domingo, 29 de julio de 2012

TODO LO QUE NECESITAS.


                   TODO LO QUE NECESITAS.


Va contigo. Donde quiera que sea que vayas, te va impulsando, sea a izquierda o derecha, sea arriba o abajo, sea hacia adelante o hacia atrás.
No hay posturas intermedias, pues no hay medias razones para pagar el tributo de la vida. Si te adormeces en este valle perdido, que puede ser el desaliento, o en su defecto la euforia irreprimible, terminas por no necesitar nada.
Y es que siempre necesitamos, somos como un gran dragón, que a menudo necesita vivir del temor de los demás. Aunque los hay, que necesitan los elogios de la gente para poder sincronizar el respirar con el aliento ardoroso de las llamaradas que salen de su nariz.
Cientos de veces se pregunta la gente, que lo necesario para vivir es…igual a X. Es decir, que no se sabe a ciencia cierta que puede ser, aquello que nos haga felices.
Este es el primer error, ligamos siempre las cosas materiales a la felicidad, somos humanos, necesitamos palpar aquello que elegimos para darnos las satisfacciones convenientes. Pero no siempre es así.
No voy a entrar en tópicos sobre ejemplos de personas que han considerado que lo mejor, o lo necesario, es hacer felices a los demás, dando todo lo que tenemos. Eso no lo hace nadie, quizás porque no sabemos que dar, o simplemente, porque decidimos dar esto o aquello, pero eso otro no, nos costó demasiado esfuerzo.
Siempre hay barreras, cotos a la hora de dar. Es lo mismo en cierta manera, que las fronteras, aunque crueles a veces, se consideran necesarias, para arbitrar el paso por los países. En ese tránsito te encuentras con gentes muy plurales, o con otras que por razones políticas o de guerra, estrechan el paso de la gente, hasta que se cansan y se dan la vuelta a sus países de origen.
Todo lo que se necesita, es estar en deuda con los demás. Ser proclive siempre a extender la mano con algo dentro y abrirla, aunque a veces eso conlleva el sufrir algún que otro desmán. Permanecer ausente a todo lo que sucede a nuestro alrededor, es como ir a una estación de tren con el fin de que se nos transporte a algún lugar, y poner las manos detrás, esperando que alguien nos suba al tren que le venga en gana.
Lo que se reclama de nosotros es tener iniciativa, no ser exigentes, solo subir al tren que nos llevará a donde pensamos se cumplirán nuestros objetivos. Lo contrario, es acelerar nuestra muerte.
¿Dejaríamos acaso que alguien sin permiso entrara en nuestro hogar, que cualquiera tomara posesión de nuestros sentimientos y emociones sin oponer resistencia?. Esto sería negarnos a ser humanos, tengo el convencimiento, de que somos una excepción inteligente en el mundo que vivimos, ¡sabemos tantas cosas que no podemos dejar que se atrofien en nuestro interior!.
Arthur Schopenhauer dijo en una ocasión  “Los primeros cuarenta años de vida nos dan el texto; los treinta siguientes, el comentario”.
Para poder tener un comentario de nuestra vida, debemos saber usar, las fantásticas oportunidades que nos rodean de continuo. Es tanto y a tantos a quienes podemos ayudar, que en pleno invierno, podemos hacer crecer rosales en los jardines de nuestro prójimo.
En un mundo donde la ideologías y las políticas juegan con nosotros, hasta el punto de tratar de desordenar nuestras vidas, de desarticularlas, de hacernos ver una realidad que es realmente un espejismo en mitad del desierto, ver como necesarias las cosas más triviales, es muy peligroso, se podría decir que inhumano.
Echa mano del raciocinio, imponte como meta la reflexión, deja de lado en la mente las cosas que hasta ahora considerabas necesarias, muda la mente de objetivos viejos a otros nuevos, eso sí, con cautela, con cuidado, midiendo cada paso. Los seres humanos somos aprendices de la vida hasta la muerte, entonces verás que tus necesidades son pocas, y los que necesitan de ti son muchos.
Todo lo que necesitan los demás de nosotros es amor, solo eso. En consecuencia, es todo lo que necesitamos nosotros.


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