sábado, 16 de febrero de 2013



                         EL SOL SE MUERE.


Cada vez se hace más patente, cada nueva generación de sabios observadores, ven señales inequívocas de que nuestro astro Rey va en declive. Siguiendo el curso del universo, planetas, estrellas, lunas y soles, que se nos antojan distantes, van perdiendo su vigor, unos explotan creando supernovas, otros se fragmentan al entrar en las órbitas de otros astros mayores, con mayor poder de atracción, con más gravedad.
Sin embargo, aquí, en este minúsculo lugar del espacio, nuestra Tierra, seguimos clamando porque haya más justicia, que los prados se conserven tal cual, que los corrompidos, no traten lo que no es de ellos, como simple moneda de cambio.
Quieren acumular, no que no van a poder disfrutar a lo largo de su corta vida. Todo, para asegurarse el poder, para ganarse el respeto que no les corresponde, para que sus amigos, los valoren dependiendo del tesoro que tengan.
Poco o nada  les importa, ser odiados por unos pocos, o por la mayoría, sus riquezas, les confieren una seguridad imaginaria, los blindan –piensan ellos-, del resto de humanos, las fortunas que poseen, los inmunizan contra cualquier enfermedad indeseable.
Así son esos pobres diablos, esclavos de la ostentación, del lujo de lo perecedero, de millones de papeles timbrados  en una fábrica oficial del estado, de meros materiales, armados con motores potentes, que pudren el aire que respiramos, que corren como demonios, perseguidos de otros que corren más y mejor. Eso les complace, pisar a quién tienen a su lado, a quiénes vienen a su rebufo, sonríen con sus almas podridas por el rencor y la envidia, y mientras, no atienden a las alertas, de que el Sol se muere.
Ese gran Sol nos alimenta y da vida a todos, también a esos holgazanes, a esos tramposos criminales, que, aprovechando las luces del bienestar de sus bolsillos, tratan de acapararlo todo, sin pensar en nadie más que en sus barrigas. Tratan con mafiosos, traficantes de armas y de almas, se justifican poniendo cara de pena, haciendo que los que estamos al resol, paguemos todos sus lujos, todos sus vicios.
Por si la justicia los atrapa, tienen preparados mil y un argumentos, y si a la cárcel van a parar, es porque los jueces, son unos corruptos, dicen. Hace unos días, unos ex amigos me vinieron a visitar, mi sorpresa fue mayúscula, el motivo no era otro, que hacerme cambiar de parecer, sobre el futuro que nos espera. “¿Qué piensas hacer con tú vida…?” – preguntó uno de ellos-, contesté con toda la franqueza  posible  “Ya estoy haciendo lo que puedo con ella, procuro vivir en paz conmigo mismo, conservar mi buen nombre, hacer que los que se acuerden de mí, lo hagan con respeto. Eso es todo, no ansío nada más”.
“Tendrías que aspirar a más, por el bien de tú vida, y las de los que te rodean”.  Querían convencerme de que se puede ser mejor, tener esperanza, para después de que me muera. Ellos saben como yo, que el Sol se muere, pero en su afán de darme esperanza, creo que pierden el norte, ese al que todos queremos llegar. Cada cual lo busca a su manera, mira si no a esos bastardos, que aprovechan cualquier resquicio de sombra, para esconderse como ratas, los denuncia el brillo de sus harapos, la peste que su alrededor dejan sus perfumes exclusivos.
Como ratas que son, saben adónde ir a comer, a las grandes iglesia y catedrales, allí les esperan, en asientos preferentes, para que con toda la liturgia que merece, se les de la comunión, y se les exonere de todo lo malo que hacen.  “No está bien esto que has hecho, arrepiéntete y reza, ve con dios”. Ni siquiera merecen la atención de la Iglesia, ellos hacen lo mismo, y nadie les confiesa.
Y al salir a la calle, ni siquiera se percatan, de que el Sol no calienta igual que antes. Vuelven a sus elucubraciones, a sus planes, para ver de qué modo, pueden joder al amigo, hacerlo de manera que, sus acciones se vean recompensadas por dios. Ese dios único, ambiguo y solemne, que los llena de más riquezas, mientras el sol se oscurece. Tocas las fechorías las ven bien, son los maestros del engaño, para eso han estudiado en grandes universidades, para esto han estado años  incubando el desafuero, tienen grandes colecciones de máscaras en sus casas, les sirven, para cambiar su aspecto en cualquier lugar y circunstancia. Las necesitan para transitar por la vida, a menudo se les ve con aspecto circunspecto, otras, cuando no están felices, se las cambian y se ponen alguna de las muchas que tienen, para disimular su miedo, no se pueden permitir que se les vea así.
Y mientras, el Sol va declinando, va cambiando de color, muda sus colores, se siente herido, no puede dejar de salir cada día por el mismo lugar, y ponerse por donde debe, seguro que si tuviera alas, marcharía a otra galaxia a dar su luz, a recuperarse de sus heridas, quizás, hasta se disfrazaría, para que nadie lo echara de menos, para que nadie desafiara su poder en otro lugar. Se encargaría de fulgurar menos, de apagar ese calor necesario para nosotros, ¡qué vergüenza…!, tener que ir por el universo como un embozado, como un malhechor malvado.
Y todo esto, por dar el calor necesario, a unos cuantos humanos desalmados.


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miércoles, 6 de febrero de 2013



                            TOBÍAS EL LABRADOR.


