NUNCA TE QUEDES A MEDIAS
Si hay algo que te queda dentro, un asunto que te carcome,
algo importante que concierne a algún miembro de tu familia, que tenga que ver con algún amigo al que quieres de
verdad, y sin embargo te callas, dejas que el tiempo arregle las cosas, vas
mal, vamos mal, lo digo porque a mí ya me ha pasado, y luego, con el tiempo lo
he sentido de todo corazón.
Eso no significa que podamos solucionar todos los problemas, primero tendríamos que saber
solucionar los nuestros, y eso, es poco menos que imposible. Pero ante la duda,
es mejor decir lo que uno piensa, con sentido común y sobre todo, con
diplomacia. Es lógico que uno piense que tiene el deber de hablar para aplacar
su propia conciencia, y hasta es posible, que cuando llegue el momento de decir
lo que pensamos que debe saber nuestro interlocutor, él mismo haya solucionado
el asunto que tanto nos inquieta. Mucho mejor, por lo menos nos hemos guardado
las espaldas, nos quedamos más
tranquilos.
Lo peor llega, cuando la persona
a quién queremos dirigir nuestra atención en este aspecto, desprecia nuestras sugerencias o
sencillamente nos hace saber que a nosotros no nos importa nada de lo que pasa en su casa, en su
estado de ánimo, que nos estamos inventando fantasmas. Si eso es así, mejor
dejar correr la cuestión, hemos cumplido, nuestra conciencia se refuerza, le
damos más sentido a nuestras vidas. Pero quedarnos a medias, solo consigue que
poco a poco, nos vayamos diluyendo como seres humanos, perdemos humanismo,
perdemos el sentido de la vida.
Realmente es difícil de entender,
perdemos el contacto con la realidad, el auténtico sentido de la vida, nos
embrutecemos, y así, quedamos a merced de un problema que más allá de lo
imaginable, nos convertimos en nuestros propios enemigos.
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