EL GALEOTE ESPAÑOL
Lo
suyo es que estuviera en el mar, aunque no navegara, eso es lo de menos, hay
una réplica de la Santa María que es la leche. Es una de las carabelas que
fueron con Cristóbal Colón a descubrir las Américas, y de paso matar indios,
violar mujeres y contagiarles todas las enfermedades que tenían encima,
viruela, paperas, y hasta enfermedades venéreas.
Bueno,
la verdad es que de esas naves no quiero hablar porque no vienen a tema. Unos
amigos que lo son de absoluta confianza, le preguntan a mi novia Paula si
quieren venir a una pequeña fiesta que celebraban en la carabela que tenían. ¡Les habrás dicho que sí verdad… hostia una
fiesta en una carabela de verdad! Sí
pero hay que mantener el secreto de esta invitación, eso me ha dicho Elisa, es
medio dueña de la nave. Vale no hay
problema, pero ¿sabes si saldremos a navegar…?
No tengo ni idea chico, me han dado un plano con determinadas carreteras
señaladas, luego un camino por el que tenemos que seguir hasta llegar a un
muelle de piedra.
¡Cojonudo…
con las ganas de retroceder en la historia que he tenido siempre… soy capaz de
alquilarme un traje de corsario para a ocasión…! Anda ya, no digas bobadas, alquilarte un
traje… Coño resulta que cualquier cosa
que se me ocurre hacer a mí, la cago, pero tú no, tú eres doña perfecta, tócate
los huevos y baila. Mira lo mejor que puedes
hacer ahora, es buscar este sitio en Google maps, que a lo mejor resulta que está en el quinto
coño. Siempre diciendo palabras
soeces, podrías usar por ejemplo otros términos, donde Cristo perdió la
alpargata, por ejemplo. Ja,ja,ja mira me mondo de risa.
Según
otros amigos que iban a ir también como ellos, invitados, se habían informado
de que el camino les llevaría desde determinado sitio de la ciudad, unas dos
horas hasta destino. Hostia pues está lejos de cojones, ves esto no lo miré en
el ordenador solo las carreteras. Y
suerte hemos tenido que se te haya ocurrido escanear un mapa. Oye guapa, por qué no te vas un poco a la
mierda… Va chicos que vamos de fiesta
dos días, a disfrutar que para eso están los fines de semana. Pararon a comprar
unos refrescos en una gasolinera y uno de ellos llenó el tanque de combustible,
Paula se compró una bebida de estas
energéticas que enganchan un montón, Esa muchacha siempre tenía ganas de volar,
y volaba alto, tanto que a menudo Juliá tenía que cortarle las plumas remeras,
en un sentido figurado claro está.
¿Pero
estás seguro de ir por buen camino, estamos en mitad de la puta nada, esto no
es ningún puerto tío, esto es un campo de vides…? Pues mira, a mí no me toquéis más los
huevos, ve tú delante a ver si encuentras el sitio donde vamos. Vale hombre… además
lo voy a encontrar y no te voy a decir nada, te voy a echar todo el polvo del
camino encima. ¡Serás cabrón, no te
atrevas a hacerme eso o dejamos de ser amigos!
Después de unos kilómetros más se dejaron ver a lo lejos unas luces, aisladas
de la civilización eso sí, parecía no haber nadie viviendo por los alrededores.
Ahí
estaba, cual si fuera una alucinación, sostenida por unos puntales bien
repartidos a lo largo y ancho de la carabela, subieron por unos grandes
escalones de piedra, granito concretamente hasta una gran fuente que
representaba a un fauno tocando un duduk, la flauta típica de estos seres que fueron representados en la película “Las
Crónicas de Narnia”. Todo estaba completo en la carabela, las jarcias hacían su
función, la torre de guardia, hay que tener muchos huevos para subirse ahí
arriba pensó Arturo, ¡joder lo alto que está…! Apareció Elisa vestida de época,
lo hizo junto a un señor que llevaba una colonia o perfume con un fuerte olor a
canela. Tenéis que bajar a bajo que es
donde está toda la movida, yo no había visto ningún coche pero pronto me di
cuenta que el nuestro acababa de desaparecer del lugar donde lo dejamos. Los
tendrán en un parking que no se ve, seguro.
Abajo
si la fiesta acababa de comenzar me preguntaba como terminaría, aquella gente eran
los que enseñaron a las gentes de Sodoma y Gomorra, ¡me cago en la leche… yo ya
me habría tirado al lío, pero al menor descuido se podían tirar a mi novia, y
eso, no me gustaba nada! Además… si hubiera conocido al menda que quisiera
echarle un polvete… pues dices… sí, o, no. Hombre… molaba que todas las
personas que estaban allí en mitad de aquella vorágine, fuera que se me
escapara alguien, era gente de nuestra edad, de los treinta para arriba.
¿Podéis creer que desde entonces he mirado siempre con un profundo respeto a
Paula? En ese momento, mientras estábamos en aquella pretendida fiesta, la
aparté del resto y fuera, en el acceso de la escalera del barco, le dije… ¿Qué pintamos tú y yo aquí en mitad de estos
colocados y medio locos, viciosos de mierda?
Tiró
de mi mano y saltamos de aquel antro, en la mitad de tiempo que habíamos
entrado, un chico de color con un vestido de criadito de algún negrero, nos
preguntó que coche era el nuestro, sorprendido le contesté y al instante, otro
negro mayor que el niño, seguramente sería su padre, llegó con nuestro coche.
Escapamos de allí como alma que lleva el diablo, paramos unos kilómetros más
adelante para orientarnos, preguntamos en un bar que hacía esquina en una gran
avenida desconocida para nosotros. Nos pusimos de nuevo en marcha, seguimos por
el lateral de la avenida, y como si fuera de manera milagrosa, apareció en la
parte izquierda de la siguiente travesía, el rótulo luminoso del concesionario
Renault dos pisos por debajo de nuestro edificio.
Por
curiosidad miré mi reloj, marcaba las ocho y media de la noche, me asusté,
busqué a Paula, la llamé alarmado, me contestó desde uno de los baños… ¿Qué quieres…? No nada que no te arregles para ir a
ver el barco de esa amiga tuya. ¿Y eso
porque si puede saberse? Sencillamente
porque te quiero mucho, anda, hazme caso esta vez y cambiemos de planes,
vayamos a la aventura.
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