domingo, 6 de diciembre de 2015

ME GUSTARÍA SER MARCIANO

                                                      ME GUSTARÍA SER MARCIANO

¡Faltaba tan poco…! Mi nombre es Marcial que es casi lo mismo que Marciano, ahí donde lo oís hay personas que se llaman Marciano, en consecuencia también hay Marcianas y es lógico pensar que si tienen hijos, mientras son pequeños les llamen Marcianitos o Marcianitas, es una putada, lo reconozco, pero la culpa la tienen sus padres. Soy yo y me ponen ese nombre, y voy corriendo a gorrazos a mis padres, con todos mis respetos el resto de sus largas vidas.
Por otro lado me gustaría ser marciano, si pudiera tener determinadas ventajas, por ejemplo subir a Marte y bajar en un aparato teletransportador, de esos de “ahora te veo y ahora no te veo”, pero estoy ahí. De paso le echaría un ojo al planeta del que todo el mundo habla hoy día, ¡coño, parece que según los científicos, es la única alternativa para poder vivir fuera de la tierra! Eso quiere decir que ya están buscando alguna otra víctima propiciatoria para terminar con ella, suponiendo que Marte nos pudiera dar de comer y beber.
¡Mira que hay sonaos por la vida…! Y con el título de catedráticos, de profesores en física nuclear, de palanganeros de otros pobres miserables, que ya no saben que hacer para manifestar las posibilidades inmensas que tienen otros astros. Creo que cuando se ponen a mirar por los telescopios esos gigantes, alucinan, se les deben venir un montón de cosas al tejado y les salen las ideas por el cogote. He que yo no digo que todos estén como cencerros, pero hay unos cuantos que ¡por el amor de dios bendito…! estan para que los aten bien corto, no me jodas, comienzan a enseñar posibles teorías en la universidad y acaban haciendo que los alumnos salten de pupitre en pupitre, cazando guanaminos, o matándose unos a otros que de todo hay.
No entiendo como la gente quiere ser más de lo que puede ser, que todos somos unos jodidos humanos, llamémonos Marcianos o Leopoldo, todos salimos de la misma cesta y a la misma cesta vamos a ir a parar, sea enterrados o a la parrilla, convertidos en cenizas. Nací con el nombre de Narciso, el que le salió a mi santa abuela ponerme, no la conocí, me dijeron cuando fui más mayor, que le había dado un jamacuco y se murió con la boca torcida, que parecía querer morderse la oreja derecha con las muelas que le quedaban. Soy profesor en la universidad, enseño lenguas muertas. Tengo pocos amigos, pero los pocos que tengo son más o menos como yo, es decir, tenemos la misma pasión por las lenguas muertas.
¡No viene un día uno de esos diciendo…! Oye que me han dicho que hay unas cuantas agencias interesadas en reclutar a personas que sepan de civilizaciones antiguas, de lenguas del pasado, de cómo se denominaban las cosas, de paleología y cosas de esas. ¿Y pagan bien este trabajo…? Yo lo digo más que nada porque he estado estudiando la mitad de mi vida hasta tener la licenciatura y ahora no voy a malvender mi sapiencia. Pero si tú no sabes ni el sanscrito capullo, yo sí, y la escritura domótica de los egipcios.
Llega al bar Celestino, ¿Qué tal chicos como va todo…? Mira aquí decidiendo si la gente que piensa que ir a vivir a Marte están sonaos o no. Hostia que buena idea, ¿de quién ha sido? Pues mira si quieres que te diga la verdad no lo sabemos, estábamos aquí de charreta y ha surgido… así de pronto. ¡Que cosas más raras pasan en la vida no?

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