sábado, 31 de agosto de 2013

ESPACIOS VACÍOS.

Dicen que cuando la mente deja de recordar, de sentir placer, de acelerarse por las cosas buenas que te suceden, el corazón se endurece. Los pensadores –muchos de ellos-, dicen que es un sinsentido. El corazón late más aprisa, se acelera, cuando los ojos, y el resto de sentidos del hombre, están más sensibles. De manera que, lo contrario a esto, también es cierto.
Si esto es así, que creo que lo es, mi corazón se muere poco a poco, estoy desde bastante tiempo perdiendo la razón, la pierdo en todos los sentidos, en el diálogo, y en el pensamiento que cada vez se vuelve más susceptible, más disparatado y menos preciso.
Quisiera pensar que este problema es pasajero, ya sabéis, como un mal resfriado que cuesta de curar, pero no es así. El cerebro es un órgano complejo, todavía desconocido para los galenos, salvo cuatro cosas que pueden diagnosticar con precisión. Leo bastantes cosas, referente al asunto de la mente, pero ni entre los médicos hay acuerdos definitivos, saben cómo funciona el cerebro pero no porqué deja de hacerlo en determinadas circunstancias.
Es entonces cuando se crean en alguna parte de esa masa gris, espacios vacios, incongruencias, desatinos que son difíciles de ponderar. ¿Quién es capaz de medir estas circunstancias?, los médicos van a ciegas en ese campo. Opinan, discuten entre ellos para llegar al fondo del asunto, y cuando llegas a su visita, te recetan medicamentos, que hacen a menudo más difícil la vida del enfermo.
Los medicamentos no están personalizados, son manufacturados sobre la base de meros estándares, de lo último que se ha deducido de estudios farmacéuticos probados en otros humanos, antes de eso, en ratones de laboratorio o primates.
Mientras, mi corazón va muriendo de forma acelerada porque la mente no le da tregua. Confusión, falta de memoria, de emociones, de sentimientos, lo elemental para seguir  realmente vivo. En cuanto a la falta de memoria, mi familia en ocasiones me dice: “Si tú supieras, eso mismo me pasa a mí así de veces”. Pero ¿de qué coño me estás hablando, acaso te quieres comparar conmigo?, pues venga, te cambio mi alternador que no funciona, por el tuyo que funciona a medias.
No hay nada más estúpido que esto. Pretenden –con buena intención claro está-, que lleves una vida normal, cuando el caso es que no te quedan recuerdos claros de las cosas, cuando entremezclas acontecimientos, cuando contestas de manera automática a preguntas que para mí no tienen sentido alguno. No entienden como me siento cuando entro en un hospital, aunque sea para acompañar a alguien, cuando tratas de dominar ese nerviosismo inexplicable, que te hace vibrar por dentro, como la cuerda de una guitarra tensada.
No hay compasión, nadie más que el que lo sufre en silencio, puede explicar eso, haces cosas que para cualquier persona es pura rutina, pero que sin embargo, para uno representa un gran esfuerzo. Mucho de lo que lees o ves por televisión, no tiene sentido alguno, confundes el día con la noche, vives una realidad soñada o ¿es un sueño real?.
La vista distorsiona las realidades, para mí, viajar en auto es un suplicio las más de las veces, me parece en ocasiones que vamos por la carretera, a trescientos por hora, cuando la realidad es, que no pasamos de ochenta. ¿Quién puede comprender este fenómeno?, pocos, los más allegados a ti, los que sufren también de algún modo, las mermas que el cerebro produce en la vida diaria. El año pasado, lo pasé sin poder salir de casa, ¡todo el año!. Cogí agorafobia, quería a toda costa evitar que la gente me hablara, la ansiedad que este acto me producía era una ansiedad fuera de todo límite. Es mucho más comprensible la –nomofobia-, miedo a salir de casa sin el móvil en el bolsillo.
Maldito castigo esta enfermedad, que te causa daltonismo, momentos de susto permanente en ocasiones, y otros pequeños trastornos que hacen de tu vida una causa perdida. Anoche, mi mujer me dijo sin presión alguna, sin enfadarse, con todo el tacto posible, cuando me iba a afeitar, le contesté que no podía estar afeitándome cada día, tengo la piel bastante sensible de modo que me afeito día sí y día no. Hoy me he mirado al espejo, hace una semana que no me afeito, por lo menos, así que me he rasurado bien la barba.
Cuando salgo a la calle a pasear a mi perro Cody, los vecinos me saludan naturalmente, pero si hace más de dos o tres días que no los veo, son desconocidos para mí, les pregunto quienes son y cómo es que saben mi nombre. Gran parte de mi vecindario, son unos perfectos desconocidos. Sin embargo, hace cuatro días, hemos estado tomando café juntos.
Espacios vacios, espacios de mi mente que podría llenar con mil cosas diferentes, me gusta el dibujo, bueno, me gustaba, también la lectura, pero ahora cuando dejo de leer un libro en determinada página, cuando lo vuelvo a coger, tengo que comenzar por el principio, de manera que no me vale la pena leer.
Sé adónde va a ir a parar todo esto, no me quejo, preferiría no enterarme de estas cosas. El neurólogo me dice que hay dos tipos de demencia, los que de pronto no se enteran de nada, y los que si lo hacemos. En mala hora sufrí las fracturas de cráneo por accidentes de tráfico, la caída que supuso perder líquido cefalorraquídeo, eso fue la puntilla que hace que esté en esta situación. Las consecuencias de esta lesión, hacen que esté ahora así, pero bueno, más se perdió en la guerra de Cuba, hay que tomarlo con un poco de ironía, de otro modo, ya habría abandonado este mundo, de momento me gusta vivir, me gusta mi familia, los amo, y quiero seguir haciéndolo, ellos hacen que mi vida sea feliz.
Una última sugerencia para los que tienen la cabeza sobre los hombros, aprovechad cada momento de vuestra existencia, tratad de labraros un buen nombre, que la gente hable de vosotros como personas íntegras, no hay nada mejor que eso, tener un buen nombre.


jueves, 29 de agosto de 2013

LA CASA SIN ESQUINAS.

Es grande, muy grande, nadie desde afuera puede imaginar cuanto. La gente del lugar cuenta que antiguamente, fue refugio de un alcaide nombrado por un conde, fuera, en lo que ahora es la era, estaban los establos con los caballos y el ganado.
La tropa vivía dentro, ochenta soldados con sus pertrechos, veinte mujeres que servían de alivio a estos, y unos cuantos efebos. Abajo las cocinas, con un ascensor de poleas se subía la comida a la soldadesca, los criados comían abajo.
Arriba vivía el alcaide, sin mujer alguna, aliviaba sus deseos carnales con las mujeres vírgenes de la zona, y las bien casadas, a quiénes tenía acceso, por la “Ley de Pernada”. Malos tiempos corrían para aquellos pobres desgraciados, hasta para hacer un nuevo molino tenían que pedir permiso. Además, tenían que pagar el diezmo de todo lo que producían.
Y la mayoría de los pobladores se daban por contentos, tenían la protección del alcaide, de probada valentía, con cien cicatrices en su cuerpo de combatir contra el moro, contra intrusos y ladrones, ¿qué más se podía pedir?.
Para aquellos tiempos, aquella era una casa singular, una torre de vigilancia, desde la cual se dominaba, casi todo el territorio del conde. Ahora la había comprado, un hacendado, que quería conservarla tal cual era antes, tenía hasta los planos de la construcción antigua, los sacó de la biblioteca nacional.
Por conservarla igual que era antes, no instaló ni luz eléctrica, ¡vaya forma de vivir!. Candiles y cirios alumbraban la casa, el torreón como se quiera decir. Apartado de la civilización, el hacendado vivía con comodidad, siempre, cuando  bajaba al pueblo a comprar provisiones, las gentes del lugar lo miraban con respeto, conservaba un baluarte de la provincia.
A fuerza de hacer cortar piedra de granito de una cantera vecina, fue levantando la torre, era la admiración de todos. Hasta el alcalde del pueblo, se ofreció a hacer subir cada semana a la brigada, a que le recogieran las basuras que hubiera.
Abel le dijo que no hacía ninguna falta, todo lo reciclaba, no dejaba residuos que recoger. Una cabra y una vaca se encargaban de reciclarlo todo, y las seis gallinas con su gallo. La vaca y la cabra, dormían en el bajo de la casa, así le proporcionaban algo de calor en invierno, la sierra, cuando llega el invierno es dura. En verano se le veía cortar leña, se aprovisionaba para el duro invierno, luego se le había visto desnudo junto al pozo de agua, sacaba un par o tres de cubos de él y ya estaba arreglado.
El siguiente invierno, fue muy duro para el pueblo, las gentes no podían salir de casa, la nieve lo cubría todo, todo menos la torre, que con su techumbre de pizarra, hacía que la nieve se deslizara hacia afuera. Victorio desde su torre, al calor de su estufa de leña en el dormitorio de arriba, vio como el pueblo iba desapareciendo bajo la gruesa manta de lana blanca de nieve.
Aparejó a Lorenzo, su mulo y le enganchó el carro, sin titubear un segundo, se dirigió al pueblo. Al llegar se dio cuenta de la tragedia, niños y viejos, mujeres y hombres de pelo en pecho, no sabían cómo combatir tanta nieve como caía.
Los invitó a su casa, allí iban a estar seguros, cerraron unos tras otro las puertas de sus casas y subieron con él por turnos,  dependiendo de las edades y las debilidades de cada cual. Ochenta personas estuvieron durante semana y media, refugiados, entre las paredes de la torre, el alcalde y su familia no subieron, se fueron a una ciudad cercana donde él tenía casa, eso antes de que arreciara el temporal.
Victorio no tuvo que poner orden alguno esos días, todo el mundo comió y bebió, el que quiso, buen vino que guardaba en una gran tina. Cuando llegaron las máquinas al pueblo, lo encontraron desierto, hasta que en momento determinado, se oyó un sonido de trompeta que venía de lo alto del pueblo. Dirigieron su mirada hacia allí y vieron una bandera que ondeaba al frio viento, se miraron los unos a los otros, una máquina quita nieves, tomó el camino que se intuía llevaba a la torre.
Cuando llegaron los dos operarios, se quedaron absortos, ¡todo el pueblo estaba dentro del torreón!, era increíble. Mientras, la altura de la nieve alcanzó la altura de los tejados de las casas del pueblo.
Se comenzó a desescombrar el pueblo, la gente cuando dejaban la torre, no supieron dar las gracias, tal era su agradecimiento hacia Victorio. Y es que, a menudo, sobran las palabras para dar las gracias.




FANTASIA.

Es una tarde, en la que ni las tormentas encuentran su lugar, no es fría pero sin embargo inconveniente, se intuye que algo va a pasar en el cielo, pero nadie podría definir que va a ser.
Las gentes del pequeño pueblo de pescadores, están acostumbrados a que el levante golpee con furia sus ventanas, como si quisiera entrar en las casas de forma maleducada, sin siquiera llamar a la puerta como todo el mundo hace.
Los más viejos del lugar, gentes con grandes cicatrices que el mar les ha concedido a manera de medallas, se recogen en sus casas. No hablan, no comentan nada de lo que se avecina, huelen algo extraño en el ambiente, pero el mar no les ha hecho profetas, solo les ha dado experiencia.
Es media tarde, el sol se pone de forma extraña, pero deja una extraña luz sobre las aguas del puerto de pescadores. Súbitamente, se forma una especie de remolino en el mar, a una milla de distancia frente a la playa, Prudencio observa detrás de los cristales ese fenómeno extraño, un gran cono de agua sube del mar, se eleva diez metros sobre las aguas.
El hombre queda pasmado, jamás ha visto cosa igual en su larga vida, apoyado en el bastón tensa sus dedos sobre la madera de avellano, abraza sus propios dedos, es toda su protección en ese instante. El remolino va cobrando forma, del agua, aparece una bellísima sirena, adornada con una amplia falda de perlas y corales rojos. Ahora Prudencio frota sus ojos, eso es imposible, jamás se vio cosa igual, lo que ve es fruto de su imaginación piensa para si mismo.
La hermosa mujer, con los cabellos llenos de las más extrañas algas va acercándose a la orilla de la playa, cuando llega allí, se transforma, el sol comienza a lucir poco a poco, al final, sale del agua la mujer desnuda pero vestida de mar, en el brazo derecho luce un pequeño cetro hecho de las más exquisitas caracolas, relucientes tesoros que el mar ha tenido escondidos en sus entrañas. Camina sobre la arena sin dejar huella alguna, se acerca entre las barcas de pesca.
El viejo lobo de mar, sale de su casa, no sabe a ciencia cierta qué hacer, baja por la pequeña cuesta, que lleva a la pequeña plaza que hay delante de la cofradía de pescadores, se sienta en uno de los bancos de siempre, espera.
La hermosa mujer se acerca a él, se sienta a su lado. “¿Qué hay Prudencio, se da buena pesa en este pueblo?”. Él no sabe que contestar, tiene miedo, no se digna mirarla a los ojos. Finalmente, cree que es su deber devolver el saludo  “Hace tiempo que no sé nada de esto señora, a mí se me terminó salir al mar, solo si volviera a él sabría decirle”.
Huele a mar a su alrededor, un olor intenso, perfume de los fondos marinos, “Si tu quieres te lo puedo enseñar, hay unas riquezas allí, a lo lejos, que jamás has imaginado que existen”. Prudencio la mira y contempla con estupor los más bellos ojos que jamás halla visto, son ojos de mar intenso, de un color indefinible, grandes para aquel pálido rostro.
Se levantan ambos del banco, ella dándole la mano, lo acompaña a su reino, ella y Prudencio salen a la mar, juntos, deja el bastón, apoyado en el asiento que antes ocupara. Ambos entran en las aguas, esta vez Prudencio no parece tener miedo alguno, va confiado, con determinación pisa las arenas donde rompen las olas.
Ella, esta especie de diosa, desaparece antes que él entre las aguas, Prudencio es alto. Los marineros comienzan a salir de sus casas, han de salir a faenar, como siempre, como manda la tradición y el bolsillo.
Unos encendiendo sus pipas, otros con sus cigarrillos liados a mano, otros, los armadores de las barcas, dando instrucciones de adonde tienen que ir hoy. Dos de ellos que van hablando sobre los problemas de la vida, pasan junto al banco donde estuvo sentado Prudencio. Un tanto, extrañados, ven el bastón del viejo lobo de mar, inconfundible, porque está retorcido el mango, lo hizo él mismo con una vara de avellano verde. A su lado, aprecian un extraño elemento, un cetro hecho de caracolas y corales, se preguntan qué puede ser aquello, lo cogen del banco, extrañados todos –ya se ha hecho un círculo de pescadores alrededor del banco-, se preocupan, mandan a gente a buscar a Prudencio en su casa, nadie lo encuentra, la puerta de su casa está abierta de par en par.
Saltan las alarmas, todos se ponen a buscar a Prudencio, lo cierto es, que sin él, el pueblo pierde buena parte de su encanto natural, forma parte del paisaje, como la pequeña rambla donde se vende el pescado, Prudencio es como el olmo casi milenario que está frente a la iglesia, rodeado por un gran banco de madera circular que lo abraza.
Durante ese fenómeno marítimo nadie ha visto nada, pero hay evidencias de que estuvo ahí, su bastón y el extraño elemento que lo acompaña, el cetro, lo confirman.
Unos dicen, que aquel cetro ya lo tenía en casa y quizás se suicidó en el mar, dejando constancia de ello. Los guardacostas no dieron con su cuerpo jamás. Otros, arguyen que se cansó de vivir solo, que el perder a sus dos hijos en la mar, y luego, ver morir a su esposa de pena, lo ha llevado a otros pagos.
No hay nada que confirme que nada de esto sea verdad ni mentira. Prudencio, para los más imaginativos, se fue de viaje, con una sirena transformada en mujer.

  

miércoles, 28 de agosto de 2013

CORAZÓN EMBARGADO.

Y ahora… ¿Qué voy a hacer si mi corazón es tuyo?, te lo has llevado, como el aire se lleva el humo, como el viento se lleva la tormenta.
Dame un trocito de él para que pueda seguir vivo, me lo tienes encadenado.
Sí seguiré contigo siempre, aunque me cueste la vida, pero… no hace falta que me mates de antemano embargándome el corazón.
Me he jurado a mí mismo vivir alejado de ti, para que seas más feliz, para que apacigües tu espíritu, pero no puedo dejarte, sin corazón ¿donde iría?.
A cada minuto de mi vida, lo que me resta de calma, en un infierno se convertiría, adelantaría mi muerte, sin duda alguna.
Quiero seguir siendo tu trovador, si tú quieres, a pesar de que mi presencia poco te conceda, eres para mí pura vida. No embargues mi corazón, por favor amada mía.
Tu olor es fuente de alegrías constantes, tú presencia, mi insignia. ¿Cómo puedo cambiar esto?, de nada me valdría si pudiera hacerlo.
Eres mi resto, mi guía, mi faro, mi cuenco, la vela que hace que aun sin viento, se infle todo a mí alrededor.
No me embargues el corazón, es lo único que me queda para apreciar, todas tus gracias.
Estoy sumergido en tus aguas, eres mi sirena, la que me canta al oído, la que me embelesa y a veces, la que me enloquece.
Sé mi pastora cariño, no dejes que me extravíe el falso verdor de las montañas. Todo mi esfuerzo está empeñado, en luchar a tu lado.
¡Llevamos tanto recorrido…!, no dejes que escape al calor de tu cuerpo, a tu fragancia, a tu auxilio, que me invada tu añoranza.
Apaléame cual burro tozudo si quisiera escapar de tu lado, átame al lugar más seguro que encuentres en un rincón de nuestra casa.
Y cuando puedas, déjame que te bese, porque si mi corazón embargas, con mis besos recuperaré poco a poco, lo que me falta.
Sé que es mucho pedir, deja que mi corazón vuelva a ser mío, te daré lo que pueda derramar, lo que mi espíritu me conceda.
No dejes que me aparte de ti, cielo mío, estrella de la mañana, luna de mi noche, descanso de mi sombra.
Debo para ello tener, mi corazón completo, no a trozos como lo tengo hoy, aunque sin sangre me lo devuelvas, lo llenaré de nuevo con tus caricias y atenciones.
No embargues mi corazón amor mío.


¡¡EXCELENTÍSIMO SEÑOR!!.

¡¡Excelentísimo señor alcalde… cuánto me alegro de verlo y más en estas circunstancias!!.
Disculpe, ¿nos conocemos?, es que su cara no me suena.
Pero le sonará señor alcalde, a partir de ahora le sonará. No he venido para la inauguración de este nuevo proyecto, he venido a hablar con usted, bueno para que me dé hora para hablar con usted más bien. Verá necesito unos cuantos consejos, y su hermana me ha dicho, que usted sabe cómo funciona este tema, así que ya ve, aquí estoy, para que me diga cuando podemos vernos para hablar largo y tendido.
Pero ¿hablar de qué señor si no lo conozco de nada?, disculpe pero no tengo tiempo para perder con usted.
Verá usted, es que sé cómo fue todo, en el caso Alambrada Real.
El alcalde se dio la vuelta de golpe, paralizado, miró a aquel extraño con cara de extrañeza y a la vez de sorpresa, fueron sus ojos los que lo delataron, unos ojos azules pero mínimos, dos pequeñas rayas sobre el rostro cubierto por el sombrero de ala corta. Su interlocutor, le sonreía desde apenas tres metros con un gran sobre amarillo en las manos.
Oiga, si no se va usted de aquí ahora mismo haré que lo eche la policía municipal ¿lo  entiende?.
No se ponga así señor alcalde, sin yo le entiendo, lo que usted ha hecho es darle a este pueblo lo que necesita, si me parece muy bien oiga.
Venga usted el lunes a mí despacho a las nueve de la mañana, lo estaré esperando, pero le advierto, yo no me dejo sobornar por ningún pelagatos. Ahora deje usted que continúe con este acto, por favor.
Muy bien, ¿ve usted?, eso es lo único que yo quería, hasta el lunes pues.
Aquel extraño hombre se metió dentro de su auto y miró desde lejos su pequeño triunfo. A la vez, miraba y remiraba los documentos que tenía dentro de aquel sobre amarillo. En determinados momentos reía el solo dentro del todo terreno que ocupaba.
Bien, usted dirá que es lo que se ofrece, mi secretaria estará presente para tomar nota de cuanto se diga aquí. Le doy quince minutos, tengo asuntos que resolver.
No hombre no, creo que usted no me entendió bien el otro día, deseo hablar con usted a solas, ya sabe que el asunto que me trae a hablar con usted es absolutamente privado. En lo posible, haga que su secretaria vaya a desayunar hasta dentro de una hora, ande sea bueno, la mujer debe de tener hambre.
¡Cómo se atreve usted…!
Ande hágalo, sea bueno, en el fondo se lo agradecerá. ¿Verdad señorita Lourdes?.
La mujer cogida por sorpresa le sonrió al desconocido. Al fin y al cabo, no era la primera vez que el alcalde la enviaba fuera del despacho, ni sería la última.
Anda Lourdes ve a desayunar, ya te llamaré si necesito algo, quédate en tú mesa cuando vuelvas.
Muy bien, ¡hay que ver como manda usted en el ayuntamiento!, que no le pasen llamadas en el rato que esté aquí con usted, eso interrumpe la conversación.
Bien ya lo ha oído Lourdes, nada de llamadas, cuando vuelva del bar, dígale usted al concejal de urbanismo que nos vemos a las doce, que no falte es importante.
Ya va cogiendo la onda ¿he?, que inteligente es usted señor.
Venga diga usted lo que tenga que decir, abrevie.
Pues mire lo primero que tengo que enseñarle, son unas fotos que un aficionado a la fotografía le hizo a usted hace poco más de un año. ¿Es usted no?, está acompañado por el concejal de urbanismo y dos señores más, ¿recuerda la ocasión?.
Ese no soy yo, disculpe pero se equivoca.
Sí que es usted, no me sea mentiroso, si hasta se ve la matricula de su coche, mire detrás de la foto. (23 de Octubre del 2009, 18/30 p.m). Claro que es usted, lo he corroborado con la gente que fue expropiada ese día, los Montero.
A bueno, sí ahora recuerdo, pero eso fue todo legal, una expropiación que le propusimos y que yo atendí personalmente, porque quise que sacaran el mejor partido posible.
Claro, por esa razón no consta acta alguna de ese negocio, ni hay registro de los tres millones de euros del valor de la tierra. ¿Sabe que se ha ido a Francia a vivir esa familia?, por miedo a las represalias por parte del ayuntamiento. Ahora están atendiendo una propiedad de viñedos en el sureste.
¿Y por qué me cuenta todo esto a mí?. Este tema está zanjado desde hace años. Parece como si quisiera usted algún tipo de venganza, ¿o es que acaso me quiere chantajear de algún modo?.
No señor, dios me libre de hacer algo así, mi conciencia no me lo perdonaría jamás de la vida. Lo que sí quiero, si es posible claro, es que me ponga en contacto con un par de personas que trabajan con este ayuntamiento, uno es el señor Linazo, el arquitecto del ayuntamiento, y el otro es el señor Varo, el que se encarga de… ya sabe, decir este terreno lo hacemos urbanizable. Todo esto lo necesito rápido, tengo un proyecto en mente que se tiene que llevar a cabo para ayer.
Oiga usted, me parece bien lo que me pide en principio, si en este mundo no tuviéramos primos mal andaríamos, pero comprenda que tengo que saber qué es lo que se propone, la gente se entiende hablando, y usted en esto no ayuda nada.
En este instante, como quién no quiere la cosa, Mateo dejó caer sobre la mesa el sobre medio abierto con sendas fotografías, en ellas se veía a dos hombres copulando entre la maleza de la playa, al señor José Luis, el alcalde se le cayó el cigarrillo de los labios. Las fotos eran instantáneas cogidas desde diferentes ángulos, en varias escenas, con un joven de aspecto atlético con bigote. De golpe palideció, su frente terminó por tocar la gran mesa de despacho.
¿Qué pretende?, le daré lo que sea que esté en mi mano con tal de tener la tarjeta de memoria de estas fotos.
Ya se lo he dicho hombre, no se ponga usted así que no se acaba el mundo. Solo quiero tener la confirmación de que mis proyectos no van a tener ningún desaprobado, que van a entrar y salir como una bala de este ayuntamiento. Si hubiera querido utilizar este material ¿no le parece a usted que ya no sería alcalde de esta ciudad?, y sin embargo aquí me tiene, como una persona civilizada, negociando con usted.
Y después de todo esto ¿qué?, imagino que se habrán terminado nuestros negocios y me dará usted lo que le he pedido.
No crea, tengo grandes planes para esta ciudad. Por el momento tengo que tener la certeza de que atenderá mi solicitud.
Delo por hecho, déjeme su número de teléfono y lo llamo en cuanto me sea posible.
No, esto no irá así, yo volveré dentro de dos días al ayuntamiento y saldremos a desayunar juntos, a las diez en punto. Iremos a un sitio cerca de aquí, una brasería fantástica donde usted no es conocido. No se le ocurra hacer que nos sigan, tengo a gente experta que lo averiguarían rápidamente.
Mejor me espera en la puerta, junto a la entrada de la policía, no se apure seré puntual como un reloj suizo.
Bien como usted quiera, ¿todavía está Blas de jefe de policía?, somos amigos de colegio, ¡la de veces que se ha quedado en mi casa a dormir cuando jovencillos, ¡en su casa tenían una de problemas!.
Sí es el jefe de policía, ahí está ya desde hace doce años, está a punto de retirarse.
¡Vaya!, pasaré a saludarlo antes de nuestra cita que será el viernes próximo no se olvide.
No se apure no me olvidaré.
Iremos en mi  coche, conozco muy bien la carretera, lo dejará aparcado cerca para que no nos vean juntos.
El alcalde le tendió la mano para despedirse pero Serafín la ignoró, simplemente le sonrió, y dándose media vuelta, salió por la puerta.
José Luis Menara no perdió el tiempo al entrar en su despacho, descolgó el teléfono e hizo llamar a Linazo el arquitecto. Te quiero en mi oficina en una hora como mucho tengo un proyecto que he estado madurando, quiero que lo escuches. A Varo lo tenía trabajando en el ayuntamiento, de manera que bajó a su oficina y le dijo que le mostrara el mapa del municipio. Quería tener todos los cabos atados antes de habar de nuevo con aquel bicho de Serafín.
El viernes a eso de las once llegaron al hostal donde almorzarían. Era un lugar escondido e íntimo, el dueño del lugar ya conocía a Serafín, le saludó afectuosamente y les sirvió lo que pidieron con presteza. Al fondo de la barra, un hombre alto y fuerte con barba, ojeaba un periódico delante de un café, miraba de soslayo a los dos hombres, sin interesarse demasiado en lo que decían.
Bueno señor alcalde, mi proyecto es, hacer urbanizable una zona, que hasta ahora, está contemplada como finca rústica. Verá, tengo tras de mí a unos socios que son los inversores de este proyecto, queremos edificar unas apareadas de alto estanding y chalets muy cerca de las pistas de esquí, por supuesto, que esto representará una inversión importante de dinero, pero pregúntese por un momento, lo importante que sería esto para la ciudad, para el comercio de la zona, nos catapultaría como la pequeña gran ciudad, con destino turístico de invierno.
Lo que me dice es muy fuerte Serafín, ha muchas cosas que hay que considerar, en primer lugar todo esto se tendría que discutir en un pleno del ayuntamiento, y suponiendo que se aprobara, tendríamos que luchar contra los ecologistas, ya sabe usted, que estos no tienen miramiento alguno a la hora de formar protestas o comenzar a calumniar al ayuntamiento por permitir algo así.
Cierto, pero algún papel tiene que tener usted ¿no le parece?, todas las iniciativas conllevan un riesgo, es usted el que tiene que lidiar este toro. Le pasaré un estudio con cifras que le va a interesar, cuando vea los ceros que hay detrás de las cantidades que usted percibiría mensualmente, seguro que cambia de opinión y se mete de lleno en el proyecto. No son cantidades que hayan sido infladas para nada, es un estudio real hecho por economistas.
No sé, creo que todo esto me viene un poco grande, si le digo la verdad, me da miedo, todo y considerando que mi partido está gobernando en mayoría.
Creo que podrá convencer a la gente adecuada, tiene concejales que son constructores, instaladores, tiene un buen caramelo que ponerles en la boca. No nos engañemos ¿quién desprecia el dinero?, de los que yo conozco que trabajen en el ayuntamiento, hay dos o tres que están de deudas hasta el cuello. Lo sabemos todo de ellos, del mismo modo que lo sabemos todo de usted, hasta los más oscuros secretos.
El alcalde palideció, en el restaurante Serafín le enseñó otras fotografías, en las que se le veía en una situación muy comprometida, en la parte de atrás de la casa, bajo los arcos de piedra, en compañía de un par de jóvenes de la pequeña ciudad. Eso fue, cuando su mujer y los dos niños, fueron en unas cortas vacaciones a Córdova, a visitar a los padres de esta. Se echó las manos a la cabeza, miró con desprecio a Serafín, pero era evidente por su expresión que pasaba de lo que pudiera pensar José Luis, el alcalde.
Estamos en el mismo barco alcalde, -dio una larga calada a su cigarrillo-, en este mundo estamos para jodernos los unos a los otros, -soltó una larga y sonora carcajada-, ya ve usted, todo está definido con anticipación, no me refiero a estas fotos, me refiero a que el mundo está hecho así, es un asco. Tener que usar estos métodos para meterle presión me disgusta, de veras, pero es que no tengo otra salida, confío en que me entenderá. Usted habría hecho lo mismo en mi lugar, únicamente, es que soy yo, el que tiene ahora la manera de presionarlo, ¿no le parece?.
Es usted detestable, no tiene escrúpulo alguno, si pudiera le escupiría en la cara.
Hágalo, no se reprima, lo soportaré, pero aténgase a las consecuencias si lo hace. Mientras tanto, vamos a lo práctico, ¿cuándo sabrá decirme algo sobre lo que acabamos de hablar?. Ahora, en el coche, camino de vuelta al ayuntamiento, le daré una copia del proyecto, verá como se anima, dentro de nada, me agradecerá todo lo que estoy haciendo por usted. ¡He Pablo, trae la cuenta que aquí el señor invita!.
El alcalde sacó de su cartera una tarjeta VISA y pagó las consumiciones. Serafín le dijo al mesonero que se cobrara la consumición del señor que estaba en la barra. Salieron los dos primero, después, salió el hombre de la barba que se subió en una moto de gran cilindrada, desde lejos los seguía conduciendo de forma tranquila.
Ni que decir tiene que el pleno fue muy discutido, hubo abucheos, presencia de la guardia urbana, quejas por parte de unos y aprobaciones por parte de otros. Al cabo de dos temporadas estaba todo terminado, aquella parte del valle lucía un aspecto magnífico, junto al rio los chalets, un par de calles más arriba las apareadas, un tramo de carretera de apenas tres kilómetros separaba el complejo de las pistas de esquí.
En una de las visitas posteriores a  la inauguración de toda la urbanización, Serafín se vio de nuevo con el alcalde.
¿Qué tal amigo mío todo en orden?. Ya está ingresado en tu cuenta lo que acordamos, ahora vigila, porque el fisco, va detrás de todo el mundo. Si necesitas blanquear algo me lo dices,  tengo forma de hacer que este dinero quede más blanco que la leche.
¿Ahora me lo dices?, ya me han montado una auditoría, la guardia civil ha registrado mi casa, mi familia por poco se muere del susto. Se han llevado los ordenadores de casa y los del ayuntamiento, en mala hora hice tratos contigo.
Bueno la verdad es que no tenías otra elección, a propósito, no sé de qué manera, se han filtrado a la prensa tus fotografías. Chico, estoy que no me lo puedo creer, alguien me robaría el pen drive, no encuentro otra explicación, hoy día no te puedes fiar ni de tu sombra.








viernes, 23 de agosto de 2013

RACIONAMIENTO.

