CADA VEZ QUE HABLO DE TI
Has procurado
durante muchos años guardarme respeto, te agradezco este detalle, cualquier
otra persona hubiera podido hacer lo contrario sin que se enterara la persona
implicada. No ha sido este tu caso, eso de por sí ha hecho que tuviéramos una relación
buena, casi perfecta. En lo que a mí respecta, he tratado de hablar bien de ti,
me llegaba al alma tu comprensión y el soportarme en diferentes circunstancias.
En la salud y en la enfermedad, he valorado esta actitud tuya como una cualidad
difícil de encontrar en otra persona.
No pocas personas
me han preguntado sobre ti, tu trato para conmigo, tu manera de mirarme cuando
paseamos juntos o cuando incluso por alguna razón se nos ha obligado a estar
separados, ¡que hermosa actitud la tuya! Así debiera haber sido siempre, aun en
este instante, esos momentos difíciles por los que atravesamos, sigo
queriéndote como el primer día que te conocí.
Te has ganado a
pulso mi respeto y mi consideración, eso no lo pueden decir muchas personas, el
mundo está desbaratado, impregnado de chismes y conversaciones a espaldas de
los protagonistas, y eso es muy malo. Determinadas personas creen que estas
consideraciones no son necesarias, pues bien, creo que se equivocan de tecla,
en el universo del que formamos parte todos, nos necesitamos porque nos
pertenecemos. Somos parte de ese dios universal del que tanto hablan las
religiones y que no son otra cosa que nosotros mismos, si es cierto que dios
está en todas partes, que todo lo ve y todo lo puede, que lo ha creado todo
para nuestro gozo y disfrute, nosotros somos un poco dios también.
Ante esta
directriz, se me hace difícil odiar a alguien, desconsiderarlo o apartarlo de
mi lado. Cierto es que no todas las personas a las que conozco o hablo con
ellas son de mi parecer, que tienen otros criterios, que piensan de forma
distinta a la mía, pero los acepto porque son un poco yo, en muchas cosas somos
iguales, aparte de tener un cuerpo parecido. Quiero pensar que no estoy
demasiado desencaminado, esta es mi doctrina, mi convicción, mi modo de ser.
Esa es
esencialmente la razón por la que siempre que hablo de ti, lo hago con
alabanzas. ¿Qué tendría motivos para decir algo malo de ti…? Puede, pero a qué
me llevaría eso, a degradarme yo mismo, a despreciarme, descalificarme por las
razones antes expresadas. No quiero caer en ese manifiesto común y falso, eso sería como cavar una trampa
para cazar un oso, y que luego de haber visto mi propia obra, no pudiera salir
de allí. ¡Estás tan viva en mi pensamiento y mis sentimientos, que todavía
escucho tu respiración junto a mí!
Dentro de mis
posibilidades sabes que he estado gran parte de mi vida viviéndola por ti, no
me importa demasiado lo que pienses de mí, acepto las consecuencias de mis
acciones, lo mismo que tú deberías hacer lo propio, te invito a examinar estas
cuestiones que creo que son la esencia de la vida, de la vida de cualquier ser
humano.
-----------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario