba un habitáculo de montaña con un atrapa sueños y varios artículos de decoración indios. “Que chulo, Sebastián es muy original y parece muy cómodo todo.” “Sí lo es, mis padres lo compraron en Leroy Merlyn todo pero a mí gusto, no es demasiado caro pero a mí me gusta mucho porque me deja espacio para poder jugar con otras cosas que tengo en este baúl, abrió un halcón que estaba a rebosar de diferentes cosas, pero curiosamente salvo un balón de futbol parecían todo juguetes constructivos. Entonces al levantarme y darme la vuelta lo vi “Oh, mí sueño de toda la vida hecho realidad.” Sebastián dijo ante ese asombro… “¿Qué dice?.” “Que yo de jovencito soñaba con tener una colección de autos como la que tienes tú en este estante, son maravillosos.” “Mis padres cuando ven que me aplico en el estudio y saco buenas notas me acompañan a una tienda exclusiva del centro y me dan a escoger uno cada vez.” “Tienes unos padres… envidiables Sebastián.”
Creo que era la primera vez que envidiaba a un niño, quizás fuera porque en ese momento era como él y miraba las cosas desde su perspectiva. Además tenía posters tridimensionales que eran una delicia y una cajita de madera labrada del tamaño de una de puros habanos que no pude evitar preguntar qué era lo que contenía, sin más y como si se tratara de un secreto que enseñara solo a personas especiales. La bajo de una cajonera y la abrió con sumo cuidado… “Mire” Era un reloj de época de bolsillo, con una cadena, estaba todo él labrado y tenía tapa, “Ahora fíjese bien.” Abrí los ojos como platos, apretó un resorte junto a la corona de la cuerda y se abrió, al instante comenzó a sonar un vals y se me erizó el vello del cuerpo. “Este reloj era de mi abuelo y ya antes de morir dejó dicho que ese reloj era para mí junto con la caja, le doy cuerda cada día ¿sabe?, es lo mejor que tengo. Me acuerdo mucho de mi abuelo, verano e invierno llevaba chaleco para poder llevar en el bolsillo el reloj, ¡ah! Y tengo también el sombrero que siempre llevaba.” Trepó como un escalador al armario ayudándose del mástil de la cama y me enseñó aquella pequeña joya suya que guardaba cuidadosamente dentro de un paño para absorber la humedad y metido en una sombrerera de cartón cuero con su asa.
Aquella fue una gran experiencia, al salir de su habitación Sebastián me hizo un gesto con la mano como diciendo en silencio “Ven conmigo…” estábamos en el fondo del pasillo y se oía el rumor del agua de la ducha “Es mi hermana que cada día al llegar del colegio se ducha para vestirse y salir con los amigos.” “Ahhh” solté, como si fuera un colega de alguien que llevaba la delantera en una partida de caza. Entramos en la habitación de Laura, dios, aquello era esperpéntico, lleno de posters de cantantes sobre todo extranjeros, de hecho tenía las paredes forradas de ellos por todas partes, en el salón se oía la televisión a bastante volumen, quizás era porque como entraba mucho ruido de la calle no había más remedio que subir el volumen, aparte de la cama más bien grande lacada en blanco se veía ropa tirada aquí y allá incluso ropa interior, y sobre un tocador con un espejo tipo camerino lleno de lámparas alrededor colonias y objetos de cosmética casi apilados. Al lado y en un soporte metálico enfundado se podía ver un secador de pelo. “Oye Sebastián haber si sale tú hermana y nos monta un pollo si nos ve aquí…” “No sufras, lo menos tarda una hora en salir, no sé a qué viene tanto tiempo pero siempre es lo mismo. Ella también tiene secretos ¿sabes? mira.” Abrió un cajón del armario y bajo unas cajas que parecían de regalos sacó envuelto en un plástico, un consolador de motor de esos que son giratorios. ¡Coño! “Guarda eso anda, este aparato es para darse masajes en la cara, para sacarse la piel muerta.” “Sí hombre, haber si te crees que soy tonto. Anda que no la he visto veces espatarrada, metiéndoselo por la patata.”
¿Te puedes creer que era noviembre y me puse a sudar como un loco? No es que no hubiera calefacción pero hostias aquello fue fuerte, por lo menos para mí que no estaba acostumbrado a estas cosas más que viéndolas en alguna peli porno. Joder con la nena, pobres padres, estaban apañados, imagínate parar a una máquina de tren así, porque no hay que ser demasiado listo para adivinar que es lo que haría fuera de casa.
Bueno, bien pensado tampoco es demasiado grave porque consoladores de esta y cientos de otras clases más se venden como rosquillas alegando que son aparatos beneficiosos para la salud. Hoy día hacen reuniones de máquinas sexuales en las casas como si fueran reuniones de Avon. ¡Hay que ver lo ha cambiado todo! Estamos en un mundo globalizado en plena expansión y ya vale todo con tal de vender, no tienes más que ver las tiendas de los chinos están por todas partes, y que tiendas… tienen de todo lo imaginable y a buen precio, claro eso hace que progresen de esa manera, el único problema es que en estos establecimientos muy pocos hablan nuestra lengua sin embargo en los restaurantes chinos los entiendes muy bien.
¡Como echo de menos a mis hijos! Algo tendré que hacer digo yo, pero ¿Qué? Claro todo no se lo han llevado, han dejado cosas tanto Candela como los niños, hay ropa en casa y juguetes, las bicicletas por ejemplo no se las han llevado están en el balcón tapadas y Candela tiene libros que no abandonaría por nada del mundo, ¿Cuándo vendrán a por ello? Cuando esté en el curro claro, entonces ya me dirás tú como lo evito, si cambio la cerradura mal, si no la cambio peor, de modo que ahora la clave de todo el asunto va a ser la cerradura para lo bueno y para lo malo. ¡Qué jodido estoy! , me encuentro francamente mal, tengo hasta dolor de estómago, de tripas no es, no, es de estómago.
Cuando fuimos al teleférico de Montserrat le dije a Candela que no era buena idea, pues nada, que ella se empeñó en ir pesara a quien le pesara porque se lo había puesto como objetivo, es que… manda cojones, con lo mal que lo pasó Pedro, cogido a mi pierna se pasó toda la subida porque a su madre se le metió en la cabeza ir. No creas, que conforme íbamos subiendo se fue poniendo tensa y paso un miedo del copón porque antes de subir vimos un cartel que decía que en el plazo de una semana se cerraría porque necesitaba una revisión toda la instalación. Llegamos arriba y no veas… le temblaban las piernas una cosa mala, pero ella se había salido con la suya a costa del disgustazo que se llevaron los niños, eso para que veas lo cabezona que es. Claro, como nos invitaron unos amigos de ella a pasar un puente a una ciudad que tiene por nombre Granollers pues nos acercamos a ver la montaña sagrada catalana. ¡Qué calor qué pasamos…! Eso era horroroso, por la noche, este verano de hace ya tres años no podías estar en la cama. Dormimos en un sofá cama con el colchón de espuma y creí que me iba a despellejar la espalda, la voluntad fue muy buena y los anfitriones excelentes, pero era lo que había. Dormimos los dos tres noches al raso, en el balcón, en pelota picada, y la segunda noche como resultaba que eran pisos de protección oficial y los balcones estaban a tocar uno con otro, se despierta Candela y se moja la cara con una palangana que sacó de la cocina sentada en el suelo del balcón, oye, que me despierta con unos codazos de la hostia diciéndome… “¡Pedro, que hay un hombre que está mirándome!” me incorporé y un señor con un pitillo en la mano saludó “Buenas señores, ¿Qué calor he? Aquí en verano no se puede vivir, pero ya veo que se han buscado una solución de urgencia.”
“Deje de mirar oiga, ya está bien.” “Disculpe usted señora yo estoy en mi casa, en mi balcón y con su permiso cuando tengo calor salgo a tomar el fresco, si se puede decir que hace fresco claro.” Le di un codazo a Candela y le dije en voz baja “Calla mujer que el hombre lleva razón, déjalo estar ya, si acaso entra en la casa y ponte algo tía pero estás hay despatarrada…” Pues no entró oye, allí se quedó como estaba y con las manos puestas en la nuca sobre una toalla de baño que hacía las veces de almohada. El vecino se fumó un paquete entero de Ducados esta noche en el balcón.
De manera que conociendo como conozco a la que es mi mujer si algo o alguien no se interpone, lo llevo claro, porque es tozuda como una mula. ¿Qué coño tiene que haberle pasado por la cabeza para hacer una cosa semejante? No creas, hay ocasiones en las que a los seres humanos nos dan unos venazos que no hay quién nos entienda. Lo peor es que a menudo es solo un arranque de mala leche que se nos va a pasar rápido, pero el que está más cercano a nosotros lo interpreta como algo definitivo y es entonces cuando el problema no hay quién lo pare. Nos deshacemos en explicaciones para aclarar la situación pero ya la hemos cagado, llegamos demasiado tarde.
Frecuentemente de ahí arranca el problema, “pero si es que no me has dado tiempo a que te explique… -eso lo dice tanto él como ella- lo que quería explicarte es… “ni es ni nada gilipollas que eres un gilipollas, ahora me vas a venir con arrepentimientos… “no, no es eso, el caso es que si no estás un poco más en casa para que cuando llegue del trabajo por ejemplo, pueda arreglarme un poco y darme una ducha… salimos juntos con tus amigos o los míos o los de ambos, ¿tanto te cuesta entenderlo cariño?” “eso, ahora cariño, y a tus padres les dices luego que soy una despendolada y una buscona.” “¿quién yo?, a ti alguien te ha comido el coco y no sé quien es pero si lo descubro se va a enterar…”
Si, para muestra un botón. Y conste que si se piensa fríamente saraos de estos hemos tenido todos, más o menos importantes, lo que sucede es que en ocasiones cuando pasan cosas de este calibre ya hay cosas que subyacen y que esas discusiones pueden ser el detonante de catástrofes que no se puedan controlar.
En mi casa a menudo pasaban cosas así, y claro en un momento dado uno u otro o los dos o todos se cansan de la situación, so pena de que las cosas se hablen con tranquilidad y sin animosidad, al menor atisbo de esta, se vuelve a liar la madeja y se lía la de Cristo es dios. Son cosas incontrolables dirán muchos y llevan razón, todo el día en la calle buscando trabajo y vuelve a casa con el rabo entre las piernas. O a lo peor es que llevan toda una semana en la empresa manifestándose en la puerta porque quieren hacer reducción de plantilla o quieren llevarse a los supervivientes de la quema a trabajar a Pernambuco - es un decir-.