Todo está racionado, desde el pan hasta las lechugas, desde los zapatos hasta los calzoncillos. Todo, sin excepción, y creo que irá a más, porque cada vez más usamos las cosas, sin afán de conservarlas.
Hasta el cariño y la comprensión se raciona, cada vez más se compra y se vende, y bien barata por cierto. Esta noche te quiero, a la mañana siguiente no. Estoy contigo porque te quiero, pero de golpe, te he dejado de querer.
Es como una ola gigante que sube de golpe y luego, soltando toda su rabia a manera de espuma, arrasa con lo que has intentado mantener durante media vida. Así es como funciona hoy casi todo, como el dinero de plástico, las tarjetas de crédito que metes confiadamente en un cajero, sabiendo que tienes fondos, y no te da lo que pides, hasta en ocasiones, sin saber porqué, el cajero metálico se la traga y no te la devuelve.
Estamos racionados porque estamos controlados, no es un control cualquiera, es un control absoluto, total, que hace sentir miedo, y la razón es bien sabida, conocida por todos, por razones que convienen al estado, se nos interviene hasta el último céntimo que gastamos. El gobierno sabe, que si ganas cien no puedes gastar cieno veinte, es imposible, a menos que tengas algún chanchullo, que de ser así, lo sabe en un abrir y cerrar de ojos.
Por eso estamos racionados, la hacienda pública, un lugar donde trabajan cientos de personas y otros tantos están tocándose los huevos ocho horas al día, controla cual si fuera un titiritero, las cuerdas de nuestros movimientos. Siempre hay márgenes razonables para establecer promedios, pero si por alguna razón nos apartamos de ellos, recibimos de una mano invisible un guantazo, que nos deshace los huesos. Estamos vigilados, y aunque lo sabemos a ciencia cierta, todavía en ocasiones, nos vemos capaces de ser atrevidos  y pensar en nuestro interior, que somos capaces de engañar a esta maquinaria perfecta.
No sé vosotros, pero en ocasiones, me vienen ganas de irme a vivir a la punta de una montaña, lejos de todos y de todo, debe de ser cojonudo vivir así, sin dinero, sin nadie que te diga cuando levantarse o acostarse, cuando comer o no, cuando cagar o dejar de hacerlo.
Porque aquí abajo, donde residimos, estamos bien jodidos, otros a quienes no conocemos, a quienes no podemos poner cara a menudo, nos echan de los trabajos sin explicación alguna, nos pagan lo que quieren, y lo más grave, nadie agradece nuestro esfuerzo. Si por lo menos te dijeran: “Mira mañana ya no vengas, pero te agradezco tu dedicación y esfuerzo, lo has hecho muy bien”. Hombre, jode porque es así, pero por lo menos, no te quedaría este mal sabor de boca de saber si te han echado a la puta calle porque lo has hecho mal, o porque las circunstancias de la empresa lo mandan. “Oye, que sepas que en cuanto haya una plaza libre te llamaremos”. De coña, por lo menos tienes algo positivo que contar cuando llegas a tu casa, de  la otra forma, te hace el efecto de ser un estorbo, más que un trabajador como dios manda.
Aun así, racionados de esta manera, el ser humano se defiende, sale a la calle y gasta, se divierte, lucha por sobrevivir, es lo último que podemos hacer, sin tener necesariamente que pagar impuestos. Por ejemplo coger la bicicleta, y pasar el día en la playa con un par de cervezas, y dos bocadillos de mortadela.
Todo lo que se salga de estos parámetros, está racionado, y con racionado quiero decir también, oportunamente limpiado, filtrado, censurado. Ya no se puede uno creer ni la prensa que lee, ni las informaciones que ve en televisión, ni las estadísticas económicas. Esto está racionado, estos medios están comprados de un modo u otro para que se den las informaciones que a unos y otros les convienen.
Mis abuelos me decían –ya están muertos los pobres-, que cuando la posguerra  estaba todo racionado, tenías que ir con una cartilla a buscar los alimentos, fuera lo que fuere. Hoy las colas están en las oficinas de desempleo, en algunos casos dan la vuelta a la manzana del bloque de casas donde están instaladas. A estos no se les da de comer, no llevan una cartilla de racionamiento que les indique hasta qué punto pueden o no pedir determinados productos, llevan la cartilla de desempleado, y tienen que presentarse, porque si no les quitan los cuatro chavos que el gobierno por caridad les da.
Vaya una mierda, cuando una nación está racionada, deberían estarlo primero sus líderes, de otra forma, mal rollo, la gente se ausenta de la política y la madre que los parió a todos. Los señores diputados con sus trajes de corte italiano, las señoras con sus vestidos de Carolina Herrera, Oscar de la Renta, Cristian Dior, Valentino…, por nombrar a cuatro solamente. Mientras tanto, la gente de la gleba va a los comedores sociales a pedir de comer, a los bancos de alimentos, nos vemos en almacenes de ropa usada cuando cambia la temporada, a pedir por lo menos para los niños algo que ponerse.  ¡¡Qué vergüenza!!.
¿Quién raciona a estos garrulos?, ellos mismos, ahí está el quit de la cuestión, he, y ¡sin remordimientos de clase alguna que van por la vida!.
Pero… ya te puedes quejar, ya puedes manifestarte cada día del mundo, la gente de a pie sufriendo y ellos hablando en el parlamento que si esto no es así, que si aquello tiene que cambiar…, todos estos no racionados son los que imponen las reglas, la razón es bien sencilla, tienen la sartén por el mango, y el mango también.



jueves, 22 de agosto de 2013

UN DÍA TRANQUILO.

