martes, 16 de octubre de 2012



                               TIEMBLA TIERRA QUE VENGO.


Y vengo de mal talante, como el de los antiguos pobladores bárbaros, que se lanzaron a la aventura de la conquista de los imperios del sur de Europa. Míralos ahora, con el paso de los años y el rollo de la unión europea y tal, no hay quién les tosa a los alemanes y compañía.
Sois vosotros, deplorables gobernantes, los que me hacéis estar así, en esta situación de continua zozobra, de preocupación constante, porque os importa un pimiento que vamos a comer mañana mi familia y yo.
Estoy muy cabreado, mi mujer no hace más que llorar mirando el álbum de fotos de familia. Sí, de nuestra boda, de cuándo nacieron nuestros hijos, metido todo en cajas de cartón, esperando la orden de desaucio.
Los críos no se dan cuenta de mucho de lo que pasa a su alrededor, no queremos preocuparlos, como les faltan dos semanas para que acabe el curso, ha venido a  buscarlos mi padre y se han ido al pueblo con ellos, viven en un pueblo de Aragón, en la casa que fuera de mis abuelos. Total para lo que hacen los últimos días de colegio…, salen de paseo todos con los maestros, visitan el zoo, hacen pequeñas competiciones en el patio si hace bueno…, va, tonterías.
Hace unos días viene mi chavalín con una planta de tomillo, “Mira mama, el maestro nos ha dicho que esta planta sirve para muchas cosas en medicina”. Vale, no digo que esto sea malo, pero pilló una insolación el crio que para poco se nos va. Coño, que los avisen, y saldrán con una gorra por lo menos, eso sí, él como los otros maestros, llevaban sombreros de paja del centro, para que no les diera demasiado el sol. ¡Venga hombre!. “El que quiera puede traer la equipación de futbol de su equipo preferido”. Así llegaron los niños a casa, que parecían farolas encendidas.
Me cago en la leche… en casa todo son lloros y lamentos por parte de mi esposa, queríamos echar raíces en la ciudad, donde yo tenía el empleo de funcionario, para que luego digan que los funcionarios vivimos tan bien. Conste que yo entré en su día por méritos propios, sin enchufes ni amiguismos. Ya sé que me voy de una cosa a otra, no hace falta que nadie me lo recuerde, el asunto es que estoy desesperado. ¿Qué puñetas hago ahora?. Me dan ganas de pillar por banda a uno que yo me sé, meterle un saco en la cabeza y trincharlo a palos, va, eso tampoco es solución, gentuza de esa, te la encuentras en todas las esquinas. Esa gran máquina municipal que es el ayuntamiento, tiene mellas en todos los engranajes, no voy a ser yo el que consiga repararla.
Claro que hay algo que falla en todo esto, y que debe haber influido en mí despido, creo que la cuestión reside en el hecho de que no estoy afiliado a ningún partido político, no creo en los políticos de hoy, y mucho menos en los componentes de esos partidos que gobiernan en La Casa de la Villa. ¡Si vierais las cosas que se entretejen dentro de esos despachos, os pondríais a llorar!. Eso, o os mondaríais de la risa, porque es que hay cada uno y cada una, que hay que ver…
El caso es que estoy en la puñetera calle, mi mujer cada vez que pasa cerca del ayuntamiento vomita, parece que esté preñada tú. No lo está, eso fijo, vomita porque piensa en las consecuencias a las que nos ha llevado el despido. No me sirve de consuelo el hecho de que no haya sido el único, ¿cómo te va a consolar eso?, los otros y otras estarán más o menos igual que nosotros. Hay compañeros que ya tienen –por decirlo de alguna manera-, la vida resuelta, un par de ellos en su día abrieron pequeños negocios de ropa, complementos deportivos y demás, ahora viven de eso, pero solo en verano y con ciertos apuros, porque este pueblo fuera de temporada parece que esté abandonado.
Hostias, a propósito de abandono, en El Camí del Sarrió hay doce viviendas sociales nuevas que todavía no han sido otorgadas a nadie. Es cuestión de ser rápidos, vamos a coger el coche, voy a alquilar un remolque donde sea, y nos vamos a mudar a una de esas casas.  “Estás boig Sebas, com em de fer aixó, está fora de la lley”. Es catalana mi esposa, yo no, soy maño, nacido en Egea de los Caballeros.  “Pues haciéndolo, nuestra casa cerrada a cal y canto, y luego cuando estemos instalados en la vivienda nueva, si tienen huevos que vengan a echarnos. Si llega esto, vamos a montar un pollo que se cagan patas abajo, ¿no ves que conozco a todos los municipales del pueblo?, y anda que no sé cosas de ellos, por lo menos de unos cuantos empezando por el sargento”.  “Que per aquestas cuestions envían als mossos d’e escuadra, ruc”.
Pues eso que vengan, que yo conozco a unos cuantos que están en nuestra misma situación, y los voy a invitar a que ocupen el bloque, que puñetas oye. Dicho y hecho, en un fin de semana con la ayuda de familiares ocupamos el piso, y a escoger tú, nos quedamos en el primero, a ras de calle no, pero en alto tampoco, el ascensor no funciona. Hay que ser prácticos y usar la cabeza. Un amigo lampista ha hecho un puente para que tengamos luz pública, lo mismo ha hecho para que tengamos agua, ahora a esperar que vengan, que vendrán sin duda alguna.
