¡¡Excelentísimo señor alcalde…
cuánto me alegro de verlo y más en estas circunstancias!!.
Disculpe, ¿nos conocemos?, es que
su cara no me suena.
Pero le sonará señor alcalde, a
partir de ahora le sonará. No he venido para la inauguración de este nuevo proyecto,
he venido a hablar con usted, bueno para que me dé hora para hablar con usted
más bien. Verá necesito unos cuantos consejos, y su hermana me ha dicho, que
usted sabe cómo funciona este tema, así que ya ve, aquí estoy, para que me diga
cuando podemos vernos para hablar largo y tendido.
Pero ¿hablar de qué señor si no
lo conozco de nada?, disculpe pero no tengo tiempo para perder con usted.
Verá usted, es que sé cómo fue
todo, en el caso Alambrada Real.
El alcalde se dio la vuelta de
golpe, paralizado, miró a aquel extraño con cara de extrañeza y a la vez de
sorpresa, fueron sus ojos los que lo delataron, unos ojos azules pero mínimos,
dos pequeñas rayas sobre el rostro cubierto por el sombrero de ala corta. Su
interlocutor, le sonreía desde apenas tres metros con un gran sobre amarillo en
las manos.
Oiga, si no se va usted de aquí
ahora mismo haré que lo eche la policía municipal ¿lo entiende?.
No se ponga así señor alcalde,
sin yo le entiendo, lo que usted ha hecho es darle a este pueblo lo que
necesita, si me parece muy bien oiga.
Venga usted el lunes a mí
despacho a las nueve de la mañana, lo estaré esperando, pero le advierto, yo no
me dejo sobornar por ningún pelagatos. Ahora deje usted que continúe con este
acto, por favor.
Muy bien, ¿ve usted?, eso es lo
único que yo quería, hasta el lunes pues.
Aquel extraño hombre se metió
dentro de su auto y miró desde lejos su pequeño triunfo. A la vez, miraba y
remiraba los documentos que tenía dentro de aquel sobre amarillo. En
determinados momentos reía el solo dentro del todo terreno que ocupaba.
Bien, usted dirá que es lo que se
ofrece, mi secretaria estará presente para tomar nota de cuanto se diga aquí.
Le doy quince minutos, tengo asuntos que resolver.
No hombre no, creo que usted no
me entendió bien el otro día, deseo hablar con usted a solas, ya sabe que el
asunto que me trae a hablar con usted es absolutamente privado. En lo posible,
haga que su secretaria vaya a desayunar hasta dentro de una hora, ande sea
bueno, la mujer debe de tener hambre.
¡Cómo se atreve usted…!
Ande hágalo, sea bueno, en el
fondo se lo agradecerá. ¿Verdad señorita Lourdes?.
La mujer cogida por sorpresa le
sonrió al desconocido. Al fin y al cabo, no era la primera vez que el alcalde
la enviaba fuera del despacho, ni sería la última.
Anda Lourdes ve a desayunar, ya
te llamaré si necesito algo, quédate en tú mesa cuando vuelvas.
Muy bien, ¡hay que ver como manda
usted en el ayuntamiento!, que no le pasen llamadas en el rato que esté aquí
con usted, eso interrumpe la conversación.
Bien ya lo ha oído Lourdes, nada
de llamadas, cuando vuelva del bar, dígale usted al concejal de urbanismo que
nos vemos a las doce, que no falte es importante.
Ya va cogiendo la onda ¿he?, que
inteligente es usted señor.
Venga diga usted lo que tenga que
decir, abrevie.
Pues mire lo primero que tengo
que enseñarle, son unas fotos que un aficionado a la fotografía le hizo a usted
hace poco más de un año. ¿Es usted no?, está acompañado por el concejal de
urbanismo y dos señores más, ¿recuerda la ocasión?.
Ese no soy yo, disculpe pero se
equivoca.
Sí que es usted, no me sea
mentiroso, si hasta se ve la matricula de su coche, mire detrás de la foto. (23
de Octubre del 2009, 18/30 p.m). Claro que es usted, lo he corroborado con la
gente que fue expropiada ese día, los Montero.
A bueno, sí ahora recuerdo, pero
eso fue todo legal, una expropiación que le propusimos y que yo atendí
personalmente, porque quise que sacaran el mejor partido posible.
Claro, por esa razón no consta
acta alguna de ese negocio, ni hay registro de los tres millones de euros del
valor de la tierra. ¿Sabe que se ha ido a Francia a vivir esa familia?, por
miedo a las represalias por parte del ayuntamiento. Ahora están atendiendo una
propiedad de viñedos en el sureste.
¿Y por qué me cuenta todo esto a
mí?. Este tema está zanjado desde hace años. Parece como si quisiera usted
algún tipo de venganza, ¿o es que acaso me quiere chantajear de algún modo?.
