lunes, 7 de diciembre de 2015

REPASANDO COSAS QUE GUARDO

                                                    REPASANDO COSAS QUE GUARDO

Tengo unas cuantas cosas de cada uno de mis matrimonios, dicen que no es bueno guardar recuerdos de lo que ya pasó, de lo que se hundió entre las arenas del mar. Lejos de ser pescador, lo que siempre me ha gustado, es guardar algo que yo mismo considerara inmortal, desde el punto de vista que estas cosas se incineren conmigo, no queden para nadie.
De mi primera esposa tengo un libro, no era raro en ella que te regalara un libro, sabiendo lo que siempre me gustado leer. De la segunda, guardo con celo, la denuncia de divorcio que ella me envió, junto con un manuscrito que dice de su puño y letra, que ella nunca quiso divorciarse de mí, que se lo pedí yo. No tengo fotos de mis hijos, no tengo más que una foto en el ordenador, que archivé de mi perro Codi.
No es que lo encuentre ni justo ni injusto el conservar cosas, que no son del todo de aquellos que se las quieren quedar, tampoco es que tenga uno que ir pidiendo razones o discutirse con la otra familia de que a él le pertenecen parte de esos recuerdos. Yo sé un poco de esto, se  quedan cosas la mayor parte de las veces, para ver tu reacción, para verte sufrir, o hasta decir… “Que se joda… que hubiera estado aquí y que lo hubiese reclamado”. Hay todo un universo de razones lógicas que puede hacer que alguien esté presente o no en la muerte de un ser querido, en el mundo que vivimos las cosas. Los trabajos, los viajes a veces imprescindibles para lo primero, te hacen cruzar medio mundo en el tiempo en el que uno se va a dormir y ya no despierta.
A pesar de todo, eso no debe hacernos ni odiosos ni rencorosos, como mucho nos debería hacer más comprensivos, más tolerantes y con un sentido de la normalidad que debería vestirnos desde la cabeza a los pies. Lo que yo guardo nadie me lo puede quitar, por el contrario, el que tiene algo que sabe que no es suyo, termina quemándole las manos. Repasando las cosas que guardo, una de ellas es una breve nota arrancada de un bloc de notas de espiral metálica, iba dirigida a mí y dice de manera muy escueta…  “Has sido lo mejor que me ha pasado en la vida, somos almas gemelas, nos conocemos tanto y tan profundamente, que solo espero que sepas lo que estoy a punto de decirte, que lo sepas interpretar. Te lo dejé entrever en una ocasión, estoy enamorada de otro hombre, es la antítesis de ti pero aun así lo quiero. No me atrevo a decirte esto en la cara, por esa razón te lo he escrito, decide tú lo que creas que sea lo mejor para ambos, yo ahora no puedo ser imparcial. Por favor te lo pido cariño, dime algo cuando hayas despertado después de tu descanso diario. Te quiero y confío en ti con toda mi alma…  Esa nota con su deliciosa letra, todavía la conservo dentro de un cuaderno, la nota y un libro de poesías completas de Antonio Machado que guardo también como si ella hubiera escrito algunos de esos retazos de poesía.


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