lunes, 21 de diciembre de 2015

SIRVEME EL CAFÉ EN COPA

                                                          SIRVEME  EL CAFÉ EN COPA

El camarero se queda mirando al extranjero, ¿Qué pasa que hay que pedir brandy o vino para que te sirvan una copa?, no señor lo que usted mande, yo le pongo la copa, y usted me dice hasta donde se la lleno. No se ha quitado las gafas de sol que le cubren sobradamente los ojos, encerrándolos en una especie de cárcel, son originales, la gente del restaurante piensa en su interior, que probablemente cabalgue algún tipo de caballo.
No se equivocan, lo que cabalga es una  moto Harley Davidson customizada de gran cilindrada, Otra ronda por favor, y a quién quiera beber lo que quiera, queda invitado. Se escuchan algunas voces dando las gracias, mientras él extraño jinete que solo ha pedido dos copas de café, le pide la cuenta a una camarera simpática donde las haya, que no para de mascar chicle. Tira esto a la basura guapa, mi abuela decía siempre que las chicas que no paraban de mascar chicle, parecían burras calientes, no querría que te tomaras a mal esta observación, a cambio del chicle simplemente sonríe, eres preciosa.
¡Que gente más rara esos moteros…! Yo no me fio de ellos ni un pelo, he visto peleas entre bandas que te  ponen los pelos de punta. Hombre… que quieres que te diga, no todos deben ser igual, habrá buenos y menos buenos, como todo en la vida. Sí vale, pero acojonan un poco cuando ves a cuarenta o cincuenta por la carretera, todos juntos y a veces haciéndote gestos obscenos. Eso es porque se saludan entre ellos, no creas que todos se conocen, a veces van a concentraciones y los une el ambiente, la cerveza, las chavalas, se lo montan bien estos zorros de las motos.
Llegado a un motel de carretera, el motero que seguía conduciendo con gafas de sol a pesar de ser noche cerrada, entró en el bar. ¿Qué pasa maestro, donde se ha ido todo el mundo? A ningún sitio, usted es el único que ocupa el bar, de momento… ¿Qué significa eso que de momento…? Pues que parece que esta noche se llenara de personal, hay una concentración de moteros a unos kilómetros de aquí. A ya, comprendo, póngame una copa de café, que esté bien cargado y sea largo. ¿Ha dicho usted una copa de café?, no tengo de eso, le puedo servir cualquier otra cosa pero una copa de café… El motorista sin inmutarse, ha sacado al abuelo de dentro de la barra alzándole por la pechera, se están tocando la nariz, el motero vuelve a repetirle sin perder el control… Quiero que me pongas una gran copa de café denso y fuerte, ahórrate el azúcar, el dueño del hotelucho ha caído al suelo de puro espanto, el motero le ayuda a levantarse, venga no pierdas más el tiempo tengo mucha prisa, quiero tomarme el café antes de que lleguen los demás.
En la nuca, tatuadas, lleva unas letras en color negro que nadie adivina a ver con claridad, su cuello es grueso. En cuanto comienzan a llegar moteros con el consiguiente escándalo que producen en sí mismas las motos, alguien le saluda, se le hecha al cuello y le dice con franqueza…  Lo siento Franco, cuando me enteré de tu pérdida ya era demasiado tarde.   No te preocupes se agradece la intención, sé fijo que si hubieras sabido algo antes, nos hubieras echado una mano, pero en el fondo, ni yo mismo quise estar mucho cerca de ella. La idea de la muerte es inexplicable en nuestro mundo…    Cierto, nadie que no camine con nosotros, que recorra kilómetros como nosotros lo hacemos, puede entender el significado de nuestro espíritu.
Bueno… disculpa que te deje, estoy cansado y quiero darme una ducha y acostarme, me queda mucho camino por delante.   ¿Dónde te diriges?  Todavía no sé el lugar exacto, pero de cualquier modo ya te enterarás, seguro. Bien… hasta la próxima Franco, ha sido un placer rodar contigo todos estos años, y compartir tantas experiencias, dame un beso anda.  Oye que ahí está Brandon observando y no quiero meterme en líos.  Que le den por el culo, ¿sabes que hizo justo antes de comenzar el viaje…? Sé fue a follar con su exmujer todo el día, y encima se trae sus bragas en el bolsillo de atrás del vaquero, es un cabrón.
Franco escucha estas conversaciones como si formaran parte de un cuento que en nada  le corresponde, no se identifica con nadie de aquella manada de búfalos con los que había pasado la mitad de su vida. Metió la llave en la habitación de su apartamento, dejó las pesadas alforjas de piel sobre la cama, sacó dos prendas interiores para ponerse encima cuando saliera del baño y tomó una larga ducha, mientras terminaba de enjuagarse el gel de ducha, dejó caer agua sobre las cervicales que con letras de medida media y con terminaciones que sugerían raíces llevaba tatuada estas palabras…  “Then die in peace”, en lengua castellana esta expresión significa  “Después moriré en paz”.
