jueves, 9 de julio de 2015

A MIS NOVIOS

                                                                   A MIS NOVIOS

Para algunos debo haber pasado desapercibida, ni siquiera se dieron cuenta que eran solo un instrumento para conseguir mis planes, lo digo con cierta mala conciencia, ahora que estoy sola, que nadie me acompaña y que he dejado de deber nada a nadie. Sí, estoy sola y en parte creo que me lo merezco, la familia han hecho un gran hueco a mi alrededor, sabiendo la clase de persona que he sido durante muchos años. Lo encuentro justo, me he confesado a mis hermanas, y les he dicho lo que pienso acerca de los hombres. Ellas han dado el grito al cielo, las dos están casadas y tienen hijos con ellos, creen que han llegado a la cumbre de la montaña porque tienen una familia extensa y feliz; lo de feliz es siempre relativo, por lo menos para mí, sé a ciencia cierta que han tenido que sortear grandes problemas de todo tipo, económico, de salud y sin duda alguna situaciones embarazosas que traen naturalmente consigo las relaciones con otras personas.
No ha sido este mi caso, y no siento ni remordimientos ni arrepentimientos de todo cuanto he hecho en la vida. A mis novios, no puedo decir cuántos porque sería difícil contarlos, les debo decir, que siempre que he podido, me he aprovechado de ellos, a los que tenían dinero, les hacía cariños inimaginables con tal de que me facilitaran mis caprichos. A los que no tenían más que buenos contactos para entrar en lugares caros o discotecas exclusivas, los atendía con especial atención, les hacía promesas, que siempre los amaría sobre todas las cosas y… bla bla bla. Promesas… ¡que poco cuesta hacerlas y cuánto creerlas!
Lo siento, en el fondo lo siento, bueno tampoco tanto ellos, algunos de ellos no me querían más que para darme empujones en la cama, y hasta me acuerdo de uno que me pegó una paliza que me tuvo en el hospital quince días. Lo perdoné, pero lo pagó caro, le quemé el apartamento con él dentro y luego encima, su padre vino a mi casa a darme las gracias, lo desheredó. Un ejecutivo de alto rango metido en barrizales con su nombre apareciendo en la prensa no era lo conveniente, me pagó unas vacaciones en Las Bahamas, en  la casa que tenía allí un mes entero.
Recuerdo con mucho cariño a uno que parecía que me quería de verdad, Agustín es su nombre, si he de decir la verdad de los demás no me acuerdo, me he quedado sin memoria, ¿para que recordar estas cosas que no llevan a nada…? Con Agustín pasé bastante tiempo, era un tío de lo más divertido, siempre me sorprendía con detalles que a nadie se le hubiera ocurrido, una noche en la que se suponía que celebraríamos mi cumpleaños, llegó con un gatito de color atigrado, me quedé parada al verlo, a mí no me gustan las mascotas. Me dijo que como cenaríamos en la terraza, lo apropiado era que el gatito ambientara la noche. Reí a placer, me desternillé al verlos a los dos rozándose y al gato lamiendole la cara, seguro que lo confundió con su madre.
Pero todo se convirtió en rutina, y a mí las rutinas no me gustan, de manera que en contra de mi voluntad le dije que se acabó, que buscara a otra chica que la mereciera más. Lo sentí porque lloró mucho, y sé que lloró con auténtica pena, se le notaba en la forma de mirarme mientras lo hacía, suplicante, arrodillado a mis pies, eso me dolió. Durante bastantes días estuve afectada, hasta que apareció un sobrino del dueño de Zara, se me aclararon las ideas de forma instantánea. ¡Vaya mierda… siempre me ha atraído el puto interés! pero que se le va a hacer, soy así, no digo que mis padres tengan la culpa de ser como soy, no, ellos son gente honrada. Me mata el consumismo, la envidia, los bolsos caros, las joyas… y todo eso, no se logra casándose con nadie.
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