miércoles, 28 de agosto de 2013

¡¡EXCELENTÍSIMO SEÑOR!!.

¡¡Excelentísimo señor alcalde… cuánto me alegro de verlo y más en estas circunstancias!!.
Disculpe, ¿nos conocemos?, es que su cara no me suena.
Pero le sonará señor alcalde, a partir de ahora le sonará. No he venido para la inauguración de este nuevo proyecto, he venido a hablar con usted, bueno para que me dé hora para hablar con usted más bien. Verá necesito unos cuantos consejos, y su hermana me ha dicho, que usted sabe cómo funciona este tema, así que ya ve, aquí estoy, para que me diga cuando podemos vernos para hablar largo y tendido.
Pero ¿hablar de qué señor si no lo conozco de nada?, disculpe pero no tengo tiempo para perder con usted.
Verá usted, es que sé cómo fue todo, en el caso Alambrada Real.
El alcalde se dio la vuelta de golpe, paralizado, miró a aquel extraño con cara de extrañeza y a la vez de sorpresa, fueron sus ojos los que lo delataron, unos ojos azules pero mínimos, dos pequeñas rayas sobre el rostro cubierto por el sombrero de ala corta. Su interlocutor, le sonreía desde apenas tres metros con un gran sobre amarillo en las manos.
Oiga, si no se va usted de aquí ahora mismo haré que lo eche la policía municipal ¿lo  entiende?.
No se ponga así señor alcalde, sin yo le entiendo, lo que usted ha hecho es darle a este pueblo lo que necesita, si me parece muy bien oiga.
Venga usted el lunes a mí despacho a las nueve de la mañana, lo estaré esperando, pero le advierto, yo no me dejo sobornar por ningún pelagatos. Ahora deje usted que continúe con este acto, por favor.
Muy bien, ¿ve usted?, eso es lo único que yo quería, hasta el lunes pues.
Aquel extraño hombre se metió dentro de su auto y miró desde lejos su pequeño triunfo. A la vez, miraba y remiraba los documentos que tenía dentro de aquel sobre amarillo. En determinados momentos reía el solo dentro del todo terreno que ocupaba.
Bien, usted dirá que es lo que se ofrece, mi secretaria estará presente para tomar nota de cuanto se diga aquí. Le doy quince minutos, tengo asuntos que resolver.
No hombre no, creo que usted no me entendió bien el otro día, deseo hablar con usted a solas, ya sabe que el asunto que me trae a hablar con usted es absolutamente privado. En lo posible, haga que su secretaria vaya a desayunar hasta dentro de una hora, ande sea bueno, la mujer debe de tener hambre.
¡Cómo se atreve usted…!
Ande hágalo, sea bueno, en el fondo se lo agradecerá. ¿Verdad señorita Lourdes?.
La mujer cogida por sorpresa le sonrió al desconocido. Al fin y al cabo, no era la primera vez que el alcalde la enviaba fuera del despacho, ni sería la última.
Anda Lourdes ve a desayunar, ya te llamaré si necesito algo, quédate en tú mesa cuando vuelvas.
Muy bien, ¡hay que ver como manda usted en el ayuntamiento!, que no le pasen llamadas en el rato que esté aquí con usted, eso interrumpe la conversación.
Bien ya lo ha oído Lourdes, nada de llamadas, cuando vuelva del bar, dígale usted al concejal de urbanismo que nos vemos a las doce, que no falte es importante.
Ya va cogiendo la onda ¿he?, que inteligente es usted señor.
Venga diga usted lo que tenga que decir, abrevie.
Pues mire lo primero que tengo que enseñarle, son unas fotos que un aficionado a la fotografía le hizo a usted hace poco más de un año. ¿Es usted no?, está acompañado por el concejal de urbanismo y dos señores más, ¿recuerda la ocasión?.
Ese no soy yo, disculpe pero se equivoca.
Sí que es usted, no me sea mentiroso, si hasta se ve la matricula de su coche, mire detrás de la foto. (23 de Octubre del 2009, 18/30 p.m). Claro que es usted, lo he corroborado con la gente que fue expropiada ese día, los Montero.
A bueno, sí ahora recuerdo, pero eso fue todo legal, una expropiación que le propusimos y que yo atendí personalmente, porque quise que sacaran el mejor partido posible.
Claro, por esa razón no consta acta alguna de ese negocio, ni hay registro de los tres millones de euros del valor de la tierra. ¿Sabe que se ha ido a Francia a vivir esa familia?, por miedo a las represalias por parte del ayuntamiento. Ahora están atendiendo una propiedad de viñedos en el sureste.
¿Y por qué me cuenta todo esto a mí?. Este tema está zanjado desde hace años. Parece como si quisiera usted algún tipo de venganza, ¿o es que acaso me quiere chantajear de algún modo?.