A Tobías no le preocupa el tiempo, cada día va a su campo, haga frío o calor, no importa, tampoco si llueve, sale de su casa, con un gran paraguas que conserva de su padre, lo abre con cuidado y se va camino de su parcela. No es pequeña, dista de su casa tres kilómetros exactos, pero para él, que desde pequeño iba a ayudar a su padre, representa un corto paseo, cuando sale de su casa, tiene los planes hechos, de cuál será la labor para este día.
De modo que… ya lo ves como todos los días, chino chano, con un andar entre vigoroso y cansino, sale de casa con su boina sus alpargatas, y un saco vacío, colgado al hombro, asegurado por la azada que lleva sobre él, a veces he pensado que es de locos salir en invierno de casa, sin un calzado adecuado, tozudos que no aceptan el cambio del tiempo. Él es uno de estos, Tobías dice ser amigo de la tierra, me contaba un día a la vuelta del tajo, que la tierra no castiga a quién la ama.
“Si vieras como responde a los golpes de la azada…, ella, te dice donde quiere ser cavada. En mi parcela, tengo algunos espacios baldíos, hay quién me pregunta el porqué de esos caros. Yo les respondo que la tierra, necesita descansar. Me tratan de loco, pero ¿sabes?, produzco el doble algunos de ellos con el doble de terreno”.
Al final me convence de forma práctica, de que no es necesario tener mucho para poder vivir, solo hay que saber respetar, los medios que tienes a tú alcance. Explotarlos con sabiduría, sin prisas, la tierra no requiere que la tengas. No salen tomates de forma inmediata, cuando emerge de la tierra la semilla que él mismo selecciona, cuida de que a su alrededor, no se críen otras plantas que la devoren, riego y paciencia es lo que necesitan a partir de entonces.
Las manos de Tobías, son azadas naturales, mucho del trabajo que lleva a cabo, lo hace con ellas, acaricia la tierra y va sacando piedras, las usa, para mantener firme el camino de acceso, al entramado de senderos, que recorren la feliz tierra que tiene a su cargo, desmenuzando terrones de barro endurecido, hablando con las plantas, llevándose a la boca de vez en cuando, brotes de hinojo que le refrescan la saliva.
En el rincón de la entrada del campo, la caseta que protege del sol, otros aperos del campo, junto a ella, la balsa de agua, con la que riega cada tarde antes de volver a casa, los tomates, calabacines, pepinos, y otras especies de hortalizas que llenan su despensa. El borrico Zacarías lleva un rato dando vueltas a la noria, con sus orejeras puestas, la cabeza mirando, el circular camino, que no para de recorrer una y otra vez. Sin queja alguna, da vueltas alrededor del corto círculo que hace que el agua salga de las entrañas del pozo artesiano. Las rústicas vasijas de barro duro, cocidas a fuego lento, sueltan a cada vuelta su delicioso tesoro, el agua, la alberca recupera su nivel, Tobías le hace una sonora señal a Zacarías, y este deja de andar.
Acaricia a Zacarías, le saca las orejeras y le da una palmada en el lomo, y un beso en la frente.
“Esta conducta no es propia de una persona cuerda…”, dicen algunos de sus vecinos de labranza, “Claro, como el hombre vive solo…, besa al burro por besar algo”. ¡Cuán equivocados están…!, en casa le espera alguien, siempre entra por la puerta de atrás de la casa, que da a dos calles, Todos en el pueblo la conocen, pero nadie la relaciona con Tobías, cruje la puerta de madera de atrás, da a una acequia, de manera que es casi imposible que la vean, entra en la casa, eso sí, siempre sabiendo que Tobías está en ella.
Con ese fin, Tobías cuando llega a casa, sube al piso de arriba, y cuelga del balcón alguna prenda con pinzas, esta es la señal convenida, para que ella vaya a su casa. Adoración, es una mujer joven, de no más de treinta y cinco años, se la ve una mujer ruda, fuerte, con un carácter más bien dócil, pero a su vez, madura emocionalmente, casada y con dos hijos. Su marido trabaja en una fábrica próxima, es muy buena persona, amable y atento con su familia.
Lo único que no sabe, es que Tobías es su suegro, Adoración jamás fue capaz de decirle que él era su padre. Fue a petición del propio Tobías que ella no le dijo nada, la familia de Blas, esposo de Adoración, tienen desde hace varias generaciones, un frente abierto con Tobías por causa de unas tierras de labranza. Han pasado casi cincuenta años, y el odio hacia Tobías sigue presente, como el primer día.
Tobías mientras, se ha negado desde que tiene las tierras heredadas de sus abuelos, a venderlas, a no ser que sea, para que otros las usen, para plantar y alimentar a otros. Pero esta no es la idea que tiene el padre de Blas, concejal del ayuntamiento está haciendo lo imposible, para que Tobías le venda las tierras a cuatro reales, y hacer en ellas una urbanización.
“De eso nada –dijo en su día Tobías-, tenemos el agua justa para nosotros, y queréis explotar el acuífero para suministrar agua a gentes que vengan aquí a veranear. De eso nada, la tierra es para labrarla, si os proponéis hacer otra cosa, no hay tierras”.
Pero en este tránsito, Adoración y Blas se enamoraron, luego se casaron, aunque él no pudo ir a la boda, estaba feliz al ver a su hija feliz. Una cosa no tiene nada que ver con la otra. De manera, que desde aquel día, se tienen que ver a hurtadillas, como ladrones que actúan en la oscuridad de la noche.
Quizás sea por esta razón que Tobías está tan encariñado con el terreno que posee, la tierra le comprende aunque no hable el idioma de los humanos. Habla a su modo, siendo fructífera y dándole, en este caso a Tobías, todo aquello que necesita. Sin saberlo, por esta determinación suya, de no dejar construir apareadas en sus tierras, es todo un héroe, la gente de manera silenciosa le agradece que haya tomado esta determinación.
Está pagando un precio alto por ello, pero insiste en, que si por alguna razón, un día, su hija se pone en contra de él, lo aceptará. “La tierra es para aquel que cuida ella. No es del que la destruye y la trata como un estorbo en su vida, o quiere aprovecharla para intereses propios”.
Ese es Tobías, así es él, un labrador como ya quedan pocos. Un hombre que demuestra día a día, que venimos de la tierra y a ella volvemos.


