EL ECONOMATO.
Hay que comenzar por el principio. Antiguamente, un economato servía los intereses de determinados grupos de personas que trabajaban en empresas grandes o agrupaciones como los funcionarios o militares.
Yo los recuerdo bien. Lo cierto es que todavía existen en algunos lugares, se mantienen gracias a los propios trabajadores de estos centros, son ellos con su afluencia, los que hacen que estos lugares estén vivos todavía. Estos economatos resultan como la propia palabra indica, más económicos que las tiendas, incluso compiten con algunas grandes superficies, que venden sus artículos con ofertas, que tientan a los que quieren ahorrar dos duros.
Aceite, leche, pescado y carnes son los más demandados, son los más caros en el exterior, es por esa razón, que los obreros con sus familias, se reservan un día determinado, para ir al economato. Lo digo por experiencia propia, ¡anda que no nos ahorramos dinero cuando comprábamos en el economato…!, la fábrica donde trabajaba, tenía hasta comedor propio, se comía de muerte allí, una comida completísima –lo que ahora se llamaría un menú-, por ciento diez pesetas, ¿qué os parece?.
Pero muchos economatos han ido desapareciendo, las razones no las tengo muy claras, sin embargo en contrapartida, aparecieron los polígonos industriales.
Economatos como estos… ni en las fábricas. Un amigo me llevó un día, a un polígono, donde vendían de todo y tirado de precio. Ese día queríamos comprar pescado y un jamón, me dijo como si de un secreto se tratara “Te voy a llevar a un sitio, donde vas a comprar de todo por cuatro chavos. Llegan los trailers, y se arriman al muelle de carga, a veces hay que tener un poco de paciencia, si de lo que tú quieres no tienen, te dicen a qué hora llegan los camiones y punto. Si es el caso de que él producto lo tienen en stock, te lo venden al momento, pero… alucina los precios que vas a encontrar”.
Oye, que desde aquel día ni tiendas ni historias, nos damos una vuelta por el polígono, y ya sabemos dónde ir a comprar todo lo que necesitamos, y lo que no necesitamos también. Quiero decir que a veces nos viene de gusto comprar unas gambas, o un surtido de quesos en aceite, o lo que sea… y te lo puedes permitir.
Ni economatos ni historias, eso sí, no siempre tienen lo que deseas, eso hace que dependiendo de lo que sea, has de substituir un alimento por otro en la cesta de la compra. Pero eso no quita que, el humano por el simple hecho de serlo nos comportemos de forma primitiva, es decir, que el economato, sea del tipo que sea, hace que a menudo pensemos que podemos gastar el dinero del ahorro en estas cuestiones en otras cosas poco convenientes ni necesarias. “Mira sabes qué, con el dinero que ahorramos desde que compramos en el economato, e compraremos el ordenador a Miranda, ¡le hará una ilusión…!, pero no le digas nada, será una sorpresa”.
La sorpresa te la llevas tú cuando empiezas a hacer números, se gasta más que antes, ¿porqué, cual es la explicación?, en la familia, el matrimonio empieza a hacer números, y saca la conclusión en su interior, -porque entre ellos no se dicen nada del asunto-, que eso se debe a que el marido toma más cervezas de las habituales en el bar y encima invita a todos los amigos. La esposa también ha ido a una perfumería, que antes solo visitaba desde fuera del aparador, y se ha comprado un conjunto de leche hidratante, desodorante y perfume de una marca, que hacía mucho tiempo que quería tener. Y para que Paquito no le diga nada a su padre, a él le ha comprado una camiseta y unos tejanos de marca.
Adiós el economato, ahora resulta que gastan mucho más dinero, que antes de ir al polígono a comprar los alimentos. Esto es como el que deja de fumar, se dice a sí mismo, “verás el dinero que ahorro ahora que no fumo… cuatro euros por día multiplicado por treinta días al mes -que no es del todo cierto, siempre caen cuatro o cinco paquetes más, por eso de invitar a los amigos-, ¡¡ciento veinte euros al mes, vaya pasta!!”.
Bueno, pues buscas ese dinero supuestamente ahorrado, que has dejado de quemar y no aparece por ningún lado.
Para economizar, sobre todo, es imprescindible llevar una vida sencilla, ¿qué eso conlleva no usar colonias caras, ni ropa de marca…, está más claro que el agua que esto es así. Que sí, que hay que mentalizarse, si uno va a un economato a comprar, lo que no debe hacer nunca, es entrar en un renuncio, en una contradicción. Se debe ser consecuente, serio, capaz de administrar el ahorro.
Ahora bien, si lo que queremos es presumir que compramos mejor que nadie, para hacernos ver, y para ganarnos las simpatías de los amigos, mal vamos. Quiero decir, a la ruina total.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario