EL PROFESOR FRANZ
Este
hombre, Franz de Copenhague era un inventor cuyos inventor y máquinas se
plasmaban en un TBO de los años 60 y 70, dejaban mucho que desear desde el
punto de vista práctico. Sus máquinas desde aparatos para volar, hasta aparatos
para hacer barquillos comestibles, gustaban a mucha gente. Todo medido, todo
delineado de forma que los imitadores pudieran llevar a cabo sus inventos, se
ganó las simpatías de no pocos aficionados a las ciencias, fueran estas de las
matemáticas o los márgenes que ofrecía siempre de forma gratuita a los lectores
de este cómic que incluía historietas de gente normal, la familia Zipi y Zape,
Carpanta, Mortadelo y Filemón etc. Entre aquellas páginas se encontraban las
historietas de don Franz de Copenhague, ¡cómo me divertía al ver las imágenes
de aquel sesudo doctor que fabricaba toda clase de instrumentos que para poco
servían y que tanta jocosidad transmitía a las gentes asiduas a esa doble
página de sus inventos!
Claro
está que el doctor Franz se comunicaba por medio de la página escrita en un
TBO, pero para entonces, no dudo que algunos de aquellos artilugios hubieran
podido llegar a funcionar, el que duraran más o menos, es otra historia. Pero
la manipulación de los elementos que recomendaba, estaban más allá de toda duda
razonable.
Hoy
día hay también cientos sino miles de inventores, que pugnan por sacar adelante
sus inventos, por todo el mundo se dejan ver a esos humildes inventores con
máquinas automáticas para calzarse los calcetines sin necesidad de agacharse,
de complejos robots, sencillos también, que te quitan el polvo de los trajes, y
hasta lo último, pequeños platillos que funcionan a ras de suelo, que se
encargan de hacer la limpieza, aspirando hasta la más mínima mota de polvo y yendo
a repostar las baterías a determinado punto para volver a la carga de nuevo.
No
nos asombra ver circular por la calle a coches que no contaminan, van con
energía eléctrica, autobuses que transportan a grandes masas de gente de forma
limpia, sin hacer ruido, e incluso parándose en determinadas estaciones sin que
conductor alguno les diga cuando tienen que hacerlo. Todo está mecanizado, todo
está pensado en detrimento de la mano de obra que antes deberían ocupar obreros
cualificados, que hacían muy bien su trabajo pero que ahora, las máquinas lo
hacen mejor y más rápido, sin necesidad de tanta manipulación, con más
garantías de calidad.
Es
posible que el doctor Zas introdujera estas ideas, sin mala voluntad en
escritos que solo servían para distraer a las personas, sin embargo, aquellos
esbozos y planos que en su, día y durante años aparecieron en el TBO, seguro
que le dieron ideas a alguien para modernizar lo que ya comenzaba siendo
obsoleto en su negocio. Desde este punto de vista, hasta los TBO son
peligrosos, a gente saca de todas partes ideas para tener el pretexto justo
para echar a la gente a la calle y cambiarlos por cuatro máquinas que ni cogen
la baja por enfermedad, ni se accidentan y tampoco piden fiesta cuando a algún
trabajador se le muere un pariente.
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