miércoles, 31 de octubre de 2012



                      SIN TI, NO SOY NADA.


Puede que parezcan palabras vacías, de contenido romántico, pero que son típicas de dos recién enamorados.
No es ese el caso, sin ti, no podría ver el sol de manera auténtica, porque tú, eres el primer rayo de sol que me alumbra.
Presente y futuro de toda mi vida, alma gemela, asiento de todos mis sentimientos, regazo de mis emociones.
Ahí afuera, todo suena a vacio, todo es un fraude, la anarquía total del amor. Sin embargo, cuando mis ojos se deslizan a lo largo de tu figura, todo cobra sentido, vida.
¿Desde cuándo existen los ríos?, no lo sé de cierto pero creo que hace millones de años. Pues ellos son jóvenes comparados con el amor que siento por ti.
¡Qué melindroso dirán algunos!, que piensen lo que quieran, nuestro amor estaba escrito en algún lugar, en algún tiempo, es indeterminado y por eso indefinible.
Desde joven, el aire me recordaba a ti, la lluvia me refrescaba, como el sabor de tus besos, las nubes cobraban forma tuya.
Cuando te mueves a mí alrededor, un huracán de paz me inunda los sentidos. ¡Es mi amor la culpable de ese desasosiego que me hace dar esas vueltas incontrolables!.
Entonces tristemente contento pienso, “sin ella no soy nada”. Eres mi espada defensora, mi escudo que para los golpes que me puedan llegar de afuera.
Ciertamente, sin ti no soy nada. Sin tú apoyo debería esconderme como pueden hacer los animales del bosque, cavar mi madriguera, pero tú, amor mío, me desentierras, me has cogido de la mano, y al sentir su calor, me siento seguro.
Todas las dimensiones que existen, tú las completas, y no somos unos recién llegados a la historia del amor, ¡cuántos años llevamos juntos, siempre más ilusionados!.
Amor mío digo, con la boca llena, porque me sacias de todo aquello que uno pudiera soñar tener.
Me das mucho más de lo que yo te doy, estoy seguro, por eso, sin ti no soy nada.


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martes, 30 de octubre de 2012



                     LA GAVIOTA DEL ALA ROTA.


Vivo junto a la playa, en un lugar franqueado por una parte, por un gran roquedal marino, por la otra, por un delicioso y pintoresco pueblo marinero de los que ya quedan pocos.
La playa es larga, con algunas rocas en el interior del agua que hacen las delicias de los veraneantes que llegan a este lugar. Por mi parte adoro el chasquido de las olas que llegan a la playa, que la tienen como meta después de navegar por el inmenso océano.
Las gaviotas, adornan la playa a primera hora de la mañana, extendiéndose como si fuera una gran alfombra blanca. Antes de llegar a ellas cuando te perciben desde la lejanía, alzan el vuelo con fragilidad, sin ruido alguno, ¡que placer es verlas hacer eso!.
Cuantas veces a lo largo de mi vida he deseado ser una de ellas, manejarme en el aire como ellas lo hacen, recordando el famoso libro de Richard Bach “Juan Salvador Gaviota”, libro que, cuando estuvo en mis manos leí, de tal modo, que durante todo ese día, recuerdo que me olvidé hasta de comer.
Desde entonces y por razón de que es el ave que más veo, las quiero. Me he identificado de una forma total con estas aves, en momentos determinados, mientras vuelan descansan, no tienen más que dejarse llevar por los vientos que las mantienen, mientras desde lo alto, mueven sus cabezas buscando en el mar, algo con lo que alimentarse, sus alas son grandes y muy flexibles dándoles así una gracia especial.
No es que esté obsesionado con ellas, simplemente me gusta su modo de vivir, hasta sus luchas en el aire por arrebatarse la comida, es una especie de valet aéreo. Esas alas inmensas en comparación con sus cuerpos, les son imprescindibles para volar en cualquier circunstancia en el mar, desde aguas tranquilas, hasta los más encolerizados océanos.
¿Qué tendría que hacer para ser una de ellas, renunciar a ser humano, al fin y al cabo ellas tienen alma lo mismo que nosotros?
Ellas también tienen hogar, igual que nosotros, son animales de costumbres, igual que nosotros, y tienen una vida, más o menos larga, igual que nosotros. ¿Dónde pues está la diferencia?, que ellas saben volar y nosotros no.
Nosotros volamos sin rumbo, necesitamos de elementos inventados a partir de su observación, para poder hacerlo torpemente, las gaviotas son maestras en ese arte, han sido creadas para vivir en el celo la mayor parte del tiempo, ¡que envidia me dan!.
Esta mañana, temprano, las he visitado, estaban todas esperando determinada hora para echar a volar, debe haber de diferentes edades, hay en esta ocasión en la playa, bastantes de ellas que son más pequeñas, seguramente están comenzando el rito de iniciación de la pesca en familia, cuando todas echan a volar al verme llegar desde lejos, compruebo que una de ellas no alza el vuelo. No he podido resistir la tentación de acercarme a ella, una de sus alas está recogida mientras que la otra la tiene medio extendida, arrastrándola por el suelo, con sus pies palmeados, trata de escapar, pero en tierra yo soy más rápido que ella. He logrado cogerla, aun así quiere zafarse de mí, no sabe que es lo que quiero hacer con ella.
Nunca ha conocido una jaula, es normal que represente un peligro para ella, jamás nadie la sujetó entre sus brazos, seguro que siente pavor aunque no pueda decírselo a nadie. Al llegar a casa he comprobado, que la extremidad derecha de su cuerpo está rota, me apena mucho, el verla así me ha arrancado del corazón unas cuantas lágrimas, ¡seré tonto, llorar por un ave que otros quizás hubieran rematado…!.
Allí sobre una toalla vieja en la mesa del comedor, he visto a base de observarla, que tiene el ala rota. Después de cerrar su pico con un elástico, me dedico a ver exactamente donde está su mal y como puedo remediarlo, es muy difícil para mí curarla, estoy nervioso y ni siquiera sé por dónde comenzar.
Finalmente, tomo la decisión de llevarla al veterinario, busco en internet los que trabajan en mi zona, encuentro a uno que se dedica a las aves y otros animales exóticos, me voy con el coche y mí gaviota a que me dé un diagnóstico y la cure, podré atenderla bien en casa, al fin y al cabo estoy en paro.
“Es seguro que se ha dado un buen golpe, quizás contra una embarcación o contra alguna roca”. Muy bien chaval, pienso para mí, cuidado que no te explote el cerebro de tanto pensar. “Pero ¿tiene cura no?, yo he visto por televisión que a las aves también les entablillan las alas para que puedan volver a volar”.  “Sí claro, pero es que esto es una gaviota, ¿estás seguro de que quieres que la salvemos?”.
He cogido a mi gaviota y me he largado de allí, ¡será estúpido el tío este!, parece que ver a una gaviota herida, sea para él ver a un demonio, o a una especie, que como no está en peligro de extinción, se la deba dejar morir porque hay muchas y están condenadas por los pescadores.
Sin volver a casa, busco por el móvil a otro veterinario, haber si hay mejor suerte con éste. Cuando he llegado a la consulta, he visto en la sala de espera a varias personas que llevan aves, dos de ellas llevan palomas en jaulas, una de ellas es una tórtola que va acompañada de una señora y una niña con una profunda cara de tristeza. Espero mi turno, paso al interior de esta especie de quirófano con un montón de elementos para curar a animales,  “Buenas tardes señor, mire usted, que a mi gaviota se le ha roto un ala”.  “Si ya lo veo, rotura fea ésta, estos animales al tener las alas tan largas son difíciles de reparar, pero se puede intentar”.
Me explica que dependiendo de la clase de ave y de la embergadura de sus alas, pueden o no poder volver a volar en libertad. El hombre ha visto mi cara de pena, me dice que no me preocupe, que hará todo lo que esté en su mano hacer. Me tranquiliza, se le nota más dedicado que el otro a su labor de salvar mascotas.  “Oiga, una observación, ¿tiene usted a este animal enjaulado en casa, lo pregunto porque he visto aves de casi todo tipo, pero gaviotas es la primera que trato?”.  “No señor, a esta gaviota la encontré ayer en la playa mientras paseaba, todas echaron a volar menos ella, supuse que algo no andaba bien y la recogí, eso es todo. Pretendo que se cure para poder volverla a dejar en libertad, con los suyos”.
No añadí nada más porque ese era el propósito. ¡Qué bien que pudiera curarse y volver a volar!. La libertad completa, algo que nosotros desde que nacemos, tenemos intuitivamente, y que difícilmente logramos. Esta gaviota me representaba, si pudiera curarse sería como mi bandera en el cielo, subiendo y bajando, comiendo peces y crustáceos cuando tuviera hambre, y ante todo, sin que nadie le impusiera cuándo ni cómo hacerlo.
El veterinario, sonrió, me miró un tanto extrañado y se puso rápidamente a la labor de entablillar el ala de la gaviota.  “No le puedo dar garantías al cien por cien de que sea como antes, pero lo vamos a intentar. Si quieres, puedes volver de aquí a un par de horas, te diré lo que hay”.  “Perfecto, muchas gracias, haga todo lo posible, representa mucho para mí”.
La gaviota, con el ala entablillada y debidamente vendada, me fue devuelta. El veterinario me dio determinadas instrucciones sobre sus cuidados y quedamos que al cabo de tres días volveríamos a vernos.
Durante este tiempo, Liberia  -nombre que le puse a la gaviota-, que tiene su origen del latín Liberius-ria, “libre”, absorbió casi todo mi tiempo, incluso en mis paseos diarios por la playa, no dejaba de llevármela conmigo, metida dentro de un capazo que llevaba bajo mi brazo. No quería que dejara de oír y sentir los ruidos del mar y el aroma de la brisa marina, entonces me di cuenta de lo encariñado que comenzaba a estar de Liberia.
Las atenciones y los cuidados que le di, dieron sus frutos al cabo de pocas semanas, cuando el médico le sacó los aparatos que tenían inmovilizada su ala, comenzó a moverla a la par que la otra, su piar continuo  -llamado chiar-, se amplificaba por toda la habitación, estoy seguro que manifestaba su contento por la recuperación de su ala que ya daba por perdida, estiraba su cuello, quizás era su forma de demostrar que había recuperado toda su energía.
Ahora llegaba el capítulo más triste para mí, en contraste con su alegría, mi pena fue inmensa, de vuelta para casa, me puse a hablar con ella, evidentemente pasó de mí y de las elucubraciones que hacía, le rogaba que viniera a visitarme de vez en cuando, hasta traté de sobornarla diciéndole que cuando no encontrara comida, en mi casa que era la suya encontraría lo necesario para subsistir y hasta para ser feliz.
“No, hoy no te voy a soltar todavía, es un poco tarde y la vida está llena de peligros, mañana si acaso”. Pero ¿qué estaba haciendo, como iba a comprender Liberia todo lo que le estaba diciendo?, ni siquiera el nombre que le había dado significaría nada para ella. Creo que en las últimas horas me había vuelto loco. Trataba de justificarme diciéndome a mí mismo, que ahora ya no formaba parte de aquella alfombra matutina de aves, que descansaban en la arena de la playa por la noche.
Pero no me convenció ningún argumento. Esperaría a que saliera el sol y la llevaría sobre mi brazo hasta la playa, como si fuera un cetrero que lleva a su águila en el brazo. Esa noche hablamos, yo razonando, ella chiándo enseñándome su enorme pico afilado, y a la vez practicando con sus alas. Parecía decirme  “Gracias chaval por tú ayuda, pero me piro de aquí, esta no es mi vida, los míos me esperan”.
Me quedé dormido junto a Liberia en el sofá, ella también se durmió, y juntos amanecimos. Sin desayunar, lo primero que hice esta mañana ha sido bajar a la playa con Liberia y sin llamar la atención de los suyos, dejarla sobre la arena. Todavía hoy me parece una alucinación, ha arrancado a volar desde donde estamos, ha sobrevolado en círculo sobre su bandada y ha empezado a emitir un sonido desconocido para mí. Después de sobrevolar por segunda vez el grupo de gaviotas, todas casi en formación han ido levantando el vuelo, Liberia está en plena forma, doy unas palmadas en el aire y ella se acerca a mí piando. Pasa en vuelo rasante a toda velocidad y me da las gracias por todo lo que he hecho por ella, bueno ¿pasa piando no?, yo quiero pensar que en ese momento, me da las gracias.
Grito al cielo… “¡¡Me gustaría poder volar como vosotras!!”. Mi corazón palpita a cientos de pulsaciones, corro hacia el roquedal, subo hasta lo más alto, miro el mar desde arriba, no sé a qué altura estoy de él ni me importa, me arrimo sin miedo al filo del acantilado y extiendo los brazos, me balanceo hacia delante, quiero vivir intensamente este vuelo, de pronto una bandada de gaviotas pasan por delante de mí y me tiran hacia atrás.
Ya en el suelo, como si despertara de un sueño, sacudí la cabeza hacia los lados, hay algo ahí que parece no funcionar bien. Cando voy a levantarme, todavía recostado en el suelo, Liberia me mira fijamente, ¡está ahí a mi lado!,  “Pero hombre de dios, ¿vas a obligarme a hablar como tú?, no puedes volar, lo tuyo es otra cosa, otra vida, no vuelvas a intentarlo prométemelo”. No salgo de mi asombro, ¿me está hablando de veras?.  “Ya sé que te estás preguntando la razón de que te esté hablando, pues no te extrañes, he pasado suficiente tiempo contigo para aprender, ahora necesito saber qué es lo que vas a hacer”.
“Voy a irme a mi casa y pensar en todo esto, no es fácil de digerir esta experiencia. Tienes mi palabra de que esta locura no se volverá a repetir”.  “Bien, porque yo por mi parte necesito hacer mi vida, y no voy a poder estar pendiente de todo lo que hagas. A veces me paso semanas enteras en el mar, y no quiero estar preocupada por lo que te pueda pasar. En cuanto pueda pasaré a verte”.
Estúpido de mí, ¿no se me ocurre tenderle la mano para cerrar esta conversación?. “Disculpa, al hablarme pensé por un momento que eres un ser humano, hasta la vista”.  “Jamás se me ha pasado por la cabeza serlo. Gracias por todo y hasta la vista”.


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domingo, 28 de octubre de 2012



           ES MÁS ALTO DE LO QUE IMAGINABA


No me pierdo ninguna de sus películas, ni en el cine, ni en televisión, ¿qué quieres?, es uno de esos tíos carismáticos y guapos. Objeto de deseo de muchas mujeres, y por qué no, de muchos hombres también.
No me voy a poner a describir sus rasgos ni ademanes, característicos de G. A. Una noche, era invierno, junto a unos amigos, nos fuimos a cenar a una archiconocida bodega de la ciudad. En cuanto entramos en ella, nos dimos cuenta de que algo pasaba, Había más gente de lo normal, así que tuvimos que hacernos sitio entre la gente, menos mal que teníamos reservada mesa, conforme entrábamos en el lugar, la masa de gente era más densa, tardamos unos buenos minutos para seguir al camarero a nuestro lugar.
Hasta las personas que estaban cenando en las mesas circundantes, comían con las cabezas vueltas hacia una gran mesa dispuesta en forma de L, en una parte estratégica del sitio, cuando nos despojamos de nuestras prendas de abrigo y tomamos asiento, nos dimos cuenta del fenómeno que ocurría. Allí estaba, sentado y riendo, comiendo y hablando en inglés con los acompañantes G. A, precisamente a mí me correspondió el lugar que daba justo frente a él.
Claudia hizo una especie de aullido cuando lo vio, y Belén no pudo reprimir un largo suspiro que dejó a su marido preocupado, es muy celoso y su mujer está muy buena, así que a miró con cara circunspecta aunque sabía que era por mera admiración que su mujer hizo esto.
Se acercó el camarero para dejarnos una carta a cada uno, y tardé solo un par de minutos en escoger lo que iba a cenar. Mientras, las dos mujeres, cuchicheaban y sonreían, daban respingos en el asiento, daba la impresión de que ya estuvieran disfrutando de una colosal cena con solo viéndole comer a él, a G. A, el hombre.
Belén no pudo reprimirse y se puso las manos en la entrepierna dando pequeños taconeos con los pies. ¡Madre mía, a lo que llega la admiración por alguien!. Cuando llegó de nuevo el camarero, Isaías y yo pedimos la cena, mientras que las dos mujeres todavía no habían pedido nada. Al traer los platos con la comida, Isaías y yo nos pusimos al tema, a cenar, mientras, las dos féminas ya cenaban artista de Hollywood.
Después de un largo rato, las dos mujeres perdieron algo de interés en G. A, y volvieron sus miradas a la mesa. “Pero como, ¿ya estáis cenando sin nosotras?, que mal educados sois chicos, como se nota que fuisteis a un colegio público”. Nosotros por nuestra parte, a lo nuestro, no dimos respuesta alguna a esa increpación.
“¡Que delicia esta ensalada!, deben de tener un personal de cocina de excepción, que rico he Rodolfo?”.  “Si chico, venir aquí a comer es tiro seguro, además te ponen unos platos que difícilmente te los terminas”.
“He vosotros, ¿Qué no existimos o qué?, estamos aquí sentadas en la misma mesa, nosotras no hemos pedido nada aun”.  “Pues no será por falta de tiempo, llevamos aquí más de media hora, y en la calle hay mucha gente que espera para entrar”.  “¿Y por eso tenemos que engullir la comida como los pavos?, para algo se paga en un restaurante, para comer hablar, tomar café y hablar un rato”.
“Cierto, pero si además de todo eso te tienes que poner a admirar a un artista más de media hora sin pestañear, la cosa no mola”. Isaías y yo íbamos intercambiando razonamientos con aquellas dos mujeres que además, parecía que ya estuvieran haciendo la digestión mirando al artista”.  “Mira ¿sabes qué?, que nosotras no vamos a pedir nada  -dijo Belén-, esa no es manera de ir a los sitios Isaías. ¡Vaya forma de hacer el ridículo que tienes!”.  “Vale pues estoy haciendo el ridículo, pero para cuando me la acabes de montar, por lo menos me pillarás con la barriga llena”.
El asunto no llegó a mayores, pidieron la comida cuando nosotros dos estábamos en los postres. Aquella larga mesa del Bodegón, levantó el vuelo, de pronto todos los presentes, artistas y otra gente de producción imagino, comenzaron a levantarse, sin saber de dónde, salieron cuatro tíos más grandes que un ropero que hicieron paso para que toda aquella gente, salieran a la calle sin ser molestados. No pudieron evitar que unas cuantas personas, alargaran sus brazos para obtener autógrafos, dos o tres tuvieron suerte. Pero el protagonista G.A, desapareció entre la muchedumbre.
Eso creía yo por lo menos. No era así, el caso es que era tan pequeño, que era difícil adivinar donde estaba. Fue entonces cuando hablando con Isaías le dije  “Pues mira lo que te digo, lo cierto, es que es mucho más alto de lo que yo pensaba”. Los dos nos echamos a reír mientras que Belén y Sofía nos miraban de forma odiosa.


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jueves, 25 de octubre de 2012



                         ¿Y QUE TE DICEN LOS MÉDICOS…?


