lunes, 17 de junio de 2013


                        LA LUZ DE LAS LUCES.


A punto de perder la vida, y ya en los últimos suspiros, cuando comienzas a pensar brevemente que te vas, llega una luz, casi cegadora, envuelta en un halo de misterio y dudas, porque dónde estás, no  hay nada más que oscuridad.
No la puedes explicar por hermosa, no la puedes comparar con el arco iris, no lo es, es simplemente, una luz.
Tampoco sabes su origen, estás suspendido en un espacio, donde no hay estrellas ni cielo, una dimensión extraña pero a la vez cautivadora. Será que estás allí, porque es el único reducto, la última cima, el último pico, el valle de los ausentes.
Quieres mirar a tú alrededor y lo haces con confianza, tienes que identificar dónde estás. Todo te resulta familiarmente desconocido, sin embargo distingues rasgos, gente, cosas que te anuncian, que todavía estás vivo.
Todo lo que ves y tocas es tuyo, tuyo por derecho propio, estás a punto de cruzar una frontera nueva, un sol nuevo, una luna nueva, un universo paralelo al que ya viviste. Y comienzas a forzar tú marcha, como un gran excursionista, que debe inspeccionar a la vez, dos lugares distintos, con inconvenientes parejos.
El propósito… identificar la luz, salir de dudas, saber a qué te enfrentas, resolver la incógnita, ¿qué es esa luz que te acompaña, qué propósito tiene, porqué sigue tras de tí, acaso quiere iluminar un camino nuevo por el que debes andar?.
De pronto, suspendido en el espacio, se para muy cerca de ti, a manera  de saludo, se mueve muy lentamente, aunque tú te asustas no te mueves, de hecho no puedes, ¿miedo, respeto, curiosidad?, quién sabe porqué estás quieto. Ahora la luz se acerca, no es que se haga más intensa, solo que… parece que cobra vida, que quiere decirte algo.
Sin saber cómo ni de qué manera, se instala alrededor tuyo, miras tus pies, porque te parece que te han transportado a algún lugar desconocido, luego la luz te abraza, y entonces un leve escalofrío recorre tú cuerpo, no sabes que es lo que te pasa, pero no rechazas este abrazo, te complace, te hace ascender por encima de todo, y te ausenta de cualquier cosa o lugar donde pudieras hallarte.
Caes medio muerto, dichoso por haber experimentado esta experiencia, la luz sigue a tú lado. Abres los ojos y estás en otro planeta, en otro universo, es entonces cuando la lava ardiente que corre por la ladera abajo, te advierte del peligro que corres. ¿Estás en tierra hostil, alguien te ha traído aquí para aniquilarte, ha sido la misma luz la que se encargó del asunto?. Un hacinamiento de preguntas se agolpan en tú mente, ya no razonas solo preguntas, porque,  quién, cómo, cuando, no tienes tiempo de responderte, sencillamente, son preguntas que nos las has causado tú, ¿o sí?. Algo tienes que ver, nadie escoge a nadie de forma automática para llevarlo a algún lugar, o lo selecciona para determinado  objetivo, nada es pura casualidad, todo  tiene una razón de ser.
Es más que probable que sin saberlo, tengas determinadas características que ni siquiera tú conoces, algún don oculto, alguna gracia especial.
Aun puedes pensar, aunque estás en el límite de la razón, es entonces cuando se te ocurre, ¿cuántos años hace que la conociste, recuerdas donde fue y las circunstancias?, claro, es eso, te enamoraste al verla la primera vez, bajo aquellas luces coloridas y parpadeantes de la discoteca aquella, te separaste del grupo y te acercaste a ella, se había fijado en ti, la invitaste a bailar y desde entonces, no os habéis separado ni un solo instante.
Después de esta noche, llena de gozo, caricias interminables, amor hasta la saciedad, comprendes que todo, absolutamente todo, es fruto de vuestra unión, abrazado a la luz, estás deseando que vuelva a envolverte de nuevo, si no es esta noche, mañana, pero necesitas las alucinaciones que te procuran su compañía.
No te dejes distraer con lugares lejanos y oscuros, en profundos callejones de iniquidad y odio, estos defectos innatos en nosotros desde que nacemos, nos marca desgraciadamente, te conducen a la deshumanización, a la frustración, al desencanto. Si llegas a casa y la luz está encendida, felicítate, si llegas tú antes que ella, deja que te asalte, que te ilumine, que te deslumbre. La luz es símbolo de paz, lo mismo que la paloma, con sus tímidas alas, te llevará a lugares que todavía no has imaginado.
Es un lugar de inmarcesible paz esta luz, aprovéchala, disfruta de ella, continua clamando por ella, humíllate si es necesario, al fin y al cabo, es lo único que te salvará en medio de este mundo lleno de terror y desaliento.


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