viernes, 3 de agosto de 2012

SANGRE CORRIENTE.


                                         SANGRE CORRIENTE.


Dicen que hay diferentes tipos de sangre. De mí decía mi abuela… “Niño parece que no tengas sangre en las venas”. Jo pues bien que me brotaba cuando me daba un leñazo. Al principio no supe a que se refería, luego sí.
Más tarde oía decir por ahí, que la sangre de la realeza, era sangre azul, eso ya me intrigaba más. No gocé preguntar en mi casa que significaba todo esto, hasta que un día mi hermano me puso en antecedentes.
“No te creas nada de nada de todo eso que oyes. Los príncipes y reyes, gente de la realeza o no, como pueden ser marqueses o duques y otras gentes con títulos nobiliarios –eso deriva de nobleza-, tienen la sangre roja como tú y como yo”.
Sin más explicación, me dejó casi lo mismo que antes. Me documenté entonces, sobre este significado que se le daba a la sangre de todas esas personas, efectivamente era como mi hermano me contó.
¿A qué venía entonces eso de la sangre azul?, su sangre era corriente, roja, más clara o más espesa, debido a un sinfín de circunstancias, entre ellas la hemofilia.
Entretanto vi morir a gente ejecutada por traición en la guerra, por deserción, por espionaje, en fin, por muchas otras causas. A la gente se le acuchillaba en la calle, para apoderarse de un trozo de pan que llevaba el vecino bajo el brazo, para alimentar a su familia. Con la lluvia de bombas de los aviones aliados de las tropas de Franco, se veían cuerpos mutilados de personas y animales, toda la sangre tenía el mismo color, roja.
El mismo color que tiene hoy día, la sangre de los que mueren por estas y otras causas diferentes. La sangre es roja, y nunca ha cambiado de color a pesar de los miles de años de historia de la humanidad.
Hay sin embargo un detalle que al principio me dejaba pasmado, ahora ya no. Desde que entró la televisión en casa, cada vez se ve más sangre. Y es penoso, que con el hábito de verla tan a menudo, nos hacemos  más insensibles al verla.
Sangre fruto de atentados, cuerpos destrozados por personas bomba, en los mercados, en cuarteles de policía; y siempre a la hora de comer nuestro estofado o las lentejas con chorizo. He usado la palabra “hacemos”, y creo que es la que corresponde para la ocasión, nuestros niños y hasta nosotros mismos, hemos perdido la sensibilidad que corresponde cuando vemos la muerte en directo.
Todavía recuerdo con cierto espanto, hace ya muchos años, como un soldado sur vietnamita, le disparaba en la cabeza a otro en la guerra del Vietnam, la víctima era norvietnamita, en casa nos quedamos todos helados cuando vimos esta imagen en concreto, dio la vuelta al mundo, junto con una crónica de lo que pasó este día entre los dos frentes.
Otras guerras más modernas dan evidencia de cómo poco a poco nos hemos acostumbrado a ver la sangre como un adobo más de nuestra alimentación, la guerra civil de Ruanda entre tutsis y hutus, por tener el dominio sobre el país. ¿Recordáis…?, unos y otros andaban por las calles buscando a los del bando contrario, que en la mayoría de veces, eran personas pacíficas que solo tenían el defecto de ser de otra etnia. A golpes de palo y machetazos, los exterminaban, y cuando fueron muchos, demasiados para dar dando golpes… los encerraban en edificios y los quemaban vivos.
Pero en todos los casos sin excepción, la sangre que mana de sus cuerpos es roja, aunque sean negros como el betún. Eso debiera hacernos pensar que las tragedias nos pueden llegar a todos, por lo menos es una manera de verlo, y que sea quién sea, puede derramar su roja sangre en cualquier circunstancia inesperada.
En definitiva, todos los humanos tenemos sangre corriente. No importa que estemos sanos, tampoco que tengamos una enfermedad terminal, tampoco de que nos alimentamos o como lo hacemos, toda la sangre es roja.
Ahí está el acento, esa es la realidad incuestionable. Ese es suficientemente la cuestión, la sangre es valiosísima, de promedio, nuestro cuerpo bombea cada día 8000 mil litros de sangre, esa es mucha sangre, valoremos ese rico líquido que solo pretende mantenernos vivos, lo mismo que a los demás humanos.
De ahí que haya titulado este pequeño relato “Sangre corriente”.


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