¿Cómo vuelves a casa? Pues como un misil a punto de explotar y al llegar tú hijo o hija te viene a tocar las pelotas con “dame veinte euros que me voy de botellón”, además te lo dice con convicción y sin paliativos que valgan, o sí o sí. La madre que está más con ellos y en consecuencia los conoce mejor te suelta “va hombre no seas rácano que a eso todavía llegamos.” Creedme, esto es lo que echa a perder las buenas costumbres en el hogar, esto y las malas compañías, que de vez en cuando se presentan con unos amigos que son para que le dé a uno un jamacuco. Luego con calma cuando estás solo, reflexionas y comienzas a ver claras muchas cosas, hay un dicho popular que reza así “En todas las casas cuecen habas y en la mía…” no hace falta que concluya porque la gran mayoría sabe el final, y el que no lo sepa y esté leyendo esto que se lo pregunte al vecino de enfrente de su casa que seguro que lo sabe.
Laura sale de su habitación, va vestida de petarda; que me disculpe alguien que se sienta identificada con la expresión pero para la mayoría de personas que la vieran de esta guisa pensarían igual que yo, sin duda alguna. “¿Qué, tengo que andar pidiendo como un carrilero algo de pasta para poder marchar?” “Pero… ¿tú que te has creído niña, cada día igual? Además ¿te has mirado al espejo?” era Amalia la que hacía estas preguntas “Y tú doña sabia, ¿te has mirado acaso? Pues por si no lo has hecho te diré que tienes cara de amargada, ni siquiera sabes si has sido joven alguna vez, ¿te enteras?” “Oye Laura, no te permito que hables así a tu madre ¿vale?” “¿a no…y que vas a hacer darme una paliza en el culito?” joder… esta expresión se la hizo levantándose la especie de falda de pliegues a cuadros y enseñándole a todos los presentes su hermoso pandero, apenas cubierto por un tanga que quedaba sujeto a la parte delantera por un hilo que atravesaba por mitad las nalgas.
A mí me sale una hija así y la troncho, vamos si la troncho. Aunque bien mirado a lo mejor mi Claudia ya se estaba volviendo igual y yo sin enterarme, no, que va, imposible, además es más joven que Laura todavía es como un arbolillo al que se le puede poner un tutor para que se mantenga erguido y bien derecho. Al final Adolfo se metió la mano en el bolsillo y le dio veinte euros “Venga marcha de aquí que aún te la vas a ganar gorrina, ¡mira que montar este espectáculo delante de invitados!” “Y… ¿Qué se supone que voy a hacer con esta fortuna.” Me eché la mano al bolsillo y le di otros veinte “No, no, de eso ni hablar, faltaría más. Esto Pedro es como premiarla por lo que ha dicho, y por lo que hace que ves tú a saber que es.” Esto lo dijo Amalia que estaba a punto de echarse a llorar. “Venga, venga no le deis más importancia de la que tiene, dejarlo correr aunque sea hoy.” Laura me arrebató el billete de la mano y mirando de soslayo me guiñó un ojo y contestó “Gracias, que todos los padres fueran como tú, ¡cuánta falta le hace a este mundo padres comprensivos!, si puedo hacer algo por ti… me lo haces saber… guapo.”
En la casa se olía la preparación de la cena, Amalia se sonó la nariz y Adolfo me invitó a una cerveza “¿en vaso Pedro?” “no gracias, de la lata mismo.” “Chico, no sé donde vamos a ir a parar en este mundo como las cosas sigan así, los jóvenes han perdido el respeto a todo el mundo, cuando fui a buscar el pan antes, al salir de una esquina he visto a tres jóvenes que andaban dándole patadas en el trasero a un hombre mayor que va con carruchas, ¿te puedes creer que se han acercado un matrimonio a ellos increpándolos y uno de los jóvenes se ha vuelto de pronto diciéndole ¿Qué pasa, quieres que te pateemos los cojones viejo de mierda?”
Yo pensando, espero que mis hijos no sean así porque… ufff, creo que no llegarían a la madurez. No, mis hijos no serán así, ya se les ve en la cara, los padres conocemos a nuestros hijos y a voz de pronto ya te puedes hacer una idea conforme crecen, que clase de personas van a ser, solo hace falta observarlos un poco y hacer un seguimiento de sus conductas en casa para ver cómo se desarrolla su carácter y así, su personalidad. Si fuera complicado nadie tendría hijos. Solo son duda, los niños que vienen a este mundo sin ser deseados, esas criaturas que son simples espermatozoides en los órganos de su padre futuro y que sin saber cómo ni porque, son fecundados en una mujer para que al cabo de unas cuantas semanas se encuentre una criaturita nadando en un líquido elemento nuevo para ella.
Eso sí que es jodido; fuera de este complejo milagro que terminará a las treinta i seis semanas si alguna mano siniestra no lo impide antes, se viven una serie de circunstancias ajenas a esa bañera interior en la que poco a poco se va desenvolviendo la nueva vida, una vida feliz en una burbuja flotante que va donde su madre la lleva, que ríe con su madre y quién sabe si llora con ella. Las madres no siempre están de buen ánimo durante el tiempo de embarazo… tienen vómitos y alteraciones del carácter inexplicables unas veces y otras justificados. “¿Cómo vamos a tener un hijo ahora en mitad de esta circunstancia, con todos los problemas que tenemos?” -Sean los que fueren estos-. “Mamá, estoy desesperada, Jacobo ahora dice que la criatura puede ser de cualquiera y que él no se hace cargo del niño… ¿Qué hago ahora?” ¡Coño haberlo pensado antes no…! “Vamos a ver hija, ¿es verdad que puede tener otros padres?” Notad que la expresión de la madre es en plural OTROS PADRES. “La verdad es que no lo sé, cuando salimos lo hacemos en grupo y somos diez o doce entre chicas y chicos, vamos a la disco…bebemos… nos tomamos unas pastillas y luego…” “Luego qué Marisol?” “Hay, mamá no te pongas en mi contra tú también…” Mientras, el padre de Marisol contempla impertérrito ese diálogo para besugos, porque sabe muy bien que esa criaturita irá a parar a su casa y serán los abuelos los que tengan que criarla si la salud les acompaña, que para eso empieza a rezar desde ese mismo instante. Reza porque con el paro extinguido y con solo la ayuda familiar que le corresponde, va a tener que hacer frente a problemas que todavía no se han hecho patentes del todo, el asunto acaba de comenzar… ya veremos donde termina, aquí no lo vamos a determinar porque no es el caso.
Si eso me pasara a mí, me pegaría un tiro. Pero ¿con que pistola tonto del culo si tú no tienes? Pues no sé tú, la robaría, calla, calla, que no estamos en los Estados Unidos que allí dentro de poco las van a vender en máquinas expendedoras como los móviles desechables. Si a ti te pasa algo así, pues te tiras al AVE y punto. Hostias es verdad, muerte segura y sin dolor, gracias conciencia tranquilizadora te debo una.
¡Joder…! ¿Qué estará haciendo ahora Candela y mis hijos? Si supieran lo que estoy sufriendo… Oye, es verdad el dicho ese de que uno aprecia más las cosas cuando las pierde, no sabemos valorar, somos unos miopes incorregibles porque salimos de una iglesia con la novia vestida de blanco ya creemos que “todo el campo es orégano”, estúpidos egoístas… ahora me doy cuenta que el cariño hay que cultivarlo hasta la muerte. Mover la tierra, poner vitaminas -pero no a base de polvos en la cama, que esto está bien, pero hay más- podar regularmente, y cuando empieza a dar frutos recogerlos con delicadeza para repartirlos entre todos, porque todos han colaborado en este arduo trabajo. Fácil no es, pero si quieres tener familia… esto es lo que hay.
Que los jóvenes no quieren oír tantas milongas ya lo sabemos, sin embargo está muy claro que el único modo de que atiendan a los consejos que se les dan, está también en una clave que a menudo los padres olvidamos, darles estímulos cuando hacen las cosas bien desde pequeñitos, premiarlos cuando han obedecido o hacen cosas bien hechas , lo sé porque en mi casa -bueno la casa de mis padres- cuando tenía no más de siete u ocho años, se cocinaba todavía sobre unos rústicos fogones que se alimentaban con carbón, tenían una tapa frontal de hierro forjado con bisagras, todo ello muy rústico, y calle debajo de donde vivía íbamos a buscar el carbón. Lo traíamos en bolsas de papel de estraza -el plástico no se prodigaba todavía-, pues mi madre o en su defecto mi abuela, después de encender el fuego con pequeñas virutas de madera colocar el carbón y aventarlo con el abanico de anea, nos felicitaban y recompensaban con alguno de los postres que excepcionalmente hacían, bien bizcochos o magdalenas y hasta un simple beso afectivo servía para animarnos a hacer en lo sucesivo lo que nos mandaran.
Sinceramente creo que los niños -no digo jóvenes sino niños- echan de menos esa cultura del agradecimiento por parte de los padres que forma, personas respetuosas y unidas dentro del ente familiar. Cierto que hay que tener un equilibrio magnífico, parecido al de un funámbulo que lucha con el cable a base de contrapesarse con la pesada barra que lo sostiene pegado a esa engañosa superficie. Todo eso me llevó a pensar que en mi caso quizás lo que sucediera fue que había olvidado esa regla de oro para con mis propios hijos y en consecuencia en ese instante ello me estuviera pasando factura, el cómo no podía adivinarlo, pero si el porqué. Y otra vez con las manos atadas sin poder dar con ellos. Les debía a todos juntos, incluido mi hijo pequeño Pedro razones de mi anterior comportamiento erróneo y la resolución de que de allí en adelante no se volverían a repetir capítulos de nuestra vida que llevaran a la infelicidad y el desasosiego mutuos.
¿Sabéis como llegué a esta conclusión? Gracias a mis amigos Adolfo y Amalia, si, al ver desde fuera -como invitado- la actuación de cada uno de sus miembros, sentado en el sofá de su casa era como un espectador de esa obra como de teatro en vivo que distaba mucho de ser un guión previamente escrito, que cada uno tuviera que aprender de memoria. Aquello era la vida al desnudo, mucho mejor que cualquier película premiada con osos de oro u Oscars de Hollywood, era cojonuda aquella representación, sin fallos ni repeticiones de escenas, eran escenas pedagógicas, instructivas, sabias, por su improvisación, cada cual entró en su escena en su debido momento y a su debido momento salió de ella.