No señor, dios me libre de hacer algo así, mi conciencia no me lo perdonaría jamás de la vida. Lo que sí quiero, si es posible claro, es que me ponga en contacto con un par de personas que trabajan con este ayuntamiento, uno es el señor Linazo, el arquitecto del ayuntamiento, y el otro es el señor Varo, el que se encarga de… ya sabe, decir este terreno lo hacemos urbanizable. Todo esto lo necesito rápido, tengo un proyecto en mente que se tiene que llevar a cabo para ayer.
Oiga usted, me parece bien lo que me pide en principio, si en este mundo no tuviéramos primos mal andaríamos, pero comprenda que tengo que saber qué es lo que se propone, la gente se entiende hablando, y usted en esto no ayuda nada.
En este instante, como quién no quiere la cosa, Mateo dejó caer sobre la mesa el sobre medio abierto con sendas fotografías, en ellas se veía a dos hombres copulando entre la maleza de la playa, al señor José Luis, el alcalde se le cayó el cigarrillo de los labios. Las fotos eran instantáneas cogidas desde diferentes ángulos, en varias escenas, con un joven de aspecto atlético con bigote. De golpe palideció, su frente terminó por tocar la gran mesa de despacho.
¿Qué pretende?, le daré lo que sea que esté en mi mano con tal de tener la tarjeta de memoria de estas fotos.
Ya se lo he dicho hombre, no se ponga usted así que no se acaba el mundo. Solo quiero tener la confirmación de que mis proyectos no van a tener ningún desaprobado, que van a entrar y salir como una bala de este ayuntamiento. Si hubiera querido utilizar este material ¿no le parece a usted que ya no sería alcalde de esta ciudad?, y sin embargo aquí me tiene, como una persona civilizada, negociando con usted.
Y después de todo esto ¿qué?, imagino que se habrán terminado nuestros negocios y me dará usted lo que le he pedido.
No crea, tengo grandes planes para esta ciudad. Por el momento tengo que tener la certeza de que atenderá mi solicitud.
Delo por hecho, déjeme su número de teléfono y lo llamo en cuanto me sea posible.
No, esto no irá así, yo volveré dentro de dos días al ayuntamiento y saldremos a desayunar juntos, a las diez en punto. Iremos a un sitio cerca de aquí, una brasería fantástica donde usted no es conocido. No se le ocurra hacer que nos sigan, tengo a gente experta que lo averiguarían rápidamente.
Mejor me espera en la puerta, junto a la entrada de la policía, no se apure seré puntual como un reloj suizo.
Bien como usted quiera, ¿todavía está Blas de jefe de policía?, somos amigos de colegio, ¡la de veces que se ha quedado en mi casa a dormir cuando jovencillos, ¡en su casa tenían una de problemas!.
Sí es el jefe de policía, ahí está ya desde hace doce años, está a punto de retirarse.
¡Vaya!, pasaré a saludarlo antes de nuestra cita que será el viernes próximo no se olvide.
No se apure no me olvidaré.
Iremos en mi  coche, conozco muy bien la carretera, lo dejará aparcado cerca para que no nos vean juntos.
El alcalde le tendió la mano para despedirse pero Serafín la ignoró, simplemente le sonrió, y dándose media vuelta, salió por la puerta.
José Luis Menara no perdió el tiempo al entrar en su despacho, descolgó el teléfono e hizo llamar a Linazo el arquitecto. Te quiero en mi oficina en una hora como mucho tengo un proyecto que he estado madurando, quiero que lo escuches. A Varo lo tenía trabajando en el ayuntamiento, de manera que bajó a su oficina y le dijo que le mostrara el mapa del municipio. Quería tener todos los cabos atados antes de habar de nuevo con aquel bicho de Serafín.
El viernes a eso de las once llegaron al hostal donde almorzarían. Era un lugar escondido e íntimo, el dueño del lugar ya conocía a Serafín, le saludó afectuosamente y les sirvió lo que pidieron con presteza. Al fondo de la barra, un hombre alto y fuerte con barba, ojeaba un periódico delante de un café, miraba de soslayo a los dos hombres, sin interesarse demasiado en lo que decían.
Bueno señor alcalde, mi proyecto es, hacer urbanizable una zona, que hasta ahora, está contemplada como finca rústica. Verá, tengo tras de mí a unos socios que son los inversores de este proyecto, queremos edificar unas apareadas de alto estanding y chalets muy cerca de las pistas de esquí, por supuesto, que esto representará una inversión importante de dinero, pero pregúntese por un momento, lo importante que sería esto para la ciudad, para el comercio de la zona, nos catapultaría como la pequeña gran ciudad, con destino turístico de invierno.