“Pues nada, y de todo. Dicen que tengo un síndrome de esos raros, se llama “politesis desplomeiforme”.
“Joder, nunca había oído hablar de ese síndrome, ¿y duele mucho o qué?”.
“¿Qué si duele?, no me deja, ni dormir un par de horas seguidas. Me paso la noche de pié, tío es un fastidio de lo más cruel. Ayer Independencia me buscaba por todas partes, se preocupa mucho por mí, me encontró en la cocina sentado, se acercó a darme un par de besos por detrás y le dije, no me des besos que me duelen”.
“¿Qué te duelen los besos?, eso debe ser la leche nene”.
“¿Y de eso que opinan los médicos? Debe tener algún tipo de vacuna o medicina, algo debe estar haciendo la ciencia para estos casos”.
“Que va, ya he visitado a tres diferentes con el fin de contrastar opiniones, los tres han llegado a la misma conclusión. La enfermedad es fruto de algún contagio”.
“Oiga usted señor Federado, ¿ha estado usted en algún lugar de masas de personas donde todos pensaran igual?”.
“Pensando en esto, recordé que participé en la manifestación aquella, donde miles de personas agitaban banderas pidiendo la soberanía de Cataluña en Barcelona. Se lo dije al médico, y va y me responde, que muy probablemente fue allí donde alguien me contagió”.
“¿De verdad te dijo eso, porque yo también estuve y a mí no me ha pasado nada”.
“Pues date con un canto en los dientes Convergente, a lo mejor es que sin saberlo, estás inmunizado por algo que comes o que piensas. Todo influye para coger o dejar de tener enfermedades raras. Recuerda aquella famosa frase de Decimus Iunius Iuvenalis, más conocido por Juvenal: “Mens sana in corpore sano”. Esta sátira la escribió con el propósito de enseñar que la persona integral, completa de salud de mente, que no lleva una vida llena de paz interior, sin importar los acontecimientos externos, es más propensa a sufrir toda clase de enfermedades. Ahora amigo Convergente, ¿sabes cual es mí lema?. También lo escribió Juvenal: “Qui ferre queat quoscumque labores”. Traducido al español significa “Que pueda soportar cualquier clase de esfuerzo”. Porque para soportar lo que estoy sufriendo, se necesita ser resignado, vivo, pero resignado”.
“Hostia Federado, yo te quiero tío, me gustaría saber qué es lo que puedo hacer para ayudarte. No me puedo quedar de manos cruzadas viéndote de esta manera”.
“No te apures hombre, sí que puedes ayudarme. Sé tú mismo, no te dejes influenciar por nada ni nadie, mantén un patrón de vida saludable en función de lo acabamos de hablar. Por lo menos, que mi mejor amigo saque algo claro de esta enfermedad que me quiebra poco a poco”.
“¿Me enseñarás a hacerlo”.
“Claro, sin ninguna clase de duda, pero aunque yo te pueda aleccionar, recuerda, eres tú el que debe determinar quién quieres ser, ahora dame un abrazo, desde lejos eso sí, porque me duelen hasta los besos”.


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miércoles, 24 de octubre de 2012



                            MARIPOSAS EN LA SANGRE.


Es verano, Agosto se lucía este día con todo su esplendor, a pié de acantilado me pongo a hablar con ella, estamos en mi coche. “¿A qué hemos venido aquí?”.  “La verdad es que no lo sé de cierto, solo puedo decirte, que cada vez que te veo, mi corazón se llena de mariposas. Parece, como si unas cuantas mariposas monarcas, se hubieran perdido en su migración y se han refugiado dentro mío”.
Ella me mira sonriente, quizás es que le ha gustado esa comparación, no lo sé. El asiento del coche es corrido, como si fuera un pequeño sofá a medida de la carrocería. Me acerco un poco más a ella  “Creo que me gustas, me gustas mucho. Sé que quizás esto te sorprenda, pero me complace expresar mi sentir a los demás, siendo ahora tú esta persona y siendo mi amiga desde hace tantos años, debía decírtelo”.
Baja la cabeza hacia el suelo, seguramente está pensando, que siendo una mujer casada con hijos, no debería expresarme así. Poco a poco sube la mirada y se distrae con el mar, ese azul infinito que se despliega ante nosotros.
Creo que no le ha disgustado lo que le he dicho, solo que… estará evaluando la situación. No lo sé, quizás en su vientre se habrán alojado unas cuantas mariposas distraídas. Me mira a los ojos, ¡es tan hermosa…! De pronto habla y me dice  “Madre mía, no me gustaría liarme contigo, no porque no me gustes, que conste, es solo que… si cedo, sé que no podré parar”.
¿Dónde estás Neptuno para tomar nota de lo que acaba de decir?, cielos, ¿eso es un sí, es un no, es un, ya veremos más  adelante…?. Me parece que la sangre se está coagulando dentro de mí, que me falta la respiración, que el corazón va salirse del pecho.
De pronto, mi mente empieza a especular, a recordar, a revivir en la memoria, cuando estaba soltera y cuando se casó. Cuando quedó embarazada de su primer hijo, del segundo, un sentido de lo meramente carnal y lo moral pugna en mi interior, esos sentidos quieren su propio espacio, lo necesitan, en cambio ¿a cuál de los dos debo dar paso primero?.
Daría la vida en ese instante, por saber, qué es lo que piensa ella. ¿Qué significa esa mirada suya, compasión, deseo, desprecio?. Necesito saberlo para poder expulsar a las mariposas, aunque de momento será poco menos que imposible, ¡las llevo tanto tiempo ancladas en todo mí ser…! Cada vez que la veo  -que es bastante a menudo durante la semana-, empiezan a bailar dentro de mí ser, eso me incita a rascarme, es seguro que la sangre se excita.
Por fin se pronuncia  “Si empezamos, no acabaremos, me conozco, tú también me gustas desde hace mucho tiempo, lástima que no supimos encontrarnos. Tú en su día no me dijiste nada acerca de tus sentimientos hacia mí, yo consideré que no debía entremeterme en tú vida, y mira, aquí nos tienes tratando de recuperar lo que ya se perdió”.
Nada, seguro que esto es un no. Bueno chaval lo has intentado, te queda seguir sufriendo y viéndola cada dos o tres días, hasta que esas mariposas se vayan, o te revienten por dentro.
Arranco el motor y voy de camino a su casa para dejarla unos metros detrás de de donde vive.  “Hasta el martes, nos vemos en casa de la familia Garcia”.  “Hasta el martes, te quiero pedir un pequeño favor, ¿podrías venir a recogerme?”.  “Claro, no hay problema, ¿a menos cuarto?”.  “Mejor a las siete y cuarto, así tenemos un poco más de tiempo para hablar, me gusta hablar contigo, tengo pocas oportunidades de hacerlo con alguien serio. Además eres un buen amigo, sé que puedo contar contigo para todo”.  “No lo dudes, lo que te haga falta”.
Hace poco más de un mes de nuestra primera charla en el acantilado, ahora nos vemos furtivamente en diferentes lugares, para intentar que las mariposas desaparezcan de nuestro interior. Nos abrazamos y nos besamos como adolescentes que no hubieran tenido contacto carnal alguno con otra persona, nada, las mariposas siguen creciendo dentro de mí, cuando nos desnudamos y hacemos el amor, nuestros cuerpos se convulsionan, como si estuvieran siendo llevados por una fuerza interior, ajena a nuestras voluntades.
Creo que, si alguien o algo, no lo remedia, seguiré enamorado de esta mujer toda la vida. ¡Siento un placer tan grande estar a su lado…!.


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                                        LA HORA DE LA MÁGIA.


