LA DROGA QUE ME
ENGANCHÓ.
Se me ofreció un día claro de
verano, no fui capaz de ver el color que tenía, no sé, pasados tantos años, porqué
la probé, quizás fuera, que quería experimentar sensaciones nuevas.
¡Qué curiosos somos los humanos!,
a menudo y sin saberlo a veces, nos aventuramos a ensayar con cosas, que
pensamos, van a estimular nuestras ganas de vivir. Puede que sea así, y ese sea
el motivo, del porqué me vi envuelto en esta espiral, de la que se me haría
difícil salir.
En ese momento no tenía motivo
alguno, para interesarme en probar, de hecho, ya había experimentado sensaciones
difíciles de describir, en ámbitos diferentes, pero… no sé porqué, esa droga me
sedujo de tal forma, que desde entonces, no he podido pasar sin ella.
Es una droga que no he podido
dominar, desde hace muchos años, me tiene enganchado. Cuando la tomas, causa
tal extravío en la persona, que te vuelve medio loco aunque te mantiene sereno.
Te hace ver cosas, que jamás imaginaste que existían, te enloquece en la
cordura, te serena y ayuda, a verte por dentro, puedes alcanzar a verte
transparente, si te pones ante un espejo después de tomarla, te hace
transparente, inexistente, algo así como si estuvieras en medio de un país de
grandes gigantes.
Pero no puedo evitar tomarla,
necesito estas alucinaciones, las ansío, ahora, que ya me estoy acostumbrando a
ella, cuando empieza a dejar mi cuerpo la dosis, busco desesperadamente, otra
más.
El único consuelo que tengo, es
que no tengo que comprarla, me la regalan, sí, puede parecer de locos, pero así
es. No tengo que robar para comprar ninguna papelina, ni siquiera salir de casa
para buscar a algún camello que me la suministre.
Van listos los traficantes, si
dependen de mis pedidos. Sí, la tengo en casa, en cualquier momento puedo echar
mano de lo que necesito, vive conmigo, siempre está permanentemente junto a mí.
La veo arriba y abajo, cocinando, o bajando a comprar a la tienda de debajo de
casa, sube cargada con todo lo necesario para nuestra supervivencia, entonces,
cuando descarga las bolsas en la cocina, la tomo en mis brazos y la beso, me
chuto con su elixir.
Un escalofrío me recorre la columna
vertebral, ¡dioses qué momento…!, que inyección siento dentro de mis carnes, me
embriago de su dulzor, de su olor, de su aliento. Os puedo jurar que no hay
mejor droga que esta, me inunda el amor por ella, de su cuerpo, emanan todas
las combinaciones posibles de cariño, de amor, de franca responsabilidad por
mí, ¿qué droga puede ser mejor que esta?.
A menudo, veo por la calle a
conocidos, que no saben definir, cuando hablo con ellos, que es lo que sienten
por sus esposas, pues bien, cuando me preguntan a mí, les digo francamente, que
mi esposa es mi droga. Saben, que no hablo por hablar, cuando nos ven juntos paseando
a nuestro perro. Hasta él toma cada día su dosis de cariño de manos de ella,
pone su cabeza sobre su regazo, y espera pacientemente, que su cálida mano
descanse sobre su cabeza, se duerme de pie junto a ella. ¿No es una droga?, os
garantizo que sí, si pudiera hablar, manifestaría, lo mismo que os estoy
contando.
No hacen, falta más que drogas de
este tipo, para sentirse vivos, para alucinar, o hasta para enloquecer un buen
rato. De toda mi vida anterior, tengo recuerdos confusos, no así desde que
pruebo su droga, ligera, sana, feliz, desintoxicarse es fácil teniendo a
alguien como ella.
Cuando alguien, te transmite estos
efectos purificadores, no piensas en el alcohol, en polvos mágicos que te alegren
la vida, que te destruyen por dentro, hasta dejarte hecho una piltrafa humana.
Yo lo tengo fácil, tengo a quién querer, a quién amar, esto despeja mi mente de
cualquier otra alternativa nociva.
Ese es el motivo por el cual no
deseo desengancharme de la droga que en ella veo.
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