Típica expresión que solo se usa
para cuando llegan las navidades, el resto del año, aunque el resto del año,
vayamos de vacaciones un mes entero, o viajemos en semana santa a otro país,
nadie nos llama para decirnos “¡Bones festes!”.
No sé porqué, porque unos se lo
pasa mejor en vacaciones de verano que en navidad por ejemplo. Particularmente,
las fiestas de navidad son una leche, nos gastamos una pasta que a menudo no
tenemos, ¿porqué?, porque es navidad, y en navidad todo vale.
Después llegan los problemas, al
cabo de un mes y algo, cuando se nos pasa factura de las tarjetas de crédito,
-no hay que engañarse, en este, nuestro país las cosas funcionan así-, somos
unos Quijotes incorregibles, y como sea que los bancos lo saben, pues venga
“Bones Festes” para todos. Presupuesto para los juguetes de los niños, tanto,
regalo para la madre, tanto, regalo para el padre que es quien trae el dinero a
casa, tanto. Y así, la lista se hace interminable, hasta que alguien tiene que
poner coto a todo este desmadre de gastos.
¡Que pocos se acuerdan del
sentido religioso de esta fiestas…!, la mayoría nos apercibimos, solo por las
iluminaciones extra que se ponen en la ciudad o el pueblo, los villancicos, y
unos cuantos pesebres que adornan los comercios. Bueno, en los centros
comerciales los montan bestiales, para que la gente los visite con los niños, y
de paso, haber si cae alguna que otra compra. Lo cierto, según mi parecer, es
que la gente ha perdido, el sentido de la motivación de las fiestas, sean estas
las que sean.
Lo mismo es cierto, en semana
santa, el camino de Santiago o cualquier otro acontecimiento más o menos
religioso. La gente vemos más allá de todo eso, la fiesta, el jolgorio, incluso
en el caso de la mayoría de jóvenes, el pretexto perfecto para pillar buenas
borracheras. Un amigo me contaba una vez, que se lo había pasado en grande en
la romería de Almonte (Huelva), una peregrinación andaluza famosa en el mundo
entero. Él no fue allí por la Blanca Paloma ni por saltar la verja para sacar a
la virgen a la calle, fue para hartarse de fino y ligar. Y vaya si lo
logró, según sus propias palabras claro.
Y este acontecimiento lo
podríamos multiplicar por mil diferentes celebraciones que se llevan a cabo
alrededor del mundo. Pero, las fiestas por antonomasia, son las de Navidad,
esas sí que deben felicitarse con tarjetas de todo tipo a todos los amigos
posibles, la Navidad es distinta, todo el mundo despliega amor y solidaridad,
cuando han pasado, la cosa cambia, ya no te acuerdas de nadie hasta el año que
viene, por eso conviene felicitarlas, porque tanta alegría a pesar de que el
resto del año, no te hables con los que tienes a la vuelta de la esquina, es
algo grande.
Solo hay que ver cuando se
entrevista a la gente en televisión, contestan que la Navidad invita a estar
más cerca de los necesitados, de los desvalidos, cosa que estos agradecen, pero
que sinceramente, les gustaría que fuera menos eufórico y más continuado.
De modo que cuando me felicitan
los amigos, que no son pocos, o familia, me gustaría pensar que es una
felicitación sincera, de todo corazón, más que el simple compromiso de verse
obligados a hacerlo porque son “Les Festes de Nadal”.
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