lunes, 2 de septiembre de 2013

ENFADARSE Y DISCUTIR NO LLEVA A NADA BUENO.

De ninguna manera, no valen excusas, discutir y llevar las cosas a extremos, no es manera de solucionar las cosas.
Un amigo al que promocionaron en una famosa aseguradora, ansiaba promocionarse, con el paso de los años lo consiguió. Brindamos en su casa, nos fuimos de cena y luego de copas, todo eran risas y alegría.
Nos veíamos con más o menos frecuencia, el vive en la provincia de Barcelona mientras yo vivo en la de Tarragona. Todos en la oficina lo aprecian, es un tío enrollado y dicharachero, con una muy buena relación con sus subalternos.
Pero en los seminarios a los que acudía, le comenzaron a enseñar que una aseguradora crece cuando no paga, bueno, cuando reduce los gastos, llámalo como quieras. Eso colocó ante él, el desafío de cambiar el chip, tenía que imponer la política de la empresa ante todo, de otra manera su puesto peligraría.
Al cabo de tres meses de haber estrenado su puesto, comenzó a cambiar, ya no digo en el trabajo, los que notamos el cambio fuimos sus amigos. Estaba irascible todo el tiempo, no soportaba determinadas bromas, lo que antes era el patrón común que él mismo estableció con nosotros, cambió. Pasado medio año de estrenar su puesto de subjefe de oficina, comenzaron a salirle canas, a menudo nos encontrábamos a su mujer llorando sola en casa.
Nos unía una buena amistad, pero cada vez estaba más arisco, menos bromista, estaba cambiando profundamente, Silvio se lo hizo saber, mientras tomábamos juntos unas copas en una terraza. Se puso, hecho una furia, y se levantó tirando los vasos que había sobre la mesa, todos nos quedamos mudos, mirándonos unos a otros. Más tarde decidimos ir a su casa para ver que le había pasado, poco pudimos sacarle, Marta también discutía con él, le recriminaba no sé qué cosas.
Mientras tanto, comencé a pensar en las consecuencias de los enfados y las discusiones. Estaba sentado en un sillón de la sala de estar y le pregunté si me podía quedar un rato, le dije que no me encontraba demasiado bien. Me contestó de forma seca que no había ningún problema pero que no quería hablar de nada, yo levanté los brazos y mostré mi aprobación. En el equipo de música sonaba un CD de Miles Davies. Tumbado en el sofá entornó los ojos, todo era silencio a excepción de la música, Marta se fue a su habitación, los demás se marcharon.
“¡Que buena música de jazz esta Enrique, tienes muy buen gusto tío, Davies es de lo mejorcito que se escucha”.  “Sí, me calma el espíritu, me relaja, joder, es que después de tanta presión escuchar música así, amansa a las fieras”. Reí cuando dijo esto. No dije nada más y me dediqué a escuchar la música, al cabo de diez minutos, estaba hablando por los codos sin que yo interviniera, reaccionó.  “Gracias por quedarte, ha estado mal lo que hice antes, disculpa”.  “¿El qué?, no sé de qué me hablas”.
Nos tomamos un par de bourbon y nos pasamos hablando de mil cosas, menos del trabajo, durante un par de horas, nos dieron las seis de la mañana, Marta salió de la habitación con el biquini puesto y se acercó a su marido por encima del sofá para darle unos cuantos besos.  “Bueno pareja, me voy que tengo camino que recorrer hasta llegar a casa”.  “Tío, gracias por quedarte”.  “¡Que dices hombre!, me he quedado por el bourbon que lo gastas del bueno, nos vemos”.
El fin de semana siguiente me llamó Marta  “Oye Daniel, ¿Qué te parece si hacemos una mariscada en casa el viernes?”.  “Por mí vale, traigo el vino”. Cuando llegué a su casa se oía música desde el ascensor, -estos han comenzado la fiesta sin mí-, pensé. Pero no, estaba equivocado, celebraban antes de la cena, que había dejado la compañía de seguros, y estaba trabajando en una empresa de plásticos.
Hasta entonces, no me di cuenta, que su cabello, estaba casi completamente blanco. Me acerqué a él, al oído le dije  “Bravo por ti chaval, enfadarse y discutir no lleva a nada bueno”. Pasamos una velada de miedo.


CANSADO DE SER VERDE.