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martes, 5 de febrero de 2013



                              LA DROGA QUE ME ENGANCHÓ.


Se me ofreció un día claro de verano, no fui capaz de ver el color que tenía, no sé, pasados tantos años, porqué la probé, quizás fuera, que quería experimentar sensaciones nuevas.
¡Qué curiosos somos los humanos!, a menudo y sin saberlo a veces, nos aventuramos a ensayar con cosas, que pensamos, van a estimular nuestras ganas de vivir. Puede que sea así, y ese sea el motivo, del porqué me vi envuelto en esta espiral, de la que se me haría difícil salir.
En ese momento no tenía motivo alguno, para interesarme en probar, de hecho, ya había experimentado sensaciones difíciles de describir, en ámbitos diferentes, pero… no sé porqué, esa droga me sedujo de tal forma, que desde entonces, no he podido pasar sin ella.
Es una droga que no he podido dominar, desde hace muchos años, me tiene enganchado. Cuando la tomas, causa tal extravío en la persona, que te vuelve medio loco aunque te mantiene sereno. Te hace ver cosas, que jamás imaginaste que existían, te enloquece en la cordura, te serena y ayuda, a verte por dentro, puedes alcanzar a verte transparente, si te pones ante un espejo después de tomarla, te hace transparente, inexistente, algo así como si estuvieras en medio de un país de grandes gigantes.
Pero no puedo evitar tomarla, necesito estas alucinaciones, las ansío, ahora, que ya me estoy acostumbrando a ella, cuando empieza a dejar mi cuerpo la dosis, busco desesperadamente, otra más.
El único consuelo que tengo, es que no tengo que comprarla, me la regalan, sí, puede parecer de locos, pero así es. No tengo que robar para comprar ninguna papelina, ni siquiera salir de casa para buscar a algún camello que me la suministre.
Van listos los traficantes, si dependen de mis pedidos. Sí, la tengo en casa, en cualquier momento puedo echar mano de lo que necesito, vive conmigo, siempre está permanentemente junto a mí. La veo arriba y abajo, cocinando, o bajando a comprar a la tienda de debajo de casa, sube cargada con todo lo necesario para nuestra supervivencia, entonces, cuando descarga las bolsas en la cocina, la tomo en mis brazos y la beso, me chuto con su elixir.
Un escalofrío me recorre la columna vertebral, ¡dioses qué momento…!, que inyección siento dentro de mis carnes, me embriago de su dulzor, de su olor, de su aliento. Os puedo jurar que no hay mejor droga que esta, me inunda el amor por ella, de su cuerpo, emanan todas las combinaciones posibles de cariño, de amor, de franca responsabilidad por mí, ¿qué droga puede ser mejor que esta?.
A menudo, veo por la calle a conocidos, que no saben definir, cuando hablo con ellos, que es lo que sienten por sus esposas, pues bien, cuando me preguntan a mí, les digo francamente, que mi esposa es mi droga. Saben, que no hablo por hablar, cuando nos ven juntos paseando a nuestro perro. Hasta él toma cada día su dosis de cariño de manos de ella, pone su cabeza sobre su regazo, y espera pacientemente, que su cálida mano descanse sobre su cabeza, se duerme de pie junto a ella. ¿No es una droga?, os garantizo que sí, si pudiera hablar, manifestaría, lo mismo que os estoy contando.
No hacen, falta más que drogas de este tipo, para sentirse vivos, para alucinar, o hasta para enloquecer un buen rato. De toda mi vida anterior, tengo recuerdos confusos, no así desde que pruebo su droga, ligera, sana, feliz, desintoxicarse es fácil teniendo a alguien como ella.
Cuando alguien, te transmite estos efectos purificadores, no piensas en el alcohol, en polvos mágicos que te alegren la vida, que te destruyen por dentro, hasta dejarte hecho una piltrafa humana. Yo lo tengo fácil, tengo a quién querer, a quién amar, esto despeja mi mente de cualquier otra alternativa nociva.
Ese es el motivo por el cual no deseo desengancharme de la droga que en ella veo.


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lunes, 4 de febrero de 2013



                                 CUENTOS CHINOS.


