Esa es una disciplina que no
todos podemos lograr en igual medida. Como en la gimnasia convencional, hay
factores que cuentan. La genética del gimnasta es lo primero, después la
afición por ella, por último el entrenamiento.
En el caso que nos ocupa, la
gimnasia mental debe alimentarse con métodos precisos, estos pueden alimentarse
con un seguimiento voluntario, por parte de la persona que quiere desarrollar
su intelecto.
La lectura, la reflexión, y el
pensamiento profundo son las bases para esa gimnasia. No es demasiado corriente
ver a personas interesadas en este tipo de actividad, es difícil y en ocasiones
harto cansado, pero al final tiende a dar sus frutos.
Es muy importante hacer gimnasia
mental, ellos supone, un ensanchamiento de miras, aprendes el uso de las
palabras, eso significa, que te retraes de usar calificativos, que antes eran
normales, dentro de tu vocabulario. Se aprende a usar las palabras del modo
adecuado, el cerebro las retiene, porque le suenan bien. Luego uno las ejercita,
de manera que su habla se hace atractiva, seductora, limpia.
Seguir un método de conducta, es
lo que luego hay que seguir para que se aplique lo aprendido. De otro modo, las
palabras pueden herir, aunque no lo parezca y nosotros no le demos importancia,
nos distancia de los demás. Nuestra mente dirige nuestras acciones, nuestra
lengua, nos califica o nos descalifica como gimnastas de élite, como
investigador de nuestro propio
comportamiento.
Los animales saben cuando una
palabra está mal dicha, cuando se les regaña, cuando se les impide hace algo
que nosotros no queremos que hagan, ¡cuánto más un ser humano, que piensa,
deduce, y es capaz de sacar conclusiones por la inteligencia que se le ha
concedido!.
Si en el campo de la gimnasia
convencional, hacen falta determinados factores físicos vitales, en la gimnasia
mental no, cualquiera puede, a cualquier edad, formar parte de esos juegos
olímpicos universales. No hace falta más que, llenar nuestra mente de asuntos
que nos unifiquen, sacar nuestro potencial, habiendo hecho el esfuerzo
anticipado, de pulirse, mediante llenar nuestras mentes, con material edificante.
Saborearemos las mieles de la
gloria si lo hacemos así, educaremos nuestro espíritu para no resultar
ofensivos, nos retraeremos de las disputas verbales. Resultaremos ser, personas
buscadas por su buen juicio, por su habla calmada y sabia.
Puede ser, que a muchos, -quizás
una mayoría-, no les interese llevar a
cabo esta labor, es normal, exige de nuestro tiempo, de contar hasta diez antes
de hacer una proclama, o decir una sola palabra, pero vale la pena esforzarse
por hacerlo, nuestra conversación será edificante, dejaremos de lado asuntos
sórdidos, nos haremos grandes atletas de la conversación, se nos buscará para
formar parte del equipo más elitista que
jamás podríamos imaginar.
Y para ello, solo hace falta, que
pongamos de nuestra parte, en el uso y disfrute de una mente bien entrenada.
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