Es miércoles por la mañana, como siempre a eso de las ocho salgo a la calle, hace un día espléndido, es otoño pero en la costa todavía parece que sea verano, donde vivo, un pequeño pueblo de pescadores, se crea una especie de microclima, es como si viviéramos en otro planeta a veces.
Me dirijo a la lonja, haber sido pescador, produce una especie de imán con la gente del mar. Desde lejos me saluda alzando el bastón Germán, es el mejor amigo que he tenido jamás, nos debemos la vida mutuamente, el me salvó de morir ahogado hace ya de eso muchos años, se tiró al mar a rescatarme, cuando faenábamos juntos en la misma embarcación, por mi parte, le hice el boca a boca en una ocasión que lo acercaron a la orilla, cuando ya todo el mundo lo daba por muerto.
“¿Qué tal chico como estás, se ha solucionado el problema en tu casa con tu hijo y su mujer?.
“Ahí andan discutiendo el asunto, es mala cosa meterse en problemas de pareja. Pero si de mí dependiera, ya la habría dejado, han sido dos años los que ha estado entendiéndose con ese canalla del banco…
“Hombre si no la deja será porque la quiere todavía Germán, a veces cuesta dios y ayuda tomar una decisión.
“Ya, si yo lo entiendo, pero el asunto es el niño, que ni siquiera está seguro mi hijo que sea de él.
“Si señor esto es más jodido, es una putada, oye ¿tú crees que se parece el crío a ese mostrenco del banco?.
“No te podría decir, lo que si te digo, es que yo le sacaba a ese cabrón la verdad a bastonazos.
“Que no sea dicho Germán, si quieres yo te acompaño. Por vosotros hago lo que haga falta, ya lo sabes.
“Gracias Sebastián pero eso creo que sería asunto de mi hijo, o de su mujer que es la que debe saberlo de verdad, digo yo. Para el tiempo que se quedó en estado, Justino estaba embarcado en el Martín Pueyo, y estuvo tres meses, o sea que… ya me dirás.
“A lo mejor fue un polvo exprés, perdona esta broma esta fuera de lugar.
“No si no me ofendo, ¡anda que no hemos hablado de este asunto Bernardina y yo!, lo que pasa, es que mi mujer está chocha perdida con el crío, no lo puede evitar. La otra se viste por la mañana, coge el coche y se va hasta el mediodía, hasta la hora de comer. Más le valdría dar de mamar a Jorjito, teta no le falta, pero se puso no sé qué inyección porque dice que no quería estropeárselas dando de mamar, ¡la madre que la parió…!.
“¡Que diferentes eran nuestros tiempos he Germán!, bueno, tú tienes tres años más que yo, deberías acordarte de cuando yo mamaba no?.
“Y tanto chaval, además, que tu madre era una fuente, tenía que ponerse una nube de algodones en las tetas para no regarse toda entera cuando tenía las subidas de leche. Así saliste tú de templado, que a los tres años andabas dando de hostias a todos los críos del pueblo de tu edad. No sé de donde sacaste tan mala leche, porque tu padre aseguraba que era buenísima, ¡el mamón…!, que dios lo tenga en su gloria, vaya pedazo de buen hombre ese…, en mi casa lo adoraban. ¿Sabías que mi  padre le pidió una chalupa que casi no usaba, y que se la regaló para que se pudiera establecer por cuenta propia?.
“No, no sabía nada, joder ¿es que era un secreto o qué?, a buenas horas me entero yo de esto.
“Casi, mi padre dijo que si alguien preguntaba, que dijéramos que trabajaba para él. “Al que diga otra cosa le parto el alma”, así de grande tenía el corazón don Zeferino. Un día volvió a la playa con la barca llena de merluzas pescadas a palangre, tu padre mandó llamar al fotógrafo para que le hiciera una foto, anda que no estaba orgulloso mi padre al lado de la barca con toda la pesca a la vista.
“Hay que joderse que uno se tenga que enterarse de esas cosas, a esta edad. De lo que si me acuerdo, es de que muchas veces, pagaba en las tiendas con pescado, de eso si que me acuerdo.
“Ya te digo, un gran hombre era tu padre, con un corazón, que no le cabía en el pecho.
“Cuando fui un poco mayor, con ocho o nueve años recuerdo, que me hacía subirme a la cabina de mando, para lustrar a la virgen del Carmen que llevaba allí, sujeta en un soporte metálico.
“Pues no es que fuera demasiado religioso el hombre, cuando veía al párroco del pueblo siempre lo evitaba. En una ocasión, con motivo del santo de la virgen, se acercó don Marcial a bendecir a las barcas que salían a la mar, pasó al lado del barco de tu padre para bendecirlo con el hisopo de agua bendita, lo cogió del brazo y por lo bajo le dijo: “Déjese de memeces que soy íntimo amigo de Neptuno, haber si va a meterse en problemas”. No veas, don Marcial salió por pies de delante del barco de tu padre, a los demás les dio solo un saludo y se fue, creo que le metió el miedo en el cuerpo.
Los dos rieron a gusto con esta anécdota, apuraron la barrecha que tenían delante y se pidieron otra. A la mesa se acercó Matías, otro pescador retirado alto como un pino  “Que de cachondeo como cada día no?. Germán más te valdría devolverme el dinero que mi padre le prestó a tuyo, andamos en tiempos de crisis.
“Mira, como no te vayas de aquí ahora mismo te rompo el bastón en la capirota esta que tienes por cabeza cabrón, sabes de sobras y de restos que este asunto quedó zanjado hace años, ahora bien, si vienes aquí a molestar porque eres un amargado de la vida, te lo puedo solucionar en un instante. Venga largo de aquí que estamos de fiesta.
“¿A qué viene esto Germán, porqué dejas que te hable así delante de todo el mundo?.
“Pues porque este es un gallo sin plumas hombre, mira que rápido se ha largado. Algún día te contaré lo que pasó, te quedarás de piedra.
“Oye, ¿vamos a ir a hablar con el banquero o no?, le tengo unas ganas…
Cuando iban los dos por la calle, se erguían como palos, con ayuda del bastón, pero derechitos como velas cuando sopla levante. Parecían soldados recién licenciados, y vaya si lo estaban. Llegaron a la puerta del banco y a través de la cristalera, vieron a Adolfo el amante de la nuera de Germán en su mesa, con el ordenador, haciendo algo, entraron. Cando Adolfo los vio se levantó de inmediato para meterse dentro de las dependencias.
“He tú, ven para acá que tengo que hablar contigo.
Adolfo se señaló a sí mismo como preguntando si era con él con quién querían hablar.
“Si hombre tú, estirado que eso es lo que eres, un estirado con traje y corbata. –Habían dos personas solo en el banco-. Vamos a ver, ¿tú aprecias la cabeza que llevas sobre los hombros?, porque si así es, quiero que sepas, que los encuentros que tienes con mi nuera se han terminado, ¿lo has entendido cara de culo?. Soy viejo pero no soy idiota, ni mi amigo tampoco, ¿lo conoces verdad?, vale, pues a partir de ahora te estaremos vigilando, de noche y de día, la vez que os cacemos ya estás listo, el mar es muy grande y todavía tenemos barcos a nuestro servicio.
Adolfo con la voz trémula: “Oiga, que yo no he hecho nada que su nuera no quisiera señor Germán.
“¿Has oído Sebastián? sabe mi nombre. Pues si lo sabes sabrás también que somos capaces de hacerte desaparecer con chasquido de dedos, así, -ilustró con los recios dedos de marinero lo que quería decir-, este problema lo doy por zanjado ¿sí o sí?.
“Claro, lo que usted diga señor Germán, este asunto está solucionado, palabra de honor.
“Más te vale chaval –apuntó Sebastián-, no sabes quién es este hombre cuando se cabrea. Hazle caso o serás pasto de los peces, te lo aseguro.
“Cuando salieron del banco, con la palabra de que no habría más encuentros entre Bernardina y él, se fueron a comer un escabeche de sardinas a la taberna de El Asturiano. Para cuando Germán volvió a casa y Sebastián a la suya, las cosas habían cobrado otro cariz, Bernardina se había ido de casa, en un par de horas hizo las maletas y dejó a Jorjito con los abuelos “Ya tendrás noticias de mis abogados”, fue lo último que dijo al marcharse de casa con Justino –el marido-, rogándole que no lo hiciera.
Aquel asunto pintaba muy mal, de manera que contra la voluntad de la abuela, Germán salió de la casa con el niño en brazos, gritaba por la calle llamando la atención de los pobladores, “¡He tú que te dejas a tu hijo!, no lo abandones mala mujer, por lo menos ten un poco de dignidad y llévatelo contigo, eres tú quién lo has parido, ¿quieres que se crie sin madre, es eso lo que quieres?. Luego cuando te salga de la almeja vendrás a llevártelo ¿no?”.
Así fueron hasta la parada del autobús, finalmente Bernardina cogió al crío y se lo llevó consigo. Al volver a su casa, Germán se encontró con un panorama conmovedor pero a la vez hostil. Los dos madre e hijo lo miraban como si él fuera el culpable de aquella situación.
“Dar gracias a que hecho esto por vosotros, más tarde o más temprano, Bernardina hubiera vuelto por el niño, no os quiero ni contar lo que hubiera supuesto esto para todos. Las madres son las madres, y ante eso cualquier juez habría fallado a favor de Bernardina, lo siento pero, creo que he hecho lo correcto. No te merece esta chica Justino, pronto encontrarás a una mujer que te quiera de verdad, ¡si la vida es muy larga…!
En cuanto se corrió la voz por el pueblo, Sebastián se reunió con su amigo.
“Chico que desastre, he venido para ver en qué puedo ayudar, si es que puedo. ¿Cómo está Justino?.
“Pues mal, ¡cómo va a estar!, pero es lo que yo le digo, dentro de cuatro días esta se presenta otra vez aquí, o lamentando todo lo que ha hecho, o reclamando al niño si se hubiera quedado con nosotros. Yo creo, y sabes que en estas cosas no suelo equivocarme, que esta muchacha ha sido siempre una casquivana, quiere probar cosas nuevas, una vida nueva.
“Ya te entiendo, quieres decir que en cuanto se cansara de andorrear por ahí volvería pidiendo perdón, y tu hijo como es un santo, se lo perdonaría todo. Mientras, los abuelos a apechugar con la crianza de Jorjito.
“Pues eso, justamente lo que les he dicho yo a los dos, porque Conchita no me habla tampoco, pero se le pasará en cuanto pasen dos días. Ay que entender que ha sido ella hasta ahora la que lo ha estado criando y cuidando de él.
Ambos se cogieron por el hombro en el porche de la casa, como cuando regresaban de un duro día de pesca. Se miraron y se sonrieron mutuamente, se reconocían como hijos del mar que eran. Por un impulso mutuo, se alejaron de la casa y se sentaron en un banco del paseo frente al mar.
“Que día más tranquilo hace hoy, me gustaría salir a la mar a faenar.
“Y que lo digas Germán, daría lo que me queda de vida, por unas cuantas salidas y lanzar las redes por la popa, esperando, oliendo la brisa marina y esperando a que la sardina apareciera dentro de las redes.
“Joder tío, ¡qué tiempos aquellos!, ya no volverán, pero ya los hemos vivido, que hostias.






miércoles, 21 de agosto de 2013

AGUAS MOVIDAS.

Y descendieron a los infiernos, toda clase de vida, humanos y animales, casas con sus pertenencias, todo desapareció bajo las aguas. No es del diluvio de lo que hablo, por lo menos del que habla a Biblia, hablo del año en que las “tormentas”, arrasaron casi todo el globo terráqueo.
Fue el año, en que todo quedó destruido, merced a unos cuantos que se empecinaron, en que ese año todo quedara patas arriba, desgobierno, enseñanza, políticas sociales, todo, no quedó en pie piedra sobre piedra. Lo peor de todo es, que los responsables del ocaso de la humanidad, señalaban hacia otros, nadie quiso asumir responsabilidades, todos se desentendían dentro de la seguridad de sus guaridas.
Nadie quiso llamar a sus secretarios, para que tomaran nota de aquella debacle histórica, y dejaran constancia de lo sucedido. El año de las aguas movidas, donde la gente se ahogó con el agua llegándoles a la altura de los talones, aguas especialmente turbias que derribaron ciudades enteras merced a la contaminación, tan malas eran que pudrían los cimientos de los grandes edificios, se filtraron en todos los suministros de agua del que bebíamos las personas, creó en consecuencia monstruos, nacieron niños con deformaciones de toda índole.
Estos, asesinaron a sus progenitores, no había lugar para la misericordia, para el perdón, ni los gritos de compasión antes de ser degollados o defenestrados fueron oídos por aquellos seres, a los que ya no se les podía llamar hijos. Y todo por las aguas, aguas que se contaminaron hasta el punto, que salía mezclada con heces de todo tipo de las fuentes. Inmensas caravanas de gentes llegadas de todas partes, se acercaban a los manantiales, esperaban días enteros para poder llenar unos cuantos utensilios para ese fin, pero muchos de ellos murieron en la espera, los asesinaban durante la noche tanto los que estaban delante de ellos como los que estaban detrás esperando.
Todo esto ocurría sin conciencia alguna de que estaban haciendo algo malo. Los gritos de la gente era ya una música habitual en esos lugares, los que no murieron de ese cruel modo, lo hicieron siendo aplastados por los que venían detrás empujando, sin paciencia, aplastaron a los primeros, hasta convertirse aquellos pequeños manantiales, en ríos de sangre que llenaban los recipientes de los más afortunados.
Miles de personas cuando volvían a sus casas, habían desaparecido en medio de la debacle, de manera que se iban a vivir a las alcantarillas, terminando por beber aquellas aguas infectas. El resultado era obvio, deambularon por las calles, millones personas infectadas, ser un portador del VIH era como tener un mal resfriado, algo pasajero que se podía curar con cuatro cápsulas, pero lo que terminó padeciendo la humanidad era otra cosa.
Las mujeres no quedaban preñadas, imposible después de la ingestión prolongada de aquellas aguas contaminadas, ni los hombres eran capaces ya de darles satisfacción alguna, en su mente solo estaba el asesinato, de modo que las ciudades se quedaron abandonadas, todo comenzó a ser pasto del agua en mitad de un ambiente irrespirable, putrefacto, mortal. Las religiones anunciaban el fin del mundo, El Apocalipsis, sin dar remedio alguno, sin posibilidades de redención de esa plaga mortífera.
Ni siquiera los políticos afectados de algún modo por el problema, buscaban soluciones en sus parlamentos, todo estaba perdido. Algunos de ellos, los que tenían algo de conciencia, se suicidaban tirándose desde lo alto de los edificios oficiales, otros sencillamente se colgaban, la sinrazón de tantos años hablando sobre el problema del agua, resonaban en sus oídos como una voz atormentadora.
Los gobiernos se han disuelto, se han disuelto las familias, no hay valoración aluna entre padres e hijos, las generaciones no existen. Esto crea el caos y la anarquía, la guerra, una guerra por las aguas movidas que causa estragos en la humanidad que ha dejado de serlo. Todos los patrones normales de conducta, no son más una codena de muerte. Ha llegado el momento de portarse mal, al que hace lo contrario, al que pretende comportarse de manera correcta se le aniquila.
Esto es lo que ha producido la gran batalla por el agua, ya no hay hielo, ni el ártico ni en la Antártida, en un cajón de zapatos, un hombre moribundo tiene pruebas, de lo que fue el mundo hace cincuenta años atrás. Todavía era un mundo relativamente feliz, había animales salvajes, había hielo en las partes oportunas del mundo, la gente convivía con mascotas. Ahora no, todo se ha terminado, no hay, más que mucha agua en los océanos, agua salada que no es potable.