Voy  a teatros y cines reconvertidos, para ver a ilusionistas y magos. Por supuesto que voy solo, algunos amigos saben hacer juegos de magia, dicen que todo es un camelo, que todo tiene truco, juegos de cartas, líquidos que pasan misteriosamente de un recipiente a otro, apariciones de palomas de lugares inverosímiles… pero que quieres que te diga, a mí me encanta verlos en lo alto de un escenario, en algunos casos se hace evidente que esta magia está rodeada de cierto nivel de sugestión del público.
En otros, ya no es tan fácil decir esto, la magia es cada vez más sofisticada y los magos se ven obligados a ser cada vez más originales. Me encanta verlos utilizando maneras gráciles de tratar algunos trucos que son de lo más. Como el día en el que visitó nuestra ciudad, un gran mago muy renombrado, todo un cine abarrotado de gente por causa de su visita esperaba la hora de su actuación con impaciencia –salvo los que no creen en la magia, que iban allí a fastidiar a los demás-.
Todos mirábamos nuestros relojes con impaciencia, la actuación se retrasaba. La gente comenzó a impacientarse, hacíamos palmas al unísono, pasaba media hora justa del tiempo en que tenía que haber salido. Finalmente apareció con su frac, tenía una melena desmesurada, era relativamente joven. “Señoras y señores muy buenas noches, sean bienvenidos a esta actuación, sin embargo no entiendo porqué están tan inquietos, es la hora justa que marca el programa de hoy, seguramente esto se trata de algún error, compruébenlo ustedes en sus relojes, son las nueve y media en punto de la noche”.
Cada cual miró su reloj y comprobó luego el reloj del vecino, efectivamente, sin actuar todavía ya había conseguido el primer golpe de efecto, eran las nueve y media en punto. Que nadie me pregunte como lo hizo, no lo sé, pero aquel cine transformado ahora en teatro, enmudeció, hasta se oyó de fondo un profundo “Ohhhhhh”.
Este acontecimiento, hizo que a partir de entonces, respetara mucho más a los magos, había motivos sobrados para hacerlo. Otro de los números que me impresionó bastante fue el de las cartas, varias personas que levantaron la mano de entre el público, entre los que me encontraba yo mismo, nos ofrecimos voluntarios para subir al escenario, después de barajar tres de nosotros las cartas del mazo, las abrió en abanico boca abajo sobre la mesa, nos hizo coger a cada uno de nosotros una carta y volvimos a nuestro asiento. Recogió el resto de cartas y después de un juego rápido de manos, se dirigió  a cada unos de los ocho que teníamos cartas. Puso las cartas restantes en su mano y con la otra levantada, dijo a cada cual, que carta teníamos, el número o figura y color, si era de picas o corazones, tréboles o diamantes. Claro está que todo esto lo hizo con cierta parafarnalia, pero fue un truco estupendo.
Desde entonces, he respetado mucho a los magos, seguro que conocen otros secretos de la vida, que hacen que para ellos, los problemas sean más llevaderos, y que disfruten más de ella porque deben ver las cosas desde otra dimensión. Por lo menos eso creo yo, esta gente que sabe hacer mil y un trucos, y que a menudo conocen tanto la física como la química de las cosas, conocen también porqué se originan determinados problemas, y a donde nos pueden llevar, ¡son magos hombre…! deben de saberlo.
Algo parecido  pasa con las pitonisas –sos-, ayudan a los demás a solucionar temas espinosos, mientras que ellos están al margen del mundo, ¡que no, que no tienen problemas!, ¿porqué?, ¿porqué va a ser?, pues porque conocen el futuro. Si no  fuera así, vaya pitonisas serían… Yo me entero que una pitonisa tiene problemas, y ya me han visto el pelo. La magia es muy compleja, tiene muchas ramificaciones, y no hay que subestimarlas.
Conozco a gente, que no cogen el coche sin antes consultar a una pitonisa, ni cambiarse de ropa, tienen absoluta confianza en ellas, yo creo, que un momento determinado, deben conocer tanto a esos clientes excepcionales, que llegado el momento, esas personas les dicen lo que quieren oír. Oye me parece bien, que narices, otros se gastan la pasta en máquinas tragaperras o en alcohol, bien está que unos cuantos mantengan a estos magos de la adivinación.
Mi mujer, conoce a una señora, que a menudo, espera a que habrá su negocio la pitonisa del pueblo para comenzar el día con buen pié. Tiene la casa llena de velones de todos los colores, encendidos claro, y una habitación cuyas paredes están forradas de estampas, de santos y santas, todas ellas con poderes diferentes.
Personalmente, prefiero divertirme viendo los trucos de magia –potagia-, que se ven por televisión o en los teatros, es una pasada lo que pueden llegar a hacer esta gente. A mí me encanta, que quieres que te diga, me distraigo mucho y además me da que pensar acerca de cómo han hecho el truco –aunque a menudo no lo descubro-. Podría consultarlo en internet, ahí te lo cuentan todo, pero me niego a  descubrirlo, no señor, no quiero, prefiero quedarme con la incógnita de cómo han elaborado el truco.
Una cosa os digo, y esto es absolutamente verdad, los grandes estadistas del mundo, tienen sus propias pitonisas, para que les desvelen como va a ser el futuro, les pagan una cantidad de dinero que lo flipas, eso dice mucho a favor de los poderes ocultos, del mundo del más allá, de las cosas que normalmente los ciudadanos de a pié, no podemos hacer ni ver. ¿Cómo se llamaba aquel presidente de los Estados Unidos de América que era más borracho que el bourbon?, ha sí, el presidente Bush ese, tenía a una pitonisa en La Casa Blanca, que le ayudaba a gobernar. Alguna cosa buena haría esta señora, digo yo. Cada dos por tres le mandaba una limusina para que la llevara allí y le consultaba cosas del gobierno de la nación.
Ya veis, la magia está por todas partes, claro al ser una fuerza que se oculta tras aquellos que la saben hacen surgir a la luz, desde la oscuridad, pues no la percibimos, pero de existir… vaya si existe. Que se lo pregunten a cualquier madre que tiene que pasar el mes dando de comer a cuatro personas en la casa con trescientos euros, ya verás como hace magia, y de la buena, sin trucos ni rollos. Está claro también, que esta magia, incluye tratar de buscarse la vida para que sus hijos, tengan libros nuevos para el siguiente curso sin ser nuevos, o mochilas para llevar al cole, que ella y su marido tengan que acudir a las tiendas de segunda mano, para poder tener algo de ropa nueva, pero no le importa, está haciendo magia, y eso es lo que en definitiva cuenta.
Esas magas, cautivan a cualquiera, se pueden permitir llevar abrigos buenos, vestidos y hasta calzado por cuatro duros, para mí, es como si alguien tuviera una caja de magia Borrás, y la supiera aprovechar hasta los límites. De otra forma no se explica que vaya siempre como un pincel y además con la cara bien alta, no le cuenta a ninguna amiga como lo ha conseguido.
La magia solo tiene un modo de verse, la imaginación y la oportunidad, saber ilusionar a los demás, para que vean aquello que tú quieres que vean, sin desvelar los secretos de tus trucos.
¡¡Qué grande es la magia!!


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miércoles, 17 de octubre de 2012



                               ¿QUE CÓMO ESTOY…?


Pues hecho polvo, aunque como se suele decir “polvo somos y al polvo volveremos”.
Antes de que llegue esa hora –fatal para toda fuerza viva-, tengo cosas pendientes de solucionar.
La primera, en importancia es, desde mi punto de vista, es tratar de alcanzar a ver, la importancia de ser humano.
De por sí parece una tontería, pero envuelve  muchas cosas que a mi edad, todavía no puedo digerir con tranquilidad de ánimo.
Se supone que ha determinadas alturas de la vida, tendríamos que saber torear determinadas circunstancias, pues no señor, me veo como un simple aprendiz que está a merced de cualquier viento.
A veces pienso que esto no es obligadamente malo, el vivir comporta esto, desde que naces hasta que mueres, todos los que te rodean, sean o no familia, también están bajo esta influencia.
Las circunstancias nos obligan a ser, sin querer a veces, crueles con los demás. Lo peor de todo es, que yo en este caso concreto, que he pasado por experiencias parecidas, no tengo el poder para hacer ver a los demás, que están equivocados.
Que lo único que trae este tipo de, -supuestamente- venganzas, es podredumbre a los huesos de aquellos que las ejecutan. Mal estar físico, insomnio, fatiga acentuada, y en lo más profundo de su corazón, desprecio de sí mismos.
Por todo esto me siento tan mal. Seguro que he contribuido a que estén en esta situación, pero, ¿cómo entenderse, cómo llegar a una solución común que sea satisfactoria para todos?.
El diálogo es la única vía, si se rompe este diálogo, se rompen los vínculos que poco a poco se van enfriando, hasta convertirse en tierra del camino, que ahora pisamos sin ningún miramiento.
¿Cómo se sentiría cualquiera en esta circunstancia…?, creo que todos contestarían que se sentirían mal, muy mal. No solo porque estoy al margen de sus vidas, si no por el padecimiento continuo que quién no quiere mantener vías de comunicación, padece.
Es así de sencillo, los humanos no somos afortunadamente androides, nada tenemos que ver con los seres que se presentan en las películas de ciencia ficción, que al principio son máquinas, pero que terminan siendo humanos, al compartir nuestro modo de vida.
¿Cómo te puedes sentir cuando vas por la calle y tus hijos te niegan el saludo?, ¿Cómo te sentirías, cuando no te dejan acercarte a los tuyos, sea por la razón que sea, sin haber tenido más de tres palabras con ellos acerca del asunto?.
¡Qué mal lo deben estar pasando!. Esto es lo que me preocupa en definitiva, su salud y su bienestar. No es el propósito de todo esto, el poner buena o mala nota a nadie. Trato de no olvidar que soy un aprendiz de la vida hasta que me muera, pero el que te nieguen la ayuda oportuna para poder desarrollar tus cualidades y defectos, es de por sí cruel.
Mi sugerencia al respecto es, pues, que tratemos de ver a los demás, como una extensión de nosotros mismos, y que procuremos hacer con los demás, lo que nos gustaría que hicieran con nosotros en todo momento.
Olvidar este principio en un momento determinado, nos hace vulnerables a todo y a todos. Olvidar esta regla de conducta, nos hace merecedores de cualquier represalia por parte de cualquiera, hasta de nuestros propios hijos.


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                   UN AMORCITO DE MUJER.


Es frágil pero bonita. Lejos de ser cándida, atrevida, intrépida y hasta arriesgada.
No destaca entre la gente, por eso es tan especial. Piensa y reflexiona mucho, la vida la ha obligado a ello.
Siente que debe perdonar aunque le cuesta el hacerlo, con ella, de jovencita, nadie tuvo perdón. Es por eso que lo cultiva hasta límites insospechados.
Más que recibir da, este debe ser su sino. Su cuerpecito, se ha convertido en una dinamo, que se carga y se sobrecarga, sin poder expulsar todos sus sentimientos de un modo equilibrado.
¿Quién tuvo la culpa de todo este desbarajuste?, solo lo sabe ella, sus amigos conocemos la historia, pero solo ella fue la protagonista, sola, sin la ayuda ni el apoyo de nadie, miró hacia adelante, tratando de expulsar de su mente estos fantasmas que a menudo la visitan.
Estas cosas tienen sus consecuencias, y ella, las trata de digerir como puede, que frecuentemente, no es como debe, ¿quién puede recriminarle nada?.
Ahora, procura ver las cosas más positivas de la vida, deja de lado, todo aquello que huele a desgracias, a enredos, a malos royos, a situaciones que a menudo le puedan recordar tiempos pasados.
Es un amor de mujer. Siempre tan agradable, tan atenta, tan agradecida. A menudo pienso, a pesar de que ya tengo hijos, que una hija así no me importaría adoptarla con todas las de la ley.
Pero ella ansía ser independiente, como siempre lo ha sido, con profundo respeto por los demás, reta a quién quiera desafiarla. Consigue poco a poco aquello que se propone, y por ello, se ha ganado el respeto de todos sus amigos.
Sus cualidades son múltiples, es responsable y honrada, dos de las mejores, para enfrentarse a la vida con éxito. ¿Qué tiene defectos dices…?, seguro, pero cuando fijas la vista en todo aquello que decora a una persona, es difícil que los defectos, sean más que un simple espejismo.
Es por eso que se la quiere tanto, es un amor de mujer, ¡quisiera siempre tenerla cerca de mí para poder abrazarla como a una hija!, una hija a la que posiblemente engañaron, y al hacerlo, truncaron su joven vida.
Ella es un vivo retrato, de lo que puede hacer alguien, poniendo esfuerzo y remontando los obstáculos que se le ponen delante. ¿Es o no una mujer para ser amada siempre?.


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martes, 16 de octubre de 2012



                               TIEMBLA TIERRA QUE VENGO.


Y vengo de mal talante, como el de los antiguos pobladores bárbaros, que se lanzaron a la aventura de la conquista de los imperios del sur de Europa. Míralos ahora, con el paso de los años y el rollo de la unión europea y tal, no hay quién les tosa a los alemanes y compañía.
Sois vosotros, deplorables gobernantes, los que me hacéis estar así, en esta situación de continua zozobra, de preocupación constante, porque os importa un pimiento que vamos a comer mañana mi familia y yo.
Estoy muy cabreado, mi mujer no hace más que llorar mirando el álbum de fotos de familia. Sí, de nuestra boda, de cuándo nacieron nuestros hijos, metido todo en cajas de cartón, esperando la orden de desaucio.
Los críos no se dan cuenta de mucho de lo que pasa a su alrededor, no queremos preocuparlos, como les faltan dos semanas para que acabe el curso, ha venido a  buscarlos mi padre y se han ido al pueblo con ellos, viven en un pueblo de Aragón, en la casa que fuera de mis abuelos. Total para lo que hacen los últimos días de colegio…, salen de paseo todos con los maestros, visitan el zoo, hacen pequeñas competiciones en el patio si hace bueno…, va, tonterías.
Hace unos días viene mi chavalín con una planta de tomillo, “Mira mama, el maestro nos ha dicho que esta planta sirve para muchas cosas en medicina”. Vale, no digo que esto sea malo, pero pilló una insolación el crio que para poco se nos va. Coño, que los avisen, y saldrán con una gorra por lo menos, eso sí, él como los otros maestros, llevaban sombreros de paja del centro, para que no les diera demasiado el sol. ¡Venga hombre!. “El que quiera puede traer la equipación de futbol de su equipo preferido”. Así llegaron los niños a casa, que parecían farolas encendidas.
Me cago en la leche… en casa todo son lloros y lamentos por parte de mi esposa, queríamos echar raíces en la ciudad, donde yo tenía el empleo de funcionario, para que luego digan que los funcionarios vivimos tan bien. Conste que yo entré en su día por méritos propios, sin enchufes ni amiguismos. Ya sé que me voy de una cosa a otra, no hace falta que nadie me lo recuerde, el asunto es que estoy desesperado. ¿Qué puñetas hago ahora?. Me dan ganas de pillar por banda a uno que yo me sé, meterle un saco en la cabeza y trincharlo a palos, va, eso tampoco es solución, gentuza de esa, te la encuentras en todas las esquinas. Esa gran máquina municipal que es el ayuntamiento, tiene mellas en todos los engranajes, no voy a ser yo el que consiga repararla.
Claro que hay algo que falla en todo esto, y que debe haber influido en mí despido, creo que la cuestión reside en el hecho de que no estoy afiliado a ningún partido político, no creo en los políticos de hoy, y mucho menos en los componentes de esos partidos que gobiernan en La Casa de la Villa. ¡Si vierais las cosas que se entretejen dentro de esos despachos, os pondríais a llorar!. Eso, o os mondaríais de la risa, porque es que hay cada uno y cada una, que hay que ver…
El caso es que estoy en la puñetera calle, mi mujer cada vez que pasa cerca del ayuntamiento vomita, parece que esté preñada tú. No lo está, eso fijo, vomita porque piensa en las consecuencias a las que nos ha llevado el despido. No me sirve de consuelo el hecho de que no haya sido el único, ¿cómo te va a consolar eso?, los otros y otras estarán más o menos igual que nosotros. Hay compañeros que ya tienen –por decirlo de alguna manera-, la vida resuelta, un par de ellos en su día abrieron pequeños negocios de ropa, complementos deportivos y demás, ahora viven de eso, pero solo en verano y con ciertos apuros, porque este pueblo fuera de temporada parece que esté abandonado.
Hostias, a propósito de abandono, en El Camí del Sarrió hay doce viviendas sociales nuevas que todavía no han sido otorgadas a nadie. Es cuestión de ser rápidos, vamos a coger el coche, voy a alquilar un remolque donde sea, y nos vamos a mudar a una de esas casas.  “Estás boig Sebas, com em de fer aixó, está fora de la lley”. Es catalana mi esposa, yo no, soy maño, nacido en Egea de los Caballeros.  “Pues haciéndolo, nuestra casa cerrada a cal y canto, y luego cuando estemos instalados en la vivienda nueva, si tienen huevos que vengan a echarnos. Si llega esto, vamos a montar un pollo que se cagan patas abajo, ¿no ves que conozco a todos los municipales del pueblo?, y anda que no sé cosas de ellos, por lo menos de unos cuantos empezando por el sargento”.  “Que per aquestas cuestions envían als mossos d’e escuadra, ruc”.
Pues eso que vengan, que yo conozco a unos cuantos que están en nuestra misma situación, y los voy a invitar a que ocupen el bloque, que puñetas oye. Dicho y hecho, en un fin de semana con la ayuda de familiares ocupamos el piso, y a escoger tú, nos quedamos en el primero, a ras de calle no, pero en alto tampoco, el ascensor no funciona. Hay que ser prácticos y usar la cabeza. Un amigo lampista ha hecho un puente para que tengamos luz pública, lo mismo ha hecho para que tengamos agua, ahora a esperar que vengan, que vendrán sin duda alguna.
Me acerco a Casa Lorenzo a invitar a los que nos han ayudado, nos tomamos unas cañas y sin ruido lo celebramos.  “Gracias amigos y familia, es muy importante para nosotros el que nos hayáis ayudado. Además, no habéis dañado ningún mueble –eso lo digo en plan de cachondeo y se ríen-, si pudiera os besaba a todos, pero los mariconeos no me van, ya les he dicho a vuestras esposas y novias que esta noche os traten de forma especial  -se vuelven a reír-, muchísimas gracias a todos, estoy en deuda”.
Me acerco a la ferretería y llevo en una bolsa dos bombines, el de la puerta de abajo y el del piso, me dan el recambio y me voy a casa. Por la noche llama mi padre, está al corriente de todo.  “Que los niños quieren hablar con vosotros, que les digo?”.  “Que se pongan papá, que les vas a decir ¿qué estoy en la cárcel por okupa?”. Hablo con ellos un rato, ya le he dicho a mi padre que no podría pagar las llamadas, debemos tratar de ahorrar, él está conforme ¿cómo no?.  “La piscina del pueblo es muy chula papi, vamos casi todos los días, y también ayudamos al abuelo en la huerta, lo estamos pasando en grande. Ayer fuimos a la playa del embalse, había un concurso de remo, fue muy divertido”.
Me alegro de que estén ausentes de este drama por el que estamos pasando. Catalina no pudo dormir la primera noche, pero creo que poco a poco se irá adaptando. ¡Ya estamos, la policía!.  “¿Sabes que no puedes ocupar una casa por la cara verdad?, venga recogerlo todo y salid de aquí”.  “A vale, ¿me dejas tú casa para ir a vivir?, somos cuatro, y de momento no puedo pagarte un alquiler muy alto”.  “Venga no me vengas con cachondeos, esto que estás haciendo es ilegal”.  “Me cago en la leche, ten cuidado que te va a estallar la cabeza por hacer estos razonamientos. Mira, de aquí no me voy, y punto. Dadme una solución justa y lo arreglaremos, ¿estas viviendas no son sociales?, pues eso, yo necesito una, por lo tanto me quedo”.
Le dije al sargento que viniera el alcalde, que hablaría con él. Si no lo hacía, hablaría yo con un altavoz en la plaza del ayuntamiento y le explicaría a todo el pueblo, como y de qué manera se habían financiado estas casas, y por qué estaban, desde hacía un año y medio, estaban vacías.
“Dile al señor alcalde, que tengo copias de todo cuanto se tramó, para llevar a cabo esta ayuda a los más necesitados”. Cerré la puerta y di dos vueltas a la cerradura.
Desde entonces, nadie ha venido a molestar, una mañana me acerqué al ayuntamiento, caras de simpatía y otras de un odio profundo, estaba seguro que me había ganado a pulso enemigos, pero por otro lado, los que me sonreían daban a entender que ya era hora de que alguien hiciera algo. En servicios sociales hablé con Laura, hice la petición para que me pusieran contador de agua y de luz, por lo tanto quería que me extendiera un documento con una copia compulsada en la que constara esto. Habló por teléfono unos minutos, después me dijo que me lo haría llegar a casa, que mientras tanto avisaría a los servicios oportunos para que normalizaran el consumo de electricidad y de agua.
“Creo que no lo has entendido bien Laura, este documento lo quiero AHORA, de modo que me espero, llama otra vez a José Manuel  -el alcalde- y dile que subo a su despacho, mientras ves redactando el papel”. Ya estaba en camino al ascensor, por las escaleras bajaba como una liebre José Manuel.  “¡Hombre tú por aquí!, haber ¿en qué te podemos ayudar?”.  “Eres un pedazo de cabrón, eso va por echarme a la calle, y lo segundo que te quiero decir es lo siguiente, tengo documentos, que acreditan las visitas que has hecho en los últimos dos años, a El Jaguar, ¿te suena verdad?, si hombre la casa de putas que dejaste construir a la salida de la ciudad, ya me parecía a mí que recordarías . Aparte, están las cenas que te has dado a cuenta de este ayuntamiento, en el hostal El Maravedí, con tú secretaria Rosa. Ahora después de ti, voy a ir a hablar con el sargento de los municipales, ya sabes tú para qué, para refrescarle la memoria, de los diezmos que va cobrando por ahí, a cuenta de la protección especial que da a determinados establecimientos. En definitiva, te digo todo esto porque quiero  recuperar mí puesto de trabajo, aunque ello resulte en que tengas que echar a la calle a la hermana de Rosa que ocupa mi lugar, que no sabe, ni poner en marcha el ordenador en el que trabaja, ¿estamos?, espero tú respuesta ya. Mañana sería un buen día para que me dieras noticias, porque pasado mañana saldrás en las noticias de la emisora local, con información debidamente acreditada. Huy me voy, que Laura me está haciendo una documentación importante –bajando las escaleras-, está todo bajo custodia, lo digo por si tuviera algún accidente. Mímame mucho tío, ya sabes”.


