sábado, 17 de diciembre de 2016

¿DESDE CUANDO DICES QUE TE PASA ESTO?

                                     ¿DESDE CUANDO DICES QUE TE PASA ESTO?

-Te lo confío a ti por la amistad que nos une… pero desde que llegó Amanda a este mundo más o menos.
-¡Joder tío pero si Amanda tiene ya tres años!
-Pues sí, ya ves, más o menos desde entonces, ¡que jodida vida esta…!
-¿Pero en concreto cual es el problema…? Porque no me entero de nada hasta ahora, habla joder de una vez, bueno, si me lo quieres contar claro.
-Que se ha roto la química que teníamos…, me doy cuenta de que me está cambiando la vida. A lo mejor soy yo el culpable no sé, pero tío, desde que está creciendo Amanda, y tú sabes por experiencia propia que los niños crecen a toda mecha, mi mujer pasa de mí mucho, que digo mucho, demasiado.
-Va eso es normal, cuando una persona llega a ser madre los sentimientos se trastocan un poco.
-Vamos hombre no me digas eso por favor, entiendo que una criatura te cambie la vida, los sentimientos y las emociones se modifican, afortunadamente para bien de toda la familia.
-¡Venga ya hombre! Ya ha salido el filósofo, los críos pequeños necesitan más a la madre que al padre, hasta aquí todo bien. Le tiene que dar el pecho cada determinado tiempo, bueno y me dejo por el camino alguna otra necesidad que es preciso que ella cumpla, y que yo no puedo rellenar este vacío, es un trabajo exclusivamente de la madre.
-Bueno esto también depende del grado de implicación que tú te autoimpongas. Tener a tu hija en brazos cuando llegas del trabajo, colaborar en mil labores que tienes el privilegio de compartir con ella.
-Sí supongo que esto es lo normal, lo que se exige de ambos progenitores. No creas que a mí me gusta un montón tenerla en mi regazo y mimarla, ayudarla a que comience a decir cosas que son propias de ese primitivo lenguaje que todos tienen.
-Pues ves, ya tienes motivos de gozo, del disfrute de tú querida Amanda.
-Sí pero no me jodas, que a los tres años, tenga que dormir con nosotros, no me hace gracia que quieres que te diga. Tú ya sabes que soy persona de moverme bastante cundo duermo, ¡coño como todo el mundo gesticulo, me cambio de lado, me levanto a mear como todo hijo de vecino…! ¡Ha pues no! No te muevas tanto que vas a despertar a la niña, ponte más para allá que ocupas toda la cama. ¡Imagínate tío… la cama que tiene un metro cincuenta por dos metros…! ¿No es demencial?
-Y ahora ¿sigue el tema igual?
-Peor, la pitufina con el tiempo, está conquistando los espacios que deberían ser de los tres. No sé qué hacer, hemos discutido del tema pacíficamente cientos de veces, pues nada figura, la cosa va a peor. Para la fiesta de cumpleaños de Amanda, el tercer año que cumplía, cacé a mi suegra con mi mujer en la cocina hablando de sus cosas, miento, de nuestras cosas. ¿Sabes que le estaba diciendo mi suegra a mi Rosa…? Vas a flipar, que con un poco de tiempo, fuera preparando el camino para que yo ocupara la habitación de Amanda. Le dices que la has llevado al médico y que te ha dicho, que la niña es propensa a tener problemas respiratorios si no dormía con el suficiente espacio, que tenía que estar vigilada mañana, tarde y noche por alguien. ¿Quién mejor que su madre para controlarla? Hazle entender que él no podría satisfacer esta necesidad, nada, que lo mejor era que se mudara a la otra habitación, la que debiera haber sido para Amanda, así que ya me ves mudándome a una habitación con el techo lleno de estrellitas del cielo, muebles lacados en blanco y rosa, en una cama de ochenta de ancho por metro veinte de largo.
-¡Hostia tío que fuerte…! Yo esto no lo aguantaría por la madre que me parió.
-Pues ya ves; algunas noches me asomo a mi antigua habitación y ahí están las dos, Amanda espatarrada como un osezno sonriendo, yo hasta creo, que se han puesto de acuerdo las dos, para echarme de mi espacio. Soy un calzonazos, lo reconozco, no pueden haberse puesto de acuerdo, ¡Amanda tiene tres años tío…!
-Oye, y si no es indiscreción en el tema del sexo ¿cómo te lo montas?
-Bufff, esto es lo peor, para encontrar el momento es más que complicado, mes y medio llevo sin clavarla, y yo creo que ella tendrá las mismas necesidades que yo, más o menos. Pues nada, lo que antes eran carantoñas y mimos propios de una pareja joven, han pasado a la historia. Por favor esto es una confidencia que te hago, queda entre tú y yo, pero no voy a tardar en tener una conversación larga y tendida sobre este problema. Ya no el asunto sexual, que mira… esto puede plantearse de una forma pacífica.
-Sí, pero has de reconocer que en conjunto esto es demencial, como no hagas algo y pronto, a medida que pase el tiempo… ya veo a Amanda mandándote hacer cualquier cosa que se le ocurra.
-Ya lo hace ¿qué te crees?
-¿Qué me dices tío y eso…?
-Pues muy fácil, cuando llego a casa y se le ocurre a la niña ver un programa determinado de tele o sentarse en mi sofá, me mira y luego mira a su madre…, ya estoy listo. Que si a  la niña la voy a traumatizar, que a los niños hay que darles la razón para que desarrollen sus cualidades… cosas por el estilo. Lo peor es que yo creo, que lo hace para tocarme los huevos, si tú ríete si quieres pero los niños son unos tiranos, lo que yo te diga, y si encima va la madre y le ríe la gracia ya tienes el lote de putadas completas que un hijo puede llegar a hacerte. Lo  que más miedo me da, es que todo esto sea capaz de hacerlo ya con solo tres años.

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