viernes, 2 de septiembre de 2016

COMPROBADO

                                                         COMPROBADO

Llevo unos cuantos días comprobando lo que de verdad somos como seres humanos, he llegado a la conclusión que somos, falsos y mentirosos. Decimos determinadas cosas y sin embargo hacemos otras, quizás sea por el hecho de que tememos que no se nos haga caso de lo que acabamos de decir o nos persigue la mala conciencia. Sea como sea, mentimos, eso es bastante común entre humanos, nacemos con el defecto de ser seres egoístas, con el paso del tiempo, si  no se corrige este defecto, podemos caer en la tentación de hacer un uso excesivo de esto haciendo que los demás nos vean del modo que nosotros deseamos que se nos vea, eso sin importar las consecuencias que lleve consigo este engaño personal.
En definitiva, a quién estamos engañando es a nosotros mismos, los demás son como los aros luminosos de un planeta desconocido. Alicia dice continuamente a sus amigas que su marido la engaña, que lo sabe de cierto porque lo ha seguido en una de sus escapadas con la golfa de una vecina dos bloques más arriba de donde viven. Se lamenta y llora ante sus amigas porque se ve como una desgraciada incapaz de solucionar el asunto, hay que apuntar que el marido es de armas tomar, un tipo con un carácter…  En cambio, la realidad es que se siente sola y cuenta esta historia una y otra vez a sus amigas, con el fin de ser escuchada.
Cualquier amiga que se precie de serlo la consuela y le da ánimos para que pueda superar esta terrible desgracia que es ni más ni menos, lo mismo que les pasa a alguna de ellas, aunque lo callen, tienen otras cosas que contar, de manera que los cuernos que llevan son poca cosa comparado con lo que le pasa a Alicia. No vale la pena entrar en detalles de lo que les pasa o deja de pasar, pero lo cierto es que a Victoria que está como un tren, la persiguen en el hospital cuatro o cinco médicos, a todo esto, alguno de ellos ha probado y ha tenido suerte, la ha pinchado y todavía sigue el romance secreto. Cree que es secreto porque la verdad no se puede esconder y termina haciéndole una confidencia a otra de sus amigas íntimas que no son competencia para ella. De ahí a reconocer que su hijo no fuma hierba, y que no es cierto que su hija de diecisiete años de edad salga desde hace uno con el profesor de literatura del instituto su vida es una pura mentira.
Vale, nadie dice que sea grave, no hay porqué rasgarse las vestiduras por eso, solo que no cuesta nada callarse estas cosas y no publicarlas como si fuera el B.O.E para no poner la mosca detrás de la oreja a nadie. La gente somos malos, nos gusta comprobar aquello que nos dicen, sin miedo alguno a salir escaldados, ¡que vamos a hacer, somos así y punto!
¡Con la de cosas que tiene que hacer cada cual en su casa… por dios! Pues no, hay mucha gente que para tener amigos, necesitan ese acicate que no es otra cosa que pura chafardería. Cuando el grupo se deshace y cada cual, en grupos de dos o de tres se va a sus casas, ponen a parir a esa amiga Alicia a la que han estado consolando diciendo que se lo merece, que es una bruja y por eso su marido se la pega. Las menos, escuchan y no dicen nada, ni comentan nada, son como jarrones chinos en la puerta de un bazar, pero por lo menos no andan poniendo de hoja de perejil a esas desdichadas que no tiene otra cosa que a ese grupo de amigas que las ayudan y las consuelan. Esto está más que comprobado.


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