No señor, dios me libre de hacer
algo así, mi conciencia no me lo perdonaría jamás de la vida. Lo que sí quiero,
si es posible claro, es que me ponga en contacto con un par de personas que
trabajan con este ayuntamiento, uno es el señor Linazo, el arquitecto del
ayuntamiento, y el otro es el señor Varo, el que se encarga de… ya sabe, decir
este terreno lo hacemos urbanizable. Todo esto lo necesito rápido, tengo un
proyecto en mente que se tiene que llevar a cabo para ayer.
Oiga usted, me parece bien lo que
me pide en principio, si en este mundo no tuviéramos primos mal andaríamos,
pero comprenda que tengo que saber qué es lo que se propone, la gente se
entiende hablando, y usted en esto no ayuda nada.
En este instante, como quién no
quiere la cosa, Mateo dejó caer sobre la mesa el sobre medio abierto con sendas
fotografías, en ellas se veía a dos hombres copulando entre la maleza de la
playa, al señor José Luis, el alcalde se le cayó el cigarrillo de los labios.
Las fotos eran instantáneas cogidas desde diferentes ángulos, en varias
escenas, con un joven de aspecto atlético con bigote. De golpe palideció, su
frente terminó por tocar la gran mesa de despacho.
¿Qué pretende?, le daré lo que
sea que esté en mi mano con tal de tener la tarjeta de memoria de estas fotos.
Ya se lo he dicho hombre, no se
ponga usted así que no se acaba el mundo. Solo quiero tener la confirmación de que
mis proyectos no van a tener ningún desaprobado, que van a entrar y salir como
una bala de este ayuntamiento. Si hubiera querido utilizar este material ¿no le
parece a usted que ya no sería alcalde de esta ciudad?, y sin embargo aquí me
tiene, como una persona civilizada, negociando con usted.
Y después de todo esto ¿qué?,
imagino que se habrán terminado nuestros negocios y me dará usted lo que le he
pedido.
No crea, tengo grandes planes
para esta ciudad. Por el momento tengo que tener la certeza de que atenderá mi
solicitud.
Delo por hecho, déjeme su número
de teléfono y lo llamo en cuanto me sea posible.
No, esto no irá así, yo volveré
dentro de dos días al ayuntamiento y saldremos a desayunar juntos, a las diez
en punto. Iremos a un sitio cerca de aquí, una brasería fantástica donde usted
no es conocido. No se le ocurra hacer que nos sigan, tengo a gente experta que
lo averiguarían rápidamente.
Mejor me espera en la puerta, junto
a la entrada de la policía, no se apure seré puntual como un reloj suizo.
Bien como usted quiera, ¿todavía
está Blas de jefe de policía?, somos amigos de colegio, ¡la de veces que se ha
quedado en mi casa a dormir cuando jovencillos, ¡en su casa tenían una de
problemas!.
Sí es el jefe de policía, ahí
está ya desde hace doce años, está a punto de retirarse.
¡Vaya!, pasaré a saludarlo antes
de nuestra cita que será el viernes próximo no se olvide.
No se apure no me olvidaré.
Iremos en mi coche, conozco muy bien la carretera, lo
dejará aparcado cerca para que no nos vean juntos.
El alcalde le tendió la mano para
despedirse pero Serafín la ignoró, simplemente le sonrió, y dándose media
vuelta, salió por la puerta.
José Luis Menara no perdió el
tiempo al entrar en su despacho, descolgó el teléfono e hizo llamar a Linazo el
arquitecto. Te quiero en mi oficina en una hora como mucho tengo un proyecto
que he estado madurando, quiero que lo escuches. A Varo lo tenía trabajando en
el ayuntamiento, de manera que bajó a su oficina y le dijo que le mostrara el
mapa del municipio. Quería tener todos los cabos atados antes de habar de nuevo
con aquel bicho de Serafín.
El viernes a eso de las once
llegaron al hostal donde almorzarían. Era un lugar escondido e íntimo, el dueño
del lugar ya conocía a Serafín, le saludó afectuosamente y les sirvió lo que
pidieron con presteza. Al fondo de la barra, un hombre alto y fuerte con barba,
ojeaba un periódico delante de un café, miraba de soslayo a los dos hombres,
sin interesarse demasiado en lo que decían.
Bueno señor alcalde, mi proyecto
es, hacer urbanizable una zona, que hasta ahora, está contemplada como finca
rústica. Verá, tengo tras de mí a unos socios que son los inversores de este
proyecto, queremos edificar unas apareadas de alto estanding y chalets muy
cerca de las pistas de esquí, por supuesto, que esto representará una inversión
importante de dinero, pero pregúntese por un momento, lo importante que sería
esto para la ciudad, para el comercio de la zona, nos catapultaría como la
pequeña gran ciudad, con destino turístico de invierno.
