LA CONQUISTA DE LA MUERTE
Lo
mismo que a la vida se la debe combatir, a la muerte se la debe pelear como el
enemigo que quiere conquistarnos. Está claro que es cuestión de vida o muerte,
con una pequeña diferencia entre estas dos condiciones. “Temer al amor es temer a la vida, y los que temen a la vida ya
están medio muertos” Estas son palabras de Bertrand Russeu, y tienen una parte
de razón, más bien dicho de lógica aplastante que manifiesta que para combatir
a la muerte hay que saber amar. En ningún momento habla aquí este pensador de
odiar, el odio levanta ampollas que muchas de las veces son incurables.
La
muerte se combate con el optimismo, con la certeza de que es posible vencerla,
con la seguridad que en un momento u otro tendremos ventaja sobre ella. Luego
es el espíritu de la propia persona el que hace que la muerte, no represente
nada para quién este, siendo amenazado por ella. Un paso más allá de todo esto,
está la fortaleza o debilidad de quién está en una situación de asedio, puede
que la resistencia del atacado sea tan fiera, tan decidida, que los atacantes
giren cola y claven espuelas en sus cabalgaduras, pensando que es mejor esperar
a que estén en una situación más propicia.
Temer
a la muerte es negarse a reconocer los ciclos vitales que la propia tierra nos
ha marcado, también a ella se le ataca, se la maltrata, se la exprime de manera
bochornosa para matarla, a pesar de que nosotros, los humanos somos los más
interesados en mantenerla estable, que siga produciendo sus frutos, que nos
siga dando agua potable, y así, que nos aleje de la muerte. Determinados sucesos
que se generalizan por todo el globo terráqueo, nos dan a entender que la
tierra se auto repara, capas tectónicas que se unen y se separan en la tierra y
los mares, producen grandes fenómenos que no alcanzamos a digerir, se llevan
nuestras casas, influyen en el desarrollo del futuro de las personas que
vivimos y trabajamos la tierra.
También
en estos casos queremos luchar contra la muerte, aunque bajo el influjo de
estos fenómenos naturales, la muerte siempre vence. Es hora pues, de hacer
frente a lo inevitable con la mayor dosis posible de contentamiento, no se
puede hacer nada más que eso ante estas circunstancias. Pasémonos al realismo,
no a las falsas ilusiones de que otros solucionen unos problemas que no están
al alcance de su poder. Siempre el tomar la delantera, y poner nosotros toda la
fuerza necesaria para adquirir la experiencia precisa para cuando llegue esa
fatídica hora del adiós, que a buen seguro llegará, estaremos más que
preparados para conquistar a la muerte. A pesar de que nos pueda, que nos
venza, siempre seremos nosotros quienes tengamos cierto grado de ventaja.
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