Me acerco a Casa Lorenzo a invitar a los que nos han ayudado, nos tomamos unas cañas y sin ruido lo celebramos.  “Gracias amigos y familia, es muy importante para nosotros el que nos hayáis ayudado. Además, no habéis dañado ningún mueble –eso lo digo en plan de cachondeo y se ríen-, si pudiera os besaba a todos, pero los mariconeos no me van, ya les he dicho a vuestras esposas y novias que esta noche os traten de forma especial  -se vuelven a reír-, muchísimas gracias a todos, estoy en deuda”.
Me acerco a la ferretería y llevo en una bolsa dos bombines, el de la puerta de abajo y el del piso, me dan el recambio y me voy a casa. Por la noche llama mi padre, está al corriente de todo.  “Que los niños quieren hablar con vosotros, que les digo?”.  “Que se pongan papá, que les vas a decir ¿qué estoy en la cárcel por okupa?”. Hablo con ellos un rato, ya le he dicho a mi padre que no podría pagar las llamadas, debemos tratar de ahorrar, él está conforme ¿cómo no?.  “La piscina del pueblo es muy chula papi, vamos casi todos los días, y también ayudamos al abuelo en la huerta, lo estamos pasando en grande. Ayer fuimos a la playa del embalse, había un concurso de remo, fue muy divertido”.
Me alegro de que estén ausentes de este drama por el que estamos pasando. Catalina no pudo dormir la primera noche, pero creo que poco a poco se irá adaptando. ¡Ya estamos, la policía!.  “¿Sabes que no puedes ocupar una casa por la cara verdad?, venga recogerlo todo y salid de aquí”.  “A vale, ¿me dejas tú casa para ir a vivir?, somos cuatro, y de momento no puedo pagarte un alquiler muy alto”.  “Venga no me vengas con cachondeos, esto que estás haciendo es ilegal”.  “Me cago en la leche, ten cuidado que te va a estallar la cabeza por hacer estos razonamientos. Mira, de aquí no me voy, y punto. Dadme una solución justa y lo arreglaremos, ¿estas viviendas no son sociales?, pues eso, yo necesito una, por lo tanto me quedo”.
Le dije al sargento que viniera el alcalde, que hablaría con él. Si no lo hacía, hablaría yo con un altavoz en la plaza del ayuntamiento y le explicaría a todo el pueblo, como y de qué manera se habían financiado estas casas, y por qué estaban, desde hacía un año y medio, estaban vacías.
“Dile al señor alcalde, que tengo copias de todo cuanto se tramó, para llevar a cabo esta ayuda a los más necesitados”. Cerré la puerta y di dos vueltas a la cerradura.
Desde entonces, nadie ha venido a molestar, una mañana me acerqué al ayuntamiento, caras de simpatía y otras de un odio profundo, estaba seguro que me había ganado a pulso enemigos, pero por otro lado, los que me sonreían daban a entender que ya era hora de que alguien hiciera algo. En servicios sociales hablé con Laura, hice la petición para que me pusieran contador de agua y de luz, por lo tanto quería que me extendiera un documento con una copia compulsada en la que constara esto. Habló por teléfono unos minutos, después me dijo que me lo haría llegar a casa, que mientras tanto avisaría a los servicios oportunos para que normalizaran el consumo de electricidad y de agua.
“Creo que no lo has entendido bien Laura, este documento lo quiero AHORA, de modo que me espero, llama otra vez a José Manuel  -el alcalde- y dile que subo a su despacho, mientras ves redactando el papel”. Ya estaba en camino al ascensor, por las escaleras bajaba como una liebre José Manuel.  “¡Hombre tú por aquí!, haber ¿en qué te podemos ayudar?”.  “Eres un pedazo de cabrón, eso va por echarme a la calle, y lo segundo que te quiero decir es lo siguiente, tengo documentos, que acreditan las visitas que has hecho en los últimos dos años, a El Jaguar, ¿te suena verdad?, si hombre la casa de putas que dejaste construir a la salida de la ciudad, ya me parecía a mí que recordarías . Aparte, están las cenas que te has dado a cuenta de este ayuntamiento, en el hostal El Maravedí, con tú secretaria Rosa. Ahora después de ti, voy a ir a hablar con el sargento de los municipales, ya sabes tú para qué, para refrescarle la memoria, de los diezmos que va cobrando por ahí, a cuenta de la protección especial que da a determinados establecimientos. En definitiva, te digo todo esto porque quiero  recuperar mí puesto de trabajo, aunque ello resulte en que tengas que echar a la calle a la hermana de Rosa que ocupa mi lugar, que no sabe, ni poner en marcha el ordenador en el que trabaja, ¿estamos?, espero tú respuesta ya. Mañana sería un buen día para que me dieras noticias, porque pasado mañana saldrás en las noticias de la emisora local, con información debidamente acreditada. Huy me voy, que Laura me está haciendo una documentación importante –bajando las escaleras-, está todo bajo custodia, lo digo por si tuviera algún accidente. Mímame mucho tío, ya sabes”.


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