Este asunto de los colores, me tiene un poco cansado, donde yo veo azul otros lo ven amarillo, cuando alguien señala al cielo y me indica que hay una nube roja que se acerca, yo la veo negra.
Es curioso hasta que punto, cada cual tiene su propio criterio acerca de los colores. Creo que de algún modo, todos somos un poco daltónicos en relación a los colores. Eso nos lleva, a que de alguna manera queremos tener nuestra parte de razón en las cosas. Cierto, eso es legítimo, cada cual puede opinar en relación a cualquier cosa, lo mismo es cierto en cuanto a los colores.
Independientemente del color que se está mirando, puede ser tema de discusión el propio color, no su interpretación. A mí me gusta el verde, pero claro, eso no significa, que todo lo que me rodea deba ser de este color. Hay muchos verdes, ¿cuál es el auténtico, cuál de esos tonos de verde se puede definir como el color por excelencia?.
Todos y ninguno a la vez, es por eso, que me he cansado de ser verde, ahora quiero ser del color de la aurora boreal, esos sí que son colores de verdad. También podría escoger como preferido los colores del arco iris, pero depende de dónde y cómo se reflejen, dejan de tener determinados tonos de color que me gustaría tener.
Elegir un color, para mí, es como escoger un amigo, alguien con quién compartes tus venturas y desventuras, pero de hecho, a pesar de los muchos pretendidos amigos que creído tener, no tengo ninguno. Cierto, bien pensado, un amigo, es, o debería ser alguien, que estuviera dispuesto a dar su vida a cambio de la tuya, esa es la definición. Que no le importara lo más mínimo, que cambiaras de color, por el simple hecho de que te has hartado de él.
Y eso queridos lectores, es harto difícil de decidir. La mayoría de nosotros tenemos familia, seres queridos para quienes nos reservamos, y llegado el momento, ni siquiera tenemos la seguridad de dar nuestra vida a cambio de la suya. ¿Será porque el color que a nosotros nos gusta no es de su agrado?, es muy difícil juzgar esto, la verdad nos dice, que a pesar de que tengamos la misma preferencia por determinado color, a la hora de la verdad, cuando nos encontramos en esta encrucijada, huimos como alma que lleva el diablo.
Esa es la razón, por la que me he cansado de ser verde, estoy determinado a no ser de ningún color específico, y si tuviera que escoger a la fuerza, escogería el gris. Un color de mezclas indefinibles, sin encanto alguno, que casi no se usa.
Los individuos grises pasan desapercibidos, nadie se fija en ellos, son como los camaleones pero sin cambiar de color dependiendo su estado de ánimo. Ser verde, azul o rojo, o cualquiera de los otros muchos colores que existen, depende en realidad de nuestros ojos, ellos le transmiten la información al celebro, para que decida qué color es el que está viendo. Toda nuestra vida está adornada de colores, quizás es porque somos indecisos, porque lo que nos falta de verdad es, criterio.
Sea como sea, cansado de ser verde, me inclino por el gris, y esta vez creo que no voy a cambiar de manera de pensar en cuanto a esto.



GIMNASIA MENTAL.

Esa es una disciplina que no todos podemos lograr en igual medida. Como en la gimnasia convencional, hay factores que cuentan. La genética del gimnasta es lo primero, después la afición por ella, por último el entrenamiento.
En el caso que nos ocupa, la gimnasia mental debe alimentarse con métodos precisos, estos pueden alimentarse con un seguimiento voluntario, por parte de la persona que quiere desarrollar su intelecto.
La lectura, la reflexión, y el pensamiento profundo son las bases para esa gimnasia. No es demasiado corriente ver a personas interesadas en este tipo de actividad, es difícil y en ocasiones harto cansado, pero al final tiende a dar sus frutos.
Es muy importante hacer gimnasia mental, ellos supone, un ensanchamiento de miras, aprendes el uso de las palabras, eso significa, que te retraes de usar calificativos, que antes eran normales, dentro de tu vocabulario. Se aprende a usar las palabras del modo adecuado, el cerebro las retiene, porque le suenan bien. Luego uno las ejercita, de manera que su habla se hace atractiva, seductora, limpia.
Seguir un método de conducta, es lo que luego hay que seguir para que se aplique lo aprendido. De otro modo, las palabras pueden herir, aunque no lo parezca y nosotros no le demos importancia, nos distancia de los demás. Nuestra mente dirige nuestras acciones, nuestra lengua, nos califica o nos descalifica como gimnastas de élite, como investigador de nuestro propio  comportamiento.
Los animales saben cuando una palabra está mal dicha, cuando se les regaña, cuando se les impide hace algo que nosotros no queremos que hagan, ¡cuánto más un ser humano, que piensa, deduce, y es capaz de sacar conclusiones por la inteligencia que se le ha concedido!.
Si en el campo de la gimnasia convencional, hacen falta determinados factores físicos vitales, en la gimnasia mental no, cualquiera puede, a cualquier edad, formar parte de esos juegos olímpicos universales. No hace falta más que, llenar nuestra mente de asuntos que nos unifiquen, sacar nuestro potencial, habiendo hecho el esfuerzo anticipado, de pulirse, mediante llenar nuestras mentes, con material edificante.
Saborearemos las mieles de la gloria si lo hacemos así, educaremos nuestro espíritu para no resultar ofensivos, nos retraeremos de las disputas verbales. Resultaremos ser, personas buscadas por su buen juicio, por su habla calmada y sabia.
Puede ser, que a muchos, -quizás una mayoría-, no  les interese llevar a cabo esta labor, es normal, exige de nuestro tiempo, de contar hasta diez antes de hacer una proclama, o decir una sola palabra, pero vale la pena esforzarse por hacerlo, nuestra conversación será edificante, dejaremos de lado asuntos sórdidos, nos haremos grandes atletas de la conversación, se nos buscará para formar parte del equipo más elitista  que jamás podríamos imaginar.

