martes, 22 de diciembre de 2015

EL GALEOTE ESPAÑOL

                                                           EL GALEOTE ESPAÑOL

Lo suyo es que estuviera en el mar, aunque no navegara, eso es lo de menos, hay una réplica de la Santa María que es la leche. Es una de las carabelas que fueron con Cristóbal Colón a descubrir las Américas, y de paso matar indios, violar mujeres y contagiarles todas las enfermedades que tenían encima, viruela, paperas, y hasta enfermedades venéreas.
Bueno, la verdad es que de esas naves no quiero hablar porque no vienen a tema. Unos amigos que lo son de absoluta confianza, le preguntan a mi novia Paula si quieren venir a una pequeña fiesta que celebraban en la carabela que tenían.   ¡Les habrás dicho que sí verdad… hostia una fiesta en una carabela de verdad!   Sí pero hay que mantener el secreto de esta invitación, eso me ha dicho Elisa, es medio dueña de la nave.   Vale no hay problema, pero ¿sabes si saldremos a navegar…?   No tengo ni idea chico, me han dado un plano con determinadas carreteras señaladas, luego un camino por el que tenemos que seguir hasta llegar a un muelle de piedra.
¡Cojonudo… con las ganas de retroceder en la historia que he tenido siempre… soy capaz de alquilarme un traje de corsario para a ocasión…!    Anda ya, no digas bobadas, alquilarte un traje…    Coño resulta que cualquier cosa que se me ocurre hacer a mí, la cago, pero tú no, tú eres doña perfecta, tócate los huevos y baila.   Mira lo mejor que puedes hacer ahora, es buscar este sitio en Google maps, que a lo  mejor resulta que está en el quinto coño.    Siempre diciendo palabras soeces, podrías usar por ejemplo otros términos, donde Cristo perdió la alpargata, por ejemplo.   Ja,ja,ja mira me mondo de risa.
Según otros amigos que iban a ir también como ellos, invitados, se habían informado de que el camino les llevaría desde determinado sitio de la ciudad, unas dos horas hasta destino. Hostia pues está lejos de cojones, ves esto no lo miré en el ordenador solo las carreteras.   Y suerte hemos tenido que se te haya ocurrido escanear un mapa.   Oye guapa, por qué no te vas un poco a la mierda…   Va chicos que vamos de fiesta dos días, a disfrutar que para eso están los fines de semana. Pararon a comprar unos refrescos en una gasolinera y uno de ellos llenó el tanque de combustible, Paula se compró una bebida  de estas energéticas que enganchan un montón, Esa muchacha siempre tenía ganas de volar, y volaba alto, tanto que a menudo Juliá tenía que cortarle las plumas remeras, en un sentido figurado claro está.
¿Pero estás seguro de ir por buen camino, estamos en mitad de la puta nada, esto no es ningún puerto tío, esto es un campo de vides…?   Pues mira, a mí no me toquéis más los huevos, ve tú delante a ver si encuentras el sitio donde vamos. Vale hombre… además lo voy a encontrar y no te voy a decir nada, te voy a echar todo el polvo del camino encima.   ¡Serás cabrón, no te atrevas a hacerme eso o dejamos de ser amigos!  Después de unos kilómetros más se dejaron ver a lo lejos unas luces, aisladas de la civilización eso sí, parecía no haber nadie viviendo por los alrededores.
Ahí estaba, cual si fuera una alucinación, sostenida por unos puntales bien repartidos a lo largo y ancho de la carabela, subieron por unos grandes escalones de piedra, granito concretamente hasta una gran fuente que representaba a un fauno tocando un duduk, la flauta típica de estos seres que  fueron representados en la película “Las Crónicas de Narnia”. Todo estaba completo en la carabela, las jarcias hacían su función, la torre de guardia, hay que tener muchos huevos para subirse ahí arriba pensó Arturo, ¡joder lo alto que está…! Apareció Elisa vestida de época, lo hizo junto a un señor que llevaba una colonia o perfume con un fuerte olor a canela.   Tenéis que bajar a bajo que es donde está toda la movida, yo no había visto ningún coche pero pronto me di cuenta que el nuestro acababa de desaparecer del lugar donde lo dejamos. Los tendrán en un parking que no se ve, seguro.
Abajo si la fiesta acababa de comenzar me preguntaba como terminaría, aquella gente eran los que enseñaron a las gentes de Sodoma y Gomorra, ¡me cago en la leche… yo ya me habría tirado al lío, pero al menor descuido se podían tirar a mi novia, y eso, no me gustaba nada! Además… si hubiera conocido al menda que quisiera echarle un polvete… pues dices… sí, o, no. Hombre… molaba que todas las personas que estaban allí en mitad de aquella vorágine, fuera que se me escapara alguien, era gente de nuestra edad, de los treinta para arriba. ¿Podéis creer que desde entonces he mirado siempre con un profundo respeto a Paula? En ese momento, mientras estábamos en aquella pretendida fiesta, la aparté del resto y fuera, en el acceso de la escalera del barco, le dije…  ¿Qué pintamos tú y yo aquí en mitad de estos colocados y medio locos, viciosos de mierda?
Tiró de mi mano y saltamos de aquel antro, en la mitad de tiempo que habíamos entrado, un chico de color con un vestido de criadito de algún negrero, nos preguntó que coche era el nuestro, sorprendido le contesté y al instante, otro negro mayor que el niño, seguramente sería su padre, llegó con nuestro coche. Escapamos de allí como alma que lleva el diablo, paramos unos kilómetros más adelante para orientarnos, preguntamos en un bar que hacía esquina en una gran avenida desconocida para nosotros. Nos pusimos de nuevo en marcha, seguimos por el lateral de la avenida, y como si fuera de manera milagrosa, apareció en la parte izquierda de la siguiente travesía, el rótulo luminoso del concesionario Renault dos pisos por debajo de nuestro edificio.
Por curiosidad miré mi reloj, marcaba las ocho y media de la noche, me asusté, busqué a Paula, la llamé alarmado, me contestó desde uno de los baños… ¿Qué  quieres…? No nada que no te arregles para ir a ver el barco de esa amiga tuya.   ¿Y eso porque si puede saberse?  Sencillamente porque te quiero mucho, anda, hazme caso esta vez y cambiemos de planes, vayamos a la aventura.

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