¡Qué favor me estaban haciendo mis amigos! Hubo un momento en el que no hubiera deseado salir nunca de allí porque me complacía hasta tal punto que quería seguir sabiendo más y más para ver el final de aquel preciosísimo largometraje. Una obra de arte, así lo vi, creo que sería fruto de la circunstancia personal que estaba atravesando claro está, pero fuera por la razón que fuere se iban calcando en mi mente estas escenas, escenas por otro lado que me llevaron a reflexionar que quizás lo suyo sería que cada cual pasara a vivir un par de días o tres en casa de nuestros vecinos o amigos solo con el fin de poder aprender, esa es la expresión, APRENDER con mayúsculas de lo que sucede a nuestro alrededor para luego aplicar o desechar los comportamientos que nos parecieran propios o impropios. Si no fuera así perderíamos nuestra capacidad de decisión y perderíamos nuestro libre albedrío.
Capaces entonces de decidir, alimentaríamos nuestra conciencia y nos enriqueceríamos todos. El problema estriba en el hecho de que pocos somos los que estamos dispuestos a dejar que nadie entre en nuestra fortaleza, en nuestro castillo, no queremos que nadie sobrepase nuestras fronteras. Tenemos radares invisibles que vigilan nuestro espacio aéreo y a menudo cualquier discusión que surge en nuestro entorno familiar o social sea del timbre que sea, lo interpretamos como una vulneración a nuestra intimidad y disparamos sin el menor remordimiento aunque causemos daños colaterales. ¡Y porque no tenemos armas atómicas…! que si no andaríamos a golpe de cohetes de balcón en balcón hasta terminar con el enemigo.
Joder, que pena, con lo bonito que es verlo del otro modo. Ahora que me falta mi familia y todavía peor, que no sé cómo se encontrarán la inquietud va “in-crescendo”, mira, si estuviéramos juntos por la razón que fuera pero los viera de vez en cuando, que se yo, cuando salen del cole o saliendo de casa a comprar con su madre, mil cosas, las cosas serían diferentes ¿o, no? ¡quién sabe! Hostias estoy hecho un lio, a lo mejor le pregunto a mi amigo Adolfo y me da alguna sugerencia, digo sugerencia porque más habitual de lo necesario lo equivocamos con el dar consejos, que ya se sabe lo que dice el dicho “consejos vendo y para mí no tengo”, sobre todo al ver el panorama que tiene en su casa. ¿Cómo piensa resolver ese asunto con Laura? Lo tiene jodido, sobre todo porque por lo que veo no hay una unificación de criterios por parte de los padres para resolver el asunto, al contrario de esto… aquí cada uno anda por su lado, quizás con buena intención, pero cada uno busca o dicho de otro modo aplica su propia solución. Me veo retratado oye, en casa más frecuentemente de lo debido las incoherencias entre el padre y la madre hace que se decanten por uno o por otro, una vez mi suegro me dijo que los hijos son como un péndulo de reloj que unas veces atrasan y otras adelantan la hora y se tiene que ir ajustando la altura del contrapeso hasta que dan la hora exacta, pero claro, eso hay que hacerlo con cada hijo por separado, no hay estereotipos hechos estándar para todos ellos.
Me resolví después de la cena a volver a casa y Adolfo insistía que no, pero le razoné diciendo que aunque fuera para un día, el quedarme en su casa lo sentía como si estuviera de vacaciones y no lo podía resistir en ese momento. Amalia lo comprendió, quizás fue porque vería el alboroto que le causaría a ella el que se quedara una persona en casa aunque fuera un solo día. Lo cierto es que la mujer estaba un poco tocada por lo sucedido con Laura y en el fondo creo que les hice un favor a todos. Esas cosas vienen como vienen, no debes contravenir nunca los impulsos del corazón so pena de hacer algo movido por él que dañe a los demás, y aún así siempre es discutible hasta que punto tienes el derecho de hacerlo. Siempre hablamos de que el corazón va por un lado y la mente por otro cuando no es cierto, sencillamente porque el corazón no piensa solo siente la aceleración que puede venir causada por el impacto en nuestro cerebro de imágenes. Sucede pues que cuando nuestros ojos le transmiten al cerebro señales determinadas nuestro corazón siente particularmente el efecto de estas últimas y el corazón como un órgano independiente de nuestro cuerpo actúa en consecuencia.
Llego a casa y me encuentro un mensaje en el contestador del teléfono fijo. Es la voz de Candela que nerviosamente me dice… “Hola Pedro, tenemos que vernos para un asunto que es muy importante. Llámame al móvil a la hora que sea estoy pendiente de que llames, que sea pronto si es posible.” ¡Joder…! Llamo rápido marcando su número que lo tengo en marcación automática, aún así me cuesta hasta sacar el móvil de la funda de cintura que llevo, eso deben ser los nervios. No ha terminado de hacer el primer toque cuando al otro lado oigo la voz de Candela “Hola Pedro, ¿Cómo estás?” “¿Cómo coño quieres que esté? Hecho una mierda. Me gustaría saber que ha pasado para encontrarme de la noche a la mañana en pelotas, quiero decir sin familia y sin explicaciones de nada de lo sucedido, pero… ¿se puede saber que te he hecho yo para merecer algo así?” Notaba que me estaba excitando y eso no era bueno para poder argumentar ni para que las cosas volvieran a su lugar, quiero decir el de antes, cuando éramos una familia normal, feliz, satisfechos de la vida que nos ha tocado vivir.
“Si dejas que te explique lo entenderás en un periquete. Me puse muy nerviosa hace unos días y no me refiero a nada que tenga que ver contigo, de hecho todavía estoy cagada de miedo.” “Venga mujer que me tienes en vilo, no es que te quiera dar prisa pero dime que es lo que te ha puesto tan nerviosa hasta el punto de abandonar la casa.” “Nos hemos tomado estos días de reflexión para saber qué hacer y por su parte tú hija ya lo sabe.” “Oye,oye, que tiene que ver Claudia en este asunto ¿me lo puedes decir o lo tengo que adivinar, porque adivino no soy.?” “Verás, Claudia está embarazada de dos meses.” Me pareció que no había escuchado bien, por eso le dije… “Por favor repítemelo otra vez.” “Si Pedro, nuestra hijita está embarazada y no sabe quién es el padre.” “Me cago en… pero ¿Cómo ha podido pasar?” “Pues como sucede cuando una mujer queda embarazada serás tozolón…” “Pero si solo tiene trece años de nada… no me lo puedo creer, es imposible, esto no puede estar pasando, dime que su madre le contestó “¿Quieres callar chiquilla y no interrumpir? bastante tenemos ya con que es un sueño.” Detrás de Candela se oía la voz de Claudia preguntando ¿Qué dice…? A lo el marrón que no has pasado.” “Cuando pille a esta golfa la voy a retratar pero que bien retratada.” “Calla y no digas tonterías, ahora lo que hay que hacer es que las aguas vuelvan a su cauce, mañana por la tarde estaremos ahí a eso de las cuatro, tenemos los billetes del AVE a punto pero tenemos que coger un bus hasta la estación.” “Pero chica, ¿se puede saber dónde estáis?” “Poco importa eso ahora Pedro, cuando volvamos mañana ya te cuento el qué. Procura descansar que mañana tienes que madrugar, que tengas felices sueños cariño, oye que te quiero mucho y besos de Pedro que el pobre está más aburrido… cuelgo, hasta mañana.”
Que descanses dice, valla unos cojones, como se supone que voy a hacerlo? A voz de pronto se me ocurrió llamar a Adolfo, pero no era para contarle nada de la llamada porque a lo mejor se descojonaba de risa, no creo, pero seguro que se lo hubiera contado a su mujer y ya la teníamos liada. Le quería llamar para decirle que mañana no iría a trabajar porque me encontraba mal -y no era por el guiso ni por la cena- . La empresa me debía casi una semana de vacaciones y antes de pagarnos prefería que los consumiéramos para algún imprevisto que tuviéramos, ¿había mayor imprevisto que este? Creo que estaba más que justificado y ahora después de la llamada a Adolfo quién dijo que no había ningún problema en comunicar este recado a la empresa y deseaba que mejorara, a ver pasar las horas, días se diría que iban a pasar, y semanas antes de digerir la noticia del futuro alumbramiento ¿o no?, lo mismo decidió no tener al crio, pero bueno ¿Cómo iba a parir una chiquilla de catorce años? Yo mismo me respondía… pues como cualquier mujer no te jode. Si que la jodió bien quién lo hizo, la madre que lo parió, podía estar enamorado de ella quien sabe, o quizá ella le dio pié y lo sedujo no sé, no, sé, pero el caso es que ahí estaba el paquetito y no se podía devolver como si fuera una carta sin remitente. Esta no tenía remitente, por lo menos identificable pero no se podía devolver manda cojones, con la de cosas que se devuelven cuando te envían a casa en período de prueba y no te gustan oye.
Hasta se me pasó por la cabeza a mi amigo Julián el suicida de la cantera de Almagro, pero hostias, es que suicidarse es muy fuerte, yo no me quiero morir, bueno si acaso no me quiero matar que soy joven oye. Fíjate que mi abuelo tenía que operarse de la próstata, tenía entonces sesenta y siete tacos, y cuando fue a hablar con el médico de cómo sería la operación y demás se levantó en el consultorio de la clínica y le dijo al cirujano… “Doctor espero que ésta me siga funcionando como hasta ahora porque si no… -apuntándole con el dedo- vuelvo aquí y lo apuñuelo.” El médico se partía de risa pero él estaba más serio que un turrón en Agosto. “A ya veo que cree que es broma, pues procure que todo salga a pedir de boca porque a mi Pepi no la puedo dejar sin el pan nuestro de cada día, que así lo dejó dicho nuestro señor Jesucristo en el Padrenuestro, ¿de acuerdo?.