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lunes, 15 de octubre de 2012



                                   CADA DÍA UN POCO MÁS.


Amelia siempre pensó, convencida por las muchas charlas que tuvo desde su adolescencia con su madre, que todos los logros en la vida, tenían que ser paulatinos.
Su madre le contó mil detalles de cómo, por ejemplo, escogió al que después sería su marido. “Era un chico muy guapo, diligente, sincero, afable, que tenía muy buena reputación en la familia, todos lo querían con locura”. Al parecer, era el alma de cualquier fiesta a la que acudían junto a otros amigos y parejas. “Anda que no habían moscas a su alrededor… las tendrías que haber visto, se morían de envidia cuando íbamos por la calle cogidos de la mano. En dos o tres ocasiones tuve que pelearme con alguna desvergonzada, se lo querían ligar de forma descarada delante de mis narices”.
Amelia reía cuando oía a su madre hablar en aquel tono, Angélica era una mujer joven que en nada desentonaba con su hija, moderna, vistiendo a la última moda, pero toda una señora.
Eso sí que la diferenciaba de Amelia, andaba provocativamente, se movía de manera que cualquier hombre se volvía para mirarla, su modo de vestir y el perfume que usaba, siempre de hombre, la hacía más atrayente si cabe. En ocasiones su madre le advertía “Mujer no salgas así, ¿es que quieres ser el centro de atención de todo el mundo?”. No contestaba, se limitaba a darle dos besos, coger el bolso y salir a la calle para reunirse con los amigos. Como fuera o dejara de ir no se sabe, -yo no estaba allí para verla-, pero era evidente que en ocasiones quería impresionar a alguien.
Al día siguiente, antes de salir para la universidad su madre le preguntó “Que tal anoche, como fue todo, no te oí llegar”. “Pues bien, todo el tiempo estuve con Marco. Este chico es fantástico, divertido y buena gente, te puedes creer que ni una sola vez en tres o cuatro veces que hemos salido con el grupo, ha dirigido una mirada a mi escote ni a mis piernas…”  “Esa es una buena señal Amelia, la gente seria pasa de esos detalles, ven más allá del físico de una mujer”.  “Eso mismo pienso yo, y mira que… la verdad es que si me hubiera propuesto acostarnos lo hubiera hecho, porque  además de esas cualidades que te he contado, ¡tiene un cuerpo que tira de espaldas!”.
“Poco a poco hija, si definitivamente conoces a una persona que es de tú agrado en todos los sentidos, debes ir poco a poco, conseguir a alguien cuesta poco, conservar a esa persona es mucho más difícil. Es todo un reto, de momento la vida ha sido fácil para ti, pero probablemente no sea así siempre”.
Angélica tiene una empresa de bisutería que es muy conocida, trabaja con modistos que visten a sus modelos con sus creaciones, sus trabajos se conocen en muchas pasarelas. Madrid, Barcelona, Paris y Estados Unidos son algunas de ellas, viven en una gran casa a  las afueras de Madrid, en una urbanización llamada La Moraleja, los talleres están situados en Madrid y Valencia, pero sabe delegar en otros el trabajo, esto hace que no tenga que estar siempre de viaje. Emilia es la persona de confianza de Angélica, es ella la que controla la producción de los trabajos, y hasta diseña algunas joyas, con el beneplácito de la jefa.
Angélica de esta forma, tiene tiempo para estar en su casa y atender a su hija Amelia. Considera que estando cerca de ella, puede ayudarla en la otra universidad, la de la vida. Ha sufrido un desengaño muy grande y doloroso, es por eso que su propósito es, ayudar a su hija en todo aquello que haya de menester.
Cada día un poco más la va preparando para la realidad de la vida, ahora, Amelia vive en otra dimensión, la universidad, sus estudios, sus amigos y poco más.
“Hija recuerda que aun siendo cuidadosa a la hora de elegir una pareja, te puedes equivocar, esto no te tiene que dar miedo, muy al contrario, esos acontecimientos, son una lección práctica de cómo tienes que dirigir tú vida. Mira si no a tú padre, estuvo cuatro años presentando excusas bochornosas, todo para qué, para dejarnos a ambas, me había hecho vieja para él. Has visto con tus propios ojos la clase de vida que lleva, juntado con una colegiala a la que además de todo, no aprecia lo más mínimo”.
“No sufras mamá, yo no cometeré el mismo error. Puede gustarme algún chico, pero tengo clara mi inclinación sexual”.
Se hizo un silencio entre las dos que se podía cortar con un cuchillo. Angélica se quedó mirando a su hija con cierta sorpresa, Amelia la miraba directamente a los ojos con seriedad, sin embargo sabía que este campo, su madre no podía darle demasiados consejos. Su hija no era una atolondrada, ni estúpida, lo que acababa de  decir no era fruto de algún capricho pasajero, lo notaba en sus ojos felinos, hermosos ojos almendrados que heredó de su padre, verdes como el océano cuando se pacifica después de una tempestad.
“Tengo que ir a una exposición a Barcelona, ¿quieres venir conmigo?, lo pasaremos en grande, tengo hecha una reserva en el hotel Clarís, te encantará ¿qué me dices?”. Era evidente que Angélica, quería saber más acerca de este inquietante asunto, que su hija le acababa de plantear. Quizás ese viaje le daría la oportunidad de escucharla y si cabía, darle algún consejo.
Amelia aceptó, pero anticipadamente le hizo saber a su madre que no quería hablar del asunto que le acababa de referir. Angélica levantó ambas manos “De acuerdo, no hablaremos del asunto, palabra”. El fin de semana fue total, las dos disfrutaron de lo lindo, sobre todo, aprovechando las instalaciones que ofrecía el hotel, Angélica ya estaba acostumbrada a aquella forma de disfrutes, pero Amelia no.
Incluso de forma automática se vio inmersa en aquel mundillo de la exposición y venta de joyas, su madre mirándola por el rabillo del ojo, veía como su hija hacía negocios con dos señoras propietarias de una franquicia de ropa de moda. Es más cerró el trato sola, y ese día lo celebraron por todo lo alto, con una cena especial regada de principio a fin con cava. Las dos cogieron el ascensor del hotel para retirarse a su habitación, cogidas de la mano, el botones que las acompañaba dentro del ascensor miraba de reojo, ellas se dieron cuenta y se pusieron a reír como locas, ¿qué pensaría aquel muchacho?.
De forma automática, Amelia al salir del baño envuelta en el albornoz, se puso a hablar con su madre que estaba descalza y recostada en el sofá del gran salón de la suite. “Qué lástima que todavía haya gente que vea el lesbianismo con extrañeza, por mucho que quieran aparentar que es normal, siempre encuentras a personas que nos rechazan”. “Oye, pero no habíamos quedado en que no hablaríamos del tema en este viaje?, por lo menos esa fue la condición que tú me pusiste”.  “Ya lo sé mamá, la cuestión es que me da mucha rabia que un matrimonio de heterosexuales pueda ir por la calle haciéndose arrumacos y nosotras las lesbianas tengamos que escondernos para hacerlo. La gente te mira del revés, eso jode mucho”.
Era comprensible, acababa de darse cuenta de ello, quizá el próximo ascensorista ya estuviera más acostumbrado a ello y no las hubiera mirado siquiera. Pero eso no era para poner una queja al hotel.
De vuelta del viaje, las dos continuaron con sus rutinas, Amelia pensando en ver de nuevo a Lilianne, Lily como la llamaba ella. En total habían estado separadas, cuatro días, y eso para dos personas enamoradas, es mucho tiempo. Una tarde, a eso de las seis, su madre le mandó un mensaje de texto “Si es posible, no hagas planes para esta noche, me gustaría presentarte a unas personas, creo que puede ser importante para ti, te quiero, muuuak”.  “¿De qué se trata mamá?, déjate de incógnitas”. “Tú ven, y si quieres venir acompañada, será bien recibida”. “Vale, a las ocho estaré en casa, yo también te quiero”.
Puntual como un reloj, se oyó el sonido de un auto delante del chalé. Su hija, estaba besándose con una mujer de forma apasionada, Angélica salió al encuentro de ambas “¡Hola!, ¿que no entráis?”. Se quedaron de piedra, sorprendidas, ninguna de las dos sabía hacia dónde mirar ni qué hacer. “Desde luego mamá… ¡cómo eres he!”. “Venga bajad ya las dos y entrad, vamos a cenar las cinco juntas”. ¿Las cinco juntas? Se preguntó Amelia, ¿por qué está tan contenta mi madre, se habrá dado un golpe en la cabeza?. Interrumpidas y un poco frustradas, se bajaron del coche ya aparcado un poco más arriba de la casa, y Amelia se puso a hablar en francés con Lily desde la acera “Os espero dentro, no tardéis”.
Al cabo de nos minutos entraron en la casa, en el salón de estar, aparte de su madre, habían dos mujeres más. Destacaba la elegancia de las dos a pesar de que vestían de modo completamente distinto. Angélica se levantó e hizo las presentaciones, una de ellas, resultó ser una gran diseñadora que exponía en pasarelas de medio mundo, Roxana era su nombre, era una mujer que hubiera destacado en cualquier ambiente, tal era su hermosura y distinción.
Se sentaron a la mesa del comedor, preparada especialmente para la ocasión, a los cinco minutos de estar comiendo en relativo silencio, Angélica se puso a hablar de cómo las mujeres, estaban destacando en los últimos años en el mundo de la moda y los complementos. “Ya iba siendo hora de que todo el mundo supiera, que en las mujeres hay un gran potencial escondido. Menos mal que personas valientes como tú –dirigiéndose a Roxana-, han roto con los esquemas, es de agradecer, por lo menos, y hablo en el terreno personal, nosotros tenemos más de un cincuenta por ciento de mujeres emprendedoras, que están llevando este barco a buen puerto”.  “Sí, cierto, todavía está costando un poco no creas  -ahora contestaba Roxana-, pero se está consiguiendo. Bueno ya lo ves tú cuando preparamos los desfiles entre bambalinas, hay muchas envidias y mucho espionaje, hacen daño estas cosas”.
“Amelia estudia empresariales, está a punto de terminar la carrera. Muchas veces, casi sin quererlo me da sugerencias y consejos que aplico al negocio, y la verdad, me son muy útiles”.  “Se ve que es un cielo de chica querida amiga. –Volviendo su mirada a Amelia-. Personas como vosotras sois el futuro de muchas de las cosas que ahora la cultura moderna posee, en todos los ámbitos de culturas antiguas, han sido las mujeres las que se han encargado de luchar por mantener aspectos relacionados con la moda de manera activa”.  “Si es verdad, tengo amigos que estudian antropología que dicen lo mismo. Es muy interesante, sin las mujeres el mundo no tendría color”.
La amiga de Roxana, Susana permanecía en un segundo término, parecía inexistente en la mesa, sin embargo, manejaba los cubiertos de manera exquisita, sabiendo en todo momento como usar los utensilios que estaban a mano para cada comensal.
“Mi mujer, siempre dice que sin nosotras la vida sería tediosa, un fastidio, depender de los hombres dice, sería como depender de ellos para que te sujetaran una escalera y subir a un árbol a coger la fruta que tú más deseas”. Inclinando la cabeza hacia su mujer, se dieron un beso largo y apasionado. Este detalle causó un fuerte impacto sobre las dos novatas que intuitivamente, bajaron la mirada hacia los platos, como si sintieran vergüenza ajena de asistir a aquella escena, que se suponía debería ser secreta.
