miércoles, 8 de julio de 2015

MUCHO QUE CONTAR

                                                          MUCHO QUE CONTAR

-Pues a mí un día que iba paseando por la playa este verano… ¿sabes que me pasó? Que me acerqué a la orilla donde rompían las olas y llené un cubo de cangrejos, salían de todas partes corrían de lado pero me puse en serio y logré atrapara un montón de ellos. Mi padre me dijo que los venderíamos en el pueblo, dicen que le dan muy buen sabor a los arroces y las paellas.
-Va eso no es nada, nosotros veraneamos en la montaña, nos fuimos unos cuantos con mi padre y su todo terreno a recorrer el bosque, llegamos a una pendiente imposible de subir para un humano, pero mira tú por donde el coche comenzó a trepar por aquella especie de pared de tierra y barro y subimos. Al otro lado descubrimos un valle difícil de imaginar. Pensad que la gente que allí vive son elfos, nos miraban con recelo y sin embargo eran sonrientes y parecían felices pasaban arriba y abajo con herramientas de labranza, con sombreros coloridos de diferentes colores. Los mayores que iban con nosotros no querían bajar al valle, yo le dije a mi padre que iría a dar un vistazo y que mientras ellos desayunaran. Quise bajar pero no encontraba el modo de hacerlo, entonces escuché un extraño pitido.   ¿He tú, que haces ahí arriba?   Pues nada, solo quería bajar para ver como vivís, cuales son vuestras costumbres.   Va, a mí no me engañas, después de tantos siglos existiendo sin que nadie se interese por nosotros… ¿quieres que me voy a creer eso que dices…? Además no eres más que un niño que cuando vuelva a su casa, tendrá algo para contar a otros que creerán que eres un cuentista.
Aquel hombrecillo con una barba blanca bastante crecida, me encargó que le dijera a todo el mundo que los elfos existen, que no por ser pequeños e insignificantes dejan de hacer cosas por los humanos, nos garantizan la supervivencia, para que podamos seguir disfrutando de todo aquello que nos hace felices en los bosques y alrededor de los ríos y montañas. Controlan todo aquello que hacemos, sea bien o mal desde el cielo, volando sobre grandes insectos que los llevan por los aires, montados en saltamontes debidamente ensillados, tienen atalayas que están dentro de los árboles huecos. Construyen escaleras de madera dentro de los huecos y suben hasta los más altos árboles para alertar de incendios a sus familias, por si tienen que huir de allí claro. Ellos, a diferencia de los seres humanos, carecen de los medios necesarios para extinguir las llamas que frecuentemente devoran la tierra y los cultivos.
Los demás amigos que escuchaban las diferentes historias, se quedaron sin habla, ellos también tenían muchas cosas que contar del resultado de sus vacaciones de verano, pero la historia de Joaquín los dejó perplejos. Nadie se atrevió a hablar, lo dejaron solo en mitad de la pequeña plaza del pueblo, preguntándose, si sería apropiado que contaran lo que su amigo, les acababa de contar.

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