-Que caras son las lámparas de bajo consumo oye, van  muy bien y todo lo que tú quieras, pero cuestan una pasta.
-No mujer, que va, las amortizas rápido, además depende de donde las compres, mi marido las ha comprado en los chinos. Tienen de todo, ¿has visto la tienda que han puesto donde estaba el almacén de pinturas?, es una pasada.
-Ha pues no, ¿dónde dices que está?.
-Junto a la pescadería de Juani, en el chaflán de la peluquería Viviana. El sábado pasado fuimos con los niños a pasear por allí, ¡qué pasada chica, tienen de todo lo que te puedas imaginar!, cuando entramos a mirar, los niños se volvieron locos, juguetes ni te cuento, tienen para todos los gustos. Yo me regalé un juego de sartenes que van de coña, y unos escurridores para ensalada y la pasta.
-Pues tendremos que dejarnos caer por allí, porque con lo que ha subido la luz, es cuestión de ahorrar de alguna manera. ¿Tienen cubiertos y platos?.
-Para aburrir, ya te digo que hay de todo, en la cocina tenía la bombilla colgando del porta lámparas ¿recuerdas?. Pues compramos una lámpara de papel maché que venía plegada como un acordeón, es redonda, de color amarillo pálido. Queda de bonita que ni te cuento, me costó cuatro euros con cincuenta, cuando se ensucie, compro otra y a correr.
-¿De dónde sacarán esta gente las cosas a esos precios?. Seguro que tienen a miles de niños trabajando por casi nada, les deben dar un plato de arroz y un trozo de pescado, y a currar, y los padres contentos de no tenerlos que mantener.
-Bueno ya se sabe desde hace tiempo, que hasta las grandes marcas de ropa y accesorios lo fabrican todo allí. A mí me parece bien, dan vida a estas gentes, que antes estaban en la miseria más absoluta, en algún reportaje de televisión lo han enseñado.
-¿Te imaginas a uno de nuestros hijos trabajando allí?. Yo creo que esto, es una forma de esclavitud.
-¡Que esclavitud ni que leches!, lo que pasa, es que tienen una mentalidad y unas costumbres diferentes a las nuestras.
-Vale, pero no me imagino a mi Juanra metido en un sitio de estos infectos, trabajando sin ninguna otra solución, sin ir al colegio, sin tener contacto alguno con el mundo. Que quieres que te diga, solo de pensarlo se me encoje el corazón.
-Eso son cuentos chinos, esta gente están hechos a esto, no sabrían hacer otra cosa, ¿no te das cuenta?.
-Pues no, que quieres que te diga, será que soy anticuada, o demasiado sensible a estos asuntos, ¡con lo fácil que sería que adoptaran un sistema de vida occidental…!.
-Eso sería imposible, son orientales, no puedes poner el mundo boca abajo, nadie puede. Mira, el año que viene, celebran los juegos olímpicos allí, será porque ya ha ido a investigar cómo viven, y como se desarrollan en estas grandes capitales. La gente del comité olímpico no son tontos he…
-Ya, pero están movidos por los intereses políticos y económicos. Estos hombres venderían a su madre con tal de que les nombrara en la primera plana de un periódico.
-¡Ala también tú!. Una cosa es que pillen tajada de esto, y la otra, que fueran capaces vender a su madre, por pura ambición. No creo en esto, a veces lo hemos discutido en casa, viendo el telediario, mi marido dice que la corrupción está extendida como una gangrena, que se extiende hasta donde no sabemos. Yo esto, no me lo creo.
-Lo que pasa, es que desde hace unos años para acá, occidente ha visto como las economías de sus propios países fluctúan de manera tal, que es mejor invertir en maquinaria y medios humanos extranjeros, con el fin de que les salgan las cuentas, nada más, si han encontrado el modo de hacerlo ganando dinero, pues lo hacen.
-Lo que tú digas, pero esto a mí, no me parece que sea la solución. Creo que en el fondo, lo que me cuentas, son cuentos chinos. No ves el factor humano, la gente, no estamos aquí para ser usados y luego desechados como los pañuelos de papel.
-Huy me voy, que tengo que pasar por casa de mi suegra a recoger la comida, me dijo que para hoy me haría pollo rustido, ¡cocina como los ángeles esta mujer!. Yo no tengo tiempo de nada, entre los niños y la casa no me queda tiempo ni para rascarme el cogote. Oye, pagas tú los cafés hoy ¿no?.
-Si claro, no te preocupes. A ver si quedamos, para ir juntas a los chinos, me gustaría ir un día de estos, necesito unas cosas para casa.
-Vale hasta mañana a las nueve, por cierto ¿has visto que mochilas más chulas lleva mi hija?, pues la he comprado en los chinos. Esta gente parece que nos están invadiendo, ja ja ja.
Hace cinco minutos, que ha pasado Pepón con la furgoneta, mirando a la terraza de la cafetería, en primera y mirando a las dos mujeres, al pasar por su lado, ha dado un par de acelerones. Es la señal, para que la vecina, consumista de los bazares chinos, se dé cuenta de que ya está allí, en la tienda de reparaciones de electrodomésticos, cuando suba la persiana metálica, entrará Lucía con el pretexto de que le repare la batidora, le va de primera, pero él va todavía mejor. Se revolcarán un rato, y luego irá a casa de su suegra a recoger la comida, relajada, volverá a casa y se pondrá música de la Pantoja hasta la hora de comer. ¡Tiene tantas cosas que hacer…!


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                             PERLAS Y CORALES.