Y para ello, solo hace falta, que pongamos de nuestra parte, en el uso y disfrute de una mente bien entrenada.

domingo, 1 de septiembre de 2013

SATÉLITES SIN NOMBRE.

Han estado ahí desde el principio de los tiempos, son tan viejos como la ignorancia y el crimen. Jamás se les ha considerado dignos de casi nada, perseguidos, quemados vivos, colgados, masacrados.
Siempre en la sombra, sin derechos, peor que los techo han sido considerados. Se advierte a la población que son una plaga asquerosa, inmunda, tienen todos los venenos dentro de ellos,  son una plaga que hay que eliminar.
En otras épocas se les ha castrado, emplumado y desterrado, ¿qué de quienes te hablo…?, de los homosexuales. Sin embargo, y a pesar de este preludio, los homosexuales han sido los protagonistas de gran parte de nuestra historia, y no solo por lo antes dicho.
Los griegos, cualquiera que se preciara, tenían que tener a su servicio efebos, jóvenes, a menudo preadolescentes, que estaban al servicio de los grandes estadistas y sabios de su tiempo. Si no tenían a estos chicos (as), no eran considerados buenos en la labor que fuere.
No estoy hablando de prostitución a diferencia de hoy, eran jóvenes que servían con alta consideración al modelo de país o cultura que se estaba llevando a cabo.
Recordar aquí a grandes pensadores que practicaban la homosexualidad sería aburrido, por larga que sería la lista. Lo mismo que grandes músicos o artistas de tiempos más modernos. Me pregunto, el porqué no se condena la conducta de estos también, y se trata de ocultar corriendo un tupido velo, las actividades sexuales de estos genios de la música, la pintura u otras artes.
Al fin y al cabo, muchos de ellos no se escondían de la sociedad, sin embargo, sus libros por ejemplo, han hecho cátedra en las universidades y grandes colegios. Los mismos directores de estos centros de estudios, que condenan con reglas estrictas estas prácticas entre el alumnado.
No entiendo nada, será que me queda poco entendimiento, que la razón y la lógica no me asisten, a la hora de escribir estas líneas. Y no vale decir que una cosa es estudiar a un escritor o escritora homosexual, y otra bien diferente es, llevar a cabo sus prácticas sexuales.
Muchas mujeres ilustras entran dentro de este mismo capítulo, y grandes políticos casados y con hijos. ¿O es diferente, la consideración que deben recibir ellos?, no para nada. Y quién quiera discutir el caso conmigo, aquí, en este blog lo emplazo para que lo haga.
Esto tiene solo un calificativo, en el caso del que lo practica y después lo niega, HIPÓCRITA, en el caso del que lo ignora por interés propio EGOISMO, de ambas cosas sabemos mucho los humanos. ¿Qué hay que sea tan diferente en estas personas?, nada en absoluto, son personas perfectamente capaces de ordenar sus vidas, de dominar sus sentimientos o de dejarlos sueltos, así lo hacen muchos jóvenes y no tan jóvenes hoy día, cambian de pareja, aman y dejan de hacerlo, se enamoran y desenamoran…
¡Por favor señoras y señores, seamos un poco más serios y menos estrictos a la hora de enunciar leyes que proscriban a estos seres humanos!. No hay razón para alarmarse, antiguamente, y con ello me refiero a hace unos miles de años atrás, había culturas en las que las mujeres vírgenes se congregaban en el patio de determinados templos para tener relaciones sexuales cuantas más veces mejor, y al precio que se les quisiera dar, no importaba la raza o el color de su piel, después de determinado tiempo, cuando salían del templo, los y las que habían tenido más relaciones sexuales, mejor pareja encontraban.
Ya ven, hoy todavía hay quién se les ponen los pelos de punta con solo pensar que una cosa así les pudiera suceder a ellos, porque para estas personas esto sería un “suceso”, no una circunstancia de la vida.

