viernes, 2 de noviembre de 2012



                                             UN SUEÑO, UNA DEUDA.


¡Cuánta soledad hay en esta tierra mía!. Gente mayor, enfermos de tanto trabajar la mayoría, otros, con los nervios destrozados por las circunstancias de la vida, que los ha empobrecido.
Quiero marcharme de aquí, se que a los míos les pesará mucho el que haya tomado esta decisión, pero no puedo dar marcha atrás. Tengo un sueño, y estoy resuelto a cumplirlo, ahora llega lo más difícil, decírselo a Araceli, no sé si sabrá comprenderlo.
Tobías no es para nada un hombre impulsivo, de estas personas viscerales que toma decisiones sin pensar. Pero quizás se olvida, de que hay muchas cosas en las que pensar al tomar esa decisión, tantas, que posiblemente no la tomaría, si reflexionara  profundamente en  los frentes que quedan abiertos.
“Araceli, tengo que decirte algo muy importante para los dos. Me voy del pueblo, me marcho a la ciudad, no sé a ciencia cierta cómo me irá por allí, pero de cualquier modo me voy”. Araceli ve en sus ojos y su manera de hablar, resolución, es muy observadora, sabe que ahora mismo no habrá nada que lo detenga. 
“Haz lo que creas oportuno, yo no voy a impedírtelo, sabes que te quiero, que cuanto decidas lo aprobaré”.
No entra en detalle de lo mucho o poco que lo quiere, ¿quién puede medir el cariño, el amor, el deseo de seguir a su lado sin separarse?. Él por su parte, considera que por hoy ha sido suficiente, que esta decisión suya la va a mantener despierta esa noche, pero tenía que decírselo, de otro modo lo hubiera podido considerar un traidor.
Tampoco él va a poder dormir esta noche, ahora más que nunca, le invade el recuerdo de sus fugaces escapadas a la granja desocupada, donde tienen preparado su nido de amor. Ella está casada, tiene un hijo de tres años, un marido que la adora, pero Tobías, le da todo lo que le falta en su casa, cariño y comprensión, caricias, besos, hasta le escribe poemas, hacen que se sienta viva, una persona importante en la vida de por lo menos dos personas, su hijo y él Tobías.
Todavía no sabe, que uno de los motivos por los cuales se va del pueblo, es por ella, está demasiado enamorado, o eso piensa él, no puede soportar por más tiempo tener que compartirla. La quiere toda para él, y sabe que esto, por el momento es imposible.
La familia de Tobías es otro tema, ellos están contentos de que quiera progresar, de no anclarse en el pasado, como dice su padre “Este pueblo vive en la edad media, y a nadie le importa que sigamos así mientras vengan en verano cuatro turistas, a hacerse fotos con nosotros y nuestros animales”. Ese es su parecer, hace cinco años, un director de cine eligió el lugar para rodar una película, casi todo el pueblo salió beneficiado de aquel acontecimiento, todos los extras eran gente del pueblo, los hicieron pasar a una carpa para que se pusieran las ropas de época, rodaron la película, y adiós muy buenas.
De nuevo el pueblo pasó al olvido, sí, salieron por la televisión cuando se presentó la película, hasta entrevistaron a algunos de ellos, pero nada más, después de todo eso, ahí os quedáis. Afortunadamente, Tobías, que es un tío guapo, mantuvo el contacto con un par de personas de la industria del cine desde aquel día. Caía bien a todo el mundo, y en uno de los días que el tiempo no les dejó trabajar en el rodaje, se llevó a su casa a un coprotagonista y a su representante. Ahora tenía posibilidades de trabajar con ellos, si no de una cosa, de otra, pero estaba convencido de tener algún futuro. No le daba miedo trabajar, las horas que tuviera que dedicarle, ni la clase de trabajo que fuera.
Se da por supuesto que estos conocidos del mundo del cine, le abrirían alguna puerta, aunque fuera para atender los recados, lo mismo se hubiera ido si no tuviera trabajo, confiaba en sus posibilidades, en su honestidad y fortaleza.
Tobías tiene un sueño, no hacerse viejo en ese maltrecho pueblo, del que ni siquiera nadie quiere ser alcalde, fíjate como deben estar las cosas ahí.
Pero en el fondo de su ser, hay una cosa que lo hace huir de allí, tiene nombre y apellidos, su nombre es Araceli, solo el pronunciar su nombre interiormente, lo excita, lo transforma, y frecuentemente lo deprime. Tenerla del modo que la tiene se le hace insoportable, ¿qué debe sentir ella?, eso se lo pregunta continuamente, pero la respuesta se pierde entre esa telaraña de sentimientos, que se llama vivir en paz consigo mismo.
El día de su partida, un vecino que tiene que hacer compras en la ciudad, se ofrece a llevarlo. Jorge va muy contento, tardará dos días en volver al pueblo, visitará su puticlub favorito, y se gastará un dinero que ara felices a algunas personas. Por el camino se lo comenta a Tobías aunque él no le presta ninguna atención especial.  “Y si puede saberse… ¿qué se te ha perdido a ti en la ciudad Tobías?”.  Él le contesta que un sueño, un futuro que sabe que no va a encontrar en el pueblo.  “¡Con lo bien que vives allí!, chico, no lo entiendo, tienes el futuro asegurado en las tierras de tus mayores, la granja, el ganado, los campos… lo tienes todo”.
No puede explicarle lo que siente por Araceli, es su gran secreto, también forma parte de su sueño, vivir con ella, pero ¿quién lo entendería?. Él no es un putero como Jorge, es una persona seria, no entra en el juego de esos tíos que esperan la mínima ocasión, para engañar a sus esposas. Esto escapa a su imaginación, “yo no soy así”, se dice a sí mismo una y otra vez.
Casi a la entrada de Soria, ve una cabina telefónica, le pide a Jorge que pare delante, llama a un número que lleva en una tarjeta en la cartera, habla unos minutos y luego cuelga. Al salir le dice a su vecino si lo puede acercar al estadio de Los Pajaritos, su amigo vive muy cerca de allí.
“Venga vamos, yo no sé muy bien donde está, pero si acaso preguntaremos”.  “Muchas gracias,  me haces un gran favor, he quedado allí con alguien”.  “Oye, no será una chavala verdad?”.  “Tú y las faldas… estas obsesionado Jorge y eso no es bueno, acabarás envenenándote la sangre como sigas así”. Mira quién fue a hablar  -se dice a sí mismo-, yo que me voy del pueblo principalmente por Araceli.
Llama a la puerta de un chalé, ladra un perro y un hombre sale a la puerta a recibirlo.  “Jorge, ya puedes irte chaval, y mil gracias por todo, nos vemos”.
“El asunto es que estamos a punto de comenzar un rodaje, vendrás conmigo, hablaré con unas personas, haber que se puede hacer, mientras siéntete como en tú casa, si necesitas algo se lo pides a Laura, es nuestra interina, ella se ocupará de todo lo que precises”.
Da un paseo por la casa, mientras José trabaja en un estudio que tiene al final del pasillo de la planta baja. En el salón de estar, una chica medio desnuda o a medio vestir, está viendo una película en la gran pantalla de televisión de ni se sabe cuántas pulgadas.  “Hola, ¿quién eres?”.  “Soy Tobías, conocido de José, he venido de visita desde algo lejos de aquí”.  “¿A sí, de donde?”.  “Bueno quizás lo conozcas, es un pueblo donde José era coprotagonista de una película, en las montañas de El Bierzo”.  “A sí, claro, ya sé cual quieres decir, yo también participé en este rodaje, ¿recuerdas a la chica con aspecto de monja que termina enamorándose del protagonista?”.  “Sí claro, ahora me acuerdo, es que, el vestido y el maquillaje, transforma a las personas, por cierto, si la historia de la película salió bien, quiere decir que vio en ti a una mujer bellísima, además de buena claro”. Ella entonces le tendió la mano, él la besó.
Tobías tiene detalles que gustan a las mujeres, aun siendo de pueblo. Esos detalles fueron los que enamoraron a Araceli, más que las insinuaciones que pudiera hacerle más tarde. No es un Don Juan, de eso nada, pero hay quién nace así por naturaleza, él es uno de esos.
Mónica, quedó prendada de aquel chico aparentemente rústico. Los lazos que la unen a José son meramente comerciales, pero como se suele decir, aquellas aguas llevan a estos lodos, de modo que se ven de vez en cuando en “reuniones comerciales”. Tobías no es tonto para ver que entre ellos hay algo, seguramente esporádico, nada serio, pero supone que en el mundo de la farándula, se deben ver cosas de esas a cada instante. Con una cerveza en la mano, pasan determinado tiempo hablando los dos de la película y el éxito que tuvo, Tobías no la vio, pero Mónica se levanta del sofá y le da un DVD donde está registrado el filme.
