Dicen que cuando la mente deja de
recordar, de sentir placer, de acelerarse por las cosas buenas que te suceden,
el corazón se endurece. Los pensadores –muchos de ellos-, dicen que es un
sinsentido. El corazón late más aprisa, se acelera, cuando los ojos, y el resto
de sentidos del hombre, están más sensibles. De manera que, lo contrario a
esto, también es cierto.
Si esto es así, que creo que lo
es, mi corazón se muere poco a poco, estoy desde bastante tiempo perdiendo la
razón, la pierdo en todos los sentidos, en el diálogo, y en el pensamiento que
cada vez se vuelve más susceptible, más disparatado y menos preciso.
Quisiera pensar que este problema
es pasajero, ya sabéis, como un mal resfriado que cuesta de curar, pero no es
así. El cerebro es un órgano complejo, todavía desconocido para los galenos,
salvo cuatro cosas que pueden diagnosticar con precisión. Leo bastantes cosas,
referente al asunto de la mente, pero ni entre los médicos hay acuerdos
definitivos, saben cómo funciona el cerebro pero no porqué deja de hacerlo en
determinadas circunstancias.
Es entonces cuando se crean en
alguna parte de esa masa gris, espacios vacios, incongruencias, desatinos que
son difíciles de ponderar. ¿Quién es capaz de medir estas circunstancias?, los
médicos van a ciegas en ese campo. Opinan, discuten entre ellos para llegar al
fondo del asunto, y cuando llegas a su visita, te recetan medicamentos, que
hacen a menudo más difícil la vida del enfermo.
Los medicamentos no están
personalizados, son manufacturados sobre la base de meros estándares, de lo
último que se ha deducido de estudios farmacéuticos probados en otros humanos,
antes de eso, en ratones de laboratorio o primates.
Mientras, mi corazón va muriendo
de forma acelerada porque la mente no le da tregua. Confusión, falta de
memoria, de emociones, de sentimientos, lo elemental para seguir realmente vivo. En cuanto a la falta de
memoria, mi familia en ocasiones me dice: “Si tú supieras, eso mismo me pasa a
mí así de veces”. Pero ¿de qué coño me estás hablando, acaso te quieres
comparar conmigo?, pues venga, te cambio mi alternador que no funciona, por el
tuyo que funciona a medias.
No hay nada más estúpido que
esto. Pretenden –con buena intención claro está-, que lleves una vida normal,
cuando el caso es que no te quedan recuerdos claros de las cosas, cuando
entremezclas acontecimientos, cuando contestas de manera automática a preguntas
que para mí no tienen sentido alguno. No entienden como me siento cuando entro
en un hospital, aunque sea para acompañar a alguien, cuando tratas de dominar
ese nerviosismo inexplicable, que te hace vibrar por dentro, como la cuerda de
una guitarra tensada.
No hay compasión, nadie más que
el que lo sufre en silencio, puede explicar eso, haces cosas que para cualquier
persona es pura rutina, pero que sin embargo, para uno representa un gran
esfuerzo. Mucho de lo que lees o ves por televisión, no tiene sentido alguno,
confundes el día con la noche, vives una realidad soñada o ¿es un sueño real?.
La vista distorsiona las
realidades, para mí, viajar en auto es un suplicio las más de las veces, me
parece en ocasiones que vamos por la carretera, a trescientos por hora, cuando
la realidad es, que no pasamos de ochenta. ¿Quién puede comprender este
fenómeno?, pocos, los más allegados a ti, los que sufren también de algún modo,
las mermas que el cerebro produce en la vida diaria. El año pasado, lo pasé sin
poder salir de casa, ¡todo el año!. Cogí agorafobia, quería a toda costa evitar
que la gente me hablara, la ansiedad que este acto me producía era una ansiedad
fuera de todo límite. Es mucho más comprensible la –nomofobia-, miedo a salir
de casa sin el móvil en el bolsillo.
Maldito castigo esta enfermedad,
que te causa daltonismo, momentos de susto permanente en ocasiones, y otros
pequeños trastornos que hacen de tu vida una causa perdida. Anoche, mi mujer me
dijo sin presión alguna, sin enfadarse, con todo el tacto posible, cuando me
iba a afeitar, le contesté que no podía estar afeitándome cada día, tengo la
piel bastante sensible de modo que me afeito día sí y día no. Hoy me he mirado
al espejo, hace una semana que no me afeito, por lo menos, así que me he
rasurado bien la barba.
Cuando salgo a la calle a pasear
a mi perro Cody, los vecinos me saludan naturalmente, pero si hace más de dos o
tres días que no los veo, son desconocidos para mí, les pregunto quienes son y
cómo es que saben mi nombre. Gran parte de mi vecindario, son unos perfectos
desconocidos. Sin embargo, hace cuatro días, hemos estado tomando café juntos.
Espacios vacios, espacios de mi
mente que podría llenar con mil cosas diferentes, me gusta el dibujo, bueno, me
gustaba, también la lectura, pero ahora cuando dejo de leer un libro en
determinada página, cuando lo vuelvo a coger, tengo que comenzar por el
principio, de manera que no me vale la pena leer.
Sé adónde va a ir a parar todo
esto, no me quejo, preferiría no enterarme de estas cosas. El neurólogo me dice
que hay dos tipos de demencia, los que de pronto no se enteran de nada, y los
que si lo hacemos. En mala hora sufrí las fracturas de cráneo por accidentes de
tráfico, la caída que supuso perder líquido cefalorraquídeo, eso fue la
puntilla que hace que esté en esta situación. Las consecuencias de esta lesión,
hacen que esté ahora así, pero bueno, más se perdió en la guerra de Cuba, hay
que tomarlo con un poco de ironía, de otro modo, ya habría abandonado este
mundo, de momento me gusta vivir, me gusta mi familia, los amo, y quiero seguir
haciéndolo, ellos hacen que mi vida sea feliz.
Una última sugerencia para los
que tienen la cabeza sobre los hombros, aprovechad cada momento de vuestra
existencia, tratad de labraros un buen nombre, que la gente hable de vosotros
como personas íntegras, no hay nada mejor que eso, tener un buen nombre.
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