Susana cobró aliento, ese beso de su mujer, la ratificaba como suya. Era relativamente temprano cuando terminaron de tomar el postre, Lily todavía un poco desconcertada, fue poco a poco soltándose, estaba entre amigas, ¡que delicia!, ningún hombre a la vista, solo la esforzada sirvienta con la piel cobriza que iba arriba y abajo, trayendo y llevando enseres propios de la ocasión. “Cuando lo metas todo en el lavavajillas puedes irte Falaya”.  “Muy bien, gracias”. La chica que no tendría más de veinticinco años, desapareció por la puerta de la cocina.  “Oye Angélica, esta muchacha con cuatro dedos más de altura sería una modelo de escándalo”.  “Lo sé, por eso a retiré de la circulación, para que mi amiga Roxana, no me la robara. En casa, a pesar de su juventud hace un trabajo magnífico”. Rieron todas, incluso Lily, mostrando su perfecta dentadura y una risa encantadora y contagiosa.
“Dentro de diez días, celebramos nuestro aniversario, queremos invitaros a las tres, será un honor teneros en nuestra fiesta. Supongo que tú vendrás Lily. Vienen unos cuantos compatriotas tuyos, vous espérez, etre d’accord avec”. Vaya aquella mujer hablaba francés, y con qué soltura… Lily se sorprendió un poco y no se pudo negar, sobre todo porque su novia había aceptado ir también. Además, quizás por el simple hecho de hablar en francés, aquella señora le había caído muy bien, es más, después de dirigirse a ella con estas palabras, estuvieron teniendo una fluida conversación sobre donde había nacido, y que la trajo a España.
La fiesta  de aniversario de Roxana y Susana fue una especie de explosión de homosexuales, en su casa, una mansión en Ciempozuelos, cerca de Madrid. Roxana compró una casa de unos indianos, que tenían en el jardín, un laberinto hecho de setos, precioso y alfombrado de césped. El jardín de por sí, invitaba a estar más fuera de la casa que dentro, con un cenador extraordinario y la selección de las más exquisitas plantas de flor que jamás hubiera visto Amelia. Aquello era de locura de espléndido. Las dimensiones de la casa eran extraordinarias, de forma que con anticipación, Roxana sugirió a Angélica que se quedaran a dormir para no tener que hacer el mismo día, el viaje de vuelta. La fiesta con un bufete libre extraordinario fue de lo más, Roxana alquiló un servicio de catering con el servicio incluido, ellos se encargaron de no dejar nada al azar. Amelia y Lily se relajaron mucho en mitad de aquel ambiente, vieron algunas caras conocidas del cine, que jamás habría imaginado encontrar allí, y que además fueran homosexuales. Eso las decidió a hacer lo que hacía todo el mundo, una vez se hubo bebido o suficiente como para deshinibirse, y soltarse la melena como se suele decir coloquialmente.
No es que aquello se convirtiera en una bacanal romana, pero ciertamente, la gente iba arriba y abajo de la casa, con más que el mero deseo de visitarla. Pero qué narices, aquel era un día especial y Amelia y Lily también tuvieron su oportunidad en el cenador del jardín equipado con unos divanes chill out magníficos, y luces de velones de colores.
“Saben vivir estas dos ¿no te parece cariño?”.  “Definitivamente sí, pero esto no es lo importante, lo mejor es que se sepan querer y puedan compartir lo que tienen, sea lo que sea”.  “Te quiero Lily, quizás más de lo que yo misma me imagino. ¡Me gustaría tanto que nuestras lazos se fueran estrechando…!”.  “Por mi parte lo estoy intentando Amelia, mi madre en Francia sabe lo nuestro y quiero que en un momento u otro, podamos visitarla, verás que familia tengo, son todos estupendos”.
Amelia pasó por alto estas palabras, aunque daba por sentado, que algún día tendría que ir con ella a Nantes a visitarlos, y ser presentada. Poco a poco a medida que pasaba el tiempo, su relación fue a más, ahora llegaban a la universidad de la mano, se despedían con un beso en los labios, y fue entonces, cuando comenzaron a fijarse en otras  muchas parejas de universitarios, que hacían lo mismo.
Es lo mismo que cuando quieres comprarte un coche de determinada marca, mientras vas en el tuyo, no ves ninguno, pero una vez estás decidido, empiezas a verlos por todas partes.
Este hecho les dio un impulso extraordinario, comenzaron a ser invitadas a fiestas en las que solamente habían chicas, la gran mayoría con pareja, otras solas, estaban decididas a encontrar a su igual en ellas, pronto se convirtieron en el blanco de otras parejitas acabadas de formar, que les pedían consejo. De manera que las circunstancias hicieron que, poco a poco se fueran conociendo un poco más. Casi se pudiera decir que vivían juntas, no eran pocas las noches en las que llegaban a casa muy tarde, hecho este que las hizo que durmieran frecuentemente juntas para evitar traslados innecesarios al otro día.
Por la mañana, se encontraban a menudo con que estaban solas en casa, Angélica ya no estaba en casa, tenía negocios que atender y salía a las ocho de la mañana. En la habitación de la buhardilla, donde tenía su dormitorio Amelia, se precisaban cambios. Compró una gran cama de matrimonio e hizo que el gran ventanal de su habitación que daba a la sierra, tuviera una cortina que por la mañana se abriera por medio de un automatismo. ¡Cuántas veces lo abrieron para ver el sol y luego la volvían a dejar entrecerrada, mientras se amaban sobre el lecho!.
Al final de la primavera, Angélica les dijo que había conocido a alguien con quién salía desde hacía algún tiempo y que se iba a vivir con esa persona al centro de Madrid. Esa fue una noticia que consternó a Amelia, si bien sabía que su madre tenía todo el derecho de ser feliz a su manera, también estaba segura de que ahora, la vería mucho menos. Es curioso, todo lo que poco a poco había ido consiguiendo, ahora, se le escapaba como el agua entre los dedos de la mano. Justamente esa era la sensación que tenía, la sensación de pérdida de su madre, le estaban robando una joya de valor inapreciable, y no podía hacer nada por evitarlo. Pero sin que Amelia lo supiera, su madre tenía la misma sensación, lo único que separaba estos dos paralelismos era que Angélica lo daba por hecho, era ley de vida, los hijos son criados por los padres para que vengan otros y te los roben.
¡A cuánta gente joven conoce Angélica, que llegan al mundo de la moda y se ven inmersas sin saber cómo en las drogas, la prostitución y la anorexia!. Muchas de ellas no van más allá de los veinte años de edad, al principio son respetadas, todavía están tuteladas por los padres, pero luego…, cuando comienzan los viajes de acá para allá, salen al extranjero a desfilar –las que valen para ello- y no hacen nada más que vivir para y por la moda, con la ambición de ser tops en este mundillo, irremediablemente caen en estos vicios, y actividades propias de la profesión que ejercen. La atracción de ver mundo y codearse  con gente importante, paga este precio.
Todo esto llega poco a poco, como casi todo en la vida, sin darse cuenta, solo te apercibes de todo ello cuando acabas viviendo una vida olvidada, pero con unos vicios que son difíciles de dejar de lado.
A no, Amelia y Lily tienen otros objetivos, llegarán a ser algo en el mundo de ciencias que no se aprenden de este modo, saben donde están sus límites, sin embargo, a los ocho meses de vivir juntas, los celos –probablemente infundados-, las alejan y las acercan, cual si se tratara de olas que llegan a la playa, siempre viejas, aunque a la vez, siempre nuevas, traídas y llevadas por el mismo mar, pero a menudo con efectos diferentes, con más espuma unas veces, otras con más fiereza, pero siempre las mismas.
Cuando se ama, a menudo afloran del corazón, un inexplicable sistema de sentimientos complejos, que todavía son motivo de estudio de parte de doctores, una enmarañada red de reacciones que forma parte de ensayos, con los cuales se pretende saber, el porqué de diferentes reacciones humanas, que pueden llevar al suicidio, a la infidelidad, al abandono de uno mismo, y a la negación también, del derecho a la vida. ¡Qué complejos somos!, afortunadamente son los menos, somos complejos eso sí es cierto, pero las más de las veces, tenemos un éxito relativo, sabemos que la vida no se debe tomar a la ligera, que todo tiene un porqué, un orden lógico, heredado dicen, de nuestros parientes lejanos, los primates.
Amelia tiene la cabeza bien amueblada, sin que su madre lo sepa, ha tenido un desengaño importante –o quizás lo tuvo la otra mujer con la que mantuvo una esporádica relación corta pero intensa-, estas cosas no dejan señales físicas afortunadamente, ni señal externa alguna, es en el corazón, donde se queda retenido frecuentemente, un sentimiento de frustración. En lo más profundo del alma, a menudo quedan cicatrices, que cuestan de curar, durante mucho tiempo. Desde que comenzó su amistad con Roxana, esta le contó que en su juventud, había tenido un par de experiencias, que hasta en una ocasión la llevaron a pensar en el suicidio.
“Tristemente, esto pasa también en el caso de las parejas heterosexuales, pero son las menos, ya no hay gente como Romeo y Julieta, ni como Liu Guojiang y Xu Chaoquin”.  “¿Quiénes eran estos dos últimos, no he leído nada sobre ellos”.  “Yo sí, incluso en un viaje a China me acerqué al lugar donde vivían, en la cima de una montaña al sur de China, en el condado de Jianglin. Fui allí por motivos de trabajo en uno de mis viajes, y alguien me habló de esta historia, no pude resistir la tentación de ir a visitarlo. Este monumento al amor es algo colosal, tardó cincuenta años en terminarla para que ella pudiera bajar por ella, salir de la soledad en la que hallaba, sola con él, trabajando en la construcción de lámparas de queroseno, y criando a los hijos que juntos tuvieron. ¿Te imaginas algo así, el amor que este hombre le profesaba a su esposa?”.  “Es una historia de amor emocionante Roxana, me alegro mucho de tenerte como amiga, seguro que a lo largo de la vida, te habrás encontrado en situaciones complicadas, tú experiencia es de gran ayuda para cualquier persona, sea quien sea, Susana tiene una gran suerte de tenerte a su lado”.  “Y yo de tenerla a ella, en esto la suerte no cuenta para nada, solo el cultivar el cariño, eso es todo lo que se necesita”.
Poco a poco, Amelia depositaba todo esto en su corazón, haciendo una despensa de todo ello, de lo que veía, de lo que le contaban los demás y de sus propias vivencias, un gran bagaje para poder pisar con seguridad en la vida. Al cabo de un año aproximadamente, Roxana y Susana, recibieron una invitación de boda, Amelia y Lily se casaban y eran invitadas a la boda. Ambas las escogieron para que fueran las testigos al acontecimiento, en un encuentro que tuvieron ambas en una tienda de Madrid, Amelia le confesó  “En buena parte, nuestras charlas y meriendas nos han decidido a dar este paso, de manera que, simplemente gracias amiga mía”.
Y poco a poco el tiempo ha ido pasando, dejando tras de sí señales inequívocas de un amor que ha fructificado, que ha resultado ser una herramienta útil, para todas las adversidades que la propia vida trae consigo. Y siguen amándose cada día un poco más.


