NO CRITIQUES
TANTO.
Si fuera el caso, que no lo es,
que criticando se solucionaran los problemas… pues vale, bueno está, valdría la
pena criticar, aunque solo fuera por dejar constancia de nuestro parecer.
Pero… el caso no es ese, ahora ya
criticamos sin ton ni son, por oídas, porque nos han dicho, porque un día, yo
vi tal cosa, y se me puso la mosca detrás de la oreja. ¡Mira que somos…!. Y si
además resulta que en una ocasión, tal persona te miró de determinada forma, ya
tienes el bosquejo completo de la situación.
Mientras, dejamos que nuestros
propios asuntos, los de nuestro hogar, vayan derramándose como la leche cuando
hierve. Lo digo porque a mí me ha pasado, pero por lo menos, trato de aprender
de la experiencia, y no es asunto de que eso les ocurra más a las mujeres que a
los hombres, no señor, eso nos pasa a todos por igual. Sea en el bar o en el
trabajo, en la panadería o la peluquería, en todas partes, y todos por igual,
nos gusta criticar.
Es curioso que a menudo se
comienza con la frase “Yo, no es por
criticar a nadie pero…”, cuando se dice esta frase, crítica segura, y además,
nada constructiva. Vamos a por él o ella, por nimiedades, por algún detalle,
que no nos gusta, de la persona que está en el centro de la crítica.
El hecho es, que a menudo damos
por sentado que los demás hablan de nosotros, en fin, que se crea un clima de
desconfianza mutuo entre las personas. Eso sí, cuando se acerca la persona
criticada, entonces cambiamos la expresión, nos damos un codazo para avisar al
resto e nuestros interlocutores, y cambiamos de tema “¡Que tal fulanita o menganito, que guapa
estás… chica, que suerte tienes de tener este cuerpo, comes lo que quieres y no
engordas un gramo!”, si es de un amigo de quién hablamos… “Míralo, ahí lo tienes, el conquistador,
macho, si yo estuviera soltero como tú, haría lo mismo, ¡vaya trote que llevas con las tías!”, o algo
parecido.
Por la espalda, los ponemos a
caldo, que si son unos embusteros, que si unas zorronas impresionantes, de
todo, cualquier cosa que se nos ocurra, sea esto cierto o no, con tal de
criticar.
Menos mal que todavía quedan en
el mundo personas, a quién les resbala
todo, gentes que no funcionan por estos parámetros, que sencillamente
pasan de estas historias, porque dan por sentado que hablan de ellos a sus espaldas.
Oye, que hay gente que vive acostumbrada a este sistema, a que los consideren
bichos raros, a estar en boca de otros porque les gusta, eso es así desde que
el mundo es mundo. Todo el mundo, conoce gente de su comunidad, pueblo o
barrio, que son unos mujeriegos recalcitrantes, que usan determinadas armas
para acostarse con gente soltera o casada sin importarles nada.
En el caso de las mujeres, las
hay que les gusta que las miren, se ponen unos vestidos mínimos, escotes
generosos, que parece que en cualquier momento se le saldrán las domingas, pero
que no tienen otra intención más que la de mostrar. Por eso algunos, las llaman
calienta braguetas, y son el centro de atención de madres y padres, aunque
estos últimos hablen de ellas en un tono más soez.
Cuando todo ello queda en pura
admiración -en un caso o el otro-, bien,
pero cuando echamos a volar la imaginación, y comenzamos a hablar de ellos en
tono distinto… mal vamos.
De nosotros también se habla, no
lo olvidemos, sea para bien o para mal, hay que evitar a toda costa meterse en
estos embolados, quién habla, quién critica, siempre sale mal parado. Es más que
probable, que a todos estos a los que se hace referencia aquí, les resbale lo
que se diga de ellos (as), el problema es de quién tiene la costumbre de
criticar.
La crítica es de por sí un
elemento necesario en el progreso intelectual, pero destruye la razón de las
cosas cuando se expresa sin ton ni son. De manera que, aunque aquí estamos
hablando de criticar, sería más propio hablar de murmuraciones, pero da lo
mismo para los que no estamos bien ilustrados en la materia, no es lo mismo
hacer una crítica sobre una película que acabamos de ver, que hablar sin
conocimiento de alguien.
Lo podríamos comparar a por
ejemplo, decir a alguien que es un tonto, cuando lo que en realidad queremos
decir es, que ha hecho una tontería. Aun así, si no tenemos un marco completo
de la situación o circunstancia, es mejor no decir nada. Podemos pintar a un
cuervo con plumaje de pavo real, pero nunca lo será, por más empeño que
pongamos en ello.
Igualmente, la crítica, si no
está bien fundamentada, es preferible dejarla en un segundo plano. Podemos
murmurar, aunque ni siquiera eso deberíamos hacer, pero dejar de murmurar, es
pedirle peras al olmo, lo cierto es, que si ni siquiera murmuráramos, seríamos
seres de otro mundo, de otro planeta. No quiero con ello justificar que lo
hagamos, pero es así de natural, así de humano.
Criticar una novela, una obra de
teatro, una película, un edificio, cualquier cosa que entre entro de los
límites de lo impersonal, está bien, lo otro, lo que puede acabar con la
reputación de alguien, o arruinar nuestra relación con ella, sea como sea y
quién sea, es puro egoísmo. Otros lo podrían calificar de envidia, aun otros,
de desear ser como ellos, pero sin trazas de poderlo lograr, es decir, de
sentirnos impotentes ante estos otros más avezados que nosotros, o
sencillamente diferentes.
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