Lo que me dice es muy fuerte Serafín, ha muchas cosas que hay que considerar, en primer lugar todo esto se tendría que discutir en un pleno del ayuntamiento, y suponiendo que se aprobara, tendríamos que luchar contra los ecologistas, ya sabe usted, que estos no tienen miramiento alguno a la hora de formar protestas o comenzar a calumniar al ayuntamiento por permitir algo así.
Cierto, pero algún papel tiene que tener usted ¿no le parece?, todas las iniciativas conllevan un riesgo, es usted el que tiene que lidiar este toro. Le pasaré un estudio con cifras que le va a interesar, cuando vea los ceros que hay detrás de las cantidades que usted percibiría mensualmente, seguro que cambia de opinión y se mete de lleno en el proyecto. No son cantidades que hayan sido infladas para nada, es un estudio real hecho por economistas.
No sé, creo que todo esto me viene un poco grande, si le digo la verdad, me da miedo, todo y considerando que mi partido está gobernando en mayoría.
Creo que podrá convencer a la gente adecuada, tiene concejales que son constructores, instaladores, tiene un buen caramelo que ponerles en la boca. No nos engañemos ¿quién desprecia el dinero?, de los que yo conozco que trabajen en el ayuntamiento, hay dos o tres que están de deudas hasta el cuello. Lo sabemos todo de ellos, del mismo modo que lo sabemos todo de usted, hasta los más oscuros secretos.
El alcalde palideció, en el restaurante Serafín le enseñó otras fotografías, en las que se le veía en una situación muy comprometida, en la parte de atrás de la casa, bajo los arcos de piedra, en compañía de un par de jóvenes de la pequeña ciudad. Eso fue, cuando su mujer y los dos niños, fueron en unas cortas vacaciones a Córdova, a visitar a los padres de esta. Se echó las manos a la cabeza, miró con desprecio a Serafín, pero era evidente por su expresión que pasaba de lo que pudiera pensar José Luis, el alcalde.
Estamos en el mismo barco alcalde, -dio una larga calada a su cigarrillo-, en este mundo estamos para jodernos los unos a los otros, -soltó una larga y sonora carcajada-, ya ve usted, todo está definido con anticipación, no me refiero a estas fotos, me refiero a que el mundo está hecho así, es un asco. Tener que usar estos métodos para meterle presión me disgusta, de veras, pero es que no tengo otra salida, confío en que me entenderá. Usted habría hecho lo mismo en mi lugar, únicamente, es que soy yo, el que tiene ahora la manera de presionarlo, ¿no le parece?.
Es usted detestable, no tiene escrúpulo alguno, si pudiera le escupiría en la cara.
Hágalo, no se reprima, lo soportaré, pero aténgase a las consecuencias si lo hace. Mientras tanto, vamos a lo práctico, ¿cuándo sabrá decirme algo sobre lo que acabamos de hablar?. Ahora, en el coche, camino de vuelta al ayuntamiento, le daré una copia del proyecto, verá como se anima, dentro de nada, me agradecerá todo lo que estoy haciendo por usted. ¡He Pablo, trae la cuenta que aquí el señor invita!.
El alcalde sacó de su cartera una tarjeta VISA y pagó las consumiciones. Serafín le dijo al mesonero que se cobrara la consumición del señor que estaba en la barra. Salieron los dos primero, después, salió el hombre de la barba que se subió en una moto de gran cilindrada, desde lejos los seguía conduciendo de forma tranquila.
Ni que decir tiene que el pleno fue muy discutido, hubo abucheos, presencia de la guardia urbana, quejas por parte de unos y aprobaciones por parte de otros. Al cabo de dos temporadas estaba todo terminado, aquella parte del valle lucía un aspecto magnífico, junto al rio los chalets, un par de calles más arriba las apareadas, un tramo de carretera de apenas tres kilómetros separaba el complejo de las pistas de esquí.
En una de las visitas posteriores a  la inauguración de toda la urbanización, Serafín se vio de nuevo con el alcalde.
¿Qué tal amigo mío todo en orden?. Ya está ingresado en tu cuenta lo que acordamos, ahora vigila, porque el fisco, va detrás de todo el mundo. Si necesitas blanquear algo me lo dices,  tengo forma de hacer que este dinero quede más blanco que la leche.
¿Ahora me lo dices?, ya me han montado una auditoría, la guardia civil ha registrado mi casa, mi familia por poco se muere del susto. Se han llevado los ordenadores de casa y los del ayuntamiento, en mala hora hice tratos contigo.
Bueno la verdad es que no tenías otra elección, a propósito, no sé de qué manera, se han filtrado a la prensa tus fotografías. Chico, estoy que no me lo puedo creer, alguien me robaría el pen drive, no encuentro otra explicación, hoy día no te puedes fiar ni de tu sombra.








No hay comentarios:

Publicar un comentario