¡Qué grandes son los océanos, insondables su contenido!. Lleno de luces y sombras, de miles de seres vivos por descubrir todavía, y ahí nos tienes, solo preocupados por la Tierra, por lo que vemos y palpamos.
Incluso dentro del mar somos miopes, meros espectadores sorprendidos, por lo que vemos un poco más profundamente, “¡Mira que corales, ¿has visto esas perlas que esta magníficas ostras construyen dentro de sí?”, eso es lo máximo que alcanzamos a ver.
Dentro, en las profundidades, en los abismos del mar, hay mucho más que ver. Y nosotros preocupados solo, por ver donde es mejor cavar, para dejar la huella de las plataformas de petróleo, de soportes que nos lleven a otro continente atravesando las entrañas de la tierra bajo el mar.
Necios y estúpidos humanos, que no apreciamos esta fuente inigualable de vida, que mientras tanto, matamos sin escrúpulo alguno, a todas las especies que rodean las grandes obras de cemento y acero.
Es inútil la protesta, mientras seamos capaces de ver algún que otro coral, y recrear la vista con los collares que portan las grandes señoras, alrededor de su cuello, ya estamos contentos, eso nos consuela.
“Todavía hay vida en el mar, aún quedan tiburones, las ballenas siguen sus acostumbradas migraciones, hay miles de ellas”. Si es cierto, todavía quedan especies vivas, pero la intención, en la conciencia de muchos, es acabar con ellas.
No son los corales y las perlas lo único que hay en el mar, hay animales inclasificables, ¿porqué no se les deja vivir en paz?. Con otras muchas especies terrestres se ha hecho lo mismo, llevados por la codicia o el sport, cientos de miles de animales, caen cada año bajo la garra del hombre.
No pueden protestar, el fuego y la falta de árboles, les obligan a emigrar, a superarse a sí mismos, a adquirir hábitos fuera de lo normal. Entonces llega otra clase diferente de hombres, los sesudos estudiosos, concluyen que determinados animales son carnívoros, mientras que hasta entonces, se sabía de ellos, que solo comían raíces y plantas.
Y así pues, vamos “evolucionando”, la ley del más apto, ¡pobres ignorantes…!, desde muchos foros se protesta, se hacen escritos para que sean consensuados por terceros, pero mientras, los animales mueren y se matan, sin solución alguna.
En el mar mientras tanto, superpetroleros, barcos mercantes, cruceros de vacaciones, siguen arrojando al mar sus desperdicios, miles de especies cambian sus rutas de migración, otros mueren con la señal de las hélices sobre su cuerpo,  “Es inevitable, además el mar es muy grande…”. Malditos sean mil veces los que así piensan, a régimen de plantas tendrían que estar el resto de sus días. Comiendo raíces de bajo tierra tendrían que estar, cavando con sus propias manos, quizás entonces respetarían, lo que para todos es un tesoro.
Corales y perlas, riquezas que también están a punto de desaparecer, por culpa nuestra.


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                         ESE FRÁGIL CUERPO.


Delgado pero poderoso, fino como el venablo de un cazador, nervioso como la cuerda tensada del arco que me protege de todo enemigo.
Así eres tú, frágil pero atenta a cualquier contratiempo, delgada por ser la mujer de un pobre lastre, que solo sabe que seguir vivo, gracias a esa personalidad poderosamente armada.
Como el mejor soldado, vestida sencillamente con esas armas, lo puedes todo.
Palas Atenea eres para mí, a tú lado nada temo, la diosa de la guerra, la que bendice a los soldados que marchan de conquista.
¡Me gustaría tanto ser Ares para acompañarte en tus logros!, sí, en las batallas que libras por mí, en las guerras que a pesar de sembrar destrucción, traen tras de sí, la renovación, la nueva hierba verde que todos necesitan para vivir.
Te envidia hasta el mismísimo sol, él se limita a calentar nuestra vida, pero tú… tú hermosa mía, alimentas las ansias de vivir de todo lo que te rodea. Demasiada tarea para una sola mujer, pero siendo como eres diosa, lo que te propones lo haces, no hay para ti, nada imposible.
Eres el perdón implacable para los cobardes y fríos ausentes de la vida, todo ello sin quererlo, y es gracias a tu bondad, a tu gracia y misericordia, que anuncian en el cielo las relucientes tormentas de la dulce lluvia.
¡Cuánta paciencia y cariño derrochas conmigo!, inigualable cualidad esa tuya, convences con cada gesto tuyo, y con tú mirada, esa que parece superficial y fácil, traes la paz a este corazón henchido de gozo, por tenerte a mi lado.
Te pertenezco, y siempre estoy en deuda contigo, una deuda que jamás podré saldar, que siempre tiene debes, en mi página de cuentas.
Me alegro de que así sea, prefiero ser deudor de tú amor que de cualquier banco, nadie podría  entender el porqué de este esquema. Nadie salvo nosotros, sabe cómo nos sentimos, cuando nuestros corazones laten juntos.
Este cuerpo tuyo, frágil pero intenso, lleno de amor y cariño hacia todos, hace que se tú figura se multiplique, como si estuviera en una sala de espejos, llena todos los espacios, se cuela entre las sombras, rellena todas las ranuras.
Tengo el honor de estar junto a ti, participar de todos tus momentos, a veces quisiera huir de cualquier otra compañía, con tal de estar en esos momentos, contigo a solas.
Decirte al oído lo grande que eres para mí, lo mucho que significa estar a tú lado, el riesgo que sería capaz de correr por ti, con solo una palabra tuya. Diosa Ares, eres mi único amparo cierto, frágil cuerpo mío, gran figura, escondite seguro para todos los males, te amo.


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sábado, 2 de febrero de 2013



                     TUS OJOS NO ENGAÑAN.


