¡SI SUPIERAS DE DONDE VENGO…!
No soy un extraterrestre, no caí de
una estrella, tampoco puedo decir que estoy aquí por voluntad propia, no sé de
dónde vengo, sin embargo sí sé dónde voy. Puede parecer una contradicción sin
embargo, todavía nadie ha hallado la respuesta a este controvertido dilema,
digo dilema porque para mí lo es.
Sé que me parieron, mi madre sufrió
cuando tuvo que enfrentarse a esta situación, y no me refiero solo al momento
del parto, cuando quedó embarazada de mi padre ya comenzaron sus sufrimientos.
Lógico, traer al mundo a una criatura en las circunstancias de pobreza e
incertidumbre que había para aquel entonces, la llenó de pesar y tristeza, en
el sentido de no saber cómo enfrentarse a la crianza de un nuevo miembro en la
familia.
Sin garantías de clase alguna de cómo
podrían tirar adelante en la vida, si ya de por sí era costoso llegar a final
de mes con el sueldo de un trabajador como era mi padre. Trabajador honrado y
denodado como el que más, daba todo cuanto podía de sí por una miseria de
sueldo, debiendo al farmacéutico de una semana a otra los botes de leche que
necesitaba mi pequeño pero desesperado estómago para poder desarrollarme. Sí,
mi madre tenía leche, más que suficiente para alimentar simultáneamente a dos
bebés, el problema radicaba en que su leche era salada y no podía digerirla con
normalidad.
De manera que no está de más esta
reflexión que hacía al principio, ¡si supieras de dónde vengo…! Creo que en
parte, mi nacimiento forma parte de un milagro que se da continuamente, pero
ahora que ya estoy en el declive de la vida, no tengo más remedio que pensar en
lo difícil y complejo que debió de ser mi nacimiento y mi crecimiento. Una vez
que pisas este mundo, que sales de este cómodo mundo que es el vientre de tu
madre, por lo menos en mí caso, te planteas si sabes de dónde vienes, el saber
dónde vas a ir a parar no tiene mayor misterio, somos seres que como cualquier
otro animal te reciclas, vuelves al lugar de donde viniste.
Pero el saber de dónde has venido, te
da una dimensión casi divina, además de hacerte invulnerable a cualquier otro
ser humano, son iguales que tú, es posible que no tengan que haber sufrido
tanto los padres para tener otros hijos, pero os aseguro que en lo que se
refiere a mí concretamente, todavía tengo esta interrogante en mí cabeza, que
ronda continuamente alrededor mío y no digo que me torture, pero sí que me deja
intranquilo. No tengo las respuestas adecuadas a esta incógnita. Me miro en el
espejo y veo a un elemento con dos brazos y dos piernas, además de otros muchos
atributos sin saber la respuesta a esta perpetua pregunta, más que pregunta
aseveración… ¡Si supieras de dónde vengo…!
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