El resto del agua que queda en la Tierra, son aguas movidas, pútridas, inservibles, de la que la humanidad se sirve, para morir.

viernes, 16 de agosto de 2013

EL VERANO DE LA TORRE.

No es un verano cualquiera, es un martirio, como si te pusieran una bota malaya en los pies.
Es imposible, en verano el pueblo se transforma, pasa de ser un pequeño alfeñique, enclenque y escuchimizado, a ser una pequeña metrópolis, objetivo de turistas de medio mundo.
Esto hace que su población se triplique o cuadriplique, hay que tener en cuenta el gran surtido de urbanizaciones de alrededor, cada una de ellas con su propia clientela. No todos los que llegan tienen el mismo poder adquisitivo, eso hace, que muchos tengan pequeños apartamentos de apenas cuarenta metros cuadrados, donde vienen a veranear ocho o diez personas al mismo tiempo.
¡Imagínate tú el panorama…!, niños o mayores durmiendo por los suelos, sobre colchonetas de lona o de plástico, con el baño atestado de productos detergentes y cosméticos, además, y que no falten, los sprais antimosquitos, que los niños se levantan con unas picadas los pobrecillos, que parecen ecce homos los pobres. Pero después del cola cao de la mañana, los ves a todos en procesión por el pueblo, camino de la playa. Ya lo llevan todo puesto encima, hasta los flotadores en la cintura, y los padres con los parasoles y las neveras portátiles con la comida hecha en casa.
Esto lo digo porque gasto de restaurantes, nada de nada, si acaso los supermercados, que parece que hallan sido asaltados por una turba de gente. Eso sí, por la tarde, después de la siempre codiciada siesta, el pueblo se llena de gente, la gran mayoría paseantes, que llenan las calles peatonales y visitan las tiendas de los chinos, con el propósito de comprar cosas que nunca van a usar, o que solo podrán usar una sola vez.
¡No se te ocurra salir a estas horas a hacer tus compras, no, quieto en casa, más te vale!, si sales estás perdido, vuelves con un cabreo monumental, maldiciendo el día que se ocurrió venir a vivir aquí, a este bello y bonito pueblo, La Torre como decimos los vecinos, aunque en realidad su nombre es Torredembarra.
Los grandes supermercados hacen su agosto en vacaciones, pero lo que son los pequeños comercios, cada vez cierran más, es una pena, pero eso es lo que hace en sí mismo, pertenecer a un pueblo turístico, “el pez grande se come al chico”, siempre ha sido igual, desde que el mundo es mundo. Las grandes superficies estudian todas las posibilidades y las explotan al máximo, mi pueblo está muy bien comunicado, por carretera y por tren, incluso hay un aeropuerto a veinte minutos, en este sentido, todo son ventajas. Así pues en verano, vienen ingentes cantidades de gente buscando el descanso, aunque lo que para ellos es un descanso –merecido- para los pobladores de la Torre sea un pequeño martirio.
Luego, cuando llega septiembre la cosa cambia, y mucho, puedes aparcar donde quieras, compras sin dificultad alguna, en fin, que el pueblo es otra vez el pueblo de siempre.
Pero mientras esto llega, mi pueblo es la leche. Los tiempos cambian, y en La Torre no podíamos quedarnos aparte, somos modernos que leches, por eso la alcaldía ha aprobado hace poco, crear una zona de baño para nudistas, como en tantos otros lugares, desde el primer día se llenó de gente. Magnífico reclamo, para gentes venidas de todas partes, seguramente alguien se fijaría en El Languedoc de Francia, muy cerca de Valrrás Plage a tiro de piedra de Beziers, en el sudeste francés.
Algún día llegará a haber hasta centros comerciales donde podrás entrar en pelotas, al tiempo. Así, poco  a poco se va transformando este pueblo, inicialmente marinero y agrícola, que los de Baig a Mar, no pueden ni verse con los del pueblo alto, aunque tienen intereses comunes, el turismo.
Ya veis pues, que todo gira alrededor de opiniones, puntos de vista diferentes, y diferentes maneras de vivir. La Torre, un pueblo, que incluso tiene castillo, de los antiguos señores de Arnalte, fue sin duda alguna un antiguo baluarte, un lugar que conquistar, peleado por un puñado de soldados a las órdenes del conde, es ahora un pueblo conquistado por miles de turistas que han hecho de él, el objetivo de sus residencias, alemanes jubilados que han comprado casas por cuatro cuartos, familias que llegan todos los fines de semana desde la ciudad a pasar no tan solo el verano, los fines de semana también, queda a media hora de la gran ciudad.
No les importa tener que hacer caravana horas enteras, parados en carretera, eso no importa, lo vital es que necesitan decir a amigos y compañeros, que tienen un apartamento en Torredembarra. Consideran que es como decir, tengo un trocito de cielo que es de mi propiedad, en eso se ha convertido La Torre, en un lugar de especulación inmobiliaria, en un sitio, donde vale la pena dejarse la piel con el fin de tener propiedades.
¡Qué hermoso tuvo que ser en su tiempo, cuando el pueblo era realmente pueblo, y en el barrio de pescadores, salían todos los días a la mar a pescar con sus barcas!. Historia que solo se conserva en fotos de color sepia, cuando casi todo el mundo iba con boina, el sombrero de los pobres. Así me gusta recordar a La Torre, allí me veo jugando al aro, recorriendo las calles sin asfaltar, y subiéndome sobre los carros que llegaban por la tarde de las viñas y huertas.
Aquel sí que era mi pueblo, hoy todo aquello desapareció, incluso parte de las magníficas rocas costeras que te llevaban a la playa del Cañadell, los especuladores las han destruido en pos de la edificación del puerto deportivo, se han comido cien metros de playa y roquedal con ese fin.
Desgraciadas obras que han causado heridas irreparables en el entorno, que han esquilmado la naturaleza y han convertido un precioso pueblo, en un adefesio.


jueves, 15 de agosto de 2013

REFLEXIONES Y FÁBULAS 4.