Fíjate si me quedan batallas todavía, hombre no digo que las gane todas pero a la batalla hay que ir y PARA MUCHOS AÑOS… de modo y manera que el suicidio… descartado, bien pensado lo que queda es coger al toro por los cuernos, y esa era una de las veces en las que no iba a felicitar a mi hija por algo bien hecho precisamente. El cómo y manera de enfrentarse a la situación delante de la familia y amigos era bien distinto, no es que hubiera de preparar algún plan porque sencillamente hay que rendirse a la evidencia y la evidencia es que su barriga crecería más y más hasta la hora del parto. Tampoco sentía vergüenza ninguna por extraño que parezca, al fin y al cabo “todo lo que entra sale” aunque de diferente manera, y las cosas por extrañas que parezcan siempre tienen a un principal protagonista y ese es quién está en escena en primera línea, quién tiene la responsabilidad de ser quién es sin paliativos de clase alguna. La pena que me embargaba sin embargo, era que esa persona se llamaba Claudia y era mi hija del alma, ahora solo pensaba en si sabría soportar la presión que se le venía encima al vivir en un lugar pequeño con miradas encendidas hablando sin cesar de ella, hasta que el espíritu de esas personas encontraran otra víctima propiciatoria sobre la que descargar sus ojos y lenguas algunas de ellas descarnadas, porque con la vejez a menudo se encienden otras alertas que en la juventud permanecen atadas, pues mucho les queda por decir y ver aún así, si hablaran la gente joven no entenderían a que vienen estos falsos sabios que no saben hacer la O con un canuto.
Cuando llegaron a casa no estaba allí, me senté en un banco en el parque de enfrente de casa viéndolos bajar de un taxi, el hombre abrió desde dentro el maletero para sacar sus cosas y mi hijito Pedro botaba sin cesar un balón nuevo que parecía de basket, porque en cuanto bajó del auto se fue hacia la cancha de un patio y comenzó a botarla y tratar de encestar en la pared del edificio de enfrente. Me volví para que no me vieran y continué leyendo el MARCA, cuando intuí que ya estaban en casa me acerqué a la panadería 7 Soles y compré unas barras de pan, con las piernas temblando, supongo que porque también me temblaba el corazón, subí a la casa y abrí la puerta, Pedro saltó sobre mí “Hola papá, que ganas tenía de verte…” “Yo también hijo, ¿Qué tal has estado estos días?” “Aburridísimo papá, sin nadie con quien hablar, ni siquiera con Claudia he podido cruzar más de dos palabras.” Era comprensible, inmediatamente después le di un largo beso a Candela que correspondió con dulzura primero, después con ganas, era un mensaje silencioso como un alfabeto secreto que teníamos desde que nos conocimos. Sujetó mi rostro con sus manos y me miró fijamente a los ojos, pasaba de un ojo al otro de forma desesperada casi suplicante e inmediatamente cogí sus manos para besarlas, ansioso de volver a recibir ese delicado aroma de vainilla que usaba en su colonia favorita.
Miré luego a mi Claudia y esta bajó la vista, sujeté su barbilla y le subí la cara, miré sus ojos llorosos, extenuados de quebranto y tristeza profunda y luego… “Ven aquí tesoro mío dame un abrazo.” Se cogió a mi torso apretándome contra ella como diciendo… ¡Necesito que me salven por favor, denme auxilio que me muero por dentro! Yo la besé en la cabezita, ¿Qué puede si no llamarse a un recipiente que recién se estrena en las labores de la vida? “Óyeme cariño mío, no quiero llantos, a nadie benefician ahora. Lo importante eres tú y contigo a quién llevas dentro, no te preocupes por nada, por nada he dicho ¿de acuerdo Claudia? Piensa que todo lo que hagas y digas va en beneficio de esa vidita que llevas dentro, lo contrario también es cierto. No te perjudiques corazón, estamos aquí para ayudarte en todo lo que podamos y más, dar nuestra vida por ti que es lo que de veras vale.” Ahora llegaba el turno de hablar Candela y yo después de ese derrumbamiento que en ese momento por el que los pasamos. Jamás me había sentido más cansado, y eso que a veces excepcionalmente había doblado jornada en el taller por exceso de trabajo. Caí si cabe decirlo así, derrengado en el sofá, feliz por tenerlos a todos en casa, pero machacado. Iba a llamar a Adolfo para decirle que ya me encontraba mejor pero…
En ese instante unos brazos, los de Candela, me rodearon por detrás y me susurró al oído… “¿Has visto? Pobrecilla… no te puedes imaginar lo que ha sufrido para tomar una decisión.” “¿Decisión, que decisión?” “Fuimos a ver a un doctor que tiene la consulta en el barrio de Salamanca, tienes todo el derecho de saberlo. El ginecólogo éste me dijo que lo mejor en su situación era que abortara, estudió con cuidado su situación y por el desarrollo de sus caderas que todavía se están ensanchando y la disposición de la matriz lo aconsejó sin ningún lugar a dudas. Todavía es una niña Pedro, no quería aventurarme a hacer nada que luego le pesara para toda la vida.” “Escucha Candela. Entiendo tú posición al respecto pero… no sé, creo francamente que deberías haber contado conmigo, no soy ningún coco, sé hacerme cargo de las situaciones. En un asunto tan delicado pienso que el padre tiene algo que decir ¿no te parece?” Dio la vuelta al sofá y se sentó a mi lado. “Madre mía la que se nos viene encima Pedro… ¿te das cuenta que dentro de nada va a tener que dejar los estudios y dedicarse a su hijito, o hijita da lo mismo? Francamente no la veo preparada.” “¿Me lo dices o me lo cuentas? Claro que no está preparada, pero es nuestra hija y tenemos que redoblar esfuerzos para que este asunto se lleve a buen puerto. Tenemos el deber de apoyarla en todo lo que podamos.” “¿En qué estaría pensando esa criatura?” “Pues en echar un polvo, en que quieres que piense en un momento así. Le dio un subidón y a follar, no hace falta ser antropólogo para deducirlo.” “Por dios que bestia eres. No lo puedes decir con un poco más de delicadeza.” “Claro que puedo, pero el significado será el mismo. Además date cuenta que me dijiste por teléfono que ella no sabía quién era el padre, así que no me vengas con lindezas ahora.”
Me estaba pasando la mano por la cabeza y me quedaba dormido, la relajación después de la presión, supongo. Con los ojos cerrados le dije a Candela “He traído pan para hacer unos bocatas, he visto que en la nevera hay embutidos…” “Yo también he traído queso del pueblo de mis padres y chorizos patateros, si te apetece hago una ensalada y cenamos esto.” “Así que llamando a casa de tus padres y resulta que allí no estabas, ya te vale tía. La señora Leonor… “no no, aquí no están Pedro ¿Por qué?” nada olvídese de que he llamado.”
Me cago en la puta… cuando quieren te engañan del modo que quieren, y uno engañado y contento. Eso es como decía un amigo de la infancia “SI TE LEVANTAS POR LA MAÑANA Y AL MIRARTE EN EL ESPEJO TE DAS CUENTA QUE TIENES CUATRO HUEVOS EN LUGAR DE DOS, NO TE CREAS QUE ERES MÁS MACHO, ES QUE TE ESTÁN DANDO POR EL CULO.” Eso lo contaba simplemente para dar a entender que quién quiera que sea, cuando quiera, y como quiera te puede enredar como a un tonto. Es evidente que las familias se protegen, se tapan las cosas entre unos y otros pero de ahí a mentir a tú propia gente dista un abismo, no es justificable, siendo además este un asunto tan serio, (os la guardo) pensaba para mí, pero en el fondo para qué sirve eso? Para crear animosidad contra la familia que quizás en el futuro puedes necesitar, y no solo hago referencia a nuestros mayores a los que mayoritariamente necesitamos… en muchísimas ocasiones necesitamos también de nuestros hijos lo mismo que a nuestros mayores. Los seres humanos somos inter dependientes sin más, está comprobado, que necesitan ellos más de nosotros que ellos… también, pero hay que “sembrar el pan sobre las aguas, nunca sabes cuando estas te devolverán esta siembra”.
Con las ganas que tenía de ver de nuevo a la familia… pensaba que Candela se había ido de casa por nuestras diferencias, que cuando sucede esto empiezas a comerte la cabeza tratando de sacar conclusiones que no siempre son acertadas. Por otro lado si hubiera sido ese el motivo lo lógico era que se llevara a los niños consigo, no porque me parezca lo lógico pero sí lo normal. Vamos a ver… si el asunto fuere que no estaba dispuesta a soportar más determinada actitud ¿a quién le hubiera dado la custodia un juez? Sin dudarlo, a la madre, tienen en este aspecto más derechos que un padre so pena que la madre sea una prostituta reconocida, una drogadicta o una ladrona con varias sentencias pendientes. Que en muchos casos según la ley dependiendo de la cantidad robada no pasa de ser un simple hurto, castigado eso sí pero a base de acumular reincidencias.
Mí Candela no es de esas. Mi mujer es una madraza que no sabe disimular las cosas, su mirada es transparente y pura, una mujer comedida donde las haya, de una sencillez de espíritu que para sí quisieran muchas esposas. A lo mejor pensáis que me estoy pasando pero si pudiera me extendería más acerca de sus muchas cualidades, no sabe decir a nadie que no porque entiende las inquietudes del prójimo y hasta qué punto estas pueden llevar a la ruina a una persona. Así que en el barrio se la conoce como la misericordiosa, ¡qué bonito tío ir por la calle de su brazo sabiendo que toda la gente del pueblo la mira, y la envidia! Así es Candela, hace honor a su nombre, una candela es una luz, siempre encendida que te enseña el camino por el que debes andar, o te ayuda a caminar por el camino que tú eliges ir.
Ahora, haciendo un punto y aparte de estos acontecimientos pienso con preocupación en Laura la hija de mi amigo Adolfo, si mi hija que es una santa y viste de forma discreta, decente, ¿Qué no le puede pasar a esta muchacha que va por el mundo como una cabra loca? Encontraría el momento de hacerle saber a Adolfo lo sucedido con nuestra hija, solo para ahorrarle disgustos mayores de los que ya tenía con Laura. Apuré otro día de fiesta en el taller para establecer una línea de actuación en familia respecto a cómo actuar y que decir en el caso que surgieran comentarios, que los habría, fijo. Claudia se levantó un poco tarde, cuando se sentó a la mesa a desayunar estaba confusa, desalineada con lo que podría pasar en un futuro inmediato. Creo que su madre la miraba con pena mientras que en mi caso mi expresión debía de ser de cariño, la consternación, el primer puñetazo en la cara ya no me dolía tanto, pensaba en cómo se enfrentaría ella sola a los ataques que seguro recibiría del exterior, si estaba preparada para ello.