Lleva un vestido de tipo ibicenco, de color crudo pero absolutamente transparente, una braguita mínima la cubre, no lleva sujetador, Tobías no puede evitar sentir una erección, no lleva sujetador, eso hace que se afirme esta reacción. Afortunadamente, José sale de su estudio  “Bueno bueno, haber que podemos hacer para que este muchacho se incorpore a este circo, ¿qué te parece Mónica, podría ser actor Tobías?”. “Todo es posible, tú eres un tipo con mucha influencia, ¿porqué no lo pruebas?, no se pierde nada, otros han comenzado de más abajo y mira tú donde están”.
Tiene razón Mónica, hay artistas que ni siquiera han pasado por la Escuela de Actores y ahora son grandes figuras en el mundo del cine. “Vamos a hacer una cosa Tobías, ahora estamos inmersos en un rodaje que lleva preparándose más de un año, pero en cuanto termine, comenzamos contigo, ¿qué te parece?”.  “Pues maravilloso, pero José, no he venido aquí con ninguna ambición en concreto, me conformaría con trabajar de jardinero”.  “¡Qué dices hombre!, esto quítatelo de la cabeza, yo creo, y para esto no tengo mal ojo, que podrías trabajar en el cine, o es que no te gustaría?”.  “Claro que sí, bueno, si a ti te parece bien, lo dejo de tú cuenta”.  “Eso está mejor, pero ahora tienes dos opciones, acompañarnos para ver cómo es un rodaje o quedarte en casa hasta mi vuelta”. Tobías se queda pensativo un momento, detrás de él Mónica lo estimula  “Venga hombre, ven al rodaje lo pasaremos bien y de paso aprendes, me da que eres un tipo observador, va hombre, aunque sea por complacerme a mí”.
A Tobías se le han encendido las alarmas, el modo en que ha dicho esto último, casi ronroneando como una gatita, lo han inquietado, pero sin saber muy bien porqué, ha aceptado la invitación, se va con ellos.
Cuatro días más tarde se encuentran en un parking, han llegado otros actores, y gran parte del material que se usará para las primeras tomas, el resto del material ya va por carretera a bordo de dos trailers. Se dejan ver algunas caras famosas del cine, Tobías se sorprende, jamás hubiera imaginado tener a su lado a A. Landa, o a Sacristán allí, ¿quién no conoce a estos grandes artistas del cine español?. Entre saludos y bromas, todos suben al autocar de lujo, Tobías también está entre ellos como uno más. Incluso algunos de ellos le preguntan por esta hermosa tierra en la que tiene el privilegio de vivir, Sacristán dice  “He tenido el privilegio de rodar series en algunos de estos pueblos, oye, es increíble la hospitalidad que allí se respira, estoy reconstruyendo una vieja casa para retirarme allí cuando sea más mayor. ¿Y las comidas que tienen?, chico, es para que te de algo”.
Tobías se siente ufano de que hablen así de su tierra, pero ¡si supieran que la abandonado por causa de un amor peligroso…!. Quizás le tratarían de idiota, pero él calla, aprueba lo que dicen los demás, de hecho es verdad lo que dicen de su tierra, durante muchos años, fue una tierra olvidada, trataban a aquellas gentes de cretinos, pero nada más lejos de la realidad. Es cierto que hubo mucha endogamia, pero fue fruto del olvido al que se vieron sometidos, hay muchas crónicas que certifican que eso es así.
Cuando llegan a Barajas, todo está listo para el embarque, tienen relaciones públicas y asistentes que se encargan de todo, cada cual coge su billete, a Tobías le dan uno, se siente un ser privilegiado al estar entre está élite del cine, son muchos del público del aeropuerto que les piden autógrafos, a él no está claro, es un desconocido que va tras un  sueño, quién sabe si más adelante lo pararán también a él para admirarlo.
Ya en el avión, habiendo despegado, Mónica se le acerca  “En el hotel, tenemos habitaciones contiguas, esta noche descorcharemos una botella de cava juntos, ¿te parece bien?”. Le pilla tan de sorpresa que no sabe que contestarle, lo cierto es que ella no piensa discutirlo, por eso se da media vuelta y vuelve a su asiento. Tobías no sabe porqué, pero sus piernas comienzan a temblar, serán los nervios de subir por primera vez en un avión, duda del porqué de todo aquello, pero sabe a ciencia cierta que, no es normal que una estrella reconocida del cine, quiera tomar cava con un paleto de pueblo.
