miércoles, 19 de junio de 2013

                 HONOR A ELLA.


Eso es cuanto se me ocurre, cuando la veo transitar por sus avenidas, cuando observo su poder y todo el mundo enloquece a su paso.
Llega desde lugares lejanos, aliándose con otros elementos para ganar su batalla, y viene sola, sin ejército alguno que la acompañe, es su campaña de guerra.
En todos los lugares de la Tierra deberían hacer arcos de triunfo, como a los antiguos generales. Aquellos, que tantas victorias dieron a la Roma antigua, que engrandecieron el imperio, que dieron vida durante centurias al pueblo.
Y ya ves, en cuanto despliega su manto, cuando decide salir de paseo por las montañas y valles, se la maldice, solo porque el hombre, ha decidido poner obstáculos a su paso.
¡Ignorantes!, ¿no sabéis acaso que estos paseos son suyos, que esta tierra que le queréis quitar es de su propiedad?.
Cuando se retira de su salida, camino del mar, en busca de Neptuno de quién es íntima amiga, después de ser insultada y vilipendiada, vuelven a ponerle palos en las ruedas, como si de un sencillo carro se tratara.
Saben que volverá, que su hermoso rostro se dejará ver de nuevo, y es probable que la próxima vez, venga mejor vestida. Y el hombre sigue insultándola mientras rehace lo deshecho por ella.
Deberían con respeto brindarle los honores que se merece, en cambio, orinamos sobre su cabeza, tiramos sobre ella todo lo que se nos ocurre, si más tuviéramos, más tiraríamos. ¿Quién no se hartaría de tanta insensatez?.
Ella en cambio no protesta, aguanta y resiste, ama a aquellos que quieren revolverse en el manto de mil colores que arrastra. Solo pide, algo sencillamente lógico, legal razonable, que se le brinde el honor que merece.
No lo exige, solo lo pide del mismo modo que coge a nuestros hijos y los sumerge en su manto protector. Cierto, ¿cuántos no se han perdido ya entre sus brazos, cuántos no dejaron sus sueños por desentrañar los misterios que esconde?, muchos, cientos de miles, gentes que no supieron respetarla, que no atienden a las razones que, da para que le den la gloria que merece.
Es una lástima, y ella a su manera los llora, son hijos suyos, corren por sus venas los fluidos que ella tiene, su misma sangre.
Es por eso que al mismo tiempo que se le maldice, se la sigue  amando, no se cuestiona su reinado, nadie lo pone en duda. Nos da la vida, y nos la quita, con el mismo derecho, la misma intensidad, las mismas ganas.
Honor al agua, esa reina viva que nos vivifica, que nos madura y que nos da, la oportunidad de cambiar, por algo los cosmonautas, ven desde el espacio, un planeta azul, inigualable, hermoso. Y eso se debe, a que ella se pasea cual una diosa por entre continentes, afortunadamente para nosotros, nos alimenta con todo lo que contiene.
Bendita agua, desastrosa a veces, pero imprescindible para nuestras vidas, todo un imperio, que frecuentemente malogramos infectándola, se retuerce de dolor pero aguanta, ¡nos ama tanto!.
Honor al agua en todas sus formas, honor a su poder, debiéramos arrodillarnos ante su paso, aunque a veces, la veamos enfurecida a su paso, camino del mar. Todavía no conocemos todos sus secretos, aun tiene maneras de probar que es más fuerte que toda la humanidad junta, que no se nos escape este hecho.


                                                               -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-


No hay comentarios:

Publicar un comentario