Son la lámpara de mi camino, cuando estoy cerca de ellos, me siento el más afortunado de los mortales.
Cálidos, profundos y entregados los siento. Son la distancia entre el cielo y la tierra lo que en ellos veo.
Azarosos, trabajadores, ufanos son, el principio de la sabiduría que tanto he ambicionado.
Estoy más que enamorado de ellos, tengo razón para ello, no podría ser de otro modo, hasta siento cuando me acerco a ti, que suspiran, y eso me adormece, como cuando en los brazos de mi madre estaba, cuando era pequeño.
¡Qué dulce sensación, que desespero!, a todas horas estaría copiando todo cuanto ven, ¡es tan grande la ilusión que tienen por estar vivos!, cuéntame de una vez por todas, que fuerza usas para que cuando me miras, quebrantes todos mis huesos.
En que espejo te miras, para logar ese brillo especial que conservan. Dios como te quiero, no es solo por tus ojos, eso de sobra lo sabes, pero es que ellos denuncian lo que eres, todo para mí.
Encerrados en este lindísimo cuerpo tuyo, pesan más que todo el oro del mundo, lo más valioso, no tiene el color del dinero, no tienen precio esos ojos tuyos, tampoco aquello que miran sea lo que sea, o a quienquiera que sea.
Veo en ellos, a todas las estrellas el cielo, ¿para qué quiero por tanto, salir por la noche al balcón para contemplar el cielo?. Tú eres mi cielo, abrazarte y contemplar estos ojos tuyos, es viajar  por el cosmos.
Amada esposa mía, tus ojos representan para mí, aquello a lo único que se puede ansiar llegar, a un corazón puro, cargado de esperanza y objetivos por cumplir. Déjame ser tú acompañante en ese largo viaje, y cuando por las noches, llenas de sueños malos, siga a tú lado, mi vida seguirá siendo dichosa.
Cuando sujetes mi cuerpo en medio del espasmo, trataré de sentir esos ojos llenos de encanto.



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                         LAS SEÑORAS PRIMERO…