Caí en la cuenta de pronto, teníamos en el taller a un gitano que se encontró en una situación similar, su hija mediana se llamaba Yemima y transitaba con su marido en una furgoneta con la que se dedicaban a la venta ambulante por los pueblos vecinos de retales de tela y vestimentas varias de tallas grandes. ¡Coño, hablo con él a ver qué tal lo llevó el tema de su hija!, sabía que con quince años tenía ya dos criaturas, un niño de dos años y otro de nueve o diez meses. Ideal, tenía que conseguir establecer contacto con él, ver su parecer en el asunto de tener hijos tan jóvenes. A los dos días de volver al taller casi todos me preguntaron por esas mini vacaciones que me había tomado, contesté que muy bien, pero que eran unos cabrones, “He estado malo tíos, ¿no os ha dicho nada Adolfo?” “Si algo comentó -dijo Marcial- pero pensamos que a lo mejor te pusiste malo porque Candela no te dejó levantarte de la cama.” “Sois unos mamones, -se estaban partiendo el culo- lo cierto es que tampoco estaba de humor para discutir con ellos. Al terminar la jornada se me ocurrió abordarlo, “¿Qué pasa Pepe? Oye que se me ha ocurrido así de pronto que podríamos tomarnos una cerveza juntos…” Pepe me miró un poco perplejo y asintió con la cabeza. “Verás tengo una cuestión que quisiera consultarte, ¿no te parecerá mal verdad?” “No que va, pero me sorprende que con los años que nos conocemos de trabajar juntos quieras consultarme algo a mí. ¡No ves que no se casi ni leer!” “No creo que eso importe demasiado, hay por ahí muchísima gente inteligente que no tienen discernimiento, así que el saber mucho o poco a menudo no importa para las cosas necesarias de la vida.” “Has dicho discerní… qué.” “No importa luego te lo explico. El caso es que en vuestra cultura, por lo que yo sé, os casáis muy jóvenes ¿verdad? Y las mujeres tienen críos desde muy jovencillas, pues de eso te quería hablar precisamente.” “Ah… ¿es que estás estudiando la cultura romaní?” “Pues no, el asunto es que ¿Cómo veis vosotros el que una cría se quede embarazada por ejemplo a los doce o trece años?.” “Ah… ya entiendo. Tú hija está preñada y ahora no sabes muy bien como desenvolverte en esta situación, claro está.” “¿Y cómo coño sabes tú eso Pepe?.” “No hace falta ser muy inteligente para verte el careto que has puesto cuando me planteabas el asunto. Mira hacemos una cosa, el sábado ven a mí casa a comer con tú familia y hablamos. Venga vamos a por esa cerveza que mi parienta me tiene controlado y si llego más tarde de lo normal me tira los perros.” Me puso la dirección en una servilleta de papel del bar y al final le dije, “Deja, ya la apunto yo que tú eres capaz de enviarme a Rumanía con el conde Drácula.” Nos tomamos la cerveza y cuando salimos a la calle y subió al Panda que tenía en la puerta del taller me dio un golpecito en la cara y me dijo… “Anímate joder que es mejor eso que ir de entierro.”
Es que ese tío era profeta o qué? Incluso de camino a casa traté de sacar alguna conclusión de cómo había deducido la cuestión de la que quería hablar con Pepe, nada, no se me ocurrió nada que pudiera dejarme tranquilo. Ya en casa, Candela me vería la cara de cabreado porque me preguntó si me dieron la bronca por los dos días de fiesta que hice, le dije que no, que eran cosas mías, entonces le conté la conversación que tuve con Pepe y que el sábado estábamos invitados a su casa. “No habrás aceptado verdad?” “Pues sí, he aceptado ¿Qué coño pasa? Es un compañero de trabajo y él ha tenido experiencias parecidas a la nuestra ¿vale? Pues eso, iremos e iremos todos, no hay motivo para hacerles ningún feo, después de todo piensa en el hecho de que nosotros somos ignorantes en estas cuestiones, ellos por su parte son maestros para nosotros ¿queda claro?” “Vale chico no te pongas así, que tampoco he dicho nada del otro jueves. ¿puedo saber por lo menos donde viven?” “Viven en la barriada de los Campillos, junto al cementerio” “Santa María madre de dios todopoderoso… ¿tú sabes que aquello es un gueto de gitanos?” “¿Y qué si lo es? También es un gueto de payos donde vivimos nosotros. Míralo desde esa perspectiva anda, no tenemos motivo para sentirnos superiores a ellos, hace qué sé yo los años que hace que trabaja con nosotros y nunca nadie ha tenido el menor problema con él.”
Entre tanto, Claudia no hacía más que llorar y llorar y Pedro preguntando qué era lo qué le pasaba a su hermana. Candela le decía que estaba malita y necesitaba reposo, por eso fueron a aquel médico de la capital. “Ah… pero se le pasará mamá, no quiero que le pase nada malo porque la quiero mucho a Claudia.” “Claro que sí hombre, tú tienes que pensar en tus estudios y también en tus juegos cuando estás fuera de clase con tus amigos. Para todos eres un ejemplo, para ellos y para nosotros.” Entré varias veces a la habitación de Claudia para animarla y decirla que no se tenía que encerrar allí. “Lo que tienes no es ninguna enfermedad afortunadamente hija, además cada vez que entro en tú cuarto y te veo agarrada a ese cojín en la barriga me pongo malo, anda déjalo. ¿Vamos al cine? No contestaba oye, negaba con la cabeza y cuando tenía que asentir lo hacía con la cabeza. Joder… esta muchacha de aquí a que valla de parto se le habrá olvidado hablar y la tendremos que llevar al logopeda.
Estaba francamente preocupado, no podía estar por ella salvo cuando regresaba de casa después del trabajo y eso hacía que mi preocupación aumentara, de tal modo que sin quererlo por aquello de que sabes cuál es la rutina de tú curro, un día Melitón se hizo daño y fue por mí culpa. Verás había determinadas piezas, que tenían que pasar por un baño y luego colgadas de un gancho en un raíl que colgaba del techo se dirigían al puesto donde él se encargaba de descolgarlas, meterlas en un contenedor donde acababan de escurrir el baño y así hasta que sonaba una especie de bocina, ésta indicaba que ya estaba lleno el contenedor y Melitón empujaba la vagoneta para que le llegara otro contenedor vacío. Oye, andaba en mi rollo y colgándole piezas sin pensar en que ya había sonado la bocina ¡Que no la oí tú! Y a seis metros mío oigo ¡Ahhhhh!, coño que pasa pensé yo, pues eso que tres o cuatro escuadras, pero grandes he, le dieron en toda la cabeza. “¡Para joder que me vas a matar!.” “Hostias perdona TBO.” -le llamábamos así por el personaje del tbo Melitón Pérez- “Perdona tío, no he oído la bocina…” Mira, llevaba una brecha en la cabeza del copón. Se sacó los guantes y cogió unos trapos limpios para llevárselos a la herida, pese a todo no cesaba de mirarme, no me miraba con odio ni nada por el estilo solo me miraba sorprendido, seguro que pensaba ¡Como es que Pedro haya cometido un error que ni los aprendices…!
Todo se paró en aquel instante porque alguien tocó la seta roja de la línea y nos dedicamos a socorrerlo. Menos mal que como era calvo, la herida era de buen lavar y coser, pero aún así se lo llevaron a la clínica comarcal para ser asistido. Ocho grapas le pusieron, al otro día vino a vernos al taller acompañado de su mujer Sofía, esta sí que me puso una cara… ¡para que te voy a contar! Tenían razón joder, en el trabajo hay que estar pendiente de la responsabilidad que conlleva y si no, te quedas en casa a jugar al parchís, pero eso de dejar que la cabeza se te llene de pájaros mientras estás haciendo un trabajo peligroso como es el nuestro, de eso nada.
El sábado llegó y llamé a Pepe para ver si había salido algún problema de última hora, me contestó que no “¿Qué haces que no estáis aquí ya?” “Pepe, quedamos para la hora de comer macho, ahora son las diez y media…” “Quita hombre, si hace rato que estamos desayunando. Estamos aquí unos cuantos de mi familia haciendo unas sardinas a la parrilla con ajo y perejil. ¡Cinco kilos ha traído mi hermano! Venga ya, os esperamos, pilla el coche y te quiero ver aquí en diez minutos.” “Bueno… salgo para allá ahora mismo, haber si no encuentro mucho tráfico.” “No hombre, cuando vayas a coger la avenida de la Alameda pilla el camino de la derecha que señala a un paso de tren sin barreras, es de tierra pero es bueno y sales justo delante de la plaza de la Encarnación, nuestro bloque está enfrente, arrea ya.”
Fue un gran esfuerzo el que tuvo que hacer Claudia para arreglarse pero a insistencia de su madre, con la premisa de que no se la podía dejar en casa sola todo el día finalmente accedió a venir, eso sí, de muy mala gana y rogándome cuando iniciamos el corto viaje hasta casa de Pepe y familia que no corriera, porque estaba revuelta “Tengo la barriga hecha un sonajero papá, por favor ve despacio.” Me puse a reír sin más y apuntó entonces “De coña, encima te ríes, ya te vale…” “No es eso Claudia, es que me ha hecho gracia que usaras esa expresión del sonajero, ¡ahí que ver las cosas que se os ocurren a los jóvenes! Creo que en la vida escuché esta comparación.” Miré por el retrovisor y percibí una ligera sonrisa por su parte. “Pues te puedo enseñar muchas más, en el cole la gente habla usando comparaciones que te dejarían de piedra.” Vaya parece que se va animando, creo que esta salida le será de mucho provecho.
Al llegar a casa de Pepe pasamos directamente a un patio trasero que estaba sin vallar, es decir, no había ningún patio, sencillamente, como ellos vivían en los bajos del edificio ocuparon la parte de atrás que estaba sin urbanizar y dispusieron unas sábanas a manera de toldo sujetas con unas varas que las tensaban, unas cuerdas de plástico de tender la ropa que a su vez sujetaban a éstas para que no se doblaran las varas y una rústica barbacoa, construida con un bidón cortado por la mitad con patas metálicas soldadas. Parecía que las parrillas fueran de material inoxidable, unas mesas de camping al lado tenían todo el material que esa mañana serviría de almuerzo, otras mesas hechas con tablones de madera y bancos a juego todo lo largo que permitía el cobertizo bullía de gente y niños, muchos niños de todas las edades que corrían de acá para allá con bicicletas y pelotas, unos lloraban porque los otros les quitaban las cosas, otros reían porque lo habían logrado… cabrear a los pequeños, y los padres y madres a lo suyo.
Nos presentaron a toda la familia desde la puerta del patio, Pepe orgulloso dijo “Bienvenidos gente, estos son parte de mi familia que los otros están esturreaos por ahí, unos por Andalucía y otros en Francia, tienen a personas allí que los contratan cada año para trabajar en los invernaderos en Perpigñán ¿sabes? Se traen un buen parné para aquí y ayudan a los suyos en lo que pueden. Oye Pedro, que mujer más guapa tienes nen, y tus hijos son lo más. Tú debes ser la que está embarazada, ven conmigo.” La tomó del brazo y la llevó a un rincón donde se veía a otra niña que estaba en sus mismas circunstancias pero con la barriga más gorda. “Ester, habla con…” “Claudia” dijo mi niña “Con Claudia y os hacéis compañía mutua que tendréis de que hablar las dos preñadas.” Tierra trágame, verás ahora en cualquier momento la que me liará Candela, pero Candela ya estaba riendo con unas gitanas guapas de escándalo, rubias y llenas de oro diríase que eran gitanas finas. Vamos bien, pensé para mi veo que se está integrando, ¡y eso que no quería venir!
Mi Pedro era el que se movía con menos soltura a pesar de ver a los demás jugando, miraba a los otros niños y sonreía pero estaba clavado en el suelo de mi lado no se movía, me acercaron una cerveza de lata dije gracias y el gitano que me la dio contestó “Quita hombre, estás en casa de Pepe dale a él las gracias que hoy es el que paga. Mañana cuando vengas a mi casa payo, me das las gracias a mi si quieres, aquí todos somos hermanos.” “Gracias hombre pero mañana no sé si podremos venir, dependemos de la niña ¿sabes? , al estar así, quiero decir preñada, igual se levanta con un mal día y…” “De eso nada Pedro, ya he estado hablando con tú mujer y ha aceptado de plano, si tu niña está arañí es normal que tenga días malos pero aquí nuestras mujeres saben cuidar a las niñas cuando se encuentran así, no te inquietes.” “Bueno, como tenemos que estar un buen rato, luego se verá que hacemos ¿de acuerdo?” Fue decir eso y comenzar a circular la comida, bacón, morcillas, costillas de cerdo en adobo, sardinas, y en la mesa pan cortado el que quisieras junto a aceitunas y encurtidos.
La charla se animaba cada vez más, ahora ya si, Pedro les quería demostrar a los niños de su edad que sabía de futbol, diblaba y corría tras la pelota como un poseso, sudando a chorro estaba el par de veces que se acercó a mí. Por su parte Claudia era el centro de atención junto a Raquel la otra niña que estaba arañí -que es su modo de decir preñada- y los demás estaban cada uno a lo suyo solos o en compañía. Pero ¡mira! Me llevé un susto de cojones, solo duro dos minutos pero joder, que dos minutos angustiosos.
Resultó que un par de chavales se pusieron a liarse unos porros al lado de un lavadero, pero alguien con buen ojo los vio y sin dudarlo un momento el Patriarca, un hombre de unos sesenta todo vestido de negro con sombrero y con bastón se les acercó y algo les dijo que dos de ellos se fueron pitando después que el Patriarca les diera un par de varazos a cada uno. Pepe, que más que contemplarlos a ellos me miraba a mí, me dijo “No te asustes hombre de dios, que esto aquí pasa cada día y a menudo algunos de esos golfos los entregamos nosotros a la policía. Claro está que depende de quienes sean, antes alertamos a sus padres y se les da la oportunidad para que los reformen, si no, van al trullo sin más y cuando vuelven se les advierte. Hay mucho niño pequeño en esta comunidad y no queremos venenos antes de tiempo, mi hija Sandra ya está fichada, ¡qué pena Pedro! No te puedes imaginar tener que ir a verla a la cárcel, un suplicio te lo digo yo. Se le rompió el corazón a su madre cuando se enteró que la habían apresado, el payo que la metió en esto se llevó lo suyo. Mi hermano y un primo, le dieron tal paliza que después de dos años todavía anda en muletas, esa es la solución que nosotros tenemos para gentuza de esta calaña.
El asunto no fue a más, después de un tirón de orejas a los adheridos a esa afición que estaban entre nosotros continuó el jolgorio, el cante y el baile, de todo hubo. Cafés para todos y coñac o ron, las botellas se dejaban en la mesa que parecía que hubieran comprado toda una destilería. Joder como bebían los gitanos, en un momento determinado del baile que se montó en un lado del tinglado, entre palmas, guitarras y un par de cajones vi bailar a mi Candela, con un vestido de gasa verde con el bajo recortado desde el muslo hasta la pantorrilla por la otra pierna, le daba a las sevillanas un aire particular, vuelta golpe de cadera y levantada la pierna hasta enseñar limpiamente el tanga rojo. Un gitano joven salió a acompañarla entre oles y dale, con su melena suelta lo atrapaba por el cuello y lo atraía hacia ella, al gitanillo se le salían los ojos, nadie lo interrumpió porque este estaba soltero, la cogía por el talle y la arrimaba tanto que en momentos determinados parecían una sola persona, luego de cara a él le dio un golpe de pelvis y luego le hizo un desplante dándose la vuelta de golpe… “He tú paya, que entodavía no ha terminado el baile.”
Yo veía a mi mujer bailar así, y no sé si fue la comida o la música o ambas cosas juntas me puse morcillón a tope. ¡Coño! y ¿eso porque? nadie lo sabe. Me parecía una extraña a la que en ese momento habría montado sin contemplación alguna. Se acercó a mi abanicándose con las dos manos en la cara y diciendo… “Ufff que calor ya he tenido bastante baile por hoy. Y tú ¿no te animas?” “Quita ya, después de verte a ti haría un ridículo espantoso.” “Ja,ja,ja”, fue su respuesta “Si nunca he bailado así, pero chico es que esta gente tiene un desparpajo que contagian hasta las piedras que pisan.” “Mira por donde ahora mi esposa además de bailona me ha salido poeta.” “Calla tonto, no digas eso…” ¡Que peligro…! Cuando Candela se enrolla así con algo o alguien hay que tener cuidadito porque en menos que canta un gallo te deja a cuadros.
Claudia se había levantado con la otra arañí, ahora iban de la mano de una gitana con delantal y pañoleta en el cuello hacia dentro de la casa quise seguirlas pero Pepe me sujetó del brazo y me dijo sonriendo “Déjala que con mi madre está en buenas manos, once hijos a parido, siete varones y cuatro niñas que para el caso da igual unos que otros. El primero lo tuvo con doce años mientras vivía con sus padres en un cortijo murciano, de la noche a la mañana mi padre la raptó, allí se lleva bastante eso, a los quince días volvieron estando ella en estado. No es que entonces lo supiera, pero fue suficiente para que se organizara la boda, y fíjate lo que son las cosas justo a los nueve meses vino al mundo mi hermano Alfonso. Esas personas son las que le pueden dar consejo, las mujeres que tanto han parido y tanto han sufrido los que le podrán dar el asesoramiento mejor. Una de las veces que iba de parto estaban en el campo segando trigo, pues bien mi madre se empezó a encontrar mal, los dolores de las contracciones propias del pre parto, se apartó del grupo y se colocó bajo un árbol algo retirada, puso un saco en el suelo y de cuclillas y sin que mi padre supiera nada tuvo a otro hermano mío, cortó el cordón con una navaja la ató y con paños de sábanas viejas lo limpió bien, luego se lo ató a la espalda y continuó el trabajo como si nada. Así son algunas mujeres, más fuertes y duraderas que la madera de ciprés. ¿Quieres saber cómo me tuvo a mí? Estaban echando la siesta en el cortijo esta vez, porque padre tenía que cambiar tejas de la cuadra que un granizo rompió. Eran las tres de la tarde de un mes de julio con un calor que derretía las piedras, mi madre la pobre comenzó a encontrarse mal y de lado en la cama rompió aguas, se echó rápido al suelo y sobre el delantal que llevaba extendido sobre la paja del suelo, haciendo fuerza contra la pared para que el mal trago pasara rápido, apareció mi cabeza que ella tiró hacia afuera.
Cuando padre se despertó del merecido sueño, se encontró con un lejano llanto que venía del comedor. Mi madre mecía a Pepe, u sease un servidor, sentada en la mecedora allí estaba ella, y mi padre que le dice “¿Cuándo has tenido a la criatura?” “Hace un ratico de ná, mientras hacías la siesta.” “¡Que fuerte tío!” “Fuertísima” “No, que me refiero a que es muy fuerte lo que me cuentas.” “En esos años donde las distancias de por ejemplo… treinta kilómetros se tenían que contar con todo un día en carro era así. Lo que pasa Pedro es que ya se ha perdido el encanto de esa vida rural y la hemos cambiado por las comodidades propias del progreso. Por otro lado, hasta que no nos convenzamos de que tenemos hoy día más desventajas que ventajas lo tenemos jodido. Los críos cada vez más quieren divertirse y cada vez más, lejos de su familia, que si son unos aburridos, que si todo el día discusiones en casa, que si no me dejan comprarme ropa de marca porque es muy cara… una auténtica mierda Pepe, hay que darles lo que necesitan de pequeños, jugar con ellos y reír con ellos y si hace falta llorar con ellos, pues se llora ¡que cojones!”
Me cago en la leche con el gitano, cada vez me caía mejor, pero mi Claudia estaba jodida, -nunca mejor dicho- y bien jodida. ¡A saber quién y cuantos habían pasado por entre sus piernecitas! Pero es que el caso es que no la había violado nadie… o no nos lo había dicho. No, creo que por lo que nos contó no había nada de todo eso. Bailoteo, alcohol, drogas… era la típica historia de siempre. El botellón y otras sustancias están causando estragos en la juventud de hoy día, y lo jodido es que lo exigen como un derecho adquirido “A pues si no nos permiten hacer botellón aquí, que el ayuntamiento se busque la vida y encuentre un lugar adecuado porque si no con nosotros lo tienen crudo.”