Entraba en un estado de la ruta 66 en la que no se exigía el casco, los americanos son así, están hechos de esta pasta, muchos piensan que por eso son más libres. Repostó, compró unas barritas energéticas y desayunó dentro de un vagón transformado en bar, la que parecía ser la dueña no paraba de mirarlo, no se sabe bien con qué fin, pero no le perdía ojo, la tía aquella parecía un camaleón la puñetera. Las botas de Franco estaban hechas de piel de caimán, eso reflejaba fielmente sus orígenes cajun (Luisiana), tierra de pantanos, de caimanes, de grandes cangrejos, y diferentes salsas con qué acompañarlos. A Franco se le hacía la boca agua, cuando pensaba en los magros trozos de caimán rebozado, que con una receta secreta, su abuelo cocinaba cuando se terminaba la temporada de la caza del caimán… 
Señora este café es vomitivo, no lo mezcle tanto con el tostado y le saldrá mejor, compre usted la marca Starbucks Coffee, cuando lo prueben sus clientes tendrá usted que montar un tren de mercancias en esta estación, no querrán otro… ¿Qué le debo por todo? Había llenado el depósito de la Harley, desayunado y tomado dos grandes copas de café, sabía que la ingesta de aquella pócima le pasaría factura por el camino. El paso de los kilómetros y el inevitable traqueteo del motor de su moto, hicieron imposible continuar el camino a cien kilómetros del vagón donde había parado, después de hacer noche en el motel. Dejó la moto apoyada sobre la pata de cabra de su Harley y se adentró en el arcén de la calzada, se agachó detrás de una chumbera, y aligeró el cuerpo de aquella pócima horrible que la camarera del bar le había servido. ¡Café le llamas a eso hija de la gran puta… purgante es lo que es! Ojalá se te queme el puto vagón y te quedes sin negocio, mala perra. En el caso de tener que soltar insultos y aflojar la lengua contra alguien que le hiciera algo malo, Franco era de los que le salían sapos y culebras por la boca, como siempre todo eso quedaba en nada, pero si es cierto que sonaba altisonante y para según quién, amenazante de manera que como le funcionaba su sistema… lo usaba cada vez que podía.
En las afueras de Albuquerque, paró de nuevo para comer en un restaurante de carretera, ahí pidió para comer un gran filete de no menos de ochocientos gramos acompañado de salsa barbacoa, picante y como ya era habitual en Franco, una gran copa de café negro, espeso y fuerte. Con Gloria, la que había sido su esposa, y que ahora no dejaba de velar cada noche y llorar por ella, ya había hecho esta ruta 66 en sentido contrario, comenzando en Chicago y terminando en Los Ángeles, ahora, desde Nuevo México, concretamente desde Albuquerque, hacía el camino al contrario, algo que su esposa mexicana Gloria, hubiera deseado, terminar el viaje en él Atlántico Sur.  Las cosas se ven de diferente manera cuando las miras al revés, he viajado bastante en tren y lo tengo comprobado amor, cuando vuelves, siempre te sorprenden cosas, que a la ida te parece que no existían, le decía siempre colgado de su cintura. Le divertía llevarla colgada de la cintura mientras ella le besaba el cuello, sobre todo cuando iban a bañarse a la alberca, que una familia de indios navajos amigos les dejaban usar, fue Ardilla Feliz, la mujer de su amigo navajo, la que le hizo el tatuaje que llevaba en la espalda.  
Esa era la principal razón de este viaje en el sentido contrario que hicieran la vez anterior, solo que ahora, nadie iba sentado ocupando el asiento de la parte de atrás de la moto, es más, en su honor, en el de Gloria, la había desmontado, en ella iba sentada, el espíritu de Gloria. Incluso a ratos como si se tratara de una persona viva que fuera detrás de él, hablaba con ella, le recordaba lo hermosa que era, lo mucho que la quería, que siempre estaría a su lado… cuando llegue al lago Míchigan recuerda darme un abrazo muy fuerte, déjame sentirte, que me estás esperando para poder tener el valor suficiente y fundirme contigo.
Cuando llegó allí a Chicago la moto estaba tan cansada como Franco mismo…   Vamos bonita mía, vamos a reunirnos con mamá, haz un último esfuerzo, cuando meta las marchas empuja con todas tus fuerzas, hoy es el día, mira que relámpagos caen al lago, llega el invierno vamos allá, nos esperan grandes emociones hermana. Del cielo caían brazos de luz que iluminaban Chicago, Franco aceleró a fondo su Harley, el motor rugió como jamás lo hizo y de golpe perdió estabilidad su rueda delantera, pero Franco que conocía perfectamente todas las posibilidades de su máquina, contrapesó con su cuerpo la máquina y esta voló llevándolo lejos del muelle   ¡¡¡Gloria ya estoy aquí mi amor… ja,ja,ja,!!!

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