TUS OJOS NO ENGAÑAN.
Son la lámpara de mi camino,
cuando estoy cerca de ellos, me siento el más afortunado de los mortales.
Cálidos, profundos y entregados
los siento. Son la distancia entre el cielo y la tierra lo que en ellos veo.
Azarosos, trabajadores, ufanos son,
el principio de la sabiduría que tanto he ambicionado.
Estoy más que enamorado de ellos,
tengo razón para ello, no podría ser de otro modo, hasta siento cuando me
acerco a ti, que suspiran, y eso me adormece, como cuando en los brazos de mi
madre estaba, cuando era pequeño.
¡Qué dulce sensación, que
desespero!, a todas horas estaría copiando todo cuanto ven, ¡es tan grande la
ilusión que tienen por estar vivos!, cuéntame de una vez por todas, que fuerza
usas para que cuando me miras, quebrantes todos mis huesos.
En que espejo te miras, para
logar ese brillo especial que conservan. Dios como te quiero, no es solo por
tus ojos, eso de sobra lo sabes, pero es que ellos denuncian lo que eres, todo
para mí.
Encerrados en este lindísimo
cuerpo tuyo, pesan más que todo el oro del mundo, lo más valioso, no tiene el color
del dinero, no tienen precio esos ojos tuyos, tampoco aquello que miran sea lo
que sea, o a quienquiera que sea.
Veo en ellos, a todas las
estrellas el cielo, ¿para qué quiero por tanto, salir por la noche al balcón para
contemplar el cielo?. Tú eres mi cielo, abrazarte y contemplar estos ojos tuyos,
es viajar por el cosmos.
Amada esposa mía, tus ojos representan
para mí, aquello a lo único que se puede ansiar llegar, a un corazón puro,
cargado de esperanza y objetivos por cumplir. Déjame ser tú acompañante en ese
largo viaje, y cuando por las noches, llenas de sueños malos, siga a tú lado,
mi vida seguirá siendo dichosa.
Cuando sujetes mi cuerpo en medio
del espasmo, trataré de sentir esos ojos llenos de encanto.
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