martes, 11 de junio de 2013


                             NO CRITIQUES TANTO.


Si fuera el caso, que no lo es, que criticando se solucionaran los problemas… pues vale, bueno está, valdría la pena criticar, aunque solo fuera por dejar constancia de nuestro parecer.
Pero… el caso no es ese, ahora ya criticamos sin ton ni son, por oídas, porque nos han dicho, porque un día, yo vi tal cosa, y se me puso la mosca detrás de la oreja. ¡Mira que somos…!. Y si además resulta que en una ocasión, tal persona te miró de determinada forma, ya tienes el bosquejo completo de la situación.
Mientras, dejamos que nuestros propios asuntos, los de nuestro hogar, vayan derramándose como la leche cuando hierve. Lo digo porque a mí me ha pasado, pero por lo menos, trato de aprender de la experiencia, y no es asunto de que eso les ocurra más a las mujeres que a los hombres, no señor, eso nos pasa a todos por igual. Sea en el bar o en el trabajo, en la panadería o la peluquería, en todas partes, y todos por igual, nos gusta criticar.
Es curioso que a menudo se comienza con la frase  “Yo, no es por criticar a nadie pero…”, cuando se dice esta frase, crítica segura, y además, nada constructiva. Vamos a por él o ella, por nimiedades, por algún detalle, que no nos gusta, de la persona que está en el centro de la crítica.
El hecho es, que a menudo damos por sentado que los demás hablan de nosotros, en fin, que se crea un clima de desconfianza mutuo entre las personas. Eso sí, cuando se acerca la persona criticada, entonces cambiamos la expresión, nos damos un codazo para avisar al resto e nuestros interlocutores, y cambiamos de tema  “¡Que tal fulanita o menganito, que guapa estás… chica, que suerte tienes de tener este cuerpo, comes lo que quieres y no engordas un gramo!”, si es de un amigo de quién hablamos…  “Míralo, ahí lo tienes, el conquistador, macho, si yo estuviera soltero como tú, haría lo mismo, ¡vaya  trote que llevas con las tías!”, o algo parecido.
Por la espalda, los ponemos a caldo, que si son unos embusteros, que si unas zorronas impresionantes, de todo, cualquier cosa que se nos ocurra, sea esto cierto o no, con tal de criticar.
Menos mal que todavía quedan en el mundo personas, a quién les resbala  todo, gentes que no funcionan por estos parámetros, que sencillamente pasan de estas historias, porque dan por sentado que hablan de ellos a sus espaldas. Oye, que hay gente que vive acostumbrada a este sistema, a que los consideren bichos raros, a estar en boca de otros porque les gusta, eso es así desde que el mundo es mundo. Todo el mundo, conoce gente de su comunidad, pueblo o barrio, que son unos mujeriegos recalcitrantes, que usan determinadas armas para acostarse con gente soltera o casada sin importarles nada.
En el caso de las mujeres, las hay que les gusta que las miren, se ponen unos vestidos mínimos, escotes generosos, que parece que en cualquier momento se le saldrán las domingas, pero que no tienen otra intención más que la de mostrar. Por eso algunos, las llaman calienta braguetas, y son el centro de atención de madres y padres, aunque estos últimos hablen de ellas en un tono más soez.
Cuando todo ello queda en pura admiración  -en un caso o el otro-, bien, pero cuando echamos a volar la imaginación, y comenzamos a hablar de ellos en tono distinto… mal vamos.
De nosotros también se habla, no lo olvidemos, sea para bien o para mal, hay que evitar a toda costa meterse en estos embolados, quién habla, quién critica, siempre sale mal parado. Es más que probable, que a todos estos a los que se hace referencia aquí, les resbale lo que se diga de ellos (as), el problema es de quién tiene la costumbre de criticar.
La crítica es de por sí un elemento necesario en el progreso intelectual, pero destruye la razón de las cosas cuando se expresa sin ton ni son. De manera que, aunque aquí estamos hablando de criticar, sería más propio hablar de murmuraciones, pero da lo mismo para los que no estamos bien ilustrados en la materia, no es lo mismo hacer una crítica sobre una película que acabamos de ver, que hablar sin conocimiento de alguien.
Lo podríamos comparar a por ejemplo, decir a alguien que es un tonto, cuando lo que en realidad queremos decir es, que ha hecho una tontería. Aun así, si no tenemos un marco completo de la situación o circunstancia, es mejor no decir nada. Podemos pintar a un cuervo con plumaje de pavo real, pero nunca lo será, por más empeño que pongamos en ello.
Igualmente, la crítica, si no está bien fundamentada, es preferible dejarla en un segundo plano. Podemos murmurar, aunque ni siquiera eso deberíamos hacer, pero dejar de murmurar, es pedirle peras al olmo, lo cierto es, que si ni siquiera murmuráramos, seríamos seres de otro mundo, de otro planeta. No quiero con ello justificar que lo hagamos, pero es así de natural, así de humano.
Criticar una novela, una obra de teatro, una película, un edificio, cualquier cosa que entre entro de los límites de lo impersonal, está bien, lo otro, lo que puede acabar con la reputación de alguien, o arruinar nuestra relación con ella, sea como sea y quién sea, es puro egoísmo. Otros lo podrían calificar de envidia, aun otros, de desear ser como ellos, pero sin trazas de poderlo lograr, es decir, de sentirnos impotentes ante estos otros más avezados que nosotros, o sencillamente diferentes.


                                                              -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-


                                                 


No hay comentarios:

Publicar un comentario