¿DESDE CUANDO DICES
QUE TE PASA ESTO?
-Te lo confío a ti por la amistad
que nos une… pero desde que llegó Amanda a este mundo más o menos.
-¡Joder tío pero si Amanda tiene ya
tres años!
-Pues sí, ya ves, más o menos desde
entonces, ¡que jodida vida esta…!
-¿Pero en concreto cual es el
problema…? Porque no me entero de nada hasta ahora, habla joder de una vez,
bueno, si me lo quieres contar claro.
-Que se ha roto la química que
teníamos…, me doy cuenta de que me está cambiando la vida. A lo mejor soy yo el
culpable no sé, pero tío, desde que está creciendo Amanda, y tú sabes por
experiencia propia que los niños crecen a toda mecha, mi mujer pasa de mí
mucho, que digo mucho, demasiado.
-Va eso es normal, cuando una
persona llega a ser madre los sentimientos se trastocan un poco.
-Vamos hombre no me digas eso por
favor, entiendo que una criatura te cambie la vida, los sentimientos y las
emociones se modifican, afortunadamente para bien de toda la familia.
-¡Venga ya hombre! Ya ha salido el
filósofo, los críos pequeños necesitan más a la madre que al padre, hasta aquí
todo bien. Le tiene que dar el pecho cada determinado tiempo, bueno y me dejo
por el camino alguna otra necesidad que es preciso que ella cumpla, y que yo no
puedo rellenar este vacío, es un trabajo exclusivamente de la madre.
-Bueno esto también depende del
grado de implicación que tú te autoimpongas. Tener a tu hija en brazos cuando
llegas del trabajo, colaborar en mil labores que tienes el privilegio de compartir
con ella.
-Sí supongo que esto es lo normal,
lo que se exige de ambos progenitores. No creas que a mí me gusta un montón
tenerla en mi regazo y mimarla, ayudarla a que comience a decir cosas que son
propias de ese primitivo lenguaje que todos tienen.
-Pues ves, ya tienes motivos de
gozo, del disfrute de tú querida Amanda.
-Sí pero no me jodas, que a los
tres años, tenga que dormir con nosotros, no me hace gracia que quieres que te
diga. Tú ya sabes que soy persona de moverme bastante cundo duermo, ¡coño como
todo el mundo gesticulo, me cambio de lado, me levanto a mear como todo hijo de
vecino…! ¡Ha pues no! No te muevas tanto que vas a despertar a la niña, ponte
más para allá que ocupas toda la cama. ¡Imagínate tío… la cama que tiene un
metro cincuenta por dos metros…! ¿No es demencial?
-Y ahora ¿sigue el tema igual?
-Peor, la pitufina con el tiempo,
está conquistando los espacios que deberían ser de los tres. No sé qué hacer, hemos
discutido del tema pacíficamente cientos de veces, pues nada figura, la cosa va
a peor. Para la fiesta de cumpleaños de Amanda, el tercer año que cumplía, cacé
a mi suegra con mi mujer en la cocina hablando de sus cosas, miento, de
nuestras cosas. ¿Sabes que le estaba diciendo mi suegra a mi Rosa…? Vas a
flipar, que con un poco de tiempo, fuera preparando el camino para que yo
ocupara la habitación de Amanda. Le dices que la has llevado al médico y que te
ha dicho, que la niña es propensa a tener problemas respiratorios si no dormía
con el suficiente espacio, que tenía que estar vigilada mañana, tarde y noche
por alguien. ¿Quién mejor que su madre para controlarla? Hazle entender que él
no podría satisfacer esta necesidad, nada, que lo mejor era que se mudara a la
otra habitación, la que debiera haber sido para Amanda, así que ya me ves
mudándome a una habitación con el techo lleno de estrellitas del cielo, muebles
lacados en blanco y rosa, en una cama de ochenta de ancho por metro veinte de
largo.
-¡Hostia tío que fuerte…! Yo esto
no lo aguantaría por la madre que me parió.
-Pues ya ves; algunas noches me
asomo a mi antigua habitación y ahí están las dos, Amanda espatarrada como un
osezno sonriendo, yo hasta creo, que se han puesto de acuerdo las dos, para echarme
de mi espacio. Soy un calzonazos, lo reconozco, no pueden haberse puesto de
acuerdo, ¡Amanda tiene tres años tío…!
-Oye, y si no es indiscreción en el
tema del sexo ¿cómo te lo montas?
-Bufff, esto es lo peor, para
encontrar el momento es más que complicado, mes y medio llevo sin clavarla, y
yo creo que ella tendrá las mismas necesidades que yo, más o menos. Pues nada,
lo que antes eran carantoñas y mimos propios de una pareja joven, han pasado a
la historia. Por favor esto es una confidencia que te hago, queda entre tú y
yo, pero no voy a tardar en tener una conversación larga y tendida sobre este
problema. Ya no el asunto sexual, que mira… esto puede plantearse de una forma
pacífica.
-Sí, pero has de reconocer que en
conjunto esto es demencial, como no hagas algo y pronto, a medida que pase el
tiempo… ya veo a Amanda mandándote hacer cualquier cosa que se le ocurra.
-Ya lo hace ¿qué te crees?
-¿Qué me dices tío y eso…?
-Pues muy fácil, cuando llego a
casa y se le ocurre a la niña ver un programa determinado de tele o sentarse en
mi sofá, me mira y luego mira a su madre…, ya estoy listo. Que si a la niña la voy a traumatizar, que a los niños
hay que darles la razón para que desarrollen sus cualidades… cosas por el
estilo. Lo peor es que yo creo, que lo hace para tocarme los huevos, si tú
ríete si quieres pero los niños son unos tiranos, lo que yo te diga, y si
encima va la madre y le ríe la gracia ya tienes el lote de putadas completas
que un hijo puede llegar a hacerte. Lo
que más miedo me da, es que todo esto sea capaz de hacerlo ya con solo
tres años.
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