EL ALZACUELLOS.
¡Qué favor me hace el alzacuellos!, de golpe y porrazo con alzacuellos, la gente te ve como hombre de dios, persona respetable, religiosa y sobre todo confiable. Si los acompañas con elementos distintivos afines a él, como puede ser un rosario y una biblia en la mano –a poder ser vieja-, la gente piensa a tú paso que tienes el cielo ganado.
Es preciso para el alzacuellos sea de todo creíble, que te muevas por el entorno de tú barrio, pero que la gente no sepa donde resides, solo que rezas, rezas por ellos y sus familias, por sus hijos y por sus padres, aunque resulte un poco incómodo a veces, tienes que dedicar a los más mayores, tiempo y oreja, eso es vital para establecer la confianza necesaria, aun en el caso de los ateos y agnósticos. Normalmente todo esto te abre las puertas de las casas, a la segunda visita se establece confianza, confianza que en mi caso es necesaria establecer para tomar el pulso de la familia.
Cuando el esposo no está en casa, con la mejor voluntad pregunto –con mucho tacto-, como le van las cosas a la señora de la casa. A menudo me cuentan que los hijos la traen a mal vivir, que son unos egoístas, que no aprecian su trabajo, lo mismo que su marido, que cuando llega a la casa después del trabajo, pega cuatro bocados a la cena, y se baja al bar hasta que llega la hora de acostarse.
“No sabe usted buen padre como me siento entonces, es como un mal sueño, monta sobre mí y sin más me toma como quién toma una cerveza, se desocupa, fuma un cigarro y se da la media vuelta. Que quiere que le diga esto no es vivir, eso es un infierno. Sé que me quiere, pero no como al principio, esa chispa se ha apagado”.
Trato de convencerla de que el bien de la familia es el todo a los ojos de dios. Para dar esas razones no hay que ir al seminario, ni siquiera que lo nombren cura, yo no lo soy, solo uso el alzacuellos para poder ayudar en lo que haya que menester.
No olvidemos una cosa, dios no nos escogió a nosotros, nosotros lo escogemos a él, sin presiones ni chantajes, reclama nuestra atención a Él desde un lugar elevado, que si quieres que sea el cielo que así sea Amén.
El alzacuellos me sirve para moverme con soltura entre todo tipo de personas, llamo a las puertas, en nombre de la parroquia y casi todas se me abren –de los católicos practicantes claro-.
¡Cuántos favores no habré hecho a parroquianas!, al ser secreto de confesión ellas tampoco dicen lo que me han confesado. Con dos citas o tres de la biblia quedan consoladas, antes de confesarme sin el alzacuellos puesto otras muchas cosas que les han pasado o que les gustaría que les pasara. Pero esas confesiones ya son secreto de otro tipo, confesiones de alcoba.
Cabe decir que en la desesperación o la urgencia, muchas confiesan cosas, que no se pueden escribir aquí, pero a decir verdad, una iglesia puede estar en cualquier lugar, ¿porqué no en una cama?.
Las camas desde siempre han sido confesionario para reyes y plebeyos. ¿Es útil o no el alzacuellos?. Claro que sí hombre de dios, tengo muchas direcciones de todos los lugares de España, donde venden ropa eclesiástica, lo digo por si a alguien se le ocurre apuntarse a la profesión de cura con alzacuellos.
Yo no he sido jamás cura y casi siempre me ha ido bien.
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