martes, 6 de diciembre de 2016

                                            DEDICADO A LOS SIN NOMBRE

Quisieran pero ya no tienen nombre, si acaso una lápida los recuerda, y a los que por allí pasean y ven en las lápidas nombres vistosos o singulares, les dedican una breve mirada de soslayo. El lugar donde están reposando, quizás llame la atención de alguien que les recuerda sus apellidos y hasta sin saberlo, quizás lleven los apellidos de los paseantes.
No debería llenarnos de tristeza el hacer estas averiguaciones, algún día, cuando ocupen un lugar en esta ciudad, los vivos reflexionarán sobre el significado de la vida. La muerte no es más que eso, dejar de existir, cesar en toda actividad que hasta ahora, hace relativamente poco tiempo, ellos estaban en el otro lado, viendo como otros paseantes los admiran y hasta hablan de ellos. La misma razón que lleva a la tumba a los muertos, son los que los traen a la vida.
No hay razón para pensar de modo diferente, todos somos polvo y al polvo volvemos, sí, la muerte es triste, pero el nacimiento de un ser vivo es exactamente lo mismo, después de un periodo de tiempo, después de encajar el nacimiento de un nuevo ser, todo continua igual que siempre. Lo mismo que la vida nadie la tiene comprada, la muerte es exactamente igual.
Alegría por un lado, el nacimiento de una criatura, la muerte de alguien querido, nos ayuda a reflexionar sobre lo que podríamos haber hecho por el finado. Mientras estamos vivos tenemos nombre y apellidos, las lápidas solo nos dicen en la mayoría de los casos, que en un tiempo aquella persona desaparecida, también tuvo un espacio dentro del mundo y que en muchos casos hizo felices a muchos. Siguen teniendo un nombre porque existen en nuestros corazones, sea para bien o para mal.
Lamentamos que hayan muerto de determinada forma, pero sin quererlo, han dejado una huella profunda en nuestra ánima. No los recordemos solo cuando llega su día, el día de todos los santos, se merecen ser recordados porque gracias a ellos estamos nosotros aquí, ahora, por mucho que tengamos cosas que decir de ellos.
Aunque están separados por lápidas de piedra o mausoleos, esperan en silencio ser recordados por todos nosotros.

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