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lunes, 8 de octubre de 2012



                                            PARA CUANDO VUELVAS.


Sacaré agua de nuestro pozo, por si tienes sed de sentimientos nuevos.
Por si cuando amanece, veo el rastro de tus pies en el camino, tendré preparado el paño que limpie tus pies después del viaje.
Adornaré nuestra casa con mil flores diferentes, repararé nuestra puerta para que pueda abrirse sin llave alguna. De madera de sándalo are nuestra cama. Y la lumbre de nuestro hogar, siempre estará encendida por si al llegar tú, tienes frio.
Para cuando vuelvas, tendré el corazón abierto, lleno de lágrimas de alegría, así cuando te llene te besos, las derramaré sobre tú regazo.
Vuelve luz de mis ojos, no veo la vida sin ti, la comida no me alienta, ni el agua sacia mi sed.
Todo está envuelto por una neblina, el sol te reclama de día. ¿Recuerdas aquellos días en que las flores del prado te saludaban, soltando su aroma cuando eran tocadas por los pliegues de tú falda?.
Desde tú ausencia se esconden, te esperan, igual que yo lo hago. No te culpan porque tienen alma, y saben por qué no estás aquí.
¡Ho dioses!... ¿porqué este castigo, porqué no sois indulgentes y la convencéis para que vuelva?.
Decidle que la espero a cada instante, que desespero noche y día para oír su aliento.
Y si un viento benigno te hace llegar esas peticiones, sepas que todo lo que te digo es promesa, que se acabará de cumplir el resto de todos tus deseos para cuando vuelvas.


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domingo, 7 de octubre de 2012



                                        QUEJAS Y MÁS QUEJAS.


Creo que cada día que pasa soy más necio, -quiero decir ignorante-, a pesar de lo mucho que leo y de todas las cualidades propias de una persona que sabe reflexionar, que se esfuerza por catalogar las cosas, –no juzgarlas-.
Eso es irremediable me dice un amigo mío, esto pasa cuando uno sabe distinguir comportamientos y maneras de decir y hacer las cosas. Pues voy fino, he intervenido en montones de conversaciones, y solo me han llevado, a que piensen de mí que soy un presuntuoso.
No es que quiera cambiar la vida de la gente, siquiera que se comporten de forma diferente, solo que razonen bien. Pero supongo, que en muchos casos eso es pedir demasiado. Lo comprendo, ha llegado una época, en que las personas nos volvemos cada vez más desconfiadas, ha pasado la época en que nos dejamos aconsejar por los demás.
Está claro que la gente que te conoce, pueden deducir que no es necesario ser tan remilgado para vivir. Puede que tengan razón, me quejo del modo de pensar de los demás, y ellos pueden quejarse de mi manera de obrar, no sé chico, esto es como estar metido en una gran espiral que no te lleva a ningún lugar.
¿No os pasa a vosotros, que algunas veces después de decir determinadas cosas –quiero decir hacer razonamientos-, luego preferiríais haberos mordido la lengua?. Estoy seguro de que sí, pero no se puede evitar. Puñetas, quieres a tú familia, a tus amigos, a la gente que está más próxima a ti, y eso exige de uno, que sea constructivo a la hora de dar ayuda del tipo que sea.
Pues nada, siempre hay quejas, quejas por  el modo de decir las cosas, no todos hemos hecho una carrera diplomática, otros, especialmente de la familia, no están complacidos por nuestras decisiones. Siempre hay un pero para todo, seguramente tienen razón y estoy equivocado.
Y ya está, sin desearlo, te encuentras en un fuego cruzado de acusaciones, de veladas insinuaciones que te ponen de mal talante. Sea lo que sea lo que se discuta, siempre sale alguien mal parado.
Ahora, ya con cierta edad, me apercibo de que muchos consejos y sugerencias sobraban, de cualquier forma hacen lo que les viene en gana… ¡Que frustrante es sentirse así!, esta actitud de disimular escuchar haciendo caso omiso de lo que dices por experiencia, es terrible.
Termino pensando, que es mejor permanecer cayado, y que cada cual haga lo que quiera. Afortunadamente en mi casa, se me da la oportunidad de ser quien soy, así, natural y espontaneo, lógico y comedido a la hora de hacer razonamientos, por lo menos eso creo.
Si no es así, peor para ellos. Uno no puede cambiar sistemáticamente de carácter, imposible, eso hace que en según qué casos, las amistades de mis hijos me vean como un dinosaurio. Bueno, es una forma de expresión, los jóvenes llaman dinosaurios a los que somos de otra época, es lógico, como la vida cambia tan aprisa…
Muchas veces cuando ha venido alguien a casa y hemos comido juntos, con mis hijos, conversado durante su visita, al marchar de casa, alguno de mis hijos –sin mala intención-, me aborda “Papá no deberías haber hecho tal comentario, ella no sabe nada de todo esto. La próxima vez que venga, no digas nada sobre esto, ni aquello, ni lo demás allá”.
Te censuran unas cuantas cosas, que tú debes poner en una lista aparte. Pero entonces… ¿qué se supone que debo hacer, estar allí como un jarrón, sonriendo y haciendo bonito?. De eso nada, es entonces cuando comienzan las quejas y los desencantos. La próxima vez, no se reúnen contigo, o sea en casa, buscan el modo de excusarse para invitarse en cualquier otro domicilio.
Lo que para uno pueda ser necesario saber, para ellos sobra, quieren vivir la vida intensamente y punto. A los jóvenes no se les puede privar del botellón, de la discoteca, de los preservativos –quién los usa-, o de la píldora del día después, de algún que otra pastilla como el éxtasis o cosas parecidas, su paquetito de tabaco y otras cosas.
No debo ni quiero generalizar, hay por ahí una juventud realmente ejemplar, pero… estos han bebido aceite, están apartados de los que hablábamos antes, son apestados para muchos de ellos. Mientras, ellos, se apartan de todos los posibles problemas propios de esa juventud loca, para formar barrera contra los que quisieran destruir su sistema de vida.
Y aun estos, tienen quejas, quejas de que sus padres no los comprenden, que necesitan un trato más afectuoso que los lleve al éxito de su misión, que no es otra que ser buenos médicos, abogados o gente de letras. Viven para y por ello, los padres juegan en este caso un papel importante.
Estamos inmersos en un sistema lleno de escollos, nuestros hijos lo merecen “todo”, al margen de las quejas que puedan tener, los hemos de cuidar mucho, son nuestro mñas preciado tesoro.


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