Próxima parada, aeropuerto de Santander. Recoge su bolsa de viaje que sale junto a las demás de la cinta transportadora, ese es su único equipaje, ahora piensa que quizás debiera haber comprado algo más, lleva lo justo para un viaje de ida a algún lugar. A diferencia de los demás que llevan sendas maletas y hasta baúles, Tobías va desnudo, por lo menos así se siente él, de cualquier modo alguien está atenta a esa necesidad, y pronto resolverá el problema. Mónica se da cuenta del asunto y solo al salir del aeropuerto les dice a los demás que tiene que resolver una cuestión, que se verán en el hotel a la hora de cenar. Tobías se encuentra un poco perdido, ¿qué hacer?, por una parte, sabe que Mónica le va a proponer ir a comprar ropa, por otra, se pregunta, el precio que va a tener que pagar por ello. Ahora recuerda con más fuerza  a Araceli, en el pueblo tenía medidos todos sus pasos, desde que se levantaba hasta que se acostaba. “Ahora mismo debe de estar preparando la comida, y también estará batallando con Gustavo, su hijo de tres años, un chaval inquieto, hiperactivo”. Eso es lo que piensa, y estos pensamientos lo entristecen.
Los sueños que se persiguen insistentemente siempre tienen un precio, a menudo un precio muy alto. Tobías aun no lo sabía, es un muchacho de pueblo, ha estado durante toda su adolescencia ausente, viviendo en otro mundo, solo ahora comienza a intuir, lo que significa ser un soñador. Si quiere sobrevivir en la ciudad, tiene que renunciar a hacerlo del modo que él quiere, se tiene que adaptar, del mismo modo que hacen los actores de cine, ellos se transforman en asesinos, policías, grandes amantes, traficantes, gente de bien, tiene que adaptarse al guión, o perderse en el olvido de la gente.
Ahora, Tobías no se puede plantear nada de nada, tiene que sencillamente esperar acontecimientos, no es bueno precipitarse, ni hacerse ideas preconcebidas de algo que pudiera llevarlo al error. No le queda otra que esperar, como su padre le ha repetido en diferentes ocasiones, “La paciencia es la madre de la ciencia”, si quiere sobrevivir en el mundo, sea cual sea la circunstancia, no le toca otra más que ser un poco científico, como ellos, tiene que ir probando fórmulas que lo lleven, mediante el ensayo, a conocerse a sí mismo y los valores que tiene.
Y sí, esa noche tuvo que comenzar a ensayar, Mónica tenía preparada una botella de cava de muy buena calidad en su habitación, junto a un lunch que les serviría de ayuda para lo que se preparaba.
Al principio ha llegado un poco triste, ya sabes, Araceli está presente en su memoria constantemente, pero el cava y la conversación, de la que es buena dominante Mónica, le llevan a ceder al deseo de ésta. Desnudo en la cama, se pregunta si no ha sido culpa suya lo que acaba de suceder, para él no es un acontecimiento, es un suceso, suceso que marca una nueva etapa en su vida. Mónica está dormida a su lado, se ha dormido abrazado a él, Tobías, con los brazos detrás de la cabeza, se encuentra extraño en ese ambiente, mezcla de ramos de flores recién llegadas de admiradores, el aliento del cava, y el olor a sexo. Jamás habría imaginado que se encontraría en esta situación, pero está inmersa en ella completamente. Se pregunta, que es lo que hace un hombre como él allí, pero es absurdo que se haga este planteamiento.
Por fin amanece, el teléfono de la habitación suena, Mónica, con la cabeza llena de telarañas contesta. Es el productor de la película, le hace saber que la esperan en el comedor dentro de media hora, salta de la cama ignorando a Tobías, sin decir palabra se ducha, se calza unos vaqueros, una blusa camisera y una chaqueta tejana, eso sí, todo de marca. Cuando sale de la habitación se vuelve hacia Tobías “Luego nos vemos…”.
Vaya, con qué ligereza lo ve todo esta mujer, hemos pasado la noche juntos, y parece que para ella no ha significado nada, esto. ¡Pues claro hombre…! ¿Qué creías, que se iba a enamorar de ti?. Ha pasado la noche contigo como lo hubiera podido hacer con cualquier otro, la diferencia está en el hecho, de que ella puede elegir con quién practicar el sexo y tú no. Vas a remolque de los acontecimientos, a lo mejor estos te llevan a que te instales, si no, tendrás que buscarte la vida en otro sitio.
¡Jodida vida esta…!, bueno, al fin y al cabo, piénsalo detenidamente Tobías, ¿habría sido mejor tú vida en el pueblo?. Amigo mío, todos los sueños dejan una deuda tras de sí, la tuya, por el momento es esta.


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