miércoles, 7 de noviembre de 2012



                                            NO ME CUENTES CUENTOS.


“Había una vez un león, que es el rey de la selva…”  “Venga hombre, no empieces con tonterías, que siempre estás igual…. Te van a llamar el cuentista, siempre con rollos y historias”.
“Haber si te enteras, muchos grandes hombres sabios, han usado ilustraciones, para que la gente sepa lo que se quiere decir”.
“Claro, eso en el caso de que sean ignorantes, capullos que no saben leer, pero ese no es el caso campeón, que uno también ha hecho sus pinitos con la lectura”.
“Oye si te sabe mal lo dejo correr…”
“No, pero dime las cosas claras, sabes que siempre he admirado la franqueza de la gente. Cuanto más la tuya, que te tengo por un buen amigo. Ve al grano, no le des vueltas al asunto, dime lo que tengas que decirme”.
“Bueno si lo quieres así. Lo que te quería decir es, que me estoy trabajando a tú mujer desde hace un año poco más o menos”.
“¡Serás borde…!, ¿y para decirme esto tanta ilustración?”.
“No, la ilustración era para justificar el porqué de esto. Por eso he comenzado a decirte lo del león, el rey de la selva”.
“Pero ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra mamón?”.
“Mucho, sabrás que se considera rey de la selva al león, sin embargo, otros consideran rey de la selva al elefante. Pues bien, tú eres el león y yo el elefante”.
“Tú lo que eres es un cabrón como la copa de un pino. ¿Se puede ser más falso?”.
“No te lo tomes así Tomás, que jamás he violado a tú mujer, todos nuestros encuentros han sido de mutuo acuerdo. Además me anticipo a lo que te pueda contar ella, quiero ser franco contigo, que no tengas una mala imagen mía. Te lo tenía que decir, amigo mío”.
“Me cago en todo…, todo este tiempo engañándome…, amigo mío, tú lo que eres es un traidor y no un amigo”.
“Creo que en esto te equivocas, habría podido seguir así, es decir engañándote, mucho más tiempo. Pero nuestra amistad vale más que todo esto, te quiero tío, eres como mi hermano”.
“Pues menos mal que soy un hermano, que si llego a ser un primo… me la sigues metiendo doblada. Estoy muy decepcionado contigo Sabino, yo también te tengo en muy alta estima”.
“¿Aunque me tire a tú mujer?”.
“Hombre supongo que, si uno no quiere dos no se pelean”.
“Esto te lo he recordado yo muchas veces, ¿ves como siempre se aprende algo de las frases hechas y de las ilustraciones?”.
“Es verdad, pero es que el enterarme de esto me ha dejado con la moral por los suelos. ¿Y qué crees que me va a contar ella que es la otra parte implicada?”.
“Pues creo que lo mismo que yo te estoy diciendo, ya la he convencido de que no vale la pena que te siga engañando. Sois una familia feliz, con un hijo, que vais todos los fines de semana juntos donde sea, que vais al cine, en fin, que sois felices”.
“¿Sabes que me dijo la última vez que nos vimos?”.
“¿El qué te dijo?, porque esta mujer mía por decir… y más si le has comido la cabeza tú…”.
“No, eso salió de ella, es más, creo que lo dijo desde el corazón. Me dijo textualmente “Estoy cansada de la vida que llevo Sabino, empiezo a estar un poco desesperada”, eso fue lo que me dijo”.
“Las mujeres se desesperan por cualquier cosa nene, cambian de humor como tú o yo nos cambiamos la camisa”.
“Que no tío, que sabe lo que hay entre tú y la pescadera de la tienda Peix Blau. No sé si tiene razón en eso, pero me da que tiene pruebas”.
“Pruebas, pruebas, a cualquier cosa se le pueden llamar pruebas. Si me hubiera cogido in fraganti con Elvira tendría una prueba de verdad, pero de otra manera me parece que sus sospechas están infundadas”.
“Ya, ¿incluso cuando a abierto tú portátil y haya visto los mensajes que os dejáis mutuamente?”.
“No me jodas que ha abierto mi ordenador…, me cago en la leche, cuando llegue a casa, se va a enterar esta de lo peligroso que es meterse en el correo de los demás, ¡que huevos…!”.
“Amigo, donde las dan las toman, la mentira tiene las patas muy cortas, ¿qué le vas a decir?. Pues si oye, tengo un rollo con la pescadera, y tú no tienes nada que hacer sobre esto, ¿eso le dirás?”.
“Eres lo que no hay Sabino, no es eso, es que no tiene ningún derecho a fisgonear en el ordenador… es un asunto personal, es algo parecido a alguien que te abre el correo que llega a tú nombre. Eso es amoral, denunciable, ¿te gustaría a ti que te metieran mano en el ordenador, sin tú saberlo?, pues ya está”.
“Cierto, no me gustaría, pero el hecho es, que yo no tengo a nadie en casa que haga esto. Mi madre, pobrecilla, no sabe ni abrir la tapa del portátil. ¡Hay que ser prudente amigo mío…!”.
“Oye, te estás repitiendo mucho con eso de amigo mío, tú ya no eres mi amigo”.
“¿Entonces qué haces hablando conmigo, quieres que te lo diga?, porque no tienes a nadie a quién contarle tus milongas. Sin embargo, sabes que en mí, siempre tendrás a una persona que te escuche y te comprenda”.
“Pero pago cara esa amistad ¿vale?, ya sabes lo que quiero decir. A cambio de nuestras conversaciones y opiniones sobre todo lo que se nos ocurra hablar juntos, te tengo que pagar, dejando que te tires a mi mujer, ¡pues vaya amistad de mierda!”.
“Pues fíjate una cosa, yo estoy dispuesto a dejar nuestra amistad colgada si tanto me odias, pero claro, como todas las cosas en este mundo, tiene sus consecuencias. Si me odias, como tú dices, no tengo porqué escucharte, ni tú, escuchar los cuentos que te suelto. He, una cosa, que todo esto te lo digo de buen rollo, yo no estoy resentido contigo”.
“¡No, si encima voy a ser el culpable de que te cepilles a mi mujer, serás cínico!”.
“Yo tampoco soy culpable de que tú te repases a Elvira. ¿No te das cuenta de que estamos empatados a un gol capullo?. Creo por lo que me ha dicho, que está dispuesta a olvidar este asunto tuyo, es una buena mujer, otra en su posición, cogería el ordenador y se lo llevaría como prueba para pedir la separación. ¡Imagínate lo que eso supondría para ti, quedarse con el niño y exigirte una pensión para ella y otra para el crio!. No me gustaría estar en tú pellejo Tomás”.
“Lo tenéis todo pensado he, vaya par, pero una cosa te digo, no me pienso cabrear, tengo la cabeza fría, a mí nadie me saca de mis casillas así,  de buenas a primeras”.
“Me alegra oír esto, ¿ve como si que has aprendido cosas de las largas conversaciones ilustrativas que hemos tenido a lo largo de los años?.
Todo quedó igual durante mucho tiempo después. Hasta que Sabino y Marta se cansaron el uno del otro, y hasta que Sabino cambió de amante.


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