Naciones modernas tremendamente avanzadas, no quieren reformar sus cartas constitucionales, porque aparentemente eso sería retroceder en el tiempo. Mientras tanto, ahí quedan en el espacio, esos satélites, de los cuales no se puede decir su nombre, porque son intocables, como la casta india, que solo pueden hacer determinadas tareas, al precio que se les quiera dar. 

TOLERANCIA.

¡Que pocas probabilidades tienen, de ser felices separadas…!, son tan distintas, que eso las hace estar juntas. Básicamente, porque saben después de años juntas, que tolerarse, es la base para seguir vivas.
La tolerancia está basada en el respeto, aunque a veces, los planes de una o la otra fracasen. También las circunstancias ajenas cuentan, y ellas, que tienen un largo camino recorrido de aciertos y fracasos, lo saben.
Las quiero por esto, bueno por esto y otras cosas más, no tienen nada suyo, todo lo comparten con los necesitados. No hace  falta estar necesitado de cosas materiales, ¡hacen falta tantas cosas hoy en la vida!, pero se prestan a ayudar en la medida que pueden, por eso las quiero.
Eso significa, que con el paso de los años han aprendido a dialogar, a comunicarse, a aprovechar el tiempo que tienen en conversaciones de calidad, esto enriquece la tolerancia. Se dan respiro la una a la otra, en el trabajo que una decide llevar a cabo, en acompañarse cuando salen en el tiempo libre del que disponen… ¡qué importante es mantener esta actitud!.
¿Quién no puede querer a personas como ellas?, merecen toda mi consideración y respeto. Si antes  se querían, con el tiempo y siendo tolerantes, han aprendido a amarse.
Me impone verlas salir de su casa camino de sus quehaceres, se consideran complementos la una a la otra, no suplementos. Siempre con una sonrisa en los labios cuando las saludas, siempre pendientes, de todo aquel que necesita de su ayuda y consuelo.
Siempre se puede aprender de los demás, y de ellas he aprendido, que ser fieles la una a la otra es motivo de unión, de comprensión mutua, de aceptación.

No quiero decir sus nombres, eso es lo de menos, pero su significado es primero: “Nuevo día iluminado, nueva esperanza”. El de la segunda: “Lugar del poblado entre los cerros”. Nombres verdaderamente audaces para dos mujeres que están, condenadas a entenderse, o a quererse. 

FRUTO MADURO.

Tú eres el fruto maduro, en mi árbol creciste, bajo mi sombra maduraste, de las tormentas te protegí, y también de la sequía.
Así has llegado a ser fruto maduro, pero no me puedo atribuir mérito alguno a pesar de lo que he dicho, aunque mi árbol hubiera dado un solo fruto, a ti te hubiera querido criar, desde que fuiste una pequeña flor, tu encanto me sedujo.
La fuerza de mi sabia la concentré en ti, el primer perfume que dejaste a mi alrededor, fue el que atrajo a todos hacia nuestro árbol.
Ni más grande ni más pequeño, tienes la medida justa, para ser apreciado por el más exquisito paladar, si cualquier gourmet estaría de acuerdo conmigo.
Durante tu crecimiento, supe que tendrías éxito en todo aquello que te propusieras, que podrías representar mi pabellón con un porte excepcional. Tus colores y tu aroma dan fe de que no me equivocaba, por eso estás aquí, presente en nuestras vidas.
Tu esplendidez es tal, que has movido escenarios para dejar que se te vea. Sí, aunque tú no lo creas, gentes venidas de diferentes lugares, te ensalzan, y hasta algunos de estos, te veneran.
Creación única de un viejo árbol, que pronto será convertido en candela, y no lo lamento, el tiempo siempre decide, de tus semillas han salido otros frutos incomparables, aunque están subiendo en otros árboles a los que envidio, los quiero, son tú creación, llevan tus genes.
¡Cuánto te quiero oh fruto divino!, ver que todos quieren apoderarse de ti me alaga. ¿Quién puja más alto?, o se vio jamás un fruto tan dulce y amargo a la vez, de tan difícil enumeración entre los frutos del campo.
Otros árboles del mismo campo, me preguntan qué es lo que deben hacer para producir frutos así. Les contesto que te lo pregunten a ti, tú tienes el secreto, yo solo te di la forma que corresponde a mi especie.
Pero has sido tú, medio manzana, medio melocotón, medio ciruela, el que has combinado estos sabores en tu larga elaboración.

