TIEMBLA TIERRA
QUE VENGO.
Y vengo de mal talante, como el
de los antiguos pobladores bárbaros, que se lanzaron a la aventura de la
conquista de los imperios del sur de Europa. Míralos ahora, con el paso de los
años y el rollo de la unión europea y tal, no hay quién les tosa a los alemanes
y compañía.
Sois vosotros, deplorables
gobernantes, los que me hacéis estar así, en esta situación de continua
zozobra, de preocupación constante, porque os importa un pimiento que vamos a
comer mañana mi familia y yo.
Estoy muy cabreado, mi mujer no
hace más que llorar mirando el álbum de fotos de familia. Sí, de nuestra boda,
de cuándo nacieron nuestros hijos, metido todo en cajas de cartón, esperando la
orden de desaucio.
Los críos no se dan cuenta de
mucho de lo que pasa a su alrededor, no queremos preocuparlos, como les faltan
dos semanas para que acabe el curso, ha venido a buscarlos mi padre y se han ido al pueblo con
ellos, viven en un pueblo de Aragón, en la casa que fuera de mis abuelos. Total
para lo que hacen los últimos días de colegio…, salen de paseo todos con los
maestros, visitan el zoo, hacen pequeñas competiciones en el patio si hace
bueno…, va, tonterías.
Hace unos días viene mi chavalín
con una planta de tomillo, “Mira mama, el maestro nos ha dicho que esta planta
sirve para muchas cosas en medicina”. Vale, no digo que esto sea malo, pero
pilló una insolación el crio que para poco se nos va. Coño, que los avisen, y
saldrán con una gorra por lo menos, eso sí, él como los otros maestros,
llevaban sombreros de paja del centro, para que no les diera demasiado el sol.
¡Venga hombre!. “El que quiera puede traer la equipación de futbol de su equipo
preferido”. Así llegaron los niños a casa, que parecían farolas encendidas.
Me cago en la leche… en casa todo
son lloros y lamentos por parte de mi esposa, queríamos echar raíces en la
ciudad, donde yo tenía el empleo de funcionario, para que luego digan que los
funcionarios vivimos tan bien. Conste que yo entré en su día por méritos
propios, sin enchufes ni amiguismos. Ya sé que me voy de una cosa a otra, no
hace falta que nadie me lo recuerde, el asunto es que estoy desesperado. ¿Qué
puñetas hago ahora?. Me dan ganas de pillar por banda a uno que yo me sé,
meterle un saco en la cabeza y trincharlo a palos, va, eso tampoco es solución,
gentuza de esa, te la encuentras en todas las esquinas. Esa gran máquina
municipal que es el ayuntamiento, tiene mellas en todos los engranajes, no voy
a ser yo el que consiga repararla.
Claro que hay algo que falla en
todo esto, y que debe haber influido en mí despido, creo que la cuestión reside
en el hecho de que no estoy afiliado a ningún partido político, no creo en los
políticos de hoy, y mucho menos en los componentes de esos partidos que
gobiernan en La Casa de la Villa. ¡Si vierais las cosas que se entretejen dentro
de esos despachos, os pondríais a llorar!. Eso, o os mondaríais de la risa,
porque es que hay cada uno y cada una, que hay que ver…
El caso es que estoy en la
puñetera calle, mi mujer cada vez que pasa cerca del ayuntamiento vomita,
parece que esté preñada tú. No lo está, eso fijo, vomita porque piensa en las
consecuencias a las que nos ha llevado el despido. No me sirve de consuelo el hecho
de que no haya sido el único, ¿cómo te va a consolar eso?, los otros y otras
estarán más o menos igual que nosotros. Hay compañeros que ya tienen –por decirlo
de alguna manera-, la vida resuelta, un par de ellos en su día abrieron pequeños
negocios de ropa, complementos deportivos y demás, ahora viven de eso, pero
solo en verano y con ciertos apuros, porque este pueblo fuera de temporada
parece que esté abandonado.
Hostias, a propósito de abandono,
en El Camí del Sarrió hay doce viviendas sociales nuevas que todavía no han
sido otorgadas a nadie. Es cuestión de ser rápidos, vamos a coger el coche, voy
a alquilar un remolque donde sea, y nos vamos a mudar a una de esas casas. “Estás boig Sebas, com em de fer aixó, está
fora de la lley”. Es catalana mi esposa, yo no, soy maño, nacido en Egea de los
Caballeros. “Pues haciéndolo, nuestra
casa cerrada a cal y canto, y luego cuando estemos instalados en la vivienda
nueva, si tienen huevos que vengan a echarnos. Si llega esto, vamos a montar un
pollo que se cagan patas abajo, ¿no ves que conozco a todos los municipales del
pueblo?, y anda que no sé cosas de ellos, por lo menos de unos cuantos
empezando por el sargento”. “Que per
aquestas cuestions envían als mossos d’e escuadra, ruc”.
Pues eso que vengan, que yo
conozco a unos cuantos que están en nuestra misma situación, y los voy a
invitar a que ocupen el bloque, que puñetas oye. Dicho y hecho, en un fin de
semana con la ayuda de familiares ocupamos el piso, y a escoger tú, nos
quedamos en el primero, a ras de calle no, pero en alto tampoco, el ascensor no
funciona. Hay que ser prácticos y usar la cabeza. Un amigo lampista ha hecho un
puente para que tengamos luz pública, lo mismo ha hecho para que tengamos agua,
ahora a esperar que vengan, que vendrán sin duda alguna.
