QUIÉN PARTE Y
REPARTE…
Ya se sabe el final de esta
frase, es de todos conocida, y de muchos, interpretada de mal modo. Dicho de
otra manera, es lógico que en algunos casos, el que reparte, se quede con la
mayor parte.
El problema es, que casi siempre
es o son los mismos, los que se benefician del reparto de manera injusta. A
excepción claro está, si de que lo que se trata es de recibir palos, entonces
los que reparten desaparecen como por ensalmo.
Aplica en este caso otro dicho,
tirar la piedra y esconder la mano. Es curioso, en el diccionario español,
aparecen un sinfín de frases al uso, para todas las circunstancias que uno
pudiera imaginar, cualquier concepto imaginable está recogido en frases
alegóricas al tema, aluden al tiempo, trabajo, dinero, ambición, muerte, todo
lo que el hombre sea capaz de hacer o decir.
Todos estos argumentos que se
conglomeran dentro de estas frases, tienen poco que ver, con la frescura con la
que unos cuantos se toman las cosas. A
los que me refiero, no les importa matar o matar, con tal que sus planes
salgan bien. Quienes están a tiro de su arco, y son estorbos a la hora del
reparto… son atravesados por las saetas de la injuria, de la mentira, ahora son
seres despreciables, que ni ellos mismos reconocen.
Han repartido y ahora se les ha
visto el plumero, de manera que tienen que salvar los muebles de su casa de
algún modo, si se les presiona mienten como bellacos, si se les acusa,
despliegan toda una serie de argumentos que tienen estudiados desde hace años.
Han mamado ese mal talante, lástima de sus madres que si los vieran, dejarían
que se agriara la leche de sus pechos, antes de darles de mamar.
Que nadie piense que me estoy
refiriendo solo a políticos, anda por ahí muy mala gente, gente que espera a
que les des la espalda para saltar sobe ti. Somos muchos los que sin saber nada
del asunto, se nos utiliza como herramientas, para hacer daño a otros, usando
su influencia o conociendo nuestro carácter, a menudo débil e influenciable, se
nos manipula, en ocasiones, se podría decir, que somos la carnaza en la punta
de la cuerda, para atraer a los
tiburones.
Suena duro, pero muchos,
reconocen que es así –si lo han hecho conmigo, pido perdón-, no era mi intención
hacer daño a nadie. Siempre, sin lugar a dudas, hay culpables en los dos
bandos. Los primeros los que reparten, los segundos, los que reciben las
consecuencias de los primeros, si hay algo bueno que repartir, los segundos
siempre son los más desfavorecidos. Lo contrario es cierto también, ¡cuánta
riqueza de todo tipo hay, que jamás será descubierta, que quedará enterrada en
el más profundo de los secretos, con aquellos que las amasaron!.
Cuanto cariño han podido dar los
que parten y reparten, que ha quedado en
el anonimato, sin que una sola palabra de amor saliera de sus bocas. En
consecuencia, cuantos infortunados hemos caminado por la vida, sin tener el
beneficio de estos importantes donantes de felicidad.
Todo para ellos, ese ha sido su propósito,
mientras que a su alrededor, no han acumulado más que desorden y odio. Al fin y
al cabo ¿para qué?, para irse al hoyo con lo mismo que vinieron al mundo,
desnudos y a menudo, sin dejar en la memoria de los vivos, más que un amargo
recuerdo de sus actos.
Po esa razón, prefiero ser de los
que reciben, más o menos, da lo mismo, pero sobre todo de los míos, los que me
dan una razón para vivir, más y mejor.
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