-Nací el uno de Agosto de un año sin guerras; ahora me felicito y me premio a mí mismo al saber, que donde trabajo, se ha establecido esta fecha como principio de las vacaciones. Todo un lujo a mi medida.
-No merezco nada de lo que tengo, otros por medios poco ortodoxos, se lo han quitado antes a los que nada tienen.
-Una gacela le dice a otra en mitad de la sabana: “Ya verán los leones cuando a nosotros con los siglos nos salgan dientes como los suyos, que se vayan preparando, nosotras corremos diez veces más rápidas que ellos, que ganas tengo de que la evolución nos premie algún día”.
-No tengo nada de qué arrepentirme en la vida, a veces lo he intentado y no he podido remediar nada de lo acontecido. ¡Si pudiera retrasar el reloj de la vida siquiera un solo segundo…, probablemente el arrepentimiento, me serviría para algo.
-Hubo un tiempo no hace mucho, que el respeto por los animales difería al que les tenemos hoy. A mitad del siglo dieciocho, el león era el segundo mamífero más abundante en la tierra después del hombre.
-Nos jactamos de conocer casi todo lo que descubrimos en la Tierra. Eso es, porque todavía no tenemos medios suficientes para asombrarnos con la vida marina.
-Casi todos los gobiernos del mundo quieren acabar con el terrorismo. Resulta cuanto menos curioso, cuando han sido ellos, todos sin excepción, los que han enseñado a practicarlo con fines poco éticos.
-A Bernabé lo tienen por loco en su pueblo, está tullido, le faltan tres dedos de una mano y cojea por la rotura de los tendones de una pierna. Yo lo tengo por un héroe, sin escopeta ni arma alguna, se tiró sobre el lomo de un jabalí de más de cien kilos, se cogió a su cuello y lucharon hasta que logró vencerlo. Con sus propias manos lo estranguló, lo arrastró hasta su casa, y su madre lo despiezó. Nunca fue al médico, jamás se quejó, ¿fue un héroe o un tonto?, yo creo que un héroe, sin lugar a dudas.
-¡Que arte tienen los toreros!, con sus trajes de luces encandilan al personal de la plaza, martirizan al toro al salir de los toriles con la enseña de la ganadería, luego lo marean dando vueltas alrededor del capote, después viene la puya del picador que le hace manar sangre a chorros, no contento con eso, vuelve a marearlo con la muleta más manejable que el capote, por sorpresa le llueven encima tres pares de banderillas, ya está con la lengua afuera preguntándose qué quieren de él toda esa gente que está a su alrededor. Finalmente, el torero manchado de su sangre, le clava una espada que le atraviesa de arriba abajo, ya no tiene resuello, la espada le va desgarrando por dentro todos sus órganos vitales hasta que cede, dobla las patas y cae al suelo. Si todavía no ha muerto, llega alguien por detrás y le clava la puntilla en el cerebro, ahora sí que ha terminado todo, muere. Aun después de eso, le cortan las dos orejas y el rabo, el premio por la buena labor del torero. ¡Que vivan los toreros!. Y luego me dicen en casa, ¿cómo es que te gustan las películas de gladiadores?.
-De joven mis padres me llevaban al circo, sobre todo en verano. Decenas de números diferentes se llevaban a cabo bajo la gran carpa. Cuando salíamos, mi padre me preguntaba qué era lo que más me había gustado, siempre le contestaba lo mismo: “Los payasos padre”. ¡Mira que es difícil hacer reír a la gente!.
-A mi abuela le gustaban mucho los periquitos, siempre tenía una pareja en una jaula, de vez en cuando se moría uno de ellos. Al poco se moría el otro, le preguntaba que por qué pasaba esto: “Porque el otro languidece cuando le falta su compañero”. Yo le contestaba siempre: “Pues no me voy a casar nunca”. Me he casado dos veces, ¡con un miedo siempre…!.
-Que ruido hace el silencio cuando dura mucho tiempo. Es un sonido estremecedor, fatuo, asfixiante, que devora los sentidos. Será porque con el silencio, la mente sin quererlo, echa mano de todos los recuerdos de tu vida.
-Si filosofas eres un tonto, si escribes poemas un necio porque no entiendes de eso. ¿Qué hay que escribir y pensar para que los demás estén contentos?.
-Depende del techo bajo el que vivas, preferirás estar en mitad del campo en una tormenta, aunque te arriesgues a que te  parta un rayo.
-A veces las lluvias traen desastres, hasta se cobran vidas humanas. A menudo es porque llegado el momento, reclaman sus lugares de paso. A pesar de todo, cuando todo ha pasado, los hombres agradecemos que la tierra esté lista para ser trabajada, es cuando todo lo sucedido pasa a ser una mera estadística local.
-Ningún humano es de piedra, por eso sentimos, unos más que otros, pero siempre hay algunos, que si les arrancaran las tripas no encontrarían nada dentro de ellas, a veces ni corazón encontrarían.
-Saber pensar y no hacer nada, es lo mismo que saber hacer sin pensar.
-Todos jugamos en la misma ruleta, unos tiramos flojo y ganamos, otros tiran fuerte y pierden. ¿Cuestión de puntería?, que va, creo que cuestión de que la naturaleza humana se impone al destino.
-Veintidós hombres hechos y derechos, corriendo alrededor de una hectárea de terreno tras un balón de futbol, ¿qué tiene la pelota dentro?, droga de la fuerte, no hay otra explicación, decenas de miles de personas en el campo los aclaman cuando la tienen entre los pies, todos los aclaman, seguro que esperan compartirla con ellos.
-Cuatro años preparándose para las olimpiadas, y cuando llega la hora de salir te coge una rampa en la pierna, mira que es mala suerte esa.
-Quiero hacerme comprender pero no puedo, o no quiero, quién sabe. Al fin y al cabo, todo es cuestión de opiniones.
-Pasas por el jardín para salir a la calle, te das cuenta entonces, de lo maravillosas que son las plantas y arbustos que tienes plantados. Cuando les conviene, en determinadas épocas, se hacen los muertos, luego resucitan. ¡Mira que es sabia la naturaleza!.
-Así son las cosas… todos queremos tener razón en aquello que decimos hacemos o decidimos, y todo lo que hacemos y decimos es definitivamente lo mejor. La razón es barata, todo el mundo parece tener la suficiente para decorar su escenario de la vida.
-Del mismo modo que respetamos los colores de cada cual, deberíamos respetar las ideas individuales de las personas, para esto están los gustos.
-¿Quieres ser feliz?, elige el modo de serlo, no dejes que nadie elija por ti.
-Si sabes que estás en la estación del tren, y que tarde o temprano pasará por ahí porque ves las vías, no te empecines en esperarlo en la carretera en la parada del autobús, por allí nunca pasa por más que uno lo quiera.
-Mientras vivimos hay que pasar tribulaciones, ¿qué se cree uno que es la vida si no una gran nube?.
-Me gusta mucho el color de mi huerta en verano, pero es incomparable con el brillo de tus ojos cuando te pegas a mí en invierno, cuando fuera nieva.
-Te estoy agradecido, toma te devuelvo lo que me prestaste. “De lo olvidado, ni agradecido ni pagado”.
-Siempre vuelvo en verano a casa de mis padres. El calor me obliga a estar dentro mucho tiempo, ahí recuerdo mi infancia, a mis amigos, a la esposa que se me fue un día.
-Todo lo que quieras hacer, hazlo ahora que eres joven, no esperes a que las ventanas de tus ojos y las piedras de tu boca, dejen de moler el grano que requieren su sustento, antes que los pilares que te sostienen, tus piernas pierdan su fuerza, y tengan que clamar para que otro las lleve allí donde vaya, antes que maquinaria secreta que envuelve tu cabeza, diga basta.
-Del limpio siempre se dicen cosas buenas, del sucio no se dice nada, nadie se acerca a lo hediondo. Es como los pescadores, buscan a menudo aguas poco profundas pero limpias para echar sus cañas, saben que es en ellas donde hay vida.
-Procúrate un buen nombre, es más valioso que el más caro de los aceites, la más hermosa de las joyas.
-Callar es preciso las más de las veces, hablar demasiado, siempre te mete en problemas que separan y aniquilan  la confianza.
-En verano hacer demasiado calor, en invierno demasiado frio, el otoño es deprimente, ¿solo queda la primavera para que nos sintamos mejor?.
-Conocí a un bombero que vivía en el bosque, a todos les decía siempre “Eso sí que es vida…”. Hasta que un día de verano, con un calor intenso, se le ocurrió pegarle fuego. Hay actitudes indescriptibles.
-Si yo tuviera dinero –decía uno-, me compraría un Lamborgini para ir al trabajo. Pues si fuera ese mi caso, ya no me plantearía ir a trabajar.
-¿Y tú de que vives amigo?. Vivo de las rentas que me dan las mujeres a las que exploto. ¡Ha…! ¿y todas están conformes en trabajar para ti?. No, pero saben lo que les conviene.
-Hay que tener presente, que hagan lo que hagan los hombres, siempre serán los mismos.
-El mundo no es más que transformación y la vida, opinión solamente. (Marco Aurelio).
-La guerra es la mayor iniquidad del hombre. Las organizan los poderosos y ricos, y son los pobres quienes la padecen.
-Han pasado los siglos y todavía hay verdugos; se les reconoce por la cara de miedo que tienen.
-La humanidad podría vivir sin la literatura, e incluso mejor sin el hombre. (Jean Paul Sartre).
-No te dejes matar por nadie, y menos sin razón de hacerlo.
-Un conejo se puso a recriminarle a una langosta: “Oye tú, que me vas a dejar sin alimento…”. “A mí no me cuentes nada, díselo a la que va a la cabeza de la plaga”.
-No hay nada más cómodo para esconder los pecados propios, que culpar a otros, así se disipan las responsabilidades, se pierden entre la masa y el tiempo.
-Qué bonitos serían los pájaros decorados con oro en las alas, lo malo es, que no podrían volar.
-No es con una idea como se levanta a un hombre, sino con un sentimiento. (Hipólito Taine).
-La cosa más difícil es conocernos a nosotros mismos; la más fácil es hablar mal de los demás. (Tales de Mileto. 624aC 546aC).
-¿Quieres llegar al corazón de alguien?. Que tus palabras salgan del corazón es la clave.
-Proverbio indio: “Agradezco no ser una de las ruedas del poder, sino una de las criaturas que son aplastadas por él”. (Tagore).
-La vida es tan corta y el oficio de vivir tan difícil, que cuando uno empieza a aprenderlo, ya hay que morirse. (Ernesto Sábato).
-Vivir con problemas es necesario, aleccionador, de otro modo, la vida no sería vida.
-Los humoristas y los filósofos dicen muchas tonterías, pero los filósofos son más ingenuos y las dicen sin querer.
-He tratado de tomarme la vida en serio siempre, pero he fracasado. Me he dado cuenta, de que no voy a salir vivo de ella.
-El amor por ella es tan grande que no se puede explicar con palabras, es un sentimiento continuo, que te acelera y ralentiza a la vez. Es como la más dulces de las mieles, el corazón de una fruta de incalculable valor, es por eso que la amo. Se derrama entre mis dedos como algo casi imposible de retener, como el agua pura del más singular de los manantiales. Con ella no caben comercios de tipo alguno, ni intercambios por cosas más valiosas, no las hay, fue creada para amar y ser amada, ¡espero responder a sus expectativas con todo mi corazón!.
-Amar y sufrir es, a la larga, la única forma de vivir con plenitud y dignidad. (Gregorio Marañón).
-Tres tiempos tiene la vida, presente que es infinitamente breve, futuro incierto a cada segundo, pasado realidad vivida y a veces, hasta soñada.
-Amigos que dicen que si a todo lo que digo, y no a todo lo que se me ocurre, no los quiero para nada, mi sombra lo hace mejor.
-Cuando uno tiene la certeza de una cosa, sostenerlo es lo más valiente que puede hacer.
-Los consuelos de la muerte se manifiestan bien pronto. Son las necesidades de seguir vivos las que se imponen, nos convencemos a nosotros mismos, que se han librado de muchos problemas. Sin embargo cuando los tenemos entre nosotros, aun vivos, deseamos fervientemente que nunca nos falten.
-Mientras luchamos por vivir otros se resignan a morir. Debe ser así, la madre naturaleza ha puesto esto en nuestros corazones. Pero la Tierra tiene memoria.
-Cásate; si por casualidad das con una buena mujer serás feliz; si no, te volverás filósofo de tu propia vida, lo que siempre es útil para el hombre.
-Las leyes se parecen a las telas de araña; atrapan todo aquello que es débil y ligero y son desechas por lo fuerte y poderoso. Para eso se hicieron.
-Roba una moneda y te encerrarán años. Roba millones de monedas y te dejarán libre, quizás con el ánimo de recobrarlas.
-Comedias intrascendentes montadas por sociópatas nada amables, que se retuercen en sus propios instintos. Camaleones dentro de una sociedad que necesita actores de verdad, de tragedia griega. Por eso soy materialista, quiero poder mirarles a los ojos, ver sus miradas podridas, fruto de su propio mal.
-Soy actor de cine, he interpretado casi todos los papeles que uno pueda imaginar. De poeta, de bandido, de asesino a sueldo, de payaso, de putero empedernido, hasta de amable cartero ha sido mi último papel. Mi mujer me ha pedido el divorcio, dice, que ya no sabe con quién vive.
-¡Vaya forma de vivir la de los trovadores!, siempre tratando de regalar los oídos a sus oyentes. Laudes, flautas y guitarras tienen que dominar si quieren ganarse cuatro cuartos, y buenas piernas debían tener. Si al pueblo reunido a su alrededor no le gustaban sus trovas, por piernas debían salir antes que los apedrearan.
-Casi siempre me guio por el sol, no tengo reloj alguno, pero los días que llueve, me los paso dentro de algún pajar escondido, ese día, toca lección de animales.
-Si supiera explicar porque sale el sol cada día, porque soplan los vientos, y la lluvia nos regala  sus benditas aguas, estaría en disposición, de explicar donde vive dios.
-Sigo entusiasmado por seguir estudiando cada poro del cuerpo de mi mujer, ¿será eso amor?.
-Me asombra saber, que hasta los frailecillos, simples pájaros, tomen a su pareja de por vida. ¡Cuánto tenemos que aprender de la paciencia y la tolerancia de ellos!.
-Se me ha  ocurrido poner por nombre a estos pensamientos, reflexiones, lo cierto es que no sé muy bien porqué. Ahora me doy cuenta, de que son simples pensamientos –algunos desordenados-, que necesito escribir para sentirme bien.
-Del mismo modo que a un bebé recién nacido le son necesarios los calostros de su madre, le son precisos los cuentos escritos a los más pequeños, para cultivar su intelecto.
-Tenía seis años cuando una tía mía me regalo el primer libro que no era de escuela, Peter Pan y Wendy, se me deshojó de tanto leerlo, pero aun lo conservo y ya soy viejo.
-La lectura, es una medicina natural para la mente, te hace observador, te ayuda a conocer a las personas. Hay mucho que leer, cierto, pero hay tanta literatura, para que podamos escoger la que nos es más apropiada.
-El potencial del hombre no está en lo que sabe, está en cómo utiliza lo que ha aprendido.
-Si les das un arma a un tonto, matará sin compasión por su ignorancia. Si se la das a un sabio, la destruirá y luego la enterrará, para que nadie la encuentre.









domingo, 4 de agosto de 2013

LECHE MALA, MALA LECHE.