Me acerco a Casa Lorenzo a
invitar a los que nos han ayudado, nos tomamos unas cañas y sin ruido lo
celebramos. “Gracias amigos y familia,
es muy importante para nosotros el que nos hayáis ayudado. Además, no habéis
dañado ningún mueble –eso lo digo en plan de cachondeo y se ríen-, si pudiera
os besaba a todos, pero los mariconeos no me van, ya les he dicho a vuestras
esposas y novias que esta noche os traten de forma especial -se vuelven a reír-, muchísimas gracias a
todos, estoy en deuda”.
Me acerco a la ferretería y llevo
en una bolsa dos bombines, el de la puerta de abajo y el del piso, me dan el
recambio y me voy a casa. Por la noche llama mi padre, está al corriente de
todo. “Que los niños quieren hablar con
vosotros, que les digo?”. “Que se pongan
papá, que les vas a decir ¿qué estoy en la cárcel por okupa?”. Hablo con ellos
un rato, ya le he dicho a mi padre que no podría pagar las llamadas, debemos
tratar de ahorrar, él está conforme ¿cómo no?.
“La piscina del pueblo es muy chula papi, vamos casi todos los días, y
también ayudamos al abuelo en la huerta, lo estamos pasando en grande. Ayer
fuimos a la playa del embalse, había un concurso de remo, fue muy divertido”.
Me alegro de que estén ausentes
de este drama por el que estamos pasando. Catalina no pudo dormir la primera
noche, pero creo que poco a poco se irá adaptando. ¡Ya estamos, la
policía!. “¿Sabes que no puedes ocupar
una casa por la cara verdad?, venga recogerlo todo y salid de aquí”. “A vale, ¿me dejas tú casa para ir a vivir?,
somos cuatro, y de momento no puedo pagarte un alquiler muy alto”. “Venga no me vengas con cachondeos, esto que
estás haciendo es ilegal”. “Me cago en
la leche, ten cuidado que te va a estallar la cabeza por hacer estos
razonamientos. Mira, de aquí no me voy, y punto. Dadme una solución justa y lo
arreglaremos, ¿estas viviendas no son sociales?, pues eso, yo necesito una, por
lo tanto me quedo”.
Le dije al sargento que viniera
el alcalde, que hablaría con él. Si no lo hacía, hablaría yo con un altavoz en
la plaza del ayuntamiento y le explicaría a todo el pueblo, como y de qué
manera se habían financiado estas casas, y por qué estaban, desde hacía un año
y medio, estaban vacías.
“Dile al señor alcalde, que tengo
copias de todo cuanto se tramó, para llevar a cabo esta ayuda a los más
necesitados”. Cerré la puerta y di dos vueltas a la cerradura.
Desde entonces, nadie ha venido a
molestar, una mañana me acerqué al ayuntamiento, caras de simpatía y otras de
un odio profundo, estaba seguro que me había ganado a pulso enemigos, pero por
otro lado, los que me sonreían daban a entender que ya era hora de que alguien
hiciera algo. En servicios sociales hablé con Laura, hice la petición para que
me pusieran contador de agua y de luz, por lo tanto quería que me extendiera un
documento con una copia compulsada en la que constara esto. Habló por teléfono
unos minutos, después me dijo que me lo haría llegar a casa, que mientras tanto
avisaría a los servicios oportunos para que normalizaran el consumo de
electricidad y de agua.
“Creo que no lo has entendido
bien Laura, este documento lo quiero AHORA, de modo que me espero, llama otra
vez a José Manuel -el alcalde- y dile
que subo a su despacho, mientras ves redactando el papel”. Ya estaba en camino
al ascensor, por las escaleras bajaba como una liebre José Manuel. “¡Hombre tú por aquí!, haber ¿en qué te
podemos ayudar?”. “Eres un pedazo de
cabrón, eso va por echarme a la calle, y lo segundo que te quiero decir es lo
siguiente, tengo documentos, que acreditan las visitas que has hecho en los
últimos dos años, a El Jaguar, ¿te suena verdad?, si hombre la casa de putas
que dejaste construir a la salida de la ciudad, ya me parecía a mí que recordarías
. Aparte, están las cenas que te has dado a cuenta de este ayuntamiento, en el
hostal El Maravedí, con tú secretaria Rosa. Ahora después de ti, voy a ir a
hablar con el sargento de los municipales, ya sabes tú para qué, para
refrescarle la memoria, de los diezmos que va cobrando por ahí, a cuenta de la
protección especial que da a determinados establecimientos. En definitiva, te
digo todo esto porque quiero recuperar mí
puesto de trabajo, aunque ello resulte en que tengas que echar a la calle a la
hermana de Rosa que ocupa mi lugar, que no sabe, ni poner en marcha el
ordenador en el que trabaja, ¿estamos?, espero tú respuesta ya. Mañana sería un
buen día para que me dieras noticias, porque pasado mañana saldrás en las
noticias de la emisora local, con información debidamente acreditada. Huy me
voy, que Laura me está haciendo una documentación importante –bajando las
escaleras-, está todo bajo custodia, lo digo por si tuviera algún accidente.
Mímame mucho tío, ya sabes”.
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