A MIS NOVIOS
Para algunos debo haber pasado
desapercibida, ni siquiera se dieron cuenta que eran solo un instrumento para
conseguir mis planes, lo digo con cierta mala conciencia, ahora que estoy sola,
que nadie me acompaña y que he dejado de deber nada a nadie. Sí, estoy sola y
en parte creo que me lo merezco, la familia han hecho un gran hueco a mi
alrededor, sabiendo la clase de persona que he sido durante muchos años. Lo
encuentro justo, me he confesado a mis hermanas, y les he dicho lo que pienso
acerca de los hombres. Ellas han dado el grito al cielo, las dos están casadas
y tienen hijos con ellos, creen que han llegado a la cumbre de la montaña
porque tienen una familia extensa y feliz; lo de feliz es siempre relativo, por
lo menos para mí, sé a ciencia cierta que han tenido que sortear grandes
problemas de todo tipo, económico, de salud y sin duda alguna situaciones
embarazosas que traen naturalmente consigo las relaciones con otras personas.
No ha sido este mi caso, y no
siento ni remordimientos ni arrepentimientos de todo cuanto he hecho en la
vida. A mis novios, no puedo decir cuántos porque sería difícil contarlos, les
debo decir, que siempre que he podido, me he aprovechado de ellos, a los que
tenían dinero, les hacía cariños inimaginables con tal de que me facilitaran
mis caprichos. A los que no tenían más que buenos contactos para entrar en
lugares caros o discotecas exclusivas, los atendía con especial atención, les
hacía promesas, que siempre los amaría sobre todas las cosas y… bla bla bla.
Promesas… ¡que poco cuesta hacerlas y cuánto creerlas!
Lo siento, en el fondo lo siento,
bueno tampoco tanto ellos, algunos de ellos no me querían más que para darme
empujones en la cama, y hasta me acuerdo de uno que me pegó una paliza que me
tuvo en el hospital quince días. Lo perdoné, pero lo pagó caro, le quemé el
apartamento con él dentro y luego encima, su padre vino a mi casa a darme las
gracias, lo desheredó. Un ejecutivo de alto rango metido en barrizales con su
nombre apareciendo en la prensa no era lo conveniente, me pagó unas vacaciones
en Las Bahamas, en la casa que tenía
allí un mes entero.
Recuerdo con mucho cariño a uno
que parecía que me quería de verdad, Agustín es su nombre, si he de decir la
verdad de los demás no me acuerdo, me he quedado sin memoria, ¿para que
recordar estas cosas que no llevan a nada…? Con Agustín pasé bastante tiempo, era
un tío de lo más divertido, siempre me sorprendía con detalles que a nadie se
le hubiera ocurrido, una noche en la que se suponía que celebraríamos mi
cumpleaños, llegó con un gatito de color atigrado, me quedé parada al verlo, a
mí no me gustan las mascotas. Me dijo que como cenaríamos en la terraza, lo
apropiado era que el gatito ambientara la noche. Reí a placer, me desternillé
al verlos a los dos rozándose y al gato lamiendole la cara, seguro que lo
confundió con su madre.
Pero todo se convirtió en rutina,
y a mí las rutinas no me gustan, de manera que en contra de mi voluntad le dije
que se acabó, que buscara a otra chica que la mereciera más. Lo sentí porque lloró
mucho, y sé que lloró con auténtica pena, se le notaba en la forma de mirarme
mientras lo hacía, suplicante, arrodillado a mis pies, eso me dolió. Durante
bastantes días estuve afectada, hasta que apareció un sobrino del dueño de
Zara, se me aclararon las ideas de forma instantánea. ¡Vaya mierda… siempre me
ha atraído el puto interés! pero que se le va a hacer, soy así, no digo que mis
padres tengan la culpa de ser como soy, no, ellos son gente honrada. Me mata el
consumismo, la envidia, los bolsos caros, las joyas… y todo eso, no se logra
casándose con nadie.
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