¡Que fácilmente puede llegar a confundirse esta expresión, esta corta frase!. Para nadie es desconocido que se tratan de cosas diferentes, pero aun así guardan una relación directa por similitud de palabras. De hecho, son las mismas, pero evidentemente invertidas y por ello cobran especial relevancia en su dicción.
Mi padre solía usar la expresión: “Pobre hombre, déjalo, ya tiene bastante desgracia de ser lo que es, es mucho mejor ser un hombre pobre que alguien como él”.
En cierto modo y con el paso de los años, ha resultado que soy un pobre hombre, y además con muy mala leche, imagino que los que están a mí alrededor, sufren en silencio las consecuencias de este ácido carácter, mío. Me he convertido en una especie de caracol replegado siempre dentro de su carcasa, no me gusta siquiera pasear por los lugares, que antes eran el objeto de mis salidas a la calle.
Tengo la casa hecha un desastre, no sé siquiera lo que como, porque sencillamente, no tengo hora para comer, ni siquiera para dormir, pero me gusta vivir así. No es lo conveniente pero prefiero esa clase de vida, antes de estallar en un ataque de mala leche y montar en cólera contra quién no lo merece.
El balcón de mi casa, mis libros, mi ordenador, mis apuntes y delirios son lo único que se me hace cercano, todo lo demás es un horizonte lejano del que huyo continuamente. Un Robinsón que sobrevive entre la muchedumbre y el ruido de la ciudad, sin ganas de acercarme a ella. No me gusta que me manden, que organicen mi vida, perdería todo su encanto la vida si fuera así.
Miro a mi alrededor y cuando llegan amigos a casa, me cuesta abrirles la puerta, ¿y si no los conozco, y si vienen solo a incordiar a curiosear mis cosas o mi vida?, tengo familia no debo tratarlos así, no lo merecen, aun así, no puedo evitar ignorarlos cuando pasan más allá del recibidor del piso. Mi mujer que me conoce bien sale en mi auxilio, evita que la conversación derive hacia mí, sabe que mi carácter es susceptible de ser alterado por cualquier tontería que diga alguien.
Soy intratable, en definitiva un misógino, quizás sea  una persona fóbica a la gente, si, debe ser eso, debo de ser un fóbico social, me pongo my nervioso cuando tengo que hablar con la gente, sudo profusamente y hasta siento angustia, nauseas si ese periodo de tiempo se prolonga. Soy de los de hola y adiós, no me interesa demasiado lo que tenga que decir mi interlocutor. Algún amigo o familia que me llama la atención a mi conducta lo escucho, pero no pasa de ser oír, una breve música incomprensible para mi mente. Mientras tanto, me analizo, quiero saber que hago mal o que hacen mal los otros, ja… no llego a conclusión alguna.
Lamento que mi perro, se haya convertido en un ser como yo, normalmente debería andar por la casa, a no digo ladrar continuamente para manifestar que existe, eso sería demasiado, pero si ser un perro alegre. Pues bien, solo se mueve cuando yo me muevo, se echa a mis pies cuando me siento, y cuando me acuesto, allí está él a mi lado, no quiero pensar que me vigila, no debe de ser eso, solo es un perro aburrido como su dueño, que salta y corre cuando se le saca de paseo, entonces quema energía a toda máquina, solo para volver a echarse a mi lado cuando regresa a casa.
Esta mañana, he ido a beber un vaso de leche, en cuanto he destapado la botella me he dado cuenta de que estaba mala, mi esposa ha tomado buena nota de ello y cuando ha salido a comprar ha traído leche fresca. Leche mala, eso es lo que me hubiera metido en el cuerpo, además de la mala leche que llevo encima desde hace ya no sé cuánto. Me medico para aplacar esta disfunción que tengo en la mente, pero no sé hasta qué punto es efectiva, es como una maldita condena, que imagino debo llevar hasta que muera.
Tengo otra familia, hermano y hermana, pero tienen sus propios problemas, me gustaría que llamaran por teléfono de vez en cuando, al fin y al cabo llevamos la misma sangre, yo he desistido de llamarlos, siempre contestan lo mismo “No te preocupes que dentro de un par de días te llamo para quedar”, y es cierto, todo queda pero en el aire. Es posible que sea un egoísta, que reclame su atención, reconozco que pueda ser ese el caso, pero yo no puedo conducir, y cuando les digo esto me insisten en que no me preocupe, que es su obligación hacia mí, que soy yo quién está enfermo.
¿Será que consideran que tengo muy mala leche para merecer sus visitas, si así es, por qué no me lo dicen?. Los médicos coinciden en el hecho, de que mi cerebro se está depauperando rápidamente, las facultades cognitivas normales están alteradas, a consecuencia de accidentes y caídas, en las que se ha vuelto implicada la cabeza. Mi cabeza ha sido durante años para mi desgracia el parachoques de mi carrocería, no hubiera querido que esto fuera así pero ¡que se le va a hacer…!.
¿Qué todo esto no justifica como soy?, de acuerdo, ¿Qué parece que lo utilice como pretexto para esta ausencia total que tengo del mundo exterior?, también. Pero poco honrado negar la evidencia, todo esto y algún gen heredado que hace que tenga ese comportamiento ahora, deben ser quizá, el motivo de tanta desatención o desinterés por los demás. Pues bien, me conformo, que remedio queda…, pero eso no quita, que nadie tenga el derecho de organizarme la vida, de eso nada.
Que todo esto me haya llevado a que continuamente tenga mala leche, pues sí, pero no voy jodiendo a nadie, y si alguien no puede vivir a mi  lado, hablamos y tratamos de poner solución, pero que tenga que cambiar, nasti de nasti. Ahora sí que estamos en una vía muerta, podría poner condiciones yo también, y sin embargo no las pongo, solo quiero que me dejen tranquilo. La gente cree que debo cambiar yo, yo soy el enfermo, pues bien, si todos y cada uno de los que quieren cambiar mis estatutos y reglas, fueran a un sicólogo, a lo mejor saldrían de allí sin argumentos que dar, ni a mí ni a nadie.
¿A quién no se le va la pinza?, a todos de una forma u otra. Eso significa mucho, todos debemos revisar nuestros esquemas de vida, hacer retoques, modificar comportamientos, y digo todos sin excepción. Cada cual tiene su propia filosofía de la vida, cada cual escoge como vivir, que hacer, como vestir y con quién o no quiere tener tratos, ¿acaso soy una excepción?, va a ser que no.
Es por esa razón, que a menudo tenemos estallidos de mala leche, porque no paran de tocarnos las pelotas, critican a tus espaldas, hacen buena cara cuando estás cerca de ellos, solo para que cuando te das la vuelta, te la claven doblada. ¿Hay razón entonces para que te coja mala leche o no?. Pues sí, pero tienes que aguantarte y seguir como puedes. Estoy muy, pero que muy cabreado, encima esta mañana he ido al frigorífico a coger la botella de leche fresca y resulta que estaba echada a perder, pero… ¿qué mierda pasa con esta leche? –le pregunto a mi mujer-.
Pues que si no te la bebes dentro de un plazo razonable se echa a perder tonto del culo.
A saber lo que es la leche, le deben echar polvos o ves a saber tú, le dan gustito para que la gente la compre, pero seguro que leche de verdad no es. Me acuerdo de unas vacaciones que hicimos una vez en un pueblo cerca de Viella, íbamos a buscar la leche a la vaquería, ¡que leche!, la hervías y cuando se enfriaba, dejaba encima una capa de nata que me comía con una cuchara, aquello sí que era leche, por la tarde, me quedaba en la ventana de la cocina viendo volver a las vacas solas de los pastos altos, cada cual sabía dónde tenía que entrar, eran como los perrillos amaestrados, que pasada.
Pero imagino que, a una persona como yo, un fóbico social, ya está bien que le pasen estas cosas, si quiero beber leche de la buena tengo que salir a buscarla yo, y no hacerle siempre el encargo a mi mujer. Bastante tiene ya con hacer la vida que hace, atenderme a mí porque le da pena dejarme y además, estar pendiente de su marido y sus hijos. Yo le digo que se olvide de mí, pero no hace caso, ahí la tienes tres o cuatro veces por semana, viniendo a casa a poner orden, hacer lavadoras, fregar y cosas por el estilo.
Oye bonita, no hace falta que vengas, de verdad, ya me arreglo solo, ¿no te das cuenta que no sé agradecértelo?.
Me da igual, te quiero, eres la única persona en toda mi vida que me ha enseñado a reflexionar, a pensar, el único ser con el que podido mantener una conversación edificante, hasta que no oiga de tus labios que no quieres que venga, que te devuelva las llaves, seguiré viniendo.
Bueno, pues que así sea, dejemos que el tiempo diga la última palabra. El tiempo habla, o se queda en silencio y sigue su camino, basta que tuviéramos esta conversación la última vez, para que haga que no la veo desde hace dos semanas. Tengo toda la casa patas arriba, parece que se haya hecho la guerra en mi piso, y ella no aparece. Hicimos un trato cuando nos conocimos, ella me daría un nombre para que la llamara, María, pero no me daría más datos, ni números de teléfono, ni dirección, nada de nada.
No quiero que sepas más cosas de mí que puedan comprometerte, yo vendré a verte, tendré tus llaves siempre a buen recaudo, pero nada más. No me preguntes donde vivo porque no te lo diré, ni como es mi vida, solo si aceptas esta condiciones vendré a verte.
Me cago en la leche, ¿qué es lo que le habrá pasado?, se habrá cansado de venir a tratar con un loco, seguro, o puede que su marido la haya seguido un día, no sé, me hace falta su presencia como el reloj que tengo colgado en la cocina, ¿habrá tenido un accidente?. Ahora sí que estoy un poco desesperado sin saber nada de ella, pero ¿dónde la busco?, no voy a salir a la ciudad a preguntar por ella, ¿cuántas Marías debe de haber en la ciudad?. Además ese no es su nombre, es un seudónimo que me dio para que solo yo la llamara por ese nombre.
Eso me  obliga a hacer las compras por internet, todo lo hago desde el ordenador, compro comida y ropa, zapatos, aparatos domésticos, todo. Ella sabe que no piso la calle así venga el apocalipsis. Esta mañana han llamado al timbre de casa, es una cartera, trae una carta certificada para mí, firmo en el libro de registro y entro en casa inquieto, cuando la abro me encuentro con una tarjeta postal con una vista del monte Everest, en el dorso está escrito: “Te quiero, me has llevado a las más altas cimas del mundo, nunca te olvidaré, te quiere María”.