“Este chico promete hija mía, no vas a encontrar mejor persona. Bien hablado, trabajador simpático, y atento contigo. Eso es lo que más me gusta de él, el mimo con que te trata, ha sido conocerlo y ya se ha metido a toda la familia en el bolsillo, si lo has traído para que te de mi bendición, la tienes”.
Este es Ramón el padre de Alba, ella, después de ver, cómo Alberto ha insistido durante meses en cortejarla e ir tras ella, le propuso ir a visitar a su familia, él aceptó sin ningún género de dudas. Cuando ese domingo llamaron a la puerta de la casa familiar, y aparecieron los dos cogidos de la mano, a  Ramón y Paula, se les dibujó una sonrisa, que no abandonaron hasta que la pareja marchó a media tarde.
Ahora ya es lunes, la pareja salió a divertirse, o a celebrar la buena acogida que Alberto ha tenido en casa de Alba, eso es algo que casi siempre queda en secreto, a los jóvenes como ellos, no les hace falta nada en la vida, que sirva de pretexto para improvisar un contacto sexual. Están acostumbrados a los aseos de discotecas, a los asientos traseros de un coche, o cualquier otro lugar, que les dé un mínimo de intimidad. Ramón está en el comedor leyendo el periódico mientas el televisor está en la primera cadena, noticias 24 horas, intercambia la lectura con la visión de las noticias que le interesan.
Alba sale arreglada de su habitación, ya se ha duchado y vestido, se toma una naranjada envasada del frigo y coge unas galletas camino de la puerta. “Buenos días papá, me voy a la universidad, Alberto me recoge ahora mismo, hasta luego”.  “Hasta luego hija”.
Paula su esposa, está sentada en  la cama, chutándose la insulina que corresponde, nunca le ha gustado hacerlo delante de nadie, es una mujer de mucho carácter, muy suya para estas cosas, entretanto se escucha la puerta de la habitación de al lado, se trata de Franki, así lo conocen sus amigos, un joven de diecisiete años, alto, de casi metro noventa, juega al baloncesto del equipo del colegio, vive para y por el deporte, siempre lleva consigo, una gran bolsa deportiva, donde debe llevar todas las cosas necesarias para el estudio y el deporte.
Como su hermana, da los buenos días y le pide a su padre veinte euros, es lo que le da cada semana para sus gastos.  “Usa bien el dinero Franki, que cuesta mucho ganarlos”. Como siempre dice que sí, que no se preocupe, pero cuando su madre entra a media mañana a arreglar la habitación, huele a hierva que apesta, ni se preocupa de abrir la ventana, sabe que solo su madre entra en el cuarto.
Así es esta familia a grandes rasgos, un pensionista con una buena paga que no debe preocuparse por pagar hipoteca, hace años que está pagada, Ramón fue capataz en una imprenta durante muchos años, el premio a su trabajo –cuarenta años-, lo veía ahora, lo que en un tiempo fueron sacrificios y sufrimientos, ahora se veía recompensado, en ver crecer a sus hijos como buenas personas, ejemplares en cierta manera, si los comparas con los jóvenes que van por ahí desocupados, dependiendo de los padres para todo, sin tener el menor atisbo de ser malos hijos.
Alba se ha quedado embarazada, no sabe cómo, pero es fácil adivinar de qué manera sucedió esto. Alberto hace bastante tiempo que no se acerca a casa de sus “suegros”, parece sentirse culpable de esta catástrofe, lo cierto es que lo es, hasta cierto punto. Alba que está de de dieciséis semanas, ha tratado de convencerlo para que vaya a hablar con sus padres. Se encuentra deprimida, ha tenido que dejar la universidad, por causa de los mareos y vómitos continuos, consecuencia directa de estar embarazada.
Paula su madre, está muy afectada por ello, pero la consuela y la mima en lo posible, cuando una mujer está en esta situación, lo que menos necesita, son gritos y reproches. Por su parte, Ramón le insiste, de que quiere hablar con Alberto  “Ya que ha sido capaz de esto, que por lo menos de la cara”. Su hija asiente con la cabeza, pero un instante después, llora como cuando era niña.  “Volveré a hablar con él papá, el caso es, que mis amigas dicen, que parece que se lo haya tragado la tierra, no aparece por la universidad”.
“Pues entonces, será mejor que vaya a ver a sus padres y que hable con ellos del asunto. Esta criatura no va a criarse sin padre, eso te lo aseguro yo”. Cuando logra la dirección de los padres de Alberto, llama antes por teléfono, se identifica y les pide hablar con ellos.  “Oiga señor Ramón, le juro que ésta es la primera noticia que tenemos al respecto, pero si su hija está segura de que mi Alberto es el responsable, ya está usted tardando en venir a hablar con nosotros”.  “¿Cómo que si está segura, cree usted que mi hija se acuesta con cualquier hombre?, esto que acaba de decir, me ofende señor Daniel”.
El martes se encuentran en su casa, es un chalé, en una urbanización de gente acomodada, a las afueras de la ciudad. Cuando Ramón aparca su coche, Daniel ya lo está esperando con la puerta exterior abierta.  “Buenos días, ¿qué tal está usted?”.  “Pues ya ve, de salud gracias a dios bien, pero por dentro estoy hecho polvo”.  “Es comprensible, pase usted por favor, mi esposa nos espera dentro”. Sin cruzar una palabra más, atraviesan el jardín, una gran parcela de terreno de no menos de mil metros. “Le presento a mi esposa, Eva”.  “Un placer señora, tienen ustedes una casa preciosa”.  “Gracias –contesta ella, el fruto de todo nuestro trabajo durante años señor Ramón”.  “Bueno, miren ustedes, les visito porque desde hace unos meses, no sabemos nada de su hijo, mi hija lo llama por teléfono y no contesta, le envía mensajes sin recibir respuesta alguna, y mi hija va engordando cada día más, ya saben… esto la tiene preocupada…”.  “Nuestro hijo no está en el país, está estudiando en una universidad francesa, quizás esa sea la causa”.  “¿La causa de qué señora Eva?”.  “Pues de que no le conteste, está muy centrado en sus estudios superiores, estudiar en La Sorbona de Paris absorbe mucho tiempo. Le aseguro que no es nada fácil, -mientras, acaricia al Pomerania que tiene sobre su regazo”.
Ramón piensa que no va a ser nada fácil solucionar este asunto, los padres de Alberto son cómplices de todo este asunto, está claro para él.
“¿Qué les parece a ustedes que debe hacerse, dejar que la criatura nazca sin que su padre esté presente?”.  “No en absoluto –es Daniel quien habla ahora-, lo que quiere decirle mi mujer, es que, mientras está estudiando allí, poco se puede hacer para cambiar esta situación. Alberto está alojado en el campus, solo tiene cuatro semanas de vacaciones, está atado de pies y manos y como usted comprenderá, no vamos a pedirle que abandone los estudios allí para asistir al parto. Seamos sinceros señor Ramón, un parto, que a su hija se le antoja, que es fruto de una relación sexual con mi hijo”.  “Le dije el otro día por teléfono, que me ofendía que me dijera esto, y ahora me lo repite., puestos a ser sinceros les voy a decir lo que pienso, ustedes lo han enviado allí para deshacerse del paquete, le digo lo que pienso, no está estudiando en la Sorbona de Paris ni nada por el estilo, le han pagado unas vacaciones, para que esté lejos del lío en el que se ha metido. Seguro que cuando ustedes se enteraron del tema, se cabrearon con él, le gritaron y todo eso…, pero la cobardía del compromiso les pudo, a él y a ustedes. Pero… me aseguraré de que esta criatura tenga el padre que merece, y en la medida de lo posible, probaré que su hijo Alberto es el padre, aunque sea lo último que haga en la vida. Buenos días”.
