lunes, 9 de julio de 2012

SEGUIR AMANDO, ESTA ES NUESTRA DEUDA.


                                     SEGUIR AMANDO ESTA ES MI DEUDA.


Soy deudor, de mi mismo, quienes me conocen dicen que soy buena persona pero… dudo de que esto sea del todo cierto.
Quiero significar con esto, que quien quiera que sea, es deudor, de modo que no se nos puede imputar infalibilidad ni perfección alguna. Es cierto que todos somos defectuosos y hasta malformados desde un punto vista escénico.
Los demás, que no nosotros mismos, son capaces de ver a menudo defectos que nos alejan de esta pauta de ejemplaridad.
De manera de algún modo siempre somos deudores de algo, por ejemplo, de dar una buena imagen, al margen de lo distorsionada que la vean los demás.
Para esto se requiere esfuerzo, esfuerzo continuado, tratar de evolucionar en la manera de hacer y decir las cosas. Aun y así, siempre somos deudores.
¿Cómo es eso posible?. Debemos, sin que deba ser un sacrificio, amar a todos aquellos que nos rodean. Esto significa por tanto, que implica a los que desconocemos. Los griegos llamaban a este amor, “Agape”, un amor que no entiende de fronteras, idiomas o razas, que tiene el significado de apreciar la vida de los demás, con el mismo aprecio que tenemos por la nuestra propia.
Un buen campo de ensayo para la práctica de esta idea es, la propia familia, pensar no solo en lo que nos vincula a ellos, más bien en lo que son, personas como nosotros. Para dar un tono de ejemplaridad por tanto, se debe seguir amando, es una deuda que adquirimos desde que nacemos, somos, a pesar de que los demás no lo vean así, arietes del buen hacer.
Desde el comienzo de nuestras vidas, heredamos defectos de forma en el carácter humano, somos egoístas y a veces hasta tiranos. Además formamos parte, de un sistema que nos impide a menudo desarrollar nuestras cualidades innatas, pero el hecho es que están ahí, debemos esforzarnos por escrutar en nuestro interior y hallarlas.
¡Qué mejor campo de ensayo que el mundo en el que vivimos!, todo lo que nos rodea debe hacernos reflexionar sobre los argumentos que particularmente veo que se han dado.
No es una doctrina, tampoco una religión, aquí no hay jerarquías que nos digan qué hacer ni como, ni las consecuencias de no hacerlo.
Queda de la mano de cada uno de nosotros mostrarnos como seres humanos dignos, si comprendemos y nos comprometemos por tanto a seguir amando a los demás. Solo porque es una deuda que tenemos con toda la sociedad.


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