Salimos de casa de Pepe a las once de la noche y al coger el coche para enfilar el camino del cementerio salieron todos a despedirnos, que gente más guapa oye. “Ya me ha dao la dirección Carmelo para venir mañana a su casa, a las diez nos esperan, dice que no estarán algunos de su familia porque mañana tienen mercado pero que vienen dos familias más que son primos hermanos y el Perla, no sé quien es pero dicen que baila que te cagas.”
“Claudia, ¿Cómo te encuentras?” “Bien papá, un poco aturullada de tanta gente pero bien. La abuela es muy simpática muy buena gente, para mañana le he dicho que le voy a llevar un regalo.” “A ¿sí?” “Sí, le voy a regalar el cuadro que hice y que enmarqué con caña.” “¡Vaya…” Le tenía que haber cogido afecto en tan poco tiempo a la señora Lucía para pensar en regalarle este cuadro que para ella formaba una parte fundamental de su vida, sería porque también la señora Lucía empezaba a formar parte de esa clase de personas que con el tiempo se hacen imprescindibles, bueno de hecho imprescindible nunca hay nadie, pero necesarios sí, si ese era el caso… pues muy bien.
Llegados a casa todos nos duchamos porque olíamos a humo que parecíamos apaches, además estábamos hasta tiznados y todo como de carbón, no sé porque pero lo cierto es que al mirarme al espejo por un instante no podía creer que era yo, los vaqueros tira que te va porque es eso un vaquero, apto para todo, pero la camiseta y la camisa que no era blanca si no más bien de colores alegres y vivos estaba hecha una pena. Pedro ni te cuento, parecía que se hubiera metido en medio de un bosque quemado, pero Claudia y Candela no tú, qué cosas más raras, haber si tenía razón mi madre en eso de que los hombres somos más descuidados que las mujeres y más guarros, llevaba lamparones por todo el cuerpo.
Cuando terminó la fase de acicalamiento ya era muy tarde y los niños se quedaron como troncos después de tomarse un cola cao, enfilé el pasillo de camino a la habitación y del baño salió Candela con un camisón transparente, me cago en la leche… me saqué el albornoz y me fui para ella por detrás, hizo un ademán como de reclamar silencio pero para entonces ya le tenía las tetas pilladas y el rabo entre las piernas, rió al notarlo y la empujé a la cama… “Eres un bestia ¿lo sabías? Animal que me has hecho daño en un dedo”, cuando se dio la vuelta ya la tenía agarrada de forma que no se podía mover. “Así que te he hecho daño en un dedo ¿no? Ahora verás…” Y vaya si lo sentimos los dos, después de la batalla otra vez a la ducha. “Oye este mes nos vamos a pasar de los mínimos de consumo de agua, nos van a penalizar.” “Bueno pues se paga la multa y santas pascuas, si es por lo que ha sido esta noche yo estoy conforme.”
Vamos a dormir un poco que mañana nos toca madrugar, concluí, que ya verás la que nos espera con este personal, hay que ver los gitanos oye, no sé de dónde sacan tanta energía. Pepe me decía en su casa que las bodas gitanas duran días y días sin que nadie se mueva del sitio excepto los novios, no me puedo imaginar aguantar este tute sin desfallecer en algún momento. Ya me llega el sueño, voy a apagar el cigarrillo no vaya a ser que queme la casa, joder… que sueño…
Domingo por la mañana, y extraño como parezca Candela a las ocho ya estaba en pié, ¡qué buena está la condenada! “Hola, entrañas mías, buenos días. No estará empachada mi reina.” “¡Serás capullo! Para que yo me empache necesito por lo menos cinco más jóvenes que tú y en un mismo asalto ¿Cómo se te ha quedao el cuerpo, culebrilla?” “Mira… no empieces que no vamos a ninguna parte y nos quedamos viendo la tele en el sofá todo el día.” “Mira, porque lo diga el señor del castillo. No seas berzas, si en el fondo tienes más ganas de ir tú que el resto de la familia, con lo buena gente que son y tan limpio que lo tienen todo, te fijaste que no tienen ni una mota de polvo? y en el patio, todo tan curioso y tan organizado…, venga arréglate que nos vamos, hoy conduzco yo.”
“Oye Candela, tú ya sabes que yo nunca me meto con nada de lo que tú haces o dejas de hacer, pero hoy creo que te pasas un poco chata mía, ¿tú has visto como vas? En primer lugar ¿Cómo se te ocurre ir con el vestido blanco ibicenco?” “Para eso lo tengo, para ponérmelo, hace un siglo que no lo uso y me viene de gusto hacerlo hoy, ¿algún problema?” “Mujer el problema es que esta tela parece una piel de cebolla y encima lo ajustado que te lo pones apretándote el lazo de la cintura… ¡ya me dirás!” “Ya te diré que celosillo mío?” “Joder tía que se te ven las tetas, podrías por lo menos ponerte sujetador ¿no? Cuando te vea esta gente van a pensar que vas buscando batalla.” Se volvió hacia mí y me miró con esos ojos almendrados que denunciaban cierta hostilidad, pero cariñosa, como si se dijera para sí misma “¡Contempla ese cacho de mujer que tienes, como se conserva a pesar de haber criado a dos hijos a pecho, y mira mí figura, si hubiera vivido en otra época sería modelo de los más cotizados artistas!” Entendí al instante con solo esa mirada lo que quería decir y callé. Ya no me atreví a hacerle ningún reproche sobre la mini braga azul turquesa que llevaba y que se sujetaba en buena medida por el elástico de la cintura que quedaba atrapado en lo alto de su pelvis. Apenas le diera el sol o se pusiera al contraluz, todo dios vería su desnudez, hay que joderse. Pero sin embargo yo estaba contento porque sabía que me era fiel.
Ni deciros tengo que cuando llegamos a casa de Carmelo y familia había una vasca que espantaba pero Carmelo me dijo que no se quedaban todos, unos cuantos tenían otros compromisos con otras familias. “Oye, aquí cuando termináis la fiesta porque siempre parece haber personal si no es en casa de uno se monta en casa de otro.” “Como debe ser Pepe, la familia siempre lo más unida posible y en nuestro caso de ese modo, no hay asunto que escape a los demás por si hay que dar un golpe de mano, pero para lo que haga falta. A muerte si es necesario, por eso tenemos en parte mala fama, cuando hay alguien que tiene un embolao… ahí que estamos todos.” “A veces por la tele se ven cosas raras de los gitanos, pero no siempre tendréis razón digo yo.” “Cierto, lo que queremos entonces es que nos dejen aplicar nuestras leyes que para eso tenemos a nuestros Patriarcas, para que ellos decidan qué es lo que se debe hacer, pero no siempre es posible, ya se sabe que donde hay patrón no manda marinero, sin embargo no es ningún secreto que muchas veces actuamos más rápido y mejor que la misma policía. Hace unas semanas a un primo nuestro le afanaron parte del material que tenía en casa para vender en el mercado, habían sido un par de gitanos de otra familia. Fuimos pa ya dos coches con nuestra gente al pueblo vecino donde vivían los quinquis y los pillamos con el furgón aparcao con el material. Sacamos el género, entramos en la casa cuando estos pillos estaban y los corrimos a palos, después dos navajazos en la tripa a cada uno y les quemamos la casa, se acabó el problema. Hasta los suyos los echaron al destierro, eso quiere decir que si se arriman allí de nuevo tienen pena de muerte.” “¡Coño que pasada!” “Verás como esos no vuelven a robar a los suyos nunca más. OJO POR OJO Y DIENTE POR DIENTE, así va eso.”
Por el modo en que hablaba, con convicción, con entusiasmo, estaba claro que estas cosas entre ellos las solucionaban así. Pero sin embargo, cuanta ternura y hasta consentimiento excesivo tenían para con sus hijos, nadie les decía nada si cometían una travesura o se peleaban, formaba parte de su educación como gitanos auténticos. Hasta Pedro en este corto espacio de tiempo -de hecho solo unas cuantas horas- empezaba a comportarse como uno de ellos, y al parecer se desenvolvía bastante bien el chaval.
“Paaayo, ¿y tú dejas que la mujer ande por ahí así? Yo antes de eso le quiebro las piernas, pero he de decirte que está buena que te cagas, si aceptas el cumplido claro.” “Sí como no, si que lo acepto, ya sabes que en el mundo de los payos como tú bien dices las cosas las vemos desde otra perspectiva.” “¿Lo cualo?” “Pues eso, que nosotros somos más liberales y si quieres consentidores. Las mujeres en nuestro mundo por llamarle de alguna forma estamos reglamentados diferentes, no sé si es peor o mejor, yo lo dejo en diferente. Los payos quizás seamos más progresistas pero a la vez veo que vosotros también tenéis los mismos problemas que nosotros respecto… por ejemplo a los hijos. A vuestras hijas también las dejan embarazadas y el resto de la familia tiene que cargar con las consecuencias.” “En eso no estoy muy de acuerdo. A nuestras hijas las dejan embarazadas en la mayoría de los casos cuando nosotros las desposamos con un hombre, cuando se casan, otra cosa es que te salga una golfilla de vez en cuando o una rebelde como nosotros decimos, entonces buscamos al padre le obligamos a que se casen, y tan felices. Es muy diferente ¿no te parece?” “Visto así, pues sí.”
Candela montó un poyo del carajo, salió del coche moviendo el culo de mala manera, claro no era momento de que le llamara la atención entonces -ya se lo diría en casa- pero en cuanto la vieron los hombres que allí había, todas las miradas fueron a parar a sus nalgas y a sus tetas, y alguna que otra esposa mirando por el rabillo del ojo a los maridos “¡Que vas a perder los ojos gitano y mañana no podremos ir al mercao…!” Si ya lo sabía yo, hasta mí Claudia se dio cuenta y no sé hasta qué punto estaba avergonzada la niña. Ese día me apercibí que su silueta estaba cambiando cuando me fijé en ella estando de perfil, se le notaba la barriguilla, llevaba un pantalón nuevo que seguramente su madre debería comprarle. Me acerqué para darle un beso, entonces una gitana rubia llegó hasta donde estaba y tocándole la barriga le dijo “Ya verás preciosa, con este pantalón tirarás hasta los cinco meses sin problemas. ¿Es cómoda la goma de la cintura.?” “Sí mucho, muchas gracias por el detalle, lo cierto es que comenzaba a hacerme falta.” Parece que el día anterior cuando habló con la madre de Carmelo, ésta hizo saber a una de sus nietas el tema del embarazo y ésta salió hasta su casa para buscar entre la ropa que vendían en el mercadillo un pantalón que le viniera bien. Y mientras, yo fumando y bebiendo y su madre bailando como una posesa, hay que joderse.