Lo que me dice es muy fuerte
Serafín, ha muchas cosas que hay que considerar, en primer lugar todo esto se
tendría que discutir en un pleno del ayuntamiento, y suponiendo que se aprobara,
tendríamos que luchar contra los ecologistas, ya sabe usted, que estos no
tienen miramiento alguno a la hora de formar protestas o comenzar a calumniar
al ayuntamiento por permitir algo así.
Cierto, pero algún papel tiene
que tener usted ¿no le parece?, todas las iniciativas conllevan un riesgo, es
usted el que tiene que lidiar este toro. Le pasaré un estudio con cifras que le
va a interesar, cuando vea los ceros que hay detrás de las cantidades que usted
percibiría mensualmente, seguro que cambia de opinión y se mete de lleno en el
proyecto. No son cantidades que hayan sido infladas para nada, es un estudio
real hecho por economistas.
No sé, creo que todo esto me viene
un poco grande, si le digo la verdad, me da miedo, todo y considerando que mi
partido está gobernando en mayoría.
Creo que podrá convencer a la
gente adecuada, tiene concejales que son constructores, instaladores, tiene un
buen caramelo que ponerles en la boca. No nos engañemos ¿quién desprecia el
dinero?, de los que yo conozco que trabajen en el ayuntamiento, hay dos o tres que
están de deudas hasta el cuello. Lo sabemos todo de ellos, del mismo modo que
lo sabemos todo de usted, hasta los más oscuros secretos.
El alcalde palideció, en el
restaurante Serafín le enseñó otras fotografías, en las que se le veía en una
situación muy comprometida, en la parte de atrás de la casa, bajo los arcos de
piedra, en compañía de un par de jóvenes de la pequeña ciudad. Eso fue, cuando
su mujer y los dos niños, fueron en unas cortas vacaciones a Córdova, a visitar
a los padres de esta. Se echó las manos a la cabeza, miró con desprecio a
Serafín, pero era evidente por su expresión que pasaba de lo que pudiera pensar
José Luis, el alcalde.
Estamos en el mismo barco
alcalde, -dio una larga calada a su cigarrillo-, en este mundo estamos para
jodernos los unos a los otros, -soltó una larga y sonora carcajada-, ya ve
usted, todo está definido con anticipación, no me refiero a estas fotos, me
refiero a que el mundo está hecho así, es un asco. Tener que usar estos métodos
para meterle presión me disgusta, de veras, pero es que no tengo otra salida,
confío en que me entenderá. Usted habría hecho lo mismo en mi lugar, únicamente,
es que soy yo, el que tiene ahora la manera de presionarlo, ¿no le parece?.
Es usted detestable, no tiene
escrúpulo alguno, si pudiera le escupiría en la cara.
Hágalo, no se reprima, lo
soportaré, pero aténgase a las consecuencias si lo hace. Mientras tanto, vamos
a lo práctico, ¿cuándo sabrá decirme algo sobre lo que acabamos de hablar?.
Ahora, en el coche, camino de vuelta al ayuntamiento, le daré una copia del
proyecto, verá como se anima, dentro de nada, me agradecerá todo lo que estoy
haciendo por usted. ¡He Pablo, trae la cuenta que aquí el señor invita!.
El alcalde sacó de su cartera una
tarjeta VISA y pagó las consumiciones. Serafín le dijo al mesonero que se
cobrara la consumición del señor que estaba en la barra. Salieron los dos
primero, después, salió el hombre de la barba que se subió en una moto de gran cilindrada,
desde lejos los seguía conduciendo de forma tranquila.
Ni que decir tiene que el pleno
fue muy discutido, hubo abucheos, presencia de la guardia urbana, quejas por
parte de unos y aprobaciones por parte de otros. Al cabo de dos temporadas
estaba todo terminado, aquella parte del valle lucía un aspecto magnífico,
junto al rio los chalets, un par de calles más arriba las apareadas, un tramo
de carretera de apenas tres kilómetros separaba el complejo de las pistas de
esquí.
En una de las visitas posteriores
a la inauguración de toda la urbanización,
Serafín se vio de nuevo con el alcalde.
¿Qué tal amigo mío todo en
orden?. Ya está ingresado en tu cuenta lo que acordamos, ahora vigila, porque
el fisco, va detrás de todo el mundo. Si necesitas blanquear algo me lo dices, tengo forma de hacer que este dinero quede más
blanco que la leche.
¿Ahora me lo dices?, ya me han
montado una auditoría, la guardia civil ha registrado mi casa, mi familia por
poco se muere del susto. Se han llevado los ordenadores de casa y los del ayuntamiento,
en mala hora hice tratos contigo.
Bueno la verdad es que no tenías
otra elección, a propósito, no sé de qué manera, se han filtrado a la prensa
tus fotografías. Chico, estoy que no me lo puedo creer, alguien me robaría el pen
drive, no encuentro otra explicación, hoy día no te puedes fiar ni de tu
sombra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario