domingo, 24 de marzo de 2013



                     SER TORTUGA ES MÁS PRÁCTICO.


Eso es lo que oigo en cuanto salgo del trabajo. Dos compañeros, que siempre están estableciendo comparaciones, sobre lo que es mejor y peor, hablan sobre ese tema.
Tenemos un largo camino a pie, a lo largo de una pequeña carretera, hasta llegar a una mayor. Es allí donde nos espera un autobús de la empresa, que nos lleva, hasta una gran plaza, en la ciudad donde vivimos. Llegados allí, cada cual, toma su camino hacia casa, unos a pie, otros en coche, donde se hacinan cinco o seis de ellos, y otros en metro  otros medios de transporte público.
Yo, cada día, vuelvo con Salvador y Amador, bueno, llevamos el mismo camino, porque los tres vivimos con nuestras familias, en el mismo bloque de pisos de protección oficial.
“Pero hombre Amador, un pájaro tiene una vida mucho más corta hombre, y depende de cuales, son perseguidos, se les da caza, a uno porque los consideran alimañas, a otros porque son buenos para comer. No compares hombre, ¡un pájaro con una tortuga…! venga ya”.
“Mira tío, tú dirás lo que quieras, pero ¿sabes lo que es poder verlo todo desde el cielo?, haciendo cabriolas, planeando sobre las corrientes térmicas sin hacer ningún esfuerzo… tiene que ser la leche”.
“Sí, hasta que oyes ¡pummm!, y caes como un plomo al suelo. Te digo que es mucho más práctico ser tortuga. Vas por donde quieres, a tú bola, sin  preocuparte de nada más que en comer por el camino. Ahora unas briznas de hiervas aquí, ahora una lechuga por allá, he, y eso con todo lo que tienes a cuestas”.
“Cargando siempre con todo el peso del caparazón encima”.  “Si vale, pero ese caparazón es tú casa, nadie te lo puede quitar, ¿y cuánto es capaz de vivir una tortuga?, cien años o más”.  “Pero si ni siquiera son conscientes del tiempo leches”.  “La tortuga no, pero yo sí. Joder, poder vivir hasta los cien años…”.
En ese momento me pongo a pensar en el asunto, voy con ellos, pero no me meto en la conversación. Igual los desconcentro y me envían a hacer leches. Pero es verdad, ser tortuga es práctico, se juntan con algunas hembras a lo largo de su vida, procrean, y siguen su camino sin compromiso alguno.
Llego a casa y me pongo a buscar en internet ese asunto, no puedo apartar los ojos de las imágenes y videos que te ofrecen, es fantástico. Cuando hibernan, cuando se aparean y como lo hacen, de qué manera construyen los nidos las hembras…, todo parece salir de un cuento, pero es verdad. Lástima que tenga a mi espala a mi hija dándome la vara  “Va papá que necesito enviar un correo, llevas aquí más de una hora”.
Me dan ganas de decirle ¿quién ha pagado el ordenador ¿he?, pero tampoco es eso, no merece la pena discutir por un asunto así. Por otra parte, hace cosa de tres meses, que chatea con una chica del instituto, Mariluz mi mujer, cree que están enamoradas, vaya tontería. Como sea verdad, me la corto, no tenemos precedentes en la familia, de ninguna mujer que haya sido lesbiana.
En el instituto, los chavales deben ir de culo detrás de mi Andrea, es más guapa que un sol. Mira que Mariluz me lo ha dicho de veces  “Andrea se viste de manera rara, siempre quiere llevar pantalones, siempre de negro, no sé Tomás, se me hace que esta chica no es del todo normal”. ¿Cómo va a ir?, cómo van las jóvenes de hoy en día, ceñidas, algunas con cosas transparentes, pues eso, normal. Que juega al futbol?, normal también ¿no?, en los colegios tienen equipos de todo tipo, actividades deportivo escolares. Es diferente a cuando yo iba al cole, ahora todo ha cambiado a mejor en este sentido.
A las seis y media de la mañana del siguiente día, estamos todos en la parada del bus. Salvador y Amador, siguen con el mismo tema de ayer  “A veces pienso que me gustaría ser una tortuga, quizás sea por evitar problemas, reconozco que es un poco egoísta, pero oye, visto como están las cosas hoy día, sería guay ser como ellas, vagabundear por esos caminos de dios sin que nadie te pida responsabilidades. Además, las tortugas están protegidas, son una especie en vías de extinción”.
Ahora, con mucho tacto, intervengo en la conversación  “Estoy de acuerdo contigo Salvador, no ocasionar problemas a nadie, ni que nadie te los ocasione a ti debe de ser chulo, ir por libre quiero decir”.  “¿Lo ves Amador?, Tomás piensa igual que yo, ¿a que es mejor ser tortuga que pájaro?”.  “Hombre… ese es mi punto de vista, pero por otra parte, comprendo lo que quiere decir Amador. Poder volar debe dar una sensación de libertad increíble”. Así continuamos a lo largo del camino, hablando y hasta riéndonos de nosotros mismos.
Amador dice entonces  “Hay que ver que tiempecito, no recuerdo tanta lluvia desde hace cinco o seis años que el rio inundó la carretera”.  “Es verdad tío, es increíble los destrozos que están causando estas lluvias”.
El autobús se fue de lado, justo cuando comenzamos cruzar el puente de Santa Esmeralda, el quitamiedos, era como si fuera una barrera de cartón para aquel monstruo en el que íbamos subidos. Conductores que venían detrás nuestro, a cierta distancia, le dijeron a la policía, que fue como si una mano invisible, nos hubiera levantado del suelo. Caímos como un plomo por el barranco, dando tumbos, todos gritando, solo me dio tiempo un instante, en pensar en los míos.
Cuando llegamos al fondo del barranco, solo quedaron vivos, quince, de todos los que viajábamos en el autobús. Me sacaron con vida, pero fue tanto el tiempo que tuvimos que estar allí abajo, hasta que nos rescataran, que me dio tiempo de mirar a mi alrededor boca abajo, miraba dentro del autobús y a la vez fuera, por mi lado pasó una tortuga a paso ligero, media casi dos palmos de largo, eso me pareció a mí.
En el hospital, con las dos piernas ya amputadas, en un hilo de voz, Mariluz dice que solo me oyó decir  “Quiero ser tortuga, quiero ser tortuga, es lo más práctico”. Después de unas horas de estar en el hospital expiré. Desde entonces recorro los campos y los montes, a veces con esfuerzo, otras no tanto, ¡que feliz soy ahora que he cambiado de vida!.


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