Es lo que tienen los venta ambulantes, siempre tienen una solución de emergencia -de ropa me refiero- a compromisos de última hora. Oye, que les pides algo que está fuera del alcance de cualquier mortal y te lo procuran ellos, desde calcetines hasta un gorrito para el sol. Y como pilles a toda una familia junta residiendo en el mismo lugar… ya ni te cuento. “Mira pues mi hermano esto lo vende.” “Mi primo es chatarrero, mañana te lo envío.” “¿Qué zapatos buscas? No te preocupes esta tarde te los consigo.” De todo y de todas las medidas, no te lo pierdas. Yo no conocía esta faceta de multi servicios que tienen pero después de lo visto, lo que te digo, con decirte que después de conocer a la familia de Carmelo ninguno de nosotros fue a una tienda a comprar nada…
Mí Claudia enseguida se unió al grupo donde estaba la arañí -la embarazada- y allí conoció a otra niña mujer que también esperaba un retoño, esta tenía del orden de catorce o como mucho quince años, pero Carmelo me dijo que era el segundo que esperaba. ¡Joder con los gitanillos! no sé yo si en el fondo eran buen ejemplo porque tenía la esperanza de que éste nieto (a) fuera el único que me diera mí hija en mucho tiempo, pero en este momento no era el caso de ponerse a pensar en el asunto. Teníamos todo un día por delante para disfrutarlo y hacerlo al modo de los gitanos, se veían guitarras, algún que otro zapato de baile -zapateao- así como también cajones de resonancia. ¡Como los tocan los tíos parecen haber nacido para eso! ¿y los niños pequeños? De tres o cuatro años con la camisa arremangada por el faldón dando vueltas y marcando pasos gitanos. Alucinante te digo.
“Sube Chispilla…” le gritó Carmelo a un vecino que vivía en el bajo, “Subiros toos, y la Nancy también ¿he?.” “Vale ya vamos maricón, si de todas formas no hay manera de dormir un poco más, ¡me cago en la leche! Lleváis desde las ocho que parece que en tú casa viva una manada de elefantes coño.” Estaba claro que nos íbamos a juntar dios y la madre. “Bueno quien quiera comer o beber que pase a la cocina y pille lo que haya, tú también Pepe diles a los tuyos cómo va el tema.” Pero hice tarde, los míos ya estaban pringaos con la pitanza que se estaba sirviendo. Hasta Claudia entró en la cocina acompañada de otras chicas y salió con una coca cola y un bocadillo.” Otra de las mujeres le dijo dándole un golpe en el culo “Eso es, come que ahora ya no eres tú sola que tienes otra boca que alimentar, que no pase hambre la criatura.” Ella sonrió y clavó el diente al bocata de chorizo. “¿De qué has pillao el bocata le pregunté.” “De chorizo y bacón.” ¡Anda la hostia! Pues sí que me la estaban educando bien en el asunto del comer…
De pronto se paró toda la jarana un poco. Había llegado El Perla, el bailaor, trabajaba en una compañía de baile que viajaba por todo el mundo. “Este ha bailao con la compañía, para el presidente Bus ¿Qué te parece?” Pues bien, que me iba a parecer, un tío famoso con un buen historial que se habría así otras puertas a la fama. Cuando vio entre otras a Candela se quedó parado y después de saludar a los colegas se dirigió a ella -que todavía no lo había visto- y la saludó dándole dos besos, después le cogió la mano y también se la besó, con un par de cojones, así debe ser la gente educada aunque sean gitanos.
Estuve un buen rato hablando con el Patriarca, Patricio conversamos de muchas cosas, imponía con su cara llena de arrugas aunque relativamente joven y su vestimenta que distaba mucho de cómo vestían los demás. Todo de negro, por un momento llegué a pensar que hasta los calzoncillos los llevaría del mismo color, los botines de tacón cubano relucientes y el bastón de bambú con un penacho de cuero en el asidero daban a aquel hombre un aire distinguido entre toda su prole, todos sin excepción estaban emparentados con él ello significaba que todos y cada uno de ellos le debía explicaciones de lo que hacía o lo que fuera a hacer. Fuera de eso según me contó Carmelo, quién andaba por su cuenta y riesgo tenía que atenerse a las consecuencias. El Perla también se acercó a él y lo saludó efusivamente, saludo que Patricio correspondió diciéndole… “¿Qué pasa Perla cuanto tiempo llevas fuera.” “Mire usted, entre conciertos y giras… del orden de dos meses largos.” “Mal vaího te dé embustero.” Lo amenazó con la vara “Hace un mes que andas en Ibiza con la misma paya francesa, ¿es que tú mujer no te la chupa o qué.?”
¡Pues es verdad que manda un huevo ese hombre! Vaya una comunidad más cerrada pensé, bien visto mejor así que la forma de vivir nuestra, que los tíos y las tías se piensan que todo el monte es orégano. A la hora del mediodía las mujeres andaban preparando los pollos asados con una máquina de esas de hacer al ast, no pregunté de donde había salido el aparato porque a los payos casi siempre se nos ocurre que algunas cosas de las que tienen son afanadas. Con un ojo en Pedro y otro en Claudia seguía hablando con unos y otros sobre temas intrascendentes. Al cabo de un rato alguien preguntó por El Perla y contestaron que por ahí, “A lo mejor ha ido a ver a algún colega del barrio, pero no te preocupes que tenemos juerga asegurada.” Contestó otro gitanillo joven que estaba comiendo chocolate con porras.
Candela estaría mirando ropa con alguna de las anfitrionas o habría salido a casa de alguna de ellas para admirar sus joyas, quién sabe si para recibir algún consejo de una gitana mayor que se hubiera encontrado en su misma situación. No hay manera de saber nada de nada respecto a alguien en concreto con tanto alboroto, que más que alboroto a ratos la casa se volvía en una colonia de monos. Bueno ya aparecería. Y apareció, vaya si apareció, roja como un tomate, atusándose el cabello y tirando del vestido para abajo a la vez que se ajustaba el cinturón de tela. ¡Me cago en la puta…! “¿Oye donde has estado loba que he estado buscándote y no te he encontrado por ninguna parte?” “Si te parece, follando, no te digo… pero chico tú no estás a tú rollo aquí con los amiguillos gitanos? Pues sigue tío y no me amargues el día.” “Te he hecho una pregunta y quiero que me respondas golfa.” “¿Cómo que golfa? Gasta cuidao conmigo haber si vamos a tener problemas, tonto del culo.” Sin levantar apenas la vista pero mirando por el chavillo del ojo miré un poco a mí alrededor y vi apoyado sobre un aparador Al Perla que miraba sonriente nuestra discusión, cuando Candela se volvió de hablar conmigo lo miró a él y se mordió el labio inferior entrecerrando los ojos.
Me cago en todo… ¡conocía esa mirada exactamente! Yo la cojo y la mato a ésta guarra… Pero estaba en tierra hostil y tenía que seguir fingiendo que me lo estaba pasando a lo grande. La verdad es que con excepción de este detalle todo estaba bien, buena gente, hospitalaria y sincera. Buen comer y mejor beber ¿qué más se podía pedir? Lo único que quería era que si había pasado algo entre esos dos no se volviera a repetir, nada más, ¿era pedir mucho?. Yo creo que no.
Ese domingo nos recogimos algo más temprano, entre otras cosas porque al otro día se tenía que trabajar pero no faltó el cante ni el baile, El Perla se lució junto con otras gitanas y Candela encandiló -valga la redundancia- al personal presente. La jodida bailó de un modo como nunca antes la había visto y mira que la había visto bailar en discos y fiestas, eso sí, siempre luciendo ese modo especial -por lo menos para mí- de contornearse y hasta de gemir en ocasiones, lo que me procuró no pocos problemas en su tiempo con algunos de mí edad.
Al otro día en el trabajo, Pepe me dijo al terminar la jornada si podía decirme algo al terminar tomándonos una cerveza. “Claro hombre encantado…” Se le veía serio, creí en principio que se trataba de algún problema que hubiera surgido en su casa pero no era así. Nos sentamos en la terraza del bar Colibrí, valía la pena tomarse una cervecita allí para a Agustina, ¡que pedazo de mujer! Me recordaba a Jennifer López, tenía un culo y unas tetas que yo la comparaba con un Hammer de esos, todo terrenos con mucha potencia. Pepe se quedó mirándome y casi me asusto, ¡que mirada tío! Me dije para mí que a lo peor le había hecho algo que lo había ofendido.
“Mira Pedro, te aprecio, eres un hombre legal.” Cuando iba a decirle gracias me interrumpió con la mano abierta. “Un gitano no le dice esto a cualquiera, tú te lo mereces. No voy a andarme con rodeos, Candela se lo ha montado con El Perla por lo que yo sé… un par de veces, una él solo con ella, la otra vez los dos con el Toro que es íntimo del Perla, tenía que decírtelo. No quiero que creas que me lo estoy inventando, tampoco creo que sea caso para que montes un guirigay con ellos, más bien vigila a tú hembra, igual es que anda escasa de recursos no lo sé ni me importa. Pero te lo tenía que decir en honor a lo que soy, gitano de pura cepa.”
No supe que contestarle, pensé en un montón de cosas que me recordaban circunstancias parecidas a aquella que había pasado por alto. ¡Pobre Claudia, vaya escuela tenía si seguía los pasos de su madre! Nos despedimos dándonos un fuerte apretón de manos, no había engaño en sus palabras. “Hasta mañana Pepe.” “Hasta mañana Pedro.” Cuando llegué a casa se me disipó Candela aunque se acercó a darme un beso como siempre. Claudia, ¿Cómo estará Claudia? Y Pedro ¿Cómo le habrá ido en el colegio? Esas eran ahora mis prioridades, comí mientras que Candela me hablaba de no sé qué y yo apuraba la ensalada. Me pareció que me hablaba del bailaor pero mi mente estaba en otra dimensión, ¿Cuál, no sé? Me duché y Candela apareció en el baño desnuda “Pedro, estoy que ardo por dentro…” Hechamos un polvo allí mismo.
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