DEBERES Y DERECHOS
Muy
a menudo se realzan los derechos de las personas, sin ver que antes hay deberes
que cumplir.
“Cumplo
con mi trabajo, luego merezco tener las ventajas de cualquier persona que esté
dentro de este convenio. Mi salario, mis vacaciones, mi consideración en la
empresa. No espero nada más ni nada menos que eso” Bien dicho, esto está
contemplado en los acuerdos que constituyen la marca de esta empresa. Pero hay
mucho más aparte de todo esto, cuando estas personas salen de sus trabajos, las
cosas no cambian sustancialmente, todas las personas que dependen de este
honrado trabajador deben sentir que Fulanito de tal es un ejemplo en todo
aquello que dice y hace.
No
espera nadie que este sea un ser perfecto, pero por el modo en que trata a los
suyos, la manera de enfocar determinadas conversaciones, el trato en definitiva
que se dibuja en sus acciones, ha de ser el patrón de su vida. Cada vez más, la
gente se revela, muy frecuentemente sin saber por qué ante, una aparente discriminación
que se deja notar en los centros de trabajo. Y este malestar se lo llevan
consigo a sus hogares, haciendo de ellos, de núcleo familiar un lugar de desahogo
y frustración. ¡Si todos y cada uno de nosotros fuéramos capaces de ver de ver
los deberes antes que los derechos, la vida se le haría más fácil a todo el
mundo! Y lo cierto es que no es difícil, es solo cuestión de saber por la
lógica de los acontecimientos donde encajamos dentro de este ámbito.
Hubo
un tiempo, como les debe suceder a muchos jóvenes, que por la edad y la fuerza
que la naturaleza no ha dado, nos lo comemos todo, todo lo podemos, nada se nos
resiste. Es un engaño, uno que nos lleva a pensar, que sin nosotros la vida es
imposible. Pero nuestros padres que nos conocen bien, saben que es lo que
podemos dar de sí, hasta donde podemos llegar, y así, si somos personas confiables
en el campo del trabajo y las responsabilidades que se derivan de ellos.
Tenemos
no pocas referencias de los resultados de llevar a cabo nuestros deberes, el ir
por libres puede fácilmente llevarnos a un callejón sin salida, y sin posibilidades
de saltar el muro que hay entre el deber y los derechos.
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