HONOR A ELLA.
Eso es cuanto se me ocurre,
cuando la veo transitar por sus avenidas, cuando observo su poder y todo el
mundo enloquece a su paso.
Llega desde lugares lejanos,
aliándose con otros elementos para ganar su batalla, y viene sola, sin ejército
alguno que la acompañe, es su campaña de guerra.
En todos los lugares de la Tierra
deberían hacer arcos de triunfo, como a los antiguos generales. Aquellos, que
tantas victorias dieron a la Roma antigua, que engrandecieron el imperio, que
dieron vida durante centurias al pueblo.
Y ya ves, en cuanto despliega su
manto, cuando decide salir de paseo por las montañas y valles, se la maldice,
solo porque el hombre, ha decidido poner obstáculos a su paso.
¡Ignorantes!, ¿no sabéis acaso
que estos paseos son suyos, que esta tierra que le queréis quitar es de su
propiedad?.
Cuando se retira de su salida,
camino del mar, en busca de Neptuno de quién es íntima amiga, después de ser
insultada y vilipendiada, vuelven a ponerle palos en las ruedas, como si de un
sencillo carro se tratara.
Saben que volverá, que su hermoso
rostro se dejará ver de nuevo, y es probable que la próxima vez, venga mejor
vestida. Y el hombre sigue insultándola mientras rehace lo deshecho por ella.
Deberían con respeto brindarle
los honores que se merece, en cambio, orinamos sobre su cabeza, tiramos sobre
ella todo lo que se nos ocurre, si más tuviéramos, más tiraríamos. ¿Quién no se
hartaría de tanta insensatez?.
Ella en cambio no protesta,
aguanta y resiste, ama a aquellos que quieren revolverse en el manto de mil
colores que arrastra. Solo pide, algo sencillamente lógico, legal razonable,
que se le brinde el honor que merece.
No lo exige, solo lo pide del
mismo modo que coge a nuestros hijos y los sumerge en su manto protector. Cierto,
¿cuántos no se han perdido ya entre sus brazos, cuántos no dejaron sus sueños
por desentrañar los misterios que esconde?, muchos, cientos de miles, gentes
que no supieron respetarla, que no atienden a las razones que, da para que le
den la gloria que merece.
Es una lástima, y ella a su
manera los llora, son hijos suyos, corren por sus venas los fluidos que ella tiene,
su misma sangre.
Es por eso que al mismo tiempo
que se le maldice, se la sigue amando,
no se cuestiona su reinado, nadie lo pone en duda. Nos da la vida, y nos la
quita, con el mismo derecho, la misma intensidad, las mismas ganas.
Honor al agua, esa reina viva que
nos vivifica, que nos madura y que nos da, la oportunidad de cambiar, por algo
los cosmonautas, ven desde el espacio, un planeta azul, inigualable, hermoso. Y
eso se debe, a que ella se pasea cual una diosa por entre continentes,
afortunadamente para nosotros, nos alimenta con todo lo que contiene.
Bendita agua, desastrosa a veces,
pero imprescindible para nuestras vidas, todo un imperio, que frecuentemente
malogramos infectándola, se retuerce de dolor pero aguanta, ¡nos ama tanto!.
Honor al agua en todas sus
formas, honor a su poder, debiéramos arrodillarnos ante su paso, aunque a veces,
la veamos enfurecida a su paso, camino del mar. Todavía no conocemos todos sus
secretos, aun tiene maneras de probar que es más fuerte que toda la humanidad
junta, que no se nos escape este hecho.
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