Fruto maduro, que al ser recogido, has iluminado el rostro del labrador, que en ese árbol ha confiado. 

ME GUSTA CUANDO CALLAS.

Estás sentada a mi lado, en el sofá de casa, te miro, y observo como tu rostro, gesticulas ante una película que están dando en televisión. Tus labios se comprimen cuando el malo está a punto de atacar a su víctima, o cuando el coche está a punto de saltar en pedazos, agrandas los ojos, como si fuera imposible que aquello fuera a pasar.
Me encanta observarte, todo tu rostro manifiesta quién eres, la mujer perfecta. Aquella, con quién desde mi adolescencia, comencé a soñar, a pesar de llevar una vida diferente de la tuya. Me gusta cuando callas, y estás pendiente de todo cuanto acontece en casa, atenta a todo y a todos, cuando vuelves de la compra y cocinas, cuando limpias la casa y se te nota como la auténtica dueña de todo tu entorno. Me gusta cuando callas, porque sin decir nada, lo dices todo, apaciguas las aguas milagrosamente cuando llega una tormenta, y eso, sin decir nada.
Bendita cualidad la tuya amada mía, no es fácil hacer todo esto callando. Galopas sobre el caballo de la razón sin pisar a nadie, tu corcel, acaricia la hierba allá por donde pasas. Luego cuando nadie te ve, seguro que lloras, dejas que la presión que te oprime, salga de ti como si fuera un manantial nuevo.
Me gusta cuando callas, es así como se conversa, así es como se convence, de esa manera se da ejemplo. Siempre risueña, siempre dispuesta, siempre activa. A menudo me pregunto, y eso que me precio de conocerte, ¿de dónde sacas esa fuerza que a cualquier otra mujer enfurecería?.
Nunca te quejas,  eso esa cualidad, es una de las que más te dignifica. El trabajo, atender a los tuyos, soportar desde hace mucho, las injusticias de la vida. ¡Cómo te envidio hermosa mía!, no sé por qué razón, a veces pierdo los nervios, pero tú sin decir nada, estás ahí, para que la tormenta no se apodere de la playa.
Te amo, hermosa nube placentera, lluvia estival, nieve de las cumbres eternas. Me gusta cuando callas, porque estás como ausente, pero no desprecias el tiempo que te ha sido dado, cada rincón de tu mente, está haciendo planes anticipados, programando las  tareas que se deben hacer. Te pegunto y dices que no, que va, estás equivocado, ¡pero hay tanto que hacer…!, lo cierto es, que si no estuvieras siempre presente, de nuestras vidas, no quedarían ni los cimientos.
Me gusta cuando callas, eso me da la oportunidad de ser más feliz contigo, ver desde mi perspectiva todo cuanto haces ¡es tan grande!, es único, irrepetible, una hermosísima voz que llena todo el espacio, y que sabes que jamás va a haber otra igual. Como el sinsonte, (mimus polyglottos), el pájaro de las cuatrocientas voces, imita con absoluta precisión a todos los demás, sabe hacer el ruido de máquinas, excepto cuando cambia su plumaje.

Es tan hermoso verte en cualquiera de tus labores, que mereces el respeto de todo aquel que pasa por tu lado. ¿Quién puede decir nada malo de ti?, nadie, solo se te puede condenar por desgastarte por todo el mundo, por abrirte a todos, por ayudar a todo el mundo.

Me gustaría ser como tú, el rio que a su paso riega campo y sembrados, que favorece a los niños que necesitan un lugar de juegos en tus meandros, al fin y al cabo, esas aguas se perderán en el mar, tarde temprano.