Cuando vieron que Ramón se alejaba, Alberto bajó la escalera de la casa.  “¿Qué debo hacer papá, como soluciono esto?”.  “¿Qué cómo lo solucionas… cuando has solucionado algo?, lo único que traes a esta casa son problemas, nosotros no tenemos porqué estar siempre detrás de ti”.  “Bueno, deja ya al chico Dani, de momento ya está pasado el primer chaparrón, ahora hay que esperar, haber que pasa cuando nazca el crío”.  “¿Oyes a tú madre?, ya está superado el primer obstáculo, así ve ella las cosas. Punto y aparte, pues te voy a decir una cosa, este asunto va a ser punto y seguido, este hombre va a por todas, y en este sentido le doy la razón, yo haría lo mismo en su lugar”.  “Mira quién habla… el mismo que hace diez años me convenció para que abortara, mira que eres hipócrita, fariseo”. A Daniel le ponía de los nervios que lo llamara fariseo, esa palabra lo hacía reaccionar, le enfurecía, y ella lo sabía.
El parto fue genial, duró en total tres horas, aun siendo primeriza, Alba se portó como una auténtica leona a la hora de parir. El nacimiento de Arnau fue de lo más hermoso, como él mismo, rubio, con unos ojos azules divinos, y grande, pesó al nacer, tres kilos seiscientos gramos, la abuela no paraba de llorar, y el abuelo, nervioso durante los primeros tres o cuatro días, no dejó que estuviera en la cuna más que cuando acababa de mamar de la madre. El resto del tiempo, pasaba de los brazos de uno a los brazos del otro, los abuelos estaban encantados con Arnau. Franki se presentó en el hospital al segundo día del parto, su padre no lo dejó entrar en la habitación del hospital, le acompañaban dos amigos, estaban los tres fumados, el olor a marihuana tiraba de espaldas.
“De manera que ¿no  puedo entrar a felicitar a mi hermana?, pues vaya mierda”.  “De ninguna manera, seguramente mañana le dan el alta, todo  ha ido como la seda, ya la felicitarás mañana, y nada de traer a casa a esta gente ¿vale?, venga vuelve a tus quehaceres. Esta noche te quiero en casa pronto, no te escaquees como siempre”. Su cabeza mientras tanto, no para de darle vueltas al asunto del padre de Arnau, en un momento u otro, lo pillaría por banda, entonces le pondría las peras a cuarto.
Al hospital llegó no poca familia, estaban todos felices de ver, que se incorporaba un nuevo miembro a ella. Tíos, cuñados  y sobrinos, visitaron a la parturienta, Ramón se cuidaba de que se respetara la tranquilidad necesaria para la madre, por supuesto que cuando era la hora de mamar, todo el mundo salía fuera, la hora de la comida era sagrada.
Salen del hospital, Ramón aparca en la puerta, de refilón ve a Alberto, o eso le parece a él, está al lado del quiosco de prensa que hay en la entrada del hospital, ojea una revista, pero Ramón se da cuenta, de que la está ojeando sin ningún interés. Está pendiente de la puerta, observando a todo el que sale del hospital, Ramón está a punto de salir del coche y soltarle un buen sermón, -va, no es hora de eso ahora… ya lo pillaré por banda-. Por la noche el teléfono móvil no para de sonar,  Alba mira los WhatsSapp que le llegan, deja el móvil con cara seria sobre la mesilla, Ramón intuye que los mensajes son de Alberto, de otro modo Alba contestaría como viene haciéndolo todo el día, hablando con amigos de la facultad y hasta con su profesor de ciencias de la información, un hombre que al parecer, es atento con sus estudiantes. Ramón le ha preguntado quién ha llamado, Alba le contesta, que ha sido un profesor de la universidad, un hombre como hay pocos.  “¡Si vieras como trata a los alumnos…!, ese hombre es un tesoro, no es un niñato como Alberto, es todo un hombre”.
“Bueno hija, ahora a descansar, que has tenido un par de días movidos. Nosotros nos ocuparemos de controlar las visitas, por lo menos durante la primera semana, luego ya estarás un poco más fuerte, para volver poco a poco a la vida normal. Felicidades hija, has demostrado ser una mujer muy fuerte, estamos orgullosos de ti”. El estímulo siempre viene bien cuando estás en una situación difícil, los padres deben estar atentos a este detalle, Ramón lo sabe por experiencia, el estímulo siempre se tiene que saber combinar con la disciplina, necesaria también, para el buen desarrollo emocional de los jóvenes.
Todo el tiempo mal empleado cuando son pequeños, se refleja luego, cuando son mayores. No es cuestión de emplear muchas horas, es estar con ellos, empleando tiempo de calidad.
Ramón y Paula habían hablado tiempo atrás de este asunto, pero estaban a destiempo, habían corrido demasiadas lunas, para querer enderezar el entuerto con el que se encontraban ahora.  “Nunca debimos permitir que tan jóvenes fueran donde quisieran sin saber siquiera donde estaban –esto es lo que decía Paula-, es nuestro deber protegerlos aunque ellos lo  interpretaran como puro control”.  “Cierto, pero ahora no podemos echar el reloj atrás,  hay que asumir las consecuencias de nuestros errores”.
De pronto una tarde, se presentó Alberto en casa, quería conocer al niño.  Le abrió la puerta Alba, sus padres salieron a un centro comercial para hacer las compras de la semana.  “Vengo a conocer a mí hijo…”.  “Tú estás delirando, aquí no vive ningún hijo tuyo, aquí está mi hijo, no te confundas, de manera que ya estás saliendo por esta puerta”. Le cerró la puerta en las narices, hizo bien, vista la actitud con la que venía. Cuando llegaron sus padres la encontraron llorando, Arnau también captó la señal y se puso a llorar desconsoladamente, mientras que Ramón descargaba el coche con las bolsas de Caprabo, Paula consolaba alternativamente a madre e hijo, ya tiene siete meses Arnau, la intimidad que lo une a su madre, se ve reflejada en estas cosas.
“Voy a ir a esa casa y me encararé con él, ¡ya está bien de esta historia hombre…!”.  “No papá, déjalo correr, no creo que sea capaz de volver a venir por aquí, por favor, hazlo por nosotros, a mamá tampoco le convienen estos líos”. Convencido pero nervioso, cuando salió a la calle para llevar el coche al garaje, miró por todas partes para ver si podía localizar a aquel sinvergüenza, pero no tuvo éxito.
Tuvieron que pasar dos semanas más, cuando Alba tenía una cita con el pediatra, que apareció de nuevo Alberto, al doblar una esquina de la calle camino del centro de salud, se puso a su altura y caminó unos metros con ella  “Quiero conocer a mi hijo, ¿te enteras?, para y déjamelo ver o te mato aquí mismo”. Alba se queda paralizada al oír esto, efectivamente, Alberto lleva en la mano una navaja de doble hoja, ahora sabe que no está bromeando, tiene los ojos encendidos por la cólera, el rostro completamente inflamado. Alba piensa, que debe haber tomado alguna droga, aparta el carrito de Arnau hacia un lado, y cuando se vuelve, siente un escozor en el vientre, abre los ojos sobremanera, y poco a poco se desliza pared abajo, hasta que queda en el suelo como un monigote con los ojos abiertos y la cabeza ladeada. Antes de expirar oye decir a Alberto  “Las señoras primero…”.


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